Yo quiero que te vayas por el mundo
y quiero que conozcas mucha gente
Yo quiero que te besen otros labios
para que me compares
hoy, como siempre
Si encuentras un amor que te comprenda
y sientes que te quiera más que nadie
entonces yo daré la media vuelta
y me iré con el sol…“ José Alfredo Jiménez..
Revista colombiana SEMANA, Domingo,
27 de Marzo de 2016
Edición
1769
La
infidelidad no es como la pintan
Cada
vez son más los estudios que aseguran que las aventuras amorosas pueden servir
para salvar matrimonios.
Infidelidad
puede salvar matrimonios La infidelidad
no es como la pintan Foto: Ingimage
Fisher
asegura que desde el punto de vista darwiniano los seres humanos no están
hechos para ser monógamos, y que en el siglo XXI es mucho más difícil concebir
que una persona tenga una sola pareja, sin importar si está casada o no. Según
la autora, cada persona tiene tres sistemas cerebrales que definen sus
relaciones de pareja: el deseo sexual, los sentimientos de amor intenso y romántico,
y el apego profundo por alguien en una relación duradera. Por lo general, estos
sistemas están conectados y direccionados hacia una misma persona, pero no
siempre y, según Fisher, “esto provoca que sientan deseo sexual por unas, amor
por otras y apego por otras cuantas”.
De
hecho, varios estudios han revelado que algunas personas son más propensas a
ser infieles por influencia genética. Una investigación realizada por un grupo
de científicos suecos en 2008 demostró que los hombres que poseen una o dos
copias del alelo 334, gen que gestiona la vasopresina, una hormona que aumenta
durante el orgasmo, tienden a ser promiscuos. Y aunque los varones son por
naturaleza más dados a la poligamia, las mujeres cada vez se sienten más libres
de expresar su sexualidad y también viven aventuras. Mucho más ahora en la era
digital cuando la gente es más propensa a caer en la tentación mediante el
sexting, la pornografía y las aplicaciones móviles de citas románticas. “Lo
increíble del caso es que todavía la gente siga haciéndole reverencia a la
monogamia en una era donde la lógica y el contexto indican que hay más
infidelidades que nunca antes”, dice la terapeuta de pareja Polly Vernon.
Lo
anterior plantea, de acuerdo a los expertos, una nueva visión y comprensión del
adulterio. Según la psicoterapeuta belga Esther Perel, que dictó para TED la
exitosa conferencia ‘Repensando la infidelidad…una charla para cualquiera que
haya amado’, la infidelidad es un acto normal y mal entendido. “No hay un
consenso sobre cómo definirlo y juzgarlo. El 95 por ciento considera que está
terriblemente mal que su pareja mienta si tiene una aventura amorosa, pero
harían exactamente lo mismo si fueran los del ‘affaire’”, dice Perel, quien
considera que la infidelidad no puede ser vista solamente como un acto de
traición, sino también como una expresión de anhelo, de novedad, de libertad y
autonomía que cualquier persona puede llegar a sentir en un determinado punto
de su vida.
Según
la terapeuta de pareja Arabella Russell, muchas veces la infidelidad no obedece
a un problema de la pareja sino a un tema meramente personal de uno de los dos
implicados. “No todos reaccionamos de la misma manera ante ciertas situaciones
y contextos que la vida nos presenta. Para algunos, tener hijos y criarlos, así
como cumplir 40 o 50 años, puede ser complicado y la estabilidad del matrimonio
puede quedar expuesta”, dice Russell.
En
el caso de Eduardo y Ana María sucedió algo parecido. La aventura amorosa le
permitió a ella salir de su rutina diaria, hacer planes que había postergado y
volver a sentir mariposas en el estómago. Y eso no necesariamente respondió a
que su matrimonio fuera infeliz o inestable. “Todos tenemos en algún momento un
anhelo de volver a ser lo que fuimos. Eso es entendible”, afirma Eduardo.
También
hay ciertos factores que hacen a algunos más propensos a ponerle los cachos a
su pareja como, por ejemplo, el estatus social. Un estudio publicado en 2012,
en la revista Journal of Family Psychology, reveló que mientras más alto sea el
nivel de ingresos o el cargo de poder que ocupa una persona, mayores serán sus
probabilidades de vivir una aventura extramatrimonial.
Si
bien algunas infidelidades pueden ser el detonante del final de una relación
que venía mal, en otros casos puede ser una oportunidad ante la crisis. De
hecho, dice Perel, la mayoría de parejas que han experimentado infidelidades
han permanecido juntas y han transformado esa experiencia en algo positivo. “He
recibido en consulta a muchas parejas que gracias a esta situación han tenido
conversaciones mucho más abiertas y honestas de las que habían tenido en
décadas. Y también matrimonios en los que la vida sexual mejoró de manera
increíble y voraz. El miedo a la pérdida los hizo reavivar el deseo”.
Según
el sexólogo José Manuel González, ocho de cada diez parejas que sufren un
episodio de infidelidad salvan la relación. La situación los obliga a cambiar
sus hábitos y costumbres y a reflexionar sobre su vida en común. A partir de
allí, comienzan a tratarse mejor, a comunicarse con mayor fluidez y a tener más
sexo. “La infidelidad no es un problema, sino un signo de alerta. Muchas veces
este tipo de episodios son un mal necesario en un matrimonio para que las cosas
mejoren”, dijo González a SEMANA. Pero para esto es necesario que ambos pongan
de su parte, que estén interesados en reconstruir su relación y que establezcan
unas reglas para evitar malos entendidos.
Perel
está convencida de que es necesario renegociar las ideas sobre la monogamia y
la infidelidad, pues considera que la exclusividad emocional y sexual no puede
determinarse con certeza a la hora de establecer un compromiso de pareja.
Además, no es la única forma de traicionar la confianza en un matrimonio, pues
muchas veces el desprecio, la indiferencia y la violencia pueden ser peores.
Perel concluye: “Cada romance clandestino redefine una relación, y cada pareja
determina el legado de esa infidelidad. Pero los amoríos están aquí para
quedarse, y no van a desaparecer”.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario