22 sept 2006

Dialogo y tolerancia


¡Más reacciones sobre el discurso papal!
El Papa Benedicto XVI tendrá un encuentro este lunes 25 de septiembrecon exponentes de las comunidades musulmanas en Italia y con los embajadores de países de mayoría islámica.
El encuentro pretende aclarar las interpretaciones de su discurso pronunciado el 12 de septiembre en Ratisbona que provocaron duras reacciones de grupos musulmanes. Los acompañarán el cardenal Paul Poupard, presidente del Consejo Pontificio para el Diálogo Interreligioso y están invitados todos los embajadores de países de mayoría musulmana acreditados ante la Santa Sede.
La Santa Sede tiene el estatuto de observador ante la Liga Árabe (con sede en El Cairo) y mantiene relaciones diplomáticas con casi todos los países de mayoría musulmana. Entre los países con los que no ha entablado estas relaciones se encuentra Arabia Saudita.
Comparto con mis amigos lectores de esta bitácora los textos de Rafael Navarro-Valls, catedrático de la Universidad Complutense y autor del libro Del poder y de la Gloria; de Tariq Ramadan, catedrático de Estudios Islámicos e investigador principal en Oxford; del profesor Antonio Elorza, de John L. Esposito, profesor de Religión y director de centro Príncipe Alwalid Bin Talal para el Entendimiento entre Musulmanes y Cristianos (Univ. Georgetown) y autor de ´What everyone needs to know about Islam y de Unholy War: Terror in the name of Islam.
El Islam no está contra el Papa/Rafael Navarro-Valls, catedrático de la Universidad Complutense y autor del libro Del poder y de la Gloria
Tomado de EL MUNDO, 22/09/2006
Acaba de concluir en Kazajastán el II Congreso de líderes de las religiones tradicionales del mundo. A la cita han asistido altos cargos de todas las grandes religiones, incluidos dos cardenales de la Iglesia católica y varios líderes musulmanes -entre estos últimos, el secretario general de la Liga Mundial de Muslim (Arabia Saudí), el gran muftí de Kazajastán, el rector de la Universidad Internacional Islámica de Pakistán y el ministro de Asuntos Religiosos de Egipto-.
Como conclusiones de la Declaración Final que fue aprobada por el conjunto de participantes destacan las que apoyan el diálogo interreligioso e intercultural, el esfuerzo colectivo por una cultura de la paz y la utilización de la autoridad espiritual de los líderes para rechazar toda violencia y terrorismo.
El discurso que el Papa pronunció recientemente en el paraninfo de la Universidad de Ratisbona -y que ha despertado tan grande polémica- se movía en esos parámetros. ¿Dónde está, pues, el problema? Es decir, ¿cuál es la causa de esa marejada levantada en algunas zonas islámicas? Los que trabajamos habitualmente en medios académicos sabemos que un texto, sacado de su contexto, pronto se convierte en pretexto. Pretexto para laminar al adversario científico, político o teológico. Descalificar un mensaje haciendo una relectura inexacta supone una falta de fidelidad a las fuentes, lo que produce -los universitarios lo sabemos bien- un caos dialéctico cuando se introduce un elemento ideológico extraño.

Como ha dicho Umberto Eco refiriéndose al incidente de Ratisbona, un pequeño episodio es deformado «para desencadenar movimientos de protesta por los radicales de turno». Según el propio Eco, «habría podido el Pontífice enunciar el teorema de Pitágoras y hubieran sido capaces de demostrar que era un ataque racista». De ahí la insistencia de la Santa Sede -de su portavoz, del Secretario de Estado y del propio Papa- en recomendar «una lectura atenta de todo el discuso pontificio». Y de ahí también que la Comisión Europea haya manifestado que hay que tener en cuenta el discurso del Papa «en su conjunto» y no reaccionar a «frases fuera de contexto y menos aún a frases sacadas deliberadamente de contexto».
Las recientes intervenciones del presidente iraní y de Rodríguez Zapatero haciendo una llamada al diálogo inciden positivamente en un panorama en que los radicales comienzan a ser desplazados.
Es sintomático que los académicos de origen musulmán presentes en el paraninfo de Ratisbona no encontraran nada especialmente estridente en el discurso de Benedicto XVI. Sin embargo, la primera televisión que dio noticia de la famosa cita del Papa en esa universidad fue Al Jazira. (En ámbitos en los que suele leerse poco, esta cadena qatarí -de gran difusión en todos los países islámicos- llena el vacío.) Pero no hubo una exégesis, una aclaración del contexto, una citación completa. Esta falta de ética periodística rebotó a Occidente, a través de la BBC, y con la actual sensibilidad hacia el islam los ecos se amplificaron. Se abrió paso la idea de la existencia de una acerba confrontación. Es sorprendente que las manifestaciones comenzaran incluso antes de que el discurso fuera traducido a un idioma comprensible por las personas que salieron de manifestación.

Vistas las cosas con más calma, la realidad es que no son estrictamente correctos titulares de prensa como éste: «El islam contra el Papa». Todas las Televisiones del mundo han buscado -en vano- imágenes de grandes masas islámicas en marchas contra el Papa. Pero, ¿qué han podido reflejar? Dos docenas de manifestantes en Estambul; una manifestación ordenada y silenciosa en Teherán; poca cosa en Indonesia, primer país del mundo en demografía musulmana… No ha habido ninguna manifestación en Sudán -país duro del islam-. Tampoco en Senegal, con mayoría islámica, ni en Nigeria -con una región integrista como Kaduna-. Nada en Malasia. Dos botellas de gasolina contra los muros exteriores de dos iglesias cristianas no católicas en Palestina. Ciertamente, ha sido asesinada una religiosa con su guardaespaldas, pero eso es más bien un acto del radicalismo yidahista que algo conectado con el sentir popular. Aunque éste puede encenderse en el futuro, desde luego, si se le manipula adecuadamente.
En cuanto a las manifestaciones verbales, las más llamativas han sido las del presidente Erdogan en Turquía, el rey Mohamed VI en Marruecos, el ministro de Exteriores de Pakistán y algún otro dirigente político. Según los analistas, se trata de líderes con problemas internos que han aprovechado para intentar incorporar o recuperar a sus posiciones movimientos integristas nacionales. Lo mismo se puede decir de algunos líderes religiosos musulmanes: daba la impresión de que competían por el liderazgo en una religión sin clara jerarquía.

