31 ene 2016

Juárez se maquilla para Francisco/ J. Jesús Esquivel

La imagen del Papa Francisco se ve por todos lados: paredes, cartelones, puentes peatonales y espectaculares. Como un vigilante afable, el rostro del máximo jerarca de la Iglesia católica mira a los juarenses.
Revista Proceso  # 2048, 30 de enero de 2016
Juárez se maquilla para Francisco/J. JESÚS ESQUIVEL



Ciudad Juárez es una de las plazas más violentas del continente. Pero en vísperas de la visita papal se respira una tranquilidad que pocos creen que sea profunda, real y duradera. Se barajan las posibilidades de que este clima obedezca a un pacto entre cárteles o a una millonaria inversión gubernamental para encubrir los problemas de esa urbe chihuahuense. Y no es lo único que se oculta: Cada minuto que el pontífice esté en esa localidad costará 36 mil pesos, pero no se sabe cuánto provendrá del erario y cuánto de donaciones.
CIUDAD JUÁREZ, CHIH.- “Santo padre, gracias por venir; ojalá tu presencia tranquilice a esta ciudad de muerte. Nos hacen tanta falta la vida y la paz”, dice una de las miles y miles de notas que los juarenses han escrito en los libros de mensajes que le entregarán al Papa Francisco en su visita a esta ciudad fronteriza el 17 de febrero.
Ciudad Juárez –uno de los lugares más peligrosos de México y del mundo– se está vistiendo con un ambiente de aparente tranquilidad, que se percibe incluso en barrios donde el tráfico de drogas y las ejecuciones son el denominador común.
 “La ciudad está calmada. Sí, ha habido ejecutados, es verdad, pero no como antes. Se mata a quienes tienen que matar, hasta ahí. Y es por lo de la venida del Papa”, afirma a Proceso un policía municipal en la colonia Puerto de Anapra, una de la zonas más problemáticas de Juárez. “Desde que se anunció que venía, como que las cosas se han calmado”.

