5 ago 2013

EL presidente Peña Nieto al salir del Hospital Central Militar


EL presidente Peña Nieto al salir del Hospital Central Militar
3 de agosto
Mensaje:
Muchas gracias a los señores representantes de los medios de comunicación que hoy nos acompañan, justo al momento en que estoy abandonando ya este Centro Hospitalario, donde fui atendido.
Pasé una, yo creo, que una exitosa convalecencia. Seguiré, obviamente, con los cuidados y las atenciones que los médicos han recomendado, pero listo para seguir trabajando, para seguir desplegando toda la actividad que debo tener dentro de mi responsabilidad. Muy reconocido con ustedes, que han estado muy pendientes.
Y a través de ustedes expresar, primero, un reconocimiento y gratitud al personal médico, al personal de enfermería que tuvo a su cargo el cuidado de mi salud, y especialmente en esta operación.
Y agradecer, como lo he hecho en otro momento y nuevamente reiterar mi agradecimiento a muchas personas que a través de distintos medios expresaron su interés y, sobre todo, su preocupación por el estado de salud de un servidor.
Para con todos ellos, mi agradecimiento; a ustedes, representantes de los medios de comunicación, el que hayan sido una forma de poder tener comunicación con la sociedad, sobre cómo iba evolucionando esta etapa, la operación, el proceso post operatorio.
Y gracias por acompañarle. Ya les extrañaba. Ya estamos saliendo aquí del Centro Hospitalario. Vamos a estar, todavía, durante el fin de semana, donde ya estaré teniendo unas actividades privadas allá, en la Residencia Oficial de Los Pinos.
Y estimo yo, ya la próxima semana, integrado completamente a las actividades normales. Hecho.
-PREGUNTA: A festejar a su esposa, ahora sí.
-PRESIDENTE ENRIQUE PEÑA NIETO: No. Ya tuvimos oportunidad, y le agradezco. Aquí está mi esposa. Allá está. Que me hizo favor de acompañarme, nunca se despegó y estuvo aquí puntualmente. Solamente ayer que fue a ver a Sofi, a su debut allá en una obra de teatro. Pero ha estado aquí muy pendiente.
Y muchas gracias a todos ustedes, porque sé que han estado muy pendientes, también, ayer que se esperaba que yo saliera, pero que la recomendación fue esperarme hasta un día más. Y ya estamos. Estamos muy bien. Muy contentos.
Ya me extrañaban, espero yo. Yo a ustedes también.
Qué les vaya muy bien.
Qué tengan buen fin de semana.
Y estamos en comunicación.
Muchas gracias.
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Algunas columnas:
FRENTES POLÍTICOS /Excélsior
I.Repuesto. El presidente Enrique Peña Nieto no pudo ocultarlo y confesó sus ganas de salir del hospital. Se dijo desesperado por retomar sus actividades. Así, cuatro días después, uno más de lo programado. El fin de semana lo dedicó completo para la familia. Cumplió años Angélica Rivera, la primera dama, y Sofía, su hija, debutó en la obra El cartero. Parte de la necesidad de volver a la oficina obedece a que se ultiman los detalles para presentar la propuesta de reforma energética. El ingrediente que faltaba para iniciar bien la semana. Estos días serán clave.
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Columna ESTRICTAMENTE PERSONAL/ RAYMUNDO RIVA PALACIO
24 Horas
Las calles matan
Desde el hospital donde convaleció de una operación en la garganta, el presidente Enrique Peña Nieto reveló indirectamente que su reforma energética propondrá cambios constitucionales, al reiterar que se presentará en breve al Congreso -probablemente el Senado será la cámara de origen-, para ser discutida en el periodo ordinario de sesiones. La clave es ésta. Una reforma constitucional tiene que ser aprobada por dos terceras partes de cada una de las cámaras, por lo que no puede votarse en periodos extraordinarios. Al mismo tiempo, sólo ese tipo de reforma podría dar las garantías jurídicas que prometió a los inversionistas del mundo.
