El papa excomulga la mafia calabresa: «Los mafiosos no están en comunión con Dios»
JUAN
VICENTE BOO / CORRESPONSAL EN EL VATICANO
ABC 21/06/2014 -
EFE
El
Papa se enfrenta a la mafia en una cárcel de Calabria
El
Papa Francisco pulverizó el disfraz de cristianismo de la mafia calabresa, la
más poderosa de Italia, afirmando severamente que «La ‘Ndrangheta es la
adoración del mal y el desprecio del bien común. Es un mal que hay que combatir
y alejar. Los mafiosos no están en comunión con Dios. Están excomulgados».
Con
una misa ante más de cien mil personas en la llanura de Síbari -la antigua
colonia griega de Síbaris, famosa por su refinamiento-, el Papa Francisco lanzó
un anatema contra la ‘Ndrangheta igual de fuerte que el de Juan Pablo II en
Agrigento en 1993 contra Cosa Nostra, la mafia siciliana, que respondio dinamitando
dos iglesias en Roma.
El
Papa Francisco obligó a la mafia calabresa a enfrentarse a su imagen horrible
visitando por la mañana en la cárcel al padre y las dos abuelas de “Cocó”
Campolongo, el niño de tres años asesinado por la ‘Ndrangheta el pasado mes de
enero junto con su abuelo materno, que ejercía la custodia ya que la madre
también está en la cárcel.
«Nunca
más víctimas de la ‘Ndrangheta. No debe suceder jamás en la sociedad una cosa
de ese tipo», dijo el Papa a los familiares del niño, asegurándoles que «he
rezado y rezo mucho por Cocó y por todos los niños víctimas de este
sufrimiento». Los asesinos de “Cocó” mataron también a la compañera sentimental
del abuelo y después prendieron fuego al coche con las tres víctimas dentro. La
‘Ndrangheta deja como firma cuerpos carbonizados. El Santo Padre condenó
inmediatamente el crimen, pero se quedó con ganas de hacer más en cuanto
pudiese.
Mensaje
a los criminales
Al
cabo de cinco meses, el gesto realizado hoy en el corazón de Calabria ha sido
todo un mensaje para los criminales, las autoridades y los ciudadanos de
Italia. El Papa llegó en helicóptero a las nueve de la mañana a la cárcel de
Castrovillari, para visitar a los presos como primer acto de una visita de
nueve horas a esa zona de laderas que bajan hasta el golfo de Tarento.
Durante
la jornada se reunió también con los enfermos, los ancianos, los jóvenes en
programas de desintoxicación y los sacerdotes. Almorzó con los pobres en el
comedor de Cáritas y terminó celebrando una misa al aire libre.
En
la cárcel, el Papa saludó personalmente a todas las mujeres y buena parte de
los hombres entre los 180 detenidos en un establecimiento con capacidad para
140. Entre ellos se encontraba el padre de «Cocó», condenado por tráfico de
drogas –la industria que promueve la ’Ndrangheta con miles de peones-, así como
las dos abuelas del pequeño. Es una familia con problemas, y el Papa quería
consolarles y animarles personalmente. Francisco pidió a las dos abuelas que
transmitiesen un saludo personal suyo a la madre de “Cocó”, internada en otra
cárcel por haber violado las condiciones de libertad bajo fianza.
Importancia
de la reinserción
Entre
los detenidos de Castrovillari figura también, a la espera de juicio, el
presunto asesino que el pasado mes de marzo mató a golpes de barra de hierro
delante de su iglesia al sacerdote de Síbari, Lazzaro Longobardi, por haberse
negado a aceptar una extorsión. En su breve discurso, del que tachó en el
último momento la palabra «detenidos» para dirigirse a ellos simplemente como
“amigos”, el Papa subrayó la importancia de las actividades de reinserción
“pues si la cárcel descuida esa finalidad, la ejecución de la pena se degrada a
un mero instrumento de castigo y revancha social, dañino para el individuo y
para la sociedad”. En Castrovillari se ofrecen dos programas de bachillerato y
dos de formación profesional: hostelería y contabilidad.
Recordando
que Jesús es también «maestro de reinserción», el Papa les animó a aprovechar
el tiempo para «haceros mejores vosotros y hacer mejor la comunidad pues, para
el bien y para el mal, nuestras acciones incluyen sobre los demás». Francisco
se despidió con una súplica significativa: «Rezad por mí, porque yo también
cometo errores y debo hacer penitencia».
Durante
el saludo personal de cada una al Papa, la mayoría de las mujeres lloraban,
igual que muchos hombres, conmovidos por la bondad de una persona a la que admiran.
Muchos siguen en televisión el Ángelus del domingo, y prácticamente todos han
contribuido al adecentamiento y remozado de los locales en vísperas de la
visita. “Sandrone”, el mayordomo del Papa, le acompañaba de cerca recogiendo
las cartas y mensajes en la cartera negra del Santo Padre, la que él mismo
lleva en la mano cada vez que hace un viaje. Las detenidas le hicieron también
pequeños regalos, sobre todo bordados que han preparado en estas últimas
semanas.
El
Papa estaba conmovido. En el breve trayecto a pie del helipuerto a la cárcel,
había saludado a las familias del personal: los dirigentes, la policía
penitenciaria, el servicio de mantenimiento e incluso los bomberos. Saludaba,
sobre todo, a los hijos de inmigrantes, en un bonito mosaico racial en este
pueblecito del fondo de Calabria, que ha sabido acoger, aun en su pobreza, a
norteafricanos y refugiados de las guerras de Oriente Medio.
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