El reportero hizo un recorrido de ­varios días por distintas colonias y barrios de esta urbe chihuahuense –durante la noche y el día–, y por todos lados se respiraba un poco de tranquilidad, insospechada en una tierra acostumbrada a la muerte.
La imagen del Papa Francisco se ve por todos lados: paredes, cartelones, puentes peatonales y espectaculares. Como un vigilante afable, el rostro del máximo jerarca de la Iglesia católica mira a los juarenses.
 El alcalde de dicha localidad, Javier González Mocken, y el gobernador de Chihuahua, César Duarte, no han escatimado esfuerzos ni dinero para recibir a Jorge Bergoglio y difundir en el mundo la imagen de una entidad de paz, donde ya menguaron la violencia vinculada con el narcotráfico, los alrededor de 700 feminicidios, secuestros y desapariciones de personas.
 “El gobernador y el presidente (municipal) son como la sirvienta enojada con su patrona”, dice molesta doña Silvia, mientras escribe su nota en el libro de mensajes para el Papa. “Juntan la basura de la cocina con la escoba, pero la meten debajo del tapete; y cuando lo levanta la patrona encuentra todo el puerquero”, resume la mujer.
Entre los habitantes de esta ciudad menudean las quejas sobre la visita del obispo de Roma. Algunos subrayan que la visita costará mucho y otros aseguran que no servirá de nada, porque tan pronto se vaya regresará la inseguridad, la corrupción y el descuido de la metrópoli por parte de las autoridades.
Pero también hay un sector en Juárez que refuta a quienes reprochan la presencia de Francisco. Incluso justifican los gastos que hacen Duarte y González Mocken.
“Siendo una figura internacional, histórica, de renombre y a quien se le considera con la mayor credibilidad en todo el planeta, pues que cueste lo que cueste su visita. ¿Cuándo volverá un Papa a pisar esta tierra de tragedias?”, argumenta Gloria Solís, una señora 36 años de edad, mientras baja a sus niños de su automóvil para llevarlos a tomarse una fotografía con la figura de cartón de Francisco, colocada frente a la catedral.
Negocio opaco
El gobierno municipal rechaza dar a conocer cuánto ha invertido en los preparativos para la llegada del Papa Francisco. De acuerdo con la Iglesia católica, y como lo señalara recientemente en Juárez el ­sacerdote Hesiquio Trevizo, la cantidad podría ascender a 20 millones de pesos. Así, cada 60 segundos de las nueve horas y 15 minutos que el “vicario de Cristo” permanecerá en Juárez saldrá en 36 mil 36 pesos, que saldrían de los erarios estatal y municipal, amén de aportaciones de los feligreses y empresarios.
 “A mi familia no nos importa lo que cueste, es una bendición que vaya a estar aquí, porque es bueno. Ya daremos un poquito de dinero para ayudar”, comenta Rafael González, quien junto a su esposa se encuentra sentado, descansando y comiéndose un helado en una de las bancas del parque al pie de las escalinatas de la catedral.
 En las grandes avenidas de Juárez –la Adolfo López Mateos y la Gómez Morín, por ejemplo– casi cada tres cuadras hay algún cartelón o mensaje que anuncia la venida del argentino. Los dueños de los comercios están ansiosos de que arribe el jefe del Estado vaticano.
 A Juárez llegarán miles de personas ansiosas de mirarlo y escucharlo, “aunque sea de lejos”. Y no serán sólo mexicanos. Las autoridades locales anticipan que vendrán feligreses de Estados Unidos, sobre todo de Texas, Arizona, Nuevo México y California.
 Por esta razón, desde hace tres semanas la mayoría de los hoteles ya no tienen habitaciones disponibles para los días 15, 16, 17 y 18 de febrero. Los restauranteros, los taqueros y hasta las fondas esperan a miles de clientes. Eso sí: muchas tiendas ubicadas en la zona que atravesará Francisco deberán cerrar sus puertas.
 Desde hace tres semanas y frente a la catedral juarense, el gobierno local instaló un módulo en forma de túnel, de unos 10 metros de largo. Ahí colocó un atril y, sobre él, un enorme libro con páginas en blanco donde la gente puede escribirle mensajes al Papa. “Juárez es amor”, se lee a la entrada del pasadizo, en cuyas paredes se ven grandes fotografías del clérigo, sonriendo y lanzando bendiciones.
 Al frente de este módulo, mirando hacia la entrada de la catedral, se encuentra la figura de cartón, tamaño natural, del pontífice.
 “Ya se llenaron dos libros de mensajes. Y este otro ya no tarda en llenarse. Viene mucha gente, a todas horas”, comenta el joven encargado de la unidad.
 Al costado de las escalinatas de la catedral está el puesto “con la mercancía oficial de la visita”, que también tiene mucho éxito. La gente acude constantemente a ver las playeras, los rosarios, las bolsas y todos los demás souvenirs. Son caros, pero se venden.
 Algunos transeúntes entrevistados expresan que no comprarán la mercadería oficial, sino que se esperarán a las “copias” que seguramente surgirán. “Es frontera, y es Ciudad Juárez”, responde una joven estudiante.
 En “la Juárez” –la colonia donde se encuentra la catedral– no deja de sentirse cierta inquietud. En esta zona los halcones de los diferentes grupos del narcotráfico toman nota de quienes circulan por estas calles. Más de aquéllas que entran por los puentes que conectan a Juárez con El Paso, Texas, y que se arriesgan a pasear por este barrio tan peligroso, sobre todo por la noche. “Ahorita no está pasando nada, se puede caminar a todas horas con mucha tranquilidad, los bares y las cantinas están calmados, por eso de la visita papal. Como que se hizo un acuerdo entre los que mandan en este barrio para no hacer ruido y no llamar la atención”, aventura una mujer que atiende la barra de uno de los bares más conocidos de dicha colonia. “Todos parecen ser hermanos”, abunda soltando una fuerte carcajada. “Aunque sea nomás por un ratito; mientras llega y se va el Papa”, agrega sin dejar de reírse y exigiendo garantías de que no se revelará su identidad.
 Como sea, la mercadotecnia en torno de la llegada de Francisco se siente desde que uno entra a Juárez por cualquiera de los puentes transfronterizos.
 Apenas se llega a la línea divisoria, los tradicionales vendedores ambulantes mexicanos ofrecen una amplia variedad de productos relacionados: rosarios, tazas, fotografías y pósteres con el rostro del pontífice Francisco, y hasta tarjetas postales donde se ve al Papa lanzando una bendición sobre la franja fronteriza, tanto para mexicanos como para estadunidenses.
 La gira por México se inicia el viernes 12 de febrero, en la capital del país, y terminará cinco días después, con la visita del Papa a Ciudad Juárez. En esta localidad, conocida mundialmente por los miles y miles de muertos, saldo del tráfico de drogas a Estados Unidos, Francisco arrancará sus actividades con un recorrido por el Centro de Reinserción Social Estatal Número 3. Ahí se reunirá con los internos, familiares de éstos y personal administrativo. Después tendrá un encuentro con empresarios y empleados de la industria maquiladora, otro triste emblema de la urbe.
 Francisco comerá con obispos, sacerdotes, monjas y seminaristas.
 Antes de concluir su gira por la ciudad, en el parque El Chamizal –con vista a Estados Unidos– el soberano del Vaticano ofrecerá una misa multitudinaria. En ese terreno, centenas de personas han sido asesinadas, o sus cuerpos han sido abandonados.
 Al final, Bergoglio saldrá hacia Roma del Aeropuerto Internacional de Ciudad Juárez.  l




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