17 sept 2008

La ciudadanía corporativa global

La ciudadanía corporativa global/By Klaus Schwab
En Foreign Affairs En Español, Abril-Junio 2008
En comparación con hace apenas una década, hoy es común que los empresarios hablen sobre la responsabilidad social y la importancia de ser buenos ciudadanos corporativos. Actualmente, muchos líderes empresariales consideran que es fundamental involucrarse con los accionistas, con las comunidades en las que operan sus empresas y con otras partes afectadas e interesadas en lo que hacen. Las diversas actividades necesarias para responder a estas obligaciones cada vez más extendidas se incluyen ampliamente en la frase comodín de "responsabilidad social corporativa". Este término incorpora un gran número de conceptos y prácticas que incluyen la necesidad de tener estructuras adecuadas de gobernanza corporativa, la puesta en marcha de estándares de seguridad en el lugar de trabajo, la adopción de procedimientos ecológicamente sostenibles y la filantropía.
Abarcar todas estas responsabilidades con el simple término de "responsabilidad social corporativa" es una sobresimplificación que ha generado mucha confusión. Es necesario distinguir entre los diferentes tipos de actividades corporativas, con el fin de que el trabajo que las compañías realicen para involucrarse con la sociedad sea reconocido y apreciado en términos generales, así como para que dichas empresas sean capaces de compararse a sí mismas con el desempeño de otras y aprendan de su ejemplo. Una mejor comprensión del compromiso requiere definiciones separadas para los términos de gobernanza corporativa, filantropía corporativa y responsabilidad social corporativa, así como para un elemento emergente: la iniciativa empresarial social corporativa, es decir, la transformación de los principios e ideas socialmente responsables en valor comercial.
Sobre todo, se debe reconocer un nuevo imperativo en el ámbito de los negocios, mejor descrito como "ciudadanía corporativa global". Expresa la convicción de que las empresas no sólo deben involucrarse con sus partes interesadas (stakeholders), sino que también son partes interesadas ellas mismas, junto con los gobiernos y la sociedad civil. Los líderes empresariales internacionales deben comprometerse de lleno con el desarrollo sostenible y pensar seriamente en los retos globales más importantes, que incluyen el cambio climático, la provisión de servicios de salud pública, la conservación de la energía y el manejo de los recursos, particularmente el agua. Debido a que estos problemas globales tienen cada día un impacto mayor en las empresas, la falta de compromiso con ellos puede dañar lo más importante. Ya que la ciudadanía global está en el interés propio e ilustrado de una empresa, es, en consecuencia, sostenible. Lidiar con los asuntos globales puede ser bueno tanto para la empresa como para la sociedad en estos tiempos de creciente globalización y de disminución de la influencia del Estado.
LOS FACTORES EN JUEGO
Actualmente, la participación corporativa en la sociedad es el resultado inevitable de varios factores. En primer lugar, el papel del Estado-nación ha disminuido. A principios de la era moderna en Europa, el poder de la Iglesia sobre la gente fue minado por el surgimiento del Estado soberano; en el mundo contemporáneo, ningún gobierno en solitario puede hacerlo todo. Aun el poder militar de la mayoría de los Estados depende, en gran parte, de los abastecimientos y del apoyo que brinda la industria privada.
El ritmo cada vez más intenso de la globalización, atribuible a los avances en el ámbito de la tecnología, es el factor más significativo en el debilitamiento de la influencia del Estado. Los medios de transporte rápidos y el flujo veloz de la información han restado importancia a las fronteras geográficas. Sin importar si se trata de la pobreza en África o la confusión sobre el Sureste Asiático, lo cierto es que un número cada vez mayor de problemas requiere soluciones bilaterales, regionales o globales y, en muchos casos, la movilización de más recursos de los que cualquier gobierno en solitario puede manejar.
