En
el Domingo de Ramos, el Papa criticó la "indiferencia" hacia los
refugiados
Sin
mencionar directamente a la UE, lamentó que nadie "quiera asumir la
responsabilidad de su destino"; el Jueves Santo les lavará los pies a 12
migrantes
La Nación, 21 de marzo de 201.../Elisabetta
Piqué
Foto:Reuters/Tony Gentile
ROMA.-
Durante la misa de Domingo de Ramos que abre la Semana Santa, el período más
importante del año para la Iglesia Católica, Francisco volvió a llamar la
atención sobre el drama de los cientos de miles de refugiados que escapan de
guerras, miseria y conflictos.
Lamentó
la indiferencia que padecen y que nadie "quiera asumir la responsabilidad
de su destino", al aludir, sin mencionarla, a la incapacidad de la
comunidad internacional en general, y de la Unión Europea en especial, para
enfrentar la peor oleada de refugiados que golpea al continente desde la
Segunda Guerra Mundial.
Mientras
miles de migrantes siguen varados en la localidad griega de Idomeni, en la
frontera con Macedonia, el viernes la UE alcanzó un acuerdo por el cual a
partir de hoy todos los migrantes irregulares que lleguen a Europa por las
costas griegas desde Turquía serán devueltos a este país.
El
Papa evocó la tragedia de los refugiados, que marca a fuego los tiempos de hoy,
al comparar la indiferencia que están padeciendo con la que sufrió Jesús
durante su pasión y muerte. "Mientras le es negada toda justicia, Jesús
experimenta en su propia piel también la indiferencia, porque nadie quiere
asumirse la responsabilidad de su destino", dijo Francisco. En ese
momento, dejó de lado el texto que tenía preparado. Con rostro serio y voz
compungida, siguió: "Y pienso en mucha gente, en muchos marginados, en
muchos prófugos, en muchos refugiados", por los cuales "muchos no
quieren asumirse la responsabilidad de su destino", lamentó.
Fiel
reflejo de que este drama lo desvela, el próximo Jueves Santo Francisco les
lavará los pies a doce refugiados de un centro de esta capital, otro mensaje
claro a la comunidad internacional.
En
una jornada de sol primaveral, como es tradición la ceremonia comenzó con una
procesión de palmas y ramas de olivo hasta el centro de la Plaza San Pedro, en
medio de coros solemnes. Allí, donde se levanta un obelisco, Francisco bendijo
las palmas y ramas de olivos que evocan la entrada triunfal de Jesús en Jerusalén.
Al término de la procesión, en la que participaron cardenales y obispos
vestidos con paramentos rojos, desde el sagrato celebró misa.
"Del
mismo modo que entró en Jerusalén, Jesús desea también entrar en nuestras
ciudades y en nuestras vidas", dijo Francisco en su homilía, ante unas
100.000 personas presentes no sólo en la Plaza, sino también en la Via della
Conciliazione. "Sólo Jesús nos salva de los lazos del pecado, de la
muerte, del miedo y de la tristeza", afirmó.
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