Francisco
en el Ángelus: 'Jesús nos libera del fatalismo y de las falsas visiones
apocalípticas'
Primero: no dejarse engañar por falsos mesías y no dejarse paralizar por el miedo!
El texto íntegro de la alocución del papa Francisco el domingo 17 de noviembre:
"Queridos
hermanos y hermanas ¡buenos días!
El
Evangelio de este domingo (Lc 21, 5-19) consiste en la primera parte de un
razonamiento de Jesús: el de los últimos tiempos. Jesús lo pronuncia en
Jerusalén, cerca del templo; y la idea se la da precisamente la gente que
hablaba del templo y de su belleza. ¡Porque era bello aquel templo!
Entonces
Jesús dijo: “Esto que ven, llegarán días en que no quedará piedra sobre piedra
que no sea derruida” (Lc 21, 6). Naturalmente le preguntan: ¿cuándo sucederá
esto?, ¿cuáles serán los signos? Pero Jesús dirige la atención de estos
aspectos secundarios – ¿cuándo será?, ¿cómo será? – la dirige a las verdaderas
cuestiones. Y son dos:
Primero:
no dejarse engañar por falsos mesías y no dejarse paralizar por el miedo. Segundo:
vivir el tiempo de la espera como tiempo del testimonio y de la perseverancia.
Y nosotros estamos en este tiempo de la espera, de la espera de la venida del
Señor.
Esta
alocución de Jesús es siempre actual, también para nosotros que vivimos en el
Siglo XXI. Él nos repite: “Miren, no se dejen engañar. Porque vendrán muchos
usurpando mi nombre” (v. 8).
Es
una invitación al discernimiento. Esta virtud cristiana de comprender dónde
está el Espíritu del Señor y dónde está el mal espíritu. También hoy, en efecto,
hay falsos “salvadores”, que tratan de sustituir a Jesús: líderes de este
mundo, santones, también brujos, personajes que quieren atraer a sí las mentes
y los corazones, especialmente de los jóvenes. Jesús nos pone en guardia: “¡No
los sigan!”. “¡No los sigan!”.
Y
el Señor también nos ayuda a no tener miedo: frente a las guerras, a las
revoluciones, pero también a las calamidades naturales, a las epidemias, Jesús
nos libera del fatalismo y de las falsas visiones apocalípticas.
El
segundo aspecto nos interpela precisamente como cristianos y como Iglesia:
Jesús preanuncia pruebas dolorosas y persecuciones que sus discípulos deberán
padecer, por su causa. Sin embargo asegura: “Pero no perecerá ni un cabello de
su cabeza” (v. 18). ¡Nos recuerda que estamos totalmente en las manos de Dios!
Las
adversidades que encontramos por nuestra fe y nuestra adhesión al Evangelio son
ocasiones de testimonio; no deben alejarnos del Señor, sino impulsarnos a
abandonarnos aún más en Él, en la fuerza de su Espíritu y de su gracia.
En
este momento pienso y pensamos todos, eh, hagámoslo juntos, pensemos en tantos
hermanos cristianos que sufren persecuciones a causa de su fe. ¡Hay tantos!
Quizá más que en los primeros siglos. Jesús está con ellos. También nosotros
estamos unidos a ellos con nuestra oración y nuestro afecto. También sentimos
admiración por su coraje y su testimonio. Son nuestros hermanos y hermanas que
en tantas partes del mundo sufren a causa de ser fieles a Jesucristo. Los
saludamos de corazón y con afecto.
Al
final, Jesús hace una promesa que es garantía de victoria: “Con su
perseverancia salvarán sus almas” (v. 19). ¡Cuánta esperanza en estas palabras!
Son un llamamiento a la esperanza y a la paciencia, a saber esperar los frutos
seguros de la salvación, confiando en el sentido profundo de la vida y de la
historia: las pruebas y las dificultades forman parte de un designio más
grande; el Señor, dueño de la historia, lleva todo a su cumplimiento. ¡A pesar
de los desórdenes y de los desastres que turban al mundo, el designio de bondad
y de misericordia de Dios se cumplirá!
Y
esta es nuestra esperanza. Ir así, por este camino, en el designio de Dios que
se cumplirá. Es nuestra esperanza.
Este
mensaje de Jesús nos hace reflexionar sobre nuestro presente y nos da la fuerza
para afrontarlo con coraje y esperanza, en compañía de la Virgen, que camina
siempre con nosotros".
Después
del Ángelus:
"Saludo
a todos ustedes, familias, asociaciones y grupos que han venido a Roma, de
Italia y de tantas partes del mundo: España, Francia, Finlandia, Países Bajos.
En particular, saludo a los peregrinos provenientes de Vercelli, Salerno,
Lizzanello; el Motoclub de Lucania de Potenza, los chicos de Montecassino y de
Caserta.
Hoy
es la ‘Jornada de las víctimas de la carretera’. Aseguro mi oración y los
aliento a seguir con el ejemplo de la prevención, porque la prudencia y el
respeto de las normas son la primera forma de protección de uno mismo y de los
demás.
Querría
sugerir a todos ustedes que están aquí en la plaza un modo para concretar los
frutos del Año de la Fe, que llega al final. Se trata de una ‘medicina
espiritual’, llamada Misericordina. Es el contenido de una cajita, que algunos
voluntarios distribuirán mientras dejan la plaza. Hay una corona del Rosario,
con la cual se puede rezar también la “Coronilla de la Divina Misericordia”,
ayuda espiritual para nuestra alma y para difundir en todas partes el amor, el
perdón y la fraternidad.
A
todos les deseo un buen domingo. ¡Buen almuerzo y hasta pronto!"
Fuente: Zenit
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