Los límites del poder político son cada vez más evidentes. La falta de liderazgo global es ostensible, y eso se debe en gran parte a que las instituciones de gobernanza global existentes están atadas por convenciones y procedimientos arcaicos diseñados, en algunos casos, a fines de la Segunda Guerra Mundial. El poder soberano todavía reside en los gobiernos nacionales, pero el liderazgo global auténtico y eficaz aún está por surgir. Mientras tanto, la gobernanza pública en los niveles local, nacional, regional e internacional se ha debilitado. Aun los mejores líderes no pueden operar exitosamente en un sistema fallido.
A medida que el poder del Estado se ha reducido, el ámbito de influencia de las empresas se ha ampliado. Las empresas se involucran en la salud de los trabajadores, en la educación de los empleados y de sus hijos y en las pensiones que los mantienen cuando se jubilan. Las empresas tienen influencia en todo, desde la calidad del aire hasta la disponibilidad de medicamentos que salvan vidas. Se han vuelto esenciales para la supervivencia de los gobiernos y para la estabilidad política de Estados y regiones. El número de empresas trasnacionales y globales va en aumento. Hasta las pequeñas y medianas empresas con alto crecimiento, muchas de ellas de países en vías de desarrollo, se han vuelto globales en su enfoque. En consecuencia, al mismo tiempo que el poder del Estado ha decaído, la influencia de las empresas en las comunidades, en las vidas de los ciudadanos y en el medio ambiente ha aumentado drásticamente. Este cambio fundamental en la ecuación del poder global significa que, así como las comunidades y los ciudadanos esperan respuestas y liderazgo de parte del gobierno, así también ahora tienen en la mira a las empresas tanto para pedirles ayuda como para criticarlas por sus conductas ilegales o deshonestas.
El compromiso cada vez más profundo de las empresas también debe analizarse en el marco del surgimiento de una sociedad civil más activa. La sociedad civil ha asumido un papel más prominente en los medios internacionales desde la Conferencia de las Naciones Unidas sobre Medio Ambiente y Desarrollo, de Río de Janeiro, en 1992. Ha habido una proliferación de organizaciones no gubernamentales (ONG), entre las cuales se encuentran muchas que son globales tanto por su ámbito de acción como en términos de presencia. Las empresas han sido, naturalmente, el blanco de buena parte de las acciones cívicas de las ONG. Después de tener un enfoque inicial hostil, algunos de los críticos más severos han llegado a reconocer que muchos líderes empresariales -- de empresas pequeñas y grandes, en economías desarrolladas y en vías de desarrollo -- están comprometidos sinceramente con la sociedad. Hoy, muchas organizaciones de la sociedad civil se centran en el trabajo con las empresas, en lugar de enfrentarse con ellas.
UN MARCO PARA EL COMPROMISO
Los argumentos a favor del compromiso de las empresas con la sociedad son convincentes, y los líderes empresariales deben observar con mucho cuidado la manera en que participan sus empresas, considerar qué más pueden hacer y actuar. El Foro Económico Mundial ha desarrollado un marco para ayudar a los empresarios en esta tarea. Surgió después de tres décadas de brindar una plataforma a las empresas para comprometerse con la sociedad. En 1971, el Foro identificó por vez primera el concepto de parte interesada (stakeholder): la idea de que una empresa tiene una clara responsabilidad hacia la comunidad que va más allá de sus accionistas. Dos años más tarde, en la reunión anual del Foro, este concepto se convirtió en la piedra angular de la Declaración de Davos, que articulaba los principios fundamentales de la responsabilidad social y ambiental de una empresa. Desde entonces, el Foro ha promovido activamente estos ideales y ha desarrollado aún más el concepto del compromiso o la participación corporativa.
Con frecuencia, las empresas pierden de vista los verdaderos beneficios de una estrategia integrada para lograr un compromiso corporativo eficaz. Precisar las definiciones del concepto de compromiso corporativo es fundamental para hacer que el sector empresarial lo entienda y lo lleve a la práctica de la mejor manera. La aclaración también es importante para asegurarse de que el público en general aprecie mejor los complejos desafíos que enfrentan las compañías y pueda evaluar cuán eficazmente les hacen frente.
