22 may 2007

¿Discriminación o cultura??

¿Discriminación o cultura?/ Mohammad Darawshe, analista político
Tomado de LA VANGUARDIA, 21/05/2007;
Traducción: José María Puig de la Bellacasa
La actual situación del empleo de la población árabe formada que vive en Israel apunta en dirección de una evidente infrautilización de potencial y recursos humanos. En el campo de las matemáticas y de las ciencias, por ejemplo, y si en el 2005 los árabes licenciados representaban sólo un 7,7% de los que terminaban el bachillerato, debe añadirse al respecto que son sólo un 4% de biólogos y farmacólogos y un 5% de los químicos, físicos y matemáticos de Israel…, siendo así que constituyen el 20% de la población. Estas cifras indican que Israel no está valorando y aprovechando su potencial y recursos humanos. En el periódico Haaretz del mes pasado, en un artículo titulado “La mayoría de los árabes israelíes no forman parte integrante de la mano de obra asalariada”, el periodista Yoav Stern señaló que, a diferencia del resto del mundo, un aumento en el nivel educativo en Israel no garantiza mejores oportunidades de empleo. La razón de esta brecha existente en el empleo sigue sin dilucidarse plenamente: ¿obedece a la discriminación, a los hábitos y normas culturales o una combinación de los dos factores?
La existencia de actitudes abiertamente racistas entre judíos y árabes en Israel no ha de sorprender a nadie. El índice sobre las relaciones árabes-judías del 2004 señala que “el 48,2% de los árabes y el 57,8% de los judíos consideran que es imposible confiar en la mayoría de los miembros del otro pueblo (…) y casi el 39,8% de los judíos piensa que la mayoría de los árabes no son inteligentes, son culturalmente atrasados y no son respetuosos de la ley”. La teoría del prejuicio, que dice que el racismo y los estereotipos son el producto de la falta de información o de la información errónea sobre un grupo, supone que la discriminación debería estar menos extendida en la educación superior y las empresas prósperas a medida que se gana en conocimiento y experiencia. La falacia de esta teoría puede verse en los propios informes de empresarios potenciales en Israel, incluyendo el propio Gobierno israelí.
La discriminación sigue siendo un factor en la situación del empleo entre árabes formados. Los empresarios dicen que contratar a ciudadanos árabes como asalariados presenta un riesgo de seguridad o puede afectar la productividad debido a una deficiente o mala comunicación o a brechas culturales entre diversos grupos de asalariados. Aunque estas excusas son aceptadas como legítimas en la sociedad israelí en su conjunto, siguen testimoniando grandes generalizaciones, que dan lugar a estereotipos, discriminación y prejuicios.
Aunque el Gobierno ha manifestado sus intenciones de diversificar el sector público, sus esfuerzos han distado mucho de ser perfectos. Yaser Awad dice en su artículo “Pisoteando sus propias leyes” que “la proporción de árabes entre las 55.000 personas que trabajan en compañías propiedad del Gobierno es sólo del 1%”. “El número de directores árabes de empresas propiedad del Gobierno es de 54 de 557, o un 9,7%… Y ello más de un decenio después de que el Gobierno aprobara leyes que exigen una adecuada representación de árabes en instituciones del Estado”, explica.
Las políticas negligentes del Gobierno en materia de inversión y desarrollo en regiones de Israel predominantemente pobladas por árabes impiden y atrofian un mayor crecimiento económico. “Sólo cuatro pueblos árabes comparados con cerca de 500 pueblos judíos han obtenido un estatus de prioridad nacional”, declaró el presidente del Tribunal Supremo, Aharon Barak, en febrero. Esto implica que la asignación económica del Gobierno destinada a la inversión en comunidades árabes es significativamente inferior que la relativa a muchas comunidades judías, por más que la necesidad de desarrollo de pueblos y localidades árabes es igual, si no mayor. Al no invertir o promocionar el desarrollo en estas áreas, el Gobierno desatiende los potenciales conocimientos y capacitación allí existentes. Discriminar a la población árabe formada equivale a pasar por alto un importante y significativo recurso de capital humano y socava toda la economía israelí.
Otra explicación de esta persistente brecha en el empleo podría referirse a las obligaciones culturales de las comunidades árabes en Israel. Los hábitos y normas culturales en el seno de la sociedad árabe en Israel señalan que los hijos vuelvan a sus pueblos y aldeas de origen tras asistir a la universidad. Tal es especialmente el caso de las mujeres árabes, para quienes el matrimonio es el paso siguiente después de la universidad. La mayoría de las empresas de alta tecnología están situadas en la parte central del país y en las grandes ciudades, mientras que la mayoría de los ciudadanos árabes de Israel residen en pequeños pueblos en áreas periféricas. La vuelta a casa después de la universidad aumenta las dificultades de los licenciados para encontrar empleo en la industria, pese a poseer los requisitos correspondientes. Esta situación fuerza a muchos a buscar trabajo en negocios o empresas familiares o en la docencia. Las mujeres, especialmente, que valoran el matrimonio y la familia, eligen trabajar en la profesión de la enseñanza porque es tal vez la ocupación más conducente y orientada a la formación de una familia y la crianza de los hijos (cuestión a la que se enfrentan muchas mujeres en todo el mundo y que no es sólo atributo de ciudadanos árabes en Israel).
Dada la tendencia de los licenciados árabes a volver a sus localidades de origen, el inadecuado sistema de transporte público que enlaza las áreas de residencia con las áreas de empleo viene a ahondar aún más la brecha física y geográfica que media entre los árabes licenciados y las mayores oportunidades de empleo. Aun así, muchos ciudadanos árabes de Israel sostienen que no son queridos ni bienvenidos a la hora de residir en grandes ciudades judías.
Los ciudadanos árabes de Israel empiezan a comprender que para poder sacar provecho de vivir en Israel hay normas culturales que es menester cambiar. Padres de licenciados son ellos mismos licenciados y reconocen que las mejores oportunidades para sus hijos se encuentran en las ciudades. La tradición de volver a casa al pueblo tras la licenciatura está cambiando y a algunos licenciados se les autoriza a permanecer en las ciudades. Dice al respecto un estudiante universitario de Nazaret: “Antes las familias presionaban a sus hijos para que volvieran a casa. A las chicas no se les permitía vivir solas o quedarse donde estudiaban. Ahora las cosas mejoran y los padres muestran una mentalidad más abierta. Las chicas se quedan donde estudian”. Si la cultura árabe comienza a cambiar en proporción significativa, ¿revelará y pondrá ello de relieve el auténtico racismo de la cultura empresarial israelí? ¿O también se abrirán y cambiarán las mentalidades y actitudes judías? ¿Cabe efectivamente un encuentro de las mentes abiertas a fin de propiciar un crecimiento amplio y general de la economía israelí en cuyo marco nos centremos en lo que todos podemos ganar - los unos de los otros- en lugar de quedarnos detenidos en cuánto hemos perdido o podríamos perder los unos por culpa de los otros?

