Revista
Proceso
# 2038, 21 de noviembre de 2015
Todos
lo sabían, nadie hizo nada/JORGE
CARRASCO ARAIZAGA
Muchas
señales de alerta fueron enviadas por los policías federales encargados de
vigilar a Joaquín El Chapo Guzmán cuando estaba preso en El Altiplano. Todas
apuntaban a una posible fuga del narcotraficante, según revela información
obtenida por este semanario gracias a la plataforma Méxicoleaks, misma que fue
verificada con funcionarios del gabinete de seguridad. Pero todo lo informado
por los agentes a sus entonces jefes, Ramón Eduardo Pequeño, de la División de
Inteligencia de la PF, y Monte Alejandro Rubido, titular de la Comisión
Nacional de Seguridad –ambos subordinados del secretario de Gobernación, y
antes parte del equipo de Genaro García Luna–, cayó en el vacío. Nadie se dio
por enterado. Nadie evitó el escape.
'La
fuga de Joaquín El Chapo Guzmán Loera era un escenario posible que advirtieron
en distintas ocasiones los policías federales encargados de su vigilancia. A
través de las escuchas de sus conversaciones supieron que con la ayuda de sus
abogados, de otros internos del Altiplano y contactos con funcionarios de la
Secretaría de Gobernación estaba tras los planos de ese penal.
También
interesados en obtenerlos se mostraron los representantes de la empresa
Systemtech, responsable de colocarle a Guzmán el brazalete que lo ubicaba en el
área de Tratamientos Especiales, de donde nunca fue movido.
Los
agentes federales reportaron esos hechos desde el Cefereso número 1 a quienes
tenían que saberlo en la División de Inteligencia, en la Ciudad de México. La
información acabó perdida en la red de funcionarios de esa área de la Policía
Federal (PF).
La
posibilidad de una segunda fuga de un penal de máxima seguridad fue considerada
por sus vigilantes desde finales de 2014, pero todavía en marzo de este año, a
cuatro meses de que ocurriera, la valoraron como “compleja”, según información
de inteligencia obtenida por Proceso a través de la plataforma Méxicoleaks y
verificada con funcionarios del gabinete de seguridad.
Concretada
la evasión la noche del sábado 11 de julio, los encargados de la vigilancia del
líder más conocido del Cártel de Sinaloa informaron cinco días después: “El
área a cargo de dicho seguimiento se hizo cargo de informar a los mandos que
correspondía, la intención de dar un seguimiento puntual de las relaciones que
el capo iba consolidando mientras se encontraba en reclusión. Por ello se
realizó el documento… en el que se enfatizó las intenciones desde finales de
2014 que tenía el exlíder de planear una fuga, por supuesto con el apoyo de
funcionarios”.
La
información es parte de reportes de inteligencia y tarjetas informativas elaborados
para la PF, la Comisión Nacional de Seguridad (CNS) y la Secretaría de
Gobernación (Segob).
Como
responsable de las políticas de seguridad pública para el país, la Segob
absorbió a partir de este sexenio las funciones de la Secretaría de Seguridad
Federal y las concentró en la CNS, de la que depende la Policía Federal.
Además, es responsable del Órgano Administrativo Desconcentrado de Prevención y
Readaptación Social (OADPRS), encargado de la administración de los penales
federales.
La
fuga del Chapo implica a todas esas instancias, además de las autoridades del
Altiplano. Sin embargo, y a pesar de las alusiones a “altos funcionarios” de la
Segob, sólo una del OADPRS ha sido acusada como probable responsable de la
evasión: Celina Oseguera Parra, entonces coordinadora general de Centros
Federales.
Su
jefe inmediato, el titular del OADPRS, Ignacio Hernández Mora, sólo fue cesado,
sin que se abriera una indagatoria penal en su contra, de acuerdo con lo
informado hasta ahora por la Procuraduría General de la República (PGR).
Tampoco
se inició proceso penal contra el jefe de la División de Inteligencia, el
comisario Ramón Eduardo Pequeño García, el primer responsable del seguimiento y
vigilancia del Chapo. Sólo fue removido en espera de ser reasignado a una nueva
área dentro de la PF.
Ambos
fueron protegidos por su jefe, el entonces titular de la CNS, Monte Alejandro
Rubido García. Hernández Mora había llegado al OADPRS a instancia de Rubido,
pese a su falta de conocimiento en el área penitenciaria, lo que generó
diferencias con Oseguera, quien sí tiene una experiencia de casi tres décadas
en la materia.