En contraste, el gran muftí de Damasco, Ahmad Al-Din Hasoun, ha manifestado noblemente: «Después de lo que el Papa dijo el domingo pasado en el Angelus, no necesito otra clarificación. Lo que es necesario es hablar para evitar que los extremistas aticen el odio. He leído la totalidad de su discurso y no he encontrado la voluntad de levantar el odio religioso». Igualmente, el gran imán de al Azhar, el jeque Mohamed Sayed Tantaui, acaba de hacer un llamamiento a favor del diálogo y en contra de los conflictos. Estas intervenciones avalan la tesis de que no es el islam quien se opone al Papa sino sólo los extremistas, que son un peligro también -y quizás, sobre todo- contra el islam mismo.
Dejando al margen el incidente de Ratisbona, ¿qué hay en el fondo de estas incomprensiones? Probablemente más que una confrontación de culturas, como diría Hutchison, lo que existe es un choque de epistelmologías. Es decir, del modo de concebir el propio sentido de la razón. En Occidente se cree -y esto se debe a sus raíces cristianas- que la razón puede plantear cualquier cuestión, también de exégesis histórica. La teología cristiana -tanto la católica como la protestante- hace radicar su fuerza en el juego combinado de fe y razón. Ésta puede responder a preguntas sobre Dios en su relación con los hombres. La parte más integrista del islam -no la moderada- renuncia (cuando no prohibe) a plantearse cuestiones que tengan que ver con la literalidad del Corán o con el Profeta. La simple mención de esos temas en una cita académica -aunque sea para argumentar en contra- se transmuta en una ofensa o en una blasfemia. De ahí el malentendido con el discurso del Papa.

Quedaría un último punto para la reflexión: ¿cuál es en realidad el pensamiento de Benedicto XVI sobre el islam y su relación con el cristianismo? Sobre eso sí que no hay ninguna duda: basta leer cuanto ha escrito en los últimos 30 años el cardenal Josef Ratzinger para obtener una respuesta. Naturalmente, el estudioso, el periodista o el teólogo pueden renunciar a la lectura de esas páginas. Pero en este caso, se pierde la autoridad para entrar en el debate de estos días.
El Papa y el Islam: el verdadero debate/Por Tariq Ramadan, catedrático de Estudios Islámicos e investigador principal en Oxford. (traducción de M. L. Rodríguez Tapia)
Tomado de EL PAÍS, 22/09/2006
Unas frases pronunciadas por el papa Benedicto XVI han desatado una tormenta de ardientes reacciones. En el mundo musulmán, líderes religiosos, políticos e intelectuales han unido sus voces a las de las masas indignadas para protestar por lo que consideran un “insulto” a su fe. La mayoría no había leído el discurso del Papa; otros conocían un resumen según el cual el Papa vinculaba Islam con violencia. Todos se alzaron contra lo que consideran una “ofensa intolerable”.

Me hubiera gustado que adoptasen un punto de vista más razonado en sus críticas. En primer lugar, porque, a pesar del amor que innegablemente sienten los musulmanes por el profeta Mahoma, sabemos que determinados grupos y Gobiernos manipulan este tipo de crisis y las utilizan como válvulas de escape para sus poblaciones descontentas. Cuando a los ciudadanos se les priva de sus derechos esenciales y su libertad de expresión, no cuesta nada dejar que den rienda suelta a su ira a propósito de unas caricaturas danesas o unas palabras del Pontífice. Y también porque lo que estamos presenciando es una protesta de masas caracterizada por un estallido incontrolable de emociones, que acaba siendo la prueba de que los musulmanes no son capaces de entablar un debate razonable y de que la violencia no es la excepción sino la regla.
Algunos afirmaron que el Papa había ofendido a los musulmanes y exigieron una disculpa personal. Benedicto XVI pidió perdón, pero la polémica no ha amainado. Hay poderosas razones para sentirse asustado por una oscura cita del siglo XIV, atribuida al emperador bizantino Manuel II Paleólogo, que criticaba las “obras malévolas” del Profeta del islam. La verdad es que los ejemplos escogidos por el Papa para abordar la relación entre la violencia y el islam son discutibles, por no decir sorprendentes. Como sorprendente fue su referencia al erudito Zahiri Ibn Hazm (una figura cuya escuela de pensamiento es marginal) al hablar del islam y la racionalidad. Quizá sus palabras fueron elípticas, faltas de claridad, superficiales e incluso un poco torpes, pero ¿fueron un insulto por el que haya que exigir una disculpa formal? ¿Es justo o sensato que los musulmanes se ofendan por la cita -sólo porque la escogió el Papa-, cuando ignoran a diario, desde hace cinco años, las interpelaciones sobre el significado de yihad y el uso de la fuerza?