Turquía


Leo en las agencias que el día de hoy explotó en un centro comercial de Ankara, Turquía una bomba que deja al menos seis y más de 50 han resultado heridas. El lugar de los hechos, es el centro comercial Anafartalar, en la plaza de Ulus de la capital turca.
¡Lástima!, pero es el ambiente previo a las elecciones de julio.
Recomiendo leer el texto del Joseph S. Nye Jr. denominado The Global Cost of Turkey’s Crisis.
En español: Frenazo a la integración-
Y lo tenemos traducido gracias a El País, 20/05/2007
Turquía celebrará comicios legislativos en julio, cuatro meses antes de lo previsto, evitando así por poco una crisis constitucional relacionada con la elección de su próximo presidente. Sin embargo, el periodo de inestabilidad política de Turquía ya ha perjudicado a su política exterior y a su posición internacional.En el ojo del huracán se encuentran el primer ministro Recep Tayyip Erdogan, presidente del Partido de la Justicia y el Desarrollo (AKP en sus siglas turcas) y Yasar Büyükanit, jefe del Estado Mayor de unas Fuerzas Armadas que se consideran garantes de la tradición republicana laica establecida por Kemal Atatürk. Cuando Erdogan barajó la posibilidad de abandonar el puesto de primer ministro para ocupar la presidencia del país a comienzos de esta primavera, el Ejército y los partidos laicos mostraron su profundo descontento. El general Büyükanit declaró en abril que el nuevo presidente del país debía ser laico, “no sólo de palabra, sino fundamentalmente”.Después de haberme entrevistado y conversado con Erdogan en más de una ocasión, tengo que decir que me parece un hombre moderado y sensato. Además, el AKP cuenta con un amplio respaldo electoral y un historial admirable en cuanto a crecimiento económico, legislación en materia de derechos humanos y mejora en el trato dado a la minoría kurda de Turquía. El ministro de Asuntos Exteriores, Abdulá Gül, un estrecho colaborador de Erdogan en el AKP, hizo mucho por la solicitud de entrada de su país en la Unión Europea. De manera que, cuando el primer ministro decidió nominarle como candidato del AKP a la presidencia, me sorprendió el vigor de la oposición secularista.Según los poderes laicos, la moderación mostrada hasta el momento por el AKP es fruto de los pesos y contrapesos que implica el control secular de la presidencia. En su opinión, si el AKP llegara a controlar dicha institución, ya no pondría en práctica políticas moderadas. Los secularistas señalan con preocupación a otros militantes de ese partido, como el presidente del Parlamento, Bülent Arinç, conocidos por su acusado conservadurismo religioso y social.Cuando el Parlamento turco trató de elegir presidente del país a Gül el 27 de abril, éste no recibió votos suficientes para superar la primera votación. El principal partido de la oposición señaló que no era válida y el Estado Mayor emitió una declaración indicando que “contemplaba la situación con preocupación”. En Estambul tuvieron lugar manifestaciones masivas de apoyo a la tradición kemalista turca. El asunto llegó al más alto tribunal del país, que anuló la votación parlamentaria, bloqueando realmente la candidatura de Gül, lo cual hizo que Erdogan decidiera convocar elecciones anticipadas.Washington y Bruselas han seguido de cerca los acontecimientos. Estados Unidos viene presionando a la Unión Europea para que progrese la solicitud de adhesión turca, pero ésta ya resultaba polémica en varios países de la UE, lo cual refleja la preocupación que suscita la cultura musulmana turca y su tamaño demográfico, así como la posibilidad de que cualquier ampliación futura diluya excesivamente el proyecto europeo.Ahora, los que se oponen a la entrada de Turquía en la UE se han aprovechado de los últimos acontecimientos para señalar que el país no cumple los requisitos democráticos necesarios para su plena integración. Apuntan que el Ejército turco ha expulsado del poder a cuatro gobiernos democráticos desde 1960 y que sigue desempeñando un papel desproporcionado e inadecuado en la política de su país. Aunque la decisión del alto tribunal y el recurso a los electores significan que, por ahora, la democracia turca ha esquivado un disparo, el avance de las negociaciones para la entrada de Turquía en la UE se ha ralentizado todavía más.Es un hecho lamentable, tanto para Turquía como para Europa. Al perder empuje las negociaciones para la adhesión, los políticos turcos tendrán menos incentivos para continuar las reformas necesarias destinadas a conseguirla. El nacionalismo turco es muy sensible y los grupos extremistas han orquestado varios desafortunados incidentes, entre ellos ataques a minorías o casos de acoso a figuras de la cultura como el novelista Orhan Pamuk, premio Nobel de literatura. Si Turquía se aparta de Europa, la UE perderá mucha credibilidad al afirmar que ejerce con éxito un poder blando en la política mundial.Dentro de un panorama más amplio, no sólo Turquía es un importante miembro de la OTAN, con influencia tanto en los Balcanes como en Oriente Próximo, sino que también desempeña un papel vital en el conjunto del mundo. En este ámbito, una de las cuestiones cruciales de la política del siglo XXI será cómo lidiar con el islam político. Para los islamistas radicales (y para algunos occidentales), el ascenso del islamismo prepara un escenario de “choque de civilizaciones”, que ellos acogen de buen grado como mecanismo de polarización que les permitirá recabar adeptos entre el grueso del mundo musulmán.No obstante, Turquía puede demostrar la superficialidad de esas pretensiones demostrando que la democracia liberal y el islam son compatibles. Por desgracia, parece que esta posibilidad se les ha escapado a los neoconservadores de la Administración de Bush, para los que se suponía que la invasión de Irak y su liberación de Sadam Husein habrían de proporcionar un modelo de democratización que transformaría Oriente Próximo. En lugar de eso, lo que han producido es una “electocracia” que, a falta de instituciones liberales, ha sustituido en Irak la tiranía de la minoría suní por otra de la mayoría chií y por una guerra civil de índole religiosa.De hecho, la invasión de Irak también ha perjudicado a Turquía, económicamente y también fortaleciendo la base de la organización terrorista kurda PKK, que opera desde el Norte de Irak. El resultado ha sido un espectacular aumento del antiamericanismo en la política turca. Si los neoconservadores se hubieran centrado en fortalecer el poder blando de Turquía, habrían podido hacer mucho más para fomentar la causa de la democracia en Oriente Medio

Las mafias en Italia

Mediante un cable de la agencia mexicana Notimex, fechado este martes en Roma, Italia, nos entéramos que el presidente Felipe Calderón, no sólo estará con el Papa Benedicto XVI, sino que también participará el próximo 4 de junio en un acto sobre la mafia en Roma, Italia-
Dice el ministro de Justicia italiano, Clemente Mastella, que Calderón"estudiará los instrumentos y las estrategias de combate a la mafia" en aquel país.
