31 mar 2010

Dos victorias: Aguayo

¡2 victorias, 2!/Sergio Aguayo Quezada
Reforma, 31 marzo 2010.- Son raras las victorias que benefician a las mayorías. Y de repente, en dos días nos llegan dos importantes. Desmenucémoslas para aislar las cuatro claves de su éxito.
El 25 de marzo la Cámara de Diputados aprueba por 319 votos a favor y con la abstención del diputado Juan José Guerra Abud, el coordinador de los percudidos verdes, una reforma que introduce los juicios colectivos a la Constitución. Cuando los estados la ratifiquen será finalmente posible la defensa, protección y representación jurídica de quienes consumimos y somos metódica y eficientemente exprimidos. Al día de hoy la defensa sólo puede ser individual.
Un día después, pero en el Vaticano, los poderosos Legionarios de Cristo admiten, consternada y tardíamente, que el padre Marcial Maciel cometió abusos sexuales contra menores de edad. Piden perdón a las víctimas y a quienes denunciaron y fueron ignorados. Abjuran de Maciel: "No podemos mirar a su persona como modelo de vida cristiana o sacerdotal", y lo encomiendan al "amor misericordioso de Dios". Guardan silencio sobre las reparaciones a las víctimas. Con todo y ausencias el documento es notable por la arrogancia y opacidad de los Legionarios y de una jerarquía que predica una humildad de la cual carece.
Como nunca antes en su historia, la Iglesia Católica está siendo juzgada por la opinión pública internacional. Pillada en su centro de gravedad ético, reacciona con desconcierto porque ha perdido el control sobre los tiempos, y de su milenaria historia le brincan casos no resueltos. En 1633 el Santo Oficio sentó en el banquillo a Galileo, lo condenó a prisión y lo hizo abjurar. Han pasado más de tres siglos y la polémica sobre el juicio se mantiene. Apenas en 1990 el actual Papa defendía el proceder eclesiástico: la sentencia "contra Galileo fue razonable y justa, y sólo por motivos de oportunismo político se legitima su revisión". En el caso de los Legionarios hace sólo 15 años que se hicieron públicas las acusaciones y ya sale una disculpa pública. No habrá justicia en sentido estricto, pero a Maciel ya le vedaron el ascenso a los altares. Justicia simbólica pero justicia al fin.
Los consumidores mexicanos siempre hemos estado indefensos. En los 10 años que llevamos de alternancia esta reforma constitucional sería la segunda gran reforma a favor de la ciudadanía (la primera fue la ley de transparencia y acceso a la información gubernamental aprobada por unanimidad en 2002). Es un hecho digno de ser celebrado. Una forma de hacerlo es enumerando los cuatro factores o claves comunes a los dos triunfos.
El primero es elemental. Para que se respete un derecho tiene que haber conciencia de su existencia. Desde la Segunda Guerra Mundial la percepción de que se tienen derechos se ha extendido como la humedad. La conciencia es insuficiente sin la aparición de personas concretas, decididas a defender los derechos. Si la reforma a favor de los consumidores prosperó, fue porque dos personas, Adriana Labardini y Daniel Gershenson, empezaron a empujar el tema en 2007. En el asunto legionario un grupo de víctimas de los abusos sexuales, entre los que ha destacado José Barba Martín, decidió defenderse en 1995 y dos años después presentó su caso ante la Santa Sede.
El segundo factor, los medios de comunicación. Las victorias fueron posibles gracias a ellos. En el "affaire Maciel" destacaron por su disposición a asumir los costos Salvador Guerrero Chiprés, Ciro Gómez Leyva, Carmen Aristegui y Javier Solórzano. En la promoción de las acciones colectivas es impresionante la cantidad de medios y periodistas que se han sumado. Es un hecho: cuando la causa es justa y se difunde bien fluyen los respaldos mediáticos.
