Cuando
el amor es preponderante/Juan
Villoro
Reforma, 27
Jun. 2014
Las
democracias existen, entre otras cosas, para permitir que todo mundo pueda
hacer el ridículo. La afición mexicana ha ejercido este derecho a plenitud en
los estadios de futbol con un grito homofóbico. Se trata de una mala costumbre
imposible de sancionar. Cuando la alcaldía de Guadalajara trató de multar a
quienes usaran malas palabras en el mercado, se encontró con la dificultad de
tener una policía lingüística y la imposibilidad de que los vendedores forzaran
su lenguaje para ofrecer un "gentil plátano" o un "insigne
tomate".
Los
hábitos colectivos no cambian por decreto. El grito de "puto" sólo se
suprimirá cuando la fanaticada se avergüence de discriminar al rival. Que eso
parezca divertido pone en entredicho nuestra escala de valores. Se trata de
algo tan primitivo como el humor de la televisión mexicana, que durante décadas
se ha burlado de los personajes amanerados, partiendo del prejuicio de que si
alguien parece "joto" eso es obligatoriamente chistoso.
Umberto
Eco narra que Umberto Bossi, líder ultraderechista de la Liga del Norte, fue a
Roma y se encontró con esta pancarta: "Cuando ustedes aún vivían en los
árboles, nosotros ya éramos maricas". La aceptación de la alteridad sexual
es una prueba de civilidad.
Representantes
de la Federación Mexicana de Futbol han descartado la importancia del insulto
por considerar que forma parte del folclor popular. Eso equivale a decir:
"Así somos, ¿y qué?" o: "¡Así semos y a mucho orgullo!". El
agravio debe ser oficialmente repudiado.
Por
su parte, la FIFA confirmó que sólo es infalible en su capacidad de evadir
impuestos. La multimillonaria organización "no lucrativa" aprovecha
todo lo que pueda reportarle ganancias, a tal grado que exigió a los estadios
brasileños que volvieran a vender alcohol para permitir que Budweiser vendiera
cerveza (si se pueda llamar así a las pálidas aguas amargas de esa compañía).
En
el caso de nuestro grito homofóbico, la FIFA intentó intervenir, algo absurdo
porque en ningún estadio se legislan sustantivos o adjetivos. Por una vez
franca, la Federación se declaró incompetente para fincar responsabilidades.
Pero hubiera sido mejor que no interviniera, pues pareció que exoneraba a la
afición.
Lo
rescatable del incidente es que sirve para medir el grado de sociedad que
tenemos. Las malas costumbres sólo cambian cuando la tribu comprende que lleva
demasiado tiempo haciendo el ridículo. En mi infancia se consideraba elegante
que hubiera escupideras en las oficinas. Hoy eso da asco. Algún día, el grito
fatal será relegado al desván de las escupideras.
Pero
no sólo en los estadios se abusa de las palabras. Nuestros legisladores son
expertos en esconder sus intenciones tras un vocablo que no se entiende del
todo. El más reciente es "preponderante".
Como
señaló ayer Reforma, los posibles cambios a la legislación de
telecomunicaciones favorecerán aún más a Televisa. Para definir a la empresa
que controla mayoritariamente un sector, se comenzó a emplear la palabra
"preponderante". Hubiera sido más lógico decir que determinado grupo
es dominante, pero eso desnudaría a quienes concentran más poder, algo que los
legisladores no han querido enfrentar.
Un
solo término puede matizar y alterar significados políticos.
"Preponderar" significa ser más importante o más numeroso, pero la
palabra no tiene la misma carga que "dominar". Una cosa es decir que
Kim Jong-un domina Corea del Norte y otra decir que prepondera ahí. En cambio,
no hay duda de que en nuestro futbol el grito de "puto" es preponderante.
Después
de haber diseñado un estupendo proyecto constitucional para reformar las
telecomunicaciones, los legisladores parecen dispuestos a aceptar la
retardataria iniciativa que les devolvió el Presidente. ¿Sus ideas carecían de
peso o se sometieron a una voluntad preponderante?
Tal
vez en el futuro otros abusos se amparen en el mismo término. Hasta ahora, los
carteristas pertenecen al gremio de los ladrones. ¿Llegarán a ser vistos como
personas con dedos preponderantes? ¿Algo similar pasará con quienes saquean el
presupuesto o tienen empresas casi monopólicas?
En
este País de las Maravillas las palabras cambian de signo y los ultrajes acaban
por parecer virtudes. Para perfeccionar su estrategia, Televisa podría lanzar
una telenovela con el título Cuando el amor es preponderante.
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