Bienvenido octubre !
Me gusta tanto este mes que ojalá siempre fuera octubre, decía Truman Capote
He aprendido a vivir ¡Prolongadme oh dioses el tiempo!” Nietzsche
"....La luna está muy cerca,
quieta en el aire nuestro.
El que yo fui me espera
bajo mis pensamientos..."Jorge Guillén..
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Los catalanes celebrarán un referéndum para decidir si Cataluña se convierta en República..., malas noticias de por allá.; tensión y enfrentamientos entre la policía y los ciudadanos. Pendientes...
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La PGR -los edificios-, no funcionan...., no son aptos...
La PGR determinó que cuatro de sus edificios, incluida las oficinas del Procurador - Reforma 211, "no son aptos" para operar después del sismo.
"(Los 4 edificios) fueron diagnosticados no aptos para operar, debido al riesgo que representan, por ello y privilegiando la seguridad de las y los servidores públicos, se implementan los protocolos en materia de protección civil, seguridad, control de acceso y salida, durante el desarrollo de estas actividades", señala el documento.
Ordenó a unos 2 mil funcionarios empacar sus equipos, expedientes y materiales, para ser reubicados.
Por lo pronto el C. Procurador ocupara amo su oficina la casa que fue decomisada a Zhenli Ye Gon en marzo de 2007; había en ese lugar 205 millones 564 mil 763 dólares estadounidenses en efectivo...
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Andrés Manuel apuntó que Javier Corral no ha dado el ancho como gobernador de Chihuahua. “Se ha dedicado nada más a simular y a la publicidad”, señaló al acusar que la inseguridad, la violencia y los homicidios siguen siendo las principales quejas de la ciudadanía.
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Las columnas políticas hoy, a 1 de Octubre de 2017
Templo Mayor/ Reforma
SI ALGUIEN ve pasar en su Ferrari al procurador Raúl Cervantes, avísenle que los vecinos de las Lomas de Chapultepec lo andan buscando.
DESDE hace una semana le piden cita para hablar del destino que tendrá la mansión de Sierra Madre 515, ¡exacto!, ahí donde fueron encontrados los 205 millones de dólares en efectivo de Zhenli Ye Gon.
LA INQUIETUD obedece a que al día siguiente del sismo, comenzó a verse un intenso movimiento de camionetas que entran y salen. Y se dice que ahí instalarán una oficina del propio Cervantes o de sus colaboradores.
LO QUE QUIEREN los vecinos es que se respete la ley urbana pues la colonia tiene uso de suelo habitacional y no para oficinas. En resumen, buscan plantearle al procurador que coopela... ¡o se ampalan!
ALLÁ en Guanajuato está listo un dedazo más grande que el Cerro del Cubilete. En su afán por imponer a Diego Sinhué Rodríguez Vallejo, el gobernador Miguel Márquez pasó por encima hasta de su partido.
SE SUPONÍA que el PAN estatal analizaría si iban a una elección interna o si recurrirían a la designación directa para designar a su candidato a la gubernatura, pero en la sesión del Consejo Estatal, se impuso el dedazo sin siquiera estar agendado.
LOS LEALES al gobernador pidieron incluir en el orden del día la votación sobre el método, acción que iba en contra de los acuerdos entre las distintas corrientes. Y aunque se opusieron panistas de renombre como el senador Juan Carlos Romero Hicks y el diputado federal Miguel Salim, no pudieron detener la aplanadora.
SÓLO FALTA que la Comisión Permanente del PAN ratifique la cuestionada decisión del panismo guanajuatense para que Miguel Márquez tenga vía libre para hacer candidato a Diego Sinhué, que pa' ser delfín necesita todavía muchos flotis.
MIENTRAS a los aspirantes a candidatos independientes a la Presidencia se les acaba el plazo para notificarle al INE su intención el 8 de octubre, a quienes quieran ser diputados federales o senadores sin partido también les quedan pocos días para hacerlo.
LA FECHA LÍMITE que tienen para anotarse los ciudadanos que quieran llegar a San Lázaro es el 4 de octubre y quienes busquen una senaduría es el 9 de octubre.
ES DECIR que, en cosa de 10 días, podremos comenzar a medir qué tan atractiva resultó la posibilidad de ser candidato independiente en México... y qué tan disuasiva resultó la montaña de requisitos y lo disparejo del piso para los ciudadanos con respecto a los partidos.
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Frentes Políticos/ExcelsIor
I. Cosecha. Como un hecho inesperado, circula un video en el que un ciudadano increpó al expresidente Felipe Calderón, quien iba acompañado de un equipo de seguridad afuera de un restaurante. Esto no es más que otra muestra del hastío que la clase política ha generado en la sociedad. El hombre acusó a Calderón de haber empobrecido al país y de iniciar el caos con una guerra contra el narcotráfico, además lo llamó cretino. Al expresidente de México no le perdonan que Tomislav Lendo Fuentes, director de la fundación de Felipe Calderón, gane más que algunos gobernadores ni tampoco le creen que haya donado su pensión. Y todavía se atreve a decir: “Tengo por esposa a la mejor candidata presidencial”. Mucho ayuda el que no estorba.
II. Minuto a minuto. Hay quienes no se han dado cuenta de que los sismos de septiembre en México vinieron a cambiar el reloj político rumbo a 2018. Los partidos quedaron pasmados y los legisladores han mostrado su poca capacidad de reacción. Será de vital importancia el papel que juegue cada funcionario en lo que sigue: la reconstrucción. El presidente de México, Enrique Peña Nieto, no se ha alejado de la contingencia. Supervisó la atención a la población de Taxco, Guerrero, y las acciones para recuperar el patrimonio cultural dañado. Hay quienes sí están pasando la prueba de fuego que les puso la naturaleza. Otros, mejor voltean hacia otra parte.
III. Déjà vu. El sismo del 19 de septiembre ha traído los vicios y situaciones vividos después del terremoto de 1985 en la Ciudad de México. En aquella ocasión, las primeras víctimas localizadas fueron costureras, y ahora, 32 años después, en uno de los edificios colapsados son ellas quienes vuelven a vivir la pesadilla. En aquella ocasión, al recoger el cascajo, quedaron al descubierto las corruptelas en la construcción de edificios y sedes, sobre todo gubernamentales. Hoy se investiga a los directores de obra que incurrieron en fallas al construir, lo que provocó que edificios nuevos terminaran en el piso. ¿Quién autorizó? Sólo sabemos que no habrá cárceles suficientes para castigar tanta corrupción.
IV. Obstáculos. Emilio Álvarez Icaza, uno de los candidatos independientes a la Presidencia de la República, habló de la inequidad rumbo a 2018. Expuso que mientras los partidos políticos dispondrán de más de 600 millones de pesos para proselitismo, los independientes sólo tendrán 43 millones. No la tienen fácil y lo que les falta, pues para organizar un partido político se requiere reunir 240 mil firmas en un año y para construir una candidatura a la Presidencia se necesitan 866 mil. Además, para ganarse el registro, las firmas deben corresponder a ciudadanos que vivan en al menos 17 estados del país. Era obvio. El camino es largo. ¿Así o más difícil la batalla por cambiar a México?
V. Bancarrota. Pobrecito del alcalde de Cuernavaca, Cuauhtémoc Blanco, quien se declaró sin fondos para sumarse a la reconstrucción de la capital de Morelos. Lo que sí le sobran son ganas de convertirse en el futuro gobernador del estado y ahí la lleva. El ayuntamiento se declaró en insolvencia económica y el edil aseguró que, después de varias reuniones con el tesorero, Alejandro Villarreal Gasca, determinaron que la recaudación no es suficiente para direccionar un presupuesto a los damnificados, porque, dijo, todo el dinero se va en el pago de laudos y nómina. Y ya que están por ahí, ¿no sería bueno recordar que familiares del propio alcalde succionan de esa nómina?
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De naturaleza política/ENRIQUE ARANDA
Excelsior
Inexplicables campañas…
Resulta inaceptable el uso irresponsable y anónimo en la mayoría de los casos de las redes sociales para promover toda suerte de ataques contra una Iglesia o credo en particular, o contra personajes
En medio de las más grandes tragedias y devastaciones, cual es el caso de las provocadas por los sismos del 7, 19 y 23 de septiembre pasado, el ser humano suele sacar de sí sus más nobles sentimientos, el de la solidaridad y el esfuerzo entregado en favor del otro, a cambio de nada, por ejemplo, y también los más miserables, particularmente aquellos que le llevan a anteponer su particular interés y beneficio, sus posicionamientos, al de cualquier otro, independientemente de la condición en que éste se encuentre.
