La cultura de Turquía se abre al mundo/JUAN CARLOS SANZ
Publicado en Babelia de El País, (www.elpais.com), 11/10/2008
Dos turcos bien distintos, el escritor laico Orhan Pamuk y el presidente islamista Abdulá Gül, van a oficiar este martes la puesta de largo de las letras de su país en la Feria del Libro de Francfort. La cultura de Turquía acude este año como invitada de honor con la voluntad de abrirse al mundo. El primero estuvo a punto de ir a la cárcel en 2005 por "ofender la identidad nacional" con sus declaraciones sobre el conflicto kurdo y el genocidio armenio. El segundo se libró el pasado mes de agosto por un solo voto del Tribunal Constitucional de ser apartado de la política, acusado de "atentar contra los principios laicos del Estado". Traducido a más de 30 lenguas, el novelista Pamuk es el primer premio Nobel de Literatura de la historia turca. Gül, cofundador del islamismo político moderado en Ankara, fue artífice como ministro de Asuntos Exteriores del acercamiento sin precedentes del antiguo Imperio Otomano a la Unión Europea.
Los más de 350 autores y 100 editores turcos presentes en Francfort -la feria se inaugura el martes 14 y se desarrolla entre los días 15 y 19- llevarán también consigo todas las contradicciones de la Turquía moderna, una nación con siete siglos de historia que aún no ha cumplido los cien años y que no deja de crecer en población y empuje económico. Turquía se presenta con "todos los colores" -turco, pero también árabe, kurdo, griego, armenio o judío sefardí- de su compleja identidad, como acertadamente reza el lema de su delegación en la gran feria cultural alemana.
Hace ya tiempo que a los intelectuales turcos el traje de su país les viene estrecho. Los tabúes se rompen por todas las costuras. Nadie calla. Varios escritores han declinado la invitación de su Ministerio de Cultura para viajar a Francfort. La polémica sustitución a última hora de la interpretación en la ceremonia inaugural de la feria de la pieza musical Oratorio a Nazim Hikmet -el poeta comunista represaliado por el régimen kemalista durante la guerra fría- por el Oratorio a Yunus Emre -cuyos refinados versos medievales dieron origen al Diván, la edad de oro de la poesía en Anatolia- suscitó el rechazo de autores como la novelista Leyla Erbil (Estambul, 1931), una de las principales figuras innovadoras de la narrativa turca.
"No comparto la opinión de los escritores contestatarios. Yo voy a ir a Francfort. No represento al Gobierno de Ankara, sino a la literatura turca", asegura Nedim Gürsel (Gaziantep, 1951), quien tuvo que exiliarse en París tras el golpe de Estado militar de 1980. Hoy da clases en la Universidad de la Sorbona y es uno de los novelistas turcos con mayor difusión internacional. "La obra de los escritores turcos es muy poco conocida, por eso creo que la Feria de Francfort, donde se negocian los derechos de autor, representa una gran ocasión para que alcance la difusión que merece", precisa el autor de Los turbantes de Venecia, publicada en España por Alianza. Gürsel confía además en el futuro de la narrativa nacional: "En los escaparates de las librerías de Estambul destacan las obras de las mujeres, algo insólito en un país musulmán". Autoras como Elif Shafak (Estrasburgo, 1971), Perihen Magdem (Estambul, 1960) o la propia Leyla Erbil están entre las favoritas del público turco.
En el largo viaje hacia Occidente que emprendieron desde las estepas del centro de Asia, los turcos asimilaron durante siglos las culturas árabe y persa, y las de otros muchos pueblos mediterráneos, de Oriente Próximo o de los Balcanes. Pero en apenas unas décadas, han experimentado la transformación del Estado autoritario fundado por Mustafá Kemal, Atatürk, tras el colapso del Imperio Otomano en la Primera Guerra Mundial, que impuso por decreto el alfabeto latino, en un país con ansias de modernización que negocia entre sobresaltos su adhesión a la Unión Europea. Una era de cambios que lleva de la endémica carestía de papel que estrangulaba en el pasado la edición de libros a las 6.000 librerías y 1.700 editoriales que hoy mueven 600 millones de euros al año.
Francfort recibe la cultura de Turquía como si ésta estuviera en su propia casa. Más de 2,5 millones de turcos viven en Alemania, donde no se discute la identidad germano-turca de numerosos escritores, cineastas e incluso políticos. La editora Müge Sökmen copreside el comité organizador turco en la feria. "El Gobierno se ha limitado a financiar el proyecto; las asociaciones de editores y escritores han seleccionado libremente a los participantes. Lo importante es que Turquía se presenta por primera vez con todo su colorido de identidades culturales", advierte Sökmen, antigua presidenta del comité de escritores turcos encarcelados. Aunque hoy en día no hay intelectuales en prisión por delitos de opinión, la justicia turca no ha dejado de incoar en los tres últimos años más de 200 casos relacionados con la libertad de expresión.
