EL presidente Peña
Nieto al salir del Hospital Central Militar
3
de agosto
Mensaje:
Muchas
gracias a los señores representantes de los medios de comunicación que hoy nos
acompañan, justo al momento en que estoy abandonando ya este Centro
Hospitalario, donde fui atendido.
Pasé
una, yo creo, que una exitosa convalecencia. Seguiré, obviamente, con los
cuidados y las atenciones que los médicos han recomendado, pero listo para
seguir trabajando, para seguir desplegando toda la actividad que debo tener
dentro de mi responsabilidad. Muy reconocido con ustedes, que han estado muy
pendientes.
Y
a través de ustedes expresar, primero, un reconocimiento y gratitud al personal
médico, al personal de enfermería que tuvo a su cargo el cuidado de mi salud, y
especialmente en esta operación.
Y
agradecer, como lo he hecho en otro momento y nuevamente reiterar mi
agradecimiento a muchas personas que a través de distintos medios expresaron su
interés y, sobre todo, su preocupación por el estado de salud de un servidor.
Para
con todos ellos, mi agradecimiento; a ustedes, representantes de los medios de
comunicación, el que hayan sido una forma de poder tener comunicación con la
sociedad, sobre cómo iba evolucionando esta etapa, la operación, el proceso
post operatorio.
Y
gracias por acompañarle. Ya les extrañaba. Ya estamos saliendo aquí del Centro
Hospitalario. Vamos a estar, todavía, durante el fin de semana, donde ya estaré
teniendo unas actividades privadas allá, en la Residencia Oficial de Los Pinos.
Y estimo yo, ya
la próxima semana, integrado completamente a las actividades normales. Hecho.
-PREGUNTA: A
festejar a su esposa, ahora sí.
-PRESIDENTE
ENRIQUE PEÑA NIETO: No. Ya tuvimos oportunidad, y le agradezco. Aquí está mi
esposa. Allá está. Que me hizo favor de acompañarme, nunca se despegó y estuvo
aquí puntualmente. Solamente ayer que fue a ver a Sofi, a su debut allá en una
obra de teatro. Pero ha estado aquí muy pendiente.
Y
muchas gracias a todos ustedes, porque sé que han estado muy pendientes,
también, ayer que se esperaba que yo saliera, pero que la recomendación fue
esperarme hasta un día más. Y ya estamos. Estamos muy bien. Muy contentos.
Ya
me extrañaban, espero yo. Yo a ustedes también.
Qué
les vaya muy bien.
Qué
tengan buen fin de semana.
Y
estamos en comunicación.
Muchas
gracias.
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Algunas columnas:
FRENTES
POLÍTICOS /Excélsior
I.Repuesto.
El presidente Enrique Peña Nieto no pudo ocultarlo y confesó sus ganas de salir
del hospital. Se dijo desesperado por retomar sus actividades. Así, cuatro días
después, uno más de lo programado. El fin de semana lo dedicó completo para la
familia. Cumplió años Angélica Rivera, la primera dama, y Sofía, su hija,
debutó en la obra El cartero. Parte de la necesidad de volver a la oficina
obedece a que se ultiman los detalles para presentar la propuesta de reforma
energética. El ingrediente que faltaba para iniciar bien la semana. Estos días
serán clave.
*
*
Columna
ESTRICTAMENTE PERSONAL/ RAYMUNDO RIVA PALACIO
24
Horas
Las
calles matan
Desde
el hospital donde convaleció de una operación en la garganta, el presidente
Enrique Peña Nieto reveló indirectamente que su reforma energética propondrá
cambios constitucionales, al reiterar que se presentará en breve al Congreso
-probablemente el Senado será la cámara de origen-, para ser discutida en el
periodo ordinario de sesiones. La clave es ésta. Una reforma constitucional
tiene que ser aprobada por dos terceras partes de cada una de las cámaras, por
lo que no puede votarse en periodos extraordinarios. Al mismo tiempo, sólo ese
tipo de reforma podría dar las garantías jurídicas que prometió a los
inversionistas del mundo.
