Manlio acusó ante el jefe de la Oficina de la Presidencia a cerca de 20 funcionarios de Sedesol..
Revista
PROCESO
# 2067, 12 de junio de 2016.
En
Los Pinos, estupor y furia... sin autocrítica/JENARO
VILLAMIL
En
vísperas de la jornada electoral del domingo 5, le llegaron a Francisco Guzmán,
jefe de la Oficina de la Presidencia de la República, los últimos pronósticos
elaborados por la Secretaría de Gobernación (Segob) y por las estructuras
locales y del PRI para las 12 entidades donde se renovaban gubernaturas.
El
pronóstico federal era optimista. La Segob preveía triunfos en ocho entidades,
pero adelantaba la derrota ante el PAN en Tamaulipas y Puebla, ante la
coalición PAN-PRD en Veracruz y ante el PRD en Tlaxcala.
En
contraste, las estructuras locales informaban de la derrota del PRI en seis
entidades (Aguascalientes, Chihuahua, Tamaulipas, Oaxaca, Puebla y Tlaxcala) y
un “empate técnico” en Veracruz, que se resolvería en los tribunales
electorales.
Al
mismo tiempo, pesaba el reclamo del dirigente nacional del PRI, Manlio Fabio
Beltrones, quien acusó ante el jefe de la Oficina de la Presidencia a cerca de
20 funcionarios estatales de la Secretaría de Desarrollo Social (Sedesol):
afirmó que habían hecho proselitismo en favor del PAN en varias entidades y
responsabilizó al titular de esa dependencia, José Antonio Meade, de haberlos
protegido, según confirmó una fuente del PRI consultada al respecto.
Con
estos antecedentes, desde Los Pinos se operó sin ninguna complicación entre las
12:00 y las 17:30 horas del domingo 5. El primer mandatario, relataron algunos
testigos, revisaba la información en su computadora. Había ansiedad.
Las
encuestas de salida que llegaron a la oficina de Enrique Peña Nieto eran muy
optimistas en Veracruz, Quintana Roo y Chihuahua, entidades todas que acabó
perdiendo el PRI. Sólo en Tamaulipas pronosticó la derrota del candidato
priista Baltazar Hinojosa Ochoa.
Esas
encuestas –cuyas copias tiene Proceso– señalaban que en Veracruz Héctor Yunes,
del PRI, aventajaba con 31.27% a Miguel Ángel Yunes (30.86%, PAN-PRD) y al
candidato de Morena, Cuitláhuac García, quien también estaba muy cerca
(29.74%). Todo hacía prever un empate técnico.
Respecto
de Chihuahua, se informó a Los Pinos que el priista Enrique Serrano aventajaba
con cinco puntos a su contendiente del PAN, Javier Corral: tenía 38.83% frente
a 34.19%. Acabó perdiendo el PRI por más de nueve puntos.
También
en Quintana Roo, el priista Mauricio Góngora aparecía con 40% de los votos frente
al expriista Carlos Joaquín González, de la coalición PAN-PRD, con 37.51%. Al
final Joaquín González ganó por más de 10 puntos.
La
encerrona y la derrota
Después
de las 18:00 horas, reportes confidenciales que obtuvo Proceso señalan que hubo
una crisis en Los Pinos ante las evidencias de que el PRI perdía en siete
entidades, incluyendo algunas que todos habían dado por “seguras”, como
Quintana Roo o Durango.
Peña
Nieto se reunió con parte de su equipo más cercano: su jefe de oficina,
Francisco Guzmán; su secretario particular, Erwin Lino; el titular de la Segob,
Miguel Ángel Osorio Chong; el secretario de Hacienda, Luis Videgaray; el
subsecretario de Gobernación, Luis Enrique Miranda Nava; el secretario de
Educación Pública, Aurelio Nuño, y el subsecretario de Gobernación Felipe Solís
Acero, experto en temas electorales y exintegrante del equipo de Manlio Fabio
Beltrones.
La
discusión se tornó áspera. Según estos reportes escritos, el jefe de la Oficina
de la Presidencia, Francisco Guzmán, mencionó que tanto en Pemex como en las
delegaciones de la Sedesol hubo funcionarios panistas operando a favor de
Acción Nacional. Mencionó a 60 integrantes de la Sedesol que actuaron para el
PAN financieramente y en redes sociales.
Otra
parte de este equipo reunido en Los Pinos responsabilizó a Beltrones por la
derrota, por la fallida estrategia de “guerra sucia” en redes sociales y por
las discusiones y enfrentamientos con el secretario de Finanzas del PRI, Luis
Vega, que provocó que en muchas entidades la “ayuda económica” no llegara a
tiempo.
