Reves a Francisco:
El 15 de junio-, el papa Francisco
metió las manos en el Banco del vaticano al nombrar al “incorruptible” Battista
Ricca, ex director de la residencia de Santa Marta, en un cargo muy particular, de manera provisional,
pero con “efecto inmediato”, pero con autorización papal para tener acceso a la
documentación, y asistir a los consejos de administración y a las reuniones de
la comisión cardenalicia de vigilancia del Instituto de Obras de la Religión (IOR).
Días después,
en una reunión de nuncios el papa se habrá enterado de que Ricca es conocido
dentro del Vaticano por la agitada relación homosexual que mantuvo con un
oficial del ejército suizo de nombre Patrick Harri, cuando trabajaba en la
nunciatura apostólica de Montevideo, en Uruguay, de 1999 a 2000.. La información
la dio a conocer el semanario L’Espresso
El 3 de julio de
2013. El vaticanista italiano Sandro
Magister informó que una de las personas escogidas por el papa para hacer
limpieza puede no ser merecedor de confianza.
Según, algunos
de los nuncios que se reunieron con el Papa el 21 y 22 de junio le informaron
de que Battista Ricca había
protagonizado algunos comportamientos inadecuados entre 1999 y 2001 cuando
estaba destinado en la nunciatura del Vaticano en Montevideo.
El texto completo de Sandro
Magister
Desde el
primer día de este mes el Instituto para las Obras de Religión, el IOR, está en
el centro de una doble tempestad.
Doble porque
está constituida no solamente por las resonantes renuncias del director general
y del vice-director del controvertido "banco" vaticano, Paolo
Cipriani y Massimo Tulli, sino también por otro escándalo a punto de explotar,
respecto al "prelado" del mismo IOR, monseñor Battista Ricca,
recientemente nombrado por el papa Francisco.
En lo que se
refiere a las renuncias de los dos máximos dirigentes operativos del IOR, en el
comunicado que dio la noticia en la tarde del lunes 1 de julio se lee que
"luego de muchos años de servicio ambos han decidido que esta acción
habría sido para el mejor interés del Instituto mismo y de la Santa Sede".
Al presidente
del IOR, Ernst von Freyberg - que hasta el final había expresado confianza en
los dos y había afirmado que "trabajaba junto con ellos en una forma
verdaderamente feliz" - se le ha encargado que "asuma 'ad interim'
las funciones de director general".
Freyberg
cubrirá este rol provisorio con la ayuda de dos personas de confianza elegidos
por él: una es Rolando Marranci, en calidad de vice-director, y la segunda es
Antonio Montaresi, como Chief Risk Officer.
Pero se ha
anunciado que ya está en curso la búsqueda de un nuevo director general y de un
nuevo vice-director. A pesar que Freyberg busca ahora tomar distancia de las
gestiones de Cipriani y Tulli, también para él aparece incierto el futuro de
presidente.
El golpe final
- pero sólo el último de una serie - que indujo a los dos a renunciar fue el
arresto a fines de junio de monseñor Nunzio Scarano, hasta el mes de mayo
contador responsable de la Administración del Patrimonio de la Sede Apostólica
y exonerado de este cargo luego que comenzara una investigación penal en su
contra, por parte de la justicia italiana, por tráfico ilícito de dinero
también a través de cuentas del IOR, con importantes y sospechosos manejos,
autorizados por los máximos dirigentes del Instituto, justamente en momentos
que el Vaticano se había comprometido a adecuarse a las normativas
internacionales contra el lavado de dinero.
*
En cuanto al
escándalo que está a punto de explotar, respecto al nuevo "prelado"
del IOR, debe decirse que el primero en sentirse herido - ya desde ahora - es
precisamente el papa Francisco.
Jorge Mario
Bergoglio nombró el 15 de junio pasado a monseñor Battista Ricca, de 57 años de
edad, "prelado" del IOR precisamente para colocar en el interior del
Instituto una persona de absoluta confianza en un rol clave. Con el poder que
le conceden los estatutos de acceder a todas las acciones y a los documentos y
de participar en las reuniones, tanto de la Comisión cardenalicia de
Vigilancia, como del Consejo de Superintendencia, es decir, de la junta del
"banco" vaticano.
Ricca presta
servicio diplomático en la Secretaría de Estado. Pero se ganó la confianza del
Papa sobre todo por la familiaridad de las relaciones entrecruzadas con él en
cuanto director de la Domus Sanctae Marthae - donde Francisco decidió habitar -
y de otras dos residencias para sacerdotes y obispos que pasan por Roma, entre
ellas la de via della Scrofa en la que Bergoglio acostumbraba alojarse cuando
era cardenal.
Al dar la
noticia de su nombramiento como "prelado" del IOR, los medios de
comunicación de todo el mundo han estado de acuerdo en referirla personalmente
al Papa y en atribuirle al personaje una fama de "incorruptible", de
hombre adecuado para "hacer limpieza".
Pero en el
transcurso de su carrera diplomática, cuando estaba en servicio en el exterior,
Ricca dejó detrás de sí antecedentes de distinto signo.
Luego de haber
prestado servicio en el lapso de una década en Congo, en Argelia, en Colombia y
en Suiza, a fines de 1999 se encuentra trabajando en Uruguay con el nuncio
Janusz Bolonek, polaco, hoy representante pontificio en Bulgaria. Pero estuvo a
su lado poco más de un año. En el 2001 Ricca fue trasladado a la nunciatura de
Trinidad y Tobago, para ser llamado después al Vaticano.
El agujero
negro, en la historia personal de Ricca, es el del año transcurrido por él en
Montevideo, en la orilla norte del Río de la Plata, frente a Buenos Aires.
Lo que provocó
la ruptura con el nuncio Bolonek y su brusca transferencia se resume en dos
expresiones utilizadas por quien ha indagado discretamente en Uruguay sobre el
caso: "poder rosa" y "conducta escandalosa".
El papa
Francisco estaba totalmente a oscuras respecto a este antecedente, cuando
nombró a Ricca prelado del IOR.
Pero en la
segunda mitad de junio, con todos los nuncios reunidos en Roma y que se
encontraron con él en persona - también durante el concierto en su honor al que
no asistió, el 22 de ese mes -, llegó a convencerse, gracias no a una sino a
muchas fuentes concluyentes, que había puesto su confianza en la persona
equivocada.
Dolor,
gratitud a quienes le abrieron los ojos, voluntad de remediarlo: estos son los
sentimientos expresados a viva voz por el Papa, durante estos coloquios.
Ricca,
enterado de lo que se dice de él en Uruguay, pidió y obtuvo un encuentro con
Francisco, para defenderse y acusar.
Pero el Papa
parece decidido a actuar basado en las informaciones recibidas. Quizás más
pronto de lo previsto, porque en Uruguay el escándalo parece próximo a explotar
públicamente.
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