Cinco conceptos centrales -- gobernanza corporativa, filantropía corporativa, responsabilidad social corporativa, iniciativa empresarial corporativa y ciudadanía corporativa global -- definen los distintos tipos de compromiso empresarial. La gobernanza corporativa va más allá de la forma en que se dirige una compañía. Significa que una empresa cumple con las leyes locales e internacionales, y con los requerimientos de transparencia y rendición de cuentas, las normas éticas y los códigos de conducta ambientales y sociales. Cada empresa está sujeta a alguna forma de gobernanza; de lo contrario, no contaría con la licencia básica para operar. El problema central es la calidad de esta gobernanza. Una empresa puede cumplir o no con las leyes y estándares que le son aplicables. Una buena gobernanza corporativa significa que la conducta de la empresa cumple con -- o rebasa -- lo que se le pide en el papel, es decir, sin hacer daño alguno, puesto que está siguiendo las reglas y posiblemente incluso haciendo el bien al ir más allá de las obligaciones mínimas. La gobernanza corporativa es la manera como una empresa se comporta cuando nadie la está vigilando. Sin una buena gobernanza corporativa, ninguna otra forma de compromiso corporativo es creíble.
Una parte clave de la gobernanza corporativa es el desarrollo y puesta en marcha de programas internos para promover la ética, los estándares morales y las prácticas socialmente aceptadas. Éstos deben incluir el respeto a los derechos humanos y la adherencia a las normas laborales, así como esfuerzos internos para prevenir los sobornos y la corrupción. Esto puede ser especialmente difícil para empresas que operan en jurisdicciones donde el Estado de derecho es débil y en donde lo que es aceptable probablemente no esté claro. Actualmente, muchas empresas publican estándares de conducta empresarial que guían sus procesos de toma de decisiones y establecen los parámetros para sus relaciones profesionales en todo el mundo.
Más de 3 000 empresas en cerca de 120 países se han afiliado al Pacto Mundial de la ONU (UNGC, por sus siglas en inglés), un marco que consta de diez principios centrales para guiar el comportamiento empresarial en áreas tales como los derechos humanos, el medio ambiente, las prácticas laborales y la corrupción. Propuesto durante el Foro, en 1999, por el entonces Secretario General de la ONU Kofi Annan, el UNGC se ha convertido en una fuerza poderosa para promover la buena gobernanza corporativa, aunque es estrictamente voluntario y se basa en la autoevaluación. Las empresas que se retrasan en entregar el informe sobre sus avances se quitan de la lista; el año pasado, 500 empresas fueron eliminadas. Otro ejemplo de buena gobernanza corporativa es adherirse al programa de Global Reporting Initiative (GRI), el cual busca establecer lineamientos internacionales para rendir informes sobre sostenibilidad y publicar el desempeño e influencia de una organización en términos económicos, medioambientales y sociales. El GRI fue propuesto en 1997 por distintas ONG en Estados Unidos, con el apoyo del Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente (PNUMA). Hoy, más de 1 000 organizaciones, incluidas muchas empresas, utilizan los lineamientos del GRI para evaluar sus prácticas de sostenibilidad.
La buena gobernanza corporativa no debe verse exclusivamente como un asunto de cumplimiento de las normas. Las empresas deben involucrarse activamente en el desarrollo de estándares y prácticas, adaptándolos continuamente a los requerimientos de los mercados globales y a las expectativas del público. Las áreas nuevas que exigen normas de gobernanza más estrictas incluyen la compensación ejecutiva y la transparencia de nuevos instrumentos financieros tales como los fondos de cobertura (hedge funds) y los fondos de capital privado.