Esa es una buena idea. El Presidente Calderón necesita ver como le hacen los fiscales antimafia para enfrentar al crimen organizado.
El ministro italiano informó que en ese encuentro estarán presentes el procurador nacional antimafia, Piero Grasso, además de los jefes de las direcciones distritales antimafia de Roma, Milán, Nápoles y Palermo.
Mafia y Cosa Nostra son términos casi sinónimos. La palabra mafia apareció en Sicilia a mediados del siglo XIX y, por lo tanto, es siciliana, aunque se utilice para designar a cualquier grupo criminal, por ejemplo a las cinco familias de EE UU.
El Presidente Caldeón debe de saber que en Italia hay por lo menos cinco grupos mafiosos a saber: La Cosa Nostra (Sicilia); La Camorra (Nápoles); La'Ndrangheta (Calabria; La Sacra Corona Unita, (de la región de Puglia) y la Stidda, también de Sicilina.
1.-La Cosa Nostra, la esencia de la mafia
Es una de las organizaciones criminales más importantes del mundo, con claro ascendente sobre todas las demás. Su estructura es jerárquica de tipo piramidal.
La territorialidad es esencial para comprender el fenómeno mafioso en general y a La Cosa Nostra en particular. Cada familia se adscribe a una zona, a un espacio, a una región, y no puede ser de otro modo. Sus principales lugares de asentamiento son, por citar algunos, Palermo, Marsala, Agrigento o Catania, aunque tiene ramificaciones que llegan a España, Alemania, Francia, Suiza, Gran Bretaña, Rusia y, obviamente, EE UU y América Latina.Se supone, aunque es imposible saberlo, que en el mundo debe haber por lo menos unos 50,000 hombres de honor. Sus actividades son ilimitadas.
2.- La Camorra Napolitana.
El único fenómeno mafioso de origen urbano. Nació a principios del siglo XX en Nápoles y desde entonces da qué hablar por la cantidad de asesinatos que rodean a esta organización criminal cuyo nombre es sinónimo de violencia.
Angelo Mazzagatti, portavoz de la policía napolitana, asegura que durante el 2004 y el primer semestre del 2005 la Camorra cometió unos 150 asesinatos, todos ellos registrados en su área de influencia, esto es, Nápoles y sus alrededores.
La Camorra es una amalgama de bandas (familias) sujetas a constantes cambios derivados de la lucha de los camorristas por el control de sus propios grupos. En esencia, este hecho explica la gran tradición de crímenes que salpica la densa historia de sangre de esta rama mafiosa. Únicamente cuando, de tanto en tanto, surge algún camorrista con madera de líder, logran una unidad de criterio que la convierte en una organización tan potente y poderosa como La Cosa Nostra.
Sin embargo, la tradición indica que estos cabecillas logran mantenerse vivos poco tiempo, de modo que ahí radica la debilidad de la Camorra y su constante baño de sangre.
3.- Ndrangheta, el poder emergente en Calabria.
Se trata de una organización emergente, igualmente de origen rural, que se ha convertido en poderosísima, entre otras razones por ser más hermética, cruel y disciplinada que su hermana siciliana. A diferencia de La Cosa Nostra, en la Ndrangheta la estructura es horizontal, las familias (clanes) sí están ligadas por lazos sanguíneos. Su origen es calabrés, pero ha logrado extenderse, pues se sabe de su presencia en Lombardía, Piamonte e incluso en la misma Sicilia.
Evidentemente también ha llegado a España, Alemania, Suiza, Francia, Rusia, EE UU, Canadá y ocasionalmente a América latina y Australia.
Entre sus actividades se encuentra la corrupción política, la venta de armas incluso a otras organizaciones y el secuestro.
Se supone que sólo en Calabria tiene unos 6,000 afiliados.
Las hermanas pequeñas
4.- La Sacra Corona Unita
Nació en 1983, derivada de La Camorra y la Ndrangheta. Es la menos poderosa de las sociedades criminales italianas. Por eso en Italia también la conocen como la cuarta mafia. Está organizada horizontalmente y cuenta con unos cincuenta clanes o familias que suman unos 1,500 mafiosos.
Como en todas las demás, tiene sus reglas, sus códigos y sus ritos de entrada y de obligado cumplimiento. Su área de actuación es El Salento, es decir, el tacón de la bota italiana. Su actividad se centra en la venta de drogas, la extorsión y el control del juego.
5.- La Stidda, la otra hermana pequeña, es siciliana pero infinitamente menos conocida que La Cosa Nostra.
Los Stiddari no forman clanes sólidos y no tienen una cúpula que dirija sus destinos. Sin embargo, los stiddari colaboran con las familias mafiosas en negocios tales como tráficos de armas o drogas. El crimen, el asesinato, también forma parte de sus actividades. Algunos stiddari han sido detectados por diversos países europeos e incluso en Canadá.
Más datos obre la Camorra.
Francesco Manetto entrevista a Roberto Saviano; autor de 'Gomorra'; fue publicada en El País, 09/05/2007
Ocurrió en 2004. En el barrio napolitano de Secondigliano estalló la última gran guerra de la Camorra, la organización mafiosa de la región de Campania. Un grupo interno del clan de narcotraficantes Di Lauro intentó establecer un nuevo cartel y empezó una faida (venganza) familiar que acabó con más de 100 muertos. Así arranca Gomorra, la investigación del escritor y periodista Roberto Saviano (Nápoles, 1979), que edita en España Mondadori Debate: un largo reportaje, respaldado por expedientes judiciales y atentas reconstrucciones, en el que el autor detalla nombres y apellidos de los implicados. El texto ha vendido en Italia más de 700,000 copias. Y obliga a Saviano a vivir en régimen de protección.
