El
verdadero significado del segundo acuerdo en la agenda de La Habana/Humberto de la Calle es Jefe del Equipo Negociador del Gobierno colombiano en las conversaciones con la guerrilla de las FARC en La Habana.
El
País |10 de noviembre de 2013
El
punto dos de la agenda de conversaciones con las FARC busca poner en marcha una
nueva apertura democrática para la paz. Un diseño estratégico de gran alcance:
generar un proceso de profundización de la democracia ampliando sus linderos.
Ya en la Constituyente de 1991 se avanzó notablemente. Ahora el acuerdo es un
nuevo impulso dirigido a recuperar el espíritu reformista.
¿Cuál
es su conexión con la paz? Silenciar los fusiles es un paso necesario pero no
suficiente. Para lograr una paz sólida es preciso ampliar, modernizar y robustecer
nuestra democracia para hacerla más fuerte, más participativa, más pluralista y
transparente. La nueva apertura democrática abre el camino para arraigar
definitivamente la paz a la terminación del conflicto.
En
las 20 cuartillas que contienen el acuerdo se trataron al menos 22 temas
relevantes. Muy pronto habrá un informe conjunto para informar con más detalles
a la ciudadanía.
En
un ejercicio pedagógico se podrían agrupar esos temas en tres capítulos. El
primero, se ocupa de garantías: se establece un mecanismo para que los partidos
políticos, luego de la firma del acuerdo final, convengan los lineamientos que
permitan al Gobierno presentar el proyecto de Estatuto de la Oposición para su
aprobación y se logre por fin convertir en realidad un viejo anhelo nacional.
Se
reconoce la irrupción de los movimientos sociales. Es un fenómeno mundial
inédito hasta hace poco. En esto Colombia sería innovadora sobre la manera de
reconocer y regular el papel de estos movimientos, su interlocución con los
gobernantes y la instauración de mecanismos que atiendan en forma oportuna las
manifestaciones del derecho a la protesta pacífica. A los movimientos que
logren una determinada envergadura y que deseen ingresar a la política, se les
tendería un puente para facilitar ese tránsito. De igual modo, se establecen
mecanismos para la discusión democrática con esos movimientos una vez firmado
el acuerdo final.
La
dignificación de la política y la seguridad de sus practicantes es algo
esencial para una Colombia en paz. Mediante la creación de un Sistema Integral
de Seguridad para el Ejercicio de la Política iríamos más allá de las
esenciales labores de protección y vigilancia. No es solo una herramienta
administrativa. Es, sobre todo, un conjunto de nuevos valores en materia de
seguridad cuyo eje es el respeto al opositor. La dignidad de la persona, la
tolerancia y la visión pluralista serían la fibra de este sistema el cual debe
prevenir, desarticular y neutralizar todas las fuentes de violencia contra
quienes ejercen la política. Por fin, se generaría todo un proceso de
reconciliación y se crearían los medios para ejecutarla.
El
segundo capítulo es el de la participación: se revisaría todo el sistema
buscando que no se limite a un ejercicio retórico sino que adquiera un mayor
nivel de incidencia en la formulación de políticas públicas, al lado de la
vigorización de la planeación participativa y el robustecimiento de las
veedurías ciudadanas.
El
tercer capítulo contiene los cambios en el sistema político. Desligar el
reconocimiento y la vigencia de la personalidad de los partidos de la noción
del umbral es un paso significativo. El umbral se deja intacto pero su
aplicación se limita al método de asignación de escaños. Se abriría un espacio
enorme para partidos que, sin lograr esa representación, poseen una expresión
política válida. Se crearía un esquema de reconocimiento escalonado de diversos
derechos que incluirían financiación y acceso a medios de comunicación.
La
organización y el sistema electoral padecen fallas innegables. Se convocaría
una Comisión de Expertos de alto nivel para que aconsejen sobre las líneas de
revisión que luego deben ser discutidas por todas las fuerzas políticas para
impulsar una reforma tendiente a robustecer la autonomía y apertura de los
organismos de dirección de la organización electoral, la claridad en la
financiación de la política y la transparencia del voto. Adicionalmente, se
buscaría que exista mayor equidad en el régimen de partidos.
Por
fin, se crearían las Circunscripciones Territoriales de Paz. Es una idea
inédita, bien distinta a iniciativas anteriores. En efecto, no se trata de
mecanismos para fomentar la representación del movimiento que surja de las
FARC, sino de aumentar en forma transitoria la presencia en la Cámara de
Representantes de aquellos territorios que por razón del conflicto se han visto
marginados del sistema representativo. Serán a la manera de círculos
electorales dentro de los departamentos para que se elijan representantes
adicionales. Algunos dijeron que son circunscripciones para las FARC. Falso.
Todos los habitantes pueden aspirar a ejercer esa representación a nombre de
movimientos u organizaciones tales como víctimas, campesinos, mujeres y
sectores sociales, eso sí, diferentes a los partidos ordinarios. Esta es una
idea estratégica cuyo objetivo es la integración de territorios marginados y la
reparación de ciudadanos excluidos por la fuerza del conflicto.
Todo
lo acordado acoge integralmente las líneas esenciales del Estado democrático de
derecho. Pero como se ha señalado antes, nada estará acordado si no está
acordado todo. Una condición esencial para la puesta en marcha de estas
iniciativas es la desmovilización de la guerrilla. En este punto hablamos de
democracia, de participación, de equidad, de seguridad y de transparencia del
sistema político. Es una apertura democrática conveniente para el país. ¿Que se
ha discutido con la guerrilla? Sí. Porque el propósito es terminar el
conflicto. Porque, como señalé, el fin del conflicto debe desembocar en
transformaciones que permitan arraigar firmemente una paz duradera.
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