EL
REPORTERO INVISIBLE, SOBREVIVIENTE A ATENTADO/LIBARDO CARDONA
ASSOCIATED
PRESS
BOGOTA,
Colombia (AP), 10 de mayo de 2013
Lo que más preocupa a Ricardo Calderón del atentado que sufrió
es la atención que generó el episodio.
"Después
de 19 años logrando ser invisible, todo se fue para la porra en 24 horas",
se lamentó el reportero, quien salió ileso del episodio en el que desconocidos
le dispararon a su vehículo el 1ro de mayo.
El
anonimato es lo que le ha permitido a este periodista conseguir exclusivas de
primera plana que han provocado algunos de los mayores escándalos del país en
tiempos recientes, con las consecuentes capturas, juicios y destituciones de
figuras prominentes, casi siempre funcionarios públicos. Su trabajo ha merecido
numerosos premios nacionales e internacionales.
En
esta era de redes sociales y promoción desenfrenada, Ricardo Calderón es un
caso excepcional. Su trabajo ha tenido enorme repercusión, pero él ha logrado
permanecer casi anónimo, al punto de que pocos, con excepción de algunos
periodistas o sus fuentes, conocen su rostro.
Para
Calderón, no ser conocido es vital en su trabajo.
"Es
lo que permite, por ejemplo, que me pueda meter a una base militar",
declaró el reportero de Semana, la revista más importante e influyente del
país, quien recientemente publicó una serie de informes sobre las comodidades y
alcahueterías en que vivían en una cárcel militar más de 300 uniformados
condenados en su mayoría por delitos de lesa humanidad. "Si me conocen, no
me puedo volver a meter ahí".
"Ser
invisible es una ventaja inmensa" para un periodista, expresó Calderón,
quien protege tanto su identidad que "incluso puedo estar en la mitad de
una ronda de periodistas y muy poquitos saben quién soy", según dijo.
A
pesar del revuelo que causó el atentado, su foto no ha circulado.
"Le
tengo fobia a la fotos", aseguró Calderón, de 42 años, en entrevista
telefónica con The Associated Press. "En eso he llegado a un extremo casi
ridículo de que no haya ni una imagen mía en ningún lado, desde hace muchos
años".
Calderón
casi pierde la vida a principios de mayo cuando al menos dos hombres dispararon
contra su vehículo en una carretera. Se salvó lanzándose a una zanja donde se
detuvo a orinar, en el municipio de Girardot, a unos 85 kilómetros al suroeste
de Bogotá.
Fue
el primer atentado que sufrió Calderón, casado y sin hijos, aunque antes había
recibido amenazas, y reflejó los grandes peligros para ejercer el periodismo en
Colombia.
Según
la no gubernamental colombiana Fundación para la Libertad de Prensa, en el país
se han reportado 140 asesinatos de periodistas desde 1977. Sólo 17 de eso casos
han terminado con sentencia condenatoria. En 2012 al menos un periodista fue
asesinado en el país en razón de su oficio, de acuerdo con la Fundación.
Durante
una investigación de tres años de acciones de espionaje de la policía secreta o
el Departamento Administrativo de Seguridad, a Calderón le llegaron seis
`sufragios' o amenazas escritas, tres coronas fúnebres, desconocidos trataron
de meterse dos veces en su casa "y perdí la cuenta de cuántas veces
llamaron a echarme la madre y a amenazarme", de acuerdo con el reportero.
La
publicidad del atentado es solo uno de los elementos que molestan a Calderón.
Tampoco
está cómodo con los escoltas que está obligado a tener desde hace una semana. "Cuando
pasa la cosa (el atentado), esa vaina arranca con dos carros y creo que eran
como ocho muchachos (o escoltas). Ya hoy (martes) logré bajar la cosa a tres y
con tendencia a la baja, espero. El objetivo es volver a andar solo, como
antes". Calderón tampoco tiene cuentas en redes sociales como Twitter o
Facebook, aunque maneja varios celulares.
"Ricardo
es una persona que tiene una habilidad enorme de recibir información y cruzarla
con otra información", destacó Daniel Coronell, director de noticias de
Univisión y columnista de Semana. "Es un hombre. cuya timidez se vuelve
una enorme virtud porque oye mucho y no habla tanto".
La
gente, el público en general quizá, "no lo conoce; (es) una persona que
casi no existe, pero los reporteros sabemos quién es Ricardo Calderón",
añadió Coronell.
Calderón,
el mayor de tres hijos, ingresó a Semana en 1994 en calidad de practicante
luego de concluir sus estudios en la bogotana Universidad de La Sabana.
Primero
lo hizo en la sección deportiva y un año después empezó a apoyar los temas de
orden público en un país que, como Colombia, lleva más de 50 años enfrascado en
un conflicto interno armado que ha cobrado miles de vidas.
