“También recientemente, el gobierno de Peña Nieto le extendió hasta diciembre de 2017, los contratos de renta de las plataformas Centenario y Bicentenario, aunque “con una rebaja”. El precio que se negoció fue de 365 mil dólares al día. l
Revista
Proceso
# 2059, 16 de abril de 2016.. ‘
Laberinto
de empresas fantasma para exprimir a Pemex/
JORGE
CARRASCO ARAIZAGA Y MATHIEU TOURLIERE
José
Ramiro Garza Cantú –un empresario cercanísimo al poder desde hace 40 años y
dueño del diario La Razón– armó una estructura planetaria de compañías offshore
para rentarle tres plataformas de exploración a Pemex. El tamaulipeco se valió
de los servicios de Mossack Fonseca para urdir empresas fantasma en varios
continentes, conseguir préstamos, librar auditorías, evitar el pago de
impuestos y, finalmente, cobrarle 1 millón y medio de dólares diarios a
Petróleos Mexicanos. Y, según la información disponible, hasta la fecha las
plataformas no le han dejado un solo peso de ganancias al país.
Antiguo
contratista de Petróleos Mexicanos, José Ramiro Garza Cantú es uno de los
mexicanos más beneficiados de las empresas offshore de Mossack Fonseca. Con la
ayuda del despacho panameño especializado en paraísos fiscales, integró una
vasta red de compañías de papel para rentarle a Pemex plataformas para la
exploración en aguas profundas por casi 1 millón y medio de dólares al día, sin
que a la fecha se haya anunciado hallazgo alguno.
Con
84 años recién cumplidos y nacido en Reynosa, Tamaulipas, Garza Cantú es desde
hace casi cuatro décadas contratista de la principal empresa del Estado
mexicano. Sus relaciones económicas con Pemex las comenzó en los setenta al
lado del entonces poderoso líder del Sindicato de Trabajadores Petroleros de la
República Mexicana, su paisano ya fallecido Joaquín Hernández Galicia, La
Quina.
Las
distintas administraciones de Pemex durante los gobiernos priistas lo hicieron
crecer como contratista. Pero fue en el gobierno del panista Felipe Calderón
cuando consiguió multimillonarios contratos para encaminarse en la explotación
de lo que el expresidente llamó “un tesoro escondido en el fondo del mar”.
El
gobierno de Enrique Peña Nieto se los ha ampliado hasta diciembre del próximo
año, a pesar de que la empresa estatal enfrenta la caída de los precios
internacionales del crudo. Apenas la semana pasada, la Secretaría de Hacienda
anunció una inyección de 123 mil 500 millones de pesos para pagar a proveedores
y reducir su deuda.
Para
lograr los millonarios contratos, Garza Cantú recurrió a complejas estructuras
financieras que impulsó desde el inicio del gobierno de Calderón a través de
dos grandes operadores: el propio Mossack Fonseca y la firma Igmasa, experta
también en la creación de empresas en paraísos fiscales e involucrada en
escándalos de evasión de impuestos en la compra-venta de jugadores en el futbol
europeo.
Gracias
a esas estructuras, Garza Cantú es ahora uno de los pocos mexicanos que ha
capitalizado “el tesoro” anunciado por Calderón, según muestran los documentos
que forman parte de la investigación periodística internacional #PanamaPapers,
de la que Proceso formó parte.
El
periódico alemán Süddeutsche Zeitung (http://www.sueddeutsche.de/) obtuvo de
manera anónima 11 millones y medio de documentos sobre las operaciones de
Mossack Fonseca en paraísos fiscales de todo el mundo desde su creación, en
1977, hasta diciembre pasado. La investigación fue coordinada por el Consorcio
Internacional de Periodistas de Investigación (ICIJ, por sus siglas en inglés,
https://www.icij.org/) que la compartió con más de cien organizaciones
periodísticas en el mundo.