"En Occidente muchos siguen viendo Turquía y sus conflictos en blanco y negro. Pero tiene voces muy diferentes. En Francfort no queremos hacer una presentación diplomática o turística, sino mostrar nuestra cultura al mundo en toda su amplitud. La literatura turca no es sólo Pamuk. Los jóvenes autores, los futuros Pamuk van a ser el núcleo de nuestra representación", anticipa esta responsable de la feria.
¿Pero qué literatura turca se presenta en Francfort? Rafael Carpintero, profesor de la Universidad de Estambul y traductor de Orhan Pamuk, la define como una gran desconocida que no tiene quien la traduzca. "Hay una clara falta de referencias para saber qué es clásico y qué es valioso entre lo contemporáneo", sostiene. "Aparte de la llamada trilogía -los clásicos Nazim Hikmet y Yasar Kemal, tildados de escritores políticos, y el Nobel Pamuk-, sólo existe el vacío, ni siquiera hay traducciones al español de obras clásicas".
Para Carpintero, la literatura turca tiende a tener más eco en el mundo en función de los problemas de los escritores con la justicia. "Muchos autores bromean diciendo: 'No eres un gran escritor turco hasta que no has pasado por la cárcel'. Sin embargo, sus obras no tienen mucho que ver con esa imagen pintoresca de las mil y una noches que nos hacemos en Europa. Cuando las conocemos, nos resultan muy cercanas".
Ahmet Ümit (Gaziantep, 1960), uno de los escritores jóvenes más populares en su país, donde sus novelas son llevadas al cine o la televisión, ya ha dado ese salto. Su best seller Patasana acaba de ser editado en España por Umbriel bajo el título de La tumba negra, una trama de intriga histórica y contemporánea en la que la violencia islamista y el conflicto kurdo se entremezclan con el papel dominante del Ejército en la sociedad. "Muchos autores jóvenes recurrimos a la intriga histórica", revela Ümit, "para hacer que caigan las máscaras de la realidad en Turquía". -
Dos turcos bien distintos, el escritor laico Orhan Pamuk y el presidente islamista Abdulá Gül, van a oficiar este martes la puesta de largo de las letras de su país en la Feria del Libro de Francfort. La cultura de Turquía acude este año como invitada de honor con la voluntad de abrirse al mundo. El primero estuvo a punto de ir a la cárcel en 2005 por "ofender la identidad nacional" con sus declaraciones sobre el conflicto kurdo y el genocidio armenio. El segundo se libró el pasado mes de agosto por un solo voto del Tribunal Constitucional de ser apartado de la política, acusado de "atentar contra los principios laicos del Estado". Traducido a más de 30 lenguas, el novelista Pamuk es el primer premio Nobel de Literatura de la historia turca. Gül, cofundador del islamismo político moderado en Ankara, fue artífice como ministro de Asuntos Exteriores del acercamiento sin precedentes del antiguo Imperio Otomano a la Unión Europea.
Los más de 350 autores y 100 editores turcos presentes en Francfort -la feria se inaugura el martes 14 y se desarrolla entre los días 15 y 19- llevarán también consigo todas las contradicciones de la Turquía moderna, una nación con siete siglos de historia que aún no ha cumplido los cien años y que no deja de crecer en población y empuje económico. Turquía se presenta con "todos los colores" -turco, pero también árabe, kurdo, griego, armenio o judío sefardí- de su compleja identidad, como acertadamente reza el lema de su delegación en la gran feria cultural alemana.
Hace ya tiempo que a los intelectuales turcos el traje de su país les viene estrecho. Los tabúes se rompen por todas las costuras. Nadie calla. Varios escritores han declinado la invitación de su Ministerio de Cultura para viajar a Francfort. La polémica sustitución a última hora de la interpretación en la ceremonia inaugural de la feria de la pieza musical Oratorio a Nazim Hikmet -el poeta comunista represaliado por el régimen kemalista durante la guerra fría- por el Oratorio a Yunus Emre -cuyos refinados versos medievales dieron origen al Diván, la edad de oro de la poesía en Anatolia- suscitó el rechazo de autores como la novelista Leyla Erbil (Estambul, 1931), una de las principales figuras innovadoras de la narrativa turca.