Lo anterior viene a cuento por la multiplicación de manifestaciones de odio particularmente antirreligioso, literal, que, en una muestra de lo que vía un uso abusivo de las redes es posible conseguir, atestiguamos en los últimos días: desde la denostación del más importante jerarca católico, el cardenal arzobispo primado Norberto Rivera Carrera, a quien de manera injusta e infundada se vinculó en la propiedad del colegio Enrique Rébsamen en el que 19 pequeños perdieron la vida, hasta la trivialización de un asunto tan grave como el ataque del que fueran objeto jóvenes activistas de Cáritas que, más por miedo que por otra razón, alteraron información ofrecida a autoridades policiales sobre el lamentable incidente del que fueron víctimas.
Ello, amén de la auténtica “inundación” de mensajes y/o memes que en contra de la Iglesia en tanto que institución y de sus miembros —sacerdotes, religiosas y miles de laicos católicos y de muchos credos— que optaron por comprometerse, personal o colectivamente, en tareas de rescate y/o acopio de víveres y bienes en apoyo a los damnificados. Sólo el gobierno y funcionarios, además de los partidos políticos y sus impresentables dirigentes, merecieron un peor trato por parte de los “activistas digitales”…
Huelga decir que, a consecuencia de los sismos, no sólo la Catedral Metropolitana sufrió graves daños, aunque no “de atención urgente” y que medio centenar de templos católicos sólo en la capital de la República, más otro tanto en los estados más afectados: Oaxaca, Chiapas, Puebla y Morelos donde, incluso, en un número no despreciable de casos, proceder a la demolición integral de los mismos será, en el mejor de los casos, la única opción.
A la vista entonces de una realidad como la que se plantea, es que resulta inaceptable el uso irresponsable y anónimo en la mayoría de los casos de las redes para promover toda suerte de ataques contra una Iglesia o credo en particular, o contra personajes, aprovechando para ello la oportunidad que ofrece…
¿O no?
Asteriscos
* Positiva decisión la del delegado en Benito Juárez, Christian von Roehrich, panista, de avanzar en la investigación de funcionarios a su cargo que, por corrupción, pudieran estar implicados en el otorgamiento de licencias de construcción de (no pocas) edificaciones que hoy vinieron a tierra. Y, permítasenos preguntar, ¿por qué no ampliar las pesquisas a administraciones pasadas? Es sólo una idea, que conste…
* Convocado por Scholas Occurrentes del papa Francisco, un equipo de especialistas llegará pronto al país para apoyar a afectados por los sismos vía Clínicas Reparadoras a través del arte, la tecnología y el deporte. El acuerdo fue signado ya con autoridades civiles por el coordinador aquí Mauricio Sulaimán Salinas y sus pares a nivel global José María del Corral y Enrique Palmeyro.
* Aprovechando el arranque del mes “contra el cáncer de mama”, octubre, el mandamás en el IMSS, Mikel Arriola, encabezará el llamado “lazo humano más grande del mundo”, en ánimo de rendir homenaje a los miles de mexicanos que apoyaron los trabajos de rescate-apoyo de damnificados de los sismos. La cita: mañana en el Campo Marte, a las 19 horas…
Veámonos aquí mañana, con otro asunto De naturaleza política.
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Restaurar la dictadura perfecta
La estación/GERARDO GALARZA
Excelsior
Restaurar la dictadura perfecta
De 1929 a 1997 fue la época dorada del sistema de partido dominante, único en la práctica, el totalitarismo del PRI
No es ningún secreto que las personas más desprestigiadas en México son quienes se dedican a la política, incluso por encima de los policías y los delincuentes. Y también es una verdad de don Perogrullo que los políticos más desprestigiados y odiados son los diputados y senadores.
Ese desprestigio no es nuevo. Hace años se les llamaba “levantadedos” y se decía que no era un oficio digno porque “el cargo y la dieta duran tres años (en el caso de los diputados) y la vergüenza, toda la vida”. Bueno, no se alebreste, eran tiempos en los que se creía que existía la vergüenza y la dignidad.
De 1929 (cuando, dicen, la revolución se volvió instituciones) a 1946, todos los diputados y senadores pertenecieron, primero, al Partido Nacional Revolucionario (PNR) y, luego, al Partido de la Revolución Mexicana (PRM), abuelo y padre del actual PRI. Entiéndase: no había legisladores de oposición en el Congreso de la Unión. En 1946, el PAN logró cuatro diputaciones de mayoría y hasta 1963 la cifra nunca llegó a dos dígitos. ¿Senadores? Uf, ni soñarlo. Los primeros no provenientes del PRI llegaron a esa cámara en 1988, hace apenas 29 años.
Para las elecciones federales de 1964 se crearon los “diputados de partido” por porcentaje de votación nacional (cinco diputados por el 2.5% de la votación y un diputado más por cada 0.5% adicional, hasta llegar a 20, cifra en la que deberían estar incluidos los eventuales ganadores por mayoría relativa).
En ese año, la Cámara de Diputados recibió a 34 diputados de oposición al PRI (20 del PAN, nueve del PPS y cinco del PARM, considerados éstos dos últimos como partidos satélites del PRI), que representaron 15.3% del total de la cámara. El 84.7% restante eran priistas, es decir, ellos solos podían aprobar cualquier ley y la Constitución. Y ese porcentaje opositor en la Cámara de Diputados se mantuvo hasta 1979: 16.3% en 1967; 16.4% en 1970; 16.02% en 1973, y 17.3% en 1976.
Los diputados plurinominales aparecieron en la elección de 1979: cien por 300 de mayoría relativa, en total 400. En 1986, justo después del terremoto de 1985, la cifra de plurinominales se elevó a 200 surgidos, al igual que los diputados de partido, de la necesidad de legitimidad del régimen político.
En 1988, el PRI perdió la capacidad de reformar la Constitución con el solo voto de sus legisladores y en 1997 perdió, frente a la oposición en su conjunto, la mayoría simple.
De 1929 a 1997 fue la época dorada del sistema de partido dominante, único en la práctica, el totalitarismo del PRI, una especie de dictadura civil a la que el hoy Nobel de Literatura, Mario Vargas Llosa, llamó, en 1990, la “dictadura perfecta”, una “dictadura camuflada, (un sistema) que tiene las características de la dictadura: la permanencia no de un hombre, pero sí de un partido… un partido que es inamovible”, en el debate “El siglo XX: la experiencia de la libertad”. Octavio Paz, el ya entonces Nobel mexicano, quiso corregir y llamarlo un sistema de partido hegemónico; Enrique Krauze, moderador de ese debate, utilizó el término “dictablanda”, concepto acuñado en España en los años 30 del siglo pasado, para definir a ese sistema tan mexicano sustentado en el presidencialismo absoluto, el corporativismo partidista y el populismo como política pública.
Hoy, ante el creciente desprestigio de la política, los políticos y el gobierno, el despilfarro del dinero público en los procesos político-electorales (en los que participan el PRI y sus presuntos opositores con idéntica responsabilidad y corrupción), y el presunto éxito electoral de populismo de un expriista como Andrés Manuel López Obrador con la promesa de la regeneración nacional, el PRI se sube al mismo carro para promover la restauración del viejo sistema que fue de su propiedad absoluta, basado en la demagógica donación del dinero público, sabedor de que cuenta con el dinero de los gobiernos federal y estatales, como también lo saben, piensan y harán los demás partidos que han prometido “donaciones” a los damnificados de los sismos.
El que los partidos opositores y sus dirigentes y militantes, incluidos los expriistas, hayan resultado tan malos o peores que el PRI y sus gobiernos, no debe ser pretexto y mucho menos motivo para volver atrás, con la agravante de que ya a nadie le importan las dietas ni la vergüenza, sino los negocios que se pueden hacer con el cargo.
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Crisis y oportunidad/Luis Rubio
Reforma, 01 Oct. 2017
Los momentos de crisis sacan lo mejor y lo peor de nosotros: de la sociedad y del gobierno. El sismo que afectó a la zona central del país el pasado 19 de septiembre mostró a una sociedad previamente organizada, con capacidad inmediata de reacción y a una ciudadanía instantáneamente dedicada a lo importante. Tanto la preparación que ya existía como la respuesta ciudadana mostraron una cara no sólo encomiable de la sociedad mexicana, sino también a una ciudadanía comprometida y activa. Lo mismo se puede decir del gobierno: su capacidad de respuesta, su preparación y acción inmediata fueron plausibles y decisivas. La suma de los dos, ciudadanía y gobierno, salvó el momento.
La sociedad no esperó al gobierno: tomó control de su espacio y en cuestión de horas los centros de acopio estaban literalmente saturados; a su vez, los jóvenes se fueron de inmediato a las zonas afectadas, haciendo lo posible por contribuir al rescate de las víctimas. La eficacia en lo primero es simplemente imposible de empatar en el segundo ámbito, pues ahí se requieren equipos, experiencia y disciplina casi militar. Lo contrario es cierto en el ámbito gubernamental: su capacidad de acción en los sitios afectados es inmensa porque se ha preparado, cuenta con los equipos y cuenta con la experiencia necesaria; por otro lado, por la enorme desconfianza -y desprecio- que los gobernantes -de todos los partidos- se han ganado a pulso, su capacidad de generar sustento para la necesaria movilización social es sumamente limitada. Al menos en la Ciudad de México, sociedad y gobierno actuaron en los ámbitos que les correspondía, dando cada uno lo mejor de sí.