El
pasado domingo 3, cuando Proceso dio a conocer en proceso.com.mx los resultados
de la investigación, los nombres de José Ramiro Garza Cantú y su hijo José
Ramiro Garza Vargas fueron identificados como dos de los clientes más
importantes de Mossack Fonseca en México. Sus archivos suman miles de correos
electrónicos, imágenes, actas y otros documentos.
Requerido
antes de esa publicación, Garza Cantú, propietario del periódico La Razón, no
respondió a las llamadas de Proceso. Pero una vez que los Panama Papers se
habían convertido en noticia mundial, el Grupo R, conglomerado de las empresas
del contratista de Pemex, emitió un comunicado de prensa para justificar sus
operaciones offshore.
Fechado
el jueves 7, el comunicado fue firmado por Enrique Tovar, director de
Planeación de Grupo R y quien ha participado como directivo en algunas de las
sociedades offshore con las que Garza Cantú ha obtenido los contratos para el
arrendamiento de plataformas petroleras a Pemex.
En
su comunicado, Tovar defendió la legalidad de las empresas offshore y las
señaló como necesarias para la operación de Grupo R. Sin embargo, desvió el
tema hacia el arrendamiento de embarcaciones para Petróleos Mexicanos.
Apenas
de soslayo se refirió al arrendamiento de plataformas petroleras de aguas
profundas. Y mucho menos mencionó el laberinto de empresas offshore que ha
creado el grupo para obtener los contratos de arrendamiento.
En
los archivos de Mossack Fonseca se documenta la maraña de empresas a través de
las cuales el Grupo R le renta a Pemex tres plataformas de aguas profundas con
las que obtiene cerca de 1 millón y medio de dólares al día. Se trata de las
plataformas Centenario y Bicentenario, en la costa de Veracruz; y Muralla IV,
en el litoral de Tabasco. Las tres tienen bandera de Panamá, con las ventajas
fiscales que eso representa.
Las
operaciones en paraísos fiscales le han permitido a Garza Cantú también, ya en
el gobierno de Peña Nieto, crear cuatro fundaciones en el paraíso fiscal de
Seychelles, también con el apoyo de Mossack Fonseca, firma que tras el
escándalo de los #PanamaPapers es investigada por la Fiscalía Anticorrupción de
Panamá.
Clave
en la creación de las estructuras offshore de Garza Cantú es el despacho
Igmasa, que tiene su sede en el principado de Andorra, un paraíso fiscal en Los
Pirineos.
Igmasa
fue fundado en 1987 y es cliente de Mossack Fonseca desde inicios de los años
2000, con el que tenía “más de 50” sociedades operativas en 2010, según correos
electrónicos obtenidos por el ICIJ.
En
los archivos de los Panama Papers, Proceso encontró que entre 2009 y 2015
Igmasa creó tres empresas en Hong Kong para Garza Cantú; a las que se suman
tres en Bélgica, dos en Uruguay, cinco en Seychelles, una en Gibraltar, otra en
Luxemburgo, dos en Portugal y una en Inglaterra. Además, incorporó cuatro
fundaciones en Seychelles para el empresario y su hijo, y participó en
transacciones multimillonarias con bancos de Europa y Estados Unidos que el
magnate realizó a través de estructuras offshore.
A
pesar de la intensa colaboración entre las dos firmas dedicadas a la creación
de empresas offshore, el 12 de febrero de 2010 Ignasi Maestre, uno de los
socios del despacho Igmasa Management, envió un correo electrónico a Jürgen
Mossack y Ramón Fonseca, los fundadores de Mossack Fonseca, para expresarles su
“descontento en el funcionamiento de su oficina de Hong Kong”.
La
palabra “descontento” era un eufemismo. Desde el 9 de diciembre de 2009 Igmasa
había solicitado a la oficina de Mossack Fonseca en Hong Kong que cambiara
“urgentemente” las acciones de Luntam Holding, una empresa ficticia incorporada
en la ciudad china. El nuevo accionista debía ser Sabia Drilling Business S.A.,
una sociedad incorporada en Seychelles en 2009.