Ante
el escándalo internacional por la evasión, Pequeño García tuvo que salir de la
División de Inteligencia, pero a instancias de Rubido se esperaba que fuera
designado titular de la Policía Cibernética. Su nuevo nombramiento sólo era
cuestión de días.
Los
funcionarios federales contaron a Proceso que su nuevo encargo se haría al
mismo tiempo que la designación como nuevo jefe de la División de Inteligencia
de Damián Canales Mena, quien había renunciado como jefe de la Comisión Estatal
de Seguridad del Estado de México tres semanas antes de la fuga del Chapo.
Pero
en la víspera del nombramiento, que se hizo el 15 de julio, Pequeño García fue
captado por los servicios de inteligencia de la Segob en una reunión con el
exsecretario de Seguridad Pública Genaro García Luna en un restaurante del sur
de la Ciudad de México. El titular de la Segob ordenó la salida definitiva de
Pequeño de la PF.
Su
hasta entonces jefe y viejo aliado, Monte Alejandro Rubido, también cercano a
García Luna, terminó por renunciar a la CNS el 27 de agosto, a pesar de que
tras la fuga dijo que no dimitiría.
Segundas
alertas
De
acuerdo con lo reportado durante la prisión del Chapo, la perspectiva de un
segundo escape se volvió a considerar en marzo de 2015, cuatro meses antes de
que ocurriera.
Los
encargados de vigilar a Guzmán, a quien se referían como Benito, escribieron:
“No se puede descartar una segunda fuga ya que existe la posibilidad de que
esté coadyuvando con algún otro recluso, esto debido a que los planos del
Cefereso Altiplano podrían servir también para los de Occidente y Noreste
porque fueron construidos de la misma forma”. El penal de Occidente está en
Guadalajara –de donde El Chapo se fugó en 2001– y el Noreste, en Matamoros,
Tamaulipas.
Los
vigilantes de Guzmán también habían detectado que por medio de su abogado
Andrés Granados Flores El Chapo solicitó los planos, croquis e imágenes del
penal del Altiplano, así como de la distribución de los internos. El litigante
fue uno de los primeros detenidos tras la fuga, pero la PGR careció de pruebas
para demostrar su culpabilidad, por lo que la justicia federal decretó su
liberación.
Los
encargados del seguimiento refirieron que la búsqueda de los planos “pudiera
obedecer a la intención de tratar de fugarse nuevamente, aunque las
condiciones, de concretarlas, se aprecian complejas”.
El
primer intento por conseguir los planos ocurrió el 14 de marzo de 2014, cuando
Guzmán apenas llevaba un mes preso en el Altiplano. Según sus vigilantes, ese
día ingresaron al penal José Rodolfo Ordóñez Arce y Miguel Ángel Razo Quevedo,
representantes de la empresa Systemtech, quienes recorrieron diferentes áreas
del Cefereso para ver si era factible instalar un sistema de monitoreo
georreferenciado que se activaría por radiofrecuencia.
El
sistema consistiría en colocar un dispositivo en el tobillo o muñeca de Benito
que emitiría una alarma audiovisual en caso de que se utilizara en una ruta
diferente al momento de desplazarse hacia los juzgados o las áreas de visita.
Los
técnicos pidieron un croquis del penal. El entonces director del Cefereso 1,
Valentín Cárdenas Lerma, actualmente detenido, les dijo que la petición la
debían hacer al OADPRS.
Seis
días después de ese recorrido, el 20 de marzo, el técnico de la empresa Mario
Alberto Portela Gil, entró a la celda del Chapo, la número 20 del pasillo 2 del
área de Tratamientos Especiales, donde estaban concentrados varios de los
principales jefes del narcotráfico en México.
El
técnico colocó un contacto para que Guzmán Loera pudiera cargar el brazalete
por lo menos durante dos horas al día. El propósito era que lo usara como
reloj, según dijo el director del penal. El dispositivo le fue colocado ese
mismo día, pero sus vigilantes reportaron que le tuvo que ser cambiado en tres
ocasiones.
Los
funcionarios gubernamentales aseguran a este semanario que durante toda la
vigilancia el brazalete fue inútil. Dicen también que las investigaciones por la
evasión incluyen a Systemtech.