También hubo cosas menos encomiables. Los asaltos no disminuyeron, retornamos a los viejos vicios de intentar manipular las emociones populares y el celo burocrático impidió que otras entidades gubernamentales -y, especialmente, los contingentes técnicos que vinieron del extranjero- actuaran de inmediato, todo lo cual quizá implicó la innecesaria pérdida de muchas vidas que, tal vez, pudo haber sido evitada.
Pasada la primera etapa, la de las tragedias y la reconciliación de cada quien con las nuevas circunstancias, comienzan las nuevas realidades políticas. Los voluntarios realizaron un impactante trabajo, pero ahora retornan a la escuela o a su actividad laboral; el gobierno retorna a lo de siempre, suponiendo que cumplió con su deber y lo que sigue ya es lo cotidiano: administrar las consecuencias. Los primeros sienten que lograron un hito ciudadano; los segundos se olvidan de las emociones del momento y retornan a la rutina burocrática. Quizá ambos se percatan que las cosas cambiaron, pero no exactamente en la forma en que lo imaginan.
Es lugar común afirmar que el sismo de 1985 cambió la vida política mexicana porque evidenció a un gobierno incompetente, incapaz de lidiar con la crisis inmediata, lo que creó una conciencia ciudadana. Todo ello es factual y, sin duda, relevante. Sin embargo, lo que verdaderamente cambió a la política mexicana fue la crisis que representó la población que sobrevivió al sismo pero perdió su vivienda. Fue ahí donde se cuajaron acuerdos no muy sacrosantos entre diversos actores políticos, construyendo la coalición que cambió al DF y, eventualmente, al país. El equivalente de hoy podría estar en ciernes: miles de familias que sobrevivieron el sismo pero quedaron sin casa. Peor, muchas de éstas eran propietarias de condominios (algo muy distinto a 1985) y no sólo se quedaron sin un lugar donde vivir, sino sin su principal patrimonio.
Es decir, la crisis apenas comienza y los desafíos son enormes porque la población afectada en el DF es fundamentalmente de clase media y no cuenta con las opciones que serían concebibles en las zonas rurales. En términos legales, es evidente que el problema no corresponde al gobierno, pues cada persona es responsable de proteger sus posesiones y quien no compró un seguro para su apartamento optó, de facto, por correr el riesgo en su persona. Pero esa no es nuestra forma típica de comportarnos, por lo que el hecho político, a diferencia del legal, probablemente será una enorme presión sobre el gobierno para que resuelva la crisis que se viene.
La forma en que se resuelva esta y otras situaciones que sin duda se presentarán en las próximas semanas y meses será absolutamente determinante del devenir político en 2018, particularmente para el gobierno perredista de la CDMX y el gobierno federal. Ambos tienen la oportunidad de buscar soluciones, anticipar complicaciones y encontrar salidas efectivas que eviten un cisma mayor. Igual de evidente es que ambos gobiernos (y sus partidos y candidatos) enfrentarán a los oportunistas de siempre -internos y externos- disparando en busca de leña del árbol caído.
En sus cuadernos, Mao Tse Tung escribió, a la Clausewitz, que "la política es guerra sin derramamiento de sangre, en tanto que la guerra es política con sangre". Acabó el sismo y sus consecuencias inmediatas, pero ahora volvemos a la guerra política de siempre. Lo que cambió es la posición relativa de los actores políticos: la crisis le regaló una oportunidad a los gobiernos federal y local; ahora todo está en sus manos.
@lrubiof
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Crisis y oportunidad/Luis Rubio
Reforma, 01 Oct. 2017
Los momentos de crisis sacan lo mejor y lo peor de nosotros: de la sociedad y del gobierno. El sismo que afectó a la zona central del país el pasado 19 de septiembre mostró a una sociedad previamente organizada, con capacidad inmediata de reacción y a una ciudadanía instantáneamente dedicada a lo importante. Tanto la preparación que ya existía como la respuesta ciudadana mostraron una cara no sólo encomiable de la sociedad mexicana, sino también a una ciudadanía comprometida y activa. Lo mismo se puede decir del gobierno: su capacidad de respuesta, su preparación y acción inmediata fueron plausibles y decisivas. La suma de los dos, ciudadanía y gobierno, salvó el momento.
La sociedad no esperó al gobierno: tomó control de su espacio y en cuestión de horas los centros de acopio estaban literalmente saturados; a su vez, los jóvenes se fueron de inmediato a las zonas afectadas, haciendo lo posible por contribuir al rescate de las víctimas. La eficacia en lo primero es simplemente imposible de empatar en el segundo ámbito, pues ahí se requieren equipos, experiencia y disciplina casi militar. Lo contrario es cierto en el ámbito gubernamental: su capacidad de acción en los sitios afectados es inmensa porque se ha preparado, cuenta con los equipos y cuenta con la experiencia necesaria; por otro lado, por la enorme desconfianza -y desprecio- que los gobernantes -de todos los partidos- se han ganado a pulso, su capacidad de generar sustento para la necesaria movilización social es sumamente limitada. Al menos en la Ciudad de México, sociedad y gobierno actuaron en los ámbitos que les correspondía, dando cada uno lo mejor de sí.
También hubo cosas menos encomiables. Los asaltos no disminuyeron, retornamos a los viejos vicios de intentar manipular las emociones populares y el celo burocrático impidió que otras entidades gubernamentales -y, especialmente, los contingentes técnicos que vinieron del extranjero- actuaran de inmediato, todo lo cual quizá implicó la innecesaria pérdida de muchas vidas que, tal vez, pudo haber sido evitada.
Pasada la primera etapa, la de las tragedias y la reconciliación de cada quien con las nuevas circunstancias, comienzan las nuevas realidades políticas. Los voluntarios realizaron un impactante trabajo, pero ahora retornan a la escuela o a su actividad laboral; el gobierno retorna a lo de siempre, suponiendo que cumplió con su deber y lo que sigue ya es lo cotidiano: administrar las consecuencias. Los primeros sienten que lograron un hito ciudadano; los segundos se olvidan de las emociones del momento y retornan a la rutina burocrática. Quizá ambos se percatan que las cosas cambiaron, pero no exactamente en la forma en que lo imaginan.
Es lugar común afirmar que el sismo de 1985 cambió la vida política mexicana porque evidenció a un gobierno incompetente, incapaz de lidiar con la crisis inmediata, lo que creó una conciencia ciudadana. Todo ello es factual y, sin duda, relevante. Sin embargo, lo que verdaderamente cambió a la política mexicana fue la crisis que representó la población que sobrevivió al sismo pero perdió su vivienda. Fue ahí donde se cuajaron acuerdos no muy sacrosantos entre diversos actores políticos, construyendo la coalición que cambió al DF y, eventualmente, al país. El equivalente de hoy podría estar en ciernes: miles de familias que sobrevivieron el sismo pero quedaron sin casa. Peor, muchas de éstas eran propietarias de condominios (algo muy distinto a 1985) y no sólo se quedaron sin un lugar donde vivir, sino sin su principal patrimonio.
Es decir, la crisis apenas comienza y los desafíos son enormes porque la población afectada en el DF es fundamentalmente de clase media y no cuenta con las opciones que serían concebibles en las zonas rurales. En términos legales, es evidente que el problema no corresponde al gobierno, pues cada persona es responsable de proteger sus posesiones y quien no compró un seguro para su apartamento optó, de facto, por correr el riesgo en su persona. Pero esa no es nuestra forma típica de comportarnos, por lo que el hecho político, a diferencia del legal, probablemente será una enorme presión sobre el gobierno para que resuelva la crisis que se viene.
La forma en que se resuelva esta y otras situaciones que sin duda se presentarán en las próximas semanas y meses será absolutamente determinante del devenir político en 2018, particularmente para el gobierno perredista de la CDMX y el gobierno federal. Ambos tienen la oportunidad de buscar soluciones, anticipar complicaciones y encontrar salidas efectivas que eviten un cisma mayor. Igual de evidente es que ambos gobiernos (y sus partidos y candidatos) enfrentarán a los oportunistas de siempre -internos y externos- disparando en busca de leña del árbol caído.
En sus cuadernos, Mao Tse Tung escribió, a la Clausewitz, que "la política es guerra sin derramamiento de sangre, en tanto que la guerra es política con sangre". Acabó el sismo y sus consecuencias inmediatas, pero ahora volvemos a la guerra política de siempre. Lo que cambió es la posición relativa de los actores políticos: la crisis le regaló una oportunidad a los gobiernos federal y local; ahora todo está en sus manos.
