Srebrenica, doce años después del genocidio/Predrag Matvejevic, escritor croata, profesor de Estudios Eslavos en la Universidad de Roma.
Traducción del italiano de María Luisa Rodríguez Tapia.
El País, 21/07/2007;
El duelo sigue vivo en el verano de 2007, doce años después del genocidio de Srebrenica. Más de 8,000 musulmanes bosnios, de edades comprendidas entre los 14 y los 85 años, murieron asesinados en julio de 1995 en los alrededores de esta pequeña localidad, próxima a la frontera que separa Bosnia de Serbia. "El mayor genocidio en Europa desde la II Guerra Mundial" -así lo llaman los bosnios, y no sólo ellos- está quizá más presente hoy que en el momento en el que se cometió. Ha echado raíces en el sentimiento, la memoria, la conciencia. Ni los habitantes de Srebrenica y la zona de alrededor que, después de todo lo que les sucedió, permanecieron en su pueblo, ni los que huyeron para establecerse en otro lugar tienen ya fe en nadie, ni siquiera en sus representantes directos en Sarajevo.
Se consideran traicionados por todos: por el general francés Morillon, que había proclamado de forma patética que la zona iba a estar "protegida", y por los demás: los soldados holandeses allí presentes bajo la bandera de Naciones Unidas y el mando del general Janvier, que les dejaron en manos de los asesinos; Boutros-Boutros Gali, secretario general de la ONU, e incluso el mando supremo del pequeño ejército bosnio, que, a pesar de ser un débil y poseer pocas armas, debería haber acudido en su ayuda. Como también les traicionaron numerosos políticos que ellos habían contribuido a elegir y les traicionaron los medios de comunicación internacionales, que no dedicaron la atención suficiente a sus víctimas. Los habitantes de Srebrenica ya no tienen nada que perder, así que no es de extrañar que persigan incluso aquello que no pueden obtener: separarse de la llamada "república serbia" en Bosnia-Herzegovina. Una nueva escisión en los Balcanes, con las consecuencias que pueden imaginarse.
No es fácil describir la dimensión histórica de los hechos, y todavía menos la dimensión política, siempre determinada e impuesta por los intereses y exigencias de otros, que no tienen suficientemente en cuenta a aquellos a quienes se refiere la realidad en cuestión. Son muchos los que hablan sin cesar sobre la necesidad de ayudar a Srebrenica, pero muy pocos los que lo hacen. Hay momentos en los que resulta verdaderamente difícil saber qué habría que hacer y cómo.
Existe, además, en toda esta situación un error innegable de los países occidentales que viene ya de antes. Los musulmanes bosnios, unos eslavos convertidos tardíamente al islam, eran quizá los musulmanes más moderados del mundo. Un gran escritor perteneciente a esa nación, Mehmed Mesa Selimovic, escribió en un libro extraordinario titulado El derviche y la muerte, traducido a casi todas las lenguas europeas: "Éramos demasiado pocos para ser un lago y demasiados para que nos tragara la tierra". Los nacionalistas serbios de Bosnia y los nacionalistas croatas de Herzegovina querían verlos a todos engullidos por su tierra natal. Europa prestó oídos cómplices a la propaganda tendenciosa de los secuaces de Slobodan Milosevic y Franjo Tudjman, que presentaban a los musulmanes bosnios como una "plataforma", una cuña mediante la cual el islam iba a poder penetrar en Europa. Y, en cambio, no los vio como lo que eran: tal vez el islam más laico del mundo, un modelo que podía servir para contraponerlo a los verdaderos fundamentalistas islámicos, un modelo de islam europeo.
Ahora, heridos de muerte y reunidos en torno a los féretros de sus hermanos, quizá han perdido parte de ese laicismo. ¿De quién es la culpa? No sólo de los criminales Mladic y Karadzic.
He estado hace unos días en Srebrenica, pero no para participar, en absoluto, en las manifestaciones y los rituales conmemorativos. Vi el nuevo cementerio musulmán (mezarje) y los Potocari en los que se produjo gran parte de la tragedia, recorrí la ciudad y sus alrededores. Pude ver una larguísima fila de mujeres, de criaturas infelices que perdieron a sus maridos, sus padres, sus hijos, sus hermanos, sus amantes -se calcula que hubo más de 8.000 muertos, todos varones- en el pogrom más espantoso ocurrido en Europa desde Hitler y Stalin. También las "mujeres de negro" serbias habían ido a unirse a las viudas musulmanas. Es difícil reprimir los sentimientos en presencia de escenas de ese tipo; yo no pude. Aún me siento mal pese a estar de vuelta en Roma.
"Un número de víctimas casi cuatro veces superior al de las Torres Gemelas de Nueva York", dicen, y parece que es verdad. Y pese a ello, las noticias sobre Srebrenica fueron a parar desde el primer momento al fondo de la página, entre otros sucesos de discreta importancia. La tragedia no inflamó las pantallas de todo el mundo. Incluso nosotros, los ex ciudadanos de la antigua Yugoslavia, nos preguntábamos, al principio, si aquello podía ser verdad.
Pues sí, había ocurrido lo imposible. Ratko Mladic y Radovan Karadzic, los principales culpables -aunque no los únicos- de la matanza, calificada por el Tribunal de La Haya de "crimen contra la humanidad", están todavía en libertad. Y tal vez lo estén siempre.
En un número reciente del semanario montenegrino Monitor se cuenta que la policía local tuvo en su poder a Karadzic ya en 1996, pero recibió órdenes superiores de no tocarlo. También tuvo en sus manos a Mladic un año después, cuando este grotesco personaje fue a "tomar el sol" a la costa de Montenegro acompañado de quince guardaespaldas armados hasta los dientes. Y también a él le dejaron tranquilo, porque era peligroso rodearlo y desarmarlo, y nadie tenía ganas.
He estado hace poco en Grecia, en Salónica, con motivo de un acontecimiento literario. El guía que nos mostraba la ciudad me llevó a una suntuosa villa que era la residencia real cuando el soberano visitaba la ciudad. "En esta casa vivió también Radovan Karadzic", dijo, casi con orgullo. ¡Ay! Estamos en la parte ortodoxa de la Unión Europea. Pero es posible que Karadzic esté ahora en Rusia. Aunque también dicen que quizá se encuentre en la montaña sagrada, en Athos.
En Bosnia pude leer una declaración, al mismo tiempo cínica y vergonzosa, de uno de los corifeos ultranacionalistas del aparato político atribuible al dúo Milosevic-Seselj: decía que los musulmanes bosnios amontonaron en los alrededores de Srebrenica cadáveres procedentes de todas partes, y no sólo de su gente, sino de otros grupos, para sumarlos a la cuenta y exhibirlos. Es una historia que ya oímos cuando se produjo la matanza -causada por granadas- de inocentes que buscaban un poco de pan en el mercado de Markale, en Sarajevo: "Se matan entre sí mismos para llamar la atención del mundo", éste fue el tono del comunicado ultranacionalista de los serbobosnios de Pale.
Nunca se me ha ocurrido acusar de crímenes semejantes al pueblo serbio, al que amo y del que me considero hermano, del mismo modo que me opongo a identificar a todos los croatas con los ustasha de la II Guerra Mundial y con su reaparición en tiempos de Tudjman. Pero no basta con pedir disculpas de manera general o abstracta: a los delincuentes hay que llamarlos por su nombre, condenarlos y castigarlos. Es la única forma de proceder para restituir la dignidad a un pueblo y lavar la conciencia. De no ser así, los Balcanes podrían volver a incendiarse, Dios sabe cuándo, dónde y cómo.
Después de todo lo que aquí he recordado, tal vez resulte asombroso que quien ha vivido y soportado lo imposible reclame ahora más de lo que sabe que puede obtener. Si la Bosnia-Herzegovina actual consiguiese librarse de la mordaza colocada por los acuerdos de Dayton, si el Estado de Bosnia y Herzegovina se convirtiera verdaderamente en un solo Estado, una comunidad formada por todos los ciudadanos que lo constituyen, sin divisiones internas derivadas de una guerra absurda, no haría falta hacer ninguna petición concreta de ese tipo; sería la consecuencia de una situación natural.
Y, sin embargo, no sabemos cuánto tiempo vamos a tener que esperar aún para que se haga realidad.
Ego sum qui sum; analista político, un soñador enamorado de la vida y aficionado a la poesía.
22 jul 2007
Elecciones en Turquía
El Partido de la Justicia y del Desarrollo (AKP) logró una contundente victoria en las elecciones legislativas celebradas este domingo 22 de julio en Turquía.
Los islamistas moderados del el primer ministro, Recep Tayyip Erdogan, obtuvieron un 46,8% de los votos, con el 97% de los sufragios escrutados, un 13% más que en los últimos comicios de 2002. Los datos definitivos, poco cambiarán la situación, tres partido políticos, además de 23 candidatos independientes, entrarán en la Gran Asamblea Nacional (Parlamento) cuando se forme de nuevo.
Ante las cámaras de televisión y tras lograr un triunfo abrumador, Erdogan ha dicho que esta victoria no hará arrogante a su partido, sino que incrementará la responsabilidad sobre sus espaldas. En un discurso ante sus seguidores que celebraban la victoria del AKP frente a la sede central del partido en Ankara y que ha sido seguido en directo por la televisión, Erdogan ha asegurado que su gobierno "continuará con la lucha para hacer de Turquía un miembro de la UE".
"Quiero dirigirme a mis ciudadanos que no votaron por el AKP. Estad seguros, no importa por quien votaseis, seréis respetados. Tener diferentes puntos de vista es la riqueza de la democracia", ha dicho Erdogan para calmar los miedos del electorado secular, que temen una islamización de su estilo de vida con un AKP fuerte. "Llevaremos nuestro estado democrático, secular y social al nivel de la civilización contemporánea, allá adonde apuntó como objetivo Mustafá Kemal Atatürk", ha asegurado.
Con estas elecciones el AKP podrá gobernar sin aliados ya que superará con facilidad el mínimo requerido para una mayoría absoluta de 276 diputados.
El gran perdedor de la jornada, es el laicista Partido Republicano del Pueblo (CHP), que ha obtenido un 20,7%, apenas un punto porcentual más que hace cinco años. En realidad, no supieron capitalizar el miedo a un supuesto programa de islamización del AKP, pese a tener en sus manos una situación coyuntural inmejorable y contar con el apoyo de una muy influyente institución: el Ejército turco.
La mayoría de los analistas políticos atribuyen este pobre resultado de los seculares del CHP precisamente a la amonestación del Ejército, que tiene un historial de tres golpes de Estado desde 1960, ya que la población parece haber considerado que debía defender al partido en el Gobierno y que los militares no tenían vela en este entierro.
Y es que las fuerzas armadas interfirieron en la política el pasado abril con una advertencia al AKP por querer imponer como candidato a la Presidencia de la República.
La tercera formación en acceder al Parlamento será el Partido de Acción Nacionalista (MHP), que se ha apuntado el 14,4% de los votos, frente a un escuálido 8,3% de 2002, que no le permitió entonces tener diputados al existir en Turquía un umbral mínimo del 10%.
Los ultranacionalistas del MHP si supieron sacar partido del miedo real o imaginario a una islamización a cargo de los islamistas moderados del AKP.
Y la sorpresa es que por primera vez en la historia del país, los kurdos estarán representados en el Parlamento con cerca de 23 diputados independientes, que formarán un grupo parlamentario llamado Partido de la Sociedad Democrática (DTP). El jefe de este partido, Ahmet Türk, ha comentado que usarán este grupo para lanzar un nuevo proceso para actuar "en una Turquía democrática en la que los kurdos puedan expresarse con libertad". "Intentaremos lograr estos objetivos mediante la reconciliación y diálogo", ha dicho el dirigente a la televisión.
La delicada cuestión kurda será una de las primeras cuestiones que aborde el Parlamento, según Erdogan. Desde que el ilegalizado Partido de los Trabajadores del Kurdistán (PKK), considerado como el brazo armado del DTP, comenzó la lucha armada en 1984, más de 35,000 personas han muerto en Turquía, ante todo miembros de esta guerrilla, además de soldados turcos y miembros de la población.
Los islamistas moderados del el primer ministro, Recep Tayyip Erdogan, obtuvieron un 46,8% de los votos, con el 97% de los sufragios escrutados, un 13% más que en los últimos comicios de 2002. Los datos definitivos, poco cambiarán la situación, tres partido políticos, además de 23 candidatos independientes, entrarán en la Gran Asamblea Nacional (Parlamento) cuando se forme de nuevo.
Ante las cámaras de televisión y tras lograr un triunfo abrumador, Erdogan ha dicho que esta victoria no hará arrogante a su partido, sino que incrementará la responsabilidad sobre sus espaldas. En un discurso ante sus seguidores que celebraban la victoria del AKP frente a la sede central del partido en Ankara y que ha sido seguido en directo por la televisión, Erdogan ha asegurado que su gobierno "continuará con la lucha para hacer de Turquía un miembro de la UE".
"Quiero dirigirme a mis ciudadanos que no votaron por el AKP. Estad seguros, no importa por quien votaseis, seréis respetados. Tener diferentes puntos de vista es la riqueza de la democracia", ha dicho Erdogan para calmar los miedos del electorado secular, que temen una islamización de su estilo de vida con un AKP fuerte. "Llevaremos nuestro estado democrático, secular y social al nivel de la civilización contemporánea, allá adonde apuntó como objetivo Mustafá Kemal Atatürk", ha asegurado.
Con estas elecciones el AKP podrá gobernar sin aliados ya que superará con facilidad el mínimo requerido para una mayoría absoluta de 276 diputados.
El gran perdedor de la jornada, es el laicista Partido Republicano del Pueblo (CHP), que ha obtenido un 20,7%, apenas un punto porcentual más que hace cinco años. En realidad, no supieron capitalizar el miedo a un supuesto programa de islamización del AKP, pese a tener en sus manos una situación coyuntural inmejorable y contar con el apoyo de una muy influyente institución: el Ejército turco.
La mayoría de los analistas políticos atribuyen este pobre resultado de los seculares del CHP precisamente a la amonestación del Ejército, que tiene un historial de tres golpes de Estado desde 1960, ya que la población parece haber considerado que debía defender al partido en el Gobierno y que los militares no tenían vela en este entierro.
Y es que las fuerzas armadas interfirieron en la política el pasado abril con una advertencia al AKP por querer imponer como candidato a la Presidencia de la República.
La tercera formación en acceder al Parlamento será el Partido de Acción Nacionalista (MHP), que se ha apuntado el 14,4% de los votos, frente a un escuálido 8,3% de 2002, que no le permitió entonces tener diputados al existir en Turquía un umbral mínimo del 10%.
Los ultranacionalistas del MHP si supieron sacar partido del miedo real o imaginario a una islamización a cargo de los islamistas moderados del AKP.
Y la sorpresa es que por primera vez en la historia del país, los kurdos estarán representados en el Parlamento con cerca de 23 diputados independientes, que formarán un grupo parlamentario llamado Partido de la Sociedad Democrática (DTP). El jefe de este partido, Ahmet Türk, ha comentado que usarán este grupo para lanzar un nuevo proceso para actuar "en una Turquía democrática en la que los kurdos puedan expresarse con libertad". "Intentaremos lograr estos objetivos mediante la reconciliación y diálogo", ha dicho el dirigente a la televisión.
La delicada cuestión kurda será una de las primeras cuestiones que aborde el Parlamento, según Erdogan. Desde que el ilegalizado Partido de los Trabajadores del Kurdistán (PKK), considerado como el brazo armado del DTP, comenzó la lucha armada en 1984, más de 35,000 personas han muerto en Turquía, ante todo miembros de esta guerrilla, además de soldados turcos y miembros de la población.
China fuera de control
¿Está China fuera de control?/Julio Ríos
EL CORREO DIGITAL, 21/07/2007;
Aumentan las noticias preocupantes que llegan de China. El pasado junio, niños y mayores, algunos deficientes mentales, eran rescatados de fábricas ilegales de ladrillos en la provincia de Shanxi, adonde muchos de ellos habían sido llevados a la fuerza. La adulteración de medicamentos y productos de consumo de uso cotidiano (desde los dentífricos a comida para perros) está generando considerables y lógicos temores en muchos países desarrollados. El ‘made in China’ se ve con lupa aunque, por el momento, las exportaciones no se ven afectadas en absoluto e incluso los cálculos oficiales estiman que, este año, China desplazará a Alemania como segundo país en volumen de comercio exterior.
Pero los desajustes tienen más caras y son menos anecdóticos. Los niveles de contaminación ambiental no ceden e incluso se registraron recientemente episodios de cierta gravedad como la contaminación del lago Taihu, cerca de Wuxi, en Jiangsu, dejando a varios millones de personas afectadas. El primer ministro Wen Jiabao considera este año como crucial, tanto en materia de control de la emisión de contaminantes como de ahorro energético. En 2006, el consumo de energía debía reducirse en un 4%, pero sólo lo hizo en un 1,23%. A este ritmo, señalaba el primer ministro chino el pasado 27 de abril, el desarrollo chino no es sostenible. Pero para cambiar en serio la tendencia sería necesario mejorar la calidad y la estructura del crecimiento económico del país. Y no es fácil. Por otra parte, el frente social se complica. El desequilibrio en la distribución de los frutos del rápido desarrollo económico va a más. La situación en el campo preocupa y mucho porque las condiciones materiales no son buenas, el ecosistema está muy dañado y los funcionarios siguen abusando de su poder. Según estadísticas oficiales, el ingreso promedio de los campesinos en 2006 fue de unos 463 dólares, menos de un tercio del atribuido a los residentes urbanos.
Los incidentes violentos van en aumento y sus causas se multiplican. Por ejemplo, los errores de diagnóstico y las operaciones malogradas en clínicas y hospitales locales se traducen desde hace años en un aumento de las agresiones en el sector clínico, reconocía el viceministro de Salud, Chen Xiaohong, en abril último. No sólo irritan las negligencias, también, y sobre todo, los abusos que son el pan de cada día: el personal exige honorarios extra o, en ocasiones, deben trabajar bajo amenaza de los familiares del paciente. Por otra parte, las dificultades para hacer observar la política del hijo único, en vigor desde hace 30 años, son cada vez mayores. Entre otras razones, porque ahora son muchos los que pueden pagar la multa correspondiente (celebridades, empresarios privados, etcétera) y saltarse la sanción administrativa (cambio de puesto de trabajo y reducción del salario) al gozar de mayor autonomía. Recientemente se ha sabido que unos 2,000 responsables del PCCh de la provincia de Hunan, en el centro de China, incumplían la política del hijo único. En mayo último, en la provincia de Guangxi, millares de personas se rebelaron contra las multas impuestas por este motivo, quemaron coches y autobuses, poniendo en jaque a las autoridades.
También es verdad que hay otra realidad menos acuciante. La previsión de crecimiento del PIB para 2007 se estima en el 10,8%. Los bancos comerciales aumentarán su beneficio en un 30% en el mismo año. De aquí a 2009, el 60% de las marcas de lujo de todo el mundo dispondrán de fábricas en China. La propia demanda local de productos de lujo ha superado en un 60% la capacidad de fabricación de los proveedores occidentales. Pero estos índices y expectativas no restan preocupación al Gobierno chino, con dificultades serias para moderar el crecimiento (varios gobiernos locales, por ejemplo, han establecido objetivos de crecimiento superiores al señalado por el Gobierno central en un 2,4% por término medio). Consciente de los peligrosos efectos sobre la estabilidad interna y su imagen internacional, el PCCh y el Gobierno no se han quedado de brazos cruzados, aunque en su reacción predominan los ‘tics’ de otras etapas. En primer lugar, se han aumentado los subsidios para garantizar un mínimo de subsistencia a la población rural. Por otra parte, la aprobación de una nueva normativa laboral ha ido acompañada de una intensa campaña contra la contratación ilegal de trabajadores y la inspección de numerosos centros de trabajo. En tercer lugar, otra campaña se ha orientado al combate contra los clanes mafiosos en todo el país. En cuarto lugar, se ha decretado una movilización general en favor del ahorro de energía y contra la contaminación. En quinto lugar, la represión. A primeros de este mes, una circular del departamento de organización del PCCh estipulaba que la capacidad para contener la agitación social será un factor clave en la promoción de los funcionarios chinos y que los débiles no serán promovidos.
Cada nuevo hecho es utilizado como un señuelo para enviar un mensaje a la sociedad y a la comunidad internacional, evidenciando el compromiso con la recuperación de la ‘armonía’. Pero la piedra de toque de todo el proceso es la lucha contra la corrupción. Sólo el cabal cumplimiento de sus funciones por parte de los funcionarios a todos los niveles puede garantizar al Gobierno central la observación de sus políticas. Pekín quiere hacerse oír en todo el territorio chino. Así, mientras el ‘Diario del Pueblo’ invita a los militantes del PCCh a mantener una actitud modesta y prudente, a llevar un estilo de vida sencillo y elegir bien su círculo de amistades, la Comisión Disciplinaria instruye expedientes sancionadores a miles de militantes (en lo que va de año, un 3% más que en 2006) y deja sentir su rigor con expulsiones y condenas a muerte (como la reciente del ex jefe de la agencia del medicamento de China, Zheng Xiaoyu). Desde mayo, los funcionarios que hayan incurrido en negligencia o abuso de poder serán avergonzados públicamente. El comportamiento ético, a todos los niveles, es lo que más se ha degradado en China en los últimos años.
La utilidad a medio plazo de estas medidas, muy oportunas para que Hu Jintao afirme su poder en el XVII Congreso del PCCh, está por ver. La solvencia económica actual debería aprovecharse para afrontar las muchas contradicciones existentes, aliviar los problemas del campo, construir una red de seguridad social y mejorar la educación y la salud. China dispone hoy día de mayores recursos para mejorar los servicios sociales. Esas carencias están en el origen de las tensiones del presente.
EL CORREO DIGITAL, 21/07/2007;
Aumentan las noticias preocupantes que llegan de China. El pasado junio, niños y mayores, algunos deficientes mentales, eran rescatados de fábricas ilegales de ladrillos en la provincia de Shanxi, adonde muchos de ellos habían sido llevados a la fuerza. La adulteración de medicamentos y productos de consumo de uso cotidiano (desde los dentífricos a comida para perros) está generando considerables y lógicos temores en muchos países desarrollados. El ‘made in China’ se ve con lupa aunque, por el momento, las exportaciones no se ven afectadas en absoluto e incluso los cálculos oficiales estiman que, este año, China desplazará a Alemania como segundo país en volumen de comercio exterior.
Pero los desajustes tienen más caras y son menos anecdóticos. Los niveles de contaminación ambiental no ceden e incluso se registraron recientemente episodios de cierta gravedad como la contaminación del lago Taihu, cerca de Wuxi, en Jiangsu, dejando a varios millones de personas afectadas. El primer ministro Wen Jiabao considera este año como crucial, tanto en materia de control de la emisión de contaminantes como de ahorro energético. En 2006, el consumo de energía debía reducirse en un 4%, pero sólo lo hizo en un 1,23%. A este ritmo, señalaba el primer ministro chino el pasado 27 de abril, el desarrollo chino no es sostenible. Pero para cambiar en serio la tendencia sería necesario mejorar la calidad y la estructura del crecimiento económico del país. Y no es fácil. Por otra parte, el frente social se complica. El desequilibrio en la distribución de los frutos del rápido desarrollo económico va a más. La situación en el campo preocupa y mucho porque las condiciones materiales no son buenas, el ecosistema está muy dañado y los funcionarios siguen abusando de su poder. Según estadísticas oficiales, el ingreso promedio de los campesinos en 2006 fue de unos 463 dólares, menos de un tercio del atribuido a los residentes urbanos.
Los incidentes violentos van en aumento y sus causas se multiplican. Por ejemplo, los errores de diagnóstico y las operaciones malogradas en clínicas y hospitales locales se traducen desde hace años en un aumento de las agresiones en el sector clínico, reconocía el viceministro de Salud, Chen Xiaohong, en abril último. No sólo irritan las negligencias, también, y sobre todo, los abusos que son el pan de cada día: el personal exige honorarios extra o, en ocasiones, deben trabajar bajo amenaza de los familiares del paciente. Por otra parte, las dificultades para hacer observar la política del hijo único, en vigor desde hace 30 años, son cada vez mayores. Entre otras razones, porque ahora son muchos los que pueden pagar la multa correspondiente (celebridades, empresarios privados, etcétera) y saltarse la sanción administrativa (cambio de puesto de trabajo y reducción del salario) al gozar de mayor autonomía. Recientemente se ha sabido que unos 2,000 responsables del PCCh de la provincia de Hunan, en el centro de China, incumplían la política del hijo único. En mayo último, en la provincia de Guangxi, millares de personas se rebelaron contra las multas impuestas por este motivo, quemaron coches y autobuses, poniendo en jaque a las autoridades.
También es verdad que hay otra realidad menos acuciante. La previsión de crecimiento del PIB para 2007 se estima en el 10,8%. Los bancos comerciales aumentarán su beneficio en un 30% en el mismo año. De aquí a 2009, el 60% de las marcas de lujo de todo el mundo dispondrán de fábricas en China. La propia demanda local de productos de lujo ha superado en un 60% la capacidad de fabricación de los proveedores occidentales. Pero estos índices y expectativas no restan preocupación al Gobierno chino, con dificultades serias para moderar el crecimiento (varios gobiernos locales, por ejemplo, han establecido objetivos de crecimiento superiores al señalado por el Gobierno central en un 2,4% por término medio). Consciente de los peligrosos efectos sobre la estabilidad interna y su imagen internacional, el PCCh y el Gobierno no se han quedado de brazos cruzados, aunque en su reacción predominan los ‘tics’ de otras etapas. En primer lugar, se han aumentado los subsidios para garantizar un mínimo de subsistencia a la población rural. Por otra parte, la aprobación de una nueva normativa laboral ha ido acompañada de una intensa campaña contra la contratación ilegal de trabajadores y la inspección de numerosos centros de trabajo. En tercer lugar, otra campaña se ha orientado al combate contra los clanes mafiosos en todo el país. En cuarto lugar, se ha decretado una movilización general en favor del ahorro de energía y contra la contaminación. En quinto lugar, la represión. A primeros de este mes, una circular del departamento de organización del PCCh estipulaba que la capacidad para contener la agitación social será un factor clave en la promoción de los funcionarios chinos y que los débiles no serán promovidos.
Cada nuevo hecho es utilizado como un señuelo para enviar un mensaje a la sociedad y a la comunidad internacional, evidenciando el compromiso con la recuperación de la ‘armonía’. Pero la piedra de toque de todo el proceso es la lucha contra la corrupción. Sólo el cabal cumplimiento de sus funciones por parte de los funcionarios a todos los niveles puede garantizar al Gobierno central la observación de sus políticas. Pekín quiere hacerse oír en todo el territorio chino. Así, mientras el ‘Diario del Pueblo’ invita a los militantes del PCCh a mantener una actitud modesta y prudente, a llevar un estilo de vida sencillo y elegir bien su círculo de amistades, la Comisión Disciplinaria instruye expedientes sancionadores a miles de militantes (en lo que va de año, un 3% más que en 2006) y deja sentir su rigor con expulsiones y condenas a muerte (como la reciente del ex jefe de la agencia del medicamento de China, Zheng Xiaoyu). Desde mayo, los funcionarios que hayan incurrido en negligencia o abuso de poder serán avergonzados públicamente. El comportamiento ético, a todos los niveles, es lo que más se ha degradado en China en los últimos años.
La utilidad a medio plazo de estas medidas, muy oportunas para que Hu Jintao afirme su poder en el XVII Congreso del PCCh, está por ver. La solvencia económica actual debería aprovecharse para afrontar las muchas contradicciones existentes, aliviar los problemas del campo, construir una red de seguridad social y mejorar la educación y la salud. China dispone hoy día de mayores recursos para mejorar los servicios sociales. Esas carencias están en el origen de las tensiones del presente.
La cátedra de Noam Chomsky
Gaza y la paz entre israelíes y palestinos/Noam Chomsky, profesor emérito de Lingüística y Filosofía en el Instituto de Tecnología de Massachusetts en Cambridge.
Publicado en La Vanguardia, 21/07/2007;
La muerte de una nación es un episodio raro y sombrío. Pero la visión de una Palestina unificada, independiente, amenaza ser otra baja de la guerra civil entre Hamas y Al Fatah, cuyo fuego atizan Israel y Estados Unidos, el aliado que posibilita las cosas. El caos del mes pasado puede marcar el comienzo del fin de la Autoridad Nacional Palestina (ANP). Éste podría ser un desarrollo no totalmente desafortunado para los palestinos, teniendo en cuenta las intenciones de EE. UU. e Israel de convertir a la ANP en un régimen al estilo Quisling encargado de supervisar el absoluto rechazo a un Estado independiente por parte de esos aliados.
Los acontecimientos en Gaza se registraron en un contexto en desarrollo. En enero del 2006, los palestinos votaron en unas elecciones cuidadosamente supervisadas, calificadas de libres y justas por los observadores internacionales, pese a los esfuerzos estadounidenses e israelíes para inclinar la elección hacia su favorito, el presidente de la ANP Mahmud Abas y su partido Al Fatah. Pero Hamas obtuvo una victoria sorprendente.
El castigo a los palestinos por el crimen de votar de manera equivocada fue severo. Con el apoyo de EE. UU., Israel aumentó su violencia en Gaza, retuvo los fondos que estaba legalmente obligado a transferir a la ANP, estrechó el cerco e incluso cortó el flujo de agua a la árida franja de Gaza.
EE UU e Israel se aseguraron de que Hamas no tuviera posibilidad alguna de gobernar. Rechazaron el llamado de Hamas para una tregua a largo plazo a fin de iniciar negociaciones destinadas a establecer dos estados, según las líneas de consenso internacional a las que Israel y EE. UU. se han opuesto, en virtual aislamiento, por más de 30 años, con raras y temporales excepciones.
Mientras tanto Israel aceleró su programa para anexar, desmembrar y aprisionar a los menguados cantones palestinos en Cisjordania, siempre con el apoyo de EE UU, pese a ocasionales quejas menores, acompañadas de un guiño de ojos y una provisión de fondos.
Las potencias tienen un procedimiento estándar para derrocar a los gobiernos indeseables: armar al ejército para preparar un golpe. Israel y su aliado EE. UU. ayudaron a armar y a entrenar a Al Fatah para que ganara por la fuerza lo que había perdido en las urnas. EE. UU. también alentó a Abas para que acumulara el poder en sus propias manos, una conducta apropiada a los ojos de los defensores de una dictadura presidencial dentro de la Administración. Pero les salió el tiro por la culata. Pese a la ayuda militar, las fuerzas de Al Fatah en Gaza fueron derrotadas el mes pasado en el curso de un feroz conflicto. Muchos observadores cercanos lo describieron como un golpe preventivo contra las fuerzas de seguridad del brutal hombre fuerte de Al Fatah, Mohamed Dahlan.
Israel y EE UU actuaron con rapidez para transformar el resultado en su beneficio. Ahora cuentan con un pretexto para apretar el dogal contra la población de Gaza. “Persistir bajo las circunstancias presentes con este enfoque es verdaderamente genocida. Se corre el riesgo de destruir a una entera comunidad palestina que forma parte integral de una totalidad étnica”, escribe el experto en derecho internacional Richard Falk.
Y eso podría ocurrir a menos que Hamas cumpla con las tres condiciones impuestas por la comunidad internacional - un término técnico que se refiere al Gobierno de EE. UU. y a cualquiera que esté de acuerdo con él. Para que se permita a los palestinos atisbar fuera de las paredes de su calabozo de Gaza, Hamas debe reconocer a Israel, renunciar a la violencia y aceptar acuerdos pasados, en particular, la hoja de ruta del Cuarteto (EE. UU., Rusia, la UE y la ONU).
La hipocresía es pasmosa. Obviamente EE UU e Israel no reconocen a Palestina ni renuncian a la violencia. Tampoco aceptan acuerdos pasados. Mientras Israel formalmente aceptó la hoja de ruta, le adjuntó 14 objeciones que la convierten en papel mojado. Para tomar simplemente la primera, Israel exigió que para que el proceso comience y continúe los palestinos deben asegurar una educación para la paz, el cese de la incitación, el desmantelamiento de Hamas y otras organizaciones. Incluso si los palestinos lograran satisfacer esta imposible demanda, el Gabinete israelí proclamó que “la hoja de ruta no declarará que Israel debe cesar la violencia y la incitación contra los palestinos”. El rechazo de Israel a la hoja de ruta, con el apoyo de EE. UU., es inaceptable para la autoimagen de Occidente, por lo cual ha sido suprimido. Los hechos finalmente se conocieron públicamente gracias al libro de Jimmy Carter Palestine: peace not apartheid,que causó un torrente de esfuerzos desesperados para desacreditarlo.
Ahora, mientras está en posición de estrujar a Gaza, Israel también puede proceder, con el apoyo de EE UU, a implementar sus planes en Cisjordania. Tal vez cuente con la cooperación tácita de los líderes de Al Fatah, que serán recompensados por su capitulación. Entre otros pasos, Israel comenzó a liberar los fondos - estimados en 600 millones de dólares- que había ilegalmente congelado como reacción a la elección de enero del 2006. El ex primer ministro Tony Blair está ahora dispuesto a salir al rescate. Para el analista político libanés Rami Juri, “designar a Tony Blair enviado especial para la paz árabe-israelí es algo similar a nombrar al emperador Nerón para que sea el jefe de los bomberos de Roma”. Blair es el enviado del Cuarteto de manera simplemente nominal. El Gobierno de Bush señaló con claridad que Blair es el enviado de Washington, con un mandato muy limitado. La secretaria de Estado Condoleezza Rice (y Bush) retiene el control unilateral sobre los temas importantes, mientras que a Blair se le permitirá negociar sólo los problemas de construcción institucional.
En relación con el futuro a corto plazo, el mejor caso sería un establecimiento de dos estados, por consenso internacional. Eso no es imposible. Está virtualmente apoyado por el mundo entero, incluida la mayoría de la población de EE. UU. Llegó a estar bastante cercano, una vez, en el último mes de la presidencia de Bill Clinton. En enero del 2001, EE UU prestó su apoyo a las negociaciones en Taba, Egipto, que casi alcanzaron ese acuerdo antes de ser canceladas por el primer ministro israelí Ehud Barak. En su conferencia de prensa final, los negociadores de Taba indicaron que si se les hubiera permitido continuar su trabajo conjunto, habrían conseguido un arreglo. Desde entonces los años han visto muchos horrores, pero la posibilidad permanece. En relación con el escenario más probable, se muestra muy cercano al peor de los casos, pero los asuntos humanos no son predecibles: es demasiado lo que depende de la voluntad y de la elección.
Publicado en La Vanguardia, 21/07/2007;
La muerte de una nación es un episodio raro y sombrío. Pero la visión de una Palestina unificada, independiente, amenaza ser otra baja de la guerra civil entre Hamas y Al Fatah, cuyo fuego atizan Israel y Estados Unidos, el aliado que posibilita las cosas. El caos del mes pasado puede marcar el comienzo del fin de la Autoridad Nacional Palestina (ANP). Éste podría ser un desarrollo no totalmente desafortunado para los palestinos, teniendo en cuenta las intenciones de EE. UU. e Israel de convertir a la ANP en un régimen al estilo Quisling encargado de supervisar el absoluto rechazo a un Estado independiente por parte de esos aliados.
Los acontecimientos en Gaza se registraron en un contexto en desarrollo. En enero del 2006, los palestinos votaron en unas elecciones cuidadosamente supervisadas, calificadas de libres y justas por los observadores internacionales, pese a los esfuerzos estadounidenses e israelíes para inclinar la elección hacia su favorito, el presidente de la ANP Mahmud Abas y su partido Al Fatah. Pero Hamas obtuvo una victoria sorprendente.
El castigo a los palestinos por el crimen de votar de manera equivocada fue severo. Con el apoyo de EE. UU., Israel aumentó su violencia en Gaza, retuvo los fondos que estaba legalmente obligado a transferir a la ANP, estrechó el cerco e incluso cortó el flujo de agua a la árida franja de Gaza.
EE UU e Israel se aseguraron de que Hamas no tuviera posibilidad alguna de gobernar. Rechazaron el llamado de Hamas para una tregua a largo plazo a fin de iniciar negociaciones destinadas a establecer dos estados, según las líneas de consenso internacional a las que Israel y EE. UU. se han opuesto, en virtual aislamiento, por más de 30 años, con raras y temporales excepciones.
Mientras tanto Israel aceleró su programa para anexar, desmembrar y aprisionar a los menguados cantones palestinos en Cisjordania, siempre con el apoyo de EE UU, pese a ocasionales quejas menores, acompañadas de un guiño de ojos y una provisión de fondos.
Las potencias tienen un procedimiento estándar para derrocar a los gobiernos indeseables: armar al ejército para preparar un golpe. Israel y su aliado EE. UU. ayudaron a armar y a entrenar a Al Fatah para que ganara por la fuerza lo que había perdido en las urnas. EE. UU. también alentó a Abas para que acumulara el poder en sus propias manos, una conducta apropiada a los ojos de los defensores de una dictadura presidencial dentro de la Administración. Pero les salió el tiro por la culata. Pese a la ayuda militar, las fuerzas de Al Fatah en Gaza fueron derrotadas el mes pasado en el curso de un feroz conflicto. Muchos observadores cercanos lo describieron como un golpe preventivo contra las fuerzas de seguridad del brutal hombre fuerte de Al Fatah, Mohamed Dahlan.
Israel y EE UU actuaron con rapidez para transformar el resultado en su beneficio. Ahora cuentan con un pretexto para apretar el dogal contra la población de Gaza. “Persistir bajo las circunstancias presentes con este enfoque es verdaderamente genocida. Se corre el riesgo de destruir a una entera comunidad palestina que forma parte integral de una totalidad étnica”, escribe el experto en derecho internacional Richard Falk.
Y eso podría ocurrir a menos que Hamas cumpla con las tres condiciones impuestas por la comunidad internacional - un término técnico que se refiere al Gobierno de EE. UU. y a cualquiera que esté de acuerdo con él. Para que se permita a los palestinos atisbar fuera de las paredes de su calabozo de Gaza, Hamas debe reconocer a Israel, renunciar a la violencia y aceptar acuerdos pasados, en particular, la hoja de ruta del Cuarteto (EE. UU., Rusia, la UE y la ONU).
La hipocresía es pasmosa. Obviamente EE UU e Israel no reconocen a Palestina ni renuncian a la violencia. Tampoco aceptan acuerdos pasados. Mientras Israel formalmente aceptó la hoja de ruta, le adjuntó 14 objeciones que la convierten en papel mojado. Para tomar simplemente la primera, Israel exigió que para que el proceso comience y continúe los palestinos deben asegurar una educación para la paz, el cese de la incitación, el desmantelamiento de Hamas y otras organizaciones. Incluso si los palestinos lograran satisfacer esta imposible demanda, el Gabinete israelí proclamó que “la hoja de ruta no declarará que Israel debe cesar la violencia y la incitación contra los palestinos”. El rechazo de Israel a la hoja de ruta, con el apoyo de EE. UU., es inaceptable para la autoimagen de Occidente, por lo cual ha sido suprimido. Los hechos finalmente se conocieron públicamente gracias al libro de Jimmy Carter Palestine: peace not apartheid,que causó un torrente de esfuerzos desesperados para desacreditarlo.
Ahora, mientras está en posición de estrujar a Gaza, Israel también puede proceder, con el apoyo de EE UU, a implementar sus planes en Cisjordania. Tal vez cuente con la cooperación tácita de los líderes de Al Fatah, que serán recompensados por su capitulación. Entre otros pasos, Israel comenzó a liberar los fondos - estimados en 600 millones de dólares- que había ilegalmente congelado como reacción a la elección de enero del 2006. El ex primer ministro Tony Blair está ahora dispuesto a salir al rescate. Para el analista político libanés Rami Juri, “designar a Tony Blair enviado especial para la paz árabe-israelí es algo similar a nombrar al emperador Nerón para que sea el jefe de los bomberos de Roma”. Blair es el enviado del Cuarteto de manera simplemente nominal. El Gobierno de Bush señaló con claridad que Blair es el enviado de Washington, con un mandato muy limitado. La secretaria de Estado Condoleezza Rice (y Bush) retiene el control unilateral sobre los temas importantes, mientras que a Blair se le permitirá negociar sólo los problemas de construcción institucional.
En relación con el futuro a corto plazo, el mejor caso sería un establecimiento de dos estados, por consenso internacional. Eso no es imposible. Está virtualmente apoyado por el mundo entero, incluida la mayoría de la población de EE. UU. Llegó a estar bastante cercano, una vez, en el último mes de la presidencia de Bill Clinton. En enero del 2001, EE UU prestó su apoyo a las negociaciones en Taba, Egipto, que casi alcanzaron ese acuerdo antes de ser canceladas por el primer ministro israelí Ehud Barak. En su conferencia de prensa final, los negociadores de Taba indicaron que si se les hubiera permitido continuar su trabajo conjunto, habrían conseguido un arreglo. Desde entonces los años han visto muchos horrores, pero la posibilidad permanece. En relación con el escenario más probable, se muestra muy cercano al peor de los casos, pero los asuntos humanos no son predecibles: es demasiado lo que depende de la voluntad y de la elección.
La cátedra del profesor Reinares
¿Y si fuese otra la lógica de Al Qaeda en Irak?/Fernando Reinares, investigador principal de terrorismo internacional en Real Instituto Elcano y catedrático de Ciencia Política en la Universidad Rey Juan Carlos
Publicado en EL PAÍS, 21/07/2007;
Quiero decir otra distinta a la que solemos dar por descontado. Entre los españoles, como entre los europeos en general, está muy difundida la idea de que el terrorismo de Al Qaeda en Irak, al igual que el conjunto de la violencia insurgente que existe allí, sería ante todo una respuesta a la ocupación militar extranjera y, más concretamente, a la presencia de tropas estadounidenses. Según este punto de vista, dicho terrorismo perderá su sentido, hasta desaparecer, cuando los soldados norteamericanos se retiren y, con ellos, los muchos menos de otras naciones que también componen la fuerza multilateral actualmente desplegada en el país. A estas alturas, desde luego, pocos deberían dudar de que fue la invasión del país lo que hizo posible una amplia presencia de Al Qaeda en el mismo, convirtiéndolo en escenario operativo preferente del actual terrorismo internacional, cuando ni aquella circunstancia se daba ni esto último era así. Pero, ¿y si su lógica en ese país fuese ahora distinta de la resistencia frente al invasor u ocupante?
No, no me refiero a una lógica de yihad defensiva en su sentido tradicional. Eso introduce una dimensión panislámica a tener en cuenta pero coincide en buena medida con la mencionada lógica de resistencia. Lo que ocurre es que, en la actualidad, tres cuartas partes de los entre 900 y 1,400 muertos mensuales ocasionados por Al Qaeda en Irak son iraquíes, muchos de ellos chiíes pero también, y cada vez más, suníes. Mientras que, por el contrario, no más de una cuarta parte de sus blancos y víctimas son estadounidenses. Estos y otros datos se revelan y analizan en el documento Un estudio cuantitativo sobre las actividades terroristas de Al Qaeda en Irak, recientemente publicado por el Real Instituto Elcano en su página web. A la luz de esas evidencias, diríase que la lógica de ese terrorismo yihadista obedece menos a una reacción frente al contingente militar norteamericano destacado en el país que a la voluntad de imponer el propio dominio sobre buena parte del territorio y la sociedad iraquíes.
Un cierto número de atentados contra blancos estadounidenses sigue cumpliendo, tanto para Al Qaeda en Irak como para los grupos asociados con esa estructura terrorista, una función legitimadora de sus actividades en tanto que yihad defensiva o sencillamente resistencia. Por su parte, el propósito de atentar contra chiíes sería, como en su día dejó claro Abu Musab al Zarqaui, el de agravar las fracturas etnorreligiosas que indudablemente existen en la sociedad iraquí y fomentar de este modo la confrontación sectaria, imposibilitando a corto y medio plazo cualquier normalización política del país. Finalmente, el terrorismo relacionado con Al Qaeda en Irak que afecta directamente a árabes suníes serviría para ejercer un efectivo control social sobre ese segmento de la sociedad que tanto aquélla como las formaciones yihadistas que se encuentran asociadas con la misma consideran su población de referencia. Atentados contra distintos blancos cumplen pues funciones diferentes pero complementarias para los grupos aliados con Al Qaeda que operan en territorio iraquí. Pero las víctimas iraquíes de su terrorismo triplican a las estadounidenses.
Así las cosas, si las fuerzas multinacionales que actualmente se encuentran en dicho país con autorización de Naciones Unidas, aunque en su gran mayoría conformadas por soldados estadounidenses, se retiran del mismo en ausencia de los arreglos internos y regionales que doten a Irak de la necesaria estabilidad, las organizaciones relacionadas con Al Qaeda que allí operan afrontarán a partir de entonces serios constreñimientos pero dispondrán de no menos críticas oportunidades. Por una parte, es cierto, se verían privados de los blancos cuya afectación mediante atentados les procura apoyos o les permite movilizar recursos dentro y fuera del país, tanto en otros del mundo islámico como entre comunidades musulmanas asentadas en sociedades occidentales, incluida la española. Ahora bien, como ponen de manifiesto las pautas de victimización que denota el terrorismo de Al Qaeda en Irak, su lógica ya no es de resistencia sino de dominación.
Por eso es verosímil que, al mismo tiempo, Al Qaeda en Irak y sus grupos adscritos se beneficien de presentar como éxito de su propia actuación contra los invasores una eventual retirada militar estadounidense y que dispongan de una excelente ocasión para avanzar con menos obstáculos en la consolidación del denominado Estado Islámico de Irak. Una dinámica que en modo alguno estaría exenta de implicaciones en materia de seguridad para otros países de la zona e incluso, en términos de amenaza terrorista, probablemente más para las sociedades europeas, incluida por supuesto la española, que para la estadounidense. Consolidar esa entidad de poder alternativo al gubernamental, ya de por sí débil y carente de la necesaria autoridad, es un objetivo que, como ponen de manifiesto los blancos y las víctimas iraquíes del terrorismo relacionado con Al Qaeda en dicho país, es prioritario en la agenda yihadista dentro y fuera del mismo. Ayman al Zawahiri está siendo suficientemente claro en sus ya reiterados pronunciamientos a este respecto.
Entonces, si la lógica de Al Qaeda en Irak no fuese ya tanto de resistencia frente a la presencia militar extranjera, sino que persigue la imposición coactiva de un dominio yihadista sobre la población árabe suní del país, teniendo además en cuenta que sus atentados ocasionan ya cerca de la mitad del total de las muertes por actos de violencia ocurridas en el mismo, ni los europeos en general ni los españoles en particular deberíamos confiar demasiado en que la retirada estadounidense será fundamental para poner fin, en breve plazo, a ese terrorismo yihadista. Como tampoco deberíamos aplaudir una salida irresponsable de los norteamericanos, cuyos representantes políticos, después de haber convertido Irak en escenario preferente del terrorismo global y propiciado el resurgimiento de Al Qaeda, buscarían ahora complacer a su opinión pública con una decisión que, caso de llevarse a cabo de manera precipitada y carente de la debida cobertura multilateral, desatendería por enésima vez los intereses comunes a amplios sectores de la población iraquí o los nuestros.
Publicado en EL PAÍS, 21/07/2007;
Quiero decir otra distinta a la que solemos dar por descontado. Entre los españoles, como entre los europeos en general, está muy difundida la idea de que el terrorismo de Al Qaeda en Irak, al igual que el conjunto de la violencia insurgente que existe allí, sería ante todo una respuesta a la ocupación militar extranjera y, más concretamente, a la presencia de tropas estadounidenses. Según este punto de vista, dicho terrorismo perderá su sentido, hasta desaparecer, cuando los soldados norteamericanos se retiren y, con ellos, los muchos menos de otras naciones que también componen la fuerza multilateral actualmente desplegada en el país. A estas alturas, desde luego, pocos deberían dudar de que fue la invasión del país lo que hizo posible una amplia presencia de Al Qaeda en el mismo, convirtiéndolo en escenario operativo preferente del actual terrorismo internacional, cuando ni aquella circunstancia se daba ni esto último era así. Pero, ¿y si su lógica en ese país fuese ahora distinta de la resistencia frente al invasor u ocupante?
No, no me refiero a una lógica de yihad defensiva en su sentido tradicional. Eso introduce una dimensión panislámica a tener en cuenta pero coincide en buena medida con la mencionada lógica de resistencia. Lo que ocurre es que, en la actualidad, tres cuartas partes de los entre 900 y 1,400 muertos mensuales ocasionados por Al Qaeda en Irak son iraquíes, muchos de ellos chiíes pero también, y cada vez más, suníes. Mientras que, por el contrario, no más de una cuarta parte de sus blancos y víctimas son estadounidenses. Estos y otros datos se revelan y analizan en el documento Un estudio cuantitativo sobre las actividades terroristas de Al Qaeda en Irak, recientemente publicado por el Real Instituto Elcano en su página web. A la luz de esas evidencias, diríase que la lógica de ese terrorismo yihadista obedece menos a una reacción frente al contingente militar norteamericano destacado en el país que a la voluntad de imponer el propio dominio sobre buena parte del territorio y la sociedad iraquíes.
Un cierto número de atentados contra blancos estadounidenses sigue cumpliendo, tanto para Al Qaeda en Irak como para los grupos asociados con esa estructura terrorista, una función legitimadora de sus actividades en tanto que yihad defensiva o sencillamente resistencia. Por su parte, el propósito de atentar contra chiíes sería, como en su día dejó claro Abu Musab al Zarqaui, el de agravar las fracturas etnorreligiosas que indudablemente existen en la sociedad iraquí y fomentar de este modo la confrontación sectaria, imposibilitando a corto y medio plazo cualquier normalización política del país. Finalmente, el terrorismo relacionado con Al Qaeda en Irak que afecta directamente a árabes suníes serviría para ejercer un efectivo control social sobre ese segmento de la sociedad que tanto aquélla como las formaciones yihadistas que se encuentran asociadas con la misma consideran su población de referencia. Atentados contra distintos blancos cumplen pues funciones diferentes pero complementarias para los grupos aliados con Al Qaeda que operan en territorio iraquí. Pero las víctimas iraquíes de su terrorismo triplican a las estadounidenses.
Así las cosas, si las fuerzas multinacionales que actualmente se encuentran en dicho país con autorización de Naciones Unidas, aunque en su gran mayoría conformadas por soldados estadounidenses, se retiran del mismo en ausencia de los arreglos internos y regionales que doten a Irak de la necesaria estabilidad, las organizaciones relacionadas con Al Qaeda que allí operan afrontarán a partir de entonces serios constreñimientos pero dispondrán de no menos críticas oportunidades. Por una parte, es cierto, se verían privados de los blancos cuya afectación mediante atentados les procura apoyos o les permite movilizar recursos dentro y fuera del país, tanto en otros del mundo islámico como entre comunidades musulmanas asentadas en sociedades occidentales, incluida la española. Ahora bien, como ponen de manifiesto las pautas de victimización que denota el terrorismo de Al Qaeda en Irak, su lógica ya no es de resistencia sino de dominación.
Por eso es verosímil que, al mismo tiempo, Al Qaeda en Irak y sus grupos adscritos se beneficien de presentar como éxito de su propia actuación contra los invasores una eventual retirada militar estadounidense y que dispongan de una excelente ocasión para avanzar con menos obstáculos en la consolidación del denominado Estado Islámico de Irak. Una dinámica que en modo alguno estaría exenta de implicaciones en materia de seguridad para otros países de la zona e incluso, en términos de amenaza terrorista, probablemente más para las sociedades europeas, incluida por supuesto la española, que para la estadounidense. Consolidar esa entidad de poder alternativo al gubernamental, ya de por sí débil y carente de la necesaria autoridad, es un objetivo que, como ponen de manifiesto los blancos y las víctimas iraquíes del terrorismo relacionado con Al Qaeda en dicho país, es prioritario en la agenda yihadista dentro y fuera del mismo. Ayman al Zawahiri está siendo suficientemente claro en sus ya reiterados pronunciamientos a este respecto.
Entonces, si la lógica de Al Qaeda en Irak no fuese ya tanto de resistencia frente a la presencia militar extranjera, sino que persigue la imposición coactiva de un dominio yihadista sobre la población árabe suní del país, teniendo además en cuenta que sus atentados ocasionan ya cerca de la mitad del total de las muertes por actos de violencia ocurridas en el mismo, ni los europeos en general ni los españoles en particular deberíamos confiar demasiado en que la retirada estadounidense será fundamental para poner fin, en breve plazo, a ese terrorismo yihadista. Como tampoco deberíamos aplaudir una salida irresponsable de los norteamericanos, cuyos representantes políticos, después de haber convertido Irak en escenario preferente del terrorismo global y propiciado el resurgimiento de Al Qaeda, buscarían ahora complacer a su opinión pública con una decisión que, caso de llevarse a cabo de manera precipitada y carente de la debida cobertura multilateral, desatendería por enésima vez los intereses comunes a amplios sectores de la población iraquí o los nuestros.
El Kurdistán
EL KURDISTÁN IRAQUÍ, AMENAZADO/Por Kendal Nezan, presidente del Instituto Kurdo de París.
© Libération.
Traducción Xavier Nerín
EL PERIÓDICO, 22/07/2007;
El Kurdistán iraquí es un remanso de paz y de estabilidad en un Irak desgarrado por los enfrentamientos confesionales y el terrorismo masivo de Al Qaeda, que cuenta con el apoyo multiforme de Siria y de Irán. Tras decenios de guerras y de dictadura, con su secuela de destrucciones, deportaciones e infortunios de todas clases, los kurdos han forjado su unidad, han reconstruido una gran parte de sus cerca de 4.500 pueblos y una veintena de ciudades arrasadas y han instaurado una democracia parlamentaria vibrante.
Las libertades fundamentales están aseguradas; desde los islamistas no violentos hasta los comunistas, todas las corrientes políticas se expresan y se organizan libremente. Las minorías asirio-caldeas y turcomanas poseen sus propias instituciones; sus escuelas, sus medios de comunicación y sus partidos políticos están representados en el Parlamento y en el Gobierno. Aproximadamente un tercio de los miembros de la Asamblea Nacional de Kurdistán son mujeres que, por otra parte, son muy activas en las numerosas organizaciones de la sociedad civil y en las universidades. Los kurdos aseguran por sí mismos la seguridad de su región, donde hay menos de un centenar de consejeros norteamericanos y alrededor de un millar de surcoreanos que participan en la reconstrucción del país.
Desde mayo del 2003, el Kurdistán autónomo ha sufrido media docena de atentados terroristas, pero ningún extranjero ha resultado herido o asesinado. Esta democracia tranquila y prometedora –que sirve de referencia al resto de Irak–, se ve, en la actualidad, seriamente amenazada por Turquía.El Ejército turco procede a concentraciones masivas de tropas en las fronteras y su jefe, el general Buyukanit, insiste en reivindicar el derecho de invadir militarmente “el norte de Irak” y de “castigar a sus jefes de tribu”. Uno de estos “jefes” es el presidente elegido de Kurdistán, Masud Barzani, y el otro, el presidente elegido de Irak, Yalal Talabani. Para los turcos, que en sus escuelas y en los cuarteles aprenden que sus antepasados inventaron las grandes civilizaciones universales y que “un turco vale todo el universo” (máxima de Ataturk), los kurdos no son más que tribus atrasadas y salvajes que la gran nación turca debe civilizar o terroristas a los que hay que abatir. El pretexto invocado es precisamente “la lucha contra el terrorismo del PKK”. Esta organización –que esperaba al menos una amnistía general que autorizara un retorno digno de sus millares de resistentes y su integración en la vida civil– ha relanzado estos últimos tiempos sus acciones armadas.
LOS DIRIGENTES kurdos iraquís, apoyados discretamente por Washington, han ofrecido a Ankara sus buenos oficios para la búsqueda de una solución política honorable al problema del PKK que, para ellos, no tiene solución militar. Los generales turcos han rechazado con desdén estas ofertas. Ahora bien, a pesar de la política de tierra quemada practicada en los años 90 por el Ejército turco, que ha supuesto la destrucción de 3.400 pueblos kurdos y el desplazamiento de más de tres millones de civiles, la erradicación prometida no ha tenido lugar. Una veintena de incursiones militares turcas en territorio kurdo iraquí “para destruir las bases de retaguardia del PKK” no han producido ningún resultado tangible. Por otra parte, como ha recordado el primer ministro turco, las tres cuartas partes de los resistentes del PKK actúan en el interior de Turquía, llevan a cabo acciones en provincias como Dersim, situadas a más de 500 kilómetros de la frontera iraquí, y el Ejército es incapaz de eliminarlos.Además del “derecho de persecución contra el PKK”, los generales turcos invocan también su derecho a “proteger a la minoría turcomana”, que estaría amenazada por la integración eventual de la provincia de Kirkuk en el Kurdistán autónomo; integración que, según el artículo 140 de la Constitución iraquí, debe decidirse de aquí a finales del 2007 por referendo entre la población de esta provincia. Esta, en su gran mayoría, rechaza las pretensiones turcas y recuerda que cuando era perseguida bajo el régimen de Sadam Husein, Ankara nunca elevó la más mínima protesta. Ahora que goza de grandes derechos lingüísticos y culturales, y que está representada en las instancias de Kurdistán, Turquía pretende querer impedir su “dominación por los kurdos”. A pesar de todo el apoyo financiero de Ankara, el Frente Turcomano proturco no ha obtenido una parte significativa de los sufragios de esta comunidad, que se niega a ser instrumentalizada.
DE HECHO, los argumentos de Ankara solo son aparentes y poco convincentes, incluso para una buena parte de la opinión turca. Todo sucede como si el Ejército turco –que más que un Estado dentro del Estado, se considera como el propietario legítimo del Estado turco– tuviera necesidad de crisis, de conflictos y de “enemigos de la patria” para justificar su supremacía en la vida política turca. Los enemigos más cómodos del ultranacionalismo turco siguen siendo los kurdos. Los de Turquía, que persisten en rechazar “la satisfacción de decir que se es turco”, un artículo obligatorio del nacionalismo de Ataturk, ideología oficial de Turquía, pero también los de Irak.La cruzada entablada por el Ejército, al abrigo de la defensa de los valores laicos y de la lucha contra el terrorismo, disimula mal las derivas ultranacionalistas y autoritarias. En lugar de perderse en negociaciones laboriosas sobre capítulos técnicos, Europa debe notificar claramente a Turquía que cualquier aventura militar en Irak o cualquier intervención del Ejército en la vida política pondría definitivamente fin al proceso de adhesión a la Unión Europea. También podría proponer la búsqueda de una solución justa a la cuestión kurda en Turquía y al contencioso con el Kurdistán iraquí.
© Libération.
Traducción Xavier Nerín
EL PERIÓDICO, 22/07/2007;
El Kurdistán iraquí es un remanso de paz y de estabilidad en un Irak desgarrado por los enfrentamientos confesionales y el terrorismo masivo de Al Qaeda, que cuenta con el apoyo multiforme de Siria y de Irán. Tras decenios de guerras y de dictadura, con su secuela de destrucciones, deportaciones e infortunios de todas clases, los kurdos han forjado su unidad, han reconstruido una gran parte de sus cerca de 4.500 pueblos y una veintena de ciudades arrasadas y han instaurado una democracia parlamentaria vibrante.
Las libertades fundamentales están aseguradas; desde los islamistas no violentos hasta los comunistas, todas las corrientes políticas se expresan y se organizan libremente. Las minorías asirio-caldeas y turcomanas poseen sus propias instituciones; sus escuelas, sus medios de comunicación y sus partidos políticos están representados en el Parlamento y en el Gobierno. Aproximadamente un tercio de los miembros de la Asamblea Nacional de Kurdistán son mujeres que, por otra parte, son muy activas en las numerosas organizaciones de la sociedad civil y en las universidades. Los kurdos aseguran por sí mismos la seguridad de su región, donde hay menos de un centenar de consejeros norteamericanos y alrededor de un millar de surcoreanos que participan en la reconstrucción del país.
Desde mayo del 2003, el Kurdistán autónomo ha sufrido media docena de atentados terroristas, pero ningún extranjero ha resultado herido o asesinado. Esta democracia tranquila y prometedora –que sirve de referencia al resto de Irak–, se ve, en la actualidad, seriamente amenazada por Turquía.El Ejército turco procede a concentraciones masivas de tropas en las fronteras y su jefe, el general Buyukanit, insiste en reivindicar el derecho de invadir militarmente “el norte de Irak” y de “castigar a sus jefes de tribu”. Uno de estos “jefes” es el presidente elegido de Kurdistán, Masud Barzani, y el otro, el presidente elegido de Irak, Yalal Talabani. Para los turcos, que en sus escuelas y en los cuarteles aprenden que sus antepasados inventaron las grandes civilizaciones universales y que “un turco vale todo el universo” (máxima de Ataturk), los kurdos no son más que tribus atrasadas y salvajes que la gran nación turca debe civilizar o terroristas a los que hay que abatir. El pretexto invocado es precisamente “la lucha contra el terrorismo del PKK”. Esta organización –que esperaba al menos una amnistía general que autorizara un retorno digno de sus millares de resistentes y su integración en la vida civil– ha relanzado estos últimos tiempos sus acciones armadas.
LOS DIRIGENTES kurdos iraquís, apoyados discretamente por Washington, han ofrecido a Ankara sus buenos oficios para la búsqueda de una solución política honorable al problema del PKK que, para ellos, no tiene solución militar. Los generales turcos han rechazado con desdén estas ofertas. Ahora bien, a pesar de la política de tierra quemada practicada en los años 90 por el Ejército turco, que ha supuesto la destrucción de 3.400 pueblos kurdos y el desplazamiento de más de tres millones de civiles, la erradicación prometida no ha tenido lugar. Una veintena de incursiones militares turcas en territorio kurdo iraquí “para destruir las bases de retaguardia del PKK” no han producido ningún resultado tangible. Por otra parte, como ha recordado el primer ministro turco, las tres cuartas partes de los resistentes del PKK actúan en el interior de Turquía, llevan a cabo acciones en provincias como Dersim, situadas a más de 500 kilómetros de la frontera iraquí, y el Ejército es incapaz de eliminarlos.Además del “derecho de persecución contra el PKK”, los generales turcos invocan también su derecho a “proteger a la minoría turcomana”, que estaría amenazada por la integración eventual de la provincia de Kirkuk en el Kurdistán autónomo; integración que, según el artículo 140 de la Constitución iraquí, debe decidirse de aquí a finales del 2007 por referendo entre la población de esta provincia. Esta, en su gran mayoría, rechaza las pretensiones turcas y recuerda que cuando era perseguida bajo el régimen de Sadam Husein, Ankara nunca elevó la más mínima protesta. Ahora que goza de grandes derechos lingüísticos y culturales, y que está representada en las instancias de Kurdistán, Turquía pretende querer impedir su “dominación por los kurdos”. A pesar de todo el apoyo financiero de Ankara, el Frente Turcomano proturco no ha obtenido una parte significativa de los sufragios de esta comunidad, que se niega a ser instrumentalizada.
DE HECHO, los argumentos de Ankara solo son aparentes y poco convincentes, incluso para una buena parte de la opinión turca. Todo sucede como si el Ejército turco –que más que un Estado dentro del Estado, se considera como el propietario legítimo del Estado turco– tuviera necesidad de crisis, de conflictos y de “enemigos de la patria” para justificar su supremacía en la vida política turca. Los enemigos más cómodos del ultranacionalismo turco siguen siendo los kurdos. Los de Turquía, que persisten en rechazar “la satisfacción de decir que se es turco”, un artículo obligatorio del nacionalismo de Ataturk, ideología oficial de Turquía, pero también los de Irak.La cruzada entablada por el Ejército, al abrigo de la defensa de los valores laicos y de la lucha contra el terrorismo, disimula mal las derivas ultranacionalistas y autoritarias. En lugar de perderse en negociaciones laboriosas sobre capítulos técnicos, Europa debe notificar claramente a Turquía que cualquier aventura militar en Irak o cualquier intervención del Ejército en la vida política pondría definitivamente fin al proceso de adhesión a la Unión Europea. También podría proponer la búsqueda de una solución justa a la cuestión kurda en Turquía y al contencioso con el Kurdistán iraquí.
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