Benedicto XVI es un hombre de su tiempo, y las preguntas que hace a los musulmanes corresponden a ese tiempo: unas preguntas que pueden y deben responderse con claridad y argumentos sólidos. Para empezar, no debemos aceptar que yihad se traduzca como “guerra santa”. Nuestra prioridad debe ser explicar los principios de la resistencia legítima y la ética islámica en situaciones de conflicto, no animar a la gente a manifestarse.
Pero el aspecto más inquietante de la crisis es quizá que la mayoría de los comentaristas, y en especial los comentaristas musulmanes, parecen haber ignorado el auténtico debate lanzado por Benedicto XVI.
En su discurso, el Papa recuerda a los secularistas racionalistas, deseosos de eliminar de la Ilustración todas las referencias al cristianismo, que dichas referencias son parte fundamental de la identidad europea. Les será imposible entablar un diálogo interconfesional si no pueden aceptar las bases cristianas de su propia identidad (sean o no creyentes). Luego aborda el tema de la fe y la razón y, al subrayar la relación privilegiada entre la tradición racionalista griega y la religión cristiana, intenta establecer una identidad europea que sería cristiana en lo religioso y griega en cuanto a la razón filosófica. De esa forma, el islam, que, por lo visto, no tiene ese tipo de relación con la razón, sería ajeno a la identidad europea construida a partir de dicho legado. Hace años, el entonces cardenal Ratzinger manifestó su oposición al ingreso de Turquía en Europa con argumentos similares. La Turquía musulmana nunca ha podido ni podrá reivindicar una cultura genuinamente europea. Es otra cosa: el Otro.
Éstos son los mensajes que piden una respuesta, mucho más que las palabras sobre la yihad. El papa Benedicto XVI está invitando a los ciudadanos del continente a que sean conscientes del ineludible carácter cristiano de su identidad, que corren el riesgo de perder. El mensaje puede ser legítimo en estos tiempos de crisis de identidad, pero es inquietante y quizá peligroso porque es reduccionista en dos aspectos, el enfoque histórico y la definición de la identidad europea.Eso es lo que exige una respuesta de los musulmanes. Deben rechazar una interpretación de la historia del pensamiento europeo que elimina el papel del racionalismo musulmán, en la que la contribución árabe y musulmana queda reducida a la mera traducción de las grandes obras de Grecia y Roma. La memoria selectiva que con tanta facilidad “olvida” las decisivas aportaciones de pensadores musulmanes racionalistas como Al Farabi (siglo X), Avicena (siglo XI), Averroes (siglo XII), al Ghazali (siglo XII), Ash Shatibi (siglo XIII) e Ibn Jaldun (siglo XIV), reconstruye una Europa falsa, que se engaña sobre su propio pasado. Ante eso, los musulmanes deben recordar con pruebas que comparten los valores fundamentales sobre los que se apoya Europa y Occidente.
Ni Europa ni Occidente pueden sobrevivir mientras sigamos tratando de definirnos mediante la exclusión de ese Otro -el islam, los musulmanes- al que tememos. Es posible que lo que más necesite Europa no sea un diálogo con otras civilizaciones, sino un auténtico diálogo consigo misma, con esas facetas de sí misma que se ha negado a reconocer durante demasiado tiempo y que, todavía hoy, le impiden aprovechar del todo la riqueza de las tradiciones religiosas y filosóficas que la forman.
Europa debe aprender a aceptar la diversidad de su pasado para dominar el forzoso pluralismo de su futuro. El reduccionismo del Papa no ha contribuido precisamente a este proceso de recuperación, y los críticos no deberían esperar que pida disculpas sino demostrarle sencilla y razonablemente que, desde el punto de vista histórico, científico e incluso espiritual, está equivocado. Sería además una forma de que los musulmanes de hoy se reconcilien con la inmensa creatividad de los pensadores musulmanes europeos del pasado que, hace 10 siglos, aceptaban tranquilamente su identidad europea y que, con sus reflexiones críticas, alimentaron y enriquecieron inmensamente a Europa y a Occidente.

Ratzinger, error y diálogo/Antonio Elorza, catedrático de Ciencia Política
Tomado de EL PAÍS, 21/09/2006
Lo sucedido con el discurso pronunciado por Benedicto XVI en la Universidad de Ratisbona muestra hasta qué punto la cuestión del diálogo entre las civilizaciones, y por ende entre las religiones, se mueve sobre arenas movedizas. Al tomar la palabra, el Papa tenía como principal intención subrayar, precisamente, el valor de ese “diálogo genuino de culturas y religiones”, sin olvidar la crítica a un racionalismo de valor universal que postergase la idea de lo divino. Hasta aquí su toma de posición se acercaba a unos potenciales interlocutores musulmanes. Pero al mismo tiempo aspiraba a subrayar que la manifestación religiosa debía ser incompatible con la violencia, y de este modo pasó muy pronto a criticar frontalmente la yihad. Una inteligente cláusula de cautela le hizo recordar de entrada el versículo 2,256, amparándose en la advertencia coránica de que no ha de existir “ninguna coacción en materia de religión”. Como todos ya sabemos, la raíz del conflicto reside en el relato subsiguiente, la conversación del emperador Manuel II Paleólogo con un erudito persa en 1391, donde el primero critica la figura de Mahoma por su mandato de “difundir por la espada la fe que él predicaba”. El bizantino manifiesta que la expansión de la fe mediante la violencia es irracional.

Desde una lectura desapasionada, la propuesta papal, formulada sirviéndose del relato, es impecable. La religión con violencia deviene barbarie; la fe se apoya en la razón. Hubiera bastado que retomase la cita inicial del versículo 2,256 del Corán para que el círculo se hubiera cerrado armónicamente. Sólo que Ratzinger se deja llevar del razonamiento del personaje mencionado y sugiere un contraste entre un cristianismo inspirado por el “logos” y un islam sometido a la eventual voluntad arbitraria de Dios. Idealización para el primero, crítica estricta para el segundo. Si a esto añadimos la reproducción de los duros calificativos de Manuel II contra el Profeta, el conflicto resulta inevitable. No hubiese sido inútil recordar que el emperador, por largo tiempo rehén del sultán otomano Bayaceto, tenía su visión del Islam no sólo de los libros, sino de una realidad amenazadora y demasiado visible.