@lrubiof
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Transparencia y reconstrucción/Juan E. Pardinas
Reforma 1 Oct. 2017
De los escombros y la tragedia surge la necesidad de reconstruir la vivienda de decenas de miles de mexican@s, pero también se abre la oportunidad para componer la devastada confianza en las instituciones públicas. El presupuesto inicial de 37 mil millones de pesos que se requiere para la reconstrucción será un botín de ambiciones y suspicacias. El escrupuloso ejercicio de ese dinero le podría dar una segunda oportunidad al damnificado más conspicuo del sismo: el sistema político mexicano.
El músculo tecnológico del SAT puede fiscalizar cientos de millones de transacciones que pasan por el sistema financiero. ¿Qué pasaría si se usara una tecnología semejante para seguir el rastro del dinero que va de tus impuestos y donaciones hasta la señora en Jojutla que lo perdió todo? Kiva.org es una plataforma de créditos por internet donde una persona en la Ciudad de México le puede prestar 25 dólares a un pequeño empresario en Chiapas, en Kenia o en Alabama. Acreedores y deudores tienen información en tiempo real. En el momento en que ejecutas el préstamo, el beneficiario puede saber que tú aportaste recursos para su fondo. De préstamos pequeños y transparentes, de 25 en 25, se llegan a juntar cifras de varios miles de dólares. Cada deudor presenta su proyecto empresarial y periódicamente va informando a sus prestamistas sobre sus avances y desafíos. El fondo de reconstrucción podría aprender un par de trucos de Kiva.org.
Hace unos meses, Citibank anunció el resultado del concurso Tech for Integrity (T4I) donde ingenieros y programadores se pusieron a diseñar distintas aplicaciones de software para mejorar la transparencia financiera del sector público. Uno de los proyectos ganadores fue la app Glass de la empresa Paybook, fundada por dos exitosos tecnólogos mexicanos. Con el permiso del usuario, Glass importa información sobre los ingresos y gastos de una tarjeta de crédito o una cuenta de banco. Si vives en un edificio, Glass permite informar a todos los vecinos sobre el pago de cuotas y los gastos del salario del conserje, el mantenimiento del elevador y las jergas para trapear la escalera. Glass puede informar sobre los viáticos de los empleados de una empresa, las cuotas para una escuela o los dineros para reconstruir Juchitán.
Después del sismo, la iniciativa #Verificado19S surgió con talento y velocidad asombrosos para certificar datos en tiempo real sobre necesidades en refugios, centros de acopio y edificios colapsados. Verificado19S ayudó a reducir asimetrías de información y "fallas de mercado" entre los ciudadanos que querían ayudar y los que necesitaban ayuda. La visión del colectivo Verificado19S puede aportar mucho para el desafío que tenemos enfrente.
El tsunami de diciembre de 2004, en el subcontinente asiático, ha sido uno de los peores desastres naturales en la historia de la humanidad. Cerca de 250 mil personas perdieron la vida en 14 países, a consecuencia de olas gigantes que devoraron tramos enteros de la costa. En el proceso de reconstrucción se usaron tecnologías de mapas georreferenciados que permitían ubicar cada una de las nuevas casas y las familias beneficiadas.
Mauricio Merino y la organización Nosotrxs han propuesto crear un solo fondo nacional de reconstrucción, lo cual permitiría un mejor orden de prioridades y facilitaría mecanismos de transparencia y rendición de cuentas. El dinero de la reconstrucción será mayor que el presupuesto de varios gobiernos estatales. La buena administración de esos recursos no debe crear un elefante blanco, pero sí requiere de un equipo humano de tiempo completo dedicado a gastar cada peso donde más se necesita. Además de ciudadanos honestos y empresarios comprometidos para la reconstrucción, también se requieren algoritmos, mapas georreferenciados y datos en tiempo real que permitan construir confianza. El único problema es que la tecnología no sirve para nada, si no hay voluntad política.
@jepardinas
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Retirar el escombro/Eduardo Caccia
Reforma, 1 Oct. 2017
A José Galicot, 80 años y contando.
Pasado el punto neurálgico del desastre, el desastre sigue ahí. Después de la emergencia y la premura por salvar vidas, continúa el dolor por las pérdidas humanas y materiales. Sobreviene la imperiosa necesidad de retirar el escombro de modo que la reconstrucción sea posible y se impone la reflexión para tratar de entender de qué forma puede el país aprovechar la energía ciudadana en una renovación del espacio que abarque mucho más que las construcciones destruidas.
Estamos unidos en momentos de penuria, nadie lo duda. Los edificios en ruinas han convocado más gente que el Ángel de la Independencia en un triunfo deportivo. Tenemos una nueva forma de creer en la esperanza: en México la tragedia tiene más hijos que la victoria. Los movimientos telúricos han cimbrado la conciencia nacional y han liberado un momentum que no debemos perder. El riesgo que enfrentamos es que pronto todo siga como antes.
Nuestro actuar en días pasados ha refrendado un rostro de la condición humana: necesitamos un enemigo, una fuerza opositora ante la que se requieren manos y voluntades, el sismo ha sido esa figura. Del mismo modo que los habitantes del planeta Tierra nos uniríamos solamente ante un enemigo mutuo, como la amenaza extraterrestre, en México dejamos, al menos momentáneamente, en segundo término nuestras ideologías, creencias y colores partidistas para enfrentar una causa en común. ¿Podríamos aprovechar las metáforas que encierra esta tragedia para tener un mejor país?
Todo indica que varios edificios colapsaron por deficiencias constructivas, lo que es sugerente de actos de corrupción. Materiales defectuosos, incumplimiento de normas, permisos indebidos, inspectores comprados, modificaciones ilegales. Como dice Jorge, amigo y filántropo, el sismo cobró centenas de víctimas, la corrupción causa miles de centenas de víctimas al año y no ha sido capaz de unirnos con tanta vehemencia.
El dramatismo y la intensidad física de un minuto de oscilaciones es superior a la degradación lenta de la corrupción, pero a fin de cuentas ésta nos ha hecho más daño. Poco podemos hacer para prevenir terremotos, mucho por combatir la corrupción.
Retirar el cascajo debería ser equivalente a desechar socialmente lo que no necesitamos y además nos hace daño. Hemos tenido una tolerancia vergonzosa ante los corruptos (deberíamos empezar a darle forma y rostro al mal, la corrupción es abstracta, los corruptos tienen nombre y apellido), los aceptamos en nuestro círculo inmediato, asisten a los lugares que frecuentamos, pertenecen a las asociaciones a las que pertenecemos, es más, muchos son nuestros entrañables amigos y a más de alguno lo vemos como ejemplo de éxito. ¿Qué pasaría si retirar el escombro equivaliera a repudiarlos en lugares públicos, no aceptarlos en las asociaciones donde lavan su nombre, no hacer negocios con ellos, hacer que sus hijos sientan vergüenza de cargar ese apellido, darles la espalda y terminar con la amistad? Suena fuerte, ¿cierto? Ésta es la penosa y durísima carga de tirar el cascajo. Seguramente esto convocará a menos voluntarios que un terremoto.
Tenemos un enemigo más grande y más mortal que un sismo. En el momento que a los corruptos les neguemos el espacio, no como exterminio sino como deseo de su conversión y pago del daño, veríamos una transformación positiva que impactaría nuestros dichos, "el que no es transa, no avanza" por "el que es transa, no avanza". Se requieren millones de voluntarios para una política de cero tolerancia a la corrupción.
El hartazgo social debe transformarse en madurez para tomar una decisión trascendente: escojamos un enemigo en común, los corruptos. No se trata de una arenga violenta, se trata de entender, como escribió Umberto Eco, que "la figura del enemigo no puede ser abolida por los procesos de civilización". Quienes buscan la paz tienen como enemigo a la guerra, los justos a la injusticia. No podemos vivir sin enemigos; la sabiduría tal vez consiste en saber escogerlos.
El momento en que sobre los corruptos en México caiga ese etéreo "peso de la ley" más el peso del rechazo social (hoy es acogida social), no podrán salir debajo de miles de toneladas de desechos, entonces los retiraremos como lo que son, pedazos inmerecidos de nosotros, cascajo social, escoria.
@eduardo_caccia
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Esto ya cambió: los partidos políticos son indignos de esta juventud/JENARO VILLAMIL
Revista Proceso, # 2135, 1 de octubre de 2017
Como en 1968 y 1985, el sismo del pasado 19 de septiembre reactivó la memoria interna de las generaciones de jóvenes –incluidos los millennials–, comenta a Proceso Enrique Krauze. El historiador conviene en que las calles de las zonas devastadas en la Ciudad de México se llenaron de solidaridad juvenil, pero lo deseable, dice, es que estas formas de organización sean perdurables e institucionalizadas por los mismos jóvenes. Recomienda asimismo que ellos se conviertan en auditores de la política.