TENDER LA MANO
Las empresas están yendo más allá de los requerimientos obligatorios de la gobernanza corporativa. La filantropía corporativa ha aumentado en muchos países en años recientes. Incluye contribuciones en efectivo; subvenciones; donativos, incluyendo los programas de donación de sueldos y de productos; servicios; e inversiones. También califican las donaciones corporativas a iniciativas globales, como Médicos sin Fronteras, o el dinero que se dona para operaciones de socorro en caso de desastres naturales. La intención y el contexto son factores clave para determinar qué es filantropía corporativa. La filantropía corporativa es el compromiso que no va más allá de emitir un cheque o la donación de bienes. La inversión social es una forma especial de filantropía corporativa, en la que una empresa invierte en organizaciones o programas que tienen una amplia aceptación social, tales como proyectos de vivienda para barrios marginales o fondos para préstamos estudiantiles. Las instancias de filantropía corporativa e inversión social pueden ser también de ciudadanía corporativa global. Si se vincula una contribución en efectivo con el compromiso activo de una empresa en un esfuerzo global para enfrentar el problema del cambio climático, por ejemplo, entonces dicho acto caritativo es también un acto de ciudadanía corporativa global. Y si una empresa participa activamente en la gestión de un proyecto de vivienda en barrios marginales en el cual ha invertido, entonces está llevando a la práctica tanto la inversión social como la ciudadanía corporativa global.
En el pasado, las empresas preferían la filantropía corporativa como forma de retribución a la sociedad. Actualmente, los líderes empresariales reconocen que las empresas pueden realizar contribuciones más eficientes mediante el compromiso activo. El marco que el Foro ha desarrollado promueve el enfoque de stakeholder para el compromiso corporativo, y se refiere a esto como "responsabilidad social corporativa". Incluye cómo responde una empresa a las expectativas de sus stakeholders -- la amplia comunidad de todas las organizaciones e individuos que se ven afectados de cualquier manera por (o están interesados en) sus acciones: accionistas, propietarios, inversionistas, empleados, proveedores, clientes, consumidores -- mientras tratan de incrementar el valor de la empresa. La responsabilidad social corporativa significa tomar en consideración las amplias consecuencias financieras, ambientales y sociales de todo lo que hace la empresa. Implica minimizar los efectos negativos de las actividades de una empresa y maximizar los efectos positivos sobre los stakeholders, así como sobre las comunidades en las que la empresa opera y los gobiernos con quienes debe trabajar.
La responsabilidad social corporativa se mide mediante la llamada triple contabilidad (triple bottom-line accountability), según la cual la empresa informa no sólo sobre sus resultados financieros sino también sobre lo que está y lo que no está haciendo para cumplir con las expectativas de los stakeholders con respecto a sus responsabilidades ambientales y sociales. Por ejemplo, Nike se ha comprometido a alcanzar o a sobrepasar sus requerimientos básicos de sostenibilidad -- tal y como fueron publicados, desde el diseño hasta la fabricación -- de todo su calzado para el año 2011, de las prendas de vestir para 2015 y de equipo deportivo para 2020.
Actualmente, la responsabilidad social corporativa se extiende a lo largo de toda la cadena de valor añadido. Por ejemplo, las empresas deben brindar la información, la educación y la capacitación necesarias tanto a sus proveedores como a sus clientes para asegurarse de que el producto o servicio pueda utilizarse de una manera eficaz y segura. En ese aspecto, la aseguradora global AIG ofrece a sus clientes programas de educación financiera para enseñarles cómo tomar las mejores decisiones en el área de inversiones para satisfacer sus necesidades. Algunos líderes empresariales señalan el compromiso de sus empresas con una gran cantidad de proyectos de responsabilidad social corporativa alrededor del mundo, y argumentan que eso hace de su empresa un ciudadano global. Sin embargo, la suma de acciones de ciudadanía local no hace que el ciudadano esté globalmente comprometido; los asuntos globales deben tratarse a escala global.
La iniciativa empresarial social corporativa se define estrictamente como la transformación de ideas responsables, ambiental y socialmente, en productos o servicios. La última década ha sido testigo de muchos individuos con ideas innovadoras para lidiar con las necesidades específicas, tanto sociales como ambientales, de las comunidades en las que viven. El modelo de este tipo de empresarios sociales, Muhammad Yunus, el inventor de los microcréditos, recibió el Premio Nobel de la Paz en 2006. En la actualidad, las empresas vanguardistas integran la iniciativa empresarial social en sus actividades principales al canalizar de manera activa sus capacidades de investigación y desarrollo hacia productos y servicios socialmente innovadores. Algunos ejemplos de la iniciativa empresarial social corporativa incluyen que el Deutsche Bank ofrezca planes innovadores de microfinanciamiento o productos de inversión socialmente responsables; que la Toyota Motor Corporation produzca un auto híbrido; o que Unilever empodere a las mujeres de las zonas rurales de la India para que se conviertan en empresarias, a la vez que crea conciencia sobre la importancia de la higiene y la nutrición.