En cualquier caso, la principal objeción al discurso del Papa reside en que una lección de teología histórica no puede en estos momentos desconocer sus implicaciones políticas, entre ellas el desagrado que le podía producir a un Gobierno turco neokemalista una evocación de la memoria histórica de Bizancio. Era como mentar la bicha, sobre todo si se aspiraba a visitar el país a corto plazo.
Lo dicho por Ratzinger es en una parte razonable, en otra discutible, pero el tipo de reacción visceral suscitado, incluidas las palabras del primer ministro turco, Tayyip Erdogan, demuestra que será muy difícil introducir en el programa de la Alianza de Civilizaciones el menor atisbo de crítica, cuando ésta aluda a aspectos concretos del Islam, y por supuesto al más espinoso de todos, la yihad. Y si en pleno auge del terrorismo islamista, los pensadores musulmanes tienden a enmascarar el tema con los tópicos habituales sobre la yihad como esfuerzo personal o como acto legítimo de resistencia a la opresión exterior, y los externos al Islam se ven forzados a aceptar lo anterior y callar para no levantar protestas, la labor positiva de la Alianza quedará cercenada de antemano.

Diálogo supone aceptar la emisión de las opiniones del otro, aun cuando puedan irritar, y por lo que vemos la exigencia de una actitud reverencial en medios islámicos, contrapunto del recelo, cuando no del desprecio en Occidente, tiene por desembocadura única un callejón sin salida.
En el mundo de hoy existe el riesgo de la formación de una comunidad de creyentes radicalizados, que o acepta o respalda la yihad. Y la política internacional de Occidente está haciendo cuanto está en su mano para atraer adhesiones a semejante proyecto de destrucción. Por eso, el establecimiento de contactos entre vértices institucionales, sustentados en comisiones de expertos, es un primer paso necesario, pero no suficiente. Hace falta dar calado al programa de actuaciones, hun-dirse en el incómodo barro del estudio de las causas de los procesos de radicalización islamista. En los países occidentales, no basta una acción policial eficaz, siendo imprescindible conocer y atender las demandas de socialización de los colectivos musulmanes, sin por ello dar vía libre a la constitución de guetos autárquicos. Apoyo a los musulmanes como ciudadanos con diferente religión y cultura, sí; umma frente a Estado de derecho, no, sería la fórmula.
Los cauces de relación entre intelectuales de las dos religiones siguen siendo pobres, y se limitan a encuentros entre quienes piensan de la misma manera, al amparo de los poderes político y académico. Faltan interlocutores e informaciones que quiebren el círculo vicioso del masoquismo de raíz saidiana (por los epígonos de Edward E. Said), según el cual las responsabilidades son todas de Occidente y el Islam resulta envuelto en una atmósfera de angelización. Y a modo de complemento sobran soñadores de ocasión, entre ellos intelectuales de primera calidad, los cuales se entregan a sugerir la historia paradisiaca de un Mediterráneo construido sobre la convergencia de las religiones.
A partir de semejantes ensoñaciones, resulta fácil proceder a la designación de interlocutores escasamente fiables. El razonamiento de base para su selección es bien simple: si hay un Islam radical, fuente del terrorismo yihadista, pongamos nuestra confianza en el islamismo moderado, gracias a él, los colectivos musulmanes alcanzarán en el mundo árabe regímenes más justos que las presentes dictaduras y en los países occidentales su hegemonía eliminará el peligro del islamismo radical, volcado hacia la yihad.
El inconveniente es que los nuevos elegidos rechazan ciertamente el terrorismo, se atienen a una visión del mundo presidida por una lectura estricta del Corán y las tradiciones, y si bien aceptan el concepto de modernización, lo hacen para transformarlo desde el interior, cuando no a proceder de forma primaria a su inexorable rechazo. Como en el caso de Tariq Ramadan, pueden propugnar la integración de los creyentes en los marcos jurídico-políticos del Estado de derecho, defender la democracia, sustituir la consideración belicista de Europa como dar al-harb por la de dar as-shahada, tierra de predicación. No es poco. Pero su propósito es la formación de la umma, una comunidad de musulmanes, en principio compatible con el Estado de derecho, aunque con sus propias normas que llegado el caso, previa consulta con los expertos legales propios, prevalece en las conciencias sobre la legislación del Estado. La visceral oposición de Ramadán a la ley prohibitoria del velo mostró su verdadera opción. Y otro tanto sucede con sus posiciones sobre la lapidación (moratoria), los homosexuales (fuera de la senda de Dios) o el castigo físico a la mujer dispuesto en el 4,34 del Corán, a administrar con un palito simbólico del árbol siwak. No hay en Ramadán choque de civilizaciones, sino “cara a cara de las civilizaciones”, partiendo de la superioridad del Islam. Menos propicio al diálogo es otro proyecto, el de “islamizar la modernidad”, del teólogo y político marroquí Abdessalam Yassin, influyente en medios magrebíes en su país y en España. Sólo introduciendo los valores islámicos podrá salvarse una modernidad perversa. Escuchar a tales portavoces está bien; no así creer que pueden ser eficaces interlocutores en un diálogo de religiones y políticas. De momento, sólo en la experiencia desarrollada en Turquía bajo la cautelosa dirección de Tayyip Erdogan puede adivinarse una conciliación efectiva entre islamismo y sociedad abierta.
Quedan, no obstante, caminos abiertos, partiendo de la existencia de un pensamiento islámico reformador, abierto a la democracia, que separa, en la línea de Taha y de Charfi, la concepción teológica del Islam, formulada en La Meca, de su desarrollo histórico posterior. Tal es la clave: el problema no es el Islam, sino su deriva hacia la violencia, que el Papa supo captar, pero fue luego incapaz de desarrollar. Por otra parte, el Islam tampoco es inmóvil: a partir de la indagación llamada ijtihad, de su actualización, puede enlazar con las condiciones de una sociedad abierta. Ahí está el esfuerzo fallido de Jatamí, adelantado por cierto de la idea del Diálogo de Civilizaciones. Sólo que la tarea corresponde aquí a los hoy marginales reformadores musulmanes, con el objeto de abordar una labor de separación entre lo permanente y lo pasajero, la teología y el mito, algo que ya emprendieron otras religiones.
Aunque también aquí la realidad es a veces dura, como en esa edición del Corán de bolsillo, avalada por la editorial saudí Darussalam y vendida en Londres, en que dentro del versículo 8,60, allí donde se habla de aterrar (irhab) a los enemigos, la caballería es sustituida por la conveniencia de emplear “tanques, aeroplanos, misiles, artillería”. Por una vez, la palabra de Alá no es sagrada literalmente.
