6 oct 2013

¿Qué cine queremos?: Ugalde


¿Qué cine queremos?/VÍCTOR UGALDE*
Revista Proceso No. 1927, 5 de octubre de 2013;
El crimen del Padre Amaro, del Foprocine; Presunto culpable, del Imcine; Una película de huevos, del Fidecine, o Nosotros los nobles, del Eficine, sólo por citar las más exitosas películas de cada fondo o tipo de apoyo del Estado. ¿Por qué tipo de cine se inclinan los mexicanos?

Al recientemente nombrado director del Imcine (Instituto Mexicano del Cine), Jorge Sánchez, le resulta preocupante que el cine nacional en 2012 sólo obtuviera 4.8% de los espectadores nacionales, mientras que el número de estrenos fue 21% del total de las películas en cartelera.
 Esa situación se muestra aún más preocupante cuando en el pasado Festival Internacional de Cine de Guanajuato el país invitado al encuentro bilateral, Colombia, demostró que con 10.6% de los estrenos logró obtener 8.21% de su público, y eso que su población es 60% más pequeña que la nuestra y el precio de sus boletos de entrada es 33% mayor, alrededor de 4.48 dólares contra  3.60 en México.
 ¿Qué pasa con nuestro cine que no logra comunicarse debidamente con nuestro público? ¿Estamos siendo víctimas de un complot de los grandes grupos de la comunicación nacional y transnacional? ¿Se producen filmes sin importar el gusto de los asistentes al cine? ¿Realmente los productores están capacitados para producir cintas que logren recuperar su inversión? ¿Las prácticas contrarias a la libre competencia están colocando en riesgo de extinción a nuestro cine? ¿Se produce sin pensar en las audiencias gracias a las ayudas públicas? ¿Se regresó a los tiempos de los empresarios privados privilegiándose de los dineros públicos? ¿Quién es el culpable de que 14 películas sólo sean vistas en la Ciudad de México? ¿Por qué sólo nueve cintas nacionales pudieron estrenarse en los 32 estados de la República? ¿Es benéfico para nuestro cine que sólo existan dos cadenas de cine?
 Todas estas preguntas y muchas más deberán analizarse y responderse a la brevedad en diálogos y reuniones públicas con todos los integrantes de la cadena productiva, y en esto se debe incluir al público consumidor, ya que en  2010 sólo obtuvimos 6.1% del público con 17.9% de la oferta de los estrenos, y en 2011, 6.8% con 19.3%, cifras que marcan una crisis de comunicación que hay que resolver pronto.
 Afortunadamente, en 2013 está mejorando nuestra situación y con sólo una treintena de estrenos se ha alcanzado a 8.9% de los espectadores, aunque este éxito se debe en realidad a sólo una película, la comedia Nosotros los nobles, del director Gary Alazraky con guión de Patricio Saiz, Gaz Alazraki y Adrián Zurita, que ha atraído a 7.1 millones de espectadores y ha obtenido ingresos en taquilla por más de 340 millones. Esta cinta logró superar los 5.3 millones de espectadores de Sexo, pudor y lágrimas y los 5.2 de El crimen del Padre Amaro, con sus 165 millones de pesos en taquilla; además se ha posicionado por encima de varios éxitos estadunidenses, como todos los Harry Potters, El señor de los anillos, Batman, Piratas del Caribe, Iron Man, etcétera.
En su momento, la cinta de 2002 dirigida por Carlos Carrera y escrita por Vicente Leñero levantó un interés extraordinario del público nacional, producto del intento de censura que promovieron de manera conjunta la Iglesia y el gobierno panista que recién entraba a gobernar. Dado que al PAN le faltaban cuadros para administrar las instituciones culturales, estaban saturadas de funcionarios priistas que en ese momento sí exigieron el cabal cumplimiento de la ley de cine y afortunadamente se negaron a censurar las escenas solicitadas por el obispo de Morelia, como la imagen en la que se Ana Claudia Talancón se envuelve con un manto mientras Gael García le dice: “Pareces una virgen”, o aquella en la que los gatos se comen unos recortes de hostia. La negativa de exhibición se debía a que este filme criticaba duramente los vicios y la corrupción de la Iglesia.
Ese año a la cinta se le conoció como “el milagro del Padre Amaro”, ya que los exhibidores habían tenido un mal verano y andaban muy por debajo de sus expectativas económicas. Con el propósito de que El crimen… fuera lo menos vista posible, se organizó un complot de los exhibidores y se le estrenó en una mala fecha, septiembre. Y a pesar de que era la época de regreso a clases, las salas se empezaron a llenar milagrosamente gracias al talento del escritor y del director, tanto que los exhibidores lograron recuperarse de su bajo verano de filmes estadunidenses y no sólo alcanzar el crecimiento esperado, sino superarlo.
 Ahora, en 2013, el caso es diferente. La cinta de Gary Alazraky gustó a los exhibidores y se preparó un buen lanzamiento en marzo. Para promocionarla con el boca a boca, que es la gran arma de nuestro cine, se pensó en realizar un pre-estreno una semana antes, mostrándola en 160 salas el fin de semana previo, hecho que la recomendó muchísimo entre la población.
 La cinta está inspirada en la obra de teatro El gran Calavera, de Alfonso Torrado, que ya había sido adaptada al cine por Luis Alcoriza y su esposa Raquel. El filme fue dirigido a mediados del siglo XX por Luis Buñuel, quien con esa cinta logró recuperarse del gran descalabro que fue Gran casino, su debut en nuestro cine.