Pregunta. -¿Para qué ha servido este libro?
Respuesta. Ha permitido que ciertas historias salieran de su perímetro territorial. Antes, esos episodios sólo eran conocidos o en los tribunales o en los barrios de Nápoles, donde he crecido viendo el mundo y sus mecanismos económicos a través de la ventana del crimen.
P. -¿Por ejemplo?
R. Empiezo a contar qué ocurre en Secondigliano, pero llego a cualquier sitio. Por ejemplo, a Aberdeen (Escocia) o Barcelona.
P. -¿Tiene España alguna relación con la Camorra?
R. En la faida de Secondigliano, los dos grupos que se enfrentan son los Di Lauro y los Spagnoli. Pero éstos no se llaman así por ser de los Quartieri Spagnoli, un barrio de Nápoles. Sino porque controlan el tráfico de droga en Barcelona y en España. Este país tiene una percepción extraña del crimen organizado.
P. -¿A qué se refiere?
R. Hace un tiempo yo decía, intentando provocar, que España comete un error. Corre el riesgo de hacer con la mafia lo que hacía Mitterrand con muchos radicales. Acogerlos. En estos momentos, por ejemplo, uno de los jefes de la Camorra, Raffaele Amato, alias Primula Rossa, se encuentra en Barcelona sin que nadie le moleste. Después de que le arrestaran [en 2005] aquí en España, no le han extraditado.
­P. -¿Los criminales encuentran un terreno fértil?
R. Es como si prefiriesen el mercado español. Por las grandes inversiones inmobiliarias, por ejemplo. La semana pasada fue arrestado en Tenerife Armando Orlando, jefe camorrista de la familia Nuvoletta. Además, en mi zona, a la Costa del Sol la llaman "Costa Nostra". Otro ejemplo: cuando los clanes Schiavone y de Nunzio de Falco dejaron de matarse, empezaron a repartirse los territorios. Entre ellos, Granada, Andalucía... Parecía una partida de Risk.
P.- ¿Qué debería hacer la justicia española?
R. Es necesaria una colaboración mucho más intensa con las fiscalías italianas. Salvatore Mancuso, narco colombiano de origen italiano, dijo una vez: "La hoja de coca es latinoamericana, la cabeza es italiana". Yo añado: la puerta de entrada de la coca al mercado europeo es España. De Galicia a Madrid.
P. -¿Cómo ha cambiado la criminalidad organizada italiana?
R. En Gomorra, cuento los mecanismos que mueven la economía de nuestro tiempo, los imperativos del capitalismo. Y la fuerza de personajes que ya no tienen nada que ver con la marginalidad porque hace años tienen un perfil de manager. La película de referencia de la nueva generación criminal es El precio del poder. Además, hay un refrán que dice: "Los sicilianos han enseñado al mundo el silencio, los napolitanos, que mandar es mejor que follar". En Nápoles, a lo mejor hay más sangre, pero la fuerza de la Camorra es internacional.
P. -¿Es la Camorra crimen organizado que hace negocios, o un sector de la empresa que cumple actividades delictivas?
R. Es empresa que se convierte en crimen organizado, pero también puede ser lo contrario. Porque la Camorra es liberal. Si queremos crear un clan, los otros grupos nos lo permiten. Si molestamos a los demás, nos liquidan, pero también podemos triunfar. Ésta es una diferencia respecto a la mafia calabresa, en la que importan los vínculos de sangre. Sus actividades suponen desarrollo económico, aunque se trate de un desarrollo enfermo. Por eso hay sectores de mercado que abrazan este modelo. Como el tráfico de rolex robados en Málaga. En ese sentido, el territorio de España es el primer aliado de la Camorra.®

Procuradora de Chihuahua

Discurso de Patricia González Rodríguez, Procuradora General de Justicia en Chihuahua, ante la reunión del Consejo Estatal de Seguridad Pública, celebrada este martes 22 de mayo de 2007.
En México uno de los escenarios de mayor complejidad dentro de las políticas de Estado, de este Estado moderno y democrático lo constituye sin duda la construcción de un sistema de justicia penal eficiente, eficaz y válido.
Para cumplir dicha meta el Gobernador del Estado desde el inicio de su gestión asumió el compromiso político, histórico y social de cambiar el paradigma tradicional de concebir y operar la justicia penal debido a que las crisis estructurales de organización, administrativas y jurídicas colapsaron el sistema penal de corte inquisitivo que dejó de ser funcional para hacer frente a la criminalidad moderna que ahora tiene formas de manifestarse y de operar diferente.
El consenso tanto de los poderes Ejecutivo, Legislativo y Judicial permitió un enfoque integral, la construcción de un nuevo sistema de justicia penal en nuestro estado que se concentró en la elaboración de 10 ordenamientos jurídicos, incluyendo las modificaciones a la Constitución Política del Estado.
Los poderes del estado pactaron como objetivos principales: reducir la impunidad, buscar soluciones alternas con resarcimiento inmediato a las víctimas del daño causado, la rapidez y seguridad jurídica de los procedimientos penales, promover la transparencia y la cultura de la legalidad, restablecer la credibilidad en las instituciones y en los operadores del sistema penal.
Este modelo de justicia resuelve los añejos problemas estructurales en la procuración e impartición de justicia, y en los subsistemas de prevención y readaptación social.
Señor Presidente. Seguimos con atención su estrategia integral de prevención del delito y de combate a la delincuencia, que incluye la iniciativa de reforma constitucional que envió al Congreso de la Unión.
Como usted, privilegiamos la justicia alternativa como el eje principal para hacer eficiente y eficaz el modelo de justicia penal
en Chihuahua, con el objetivo de reforzar la capacidad del estado en la investigación y sanción de otros delitos de extrema gravedad que dañan la estructura social, el orden y la paz pública.
Por ello, compartimos y respaldamos su propuesta de elevar a rango constitucional los mecanismos alternativos de solución de controversias.
Así realmente se cumplirá con el mandato constitucional de obtener una justicia pronta, completa e imparcial en tiempos breves, con el resarcimiento inmediato del daño causado a las víctimas del delito.