“La memoria interna de las generaciones juveniles está operando de nuevo”, sostiene el historiador Enrique Krauze.
Ya lo hizo durante el movimiento estudiantil del 68 y en 1985, tras el terremoto. Hoy, para evitar el riesgo de la desmovilización, arguye el director de la revista Letras libres, “es deseable que los jóvenes encuentren formas de institucionalizar esta energía”.
Es necesario “pasar de la actividad reactiva y crítica a la acción propositiva; organizarse para perdurar y auditar, por decirlo así, a los políticos, mientras ellos mismos toman el país en sus manos”.
Y sentencia: “La noticia es ésta para los jóvenes: el terremoto fue su bautizo de sangre en las realidades durísimas de la vida y de la muerte, sobre todo de la realidad de la cruel naturaleza de nuestro país. Y no hay vuelta de hoja. Ellos tienen que encontrar formas de organización perdurable y activa”.
Promotor de dos iniciativas importantes para ayudar a la reconstrucción –“Adopte un pueblo”, para los grupos empresariales, y “Cero spots. Diez debates”, para las campañas electorales de 2018–, Krauze insiste durante la entrevista con Proceso sobre la necesidad de crear una “contraloría internacional” para el manejo de los fondos de la reconstrucción.
Autor de numerosos libros de ensayos y biografías de los hombres del poder, Krauze hace una revisión histórica de esta irrupción de la sociedad civil, sus consecuencias políticas inmediatas y la reacción de las autoridades y los partidos frente a la situación de emergencia.
Para el autor de Por una democracia sin adjetivos, los esfuerzos centrales de la reconstrucción “tienen que ser en el sur del país. Es como si los dioses implacables nos dijeran: estos pueblos que han estado olvidados durante tantos decenios o siglos reclaman tu ayuda inmediata. México tiene que orientarse hacia el sur”.
“El laberinto de nuestra solidaridad”
–¿Qué reflexión histórica cabe ahora frente a los sismos? ¿Hay una simple coincidencia cronológica en las fechas o es un ciclo circular que volvemos a vivir como sociedad? –pregunta el reportero.
–Conocemos la importancia que tenía el tiempo circular para los antiguos mexicanos, los ciclos de 52 años, cómo estaban pendientes del cielo y la tierra, cómo los dioses eran dueños del destino de los humanos. Esa cosmogonía pesó mucho… –responde Krauze.
Añade: “En cuanto a la coincidencia del 19 de septiembre, uno tiene la tentación de atribuirla, al menos en parte, a ese ciclo insondable de los dioses de la naturaleza, pero yo creo que no. El verdadero dios (con minúscula) de la historia es el azar. Azarosamente cayó ese día. En suma, esto no es obra de los dioses ni de los ciclos históricos. Es obra de la naturaleza”.
–Existe una tentación de comparar este sismo con las consecuencias sociales y políticas que ocurrieron en el 85. ¿Cuáles serían éstas?
–Una sacudida de tal dimensión en la naturaleza, un hachazo tan sorprendente, tan brutal, tuvo y tiene consecuencias de toda índole, empezando por las psicológicas… Pero junto a ese duelo, lo que provocó el terremoto del 85 –y ha vuelto a provocar el terremoto reciente– no es una reacción de abatimiento sino de solidaridad.
“Y estamos agradecidos, sorprendidos, de la reacción de los millennials, que muchos consideraban apáticos, apolíticos. Y de pronto nos han sorprendido de una manera magnífica.”
–¿A qué atribuye esta irrupción de solidaridad? ¿Tiene también raíces históricas?
–Creo que hay en el mexicano una inclinación a la solidaridad que Octavio Paz no estudió en El laberinto de la soledad. Paz habló del mexicano como un ser ensimismado. (Bueno, así son casi todos los seres humanos. Esencialmente, todos estamos solos.)
“También en esto cuenta la tradición comunal mexicana que es indígena, la solidaridad interna de las familias, de las vecindades, hasta de las cofradías. Aquí están interactuando, lo digo como historiador, factores muy antiguos que hablan muy alto del espíritu solidario mexicano. De modo que si Octavio Paz dijo que en la Revolución el mexicano sale de su soledad para abrazar, ‘borracho de sí mismo’, a otro mexicano, yo le diría: ¡Bueno!, también en los desastres naturales el mexicano –no ‘borracho de sí mismo’, sino perfectamente sobrio– abraza a otro, de manera muy consciente.”
–¿Caemos en un “laberinto de la solidaridad” aunque después no sabemos qué hacer con esta solidaridad?
–Es un buen juego de conceptos. Hay que decir que en el 85 la solidaridad fue una manera de salir del laberinto de esa política petrificada, de un partido hegemónico, que todavía imperaba en México, con un poder prácticamente absoluto. Y la energía social que salió de esa desgracia natural llevó a la irrupción de lo que desde entonces se llamó “la sociedad civil”. Fue un gran momento de Carlos Monsiváis.
–¿Por ejemplo, en Chihuahua del 86 y en su obra Por una democracia sin adjetivos?
–Nuestro reclamo de democracia fue anterior, pero el terremoto y la irrupción de la sociedad civil lo potenció. Mi ensayo es de 1984, pero salió como un libro en 1986. Por cierto, en abril de 1985 (meses antes del terremoto) Gabriel Zaid publicó en Vuelta un artículo, “Escenarios sobre el PRI”, donde decía, con todas sus letras, que el PRI podría terminar sus días como consecuencia de un terremoto. Y en buena medida ocurrió.
“La respuesta de solidaridad en el 85 condujo a una toma de conciencia política. Entonces, en el norte empezó a ocurrir un cambio político importante, por ejemplo, en las elecciones en Chihuahua. Y recordarás que tras el fraude del 86 en ese estado varios intelectuales firmamos una carta pidiendo la anulación de las elecciones, por primera vez en la historia reciente de México. Después vino un desgajamiento del PRI, la Corriente Democrática de Porfirio Muñoz Ledo y Cuauhtémoc Cárdenas y el fraude del 88.
El ciclo de las generaciones jóvenes
–¿Y el movimiento estudiantil del 68?
–El 68 no fue precedido por ningún cataclismo natural. Estuvo precedido por un cataclismo político que fue el hartazgo del autoritarismo del PRI en el régimen de Díaz Ordaz, las continuas represiones y luego, lo más importante, la ola libertaria, crítica, contestataria del mundo.
“Nació en París, recorrió Estados Unidos, Checoslovaquia, Polonia, Europa occidental, y esa ola de libertad llegó a México. Y los jóvenes mexicanos de entonces nos subimos a ella. La tomamos con pasión solidaria. Esa generación y esos líderes también merecen un homenaje que México no le ha dado.
“En suma, las generaciones jóvenes han irrumpido en el escenario histórico en momentos álgidos y han cambiado de manera muy profunda el rumbo del país. Ocurrió en el 68, ocurrió en el 85, y debe ocurrir ahora.”
–¿No se explica la actitud de los jóvenes del 85 y del 2017 sin la de los jóvenes del 68?
–Fíjate que tienes razón. Los jóvenes conocen la historia de sus padres y la quieren emular. El joven que salió a las calles en el 85 había escuchado la saga de sus padres en el 68 y tenía una dimensión mítica en su mente.
Krauze insiste: Es muy importante que los movimientos sociales, cívicos, busquen cauces para perdurar; sería muy deseable que los jóvenes, sobre todo ellos, encontraran formas de institucionalizar esta energía, que no necesariamente tiene que ser a través de partidos políticos, pero sí de organizaciones cívicas.
–¿Cómo deben actuar en el futuro inmediato?
–Como auditores de la política. Hay muchas cosas que los jóvenes (estos magos de la comunicación digital) pueden hacer. Y ya no hay vuelta de hoja: Tienen que encontrar formas de organización perdurable y activa.
–En el 85, la reacción de la sociedad fue contra el PRI, el partido hegemónico. ¿Ahora es contra todos los partidos?
–Esto ya cambió. Todos los partidos políticos, sin excepción, son indignos no sólo de esta juventud sino de esta sociedad mexicana que ha mostrado su solidaridad de manera magnífica frente al mundo.
–¿Y las autoridades? ¿Están reaccionando con los mismos reflejos autoritarios del 85?
–Yo creo que ahora la reacción del gobierno federal, del Ejército, de la Marina y del programa de reconstrucción ha sido más pronta que la que fue en el 85. Esa la viví. En el 85 el gobierno estuvo pasmado, ensimismado, soberbio y no fue hasta semanas después que organizó una Comisión de la Reconstrucción. Lo cierto es que ahora, con errores, con pifias, con fallas de comunicación, la reacción oficial ahí está.
