11 may 2011

García Luna y la sucesión

García Luna y la sucesión
Jorge Fernández Menéndez
Columna Razones, Excélsior, 11 de mayo de 2011
Javier Sicilia comenzó el mitin del domingo pidiendo la renuncia del secretario de Seguridad Pública federal, Genaro García Luna, como un “gesto” del gobierno de que atendería las demandas presentadas por las organizaciones sociales que convocaron a esa marcha. Pero Sicilia, interrogado al respecto, no ha podido dar una explicación plausible de la demanda. Y el gobierno federal, por conducto de Alejandro Poiré, respaldó sin dudas a García Luna.
Es muy comprensible por que pidió Sicilia la salida de García Luna: hemos insistido en que ese movimiento, legítimo, es parte de una movilización política que poco tiene que ver con la agenda de seguridad. No hay una condena a los grupos de delincuentes que han dejado miles de víctimas, sino que, además, no existen en su agenda puntos específicos relacionados con la seguridad,salvo, nada más y nada menos, que el retiro del Ejército de esas labores y la salida del secretario de Seguridad Pública. Si se quiere dejar a la sociedad desarmada contra la delincuencia, son exactamente las dos medidas que se deberían tomar.

La salida del Ejército y de la Marina de las labores de seguridad está descartada, además de que la enorme mayoría de la población, con índices superiores a 70%, apoya la participación militar en ese ámbito. Precisamente será el crecimiento y la consolidación de la Policía Federal la que permitirá el retiro paulatino de los militares de las tareas de seguridad. Y en eso se ha hecho una labor notable: la Policía Federal, que tenía unos pocos miles de elementos y muy poca estructura orgánica al inicio del sexenio, hoy cuenta con más de 36 mil efectivos, es una policía moderna, con instalaciones y equipos de nueva generación; se ha construido una base de datos formidable a través de Plataforma México; se han consolidado las áreas especializadas, desde las de inteligencia hasta la policía científica. Esa misma policía ha generado todo tipo de golpes a las organizaciones criminales.
Y es la salida del Ejército y de la Policía Federal lo que piden los grupos impulsados por las organizaciones criminales en diversos estados de la República, sobre todo en Chihuahua, Tamaulipas y Michoacán, donde ese movimiento fue evidente con la detención de uno de los ideólogos de La Familia y, al mismo tiempo, supuesto activista de derechos humanos, Rafael Cedeño. Esa fue también, desde hace años, la estrategia planteada por Osiel Cárdenas para el cártel del Golfo (y que han seguido a pie juntillas, aunque ahora sean enemigas, las dos organizaciones que surgieron de allí: los sucesores directos de Osiel y el cártel de Los Zetas).
Se podrá o no estar de acuerdo con García Luna en términos políticos, pero los avances logrados en la construcción de la Policía Federal han dependido de su tesón y trabajo. No fue una situación circunstancial: en el sexenio pasado, los avances que se dieron en la Agencia Federal de Investigación dependieron directamente del modelo de nueva policía que quería impulsar García Luna. En los hechos, cuando asumió la Secretaría de Seguridad Pública, la AFI, ahora Policía Federal Ministerial, volvió a estancarse. García Luna siempre tuvo claro qué quería hacer con la Policía Federal, hacia dónde debía crecer, cuáles eran los objetivos para un nuevo modelo policial en el país, y trabajó para ello.
Logró que incluso los gobernadores y los partidos aceptaran lo inevitable: la necesidad de una policía centralizada, que tuviera mandos únicos y capacidad de despliegue global.
El mando único federal, que era lo deseable, quedó distribuido, en el papel, en 32 mandos estatales, pero las administraciones locales, incluso después de firmado el acuerdo en la Conago y en el Congreso, han dejado congelada la iniciativa.
Hay quienes dicen que Genaro ha adquirido con ese desempeño mucho poder.
