Militares: la riesgosa apuesta de Quirino/Ismael Bojórquez

Militares: la riesgosa apuesta de Quirino/Ismael Bojórquez 

Rio Doce, 16 enero, 2017

El plan es militarizar toda la estructura de seguridad en Sinaloa. 

El gobernador tiene derecho a buscar rodeos verbales para explicarlo, aunque al final eso es lo que se busca. El acuerdo que tomó con el secretario de la Defensa, Salvador Cienfuegos, es colocar militares al frente de las policías estatales, y, en los 18 ayuntamientos, secretarios de seguridad y directores de esas áreas que provengan del ejército.

Ya nombró en las áreas que le corresponden directamente y ahora está interviniendo para que los ayuntamientos hagan lo mismo. El primer caso fue Mazatlán, donde el alcalde, Fernando Pucheta, pensaba ubicar a José Trinidad Tirado Olvera como secretario de Seguridad y de última hora tuvo que recular ante la petición de Quirino Ordaz de que fuera un militar. Así, el 12 de enero fue nombrado para ese cargo el teniente coronel, Joel Ernesto Soto.

En el caso de Culiacán no se supo que hubiere alguna diferencia de criterios, y el viernes 13 se le tomó la protesta al teniente Víctor Hugo Sánchez Mendieta, como nuevo secretario de Seguridad Pública, aunque aquí no se esperaba ningún roce entre el alcalde y el gobernador al respecto, dada la pública y reiterada adhesión de Jesús Valdez a las políticas de Ordaz Coppel.

La Secretaría de la Defensa ya tiene los nombres que ocupa para los 18 ayuntamientos. En algunos casos proponen secretarios y directores de las policías municipales, pero, en otros, solo secretario o solo director.

Pero el problema no se está resolviendo tan tersamente como el gobernador quisiera, pues los intereses afloran a la hora de tocar el tema. Y no es solo por los compromisos que pueda haber —no en todos los casos— con los grupos criminales, sino también porque a esas áreas baja mucho dinero federal, cuyo destino casi nunca se conoce a ciencia cierta.

Siendo el tema de seguridad tan delicado, llama la atención que, a dos semanas de haber tomado el cargo, los alcaldes no hayan hecho cambios en esas áreas. Están esperando la señal del tercer piso pero igual de ahí no ha salido nada claro. Saben que la política de seguridad del nuevo gobernador se está derivando de acuerdos con las fuerzas castrenses y que tendrán que ajustarse a esos criterios si quieren apoyos en sus comunidades, pero hasta ahora los cabildeos han sido escasos y sordos.

Por lo pronto, las patrullas de las policías en algunos municipios han sido reforzadas con elementos militares, sin que hasta ahora se haya dado una explicación clara de qué hacen ahí, con base en qué acuerdos con el Ejército y hasta dónde van a llegar sus facultades.

En algunas zonas se han visto patrullas de la llamada Policía Militar pero también aquí hay un  problema porque por ahora el costo de estos patrullaje está recayendo en la Sedena y lo que esta dependencia pretende es que sea absorbido por el estado y sus municipios, por lo menos en lo que respecta a la logística: camionetas, viáticos y gasolina.

El gobernador ha dicho que la presencia de los militares está sostenida en un acuerdo con la federación para reforzar las tareas de seguridad, pero no hay claridad si estos son solo acuerdos verbales o están sostenidos en un convenio formal que, en todo caso, debe explicarse a la ciudadanía, en sus formas y alcances.

En todo caso, lo hemos señalado aquí desde que trascendió que Quirino Ordaz iba a militarizar las policías, la apuesta del gobernador es sumamente riesgosa. Sobre todo si pasa sobre la autonomía de los municipios para meter las manos en nombramientos que les conciernen a las comunas. Él y solo él, será responsable si la estrategia no funciona. Y más si resulta contraproducente. Aun cuando los militares han estado acotados han incurrido en excesos que le han costado mucho a Sinaloa. Algunos de ellos incurrieron en desviaciones y vicios que ya existían y que fueron las razones por las que se optó por ellos. Muchos resultaron iguales o peores de corruptos, al tiempo que los índices delictivos iban a la alza. Pero fue tanto el desprestigio y la ineficacia de las policías con mandos civiles en la pasada administración, que de nuevo se acude a elementos del Ejército para combatir la inseguridad. No se aprendió de la historia, como si no hubiese más opciones.

Bola y cadena

COMO EN EL PASADO, DEBE PENSARSE que la estrategia de Quirino Ordaz en materia de seguridad es impulsada desde el centro del país, tanto por el Secretario de Defensa, como del propio presidente, Enrique Peña Nieto, quien ha dado a los militares, a pesar de su desprestigio, espacios de poder que antes no tenían. Equivocados allá, extienden el yerro a los estados y municipios, a pesar de los esfuerzos que se han hecho para mejorar el funcionamiento de las policías, con mayor eficacia y honradez.

Sentido contrario

¿TUVO QUE VER EN ESTA DECISIÓN la emboscada a militares de la madrugada del 30 de septiembre? En parte sí. No debe olvidarse que la facilidad con que los comandos se mueven por la ciudad sin que nadie los detenga, tiene que ver con la complicidad de las policías con el hampa. Y esta sería una de las respuestas del general Cienfuegos. No pudo atrapar a los asesinos y ahora llena de militares los mandos que antes protegieron a los grupos criminales. Pero no vaya a ser que la Sedena esté construyendo con esto su propia trampa. El negocio es el negocio. Y es muy viejo. Y ha sobrevivido a secretarios y presidentes. A fuerza de plomo y de dinero, mucho plomo y mucho dinero.

Humo negro

BUENO EL DECRETO DE AUSTERIDAD DEL Gobierno del Estado, tiene un defecto que podría hacer más caro el caldo que las albóndigas: concentra demasiado poder en la secretaría de Administración, cuyo titular es Carlos Ortega. Si las medidas se aplican como han sido planteadas, dinero habrá —y mucho— que antes se iba por el caño de la corrupción. Ahora hay que vigilar al vigilante.