En Chihuahua, los resultados de la justicia alternativa están a la vista. En cuatro meses de vigencia se han resuelto tres mil denuncias que recibió el Centro de Justicia Alternativa de la Procuraduría Estatal, lo que en el corto plazo ha despresurizado no sólo el sistema judicial, sino que además disminuyó la población penitenciaria.
También el nuevo sistema penal tiene una plena correspondencia con los objetivos centrales que usted, señor Presidente, plantea en la iniciativa de reforma constitucional, ya que fortalece la profesionalización policial, redistribuye las facultades de investigación, puesto que coloca al Ministerio Público sólo como conductor jurídico, redefine el rol y el papel de la policía como un órgano corresponsable de la investigación, y le confiere a la policía ministerial autonomía funcional, incorporando a los cuerpos de seguridad pública en el proceso de investigación, ya que sucedido el hecho, la policía puede recibir denuncias, recabar evidencias físicas y obtener otros datos relacionados con el delito.
La prisión preventiva es la excepción y no la regla, la aplicamos solamente en delitos que lesionan valores fundamentales de la sociedad, incorpora además un régimen de eliminación de etapas y de concentración de actos procesales, en el procedimiento abreviado que exige el reconocimiento expreso del imputado se pueden obtener sentencias breves que van desde el término de las 72 horas, su duplicidad o un mes.
Otorga amplias facultades de intervención a la víctima en los procedimientos y el derecho de solicitar medidas de protección y de restitución de sus derechos, logra el efectivo cumplimiento de las garantías procesales de juicio previo, independencia judicial, principio de inocencia y la defensa adecuada en un juicio, que en el nuevo sistema penal está reforzada con un eficiente sistema de defensa pública.
Estructura un sistema judicial basado en la inmediación y la transparencia, características básicas del juicio oral que impiden que el juez delegue funciones, evita juicios secretos y permite que estos se realicen a puertas abiertas, donde los ciudadanos perciban su desarrollo, por lo tanto, con ello se obtiene la credibilidad y la legitimidad de la justicia penal.
En el marco de este evento es importante subrayarles y reconocer que los miembros del Congreso del Estado y los integrantes del Consejo de Seguridad Pública Estatal han sido pieza fundamental en la construcción y consolidación del nuevo sistema de justicia penal, así como un factor determinante para vencer los obstáculos que el nuevo modelo de justicia ha enfrentado.
Nuestro profundo agradecimiento por su sensibilidad republicana y democratizadora; por otra parte, para generar credibilidad y confianza en el aparato de procuración de justicia también debemos atender casos específicos como los llamados feminicidios en Ciudad Juárez, que desde el año de 1993 al año 2007 ha arrojado un total de 409 mujeres asesinadas.
Del total de feminicidios analizados, la Procuraduría Estatal identificó como principales causas criminógenas generadoras: la violencia doméstica y de género, causas que no son privativas ni de Ciudad Juárez, ni del país, sino que son un fenómeno mundial.
Reconocemos el problema del feminicidio y hemos trabajado para controlar y disminuir dicho fenómeno mediante al combate a la impunidad, puesto que en escasos dos años y medio con la capacitación de los operadores y el empleo de los modernos laboratorios de ciencia forense, hemos resuelto 155 asesinatos de mujeres que ocurrieron antes del 2004, además se logró el esclarecimiento del 80 por ciento de los homicidios acontecidos durante esta administración, lo que indudablemente reflejó una disminución de un 50 por ciento de feminicidios ya que sólo se presentaron 16 casos durante el año 2006, siendo que durante los últimos 13 años hubo un promedio anual de 32 homicidios de mujeres.
A la fecha están concluidos con sentencia definitiva y en proceso 279 homicidios por detenidos plenamente identificados.
Continuamos con las investigaciones de 122 casos de feminicidio.
Señor Presidente, Integrantes del Consejo Estatal de Seguridad Pública. La solución al problema social del feminicidio en Ciudad Juárez nos necesita a todos, contribuyamos a su disminución y erradicación, aplicando recursos que eliminen las causas del feminicidio y que están relacionadas directamente con el desarrollo social de Ciudad Juárez.
Señor Presidente: Todos conocemos y valoramos las acciones sin precedente que su Gobierno ha emprendido para combatir a la delincuencia, todas las instituciones de justicia debemos de asumir el compromiso de sumarnos con responsabilidad al esfuerzo realizado.
Sabemos, como usted lo ha expresado, que el camino es muy complejo y difícil pero estamos ciertos que es el camino correcto.
Licenciado Felipe Calderón Hinojosa:
Como Presidente del país y como un convencido demócrata municipalista, es necesario potenciar a los municipios como estrategia fundamental para disminuir los altos índices de delincuencia, de violencia, así como de impunidad.
En el municipio de Chihuahua estamos trabajando, estamos haciendo la tarea.
En unos días recibiremos la primera y único reconocimiento como acreditación por la institución CALEA en todo América Latina.
Vamos a seguir, de esta manera, profesionalizando y capacitando a nuestros elementos en la policía municipal de Chihuahua.
Cuente usted en que el municipio de Chihuahua hace su parte en contribuir para preservar el Estado de Derecho, fortalecer las instituciones, y comprometido de la mano con el gobierno estatal y Federal, hacerle frente a la delincuencia y al crimen organizado.

También son héroes

Jorge Fernández Menéndez dice hoy en su columna Razones que “los hechos de Sonora del miércoles (16 de mayo) pasado, con su secuela de 24 muertos, 13 vehículos incautados con un alto nivel de blindaje, un centenar de armas de alto poder decomisadas, han permitido hacer un diagnóstico bastante claro de cómo están las cosas en el ámbito del combate contra el narcotráfico.”
Y el diagnostico es grave, la corrupción permea.
El gobernador Eduardo Bours dio entender que hubo signos evidentes de corrupción de parte de los mandos federales al no actuar y ni siquiera percatarse de que por la carretas federales iba un convoy fuertemente armado, por lo que ordenó la intervención inmediata de las fuerzas de seguridad estatales.
Dos días después de los hechos fueron destituidas la estructura de mando de Seguridad Regional de la PFP, sin mayores explicaciones.
Pocos pero efectivos.
Octavio Rodríguez Araujo, nos recuerda que la guerra de Eliot Ness contra Al Capone, empezó por depurar la corrupción entre la policía hasta quedarse con sólo nueve elementos de su absoluta confianza.
