- El presidente anuncia varias acciones ejecutivas “de sentido común”
- Los republicanos rechazan con dureza el control de armas
SILVIA
AYUSO Washington, El País, 4 ENE 2016
Prohibir
el derecho a portar armas consagrado en la Constitución de Estados Unidos sigue
siendo un tabú que ni el presidente Barack Obama se atreve a tocar. Pero el
mandatario sí está convencido de que se puede hacer más para contener una
“epidemia” que ha causado más de 100.000 muertes en la última década. Ante la
negativa del Congreso a actuar, Obama adelantó este lunes un paquete de
acciones ejecutivas y propuestas que exigirán un mayor control a los vendedores
y los compradores de armas.
El
presidente se apresta a anunciar acciones ejecutivas ante la inacción del
Congreso
SILVIA
AYUSO Washington 3 ENE 2016 - 17:00 CST
Barack
Obama inicia su último año como presidente de Estados Unidos concentrado en uno
de los problemas cuya solución le ha eludido durante todo su mandato: contener
la violencia de las armas. Frustrado por la inacción de un Congreso donde
demasiados legisladores se oponen a cualquier medida que, a sus ojos -o en los
del poderoso lobby proarmas del país- signifique limitar el derecho a portar
armas consagrado en la Constitución, Obama intentará actuar solo. Este lunes se
reúne con su fiscal general, Loretta Lynch, para discutir qué medidas puede
dictar sin contar con el Capitolio. El jueves, participará en un encuentro de
una hora en la cadena CNN dedicado a este tema y donde responderá a preguntas
del público. Los aspirantes republicanos, con el polémico Donald Trump a la
cabeza, ya han anunciado que dejarán sin efecto estas medidas si llegan a la
Casa Blanca.
¿Qué
puede hacer Obama sin el Congreso para limitar las armas?
Solo
el Congreso puede dictar leyes, pero el presidente puede hacer uso de su
autoridad ejecutiva para realizar algunos cambios a regulaciones existentes. Se
espera que Obama dicte medidas ejecutivas centradas en expandir los controles
sobre las personas que adquieren un arma. Uno de los problemas que más ha
denunciado el mandatario es la denominada “laguna legal de las ferias de
armas”: las armerías requieren de una licencia para operar, lo que a su vez les
obliga a verificar los antecedentes de los compradores antes de venderles un
arma de fuego. Pero las transacciones realizadas en ferias de armas o por
Internet no cuentan con este requisito puesto que, técnicamente, no son
realizadas por vendedores profesionales, los únicos sujetos a esta normativa.
Ello ha permitido que personas que en una tienda no podrían adquirir un arma
-como gente con antecedentes criminales o con problemas mentales- consigan su
objetivo. Obama podría endurecer la definición de qué se entiende por “estar en
el negocio” de las armas, para ampliar el requisito de una licencia y por tanto
la verificación de antecedentes. Se espera además que obligue tanto a
vendedores como fabricantes a informar a las autoridades federales cuando una
de sus armas sea robada durante su envío al comprador. A menudo, estas armas no
están aún registradas y por tanto es más difícil seguirles el rastro, de ahí
que sean un objetivo favorito de los que participan en la venta ilícita de
armas.
Sí
lo ha hecho, aunque con un alcance muy limitado. En enero de 2013, tras la
matanza de Newtown, donde un joven con problemas mentales masacró a 20 niños y
seis adultos, Obama anunció 23 acciones ejecutivas destinadas a mejorar entre
otros el flujo de información sobre las armas vendidas o incautadas. Después de
que el Senado se negara a aprobar sus propuestas de ampliar los procedimientos
de verificación de antecedentes y prohibir las armas de asalto, así como los
cargadores de gran capacidad, Obama dictó dos medidas ejecutivas más: una hacía
obligatoria la verificación cuando las armas son adquiridas por corporaciones o
consorcios y otra prohíbe ampliamente que entidades privadas vuelvan a importar
los excedentes de armas militares.
Pero
la vigencia de una acción ejecutiva es también limitada, puesto que puede ser
anulada por el próximo presidente. Además, puede acabar frenada en los
tribunales, como ha sucedido con las que dictó Obama hace un año para detener
la deportación de hasta cinco millones de indocumentados en vista de que el
Congreso no aprobaba una reforma migratoria.
Porque
a Obama se le acaba el tiempo. En poco más de un año entregará la presidencia a
su sucesor (o sucesora). Este 2016 va a estar además marcado por la campaña
electoral, que empieza en serio en febrero con las primarias republicanas y
demócratas. Es prácticamente imposible que el Congreso vaya a actuar ahora
sobre un tema tan controvertido y que cuenta con el férreo rechazo de un lobby
tan poderoso como la Asociación Nacional del Rifle (NRA). Por tanto, Obama
prácticamente solo tiene este mes de enero para captar la atención nacional
sobre un problema que ha calificado de “epidemia”. Además, cuenta con el
impacto de la matanza terrorista de San Bernardino en diciembre.
Las
únicas citas confirmadas oficialmente hasta el momento son el encuentro de
Obama con la fiscal general Lynch el lunes y su comparecencia televisiva la
noche del jueves en horario de máxima audiencia. Un evento que tendrá lugar
además en un momento muy señalado: el viernes se cumple el quinto aniversario
del intento de asesinato de la congresista demócrata por Arizona Gabrielle
Giffords, quien un lustro después sigue recuperándose del disparo que recibió
en la cabeza.
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