En
unos días se sabrá su alcance, pero expertos y los políticos anticipan que los
cambios se verán en el 25 constitucional -que otorga al Estado el manejo
exclusivo de las áreas estratégicas-, el 27 -que toca la propiedad de los
hidrocarburos-, y el 28 -que rompe el monopolio de Pemex y define las áreas
estratégicas a las que se refiere el artículo 25-. Una reforma innovadora sería
al 90, donde no se cambiaría ninguno de los artículos señalados, sino aquél que
redefiniera la función de Pemex como empresa paraestatal, y eliminara su papel
de sostén de las finanzas públicas, con lo que terminaría su subordinación a la
Secretaría de Hacienda.
El
debate abierto y polarizado parte de si privatizar es vender. Hasta ahora es un
sofisma, pero habrá que ver la iniciativa presidencial. En todo caso, si fuera
sólo de votos, Peña Nieto podría dormir tranquilo. Con los del PRI y sus
aliados, el Verde y Nueva Alianza, pero sobre todo con los del PAN, que
ideológicamente no podrían oponerse a lo que se acerque a su ideal de
privatización total, tiene los suficientes para las reformas constitucionales.
Sin embargo, el problema no está en las cámaras sino en las calles. La
izquierda verá los cambios constitucionales con mucho cuidado para bloquear
cualquier intento de compartir la propiedad de los hidrocarburos con privados,
lo que no significa que a priori los rechacen. Pero en donde encontrarán una
muralla es en líder nato de la izquierda social y maestro de la movilización,
Andrés Manuel López Obrador.
El
ex candidato presidencial ya empezó la campaña de oposición a la reforma, de la
mano de los spots maniqueos y tramposos del Partido del Trabajo que afirman que
el gobierno quiere entregar a manos privadas el petróleo. El 8 de septiembre,
en un mitin, arrancará la movilización nacional, y aunque hay quienes piensan
que ya no tiene la fuerza para ejercer suficiente presión, hay factores que no
pueden ignorarse. Uno, que es combustible para oponerse, más allá si simpatiza
o no con López Obrador, con la arraigada idea del petróleo como propiedad de
los mexicanos. Las mediciones de opinión pública señalan históricamente que más
de 80% de los mexicanos rechazan funcional o disfuncionalmente la idea de
privatizar la propiedad del petróleo, por lo que una campaña persuasiva, sin importar
que sea veraz o falaz, tiene un enorme potencial de fuerza.
La
pregunta es hasta dónde está dispuesto a llegar Peña Nieto. El precedente al
que hay que voltear es el de Carlos Salinas, el último presidente que ejerció
plenamente el autoritarismo liberal de la última etapa del PRI antes de la
alternancia, cuya política excluyente provocó tensiones en el sistema. En 1994,
cuando tenía todo alineado a su favor -un candidato presidencial que formó
durante una década y la inserción del aparato productivo a la economía de
Estados Unidos-, el alzamiento armado del EZLN el 1 de enero de ese año cambió
el escenario. La inconformidad en Chiapas se extendió al país y generó un clima
de inestabilidad. Dos asesinatos políticos de alto impacto, el secuestro de uno
de los principales empresarios del país, el desajuste económico por la fuga de
capitales que fue prólogo del error de diciembre, arruinaron su sexenio.
¿Hasta
dónde está dispuesto a llegar el presidente Peña Nieto? Un alto funcionario de
su gobierno afirma: “Hasta donde sea para cambiar al país”. Puede argumentarse
que el contexto en el gobierno de Salinas era el de un sistema político
agotado, condiciones que hoy no existen. Es cierto, pero la calle es
imprevisible. Si quiere cambiar la Constitución, tendrá que poner la atención
en la calle y no sólo en las cámaras. Con la matemática parlamentaria resuelta,
la calle es donde puede ganar o perder todo, y marcar su Presidencia como un
antes y un después de la reforma energética que está tocando la puerta.
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