Inhábil en las formas, ciego ante lo que podía suceder, el Papa ha sabido, sin embargo, designar cuál es el fondo del problema.
Benedicto XVI y el Islam/Por John L. Esposito, profesor en Religión y Asuntos Intern., dir. Ctro. Príncipe Alwalid Bin Talal para el Entendimiento entre Musulmanes y Cristianos (Univ. Georgetown) y autor de ´What everyone needs to know about Islam y de Unholy War: Terror in the name of Islam.
Traducción: Juan-Gabriel López Guix
Tomado de LA VANGUARDIA, 21/09/2006.
El mensaje y el objetivo principales del discurso de Benedicto XVI en Ratisbona no era el islam, mencionado sólo en cuatro párrafos de un texto de ocho páginas. Sin embargo, la conferencia pronunciada por el Papa ante un público universitario se ha convertido en motivo de una protesta internacional en todo el mundo musulmán. Marruecos retiró su embajador en el Vaticano, desde Turquía hasta Indonesia los jefes de Estado manifestaron su repulsa, el jeque de la mezquita Al Azhar comentó la ignorancia del Papa sobre el islam, y los dirigentes de las organizaciones musulmanas pidieron una disculpa pública. El incidente también ha desencadenado manifestaciones públicas, la quema de una efigie del Papa en Pakistán y actos de violencia contra cristianos e iglesias cristianas.
El Papa ha declarado con claridad que su principal objetivo era debatir sobre el “tema de la fe y la razón”. Con ello reaccionaba y respondía a una de sus principales preocupaciones, los excesos de la secularización: el triunfo del laicismo y la creciente debilidad del cristianismo y la Iglesia católica en su tierra natal, Alemania, y en Europa en general, así como los intentos de excluir la religión del ámbito de la razón. Aunque el Vaticano ha declarado que el Papa no pretendía ofender, sus comentarios han inquietado a muchos musulmanes. Particularmente ofensiva les ha resultado la cita de un emperador bizantino del siglo XIV acerca del profeta Mahoma: “Muéstrame lo que Mahoma ha traído de nuevo y encontrarás sólo cosas malvadas e inhumanas, como su orden de difundir por medio de la espada la fe que predicaba”. Mahoma es reverenciado en el islam como profeta final de Dios y como modelo de vida musulmana. Además, el comentario de que ordenó difundir el islam por medio de la espada es inexacto. El Corán y Mahoma reconocieron el derecho de defender el islam y la comunidad musulmana luchando contra los mequíes que amenazaban y atacaban a los musulmanes. Igual de problemáticas son las afirmaciones papales de que el pasaje coránico “No hay coacción en religión” (Corán, 2,256) fue revelado en los primeros tiempos de la profetización de Mahoma en La Meca, una etapa en que “Mahoma aún no tenía poder y estaba amenazado”, y de que el precepto que fue superado más tarde cuando gobernó en Medina, con las “disposiciones desarrolladas sucesivamente y fijadas en el Corán acerca de la guerra santa”. Las dos afirmaciones son incorrectas. El versículo 2,256 no pertenece a la etapa mequí, sino al posterior periodo medinense y además el Corán no equipara la yihad y la guerra santa. Esa interpretación de la yihad se desarrolló años más después de la muerte de Mahoma, cuando fue utilizada por los califas para justificar sus guerras de expansión imperial y el dominio en nombre del islam.
Benedicto XVI es un destacado teólogo católico, pero no es un experto en islam. El Vaticano ha tenido en el pasado reciente algunos islamólogos de primera fila que han actuado como asesores del papado. Las referencias incorrectas al islam podrían haber sido detectadas con facilidad. Si el principal objetivo del Papa era encarar el tema de la relación entre la fe y la coacción por un lado y entre la fe y la razón por otro, la historia cristiana ofrece abundantes ejemplos (Inquisición, Galileo; y también de otros temas mencionados: la violencia, el extremismo y la guerra santa) sin tener que recurrir a pasajes extraídos de polémicas mutuas.
¿Han sobrerreaccionado los musulmanes a las declaraciones del Papa?
Sus respuestas deben entenderse en el contexto de nuestro mundo posterior al 11-S con una mayor polarización y unos aumentos alarmantes de la islamofobia. Muchos musulmanes se sienten acosados. Según una encuesta de Gallup World Poll realizada entre los 800 millones de musulmanes, existe un resentimiento generalizado ante lo que los encuestados perciben como una denigración del islam y de los árabes y musulmanes en Occidente. La polémica de las caricaturas en Europa puso de manifiesto los peligros de la xenofobia y la islamofobia, así como lo profundo de la rabia y la indignación. Por lo tanto, resulta fácil comprender que los musulmanes expresen su desilusión y rabia y que pidan una disculpa y un diálogo, del mismo modo que los dirigentes judíos han reclamado reuniones urgentes con el Papa o los dirigentes de otras iglesias cuando se han producido comentarios o acciones ofensivas.
Eso fue lo que ocurrió en el caso de los dirigentes judíos estadounidenses antes de la visita papal de 1987, después de que el Papa Juan Pablo II se reuniera con Kurt Waldheim. Como observaron destacados dirigentes musulmanes durante la polémica europea de las caricaturas - y como también han hecho en la actual situación-, las expresiones de preocupación o indignación no excluyen la discusión y el diálogo y, desde luego, no justifican nunca los actos de violencia.
El Papa Benedicto ya se ha disculpado, pero es posible hacer más cosas. Podría invitar a representantes religiosos y eruditos musulmanes a reunirse con él para debatir los temas planteados por su discurso, escuchar sus preocupaciones y respuestas a sus comentarios específicos sobre el islam, el Profeta y la yihad.
Podría invitarlos a que se unieran a él para expresar en un lenguaje mutuamente aceptable la preocupación por la violencia en nombre de la religión y el abuso de los derechos humanos. La próxima visita a Turquía podría ser una ocasión para demostrar en sus pronunciamientos públicos su respeto por el islam y los musulmanes, así como su deseo de continuar los grandes logros realizados por la Iglesia católica en el diálogo católico-musulmán desde el concilio Vaticano II.
Ya es hora de ponerse en marcha. El Papa se ha disculpado, y musulmanes y católicos (en realidad, todos los cristianos) tienen que volver a ponerse en marcha y avanzar a partir de los importantes logros del diálogo interreligioso de las últimas décadas. En el siglo XXI, resultará un factor crucial para las relaciones católico-musulmanas el modo en que el papado de Benedicto XVI y los católicos colaboren con sus interlocutores musulmanes para superar la ignorancia y la hostilidad, así como la amenaza de la violencia y la intolerancia mundiales