Según
el portal electrónico de la empresa Systemtech Soluciones Tecnológicas se trata
de una firma dedicada a la venta de productos y servicios de tecnología creada
en 1978. Entre sus productos está el dispositivo de rastreo satelital “para
preliberados o programas de justicia restaurativa”.
En
los registros de la CNS sobre empresas de seguridad privada autorizadas está
registrada como Systemtech Sistemas Tecnológicos, S.A. de C.V., con permiso
para operar en todo el país hasta junio de 2016.
Fundada
por mexicanos de origen israelí, la firma tiene autorización para la
instalación de alarmas y monitoreo electrónico, así como para la venta e
instalación de equipos, dispositivos, aparatos y sistemas de posicionamiento
global (GPS), entre otras capacidades.
Proceso
buscó a los representantes de la empresa; no contestaron.
Systemtech
Sistemas Tecnológicos también ha sido contratada por el Gobierno del Distrito
Federal para el monitoreo electrónico de preliberados. Uno de los contratos más
recientes data de enero de este año.
El
Registro Público de la Propiedad del Distrito Federal indica que su principal
accionista fundadora fue la firma Asiagro Private Limited. Su actual
administrador es Manuel Calderón Correa. Uno de sus comisarios ha sido Samuel
Fridman Goldberg, quien aparece en la lista de Swissleaks sobre los mexicanos
que ocultaron dinero en Suiza, según los registros del Consorcio Internacional
de Periodismo de Investigación, de Washington.
Los
reportes sobre El Chapo enviados a la División de Inteligencia se refieren a
esa misma razón social como la encargada de instalar un sistema de
identificación por radiofrecuencia (RFID) mediante un brazalete “instalando en
el centro de control la estación de monitoreo”. Desde el inicio aclaró que el
dispositivo sólo iba a operar en el área de Tratamientos Especiales.
El
centro de monitoreo del penal estaba a cargo de efectivos de la PF que ahora
están también acusados como corresponsables de la fuga. En total, 12 de ellos
están bajo proceso penal por la evasión. Pero la responsabilidad establecida
por la PGR no va más allá de estos empleados.
Los
resultados del monitoreo se transmitían a la División de Inteligencia, en la
sede de la PF en la Ciudad de México. Para el funcionamiento del brazalete, el
RFID tiene un microchip adjunto a una o más antenas que emiten ondas de radio y
reciben las señales del dispositivo.
Los
agentes federales sostuvieron que fue el 5 de agosto del año pasado cuando
Cárdenas Lerma recibió indicaciones de Celina Oseguera en el sentido de que
para aumentar la seguridad y mejorar la ubicación de Benito se iban a colocar
antenas de seguridad. Le informó que al día siguiente personal de una empresa
cuyo nombre no se indica entraría al Cefereso para “realizar unos estudios de
campo en relación a unas antenas que precisarán la ubicación de Benito”.
Cárdenas
le advirtió a Oseguera que el brazalete ya estaba muy deteriorado y ese mismo
día se le había caído al interno durante la visita familiar.
En
una interpretación de esos datos, la información considera que la ubicación y
coordenadas precisas del Chapo en el penal pudieron haber sido por las antenas
o a través del cargador del brazalete, si es que tenía un GPS.
En
la década pasada José Rodolfo Ordóñez Arce, uno de los representantes de
Systemtech y quien de acuerdo con los informes recorrió el penal, fue
subdirector de Informática en la Dirección General de Prevención y Readaptación
Social del Distrito Federal. En 2005, empleados de esa oficina protestaron ante
el entonces jefe de Gobierno del DF, Andrés Manuel López Obrador, por los malos
tratos de Ordóñez Arce.
Múltiples
avisos
En
los detalles técnicos sobre la vigilancia del Chapo se reportaron fallas en la
cámara 326 los días 24, 25 y 26 de junio de 2014, aproximadamente media hora
cada vez. Esa cámara estaba justamente en el pasillo 2, estancia 20, “donde se
ubica Benito”.
Lo
que pasó después con toda esa información no se conoce. Se diluyó en la
División de Inteligencia. Así lo consignan los datos obtenidos por Proceso a
través de la plataforma Méxicoleaks.