 El éxito de Nosotros los nobles se debe en primer lugar a la sensibilidad del joven director, pero también a la excelente mancuerna que realizó con el nobel productor Leonardo Zimbrón, quien siempre se preocupó de que en la adaptación se pensara en el público. Leonardo ha producido cintas muy taquilleras, como Efectos secundarios (1.2 millones de espectadores) o No eres tu soy yo (2.9 millones de espectadores), entre otras.
 Decimos que está inspirada, ya que el trazo de los personajes principales y los giros de la historia se cambiaron. El talento de los tres escritores logró reflejar el México actual y mejoró ostensiblemente las versiones anteriores. Según algunos de los asistentes, se consiguió mostrar claramente cómo algunos padres desearían poner a sus “ninis” a trabajar o estudiar, y otros más piensan que esta cinta fomenta el escapismo social al estilo Cantinflas o La India María, que permite que los pobres se burlen a sus anchas de los acaudalados y poderosos que los afrentan todos los días con su insultante riqueza.
 Si volvemos al inicio de estas letras veremos que la comedia es uno de los géneros más exitosos, tal y como lo muestran Sexo, pudor y lágrimas, Una película de huevos y ahora Nosotros los nobles. Este género es catárquico por excelencia y goza del favor del público, ya que le permite olvidarse por dos horas de su oprobiosa realidad.
 De ahí la amplia aceptación entre el público, de ahí que haya sido criticada por diversos grupos sociales que consideran al cine como arte y factor de identidad, vieja polémica que viene desde los inicios del invento, a principios del siglo XX, y que ha enfrentado al cine de consumo con el de arte académico. Conflicto eterno que se repite desde la antigua Grecia, cuando se consideraba que las comedias eran para el vulgo, y la tragedia para la nobleza y las élites.
 Esto nos regresa justo al centro de la discusión inicial: ¿Qué tipo de cine debe  ser apoyado con los escasos recursos públicos que el gobierno actual le destina, ya que en 2013 se hizo un recorte de 175 millones de pesos, y tal y como se ve el desarrollo económico del año este desastre puede repetirse para  2014?
 Todos los fondos han tenido fallas y aciertos, desde los éxitos comentados al inicio hasta cintas como Chamaco, que sólo reportó 176 espectadores y que recibió recursos del Fidecine (Fondo de Inversión y Estímulos de Cine); Río de oro, con 247 espectadores, apoyado por Eficine (Estímulo Fiscal a Proyectos de Inversión en la Producción Nacional), y Flor en otomí, con 356 espectadores, promovido por Foprocine (Fondo para la Producción Cinematográfica de Calidad).
 A decir del actual director del Imcine, el fideicomiso que ha fracasado es Fidecine, aseveración bastante temeraria, ya que este fideicomiso, con sus 169 cintas producidas de 2002 a 2012, ha logrado 39.9 millones de espectadores. A la fecha ha estrenado 81 filmes y ha obtenido el promedio más alto de espectadores por título, con 493 mil 601. Además ha reintegrado a sus arcas más de 115 millones de pesos.
 Si este es el que fracasó habría que ver su criterio respecto al Foprocine, que ha producido 231 cintas de 1998 a 2012 y sólo ha captado 24.8 millones de espectadores desde su fundación, logrando un promedio de 263 mil 705 espectadores por filme. Hay que recordar que una de las razones por las cuales la Secretaría de Hacienda y Crédito Público quería desaparecerlo desde principios del siglo XXI era por su bajo número de espectadores por título.
 Eficine, por su parte, ha impulsado 230 filmes de 2006 a 2012, y ha obtenido 11.5 millones de espectadores con sólo 29 estrenos, y 396 mil 464 espectadores por título.
 ¿Por qué tipo de cine se inclinan los mexicanos? ¿Por cuál los funcionarios? ¿Por el cine documental, reflejo directo y crudo de la situación por la que atraviesa nuestro país? ¿Por el de autor y experimental, que impulsa el nombre de México a través de los festivales del mundo, pero que conecta poco con el público nacional? ¿Aquel con viabilidad comercial, sea impulsado por el Fidecine o el Eficine, como Nosotros los nobles? ¿El cine de crítica social, como El crimen del Padre Amaro o El infierno? ¿El contemplativo?
 Mientras se discute el fondo de este asunto, no cabe duda de que el cine nacional ha obtenido un buen repunte desde el lejano 1997, cuando sólo se produjeron 14 largometrajes, hasta 112 en 2012. No obstante, en concordancia con el director del Imcine, es justo el momento de replantear qué tipo de cine se tiene que impulsar con los dineros públicos y cómo. ¿Queremos más comedias, más cine de terror, más películas de crítica social?
 Y además: ¿Las decisiones deben ser colegiadas por artistas o por todos los integrantes de la cadena productiva? Como diría Bob Dylan, “la respuesta está en el viento”. Y mientras tanto sólo podemos afirmar que, simple y llanamente, los mexicanos se inclinan por el buen cine.
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·      Escrito en agosto por el cineasta y presidente de la Sociedad Mexicana de Directores Realizadores de Obras Audiovisuales.

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