Historia de una
injusticia/Enrique Krauze
·...Mediáticamente, se ha incurrido en una falta mayor: no respetar la presunción de inocencia. Si, como resutado de las diligencias que está realizando la PGR, Rosa Verduzco no es finalmente inculpada, los medios deberían darle, a posteriori, el beneficio de la duda que le negaron antes de juzgarla y condenarla
Reforma, 20 Jul. 2014;
Toda
vida humana es sagrada pero la vida de un niño lo es más. Por eso, si en La
Gran Familia hubo delitos, así como maltrato y abusos sexuales a niños, sobre
los culpables de ese hecho abominable debe caer todo el peso de la ley. Pero
justamente porque la vida de los niños es la más sagrada, quiero refrendar mi
defensa de Rosa Verduzco. No creo que ella haya sido responsable de esos
hechos. No creo que los conociera. Creo que su obra -hoy liquidada para
siempre- simbolizó lo contrario: la sagrada misión de cuidar y educar a los
niños.
No
perdamos de vista lo central: ahí donde el Estado fue omiso en su
responsabilidad de asistencia, allí donde la Iglesia ya no podía o quería
acudir en auxilio de los huérfanos, los expósitos, incluso los delincuentes y
descarriados, Rosa los acogía, les daba en muchos casos su apellido y, en
todos, una educación, unos oficios, una disciplina, un sentido de pertenencia,
el calor de un nosotros. Por eso su casa escuela se llamó La Gran Familia,
institución que, de manera autónoma, con una ayuda limitada de los gobiernos, viviendo
de la caridad, formó a cerca de 8,000 personas.
Se
dice que una imagen habla más que mil palabras. También es verdad que una
imagen desvirtuada o sacada de contexto puede mentir más que mil palabras. Los
barrotes de acero en una ventana, por ejemplo, sugieren pero no implican
privación de libertad. El deterioro físico del lugar que aparece en algunas
imágenes puede ser terrible, o parecerlo, porque una investigación objetiva
hubiese descubierto, por ejemplo, que había cría de puercos, alimentados con
esos deshechos apilados, causantes del mal olor. Y si el deterioro afectaba la
salud de los niños, ¿dónde estaba el DIF para impedirlo? Y la falta de imágenes
también es significativa: ¿por qué no ha aparecido ninguna imagen de las aulas
de la escuela primaria, secundaria y el bachillerato (avalados por la SEP) de
La Gran Familia? ¿Por qué no hemos escuchado algunos de sus conciertos? ¿Dónde
quedaron sus instrumentos musicales? ¿Dónde fueron a dar sus archivos con la
documentación sobre los niños?
Mediáticamente,
se ha incurrido en una falta mayor: no respetar la presunción de inocencia. Si,
como resutado de las diligencias que está realizando la PGR, Rosa Verduzco no
es finalmente inculpada, los medios deberían darle, a posteriori, el beneficio
de la duda que le negaron antes de juzgarla y condenarla. No sólo es un tema de
equidad sino de legalidad. La nueva Ley de Telecomunicaciones prevé claramente
el derecho de réplica en un caso como éste.
He
dicho que los delitos y abusos son abominables y deben castigarse. Pero sin
relativizar el hecho, cabe también preguntar ¿cuántas escuelas en México,
algunas de muy caras colegiaturas, han sufrido muy recientemente escándalos
sexuales, incluida la pedofilia, sin que haya seguido algo remotamente similar
a la reacción jurídica y mediática contra Rosa Verduzco? ¿Eran menos graves por
ser establecimientos para ricos y dirigidos por ricos? Y allí entran una vez
más las imágenes: pareciera que es ella la que ha causado la pobreza de esos
niños. Es todo lo contrario: ella misma decidió unir su vida sin reservas a la
de ellos y quiso sacarlos de la pobreza. Y en muchos casos lo logró.
Pido
al lector imaginar lo que significa atender de continuo a cientos de niños
(entre 300 y 500), provenientes de los lugares más desfavorecidos: bebés
abandonados, niños malqueridos, maltratados, que viven en cloacas, entre un
mundo de drogas, alcohol, golpes, necesidades extremas y atroces abusos. De ese
triste medio venían los niños de Mamá Rosa. De ese infierno los salvó. E hizo
mucho más: los educó.
La
avalancha de imágenes ha sido tan abrumadora que casi cualquier argumento o
matiz parece no sólo inútil sino insensible y ruin. Pero aún así, contra la
corriente, pregunto: ¿alguno de los lectores se ha propuesto adoptar hasta las
últimas consecuencias a un solo niño indigente? Si no por décadas, ¿por una
semana, un día? Imagine el lector un promedio de 400 niños, por 66 años
ininterrumpidos, y pregúntese si de verdad es justo humillar a quien realizó
una acción humanitaria tan extraordinaria.
Quizá
alguien escriba un día la historia de Rosa Verduzco y La Gran Familia. Si lo
hace con objetividad y empatía, su versión distará mucho de la que hoy maneja
la opinión pública. Sólo el tiempo dirá si el Estado mexicano -que ha asumido
el destino de esos niños- estará a la altura de la trayectoria de una modesta
mujer de 83 años, ahora sepultada en un mar de lodo verbal, mentira y oprobio.
www.enriquekrauze.com.mx
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