El tercer factor, el entorno internacional, clave en el caso de Maciel porque sus abusos se hicieron públicos cuando explotaba el escándalo mundial de la pederastia eclesiástica. Ya no eran los pecados individuales sino las deficiencias estructurales. El hermetismo religioso fue embestido en su punto más vulnerable, Estados Unidos, donde la prensa es fuerte y el catolicismo es una entre varias religiones.
Un último factor común es la existencia de personas comprometidas con la justicia al interior de las estructuras de poder. En el caso de los consumidores estarían, entre otros, el senador priista Jesús Murillo Karam y una funcionaria de Gobernación, Blanca Heredia. En el asunto legionario se la jugaron, en serio, tres sacerdotes: Manuel Fernández Amenábar, Antonio Roqueñí y Alberto Athié.
Se trata de victorias parciales. Cuando la reforma a la Constitución sea aprobada, vendrá la redacción y en su caso la aprobación de una ley secundaria. Ahí se dará la batalla. En el caso de Maciel faltan las reparaciones y que la Iglesia atienda el escabroso y ominoso asunto de la sexualidad. La información fluirá a raudales. Por el momento, aprovechemos la pausa de Semana Santa para paladear el sabor de la justicia. ¡Dos victorias, dos!


Terror en Moscú

Terror en Moscú/Florentino Portero
Publicado en ABC, 30/03/10;
De nuevo Moscú. En la historia del terrorismo islamista Rusia, y antes la Unión Soviética, ha sido el estado occidental que más atentados ha sufrido y desde hace más tiempo. La convergencia de causas nacionales con el credo islamista ha alimentado un conflicto de extrema violencia, una de cuyas expresiones es el terrorismo. Los distintos grupos del Cáucaso Norte que combaten contra el Ejército ruso lo hacen de distintas maneras, sin renunciar al clásico terrorismo cuando lo consideran conveniente para sus fines. Nada original. Hizboláh se comporta de igual manera. Cuando de lo que se trata es de aterrorizar a la población para doblegar la voluntad del Gobierno ruso no tienen reparo en utilizar, una y otra vez, el metro de Moscú en hora punta para provocar una masacre. Y si se quiere enviar un mensaje de fortaleza ¿qué mejor que hacer explotar un convoy bajo la sede del Servicio de Inteligencia?
El Gobierno ruso lleva años combatiendo esta lacra en soledad. Europeos y norteamericanos minusvaloraron la importancia de la amenaza islamista durante mucho tiempo y se limitaron a enfocar el problema desde una perspectiva nacional. Rusia quería imponer su voluntad a los pueblos del Cáucaso y éstas eran las consecuencias. Pero no era tan simple. Rusia lleva años en la región, tiene derechos de soberanía y, sobre todo, el enemigo no son partidas de patriotas sino combatientes islamistas adoctrinados en el fundamentalismo. El hecho de que la política rusa en el Cáucaso Norte haya pecado por exceso de violencia no quita responsabilidad a europeos y norteamericanos por haber dado alas a esos grupos islamistas y por no haberse mostrado solidarios con el pueblo ruso. Si de por sí los dirigentes de Moscú tienden a ver en nuestros actos la voluntad de debilitarlos, esos gestos de apoyo a los líderes chechenos y aquellas críticas a su política les convencieron de que la defensa de sus intereses nacionales no podía ir de la mano de europeos y norteamericanos.
El Islam radical, en sus distintas versiones, representa una amenaza para todos. En primer lugar para el propio Islam, que es quien más lo padece. En segundo lugar, para el conjunto de estados occidentales, sin distinción, porque para un yihadista tanto da un ruso, que un francés que un norteamericano. ¿Por qué entonces no hemos sido capaces de adoptar una estrategia común? La dificultad de esta tarea se percibe al constatar que ni siquiera dentro de Europa hemos llegado a ese acuerdo. Más aún, en cada país esta cuestión continúa provocando debates encendidos. Desde el reconocimiento de la diferencia de posturas hay aspectos que deben ser reconsiderados para tratar de avanzar hacia posiciones comunes.