Hacia
1996 les dijo adiós a los temas deportivos y se dedicó de lleno a las
investigaciones y a los temas fuertes de la revista. El periodismo deportivo,
confesó, no era lo suyo. Sabía algo de fórmula uno y nada de fútbol.
A
finales de 1998 informó sobre las negociaciones de paz entre el gobierno del
presidente Andrés Pastrana (1998-2002) y las Fuerzas Armadas Revolucionarias de
Colombia (FARC) en San Vicente del Caguán, un municipio a unos 280 kilómetros
al sur de la capital colombiana. Pero fue en los últimos 10 años que Calderón, un
hombre que viste informal y que en su vida se ha puesto corbata dos veces, ganó
prominencia en la revista por la cantidad de primicias que conseguía.
"Yo
creo que puede ser individualmente el periodista que más ha producido portadas
en Semana" en los últimos años, indicó telefónicamente Mauricio Sáenz,
jefe de redacción del semanario.
"Pero
más que el tema cuantitativo, yo haría énfasis en el tema cualitativo. Digamos
que (sus investigaciones) han sido las que más resonancia y más efectos han
tenido en muchos aspectos" en la opinión pública, agregó.
Fue
Calderón, un fumador empedernido de al menos cajetilla y media de cigarrillos
al día que bebe litros de café, quien empezó a dar puntadas de lo que años
después se convertiría en la más importante investigación judicial de Colombia
en los últimos 50 años: los nexos entre la clase política y las bandas
paramilitares.
En
junio de 2002 Calderón publicó una conversación telefónica que sostuvieron el
entonces senador Alvaro García Romero y un hacendado. En ella queda claro que
los dos tuvieron participación en una masacre de 15 campesinos, en octubre de
2000, en el corregimiento de Macayepo, a unos 585 kilómetros al noroeste de
Bogotá.
En
2010 García fue condenado a 40 años de prisión como autor intelectual de esa
masacre.
La
investigación de García fue la primera de una vasta indagación de la Corte
Suprema que, a la fecha, ha procesado y condenado a no menos de 70 legisladores
y ex legisladores por sus lazos con los paramilitares, que en Colombia están
acusados de miles de homicidios.
Calderón
dice que no es el mejor escritor del mundo y que el secreto para conseguir ese
tipo de primicias tiene una clave: las fuentes de información, y éstas, a su
vez, dependen de otro componente, "el tiempo", porque muchos periodistas
"van y hablan con la gente de afán, y yo lo que sí hago es botarle mucho
tiempo a todo mundo. Eso lo agradece toda la gente: los buenos, los malos y los
regulares".
En
gran parte, las publicaciones de Calderón tienen tras las rejas a Jorge Noguera,
director entre 2002 y 2005 del DAS. El reportero publicó en 2003 que el DAS de
Noguera estaba al servicio de los paramilitares. El ex funcionario terminó
condenado en 2011 a 25 años de cárcel por sus nexos con los paramilitares y por
el homicidio del activista Alfredo Correa De Andréis.
Después
vino la que para Calderón ha sido su mejor investigación: la del espionaje
desde el DAS.
En
febrero de 2009, el reportero denunció que la policía secreta les estaba
interceptando los teléfonos y les hacía seguimientos ilegales a magistrados de
la Corte Suprema, a periodistas, a activistas y a opositores del gobierno de
Alvaro Uribe (2002-2010).
Calderón
dice que esa fue su mejor investigación "porque fue muy larga, ya que tomó
ocho años".
"La
primera etapa, que es como la semilla, es la época de Noguera. La segunda
empezó en 2009, fue armada pedacito por pedacito, fue muy compleja por el tema
de fuentes; a una fuente le terminan tirando granadas a la casa y se salva de
milagro y terminan dos fuentes muertas. Eso lo marca a uno", explicó.
Como
consecuencia de las denuncias de Calderón sobre el espionaje, la Fiscalía
inició una investigación que a la fecha tiene en la cárcel a más de 20 ex
detectives.
Incluso
por esas ilegales labores de espionaje cayó preso el que fuera secretario
general de la presidencia durante el gobierno de Uribe, Bernardo Moreno, quien
recientemente recuperó la libertad de manera provisional, aunque sigue siendo
juzgado por la Corte Suprema. Una ex directora del DAS, María del Pilar
Hurtado, se encuentra asilada en Panamá desde fines de 2010 por los mismos
hechos.
A
raíz de las publicaciones de Calderón sobre la corrupción en la policía
secreta, el presidente Juan Manuel Santos decidió en 2011 desmontar esa
entidad, que dependía directamente de la Presidencia.