“El Ejército ha estado codo a codo en las labores de rescate con la Marina. En el plan de reconstrucción me gusta mucho la idea del reparto directo de dinero en tarjetas. Gabriel Zaid la propuso desde 1973. Que no pase el dinero por la intermediación de ningún gobierno. Que vaya directamente al bolsillo de las personas (de las mujeres, sobre todo) porque ellas saben qué hacer.”
“Adopte un pueblo” y “Cero ‘spots’ y más debates”
–¿El activismo actual de los empresarios es similar al del 85?
–No lo estuvieron entonces. Ahora se han visto activos, solidarizándose. Ya era hora que lo hicieran. Ya era hora que devolvieran lo mucho que México les ha dado, pero no en palabras, en obras. En recursos. Pero yo voy mucho más allá.
“Creo que los empresarios de México tienen que organizar un programa que se llame ‘Adopte un pueblo’. Hay cientos, miles de empresas de gran capacidad económica. Una empresa, un pueblo. O una empresa, un grupo de pueblos. Ni siquiera tendrían que gastar mucho dinero, porque va a haber un fondo de reconstrucción. Ahora, hay que coordinar estos esfuerzos de manera respetuosa con los pueblos.”
–Existe en estos momentos mucha furia social por la corrupción y también se acusa a los empresarios de ser cómplices. ¿Cómo evitar nuevos ciclos de corrupción tras la reconstrucción?
–El fondo de reconstrucción tiene que tener una sustancial presencia ciudadana. Hay varios ciudadanos que se han distinguido por su solidaridad, no de ahora, sino de mucho tiempo. Deben formar parte de ese fondo. Tiene que ser un fondo transparente. Y, por supuesto, una contraloría internacional.
Pienso también en Transparencia Mexicana y Mexicanos contra la Corrupción. Se han caracterizado estas organizaciones por grandes campanazos en el tema de la corrupción. Yo les haría un llamado para que se pongan otra casaca. No sólo de estar contra la corrupción sino a favor de la reconstrucción. Que nos pongan el ejemplo.
–¿Cuál debe ser la actitud de los medios de comunicación? Venimos de esta experiencia terrible de Frida Sofía y de los rumores que se divulgan en redes sociales.
–Te contesto con cuatro palabras: Cero spots. Diez debates. El ciudadano mexicano no tolerará los spots. Y si los partidos se quieren montar en la tragedia lo pagarán muy caro. Necesitamos debates como los que vimos entre Trump y Clinton. O cuando en las primarias los demócratas y republicanos debatieron entre sí. Esos son debates. En varios formatos. Con jóvenes, con periodistas.
–¿Qué otras funciones tienen los debates?
–Los debates canalizan la frustración y, por medio de la razón, acallan a los profesionales del odio. Muestran que nadie tiene la razón total. El odio es una gangrena de la sociedad y nunca ha sido una característica de la sociedad mexicana. Los debates acotan el odio.
–¿Ve una solución práctica en las concesiones presupuestales que plantean algunos partidos políticos?
–Creo que deben hacer una cesión de sus recursos para la reconstrucción, entre otras cosas porque no los van a necesitar. La sociedad repudiaría bardas, spots, mantas, camisetas, acarreos, porque es obvio que está exigiendo destinar estos recursos a la reconstrucción.
–¿Es correcta la reducción de sus recursos públicos?
–No creo que se deba suprimir el financiamiento público a los partidos. En un corto plazo, dadas las dimensiones de la tragedia, sería muy recomendable que renunciaran a buena parte de sus recursos.
–¿Y el INE?
–Hay que asegurar que el funcionamiento del INE y del TEPJF siga adelante porque no olvidemos que las elecciones las manejan 2 millones de ciudadanos. Este despliegue es absolutamente necesario para la democracia.
“Por otra parte, el INE tiene que escuchar a la sociedad civil. No puede salir ahora con que la ley limita el formato y número de los debates. Que se introduzca un transitorio. Que se reglamente con sensatez y sentido de libertad. Las personas que conduzcan los debates no pueden ser semáforos. Deben ser unos perros de caza (bajo ciertas reglas) y someter a los políticos a críticas, a todos, sin excepción.”
–¿Es ésta una forma de canalizar la fuerza social de los jóvenes?
–Esto es importantísimo. Cuando Octavio Paz le dirigía cartas a Carrillo Flores, el canciller, durante los meses álgidos del 68, le decía que lo que los jóvenes necesitan es libertad, diálogo, respeto. Quieren escuchar y dialogar con el poder.
–¿Qué se debatiría?
–Los cómos. Queremos escuchar cómo se va a reconstruir en los años que vienen la ciudad y los pueblos. Queremos propuestas serias sobre cómo se debe combatir al narcotráfico, sobre el consumo de las drogas, sobre cómo se va a atajar la corrupción, sobre cómo se puede reformar el sistema de justicia. Queremos oír sobre la pobreza y la desigualdad, pero no letanías sino ideas concretas, nuevas. Gabriel Zaid ha escrito las cosas más originales sobre el tema (desde hace décadas) y debemos adoptarlas.
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Revista Proceso, # 2135, 1 de octubre de 2017
Reconstruir el país, reto después del cataclismo/SANTIAGO IGARTÚA
Toda esa generación de jóvenes a la que solía verse absorta en el mundo virtual, ajena a la realidad circundante, puso los pies en la tierra el 19 de septiembre: salió a la calle a enfrentar la desgracia, a levantar escombros y, apoyada en las redes sociales, a organizar inteligentemente la ayuda. En opinión del escritor Juan Villoro, ésta fue una lección para todos los mexicanos, quienes pudieron ver que el único pecado de los millennials fue el “exceso de solidaridad”. Que la gente, dice, no regrese a una parda normalidad.
Uno de los costos más altos de la violencia en el país, según los expertos, ha sido el desgarramiento del tejido social. Desde que tienen conciencia, los jóvenes perdieron la libertad de las calles contra la inseguridad y los avances tecnológicos trasladaron la socialización a los terrenos virtuales.
Replegada, la de los llamados millennials había sido vista como una generación apática, absorta en los confines del ciberespacio, con poco sentido de comunidad. Pero las sacudidas de septiembre obligaron a los jóvenes a salir a la superficie, descubrieron la realidad y decidieron incidir en ella.
Con los escombros, removieron también los prejuicios. Echaron mano de las redes sociales y de su fuerza para organizarse y comandar la ayuda a través de la emergencia.
Para Juan Villoro, es esa una de las principales lecciones que dejaron los últimos terremotos que cimbraron al país. En entrevista, sacudido aún por la tragedia, el periodista y escritor mexicano recuenta:
“Uno de los grandes problemas de la realidad virtual es que muchas veces piensas que tu indignación y tu protesta transforman algo, pero sólo lo transforman si trascienden la realidad virtual, si pasan al mundo de los hechos.
“Me parece que aquí la participación de los jóvenes ha sido una lección para todos. Porque salieron al mundo de lo real y lo transformaron y porque además lo hicieron con disciplina y con orden. Incluso hubo momentos en que asumieron el liderazgo de los rescates y fue extraordinario ver que ciertas autoridades se plegaban a lo que decidían los jóvenes brigadistas”, inicia Villoro, entre la emoción y la sorpresa.
–¿De dónde nace esta determinación con la que la juventud salió a las calles? ¿Del descontento, del dolor, del miedo…?
–Me atrevo a decir que hay muchos jóvenes que conocieron la ciudad por primera vez después del terremoto, que tuvieron una idea global de la ciudad a partir de la destrucción. Esa es una lección que te da la fragilidad de la vida. Podías morir y no lo hiciste. Si estás vivo, ¿cuál es la causa de tu supervivencia y qué debes hacer? Es el principio rector de la resistencia: la necesidad de hacer algo, de reparar los daños. Afortunadamente, para recoger basura nadie tiene que ser especialista.
–¿Entonces crees que actuaron por angustia, por miedo?
–En primera instancia, desde luego. El terremoto obliga a actuar para empezar porque te obliga a salir de tu casa y porque nos afecta a todos de distinta manera. Y si no levantamos las piedras no podemos seguir aquí. El nivel de urgencia de un terremoto es de una confrontación con la tierra. Eso te pega de una manera muy fuerte. Pero luego tiene que haber una plataforma ciudadana que ayude a construir de otra manera sobre la tierra.
“En este caso, nosotros tuvimos un conglomerado que se articuló en función de una reconstrucción de la ciudad, pero lo más importante es que, al hacer esto, ese conglomerado se estaba reconstruyendo a sí mismo. Estaba descubriéndose, entendiendo cuál era su rostro, cuál su manera de organizarse. Por eso la gran pregunta es si podrá seguir junto, de alguna manera, o si habrá un motivo que vuelva a articularlo.