No es verdad que europeos y norteamericanos utilizáramos el irredentismo de los pueblos del Cáucaso Norte para debilitar a Rusia, aunque los gobernantes de Moscú valoren nuestros actos en ese sentido. La historia no es sólo el resultado de conflictos de intereses. Los comportamientos sociales no siempre se explican por segundas intenciones. Nunca tenemos que perder de vista la capacidad destructiva de la estupidez humana. Los rusos se merecen nuestra solidaridad y nuestra comprensión, lo que no quita que critiquemos sus ejercicios de violencia, por inmorales y por estériles.
Para Moscú el combate contra el islamismo tiene dos planos distintos pero complementarios. En el ámbito nacional no tienen reparo en actuar con la máxima contundencia y sin ocultar sus prejuicios contra la influencia del Islam en su territorio. Ellos no necesitan sofisticados entramados jurídicos, como Guantánamo, para desarticular las redes chechenas. Sin embargo, fuera de sus fronteras buscan ganar influencia allí donde más simpatías, dinero y armas encuentran sus enemigos. La razón es doble. Para Moscú es más importante la amenaza que supone el unilateralismo norteamericano que la Jihad. Debilitar la presencia norteamericana en el mundo musulmán en bueno per se. Por otro lado, trata de lograr acuerdos de colaboración con esos países en un ejercicio de realpolitik: inversiones, tecnología y armamento a cambio de que limiten o impidan los suministros a las milicias chechenas. Piensan que si se establecen lazos de interés será posible mitigar la amenaza.
La estrategia rusa no está funcionando plenamente. Es verdad que han logrado dañar los intereses de norteamericanos y europeos en la región, pero el islamismo sigue fuerte en Rusia y su acercamiento y colaboración con algunos países, como es el caso de Irán, puede acabar en un ejemplo de lo que le ocurre al aprendiz de brujo cuando va más allá de lo que sus medios permiten. A diferencia de Estados Unidos y de parte de Europa, Rusia está rodeada por estados musulmanes que viven procesos complejos, cuando no peligrosos. Si la situación se les va de las manos sufrirán directamente las consecuencias.
Estos dos atentados ni son los primeros ni serán los últimos. El islamismo continuará siendo un problema para Rusia durante mucho tiempo. Pero un acontecimiento de esta gravedad es una oportunidad para expresar solidaridad y para replantear la colaboración en la lucha contra el terrorismo islamista. Al Qaeda no ha tenido que esforzarse en dividirnos, porque para eso nos bastamos nosotros solos. Sin una colaboración entre Rusia, Estados Unidos y la Unión Europea los islamistas continuarán gozando de una ventaja añadida. Pero, siendo realistas, no hay razones para pensar que se pueda avanzar mucho en un tiempo breve. Podríamos apuntar a que la suma de las emociones que el atentado ha provocado y el clima positivo creado por el acuerdo para un nuevo tratado START facilitarían la apertura de una negociación sobre colaboración en materia contraterrorista. Pero resulta difícil imaginar que Putin y Medvédev estén dispuestos a reconsiderar el conjunto de su política hacia el Islam, una estrategia que hunde sus raíces en la propia Unión Soviética. Más aún, para europeos y norteamericanos la receta para acabar con el islamismo pasa por la combinación de desarrollo y democracia, una palabra, ésta última, que despierta en Moscú la misma prevención que en China, de nuevo maniobras occidentales para debilitarles y abocarles a la decadencia.
El principal escollo para afrontar el yihadismo es que es sólo una de las caras de un problema de mayor envergadura, que incluye proliferación de armamentos de destrucción masiva, propaganda fundamentalista, boicot de los procesos de integración de las poblaciones musulmanas en países occidentales… No son fenómenos aislados y sólo pueden ser atajados desde la colaboración internacional. Es evidente que hay mucho que hacer en el ámbito nacional para prevenir y combatir estas amenazas, pero el origen del problema está más allá de nuestras fronteras.
El terrorismo está en auge porque es eficaz, porque realmente nos doblegamos ante su chantaje. Ante un hecho como el vivido ayer en Moscú no cabe más que enviar un doble mensaje: al pueblo ruso de solidaridad, a los terroristas de firmeza.