"Ricardo
es sin duda uno de los periodistas más importantes de Semana. Las grandes
primicias se le deben a él, pero especialmente aquellas que han revelado los
profundos quiebres del gobierno pasado, como el espionaje a la Corte
(Suprema)", dijo Marta Ruiz, asesora editorial de Semana y quien conoce a
Calderón desde hace nueve años.
Esas
primicias de las que habla Ruiz le han valido a Calderón 13 reconocimientos en
Colombia y el exterior: Premio Latinoamericano de Periodismo de Investigación,
en 2010, por el reportaje sobre el espionaje de la policía secreta; el de la
Sociedad Interamericana de Prensa, en dos oportunidades, y el Rey de España,
con el equipo de Semana, en 2008. Además recibió varias veces el premio del
Círculo de Periodistas de Bogotá y el "Simón Bolívar".
Sólo
ha ido a reclamar dos de los premios, según el propio periodista.
La
última gran aventura periodística de Calderón se inició en 2011: Tolemaida.
Hace
poco se internó de nuevo en el penal de esa base militar, a escasos 73
kilómetros de Bogotá, y descubrió que cantidad de militares condenados vivían a
cuerpo de rey pese a estar sentenciados a grandes penas por crímenes de lesa
humanidad.
"Militares
condenados a más de 30 años andan de compras en Bogotá, salen de fiesta y
siguen haciendo negocios", escribió Calderón en abril pasado. Según el
comunicador, ingresó a Tolemaida con facilidad dos veces porque lo hizo el
domingo, es decir, el día en que las familias visitan a los 22.000 uniformados acantonados
en esa base militar, que además sirve de prisión.
Para
el primer ingreso, precisó, tenía un contacto adentro del fuerte; para el
segundo, no.
El
reportero incluso tuvo el arrojo de filmar a un uniformado --sentenciado a 40
años de prisión por homicidio-- de compras en un almacén de Bogotá. Sin ser
sorprendido, lo siguió por varios sitios de esta capital por espacio de unas
cinco horas, según recuerda.
A
raíz de las denuncias de Calderón sobre Tolemaida, el general Sergio Mantilla,
comandante del Ejército, anunció el domingo en Semana el cierre definitivo de
esa cárcel para militares.
El
pasado 1 de mayo, día feriado en Colombia, Calderón regresó de nuevo por el
sector de Tolemaida para continuar con sus indagaciones sobre otros presuntos
actos de corrupción en el ejército.
De
regreso a Bogotá, hacia las siete de la noche, en plena carretera, detuvo su
carro un momento y dos sicarios le descerrajaron cinco tiros sin que ninguno lo
alcanzara. Los disparos quedaron incrustados en el auto.
Ese
día Calderón tenía dos citas. A una de ellas su fuente no pudo o no quiso
asistir. El periodista no lo tiene claro, aunque cree su fuente estaba
"quemada" o en evidencia ante militares corruptos. Por eso hoy no
descarta que la cita por el sector de Tolemaida hubiera sido una trampa.
Desde
el presidente Santos hasta la organización de derechos humanos Human Rights
Watch, la Organización de Estados Americanos y la SIP condenaron la agresión a
Calderón y exigieron una investigación.
"Yo
creo que sin duda fue un atentado en razón de su oficio (porque) Ricardo es una
persona que siempre ha estado metido a fondo en las grandes investigaciones de
Semana", comentó Claudia García, directora de la Fundación Semana.
"Siempre que le dicen: `mire no se meta allá o no haga esa reunión porque
eso puede ser peligroso', para él (es) como si le dijeran `hágalo'".
En
broma, García habló de los defectos de Calderón: "Todo lo que hace mal
para la salud, a él le `priva'(o le gusta): no hace deporte, se toma todo el
tinto (café) del mundo, come a deshoras... (Es) el antiguo...periodista de
novela...y fuma mucho y me hace fumar a mí".
Adriana
Hurtado, presidenta de la Federación Colombiana de Periodistas, calificó de
"gravísimo" el atentado por "la relevancia de este periodista,
por pertenecer a un medio nacional y por la calidad de su trabajo".
Hurtado
pidió asimismo el esclarecimiento de ese y otros casos porque "hay muchos
`Ricardos Calderón', quienes también hacen un ejercicio responsable y merecen
que el gobierno les garantice su derecho a informar".
Cuando
se le preguntó a Calderón si el atentado lo iba a amilanar, respondió
tajantemente: "Al revés, lo único que hicieron fue `toriar' más" o
incentivarlo en su trabajo.
Ahora,
dijo, "voy a investigar mi propio atentado".
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Los
corresponsales de Associated Press Vivian Sequera en Bogotá y Frank Bajak en
Lima contribuyeron a esta información.
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Los
corresponsales de Associated Press Vivian Sequera en Bogotá y Frank Bajak en
Lima contribuyeron a esta información.
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