Se
mencionó como posibles responsables a cuatro integrantes del equipo de
Beltrones en el PRI, y a Willye Ochoa y Manuel Añorve, responsables de la
operación en varias entidades. A otro de los colaboradores de Beltrones,
Alejandro Gutiérrez, se le reprochó que propusiera un sistema llamado Zafiro
para recabar datos el día de la elección, pero no funcionó. A Canek Vázquez se
le consideró responsable de una “cara y pendeja” estrategia en redes sociales
que acabó por ser contraproducente.
Videgaray
recordó que a la titular de Sedatu, Rosario Robles, se le encomendó la
operación política en varias entidades y, sobre todo, en la Ciudad de México,
donde su hija Mariana Moguel encabeza el PRI. Pidió que si se decidía remover a
Beltrones, lo mismo sucediera con la dirigencia priista en el Distrito Federal.
Los
reproches llegaron también contra Osorio Chong. No pasó inadvertido que en
aquellas entidades donde la operación política estuvo a su cargo, el PRI ganó,
pero debilitó a los candidatos priistas cercanos a otros grupos políticos.
En
la discusión se mencionó que parte de la derrota fue resultado de algunos
“gobernadores impresentables”. En más de una ocasión, ese mismo equipo le
sugirió a Peña Nieto “dar el golpe en la mesa” contra aquellos mandatarios más
cuestionados, en especial Javier Duarte, de Veracruz.
Ninguno
de los presentes mencionó la crisis económica o los casos de corrupción del
gobierno federal como causas de los fracasos.
Otras
versiones periodísticas coinciden con la reunión en privado en Los Pinos.
Carlos Loret de Mola, en su colaboración editorial en El Universal, el
miércoles 8, relató que tras el cierre de las casillas, “todo colapsó: las
encuestas, los operadores, los gobernadores. Asombró a los funcionarios
federales la falta de control, pero sobre todo de información fidedigna. Hubo
algunas perlas.
“Al
atardecer, el veracruzano Javier Duarte reportaba que el PRI iba arriba por
tres puntos y ya por la noche solamente aceptaba que el resultado ‘se había
cerrado’. En realidad, la perdió por cuatro puntos porcentuales.
“A
las 7 de la noche, César Duarte, de Chihuahua, todavía decía que el PRI llevaba
ventaja de ¡cinco puntos! Le habían ganado por ocho.
“En
Durango decían que iban adelante. También en Aguascalientes. En Quintana Roo lo
mismo: estaba confiado Borge. Puras mentiras”, relató Loret de Mola en su
columna “Historias de Reportero”.
El
jueves 9, en su texto “Explosión en Los Pinos”, publicado en El Financiero,
Raymundo Riva Palacio relata dos momentos de la “encerrona” en Los Pinos:
cuando confiaban en los pronósticos de las encuestas de salida que les daban la
victoria en 10 de las 12 entidades y después en la tarde.
“Peña
Nieto estaba notablemente molesto con lo sucedido y preguntaba abiertamente al
secretario de Gobernación, Miguel Ángel Osorio Chong, qué había sucedido. Ni
él, ni Beltrones, ni nadie tenía respuestas. El presidente ordenó revisar lo
que había hecho el gobierno y encontrar cuáles eran las razones del voto de
hartazgo por las cuales los castigaron el domingo pasado”, remató Riva Palacio.
En
el reporte confidencial cuya copia tiene Proceso se señala que un día después
de la jornada electoral el regaño de Peña Nieto también se dirigió hacia el
titular de la Sedesol, José Antonio Meade, porque esta dependencia se convirtió
en “una mina de resguardo y trinchera de panistas”.
Francisco
Guzmán, jefe de la Oficina de Los Pinos, abundó: “Señor, y ahí están Pemex,
IMSS y CFE”.
Las
instrucciones de Peña
Para
los siguientes días, el primer mandatario giró una instrucción a su jefe de la
Oficina de Los Pinos para elaborar un análisis crítico de las derrotas que
contemplara las siguientes variables: seguridad (alta intensidad: narcotráfico
y crimen organizado), gobernadores priistas, derechos humanos (casos Tlatlaya,
Ayotzinapa y Tanhuato), alianzas opositoras (PAN-PRD) y operación
político-electoral del CEN del PRI.
Estas
instrucciones, de acuerdo con otro reporte cuya copia también posee este
semanario, no incluyen el tema de la corrupción.
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