Terrorismo en Rusia

Putin y el terrorismo checheno/Jesús López-Medel, abogado del Estado y ex presidente de la Comisión de Derechos Humanos y Democracia de la Asamblea de la OSCE. Es autor del libro La larga conquista de la libertad, 15 estados tras la URSS en busca de su identidad
Publicado en EL MUNDO, 30/03/10;
Las víctimas. A ellas hay que dedicarle nuestro primer pensamiento tras un acto terrorista. Ellas, sus familias, el pueblo que lo sufre y el Estado que los representa. Vaya un afectuoso abrazo para Rusia y la solidaridad de un pueblo como el español, que ha padecido una larga historia de sufrimiento provocada por los criminales que, en nombre de unas ideas marcadas por el odio -aparentemente y siempre sin excusa-, cubiertas de identidades nacionalistas, políticas o religiosas, han dejado mucha sangre.
De nuevo Rusia volvió a sufrir ayer un doble atentado: a hora punta, en el metro de Moscú, y que ha costado la vida de al menos 38 personas. Una muestra más de que uno de los mayores retos de nuestro mundo es acabar con el terrorismo, que no conoce fronteras, cualquiera que fuesen los pretextos o falacias que emplee.
En casi año y medio conmemoraremos la desaparición de la antigua URSS. A esa entidad la sustituyeron 15 estados y numerosos conflictos congelados. Entre ellos, los que son objeto de litigio entre países o han quedado en tierra de nadie, en los cuales el tiempo se ha detenido y han quedado aislados de su contexto. En Nagorno-Karabaj (Azerbaiyán y Armenia), Trasnitria (Moldavia), Absajia de Sur (Georgia)… se dan situaciones muy complejas de resolver. Sin embargo, es toda la zona caucásica la que concentra el principal problema de lo que fue un gran imperio y que magistralmente describió Kapuscinski. Allí no es tanto una cuestión congelada sino un volcán que periódicamente vomita muerte y desolación.
La tensión bélica que estalló entre Georgia y Rusia en agosto de 2008 es sólo la punta del iceberg de lo que azota latentemente a la zona caucásica. En ella nos encontramos varias regiones en las que choca su identidad oficial (la rusa) con las aspiraciones de un sector de la población que usa las armas como lucha para conseguir sus objetivos. Es el caso especial de Chechenia.
La utilización de la violencia bélica es lo que resulta despreciables e ignominioso. La violencia nunca jamás esta justificada. Si en algún momento cualquier motivo noble pasa a ser defendido con el terrorismo, pierde toda justificación. Lo dicho vale, sin duda, para el atentado de Moscú. Sobre la autoría, tendrá que investigarse con seriedad pero las primeras impresiones apuntan a los terroristas chechenos. Pero debe investigarse.
En cualquier caso, la severa condena que merecen las bombas en el magnífico metro moscovita no debe dejar a un lado las necesarias reflexiones. Es indudable que en parte el odio que llega desde Chechenia hacia Moscú ha tenido una base en las extralimitaciones del Kremlin en la lucha contra el terrorismo de origen caucásico. Se han aplicado sólo medidas contraterroristas y ninguna de carácter político.
Los que en varias ocasiones hemos censurado los excesos y aberraciones que la Administración Bush aplicó como reacción a los atentados en territorio estadounidense, también aplicamos los mismos parámetros de exigencia de racionalidad, proporcionalidad y mínimo respeto de derechos humanos en lo que es la lucha antiterrorista en cualquier lugar del mundo. Y mi repugnancia por el criminal atentado de ayer en Moscú no puede quebrar la voz del recordatorio.
Ser ecuánime requiere ser sincero en la visión de lo que acontece. Algunas de esas voces que denunciaban esos excesos, como era de modo especial la de Anna Politovskaya, fueron acalladas para siempre, pero sus denuncias están hoy más vivas que nunca. No obstante, los excesos de Moscú no justifican en ningún caso acciones como las de ayer en el metro.
En los últimos años, desde Rusia se logró debilitar a las fuerzas terroristas chechenas, apuntando directamente a sus cabecillas. Pero la serpiente aprovecha cualquier ocasión para volver a hacerse fuerte. Ahora lo ha demostrado. Acierta Medvedev lanzando una guerra total contra el terrorismo. El pueblo ruso busca siempre seguridades. De ahí una de las claves del éxito de Putin frente a Yeltsin. La ciudadanía de ese país no tiene dudas y prefiere sacrificar algunas de sus libertades para conseguir recuperar las seguridades a las que estaba acostumbrada en la etapa soviética.
Rusia vive una etapa de recuperación y de prosperidad desde que asumió las riendas (y no las ha dejado) el ex miembro de la KGB. El respaldo popular es alto, pero eso no significa que deban acallarse las denuncias sobre derechos humanos por encima de ciertos tics regresivos y nostálgicos, que chocan con la idea de modernidad que se quiere trasmitir.
Por esa razón, desde el total apoyo a la lucha contra el terrorismo lanzada por el Kremlin, no debemos dejar de advertir que ello no puede ser una coartada para políticas más regresivas de derechos. No todo vale. España, que es el primer país europeo que ha sufrido una masacre terrorista colectiva, luchó y lucha contra este fenómeno sólo desde las medidas que admite el Estado de Derecho.
Y una última reflexión sobre la firma entre Obama y Medvedev del nuevo acuerdo sobre desarme nuclear. El presidente de EEUU ha traído consigo una idea menos belicista que su antecesor y un trato hacia Rusia no de rival, sino de aliado. El magnífico discurso que pronunció en Praga hace un año nos llevó a algunos a apostar por Obama y Medvedev como los grandes protagonistas de la reducción de arsenales. Ojalá que lo acontecido ahora no sirva para detener ese esfuerzo.

Crisis vanticana

Acosado más que nunca por el escándalo de abusos sexuales por parte de religiosos, el Vaticano está preparando la defensa legal con que la Iglesia católica espera proteger al papa Benedicto XVI de una demanda en Kentucky que busca su destitución.
En documentos judiciales obtenidos el martes por la agencia Associated Press, los abogados del Vaticano trazan una estrategia triple, a presentar formalmente en las próximas semanas, para que se desestime la demanda antes de que Benedicto pueda ser interrogado o se ordene la presentación de documentos secretos.
Los abogados se proponen argumentar que el pontífice tiene inmunidad como jefe de estado, que los obispos estadounidenses que supervisaban a los religiosos abusivos no eran empleados del Vaticano, y que un documento de 1962 no es la prueba decisiva de un encubrimiento, según revela la documentación.
Tres hombres que dicen haber sido abusados por sacerdotes interpusieron la demanda contra la Santa Sede en el 2004, acusando a Roma de negligencia por no haber alertado a la policía o al público sobre los sacerdotes que vejaron a menores en Kentucky.
En la demanda de Kentucky, los hombres argumentaron que los obispos diocesanos eran empleados de la Santa Sede, y que por lo tanto eran responsables por su supuesta falla en denunciar los abusos. Sostienen que un documento del Vaticano de 1962 ordenó a los obispos a no reportar a la policía los casos de abusos sexuales.
El Vaticano afirma que el documento no impide a los obispos denunciar a los pedófilos a la policía.
En tanto, jóvenes universitarios de centros del Opus Dei expresaron hoy su solidaridad al Papa ante los ataques mediáticos de las últimas semanas por los escándalos de pederastia y exigieron "a esos sembradores de desconfianza" que "respeten" a Benedicto XVI.
Así lo manifestaron en una carta que entregaron hoy al Pontífice durante la audiencia pública de los miércoles, a la que asistieron los 4 mil estudiantes universitarios de centros del Opus Dei de varios países que participan estos días en Roma en el 43 Encuentro Internacional UNIV 2010.
"Vemos como muchos se aprovechan de hechos dolorosos para la Iglesia y para el Papa y siembran dudas y sospechas. A esos sembradores de desconfianza queremos decir con claridad que no aceptamos su ideología. Les respetamos, pero exigimos de ellos también el respeto por nuestra fe y el reconocimiento del derecho que tenemos de vivir como cristianos en una sociedad plural", escribieron en la carta.
Los universitarios aseguraron que todos, "incluso los que no tienen fe", conocen directamente a innumerables sacerdotes que no tienen nada que ver con casos de abusos y son personas que están siempre "disponibles, eficaces, sacrificadas y abiertas a todos".
Benedicto XVI animó a los jóvenes durante la audiencia a tener "amplitud de horizonte" y a profundizar con vigor "en todo aquello que es perenne en la ortodoxia católica".
La mayor parte de los jóvenes proceden de España, países de Latinoamérica e Italia, por lo que el Papa les saludó primero en español. En medio de palmas y vivas, le respondieron: "se ve, se siente, el Papa está presente".
Al término de la audiencia, un representante de los jóvenes le entregó la carta, en la que manifestaron asimismo su gratitud "por los cinco años de papado, por su ejemplo en la búsqueda de la verdad, por su servicio infatigable y por el ejemplo de apertura al diálogo que nos ofrece constantemente, para buscar la verdad de las cosas".
Los encuentros UNIV nacieron en 1968 por deseo de San Josemaría Escrivá, el fundador del Opus Dei. Desde entonces, todos los años, los participantes han sido recibidos por el Papa.

Giampaolo Crepaldi

Los antipapas y los peligros del magisterio paralelo
Por monseñor Giampaolo Crepaldi*
ROMA, lunes 22 de marzo de 2010 (ZENIT.org).- El intento de la prensa de implicar a Benedicto XVI en la custión de la pedofilia es solo el más reciente de los signos de aversión que muchos nutren hacia el Papa. Es necesario preguntarse cómo este Pontífice, a pesar de su mansedumbre evangélica y de su honradez, de la claridad de ss palabras unida a la profundidad de su pensamiento y de sus enseñanzas, suscite en algunas partes sentimientos de hastío y formas de anticlericalismo que se creían superadas. Y esto, hay que decirlo, suscita aún mayor asombro e incluso dolor cuando quienes no siguen al Papa y denuncian sus presuntos errores son hombres de Iglesia, sean teólogos, sacerdotes o laicos.
Las inusitadas y claramente forzadas acusaciones del teólogo Hans Küng contra la persona de Joseph Ratzinger teólogo, obispo, Prefecto de la Congregación de la Fe y ahora Pontífice por haber causado, según él, la pedofilia de algunos eclesiásticos mediante su teología y su magisterio sobre el celibato nos amargan profundamente. Nunca había sucedido que la Iglesia fuese atacada de esta forma. A las persecuciones contra muchos cristianos, crucificados en sentido literal en muchas partes del mundo, a las múltiples tentativas de desarraigar el cristianismo en las sociedades antes cristianas con una violencia devastadora en el plano legislativo, educativo y de las costumbres que no puede encontrar explicaciones en el buen sentido común, se añade desde hace tiempo un encarnizamiento contra este Papa, cuya grandeza providencial está ante los ojos de todos.
De estos ataques se hacen tristemente eco cuantos no escuchan al Papa, también entre eclesiásticos, profesores de teología en los seminarios, sacerdotes y laicos. Cuantos no acusan abiertamente al Pontífice, pero ponen sordina a sus enseñanzas, no leen los documentos de su magisterio, escriben y hablan sosteniendo exactamente lo contrario de cuanto él dice, dan vida a iniciativas pastorales y culturales, por ejemplo en el terreno de la bioética o en el del diálogo ecuménico, en aierta divergencia con cuanto él enseña. El fenómeno es muy grave por cuanto está muy difundido.