Y, quizás más grave aún, sea el hecho -como lo confirmó, este lunes 21 de mayo la Procuraduría de Justicia de Sonora-, que la mayoría de los gatilleros que murieron en el combate eran ex militares; se sabe que 14 de éstos ya fueron identificados por las familias; el resto sigue en investigación. Procedían de Tamaulipas, Sinaloa, Chihuahua, Estado de México y Michoacán y fueron, en diferentes fechas, integrantes de las Fuerzas Armadas antes de vender su inteligencia y destrezas al cartel del Golfo.
El General Secretario de la Defensa Nacional nos los dijo recientemente, que de diciembre de 2000 a noviembre del 2006 se registraron 107,128 deserciones, mientras que entre diciembre pasado y abril del 2007 lo han hecho 5,116 elementos. No, dijo cuántos de estos se han incorporado a la Delincuencia Organizada. Lo que sí dijo es que sería presentado a la Consejería Jurídica del gobierno, para que a su vez lo presente al Congreso, un proyecto de reformas y de modificaciones al Código de Justicia Militar, para que a los militares y desertores que participen en actividades de delincuencia organizada como narcotráfico se les considere responsables del delito de traición a las fuerzas armadas.
Dice el colega Luis Astorga que “el hecho de que los militares se vendan al narcotráfico es traspasar toda la inteligencia, los conocimientos y la lógica de las estrategias militares al enemigo, usando las mismas armas, las mismas tácticas para la confrontación”; agrega que el problema es “mucho más grave que una simple deserción”.
Y quizás lo mejor de Arizpe, Sonora es que los policías locales se reivindicaron. Hicieron lo que nadie había hecho- quizás sólo el Ejército- enfrentar sin miedo al crimen organizado. Hay que reconocerlo, en la policía hay buenos elementos que traen el uniforme puesto, aunque no tengan recursos suficientes; también desafortunadamente hay corruptos; uno de los presuntos sicarios detenidos en la sierra es miembro activo de la Policía Municipal de Hermosillo.
Y el presidente Calderón hace –por primera vez-, un reconocimiento a los policías muertos en la lucha contra la delincuencia organizada, a los que dice también deben ser reconocidos como héroes, y al igual que lo hizo con los militares al inicio de su gobierno ofreció un sistema de estímulos adecuados para los policías que actúen con honestidad, integridad y sacrificio en el combate a la delincuencia.
Admitió el Presidente que en México los policías viven permanentemente acosados por la amenaza, la presión y el chantaje de los delincuentes.

Heróes de nuestro tiempo

Recomiendo la lectura de la columna Estrictamente personal de Raymundo Riva Palacio;James Bond en el Trópico.
Fue publicada en El Universal, 21/05/2007
Las insuficiencias en la ley crean un vacío para que las fuerzas de seguridad puedan violar derechos humanos en la guerra contra el narco
En la semana de Pascua, Iván y Juan Carlos, hermanos de una política local en Sinaloa, bebían e inhalaban cocaína sentados en el garaje de su casa, con sus fusiles de asalto R-15, de uso exclusivo del Ejército reposando junto a ellos. Todo era normal para los estándares sociopolíticos de Culiacán, cuando de la nada, desde un automóvil comenzaron a dispararles. Ilesos, Iván y Juan Carlos fueron tras los agresores, en una persecución que dejó tres inocentes muertos en el camino y que sólo paró al acabárseles las balas. Cuando recargaban en su casa, los detuvo la policía local. Casi de inmediato llegaran cinco camionetas negras blindadas de agentes federales que exigieron se los entregaran. Si no nos los dan, amenazaron, aquí se quedan todos. Dos días después, los jóvenes aparecieron muertos.
En el DF, las autoridades dicen no estar enteradas del incidente. En Culiacán, aunque no se hizo público, muchos saben qué pasó. No ha sido un caso único, afirman, sino que empieza a darse de manera cada vez más regular. ¿Qué está pasando? En medio de un debate nacional sobre si es mejor en el largo plazo cometer la injusticia de afectar a una persona inocente a cambio de poder tener en la cárcel a quienes participan del crimen organizado, o cuidar todos los derechos de todos, dejando en segundo término la posibilidad de que un narcotraficante permanezca libre, una serie de incidentes están arrojando señales de alerta en Sinaloa. ¿La legitimidad exclusiva de la violencia por parte del Estado permite en las condiciones actuales hacer a un lado la ley?
La disyuntiva tiene que ver con los derechos humanos y con la negociación política sobre qué camino tomar.
Esta disyuntiva la han pasado muchos países en su historia. Incluso Hollywood ha ayudado a construir consensos sobre esa política de Estado. No hay nada más elocuente que James Bond, la demostración más clara de cómo el Estado británico realiza acciones extralegales para enfrentar a sus enemigos, con la lógica que si actuaran dentro del marco de derecho, jamás podrían hacer frente efectivo a quienes los amenazan. El agente 007 tiene "licencia para matar", sin tener que rendir cuentas a nadie. Otro caso es el de Jack Bauer, la estrella de la exitosa serie de televisión 24 que en sus primeras cinco temporadas participó en 67 escenas de tortura, lo que motivó un ensayo en la revista The New Yorker en febrero pasado, donde detalla cómo el agente secreto viola todo por lo cual Estados Unidos ha luchado y rompe con los convenios internacionales que ha suscrito. 24 es la serie más gustada por los generales estadounidenses en Irak, y ha sido utilizada para mostrárselas a soldados en las zonas de guerra antes de que interroguen a sus enemigos.
Bond y Bauer son presentados como héroes nacionales y ayudado a la propaganda bélica, sin recibir jamás en sus series objeciones legales y morales por sus excesos al interrogar o por sus ejecuciones. Aunque personajes ficticios, tienen ataduras en la vida real. En las oficinas de producción de 24 en Hollywood, revela The New Yorker, se encuentran copias del manual de interrogatorios coercitivos que hizo la CIA en 1963 bajo el nombre de KUBARK. Por más imaginarias que puedan ser las películas o los programas de televisión, siempre hay un sedimento de realidad. Métodos extralegales contra un enemigo declarado siempre ha sido un recurso de un Estado, como en estos días se puede ver en Colombia, donde ex líderes paramilitares aseguran que fueron altos funcionarios gubernamentales quienes los instigaron a crear esas fuerzas ilegales para combatir a las guerrillas.
