El
terrorismo del futuro viene para quedarse/Juan Cayón Peña es Rector de la Universidad Nebrija.
El
País |21 de noviembre de 2015
Los
recientes acontecimientos de París han conmocionado a la opinión pública
mundial y no es para menos. Los terroristas eran, aparentemente, nacionales
franceses o belgas entrenados en Siria; los objetivos no eran lugares
especialmente significativos; las víctimas, todas ellas, ciudadanos inocentes
sin ninguna particularidad que los hiciera especiales; las armas utilizadas, de
guerra pese al entorno enteramente civil. Cualquiera de nosotros podría haber
estado allí y ser una víctima mortal.
Hace
ya algunos años que el líquido enemigo terrorista lleva la iniciativa cuando se
trata de atentar en suelo occidental. Siempre nos sorprende con gran audacia y
nos golpea con dureza, multiplicando exponencialmente los efectos de sus
acciones gracias al universo audiovisual en el que estamos insertos y que nos
ofrece imágenes de todo lo que pasa en cualquier sitio en tiempo real. Como si
de un videojuego se tratara, vemos en nuestros móviles y tabletas el horror,
nos solidarizamos fugazmente con algún gesto bien intencionado aunque quizá
inútil, y a otra cosa, a seguir cada uno con lo nuestro sin recordar nuestra
indignación o conmiseración a la hora de votar en las siguientes elecciones, a
la hora de tomar decisiones.
Pero
es momento de tomar decisiones, porque el modelo de terrorismo que padecemos,
con independencia de nuestra posición particular a favor o en contra de la
alianza o del choque de civilizaciones, requiere actuar, decidir. Podemos optar
por ignorar la realidad y tratar de seguir viviendo en nuestro idealizado
Occidente confiando que no nos toque en nuestra patria, en nuestra ciudad, en
nuestro barrio o en nuestra familia. Podemos también, cómo no, optar por la
huida o la venganza, actitudes contrapuestas pero igualmente irrelevantes para
acabar con la amenaza, pues la deserción de nuestra responsabilidad no elimina
el problema y la probablemente sencilla (si se deseara firmemente) victoria
sobre terreno no occidental, ya llega tarde para evitar las lágrimas en suelo
propio.
Podemos
incluso renunciar a la libertad y dotar a los obsoletos y burocráticos estados
todo el poder de intervención física, electrónica y de telecomunicaciones,
extendiendo a nuestras vidas la paranoia aeroportuaria en la profecía del Gran
Hermano de Orwell. Pero ni con los potentísimos sistemas de inteligencia
artificial o los avanzados sistemas de explotación de big data y reconocimiento
facial o biométrico, aplicados a las calles de cualquier ciudad, podremos
evitar que quien quiere matar para combatir al infiel lo haga con un cuchillo o
a mano.
Mucho
lamento ser agorero y tener un enfoque tan pesimista que probablemente no
merezca difundirse para no quebrar más el ánimo en estos momentos de tribulación.
Pero me temo que el terrorismo del futuro ya ha llegado y se quedará con
nosotros mucho tiempo.
Porque
para encontrar una solución es necesario hacer un replanteamiento de nuestras
políticas culturales y educativas, una verdadera comprensión del fenómeno
religioso islámico y, probablemente, una recuperación de nuestros propios
valores ya hoy casi olvidados y sustituidos por un relativismo suicida. Y todo
ello, claro está, acompañado de una mayor profundización en la inteligencia del
terror, de sus fuentes de captación y de financiamiento, seguidas de
contundentes medidas policiales y en su caso militares. Por eso, aunque estimo
muy difícil que Occidente vuelva a vivir en paz, creo que sólo sería posible
con profundos cambios de actitud.
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