Monseñor Rivera Carrera en el ojo del huracán

Comentado en el Programa Ciudadano 2006 que conduce Ricardo Aleman; radio capital 830 de AM.


"Si usted ha sido abusado por alguien del clérigo, ¡existe ayuda! Somos un grupo de apoyo confidencial e independiente para hombres y mujeres que han sido sexualmente abusados por religiosos. Por favor no siga sufriendo en secreto, silencio y vergüenza. La curación es posible. Contáctenos y reciba la ayuda que necesita y merece." SNAP
Esa es la información registrada en muchos de los miles de volantes que reparten los miembros de SNAP en las puertas de las iglesias, las escuelas y cualquier sitio público donde pueda existir una víctima.
O en su página web http://www.snapnetwork.org/
If you've been victimized by clergy, please know that you are not alone. You can get better. You can reach out to others who've been hurt just like you have. Together, we can heal one another.
We are SNAP, the Survivors Network of those Abused by Priests. We are the nation's largest, oldest and most active support group for women and men wounded by religious authority figures (priests, ministers, bishops, deacons, nuns and others). We are an independent and confidential organization, with no connections with the church or church officials. We are also a non-profit, certified 501 (c) (3) organization.And we are here to help.
Pues bien esta organización acaba de abrir una oficina -capitulo- y han dirigido su primer proyectil hacia el cardenal Norberto Rivera Carrera, arzobispo Primado de México. Se trata de la diócesis más grande de México y el asunto va en serio; se trata no de un asunto de pedir perdón sino de reparación de daños.
SNAP tiene realmente poco en México, apenas hace unos meses. El martes 6 de diciembre del 2005 a las 10:00 horas en La Casa del Poeta, Colonia Roma, se convocó a una conferencia de prensa para dar a conocer un informe "sombra" sobre abusos sexuales; la reunión fue convocada por Católicas por el Derecho a Decidir y la Red nacional de los Derechos de la Infancia y SNAP.

Participaron Eric Barragán de la Red de sobrevivientes abusados por sacerdotes; Joaquín Aguilar Méndez: Joven violado por sacerdote católico; Aidé García Hernández: Católicas por el Derecho a Decidir; Andrea Márquez de la Red por los Derechos de la Infancia; José Ángel Aguilar Gil de la Red Democracia y Sexualidad, además de José Barba, uno de los exsacerdotes que acusaron al padre Marcial Maciel, fundador de Los Legionarios de Cristo.

Rodrigo Vera reportero del semanario Proceso cubrió muy bien el evento e hizo un excelente nota sobre el presunto sacerdote pederasta Nicolás Aguilar Rivera....(Rodrigo Vera es uno de los decanos de la fuente religiosa después de José Antonio Román de La Jornada y de Ángeles Fernández, pionera en El Heraldo de México).

En una nota para la agencia de Proceso (3/12/2005) escribió Vera: "Miembros de la Red de Sobrevivientes de Abusos de Sacerdotes (SNAP), con sede en Estados Unidos, visitarán México este domingo y permanecerán hasta el jueves para continuar denunciando a curas que incurrieron en este ilícito, en particular el caso del padre originario de Puebla, Nicolás Aguilar. La visita se hará luego que una de las personas que fue agredida por Aguilar, acudió a esta red en Los Ángeles, California, para buscar ayuda."
En su visita a México -agrega la nota-, los miembros de la red demandarán al gobierno mexicano explique las razones por las que no se ha procesado a (Nicolas) Aguilar. “Que se contacte a quienes fueron sus víctimas para que puedan realizar una denuncia ante las autoridades, que se busque evidencia adicional de los crímenes cometidos por el sacerdote y se trabaje en conjunto con la autoridad estadunidense, ya que en ese país también existen denuncias en su contra”.

Y se informa que hace un año esta organización entregó en el consulado en Los Ángeles, una carta dirigida al presidente Fox, haciéndole un llamado para que lleve a Aguilar ante la justicia y para proteger a los niños contra sacerdotes conocidos y acusados de abuso sexual en México.

SNAP -dice Vera- está muy interesada en el caso del padre Nicolás Aguilar, debido a que éste, supuestamente violo en los años ochenta a 26 menores de edad en la ciudad de Los Ángeles, California; y se comentó que en México violó a otros sesenta menores, concretamente en la Diócesis de Tehuacán, sin que la justicia mexicana pudiera hacerle nada.

Y semanas después la SNAP abrió oficinas en México con el fin de brindar atención, tanto psicológica como jurídica, a las víctimas de los sacerdotes pederastas mexicanos. Fue designado director precisamente Joaquín Aguilar víctima del sacerdote Nicolás Aguilar. Y la ONG así funciona la dirigen personas que fueron ultrajados por ministros de culto. (curiosamente casi todos de sacerdotes católicos).

Agrega la nota de Vera que Aidé García Hernández, de Católicas por el Derecho a Decidir, pidió al cardenal Norberto Rivera Carrera, que aclare su relación con el sacerdote pederasta, pues éste estuvo bajo sus órdenes en la Diócesis de Tehuacan, en los años ochenta, y después, al parecer, también en 1995, en la Arquidiócesis de México. Pregunta la señora García: “Si Rivera Carrera sabía que el sacerdote era un pederasta, ¿Por qué no lo puso a disposición de las autoridades penales? ¿El padre Nicolás sigue siendo sacerdote? ¿Dónde está actualmente? ¿Quién juzgará a Rivera Carrera por sus omisiones? Demandamos una respuesta a estas peticiones y que se repare el daño que este sacerdote ha ocasionado”.
Hasta ahí la nota de Rodrigo.

El asunto de los sacerdotes pederastas en México es añejo pero no menos importante.
Además, la Iglesia católica no se ha enfrentado abiertamente al problema. Ven el asunto como un pecado no como un delito al que hay que denunciar y tratan de ocultar lo evidente y proteger al "hermano desviado", y perdonarlo y lo más irracional la mayoría de los veces lo mueven de parroquia o de diócesis, y claro primero lo envían a un centro de rehabilitación; es el caso de pederastas, homosexuales y concubinarios.
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La revista Newsweek hizo un reportaje en febrero del 2002 sobre el tema. Fue reproducida en español por El Universal el 26 de febrero de ese año: "el secreto y el silencio han caracterizado siempre a la Iglesia católica, que en muchos de estos casos hace todo lo posible por evitar que las acusaciones salgan a la luz, a veces con amenazas. La amplia mayoría de estos casos se arreglan fuera de los tribunales, y algunos estudios señalan que la Iglesia ha tenido que pagar al menos 800 millones de dólares desde los 80 para resolverlos. Mark Chopko, asesor general de la Conferencia de Obispos Católicos de Estados Unidos, rechaza esa cifra, pero reconoce que podría estar entre "250 y 300 millones de dólares, lo que sigue siendo mucho dinero."

Y en efecto ha costado mucho dinero y la ropa sucia la quieren seguir lavando en casa.
En lo personal lo he dicho una y otra vez desde hace años y sobretodo cuando la Conferencia del Episcopado de EE UU dio a conocer un estudio -febrero del 2004- donde se reconoció que entre 1950 y 2002 más de 4 mil sacerdotes fueron acusado por abusos sexuales de niños. Comente que la Conferencia del Episcopado Mexicano debería hacer lo propio una especie de mea culpa por los pecados cometidos.
Lo dije fuerte en varios medios una y otra vez. Directamente al presidente de la CEM y al eminentísimo Norberto Rivera Carrera, arzobispo Primado de México, los obispos mexicanos deben dar a conocer en un libro blanco todos los caso de desviaciones de sacerdotes, en suma seguir el ejemplo de EE UU.
Y comente entonces, que nuestras Asociaciones Religiosas (esa es la figura legal en México) -católicas y no católicas- difícilmente soportarían una denuncia por reparación del daño por pederastía. No les alcanzaría el dinero de las limosnas y diezmos para pagar un sólo caso de denuncia por reparación del daño. De hecho en México no hay una cultura de la denuncia. Insisto la mayoría de los casos se ocultan, como cuando se tiene un hijo con síndrome de Down.

¡'Y eso es ocultar la realidad!

Había sólo que ver lo que estaba sucediendo en EE UU donde la crisis sufrida por la diócesis de Boston habían llevado a la renuncia del cardenal Bernard Law y sobretodo costaron decenas de millones de dólares.
Por eso creo que el asunto de el pleito entre la SNAP contra el cardenal Norberto Rivera Carrera de encubrir, junto con el arzobispo de Los Ángeles, Roger Mahony, los delitos sexuales es serio.
Y va por el lado de la reparación del daño.

Y no porque les falte razón a los que han sufrido vejaciones y violaciones por sacerdotes; los curas han cometido pecados y los jerarcas en México lo saben. No es casual que tengan dos casas de "rehabilitación".

Pero hay algo que no deja de llamar la atención. Estuve revisando mis notas sobre el caso de EE UU y concretamente de SNAP. Fue una de las ONGs que logró la caída del cardenal de Boston Bernard Francis Law, por cierto nacido en 1931 en Torreón, Coahuila México y en aquel momento papable.

Y en efecto, en el 2002 tras los escándalos en Massachusetts por los abusos sexuales cometidos por sacerdotes contra menores, se comprobó que la jerarquía eclesiástica -el cardenal Law- estaba enterado de estos delitos y amparó a los abusadores con discretos traslados. Eso le costo el cargo a Law además de un total desprestigio en EE UU.

Y meses después, curiosamente el grupo de abogados - no estoy seguro si vinculado a la SNAP- llegaron a un acuerdo con la Diócesis de Boston y cobraron una indemnización por reparación del daño por 85 millones de dólares.
Esa negociación sentó la pauta para zanjar extrajudicialmente los cientos de casos que aún siguen pendientes en todo EE UU.
El impacto de la indemnización de la Iglesia católica de Boston fue duro. Incluso afecto la Curia Vaticana con un déficit en el 2003. El informe del balance económico de la Curia vaticana en 2003 registró por tercera vez un déficit de 12 millones de dólares. La Santa Sede gastó 264 millones de dólares en todo el 2003; con esos recursos se mantiene a todo un ejército de cardenales, monseñores y abogados; en total: 2,674 personas, de las que 755 son eclesiásticos, 344 religiosos, 1,575 laicos, y aproximadamente mil jubilados. ¿Como se financia esos gastos? Precisamente gracias a las ayudas que recibe de las conferencias episcopales de todo el mundo. Hay una norma que obliga a hacer esa contribuciones. Es el canón 1271 del Código de Derecho Canónico. Por supuesto que hay otras formas en que la Iglesia católica se financia, por ejemplo a través del óbolo de San Pedro. Por cierto el país que más ayuda económica da a la Santa Sede es la Iglesia católica de EE UU, después siguen varios países europeos, como Alemania. EE UU empero, no aportó dinero a la curia debido al problema por demandas de abusos sexuales.
Y sólo un dato que llama la atención los abogados se quedaron con 28 millones de dólares de los 85 millones acordados. ¡No es cualquier cantidad! Por lo que también pude leerse como un negocio. Para los abogados claro.
A lo mejor por ahí va el asunto. Al margen de que en efecto ayuden a las víctimas.

Por ejemplo, a manera de transparencia cabría preguntar ¿quién pagó a los abogados que estuvieron recientemente en México? No creo que los abogados sean hermanas de la caridad. Me refiero obviamente a Jeffrey Anderson y Michael George Finnegan; porque David Clohessy es uno de los directivos SNAP.

Y miren no es casual que Norberto Rivera, arzobispo primado de México haya contratado nuevamente los servicios de su amigo Bernardo Fernández del Castillo- por cierto en las listas para ser Magistrado Electoral para defenderse.

¡Porque el golpe mediático ya se lo dieron!

"Lo que están buscando es un recurso, una indemnización económica, pero ni el Cardenal ni la Arquidiócesis se prestan a chantajes. "Consideramos que esto es una extorsión y desde luego no vamos a colaborar ni vamos a ceder a una extorsión", advirtió Fernández del Castillo, abogado de la Arquidiócesis en una conferencia de prensa (periódico Reforma, 22/09/2006)
Y Bernardo Fernández del Castillo es un abogado que conoce estos temas. Fue el abogado de la Arquidiócesis de México que deslindó al Cardenal Rivera Carrera de los contratos que firmó el Rector de la Basílica de Guadalupe, Diego Monroy, con la empresaria María Teresa Herrera y de suscribir convenios de exclusividad con empresarios como Herrera y Emilio Burillo Azcárraga, relacionados con la imagen de la Virgen de Guadalupe y transmisiones televisivas.
La CEM apoya al cardenal:

Monseñor Carlos Aguiar Retes, secretario general de la Conferencia del Episcopado Mexicano emitió el siguiente comunicado: "Los Obispos de México manifestamos nuestro dolor y solidaridad por las personas víctimas de todo tipo de abusos sexuales y condenamos las acciones pederastas de cualquier ser humano, sea sacerdote, religioso o laico, advirtiendo que quien incurra en ello deberá enfrentar las consecuencias de sus actos frente a las autoridades. El crimen de pederastia siempre deberá ser denunciado y condenado, nunca encubierto, por lo que reiteramos nuestra disposición a colaborar con las autoridades encargadas de la procuración e impartición de justicia. Confiamos en que las autoridades se apegarán a la rigurosa búsqueda de la verdad, en respeto al principio de la presunción de inocencia y en un marco de protección a la dignidad y los derechos de la persona humana. Asimismo la Conferencia del Episcopado Mexicano, asume como propias las declaraciones de la Arquidiócesis de México, pidiendo públicamente a los fieles que si conocen algún caso de abuso sexual sea denunciado a las autoridades competentes."
Creo que hay mucho que decir sobre este asunto.
Por último y como bien precisa el comunicado de la CEM los abusos sexuales no solo es un problema de sacerdotes; cada año son explotados sexualmente miles de niñas y niños.

Hace unos meses el Diputado del PVEM Jorge Kahwagi logró que se endurecieran las penas contra los sacerdotes pederastas.

De hecho fue la única iniciativa de él que prospero en la pasada legislatura.
EL 16 de marzo las cámaras de Diputados y Senadores aprobaron endurecer las sanciones contra las personas que abusan sexualmente de menores de edad, particularmente contra los sacerdotes pederastas. La disposición quedó estipulada en el apartado V del artículo 266 Bis del Código Penal Federal, que textualmente dice:“Las penas previstas para el abuso sexual y la violación se aumentarán hasta en una mitad en su mínimo y máximo, cuando… V.- Los ministros de culto religioso o quien se ostente como tal y abuse sexualmente de un menor o que no tenga la facultad de comprender el significado del hecho, no pueda resistir el hecho o sea obligada a ejecutarlo”.
No estoy seguro si ya fue publicada en el Diario Oficial por el presidente Fox. Habría que ver.