El papa a los
jueces: 'Sean ejemplo de prudencia e imparcialidad'
Francisco recibió en audiencia la mañana del martes 17 de junio en audiencia, a los miembros
del Consejo Superior de la Magistratura de Italia, a los que ha expresado su
estima por la actividad que desempeñan ''finalizada -ha dicho- al buen
funcionamiento de un sector vital de la convivencia social''.
También se ha
excusado con ellos por no haberlos recibido el pasado lunes 9 de junio --cuando
estaba fijado el encuentro-- ya que como ha explicado él mismo: “A media mañana
me encontré mal, me subió la fiebre y tuve que anular todas las citas. Lo
siento''.
Lo indicó el
Vatican Information Service, precisando que el aspecto ético del trabajo de
magistrado ha sido el primer punto del breve discurso del Santo Padre, que ha
puesto de relieve como en todos los países las normas jurídicas ''están
destinadas a tutelar su libertad e independencia para que pueda cumplir con las
necesarias garantías su importante y delicada tarea...respondiendo
adecuadamente al encargo que la sociedad les confía y manteniendo una imparcialidad
irrebatible''.
La
independencia del magistrado y su objetividad de juicio ''requieren --ha
proseguido-- una aplicación atenta y puntual de las leyes vigentes. La certeza
del derecho y el equilibrio de los diversos poderes de una sociedad democrática
encuentran su síntesis en el principio de legalidad, en nombre del cual el
magistrado actúa. Del juez dependen decisiones que repercuten no solamente en
los derechos y los benes de los ciudadanos, sino que atañen a su misma
existencia''.
El papa ha
citado algunas de las cualidades intelectuales, psicológicas y morales que debe
poseer cualquier representante de la magistratura y que den garantía de
fiabilidad, destacando entre ellas de forma específica la prudencia, que ''no
es una virtud para quedarse quieto, para decir : 'Yo soy prudente y me paro.''
'¡No!. Es una virtud de gobierno, para sacar adelante las cosas, la virtud que
lleva a sopesar con serenidad las razones de derecho y de hecho que deben estar
en la base del juicio. Se tendrá más prudencia cuando se posea un equilibrio
interior, capaz de dominar el influjo derivado del carácter propio, del propio
punto de vista, de las propias convicciones ideológicas''.
La sociedad
italiana espera mucho de la magistratura, ha señalado el Pontífice, sobre todo
en un contexto como el actual ''caracterizado, entre otras cosas, por la aridez
progresiva del patrimonio de valores y de la evolución de las estructuras
democráticas''. Y ha exhortado a los magistrados a ''no decepcionar las
legítimas expectativas de la gente'' y a esforzarse siempre en ser ''un ejemplo
de integridad moral para toda la sociedad''.
Por último ha
recordado la figura de dos magistrados ilustres, la de Vittorio Bachelet, que
estuvo al frente del Consejo Superior de la Magistratura en tiempos muy
difíciles, víctima del terrorismo durante los llamados ''años de plomo'' y la
del joven juez, Rosario Livatino, asesinado por la Mafia y cuya causa de
beatificación está en curso.
''Ofrecieron
-ha concluido- un testimonio ejemplar del estilo propio del fiel laico
cristiano; leal a las instituciones, abierto al diálogo, firme y valiente
cuando se trata de defender la justicia y la persona humana''.
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