El Partido del Temblor
Villoro evoca un pasaje de La peste, de Albert Camus, donde el protagonista advierte la enorme solidaridad de la gente en la enfermedad, en la crisis, en la zozobra, y se pregunta por qué es necesaria una tragedia mayúscula para que la gente saque lo mejor de sí misma: ¿Por qué no podemos ser excepcionales en los días de siempre? ¿Por qué se requiere de una sacudida tan grande para ofrecer respuestas que deberían ser cotidianas?
–¿Qué va a pasar con este movimiento de solidaridad entre la sociedad que vivimos en las calles a partir de la catástrofe? ¿Tienen caducidad por una sola causa?
–Es la pregunta de La peste ante cualquier cataclismo. No sabemos si esto será posible. Creo que dependerá de las energías colectivas que se pueda fraguar un movimiento ciudadano que está siendo muy necesario.
“En el 85 yo comenté que había surgido el Partido del Temblor. Porque la gente que se había aglutinado, lo había hecho de manera crítica ante un gobierno inmóvil, paralizado, y había descubierto que podía darle un rostro a la ciudad con su actividad.
“¿Qué pasará con la solidaridad y la masa crítica que se ha construido en los días de septiembre de 2017? Todavía no lo sabemos. Yo espero que surja otro Partido del Temblor. Que la gente no regrese a una parda normalidad, sino que entienda que este cataclismo es la oportunidad de construir una plataforma duradera, porque la ciudad requiere mantenimiento continuo.
“No siempre es fácil que perdure el clima que cristalizó en una emergencia por la sencilla razón de que, una vez pasada la emergencia, no siempre se encuentran canales para mantener esa solidaridad”.
Villoro aboga por la reconstrucción del país mediante una plataforma ciudadana con actuación pública, de manera política pero sin membrete partidista.
“Todo esto debe ser parte de una agenda ciudadana, con una participación muy activa. Y estas decisiones también son políticas, por eso yo hago votos para que surja un partido del temblor, un frente que no debe ser un partido al uso. Los partidos políticos gozan todos de un enorme descrédito. Incluso que hayan aceptado reducir sus gastos de campaña, ya como una medida desesperada, que posiblemente los lleve a la extinción”.
–De cristalizarse esta iniciativa exclusivamente ciudadana, el partido del temblor del que hablas, ¿la ves teniendo repercusión en el proceso electoral de 2018?
–Después del temblor del 85 en las calles no había nadie de la Cruz Roja, ni policías, ni soldados, ni paramédicos. Y ahí estuvimos nosotros sacando piedras con las manos, con las palas. Fue algo totalmente improvisado en un momento en que el gobierno fue totalmente omiso, ausente, que incluso pidió que no llegara la ayuda internacional porque no era necesaria. Esas brigadas ciudadanas fueron importantes y se salvaron muchas vidas con los hombres topo, que se improvisaron en ese momento.
“En ese entonces fue que yo comenté que había surgido el Partido del Temblor, porque la gente que se había aglutinado lo había hecho de manera crítica ante un gobierno inmóvil, paralizado, y surgió un grupo ciudadano que rebasó las iniciativas oficiales y que convirtió su descontento en una forma de la solidaridad. Eso le dio un rostro a la ciudad, la mantuvo a salvo e hizo que poco después el PRI no volviera a ganar elecciones en esta ciudad.
“Unos meses más tarde, el presidente Miguel de la Madrid inauguró el campeonato mundial de futbol y se llevó la rechifla más grande que un presidente ha recibido en la historia de México. Fue el primer plebiscito de un presidente. Nos habíamos congregado ahí en función de la pasión futbolística, no de una agenda política previa. Probablemente las ideologías de los participantes en el público eran muy diversas, pero el repudio fue unánime. Y ese resultado provenía del temblor, provenía del descrédito que había ganado el presidente, pero también del crédito que había ganado la ciudadanía y la fuerza que había conquistado.
“Hoy en día yo pude ver que en el estadio de Ciudad Universitaria los jóvenes se multiplicaron de una manera impresionante. No hay ninguna comparación entre la cantidad de gente que brindó ayuda en el 85 con la que lo hizo en 2017. Si acaso hubo un problema en la ayuda, era el exceso que representaba: demasiadas botellas con agua que obstaculizaban el paso, demasiadas cosas perecederas en los centros de acopio, demasiada gente que podía interrumpir el tráfico. Pero si se pecó fue de exceso de solidaridad. Esto es notable, es extraordinario.”
–¿Coincides con las críticas al gobierno por haber delegado a la sociedad responsabilidades que le corresponden? ¿Fue minúscula la actuación del gobierno frente a la de sus gobernados?
–A diferencia del 85, en este caso hubo mayor participación del gobierno de la ciudad y del federal, pero creo que nadie tiene la sensación de que fue el gobierno el que salvó a la gente. Fueron los ciudadanos. El puño en alto como un símbolo para escuchar si alguien estaba vivo no lo inventó el gobierno. Esas son las cosas importantes y esos gestos fueron creados por los brigadistas.
“El gobierno no va a ganar mayor crédito por lo que pasó durante el sismo. Realmente el desplome de Peña Nieto ha sido abismal y ya no es recuperable. Todo lo que ha sucedido previamente lo descalifica.”
–¿Y los partidos políticos?
–Tenemos una de las democracias más caras del mundo y tenemos una partidocracia que se asigna recursos de manera inmoderada, sin ninguna sanción. Partidos como el Verde, que incumplen la ley continuamente y reciben multas millonarias, no se ven afectados por esto porque el negocio de la democracia es muy superior. Mientras tengan alianza con el PRI y puedan conseguir prebendas por esa vía, las multas se convierten para ellos casi en un incentivo fiscal. Las pagan y siguen adelante con sus ganancias.
“Mucho me temo que naturalmente los partidos políticos que hoy se rasgan las vestiduras y ofrecen su dinero para las campañas pronto se desentenderán de esta gente y procurarán que el ciudadano intervenga menos. En la medida en que los problemas se posponen y se administran, el negocio sigue en pie.
“El domingo de voto somos poderosos y para el lunes el ganador ya se desentendió de nuestra voluntad. Lo vimos con la guerra de Felipe Calderón. Jamás la anunció en su campaña, no habló nada de esto, no la consensuó con su partido, no la llevó al Congreso para ser discutida; la declaró 14 días después de haber asumido la Presidencia. Fue una guerra unipersonal. Cómo es posible que ganas una elección –si es que verdaderamente la ganó– y lanzas algo que no tiene nada que ver con aquello que ofreciste en campaña. Desde luego era una manera de desviar la atención en torno a la ilegalidad de las elecciones”.
Solidaridad selectiva
Treinta y dos años exactos se propagó la solidaridad épica que unió a los mexicanos en el septiembre de 1985. Generaciones enteras crecieron escuchando la leyenda, pero no fue sino hasta el ocaso de este verano que pudo volver a escenificarse.
–¿Qué tenemos los mexicanos que nos unimos en los desastres naturales y no ante tantísimas otras cosas que nos laceran cotidianamente, como la corrupción, la impunidad, la violencia…?
–Hay suficientes causas en México para que la gente diga basta. Sorprende que no haya un estallido social mayor después de agravios como la corrupción, la violencia, la guerra contra el narcotráfico, la reforma energética, tantas cosas que hemos padecido. Realmente son innumerables las causas.
“De pronto crees que ahora sí, como en el gasolinazo, creímos que iba a prender la mecha, que iba a ser diferente porque la gente lo sintió en el bolsillo. Y sí hubo muchas protestas y mucho descontento pero luego las cosas aparentemente volvieron a su cauce. Los distintos partidos en el poder han apostado a que la gente se resigne. A que la ‘Casa Blanca’ caiga en el olvido, Ayotzinapa también, la pérdida de la soberanía también.
“El poeta Ezra Pound dijo: ‘Con usura no hay casa de buena piedra’. La especulación no puede ser el eje rector de esta ciudad y por desgracia lo está siendo. Tenemos que frenar eso. También para eso hace falta un puño en alto. Y yo también, como metáfora de este gesto, pensaría que es necesario escuchar. Ese puño en alto es ‘yo guardo silencio para oír si alguien vive. Lo importante no soy yo, lo importante es la voz del otro’. Eso es lo que tenemos que crear: un movimiento donde lo importante sea la voz del otro.”
–¿Cómo entiendes estas contradicciones, la arbitrariedad con la que se eligen las causas que defendemos?
–Somos una sociedad de carnaval, pero al mismo tiempo somos una sociedad de apocalipsis. Tenemos estos dos planos tremendos. La vitalidad y la destrucción. Lo que sucede con el terremoto es que nos da otro tipo de oportunidad de participar. La tendencia a formar parte de una tribu.
