La imagen del Papa Francisco se ve por todos lados: paredes, cartelones, puentes peatonales y espectaculares. Como un vigilante afable, el rostro del máximo jerarca de la Iglesia católica mira a los juarenses.
Revista
Proceso # 2048, 30 de enero de 2016
Juárez se
maquilla para Francisco/J. JESÚS ESQUIVEL
Ciudad
Juárez es una de las plazas más violentas del continente. Pero en vísperas de
la visita papal se respira una tranquilidad que pocos creen que sea profunda,
real y duradera. Se barajan las posibilidades de que este clima obedezca a un
pacto entre cárteles o a una millonaria inversión gubernamental para encubrir
los problemas de esa urbe chihuahuense. Y no es lo único que se oculta: Cada
minuto que el pontífice esté en esa localidad costará 36 mil pesos, pero no se
sabe cuánto provendrá del erario y cuánto de donaciones.
CIUDAD
JUÁREZ, CHIH.- “Santo padre, gracias por venir; ojalá tu presencia tranquilice
a esta ciudad de muerte. Nos hacen tanta falta la vida y la paz”, dice una de
las miles y miles de notas que los juarenses han escrito en los libros de
mensajes que le entregarán al Papa Francisco en su visita a esta ciudad
fronteriza el 17 de febrero.
Ciudad
Juárez –uno de los lugares más peligrosos de México y del mundo– se está
vistiendo con un ambiente de aparente tranquilidad, que se percibe incluso en
barrios donde el tráfico de drogas y las ejecuciones son el denominador común.
“La ciudad está calmada. Sí, ha habido
ejecutados, es verdad, pero no como antes. Se mata a quienes tienen que matar,
hasta ahí. Y es por lo de la venida del Papa”, afirma a Proceso un policía
municipal en la colonia Puerto de Anapra, una de la zonas más problemáticas de
Juárez. “Desde que se anunció que venía, como que las cosas se han calmado”.
El
reportero hizo un recorrido de varios días por distintas colonias y barrios de
esta urbe chihuahuense –durante la noche y el día–, y por todos lados se
respiraba un poco de tranquilidad, insospechada en una tierra acostumbrada a la
muerte.
La
imagen del Papa Francisco se ve por todos lados: paredes, cartelones, puentes
peatonales y espectaculares. Como un vigilante afable, el rostro del máximo
jerarca de la Iglesia católica mira a los juarenses.
El
alcalde de dicha localidad, Javier González Mocken, y el gobernador de
Chihuahua, César Duarte, no han escatimado esfuerzos ni dinero para recibir a
Jorge Bergoglio y difundir en el mundo la imagen de una entidad de paz, donde
ya menguaron la violencia vinculada con el narcotráfico, los alrededor de 700
feminicidios, secuestros y desapariciones de personas.
“El
gobernador y el presidente (municipal) son como la sirvienta enojada con su
patrona”, dice molesta doña Silvia, mientras escribe su nota en el libro de
mensajes para el Papa. “Juntan la basura de la cocina con la escoba, pero la
meten debajo del tapete; y cuando lo levanta la patrona encuentra todo el
puerquero”, resume la mujer.
Entre
los habitantes de esta ciudad menudean las quejas sobre la visita del obispo de
Roma. Algunos subrayan que la visita costará mucho y otros aseguran que no
servirá de nada, porque tan pronto se vaya regresará la inseguridad, la
corrupción y el descuido de la metrópoli por parte de las autoridades.
Pero
también hay un sector en Juárez que refuta a quienes reprochan la presencia de
Francisco. Incluso justifican los gastos que hacen Duarte y González Mocken.
“Siendo
una figura internacional, histórica, de renombre y a quien se le considera con
la mayor credibilidad en todo el planeta, pues que cueste lo que cueste su
visita. ¿Cuándo volverá un Papa a pisar esta tierra de tragedias?”, argumenta
Gloria Solís, una señora 36 años de edad, mientras baja a sus niños de su
automóvil para llevarlos a tomarse una fotografía con la figura de cartón de
Francisco, colocada frente a la catedral.
Negocio
opaco
El
gobierno municipal rechaza dar a conocer cuánto ha invertido en los
preparativos para la llegada del Papa Francisco. De acuerdo con la Iglesia
católica, y como lo señalara recientemente en Juárez el sacerdote Hesiquio
Trevizo, la cantidad podría ascender a 20 millones de pesos. Así, cada 60
segundos de las nueve horas y 15 minutos que el “vicario de Cristo” permanecerá
en Juárez saldrá en 36 mil 36 pesos, que saldrían de los erarios estatal y
municipal, amén de aportaciones de los feligreses y empresarios.
“A
mi familia no nos importa lo que cueste, es una bendición que vaya a estar
aquí, porque es bueno. Ya daremos un poquito de dinero para ayudar”, comenta
Rafael González, quien junto a su esposa se encuentra sentado, descansando y
comiéndose un helado en una de las bancas del parque al pie de las escalinatas
de la catedral.