CIUDADANOS DEL MUNDO
La ciudadanía corporativa global va más allá de los conceptos de filantropía corporativa, incluyendo la inversión social; la responsabilidad social corporativa; y la iniciativa empresarial social corporativa, ya que implica concentrarse en el "espacio global", el cual conforman cada día más fuerzas que trascienden el control de los Estados-nación. Las empresas globales no sólo tienen una licencia para operar en este escenario, sino que también tienen el deber cívico de contribuir al mantenimiento del bienestar mundial, en colaboración con los gobiernos y la sociedad civil. La ciudadanía corporativa global significa tener un compromiso a nivel macro en asuntos de importancia para el mundo: contribuye a fortalecer la sostenibilidad del mercado global.
La ciudadanía corporativa global se refiere al papel de una empresa al tratar asuntos que tienen un impacto decisivo en el futuro del planeta, como el cambio climático, la escasez del agua, las enfermedades infecciosas y el terrorismo. Otros desafíos incluyen proveer acceso a los alimentos, la educación y las tecnologías de la información; la pobreza extrema; el crimen transnacional; la corrupción; los Estados fallidos; y dar respuesta y ayuda en caso de desastres. Cada uno de estos problemas tiene un alcance global, aun si las soluciones tienen un enfoque local.
Cuando se involucran en la ciudadanía corporativa global, las empresas deben participar en las áreas y en las formas en las que puedan contribuir de manera significativa. La responsabilidad primaria de enfrentarse con estos desafíos globales todavía recae en los gobiernos y en los organismos internacionales. Sin embargo, las empresas pueden contribuir por medio de una sociedad adecuadamente equilibrada con el sector público y los grupos pertinentes de la sociedad civil. Debe encontrarse el equilibrio correcto entre todos los actores involucrados para que haya un acuerdo sobre quién debe liderar y para que el progreso no se vea entorpecido por luchas internas o por falta de dirección. Las empresas no deben sentir la necesidad de traspasar sus límites o asumir responsabilidades que pertenecen al Estado.
Las empresas que practican la ciudadanía corporativa global lo hacen ya sea mediante el liderazgo de las ideas, es decir, ofreciendo el conocimiento y la tecnología esenciales para enfrentar un problema global, o mediante la acción concreta -- esto es, a partir de la ejecución de un plan coordinado -- o hacen ambas cosas. El Diálogo de Gleneagles sobre Cambio Climático, Energía Limpia y Desarrollo Sustentable, un foro de debate dirigido por los gobiernos participantes en el G-8 (el grupo de países altamente industrializados) y el G-20 (el grupo de países en desarrollo que tienen un especial interés en la agricultura), y que incluye a los principales países productores y consumidores de energía, es un ejemplo de aquellas empresas que practican la ciudadanía corporativa global mediante el liderazgo de las ideas. La iniciativa Unlimited Potential de Microsoft, cuyo objetivo es llevar los beneficios de la tecnología a 5 000 millones de personas que aún no han experimentado los beneficios que ofrecen las computadoras, es un ejemplo notable orientado a la acción. El proyecto de Microsoft es un esfuerzo de muchos stakeholders para cerrar la brecha digital global, que fomenta la innovación en las empresas y en la educación y eleva los niveles de calificación de las personas con el fin de mejorar sus perspectivas de empleo y el crecimiento de las empresas. Más aún, otro programa orientado a la acción es la Iniciativa Mundial por la Educación del Foro Económico Mundial, el cual reúne a socios del mundo empresarial, del gobierno y de la sociedad civil para apoyar reformas fundamentales en materia educativa. El éxito de programas iniciales en Egipto, en Jordania y en el estado indio de Rayastán ha inspirado al Foro para formar una alianza con la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (UNESCO, por sus siglas en inglés) con el fin de desarrollar un programa conjunto, Sociedades para la Educación, el cual se creó para promover enfoques basados en múltiples stakeholders dentro de la comunidad educativa global, con el fin de conseguir que haya educación para todos.
La ciudadanía corporativa global es una extensión del concepto de stakeholder e incluye a la empresa actuando como tal en la sociedad global, junto con el gobierno y la sociedad civil. La ciudadanía corporativa global puede considerarse como una inversión de largo plazo. Ya que las compañías dependen del desarrollo global, que a su vez está determinado por la estabilidad y el aumento en la prosperidad, está en el interés directo de estas empresas contribuir a mejorar la situación mundial.
Cuando una empresa crea una estrategia coordinada para establecer un compromiso corporativo con la sociedad, tiende a ejercer, al mismo tiempo, diferentes tipos de participación. Y es probable que la acción particular de una empresa no se adecue sólo a uno de los conceptos. Nestlé, voluntariamente, toma medidas para reducir la cantidad de agua que utiliza en sus operaciones. Ya que estas medidas tienen la intención de ir en beneficio de las necesidades de abastecimiento y manejo del agua en las comunidades donde opera la compañía, éstas califican como acciones de responsabilidad social corporativa. En la medida que Nestlé se involucra con los gobiernos y las ONG para reducir el uso del agua en un sentido amplio, también ofrece un ejemplo de ciudadanía corporativa global. La empresa, asimismo, ofrece un ejemplo de ciudadanía corporativa global. Si la empresa regalara agua a una comunidad, estaría llevando a cabo acciones de filantropía corporativa. Y si vendiera agua reciclada en botellas biodegradables, esto sería un acto de iniciativa empresarial social corporativa.
LA ACTITUD CORRECTA
Las empresas deberían movilizar proactivamente a una variedad de sus socios para poder enfrentar los desafíos globales con eficacia. Sin embargo, desafortunadamente, muchos líderes empresariales se muestran renuentes a aceptar ese papel. Un estudio que llevó a cabo la consultora global McKinsey & Company en 2007 descubrió que menos de la mitad de los altos ejecutivos encuestados en Estados Unidos creía que ellos o sus pares debían asumir el liderazgo en la conformación del debate sobre asuntos importantes, tales como la educación, la salud y la política exterior. Sólo una séptima parte de quienes respondieron a la encuesta creyó que estaba desempeñando ese papel y la mayoría dijo estar motivada, principalmente, por razones personales y que estaba actuando como ciudadano privado.
No sólo hay razones motivacionales, sino también otras de carácter práctico por las que los líderes empresariales evitan la participación social. La proliferación de sitios en Internet y los nuevos canales en los medios, tales como las ciberbitácoras (blogs), así como el surgimiento del activismo de los stakeholders podría llevar a que algunos líderes empresariales se abstuvieran de pensar más allá del siguiente trimestre financiero. El "cortoplacismo" que promueven estas nuevas alternativas podría hacer que algunos directores ejecutivos supusieran que involucrarse con la sociedad no vale la pena, porque el valor del compromiso corporativo solamente se hace realidad, en general, en el mediano o en el largo plazo. Además, las condiciones en el mercado -- que cambian vertiginosamente -- podrían resultar en una suerte de "zapeo", es decir, en la toma de decisiones indiscriminada, de la misma forma como los líderes políticos zigzaguean sobre una política en respuesta a los resultados de las encuestas.
El cortoplacismo y el zapeo, así como los retos crecientes que arrojan las transformaciones económicas de la globalización -- las cuales son, frecuentemente, dolorosas -- pueden nublar la visión corporativa. Es probable que lleven a una administración paralítica o a un tipo de desorden de déficit de atención empresarial, en el que las empresas dejen de ver el panorama general. En tales casos, las empresas pueden perder su motivación o su disposición para involucrarse con la sociedad. Los líderes empresariales probablemente también pueden verse rebasados por la increíble magnitud y complejidad de los desafíos globales, así como por las expectativas que el público tiene de ellos para que asuman una responsabilidad parcial por todas las deficiencias del sistema global.