Benedicto XVI ha dado enseñanzas sobre el Vaticano II que muchísimos católicos rebaten abirtamente, promoviendo formas de contraformación y de magisterio paralelo sistemático, guiados por muchos “antipapas”; ha dado enseñanzas sobre los “valores no negociables” que muchísimos católicos minimizan o reinterpretan, y esto sucede también por parte de teólogos y comentaristas de fama huéspedes en la prensa católica además de en la laica; ha dado enseñanzas sobre la primacía de la fe apostólica en la lectura sapiencial de los acontecimientos y muchísimos continúan hablando de la primacía de la situación, o de la práxis, o de los datos de las ciencias humanas; ha dado enseñanzas sobre la conciencia o sobre la dictadura del relativismo pero muchísimos anteponen la democracia o la Constitución al Evangelio. Para muchos la Dominus Iesus, la Nota sobre los católicos en política de 2002, el discurso de Regensburg de 2006, la Caritas in veritate es como si nunca hubiesen sido escritos.
La situación es grave, porque esta brecha entre los fieles que escuchan al Papa y quienes no le escuchan se difunde por todas partes, hasta en los semanarios diocesanos y en los Institutos de Ciencias Religiosas, y anima dos pastorales muy distintas entre sí, que ya casi no se entienden entre ellas, como si fuesen expresión de dos Iglesias diversas y provocando inseguridad y extravío en muchos fieles.
En estos momentos muy difíciles, nuestro Observatorio siente el deber de expresar nuestra filial cercanía a Benedicto XVI. Oramos por él y permanecemos fieles en su seguimiento.
Monseñor Giampaolo Crepaldi es arzobispo de Trieste y Presidente del Observatorio Internacional Cardinale Van Thuân.
[Traducción del italiano por Inma Álvarez]

Reacciones a la carta papal

La prensa y la carta del Papa sobre abusos sexuales
“Sin precedentes”, concuerdan periódicos de las diferentes tendencias
CIUDAD DEL VATICANO, lunes 22 de marzo de 2010 (ZENIT.org).- Favorables, contrarios, o internamente divididos, los medios de comunicación de todo el mundo han acogido la carta pastoral de Benedicto XVI a los católicos de Irlanda como un documento "sin precedentes", no sólo por ser el primero dedicado por un Papa al argumento, sino además por el dolor con que está escrito.
El interés ha superado ampliamente las costas de la isla irlandesa, como lo demostró el hecho de que pocos minutos después de la publicación en el Vaticano, a mediodía del 20 de marzo, ya podía leerse la misiva en páginas web de periódicos como Süddeutsche Zeitung, The New York Times, Le Monde, The Telegraph, El Mundo, Le Figaro, El Universal, Los Angeles Times, The Washington Post, o El País.
Los primeros títulos se concentraron en la petición de perdón que en nombre de la Iglesia el Papa dirige a las víctimas de abusos cometidos por clérigos: “habéis sufrido inmensamente y me apesadumbra tanto. Sé que nada puede borrar el mal que habéis soportado. Vuestra confianza ha sido traicionada y violada vuestra dignidad”.
Respuestas de las víctimas
Tras la presentación del documento, los primeros comentarios publicados por los medios se concentraron en declaraciones de asociaciones de víctimas de abusos sexuales por parte de sacerdotes, entre las cuales también se han dado diferencias de opiniones.
Entre las organizaciones críticas, destaca por ejemplo el comentario negativo de Maeve Lewis, directora ejecutiva de One in Four, y el comunicado emitido ese mismo sábado a las redacciones de los periódicos por la Survivors Network of those Abused by Priests (SNAP).
En particular, esa nota critica duramente y con ironía el que la carta de Benedicto XVI no tome en ese documento medidas concretas para afrontar los escándalos, en particular, el que no se exija en él la renuncia de más personas que de algún modo hayan podido haber quedado involucradas en los mismos. Críticas parecidas han sido emitidas por otras asociaciones de víctimas, con frecuencia con duros tonos.
A esta crítica había respondido el padre Federico Lombardi S.I., director de la Oficina de Información de la Santa Sede, en la presentación del documento a los periodistas, al explicar que se trata de una carta pastoral y, por tanto, no afronta medidas administrativas y jurídicas, como pueden ser, por ejemplo, la renuncia de otros obispos irlandeses. Estas decisiones, de todos modos, competen al pontífice y a los interesados.