Pero
tanto la oficina de Mossack Fonseca en Hong Kong como su proveedor
multiplicaron los errores –incluso enviaron los documentos a Johannesburgo en
lugar de Andorra– y el proceso se demoró dos meses. Además, se negaron a seguir
una instrucción de Igmasa: posfechar los documentos para que Sabia Drilling
Business apareciera como accionista desde el 1 de diciembre de 2009.
La
urgencia se debía a que Igmasa gestionaba una importante operación de compra de
activos para la familia Garza Cantú, la cual implicaba dos préstamos por un
total de más de 495 millones de dólares para afianzar su relación comercial con
Pemex.
El
22 de enero de 2010, los despachos Deloitte y Clifford Chance iniciaron una
auditoría jurídico-fiscal de la compleja estructura offshore que Igmasa había
armado para la operación. Cuando Maestre envió el correo a Mossack Fonseca, el
despacho de Andorra se encontraba bajo mucha presión, pues debía presentar a
los auditores los documentos que se estaban tramitando en Hong Kong.
Un
mes después, Igmasa pudo resolver los problemas con sus auditores, pero Garza
Cantú estuvo a punto de perder un jugoso negocio: el arrendamiento a Pemex de
la plataforma de perforación semisumergible Centenario GR, por el cual el
empresario cobra 495 mil dólares diarios a la paraestatal desde su puesta en
operación, en julio 2011.
La
operación de compra de la plataforma resultó de una ingeniería offshore de suma
complejidad, la cual articuló una empresa en Seychelles, otra en Hong Kong –así
como su subsidiaria en Bélgica– y una última sociedad incorporada en Portugal.
“El
tesoro escondido”
A
partir de la presentación de su fallido proyecto de reforma energética, en
abril de 2008, la administración de Felipe Calderón insistió en la importancia
del petróleo en aguas profundas para el futuro de México. El proyecto había
arrancado meses antes, y Garza Cantú ya era un elemento central en ello.
En
junio de 2007, Pemex Exploración y Producción (PEP) –entonces a cargo de Jesús
Reyes Heroles– otorgó una serie de multimillonarios contratos para la
instalación y el arrendamiento de cuatro plataformas perforadoras
semisumergibles en aguas ultraprofundas del Golfo de México.
Las
empresas ganadoras fueron Industrial Perforadora de Campeche –filial de Grupo
R–, con un contrato de cerca de mil millones de dólares; la inglesa Sea Dragon
Offshore –958 millones de dólares–, la estadunidense Noble Corporation –530
millones de dólares– y la noruega PetroMena –942 millones de dólares–.
PetroMena
obtuvo uno de los contratos a pesar de que se encontraba en crisis, y en mayo
de 2009 ocurrió lo anunciado: la empresa noruega se declaró en quiebra y se
puso a disposición de una Corte estadunidense para proceder a la venta de sus
bienes, entre ellos la plataforma PetroRig III, destinada a ser arrendada a
Pemex.
Fue
una oportunidad de negocio más de Garza Cantú con Petróleos Mexicanos. A través
del despacho Igmasa, empezó a maniobrar desde marzo de 2009 para comprar esa
plataforma, que más tarde se conoció como Centenario GR.
Los
documentos filtrados muestran que, el 18 de ese mes, la filial de Mossack
Fonseca en Seychelles constituyó la empresa Sabia Drilling Business, S.A.,cuyos
primeros directores fueron Garza Cantú y Garza Vargas. En junio siguiente,
traspasó Luntam Holding Limited, una sociedad de Grupo R en Hong Kong, a la
administración de Mossack Fonseca.
El
despacho de Andorra actuó con urgencia y en 10 meses tenía su estructura
preparada. Sabia Drilling se adueñó de las acciones de Luntam Holding Limited y
de Rubicon Drilling Services, una empresa fantasma establecida en el
archipiélago de Madeira en Portugal, que goza de un régimen tributario
equivalente al de un paraíso fiscal.
