Vatican Insider, 6/12/2013
Francisco, Ratzinger y el peligro del «pelagianismo»
Comentario de ANDREA TORNIELLI
Aunque, comprensiblemente, lo que llamó la atención del mundo de la
comunicación fueron las palabras atribuidas al Pontífice sobre la corrupción en
el Vaticano, sobre la existencia de un “Lobby gay” y sobre el hecho de que los
religiosos no deben desanimarse cuando acaban en la mira del ex-Santo Oficio,
la síntesis del diálogo que se llevó a cabo el 6 de junio pasado entre
Francisco y la cúpula de la Clar (Confederación Latinoamericana de Religiosos)
contiene pasajes interesantes sobre la Iglesia contemporánea. Como se sabe, los
dirigentes de la misma Clar tomaron sus distancias con respecto a la
publicación del texto «reconstruido» gracias a los recuerdos de los que
participaron en el encuentro.
Las dos «preocupaciones» que el Papa habría expresado durante el diálogo
con los religiosos latinoamericanos tienen que ver con el peligro del
«pelagianismo» y del gnosticismo «panteísta». La primera alude a las doctrinas
del monje irlandés Pelagio, criticadas por San Agustín y condenadas por el
Concilio de Efeso en 451. Según la herejía pelagiana, el pecado original no
habría contaminado verdaderamente la naturaleza humana, por lo que el hombre
sería capaz de elegir el bien y no pecar por sí mismo sin la ayuda de la
gracia. La vuelta del pelagianismo fue
denunciada por algunas voces durante las
últimas décadas, en relación con el hecho de que el “hiper-activismo” (la
confianza en los planes y en los proyectos humanos, creer que la Iglesia es
resultado de la acción humana) termina por vaciar la acción de la gracia y
reduce completamente las capacidades del hombre.
Francisco, según las palabras que se le atribuyeron en la síntesis del
diálogo con la Clar publicada en el sitio de “Reflexión y liberación”, habría
hablado de una «corriente pelagiana que hay en la Iglesia en este momento»,
refiriéndose a los grupos «restauracionistas». «Yo conozco algunos –habría
afirmado–, me tocó recibirlos en Buenos Aires. ¡Y uno siente que es como volver
60 años atrás! Antes del Concilio… Uno se siente en 1940…». Después, Francisco
habría contado la siguiente anécdota: «cuando me eligieron, recibí una carta de
uno de estos grupos, y me decían; “Santidad, le ofrecemos este tesoro
espiritual; 3.525 rosarios”. Por qué no dicen rezamos por usted, pedimos… pero
esto de llevar las cuentas…». El Papa habría contado este episodio y habría
advertido que no pretendía ridiculizarlo de ninguna manera.
La alusión al mundo tradicionalista provocó inmediatamente la reacción
indignada de algunos censores ratzingerianos, que inmediatamente subrayaron en
internet la discontinuidad entre Francisco y Benedicto XVI. Sin embargo, estos
censores se equivocan, porque fue justamente el entonces cardenal Joseph
Ratzinger habló al respecto sobre el «pelagianismo de los píos». Durante un
curso de ejercicios espirituales en 1986 (y publicados en 2009 bajo el título
de “Ver a Cristo: ejemplos de fe, esperanza y caridad”, Jaca Book), afirmó: «La
otra cara del mismo vicio es el pelagianismo de los píos. Ellos no quieren
tener ningún perdón y, en general, ningún don de Dios. Ellos quieren estar en
orden: ningún perdón, sino justa recompensa. Querrían no esperanza, sino
seguridad. Con un duro rigorismo de ejercicios religiosos, con oraciones y
acciones, ellos quieren procurarse un derecho a la bienaventuranza. Les falta
la humildad esencial para cualquier amor, la humildad de recibir dones más allá
de nuestras acciones y lo que merecemos. La negación de la esperanza a favor de
la seguirdad ante la que ahora nos encontramos se funda en la incapacidad de
vivir la tensión hacia lo que debe venir y abandonarse a la bondad de Dios.
Así, este pelagianismo es una apostasía del amor y de la esperanza, pero, en lo
profundo, también de la fe».
Es también muy interesante la segunda de las preocupaciones que habría
expresado Francisco y que parece aludir a los pronunciamientos de la
Congregación para la Doctrina de la Fe en contra de filosofías y corrientes de
pensamiento que acaban «vaciando» la encarnazión. Se trata de la preocupación
que tiene que ver con «una corriente gnóstica. Estos panteísmos...». El
gnosticismo es un movimiento filosófico-religioso, particularmente difundido
entre los siglos II y IV, que se encuentra particularmente presente en algunas
tendencias como el “New Age”. Tanto el pelagianismo como la gnosis son
«corrientes de élite», habría dicho el Papa, pero la segunda es «de una elite
más formada. Supe de una superiora general que alentaba a las hermanas de su
congregación a no rezar en la mañana, sino a darse un baño espiritual en el
cosmos, cosas así… ¡Me preocupan porque se saltan la encarnación! Y el Hijo de
Dios se hizo carne nuestra, el Verbo se hizo carne, y en América Latina tenemos
carne para tirar al techo! Qué pasa con los pobres, los dolores, ésa es nuestra
carne… El evangelio no es la regla antigua, ni tampoco este panteísmo. Si mirás
a las periferias; los indigentes… ¡los drogados! La trata de personas… Ese es
el evangelio. Los pobres son el evangelio...».
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