En
las grandes avenidas de Juárez –la Adolfo López Mateos y la Gómez Morín, por
ejemplo– casi cada tres cuadras hay algún cartelón o mensaje que anuncia la
venida del argentino. Los dueños de los comercios están ansiosos de que arribe
el jefe del Estado vaticano.
A
Juárez llegarán miles de personas ansiosas de mirarlo y escucharlo, “aunque sea
de lejos”. Y no serán sólo mexicanos. Las autoridades locales anticipan que
vendrán feligreses de Estados Unidos, sobre todo de Texas, Arizona, Nuevo
México y California.
Por
esta razón, desde hace tres semanas la mayoría de los hoteles ya no tienen
habitaciones disponibles para los días 15, 16, 17 y 18 de febrero. Los
restauranteros, los taqueros y hasta las fondas esperan a miles de clientes.
Eso sí: muchas tiendas ubicadas en la zona que atravesará Francisco deberán
cerrar sus puertas.
Desde
hace tres semanas y frente a la catedral juarense, el gobierno local instaló un
módulo en forma de túnel, de unos 10 metros de largo. Ahí colocó un atril y,
sobre él, un enorme libro con páginas en blanco donde la gente puede escribirle
mensajes al Papa. “Juárez es amor”, se lee a la entrada del pasadizo, en cuyas
paredes se ven grandes fotografías del clérigo, sonriendo y lanzando
bendiciones.
Al
frente de este módulo, mirando hacia la entrada de la catedral, se encuentra la
figura de cartón, tamaño natural, del pontífice.
“Ya
se llenaron dos libros de mensajes. Y este otro ya no tarda en llenarse. Viene
mucha gente, a todas horas”, comenta el joven encargado de la unidad.
Al
costado de las escalinatas de la catedral está el puesto “con la mercancía
oficial de la visita”, que también tiene mucho éxito. La gente acude
constantemente a ver las playeras, los rosarios, las bolsas y todos los demás
souvenirs. Son caros, pero se venden.
Algunos
transeúntes entrevistados expresan que no comprarán la mercadería oficial, sino
que se esperarán a las “copias” que seguramente surgirán. “Es frontera, y es
Ciudad Juárez”, responde una joven estudiante.
En
“la Juárez” –la colonia donde se encuentra la catedral– no deja de sentirse
cierta inquietud. En esta zona los halcones de los diferentes grupos del
narcotráfico toman nota de quienes circulan por estas calles. Más de aquéllas
que entran por los puentes que conectan a Juárez con El Paso, Texas, y que se
arriesgan a pasear por este barrio tan peligroso, sobre todo por la noche.
“Ahorita no está pasando nada, se puede caminar a todas horas con mucha
tranquilidad, los bares y las cantinas están calmados, por eso de la visita
papal. Como que se hizo un acuerdo entre los que mandan en este barrio para no
hacer ruido y no llamar la atención”, aventura una mujer que atiende la barra
de uno de los bares más conocidos de dicha colonia. “Todos parecen ser
hermanos”, abunda soltando una fuerte carcajada. “Aunque sea nomás por un
ratito; mientras llega y se va el Papa”, agrega sin dejar de reírse y exigiendo
garantías de que no se revelará su identidad.
Como
sea, la mercadotecnia en torno de la llegada de Francisco se siente desde que
uno entra a Juárez por cualquiera de los puentes transfronterizos.
Apenas
se llega a la línea divisoria, los tradicionales vendedores ambulantes
mexicanos ofrecen una amplia variedad de productos relacionados: rosarios,
tazas, fotografías y pósteres con el rostro del pontífice Francisco, y hasta
tarjetas postales donde se ve al Papa lanzando una bendición sobre la franja
fronteriza, tanto para mexicanos como para estadunidenses.
La
gira por México se inicia el viernes 12 de febrero, en la capital del país, y
terminará cinco días después, con la visita del Papa a Ciudad Juárez. En esta
localidad, conocida mundialmente por los miles y miles de muertos, saldo del
tráfico de drogas a Estados Unidos, Francisco arrancará sus actividades con un
recorrido por el Centro de Reinserción Social Estatal Número 3. Ahí se reunirá
con los internos, familiares de éstos y personal administrativo. Después tendrá
un encuentro con empresarios y empleados de la industria maquiladora, otro
triste emblema de la urbe.
Francisco
comerá con obispos, sacerdotes, monjas y seminaristas.
Antes
de concluir su gira por la ciudad, en el parque El Chamizal –con vista a
Estados Unidos– el soberano del Vaticano ofrecerá una misa multitudinaria. En
ese terreno, centenas de personas han sido asesinadas, o sus cuerpos han sido
abandonados.
Al
final, Bergoglio saldrá hacia Roma del Aeropuerto Internacional de Ciudad
Juárez. l
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