Detrás de escena: con Donald Trump el día que perdió las elecciones en Estados Unidos
Una periodista acreditada en la Casa Blanca relata cómo el presidente vivió la peor jornada de su carrera política.
Vista del contingente que acompañó a Donald Trump mientras jugaba al golf el sábado 7 de noviembre, Foto: REUTER
El 7 de noviembre de 2020 ya tiene su lugar en la historia de Estados Unidos, en tanto fue el día en que se supo finalmente quién ganó una de las elecciones más reñidas y polarizadas en la historia del país. A Donald Trump, la peor noticia de su vida política lo sorprendió jugando al golf en uno de sus clubes en Virginia, a 40 kilómetros de la Casa Blanca.
Allí, lejos del entorno natural de la política, el presidente sufrió su derrota lejos de los colaboradores con los que estuvo conviviendo a lo largo de los últimos tres días mientras seguían el recuento en vivo. Los únicos testigos de la jornada fueron los periodistas acreditados a la Casa Blanca, quienes acompañan a Trump a dónde sea que le toque ir.
Según Tara McKelvey, la acreditada de la BBC, el día empezó de forma normal, aunque un poco tenso. Las condiciones climáticas eran ideales para el golf, y poco después de las 10 de la mañana vio aparecer a Donald Trump en la Casa Blanca con un pantalón negro, una campera rompeviento y una gorra blanca que decía Make America Great Again, el lema de su campaña y su gobierno.
Vista del contingente que acompañó a Donald Trump mientras jugaba al golf el sábado 7 de noviembre, Foto: REUTER
El presidente se había pasado las primeras horas del día tuiteando frenéticamente denuncias de que había habido fraude en las elecciones, alertando que sus abogados ya estaban trabajando con demandas destinadas a frenar los recuentos y a revelar las irregularidades.
En una Casa Blanca mayormente desierta debido a la ola de casos de COVID-19 que sufrió en las últimas semanas, los pocos empleados que estaban presentes exhibían el agotamiento y el estrés de los últimos días. McKelvey le preguntó a una de las mujeres cómo estaba: ella le respondió que bien y la miró solo un segundo, antes de volver a concentrarse en su teléfono y las actividades del día.
Caravanas y muestras de apoyo para Donald Trump y Joe Biden
Una caravana de autos y camionetas condujo por las calles de Washington DC y Virginia hasta llegar al club Trump National, en la localidad de Sterling. Los periodistas se congregaron en los bares y restaurantes de los alrededores mientras Trump procedía a jugar.
Todo transcurría sin problemas hasta que, a las 11.30, distintos medios empezaron a anunciar que el recuento en Pennsylvania daba como ganador a Joe Biden, quien así lograba llegar a los 270 electores que le aseguraban la presidencia de EE.UU..
La calma en torno al club donde Trump estaba jugando desapareció en un abrir y cerrar de ojos. Sus partidarios se habían congregado en las puertas para mostrarle su apoyo, mientras que algunos de sus opositores merodeaban por los extremos hablando por lo bajo.
"Es tóxico", escuchó la corresponsal de la BBC que le decía una mujer a su amiga, una votante demócrata dentro de esta región predominantemente alineada con el partido rival del presidente.
Sus simpatizantes, por otra parte, empezaron a hacerse escuchar. Algunos empezaron a insultar a los miembros de la prensa, y un hombre empezó a conducir su camioneta de un extremo a otro por la calle mientras desplegaba banderas vivando a Trump.
El presidente se tomó su tiempo para salir. Adentro estaba rodeado de amigos, mientras que afuera debía enfrentarse al maremoto de tensión que suele generarse en los lugares donde él está. Pasaron algunas horas, hasta que finalmente, Trump se subió a una camioneta y emprendió el regreso a Washignton DC.
La caravana de vehículos con escolta de seguridad de golpe se topó con un escenario distinto al que había experimentado a la ida. A los costados del camino había contingentes de personas con carteles refregándole en la cara la derrota al presidente.
Al llegar a la Casa Blanca, Trump optó por entrar por una puerta lateral a la Casa Blanca. Según Tara McKelvey, tenía los hombros caídos y la cabeza gacha. Al ver a los periodistas, les hizo un gesto de los pulgares arriba, una costumbre rara en él, que solía agitar su puño o levantar la mano para saludarlos.
Redacción Clarín con información de BBC News
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