Esta actitud tiene que cambiar. Las empresas deben comprometerse con los asuntos globales y, al mismo tiempo, entender que la comunidad empresarial no puede, por sí sola, resolver problemas globales como la pobreza, la educación deficiente y los servicios de salud inadecuados. Los gobiernos y las organizaciones multilaterales no pueden deslindarse de su responsabilidad de proporcionar esos bienes públicos. "Las empresas no son responsables de todos los problemas del mundo; tampoco cuentan con los recursos para resolverlos todos", escribieron en la revista Harvard Business Review de diciembre de 2006, Michael Porter, profesor de la Harvard Business School, y Mark Kramer, director ejecutivo de FSG Social Impact Advisors. "Cada empresa puede identificar el conjunto particular de problemas sociales para los que está mejor equipada con el fin de ayudar a resolverlos y de los que puede obtener el mayor beneficio competitivo", añaden Porter y Kramer. "Cuando una empresa bien dirigida aplica sus vastos recursos, sus conocimientos especializados y su talento administrativo a problemas que la misma empresa entiende y en los cuales tiene un interés, puede tener un mayor impacto en el bienestar social que cualquier otra institución u organización filantrópica".
Los ejemplos de la capacitación en tecnologías de la información de Microsoft y la gestión del agua de Nestlé, así como otros muchos, ofrecen varias conclusiones sobre la práctica de la ciudadanía corporativa global. En primer lugar, la ciudadanía corporativa global debe ser un esfuerzo de varios participantes. La responsabilidad última de enfrentar los problemas globales recae en los Estados y en los organismos internacionales. Muchos gobiernos reconocen sus limitaciones y están promoviendo entusiastamente las sociedades público-privadas. Las empresas deben poner a un lado cualquier reserva que pudieran tener con respecto a asociarse con los gobiernos y la sociedad civil, siempre y cuando las iniciativas en las que quieran participar se puedan desarrollar adecuada y eficientemente.
En segundo lugar, para que la ciudadanía corporativa global sea significativa, efectiva y sostenible, debe alinearse con las capacidades específicas de la empresa, con su modelo empresarial y con sus fines de lucro. Esto también requiere la participación activa de los directores ejecutivos y debe reflejar su visión sobre lo que es conveniente para la empresa y para la sociedad. Si esto sucede, lo más seguro es que la empresa encuentre formas de comprometerse que sean compatibles con sus objetivos empresariales y también benéficas para la sociedad. Sin embargo, las empresas deben tener cuidado de ser partícipes de grandes declaraciones o compromisos generales para resolver problemas globales, ya que tales compromisos pueden distorsionar las percepciones de la gente sobre los diversos papeles que desempeñan los sectores público y privado. La legitimidad de una empresa involucrada en la ciudadanía corporativa global no proviene de declaraciones, sino de resultados.
En tercer lugar, la ciudadanía corporativa global nunca debe asumirse desde una posición defensiva o de culpabilidad. El papel fundamental de las empresas en la sociedad sigue siendo hacer negocios. La ciudadanía corporativa global no debe desarrollarse a partir de la mala conciencia o del sentimiento de que uno debe retribuir a la sociedad; debe ser una característica de este mundo globalizado que trascienda los límites tradicionales. La ciudadanía corporativa global es una extensión lógica de la búsqueda de las empresas de un marco consistente y sostenible para la participación global -- que, además, sea uno que añada valor tanto para las empresas como para el espacio global en el cual participan -- . Es una forma de compromiso corporativo que puede reforzar el papel positivo de las empresas en la sociedad y, en el largo plazo, aumentar su rentabilidad. En efecto, la ciudadanía corporativa global integra tanto los derechos como las responsabilidades que tienen las empresas como ciudadanos globales. Y, al depender de un enfoque basado en múltiples participantes para lidiar con los problemas globales, puede señalar el camino hacia nuevos modelos de gobernanza mundial eficaz que integren a las empresas como una parte interesada clave.

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