En unos días se sabrá su alcance, pero expertos y los políticos anticipan que los cambios se verán en el 25 constitucional -que otorga al Estado el manejo exclusivo de las áreas estratégicas-, el 27 -que toca la propiedad de los hidrocarburos-, y el 28 -que rompe el monopolio de Pemex y define las áreas estratégicas a las que se refiere el artículo 25-. Una reforma innovadora sería al 90, donde no se cambiaría ninguno de los artículos señalados, sino aquél que redefiniera la función de Pemex como empresa paraestatal, y eliminara su papel de sostén de las finanzas públicas, con lo que terminaría su subordinación a la Secretaría de Hacienda.
El debate abierto y polarizado parte de si privatizar es vender. Hasta ahora es un sofisma, pero habrá que ver la iniciativa presidencial. En todo caso, si fuera sólo de votos, Peña Nieto podría dormir tranquilo. Con los del PRI y sus aliados, el Verde y Nueva Alianza, pero sobre todo con los del PAN, que ideológicamente no podrían oponerse a lo que se acerque a su ideal de privatización total, tiene los suficientes para las reformas constitucionales. Sin embargo, el problema no está en las cámaras sino en las calles. La izquierda verá los cambios constitucionales con mucho cuidado para bloquear cualquier intento de compartir la propiedad de los hidrocarburos con privados, lo que no significa que a priori los rechacen. Pero en donde encontrarán una muralla es en líder nato de la izquierda social y maestro de la movilización, Andrés Manuel López Obrador.
El ex candidato presidencial ya empezó la campaña de oposición a la reforma, de la mano de los spots maniqueos y tramposos del Partido del Trabajo que afirman que el gobierno quiere entregar a manos privadas el petróleo. El 8 de septiembre, en un mitin, arrancará la movilización nacional, y aunque hay quienes piensan que ya no tiene la fuerza para ejercer suficiente presión, hay factores que no pueden ignorarse. Uno, que es combustible para oponerse, más allá si simpatiza o no con López Obrador, con la arraigada idea del petróleo como propiedad de los mexicanos. Las mediciones de opinión pública señalan históricamente que más de 80% de los mexicanos rechazan funcional o disfuncionalmente la idea de privatizar la propiedad del petróleo, por lo que una campaña persuasiva, sin importar que sea veraz o falaz, tiene un enorme potencial de fuerza.
 La pregunta es hasta dónde está dispuesto a llegar Peña Nieto. El precedente al que hay que voltear es el de Carlos Salinas, el último presidente que ejerció plenamente el autoritarismo liberal de la última etapa del PRI antes de la alternancia, cuya política excluyente provocó tensiones en el sistema. En 1994, cuando tenía todo alineado a su favor -un candidato presidencial que formó durante una década y la inserción del aparato productivo a la economía de Estados Unidos-, el alzamiento armado del EZLN el 1 de enero de ese año cambió el escenario. La inconformidad en Chiapas se extendió al país y generó un clima de inestabilidad. Dos asesinatos políticos de alto impacto, el secuestro de uno de los principales empresarios del país, el desajuste económico por la fuga de capitales que fue prólogo del error de diciembre, arruinaron su sexenio.
 ¿Hasta dónde está dispuesto a llegar el presidente Peña Nieto? Un alto funcionario de su gobierno afirma: “Hasta donde sea para cambiar al país”. Puede argumentarse que el contexto en el gobierno de Salinas era el de un sistema político agotado, condiciones que hoy no existen. Es cierto, pero la calle es imprevisible. Si quiere cambiar la Constitución, tendrá que poner la atención en la calle y no sólo en las cámaras. Con la matemática parlamentaria resuelta, la calle es donde puede ganar o perder todo, y marcar su Presidencia como un antes y un después de la reforma energética que está tocando la puerta.

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