Probablemente es así: la fuerza de una institución depende de que la misma se ejercite, se consolide, trabaje. Pero también es un poder adquirido por el abandono de otros actores: en la misma medida en que la enorme mayoría de los gobiernos locales no modernizan a sus policías, no las homologan, no apuestan por la seguridad ni invierten en ella, el papel, los espacios de la Policía Federal se van ampliando.
Claro que todo tiene un límite y lo cierto es que hoy los policías federales son apenas 8% de todas las fuerzas policiales de los estados y las municipales.
Para el presidente Calderón, la construcción de la Policía Federal es uno de los muy pocos logros institucionales claros de su administración. Y cada día resulta más evidente que García Luna es el hombre de la confianza presidencial en esa área.
¿Qué más quisieran algunos de sus opositores, de cara a 2012, que desembarazarse de García Luna y poner en entredicho, con ello, a la única institución de seguridad que el Estado mexicano ha construido en décadas?
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Acusan ineficiencia de García Luna
Nota de Daniela Rea
 Reforma, 11 mayo 201).- La petición de renuncia del Secretario de Seguridad Pública, Genaro García Luna, responde a que él es la autoridad responsable de la fallida política de seguridad, no a que se busquen en él un chivo expiatorio, aseguró Pietro Ameglio, activista de la organización Servicio de Paz y Justicia.
"Él es el jefe del modelo de seguridad pública, por eso que ponga su cargo a disposición. No queremos un chivo expiatorio, sino que él es el responsable de esa política que está incrementando el número de muertos.
"En principio alguien con ética pone su cargo a disposición para que se avance en el consenso, en el diálogo, en la búsqueda de alternativas para la seguridad ciudadana. Es la capacidad de ser autocrítico", señaló.
Especialista en procesos de paz y amigo cercano de Javier Sicilia, Ameglio explicó que la estrategia del Gobierno federal contra la delincuencia se basa en polarizar a la sociedad, en encerrar la reflexión ciudadana abajo de la cama a través del terror, "que todo mundo crea que no hay otra alternativa", y en construir chivos expiatorios a partir de la desmemoria de la gente.
La renuncia de García Luna, admitió, no resolvería el problema de la violencia, la impunidad y la estrategia fallida contra el crimen organizado.
"Pero es un paso importante, una señal de que se quiere escuchar a la sociedad, el reclamo, las alternativas a la estrategia, de que el énfasis no está en la militarización, en hacer un Estado policiaco, sino en lo social, lo cultural, lo económico", agregó.
El especialista recordó que en días pasados el Secretario de Hacienda, Ernesto Cordero, reconoció que el gasto en seguridad pública supera la inversión en educación media superior y superior, y es seis veces mayor que el presupuesto de Oportunidades.
El costo humano de la estrategia es demasiado alto, van ya 40 mil muertos. Dicen que la estrategia tiene vertientes sociales, pero el problema no es que hagan cosas además de las policiacas, la militarización, el problema es poner énfasis en esa parte", agregó.
En tanto, para el sacerdote Alejandro Solalinde, la exigencia de renuncia de García Luna es una "consecuencia lógica" del impacto que la estrategia contra el crimen organizado ha tenido en la sociedad.
"Al pueblo, a la gente, no se le consultó la estrategia de guerra a seguir. Nunca se le preguntó, simplemente se le impuso.
"La sociedad ha gritado 'no queremos la guerra' y no han oído. Javier (Sicilia) fue muy claro al exigir su renuncia, toda vez que en él reside la estrategia de seguridad, que no ha funcionado a juicio de la sociedad civil, que está poniendo los muertos", dijo.
Cuestionado sobre por qué no exigir la renuncia del titular de la Secretaría de la Defensa Nacional, como lo han planteado algunas voces, dijo que a la Sedena "la llevan a fuerza al baile".
Emilio Álvarez Icaza, ex Ombudsman del DF, consideró que otro a quien se le debió pedir renuncia es al ex Procurador Arturo Chávez, "pero se fue solo".

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