"No comparto la opinión de los escritores contestatarios. Yo voy a ir a Francfort. No represento al Gobierno de Ankara, sino a la literatura turca", asegura Nedim Gürsel (Gaziantep, 1951), quien tuvo que exiliarse en París tras el golpe de Estado militar de 1980. Hoy da clases en la Universidad de la Sorbona y es uno de los novelistas turcos con mayor difusión internacional. "La obra de los escritores turcos es muy poco conocida, por eso creo que la Feria de Francfort, donde se negocian los derechos de autor, representa una gran ocasión para que alcance la difusión que merece", precisa el autor de Los turbantes de Venecia, publicada en España por Alianza. Gürsel confía además en el futuro de la narrativa nacional: "En los escaparates de las librerías de Estambul destacan las obras de las mujeres, algo insólito en un país musulmán". Autoras como Elif Shafak (Estrasburgo, 1971), Perihen Magdem (Estambul, 1960) o la propia Leyla Erbil están entre las favoritas del público turco.
En el largo viaje hacia Occidente que emprendieron desde las estepas del centro de Asia, los turcos asimilaron durante siglos las culturas árabe y persa, y las de otros muchos pueblos mediterráneos, de Oriente Próximo o de los Balcanes. Pero en apenas unas décadas, han experimentado la transformación del Estado autoritario fundado por Mustafá Kemal, Atatürk, tras el colapso del Imperio Otomano en la Primera Guerra Mundial, que impuso por decreto el alfabeto latino, en un país con ansias de modernización que negocia entre sobresaltos su adhesión a la Unión Europea. Una era de cambios que lleva de la endémica carestía de papel que estrangulaba en el pasado la edición de libros a las 6.000 librerías y 1.700 editoriales que hoy mueven 600 millones de euros al año.
Francfort recibe la cultura de Turquía como si ésta estuviera en su propia casa. Más de 2,5 millones de turcos viven en Alemania, donde no se discute la identidad germano-turca de numerosos escritores, cineastas e incluso políticos. La editora Müge Sökmen copreside el comité organizador turco en la feria. "El Gobierno se ha limitado a financiar el proyecto; las asociaciones de editores y escritores han seleccionado libremente a los participantes. Lo importante es que Turquía se presenta por primera vez con todo su colorido de identidades culturales", advierte Sökmen, antigua presidenta del comité de escritores turcos encarcelados. Aunque hoy en día no hay intelectuales en prisión por delitos de opinión, la justicia turca no ha dejado de incoar en los tres últimos años más de 200 casos relacionados con la libertad de expresión.
"En Occidente muchos siguen viendo Turquía y sus conflictos en blanco y negro. Pero tiene voces muy diferentes. En Francfort no queremos hacer una presentación diplomática o turística, sino mostrar nuestra cultura al mundo en toda su amplitud. La literatura turca no es sólo Pamuk. Los jóvenes autores, los futuros Pamuk van a ser el núcleo de nuestra representación", anticipa esta responsable de la feria.
¿Pero qué literatura turca se presenta en Francfort? Rafael Carpintero, profesor de la Universidad de Estambul y traductor de Orhan Pamuk, la define como una gran desconocida que no tiene quien la traduzca. "Hay una clara falta de referencias para saber qué es clásico y qué es valioso entre lo contemporáneo", sostiene. "Aparte de la llamada trilogía -los clásicos Nazim Hikmet y Yasar Kemal, tildados de escritores políticos, y el Nobel Pamuk-, sólo existe el vacío, ni siquiera hay traducciones al español de obras clásicas".
Para Carpintero, la literatura turca tiende a tener más eco en el mundo en función de los problemas de los escritores con la justicia. "Muchos autores bromean diciendo: 'No eres un gran escritor turco hasta que no has pasado por la cárcel'. Sin embargo, sus obras no tienen mucho que ver con esa imagen pintoresca de las mil y una noches que nos hacemos en Europa. Cuando las conocemos, nos resultan muy cercanas".
Ahmet Ümit (Gaziantep, 1960), uno de los escritores jóvenes más populares en su país, donde sus novelas son llevadas al cine o la televisión, ya ha dado ese salto. Su best seller Patasana acaba de ser editado en España por Umbriel bajo el título de La tumba negra, una trama de intriga histórica y contemporánea en la que la violencia islamista y el conflicto kurdo se entremezclan con el papel dominante del Ejército en la sociedad. "Muchos autores jóvenes recurrimos a la intriga histórica", revela Ümit, "para hacer que caigan las máscaras de la realidad en Turquía". -
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