En
febrero de 2010, la agencia Moody’s adelantó que Pemex otorgaría el contrato de
arrendamiento de la plataforma PetroRig III a Grupo R, pese a que la
calificadora había advertido que el corporativo del tamaulipeco era de
“limitada experiencia” en operaciones de aguas profundas.
Para
comprar la plataforma, trasportarla hacia el pozo e instalarla –lo cual tuvo un
costo de 660 millones de dólares–, Grupo R obtuvo dos préstamos de BBVA Bancomer,
el primero por 225 millones y el segundo por 270 millones de dólares, que
fueron protegidos por dos acuerdos prendarios.
En
ese esquema, no fue directamente Grupo R el que adquirió la plataforma, sino
RDS Ultra-Deepwater Ltd., establecida en las Islas Caimanes y filial de la
empresa Rubicon Drilling Services.
unto
con Luntam Holding, Rubicon Drilling Services compró en 2009 a la belga
Wilemprom SPRL, firma que en los archivos de Mossack Fonseca se describe como
empresa de “inversiones de compañías”.
La
mesa estaba puesta. Desde entonces, Rubicon Drilling Services arrienda la
plataforma Centenario GR a la empresa de papel belga; la cual a su vez la
subarrienda a Grupo R Exploración Marítima, que la renta a PEP por 495 mil
dólares al día.
Esquemas
similares
Igmasa
Management armó otros dos esquemas similares para la familia Garza Cantú. El
primero lo empezó en junio de 2007, al inicio del gobierno de Calderón, cuando
Industria Perforadora de Campeche (IPC) S.A. de C.V., obtuvo el contrato de
Pemex para operar una plataforma en las aguas profundas del Golfo de México.
En
ese caso, la empresa de Hong Kong no se llamaba Luntam Holding, sino Asia
Drilling Equipment Holding Limited; la portuguesa fue Utiledulci Comércio
Internacional E Servicos; y la belga fue Euro Investments Maritime Equipment.
La plataforma, construida por la empresa coreana Daewoo Shipbuilding &
Marine Engineering, fue bautizada Bicentenario. Desde junio de 2011 IPC la
alquila a Pemex por 530 mil dólares al día.
Igmasa
empezó a montar la tercera estructura con Mossack Fonseca en junio de 2011. En
los documentos obtenidos por el ICIJ no aparece la finalidad de esa estructura.
Además
de las Centenario GR y Bicentenario, desde febrero de 2013 Garza Cantú renta a
Pemex La Muralla IV, otra plataforma de perforación en aguas ultraprofundas
ubicada a 148 kilómetros de la costa tabasqueña. En un requerimiento de
información pública, Pemex informó que Grupo R Perforación Marina S.A. de C.V.,
arrienda además la plataforma Muralla IV a PEP por 489 mil dólares diarios.
En
2014 Igmasa realizó una serie de reestructuraciones en las empresas a petición
del empresario tamaulipeco. Con estos cambios, Cardalem S. A., una empresa que
la familia Garza abrió en Uruguay en diciembre de 2008, se adueñó de las
acciones de las sociedades de Hong Kong relacionadas con las plataformas. El
primer director de la empresa uruguaya fue Enrique Tovar Milán, director de
Planeación de Grupo R y director general de Grupo R Exploración Marina S.A. de
C.V.
Entre
los movimientos más recientes registrados en los archivos de Mossack Fonseca,
la filial de Mossack Fonseca en Seychelles incorporó entre 2014 y 2015 cuatro
fundaciones cuyos beneficiarios son los Garza, padre e hijo. También
recientemente, el gobierno de Peña Nieto le extendió hasta diciembre de 2017,
los contratos de renta de las plataformas Centenario y Bicentenario, aunque
“con una rebaja”. El precio que se negoció fue de 365 mil dólares al día. l
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