Los
encargados de vigilar a Guzmán Loera en el penal transcribieron las
conversaciones del Chapo en las salas familiares, las visitas íntimas, los
locutorios y los juzgados. La información era enviada entonces a la Dirección
General del Centro de Monitoreo, adscrita a la Coordinación de Servicios
Técnicos de la División de Inteligencia, en las instalaciones de la PF en la
avenida Constituyentes de la Ciudad de México.
Sólo
entre el 5 de septiembre de 2014 y el 10 de julio de 2015, el día previo a la
fuga, hubo cerca de 400 mensajes electrónicos dirigidos a 14 agentes de
inteligencia en Constituyentes sobre lo que ocurría en el penal, en especial
con los internos de Tratamientos Especiales. El contenido de los mensajes no
fue revelado sino solamente a quienes estuvieron dirigidos. Únicamente se
consignó el asunto, la fecha y el tamaño del archivo.
De
los 390 mensajes enlistados en ese periodo, 249 eran sobre Benito. El 26 de
mayo, por ejemplo, una de las comunicaciones estuvo destinada al ingeniero en
computación Pedro Damián Acosta Carrillo, director de área en la División de
Inteligencia. El asunto se tituló “Benito Relevante”. El 21 de enero de este
año, en un mensaje también dirigido a Acosta Carrillo, el asunto fue “Fallas
técnicas Brazalete Benito”. No era la primera vez que ocurría.
Hay
también un reporte sobre Cárdenas Lerma; una huelga de hambre el 28 de abril de
2015, y uno más sobre Irma Neri García, una de las mujeres de Guzmán.
Hubo
también comunicaciones específicas sobre los compañeros del Chapo en el pasillo
2 del área de Tratamientos Especiales. Destacan por su incidencia los de
Sigifredo Nájera Talamantes, El Canicón, jefe regional de Los Zetas en
Tamaulipas, y con quien, según los reportes, había pactado una tregua dentro y
fuera del penal.
Nájera
estaba en el mismo pasillo que El Chapo, aunque no en celdas contiguas.
Falleció el 7 de septiembre pasado por causas no aclaradas, cuando enfrentaba
cuatro litigios contra las nuevas autoridades del Altiplano. Su intención era
desactivar los castigos que le empezaron a aplicar luego de declarar ante la
PGR lo que sabía sobre la fuga y las actividades de Guzmán en el llamado penal
de máxima seguridad (Proceso 2030).
En
teoría, la información que producían los policías federales en el Altiplano era
recibida en la Dirección General del Centro de Monitoreo Técnico de la División
de Inteligencia y entregada para su análisis al entonces comisario Pequeño
García. De la División de Inteligencia, la evaluación de los datos era
entregada al entonces titular de la CNS, Rubido García, quien debía pasar el
producto de inteligencia al titular de Gobernación, Miguel Ángel Osorio Chong.
Entre
los datos filtrados se asegura también que en dicha Dirección General prevalece
la improvisación desde hace más de dos años, cuando los anteriores mandos
fueron cambiados por denuncias de corrupción y acoso sexual y laboral.
Entre
los nuevos mandos está el encargado del Centro de Control en el Altiplano,
Vicente Flores Hernández, quien recibía la información sobre las actividades de
Guzmán.
Flores
le reportaba al director de Monitoreo Técnico, David Fernando Rodríguez
Robledo, y éste a Dante Barrera Aguilar, encargado interino de la Dirección
General del Centro de Monitoreo Técnico.
Hasta
ahora sólo Flores Hernández ha sido señalado por la PGR por su probable
responsabilidad en la evasión. Barrera y Rodríguez, como Rubido y Pequeño,
formaron parte del equipo de Genaro García Luna cuando éste fungió como
secretario federal de Seguridad Pública.
Rodríguez
Robledo es señalado en un escrito atribuido a personal de la Dirección de
Monitoreo a Centros Penitenciarios Federales y Puntos Estratégicos como el
responsable de haber hecho cambios contrarios al funcionamiento del seguimiento
en las cárceles.
Desde
marzo de 2013, cuando fue nombrado director de Monitoreo, y con el argumento de
que había exceso de personal, desmanteló áreas que afectaron el seguimiento de
la información sobre lo que ocurre en los penales federales, según una carta
dirigida al presidente Enrique Peña Nieto el 31 de agosto pasado y que fue
hecha llegar a este semanario por conducto de la plataforma Méxicoleaks.
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