México no es una excepción. En los 60 y 70 se usó al Ejército y a la extinta Dirección Federal de Seguridad para eliminar a las guerrillas rurales y urbanas. Un director de la DFS llegó a aniquilar a insubordinados en un motín en una cárcel y disparar en la pierna a un detenido para que confesara. La tortura y la eliminación de personas era parte de un método entre las policías mexicanas contra los "enemigos" del Estado. Una vez, por ejemplo, un sicario de un cártel sacó violentamente de una discoteca a un presidente municipal porque, simplemente, no le gustaba su actitud. Lo hincó a media calle y a punto de ejecutarlo de un balazo en la cabeza, el dueño de la discoteca lo persuadió de no cometer el crimen. Dos meses después, el jefe de la zona militar le dijo al alcalde que todo había sido "solucionado". Los militares habían matado al sicario, a su familia más cercana y a sus principales colaboradores. Ya no iban a volver a dar problemas, le dijeron, y serviría de mensaje para "otros". Esos tiempos parecían idos, pero en las últimas semanas han surgido datos de que están regresando. Los hechos en Culiacán apuntan en ese sentido, y aunque no se puede establecer si se está conformando un patrón, los síntomas que están apareciendo son de sí alarmantes. Se suman, por cierto, a las recientes violaciones a los derechos que han cometido elementos del Ejército en Michoacán.
Bond y Bauer están apareciendo en el trópico mexicano de una manera abierta, como muestra el caso de Sinaloa, e intempestiva en la nueva coyuntura de la guerra contra los cárteles de la droga. La popularidad creciente del presidente Felipe Calderón por su embate frontal a los cárteles anima a Los Pinos a mantener el tema caliente, dejando muy abierta la puerta para la discrecionalidad en las acciones. Hay muchos gritos que se oponen a ellas, pero no deja de ser retórica inflamatoria. Los actos que evocan el pasado no son el camino a seguir. Sin embargo, hay una fuerte corriente de opinión que está de acuerdo en que el combate a la delincuencia no puede tener ataduras legales. Estamos en una trampa.
El gobierno federal envió una iniciativa de reformas que pedía, entre otras cosas, poder realizar escuchas telefónicas y cateos sin orden judicial, que fue rechazada en el Congreso por violar derechos humanos. Pero al mismo tiempo, como se dio en Sinaloa, el estado más violento en el país, de 67 órdenes de cateo solicitadas en el primer trimestre de este año, 67 fueron negadas por el poder judicial, y en Monterrey, una orden que demoró siete horas, permitió que escaparan de una casa representantes del cártel del Golfo y el familiar de un político encumbrado. Las dos partes tienen razón, unos por frustración y otros por lo que significaría. Pero en ese limbo, lo único que avanzan son los delincuentes y las tentaciones de hacer del combate al narco una nueva guerra sucia. El problema es que hoy, como en los 70 y 80, hay consenso entre la ciudadanía para que se proceda como sea para mejorar su seguridad. El Congreso tiene que actuar y encontrar con el gobierno un marco de ley que ayude a librar esa guerra sin socavar las garantías individuales de la gente. Si no, ya sabemos: lloramos, nos arrepentimos, y lo volvemos a hacer. (fin de a columna)

El escritor Mario Vargas Llosa, escribió el año pasado sobre el fenómeno de Bauer: Héroe de nuestro tiempo. También es interesante leerla.
Fue publicado en El País, el 10/09/2006;

El agente federal Jack Bauer no come, ni bebe, ni duerme, porque esas funciones orgánicas le harían perder tiempo en la misión que, a él y al puñado de sus compañeros de la unidad antiterrorista, situada en Los Ángeles, les absorbe la vida entera: luchar contra la miríada de poderosas organizaciones internacionales de fanáticos y mercenarios que odian a Estados Unidos y quieren destruirlo, infectándolo con gases deletéreos, epidemias bacteriológicas o en un Apocalipsis nuclear.
Cuando mi amigo Bobby Dañino me regaló la primera serie -seis discos con cuatro horas de episodios cada uno- de 24 (Twenty four), se lo agradecí, advirtiéndole de que nunca veía ese tipo de programas y que probablemente tampoco haría una excepción con su regalo. Me desdigo: lo vi de principio a fin y he visto, asimismo, las cuatro series siguientes y me propongo no perderme un solo episodio de la sexta que comenzará a difundirse en Estados Unidos a partir del próximo año. No conozco a nadie que se haya asomado a esa serie sin quedar enganchado a ella como yo y me parece perfectamente comprensible el éxito que ha tenido en su país de origen y en casi todo el resto del mundo y, merecidísimos, los premios Emmy que acaban de obtener sus productores y actores.
Las razones de ese éxito son las mismas que causaron la enorme difusión de los mejores folletines del siglo XIX, los que escribían Alejandro Dumas y Eugenio Sue, por ejemplo, o, siglos atrás, de las novelas de caballerías: bosques de historias de trepidante acción en las que justicieros individuales deshacen los entuertos de las autoridades y de los poderosos, de manera que prevalezca siempre la justicia, y en las que, al trasluz de sus gestas heroicas, se llega a palpar una realidad viviente, doméstica, y a conjurar los grandes demonios que atormentan al subconsciente colectivo. Luego del 11-S, el terrorismo ha pasado a ser el íncubo obsesionante en todos los países occidentales -con razón- y es secretamente tranquilizador saber que en el seno de ese imperio todopoderoso, al que se creía invulnerable, golpeado con tanta eficacia como crueldad por los fanáticos islamistas, existe aquella banda de hombres y mujeres fríos, eficientes, extraordinariamente diestros en el manejo de la tecnología, las armas y la resistencia física y psicológica a las peores violencias, que siempre se las arreglan para detectar las conspiraciones y atentados y frustrarlos (aunque, a veces, con elevadísimos costos).
Cada serie dura un solo día, y cada episodio ocurre en una hora, pero en ese breve tiempo suceden tantas cosas que uno tiene la sensación de que todo aquello se prolonga en verdad a lo largo de semanas o meses. Los guionistas cambian y como es lógico hay episodios más logrados que otros pero el formato está tan bien concebido, los personajes tan bien dibujados en sus estereotipos, y los altibajos de la acción tan bien graduados para mantener la expectativa y la ansiedad, con toques de sentimentalismo y de humor que equilibran las escenas de violencia, a veces casi intolerables, que la historia, con todas sus exageraciones e inverosimilitudes, fluye con naturalidad y mantiene capturada la atención del espectador como las mejores películas policiales.