En ocasiones estas mismas asociaciones reconocen que no comprenden el alcance de uno de los anuncios que el Papa hace en la carta por tocar cuestiones técnicas de Derecho Canónico: la convocación de una visita apostólica, es decir, una especie de auditoría en diócesis de Irlanda, así como en los seminarios y congregaciones religiosas, con la ayuda de exponentes de la Curia Romana.
El mismo Papa comprende en el documento la dificultad que supone para las víctimas de estos abusos aceptar sus palabras: “Es comprensible que os sea difícil perdonar o reconciliaros con la Iglesia. En su nombre, expreso abiertamente la vergüenza y el remordimiento que sentimos todos”.
Por su parte la Irish Survivors of Child Abuse Organisation (Irish-SOCA), ha considerado que la carta contiene “un reconocimiento evidente de que la Iglesia en Irlanda pecó de la manera más grave contra jóvenes durante muchas décadas”.
El portavoz vaticano, en su presentación a los periodistas, también respondió a la crítica lanzada por periódicos alemanes, que se esperaban alusiones por parte del Papa a la situación de su país. Cada país, aseguró el padre Lombardi, tiene sus propios elementos específicos. El Santo Padre decidirá cuándo y como intervenir en el caso de su patria, aseguró.
Culpables ante Dios y ante los tribunales
El otro pasaje más citado por los periódicos y por las víctimas, en particular, por Irish-SOCA, es el dirigido “a los sacerdotes y religiosos que han abusado de niños” para asegurarles que “habéis traicionado la confianza depositada en vosotros por jóvenes inocentes y por sus padres. Debéis responder de ello ante Dios Todopoderoso y ante los tribunales debidamente constituidos”.
Al subrayar estas citas, los medios han insistido en que para la Iglesia no es posible aceptar nunca más el encubrimiento: “La justicia de Dios nos llama a dar cuenta de nuestras acciones sin ocultar nada. Admitid abiertamente vuestra culpa, someteos a las exigencias de la justicia”, asegura el Papa a los clérigos manchados por estas culpas.
Por este motivo, uno de los títulos más comunes para ilustrar la carta ha sido el de “Los sacerdotes pedófilos deben responder ante Dios y los tribunales”.
Una carta sin precedentes
Sin embargo, hay algo en lo que el Papa ha logrado poner de acuerdo a las asociaciones de las víctimas y a la prensa en general: las “disculpas sin precedentes” que aparecen en una carta de tonos sinceros y humildes.
“Comparto la desazón y el sentimiento de traición que muchos de vosotros experimentaron al enterarse de esos actos pecaminosos y criminales y del modo en que fueron afrontados por las autoridades de la Iglesia en Irlanda”, reconoce el Papa en su misiva.
“El Papa siente 'vergüenza' ante los casos de pederastia”, ha sido el título de algunos periódicos.
Lo que han descuidado los periódicos: la penitencia
Curiosamente, muchos de los medios de información han dejado a un lado la primera medida, adoptada por el Papa, totalmente excepcional para un documento de estas características: la penitencia comunitaria que propone a la Iglesia en ese país.
El pontífice invita a los católicos irlandeses a ofrecer “durante un año, desde ahora hasta la Pascua de 2011, la penitencia de los viernes” “por la gracia de la curación y la renovación de la Iglesia en Irlanda”.
Tampoco ha encontrado mucho espacio el pasaje en el que el obispo de Roma anima “a redescubrir el sacramento de la Reconciliación”, así como la “adoración eucarística”, y aquel en el que convoca “una misión a nivel nacional para todos los obispos, sacerdotes y religiosos”.
El descuido de estos pasajes, ha llevado a los medios a dejar a un lado la frase central de la misiva de cara al futuro: “Estoy seguro de que este programa conducirá a un renacimiento de la Iglesia en Irlanda en la plenitud de la verdad de Dios, porque la verdad nos hace libres”.
Por Jesús Colina

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