26 mar 2016

El papa Francisco llamó a no caer en la trampa de ser cristianos sin esperanza

 Exceso de seguridad en Roma, por los atentados de Bruselas.
El papa Francisco llamó a no caer en la trampa de ser cristianos sin esperanza
Durante la Vigilia Pascual, el Sumo Pontífice encabezó uno de los ritos de Semana Santa, donde hizo una autocrítica de la Iglesia

Nota de Elisabetta Piqué, corresponsal de LA NACION en El Vaticano/ SÁBADO 26 DE MARZO DE 2016'
Francisco preside la Vigilia Pascual, un tradicional rigo en Semana Santa.Foto:AFP
CIUDAD DEL VATICANO.- "Que el Señor nos libre de esta terrible trampa de ser cristianos sin esperanza, que viven como si el Señor no hubiera resucitado y nuestros problemas fueran el centro de la vida".
Este fue el pedido que hizo el papa Francisco hoy durante la vigilia pascual, la celebración más importante del año litúrgico, que evoca el pasaje de la muerte a la vida de Jesús. En esta ceremonia, también llamó a decirle "no" a los miedos y a la oscuridad y advirtió a la propia Iglesia católica que si no sale de sí misma y no "resucita" en su corazón alegría y amor "seremos un organismo internacional con un gran número de seguidores y buenas normas, pero incapaz de apagar la sed de esperanza que tiene el mundo".

Como es tradición, el rito, muy sugestivo, comenzó en el atrio de la Basílica de San Pedro, donde el Papa bendijo el fuego y el cirio pascual. El templo se encontraba entonces a oscuras. El cirio prendido, llevado en procesión, con el que se fueron prendiendo las velas de los fieles, simbolizaba el ingreso de la luz, Cristo, del mundo de las tinieblas del pecado, la soledad y la muerte.
En una ceremonia en látin, con lecturas en español, inglés e italiano, y bellísimos cantos, en su sermón Francisco se centró en la figura de Pedro, que como otros apóstoles no creyó el testimonio de las mujeres que aseguraban que Cristo había resuscitado.
"Es más, lo tomaron por un delirio", destacó. "Hay en cambio un detalle que marca un cambio: Pedro no se quedó sentado a pensar, no se encerró en casa como los demás. No se dejó atrapar por la densa atmósfera de aquellos días, ni dominar por sus dudas; no se dejó hundir por los remordimientos, el miedo y las continuas habladurías que no llevan a nada. Buscó a Jesús, no a sí mismo. Prefirió la vía del encuentro y de la confianza y, tal como estaba, se levantó y corrió hacia el sepulcro, de dónde regresó admirándose de lo sucedido", dijo.
Comienzo de la resurrección
"Este fue el comienzo de la «resurrección» de Pedro, la resurrección de su corazón. Sin ceder a la tristeza o a la oscuridad, se abrió a la voz de la esperanza: dejó que la luz de Dios entrara en su corazón sin apagarla", agregó. Tras destacar que lo mismo había pasado con las mujeres, conectó esos hechos del Evangelio con la actualidad del mundo de hoy.
"Al igual que Pedro y las mujeres, tampoco nosotros encontraremos la vida si permanecemos tristes y sin esperanza y encerrados en nosotros mismos. Abramos en cambio al Señor nuestros sepulcros sellados, para que Jesús entre y lo llene de vida", pidió. "Continuamente vemos, y veremos, problemas cerca de nosotros y dentro de nosotros. Siempre los habrá, pero en esta noche hay que iluminar esos problemas con la luz del Resucitado. No permitamos que la oscuridad y los miedos atraigan la mirada del alma y se apoderen del corazón, sino escuchemos las palabras del Ángel: el Señor «no está aquí. Ha resucitado». Él es nuestra mayor alegría, siempre está a nuestro lado y nunca nos defraudará", aseguró.
Francisco explicó que es justamente lo anterior el fundamento de la esperanza, "que no es simple optimismo, y ni siquiera una actitud psicológica o una hermosa invitación a tener ánimo". "La esperanza cristiana es un don que Dios nos da si salimos de nosotros mismos y nos abrimos a él. Esta esperanza no defrauda porque el Espíritu Santo ha sido infundido en nuestros corazones. El Paráclito no hace que todo parezca bonito, no elimina el mal con una varita mágica, sino que infunde la auténtica fuerza de la vida, que no consiste en la ausencia de problemas, sino en la seguridad de que Cristo, que por nosotros ha vencido el pecado, la muerte y el temor, siempre nos ama y nos perdona. Hoy es la fiesta de nuestra esperanza, la celebración de esta certeza: nada ni nadie nos podrá apartar nunca de su amor", sentenció.
Y fue más allá. "El Señor está vivo y quiere que lo busquemos entre los vivos. Después de haberlo encontrado, invita a cada uno a llevar el anuncio de Pascua, a suscitar y resucitar la esperanza en los corazones abrumados por la tristeza, en quienes no consiguen encontrar la luz de la vida. Hay tanta necesidad de ella hoy", admitió.
Seguridad como nunca se vio
Las 7000 personas presentes en la Basílica lo escuchaban en silencio, en un clima de gran recogimiento. Para llegar hasta allí, como sucedió ayer para el Vía Crucis, los fieles debieron sortear varios controles y detectores de metales, en una ciudad militarizada como nunca en una Semana Santa blindada por temor a atentados después del horror de Bruselas.
 Como es tradición, en la segunda parte de la liturgia Francisco bautizó, confirmó y dio la primera comunión a doce adultos, ocho mujeres y cuatro hombres: seis oriundos de Albania, dos de Corea del Sur y uno de Italia, Camerún, India y China. La más joven del grupo, la china Li Zhang, de 22 años, decidió bautizarse con el nombre de Mary Stella.


Mañana, luego de celebrar la misa de Pascua en la Plaza de San Pedro, Francisco impartirá desde el balcón central de la Basílica de San Pedro la "bendición urbi et orbi", a la ciudad y al mundo.

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