Uno de sus aciertos es la alternancia constante de lo privado y lo público en el desarrollo de la acción. Ésta pasa de las discusiones más trascendentes en el cogollo del poder, la Casa Blanca, el presidente de Estados Unidos, sus ministros, los jefes militares y policiales, a las menudas pellejerías familiares de los agentes federales, héroes y heroínas de perfil legendario en el campo de batalla y, todos ellos, sin excepción, víctimas de sórdidos y lastimosos problemas conyugales, con maridos o mujeres, hijos o madres que les causan incontables quebrantos, y preocupados, como el común de los mortales, por si el modesto salario del que viven cubrirá los gastos del mes, conservarán o perderán sus empleos y si, en los próximos ascensos, figurarán entre los beneficiados.
Jack Bauer (un Kiefer Sutherland que, me temo, no podrá sacudirse ya nunca del magnífico personaje que ha encarnado) es un ejemplo emblemático de estos contrastes: presidentes y ministros lo admiran, le consultan, le encargan las misiones más delicadas, y, al mismo tiempo, su celo profesional sólo le acarrea inconvenientes, y, por su misma consecuencia, es un peligro para todo el mundo, empezando por sus jefes y sus subordinados. Para poder filtrarse en una banda de traficantes de droga mexicanos que colaboran con los terroristas se volvió un adicto a la heroína y esto, en vez de enriquecer su hoja de servicios, hace que lo echen de su puesto (pero después lo reincorporan, por supuesto). Su vida sentimental es un desastre: asesinan a su mujer y su amante queda horrorizada de él cuando ve la glacial serenidad con la que tortura a reales o supuestos culpables para obtener información.
La serie es implacable en su presentación de la clase gobernante: ministros, generales, senadores, el propio presidente de la República, son, a menudo, mediocres, corruptos, ineptos, ávidos, dispuestos a sacrificarlo todo para mantener su cuota de poder. Sin Jack Bauer y sus compañeros de la unidad antiterrorista los conspiradores y enemigos de Estados Unidos, movidos por el fanatismo religioso o por la simple codicia, ganarían todas las batallas y pondrían de rodillas al sistema. Entre los propios militares y policías suele predominar una visión pedestre de lo que está en juego: no tomar decisiones es preferible a tomarlas siempre que haya un riesgo que ponga en peligro la estabilidad burocrática. A diferencia de los terroristas, que, sobre todo si son árabes, muestran una convicción de acero que se traduce en su predisposición al martirio, quienes llevan las riendas del poder en Estados Unidos parecen, con algunas escasas excepciones, desvaídos pobres diablos incapacitados para las tareas que tienen sobre las espaldas, siempre dubitativos, no tanto por escrúpulos morales y apego a la ley como por su horizonte intelectual y cívico rastrero, sus mezquinos apetitos y su falta de idealismo y de imaginación. Sólo en Estados Unidos, una sociedad que ha hecho un verdadero deporte de la auto-flagelación, puede, una serie popular de televisión que ven decenas de millones de telespectadores, mostrar una imagen tan absolutamente deleznable y feroz de sus políticos y autoridades.
Es verdad que para compensar esas carencias están allí Jack Bauer y los suyos. Ahora bien: estos cruzados están lejos de ser epítomes de lo que debería ser una conducta democrática. Ellos y sus jefes creen, o, en todo caso actúan como si creyeran, que ceñirse a la ley es incompatible con una acción eficaz contra el terror, y, por tanto, la violan todas las veces que lo creen necesario. La unidad antiterrorista tiene un centro de torturas en su propio local y especialistas en practicarla, a fin de arrancar confesiones a verdaderos o falsos culpables. Todo vale para conseguir la información indispensable: desde chantajear a una madre hasta dar tormento a un niño o someter a un detenido a descargas eléctricas. Desde luego que, entre las licencias que los agentes se toman, figura la de secuestrar a diplomáticos o ciudadanos extranjeros y, llegado el caso, asesinar a enemigos y cómplices para evitar el riesgo de que, si son procesados, puedan escapar al castigo o revelar hechos comprometedores para los propios servicios de seguridad estadounidenses. Así, aunque 24 (Twenty four) no lo diga de manera explícita, claramente muestra que la filosofía de Jack Bauer es la adecuada, dadas las circunstancias: al terrorista contemporáneo sólo se lo derrota con sus propias armas. El problema es que si este criterio prevalece el terrorista ha ganado, pues la democracia ha aceptado sus reglas de juego.
¿Es demasiado forzado entrar en semejantes elucubraciones con una serie televisiva que sólo persigue divertir, y lo consigue estupendamente, y no hace alarde de pretensiones ideológicas ni siquiera políticas? Tal vez lo sea. Pero la verdad es que la ficción en particular, y la cultura en general, no son nunca gratuitas, tienen siempre unas raíces que se hunden en una problemática social, y éste es uno de los factores que determinan el éxito o el fracaso de los productos artísticos. Aunque una ficción sea inmediatamente reconocida como algo que no es una objetiva representación de la vida, si en ella, de algún modo, a veces muy indirecto y alegórico, el espectador -o lector- no se siente expresado, provocado, retratado, difícilmente se identificaría con sus personajes y sucesos y se dejaría seducir por ella al extremo de vivir sus mentiras como si fueran verdades.
24 (Twenty four) nos atrapa en sus redes por lo bien hecha que está, la excelencia de sus guiones y montajes y la impecable actuación de sus actores y sus técnicos, pero todo ello no hubiera servido de gran cosa si esta ficción no rezumara por todos sus poros unos de los terrores contemporáneos, que, como el pánico a la peste negra en la Edad Media, o a la tuberculosis en el siglo XIX, se ha apoderado de los espíritus occidentales desde 1l-S: la bomba que hará volar en pedazos el avión, el metro o el tren en que viajamos, o la operación que infectará de microbios homicidas el agua que bebemos o el aire que respiramos, e interrumpirá nuestro sueño tranquilo o nuestro trabajo en la oficina con aquella cegadora explosión que nos convertirá en polvo radioactivo. En esas condiciones, consuela fantasear que allá, en la sombra, insomnes, incansables, feroces, Jack Bauer y sus compañeros, esos terribles justicieros, a la manera del Amadís o de D'Artagnan, se llenan de sangre y de horror para salvarnos, y permitirnos vivir con la conciencia tranquila.