“Esta necesidad de actuar en colectivo, que obviamente no es exclusiva del mexicano, pero que el mexicano practica con enorme pasión, encontró otro propósito durante el terremoto. Es una posibilidad de reconstruir la ciudad, de recuperarla, de hacer algo urgente. Y eso no siempre se tiene. Casi siempre las congregaciones tienen que ver con motivos sentimentales o con causas más o menos cívicas, religiosas o deportivas que derivan en motivos sentimentales. Porque al fin de cuentas estar juntos es más importante de cómo quedó el partido.
“La sociedad mexicana es fatal para cumplir las reglas. Sabemos que las leyes no se obedecen y muchas veces son contradictorias entre sí. En muchos sentidos la vida en común es desastrosa. Está atravesada por la corrupción, la mezquindad, criterios políticos y burocráticos. Pero al mismo tiempo, la gente que padece todo esto vive en una comunidad sumamente festiva y gregaria. En México no deja de haber congregaciones animadas por el jolgorio. Muy pocos días antes del sismo fueron las fiestas de la patria donde la gente se junta no porque piense que el país es lo máximo y está muy bien. Al revés, sabemos que está de la chingada pero nos juntamos a celebrarnos a nosotros mismos.” l
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Revista Proceso, # 2135, 1 de octubre de 2017
Se percibió un estado de gracia en la conciencia colectiva/ROSALÍA VERGARA
Exembajador ante la Unión Europea, Porfirio Muñoz Ledo considera que la solidaridad humana –sobre todo la de los jóvenes– para remover escombros, rescatar personas, organizar cadenas de abastecimiento y prestar primeros auxilios es un llamado para que el país se transforme de manera sustancial. En él, puntualiza, los jóvenes tienen un papel preponderante. O se suman a la refundación del país o habrá dos mundos separados: el de la conciencia del cambio, y el de las instituciones y costumbres perversas.
Porfirio Muñoz Ledo se dice “sorprendido y maravillado” con la generación de jóvenes que se volcó a las calles después del terremoto del 19 de septiembre.
Comenta que le conmueve sobremanera la solidaridad ciudadana en la remoción de escombros y en la entrega de víveres y medicinas a los vecinos afectados. La movilización, señala, es similar a la de 1985, cuando el devastador terremoto, el más mortífero de la historia, provocó alrededor de 10 mil muertos.
En entrevista con Proceso, el exlegislador, exsecretario de Estado y fundador del Partido de la Revolución Democrática apunta que la tragedia se inició con el terremoto del 7 de septiembre, que afectó sobre todo a Oaxaca y Chiapas, seguido por el del día 19, cuyos daños se resintieron en Puebla, Morelos, Tlaxcala, el Estado y la Ciudad de México.
“Los jóvenes prácticamente condujeron el proceso, con un innato sentido de organización y con una determinación a toda prueba. Conmovieron los muertos y los damnificados, aunque su número fue considerablemente menor al del sismo de hace 32 años. Sin embargo, habrá que esperar para conocer toda la verdad”, indica.
Doctor en ciencia política por la Universidad de París, Muñoz Ledo destaca el maravilloso ejemplo de solidaridad humana al remover escombros, rescatar vidas, organizar cadenas de abastecimiento y prestar primeros auxilios.
“Es algo que conmovió al país y al mundo. Es como si hubiéramos redescubierto nuestra identidad solidaria, nuestra identidad, lo que la llamada ciudadanía universal significa, la vinculación esencial de las personas con la comunidad, cualquiera que sea su edad.”
Retoma la palabra “socialismo” para referirse a este fenómeno solidario: “Es un ‘socialismo puro’. No como una forma de gobierno o como un régimen económico, sino como un hecho comunitario en el que todos están al servicio de todos”.
Cita el aforismo de Karl Marx escrito en La crítica del programa de Gotha: “De cada cual, según sus capacidades, a cada cual según sus necesidades” que, asegura, resume el pensamiento socialista.
Y añade: “Se percibió una especie de estado de gracia en la conciencia colectiva, compuesto, de una parte, por un miedo que no ha cesado: el temor a las réplicas y la incertidumbre ante lo desconocido. Surgió incluso la conseja de que este lunes 2 se cumplen 11 años de que los arqueólogos desenterraron del Templo Mayor la efigie de Tlaltecuhtli, la diosa mexica de la tierra que devora cadáveres, lo que habría desatado su cólera”.
Voracidad de la clase política
Estos días posteriores al terremoto, militares, marinos, policías, bomberos y funcionarios cooperaron con los rescatistas y con la sociedad civil que, sin duda alguna, estuvo al mando de las operaciones, comenta Muñoz Ledo.
–En comparación con el sismo del 19 de septiembre de 1985, ¿quién se quedó más paralizado: Miguel de la Madrid o Enrique Peña Nieto? –se le pregunta.
–Indudablemente el gobierno de De la Madrid; estuvo totalmente ausente del rescate en 1985. Eso provocó, en pocos años, el colapso del sistema político vigente hasta entonces.
“Ahora el Ejecutivo federal y algunos de sus colaboradores presentaron en los medios proyectos de reconstrucción que, según Peña Nieto costará, 38 millones de pesos.
“Luego aparecieron los empresarios más ricos de México y comenzaron a proliferar las ofertas de ayuda de los partidos políticos –cuyas dirigencias que se liaron en una discusión bizantina con el Instituto Nacional Electoral y organismos públicos como la Secretaría de Hacienda– que anunciaron austeridad en el uso del presupuesto.”
Refiere que en la campaña presidencial de 2012 Andrés Manuel López Obrador propuso recortar gastos superfluos y eliminar corruptelas para dedicar recursos suficientes a la educación y a los programas sociales. Es curioso, dice, pues quienes lo criticaron entonces son quienes ahora dicen que esas transferencias son posibles.
Lamenta que se intente buscar la paja en el ojo ajeno, pues tanto los constructores inmobiliarios como los delegados políticos y otras autoridades violan de manera sistemática los reglamentos. Así, resulta difícil encontrar al responsable.
“Queda, sin embargo, un estado de la conciencia pública que otorga al terremoto y sus consecuencias una dimensión mayor. Un llamado para que el país se transforme sustancialmente”, apunta.
El ciclo de la historia
Exdirigente de la Corriente Democrática del PRI, Muñoz Ledo compara los cambios ocurridos después del terremoto de 1985 con el momento que está viviendo el país:
“Si medimos los cambios ocurridos desde aquel terremoto concluiremos que significó el inicio de la transición democrática y la conquista de la autonomía de la Ciudad de México que culminó con la expedición de una Constitución local, en la que curiosamente están previstas todas las acciones de fondo que podrían reducir las consecuencias de los riesgos y organizar a la sociedad para su autogobierno.”
–¿Entonces estamos viviendo una historia parecida?
–Sí. Después del sismo (de 1985), primero ocurrió la victoria electoral de la oposición, reconocida en la capital pero negada al escenario en el país mediante la grotesca falsificación de los resultados”, con la caída del sistema ante el triunfo de Cuauhtémoc Cárdenas Solórzano en 1988.
“La única diferencia entre los dos sismos debería ser que, esta vez, hiciéramos imposible un fraude electoral; lo que va ayudarnos, sin duda, es la participación de los jóvenes.”
Al respecto, dice, propuso que las candidaturas sean mayoritariamente de jóvenes, insistiendo en reducir la edad para votar a partir de los 16 años.
“Los cargos de gobierno, además de la paridad de género, debieran tener una participación mucho mayor de jóvenes. Aquel terremoto produjo el pluralismo político más las reformas electorales que crearon el órgano independiente, el IFE (ahora INE); el partido gobernante perdió la mayoría en el Congreso de la Unión y, con ello, la hegemonía”, recuerda.
Muñoz Ledo fue el conductor de la reforma del Estado en el año 2000, una promesa incumplida del entonces presidente panista Vicente Fox, para emprender el proceso de transición democrática en México, como lo previó en junio de 2001 (Proceso 1286).
“Desgraciadamente, el gran proyecto de la reforma del Estado, que era la consecuencia natural y el requisito indispensable para la verdadera democratización del país, en el 2000 fue suplantado por la rapiña y la ignorancia de los gobiernos panistas”, comenta.
–¿Necesitábamos otra sacudida? –se le cuestiona.
–Sí. Ahora lo que se requiere es la remoción de la clase política actual y de sus cómplices en todas las esferas. El ímpetu de transformación no debe flaquear. Las elecciones de 2018 están llamadas a convertirse en una revolución pacífica. Siempre dijimos que el cambio verdadero residía en una transformación de las conciencias. Esto ya ocurrió, por lo que vivimos un momento plástico irrepetible que no podría desperdiciarse.
La soberbia del poder
Funcionario durante casi cinco décadas, recuerda que desde 2010 ha hablado de la necesaria refundación de la República, pero, sostiene, sus voces han sido desoídas por la soberbia del poder:
“Ahora es más que nunca necesario reconstruir las instituciones, comenzando por la propia Constitución. Desde el programa de la Revolución Democrática en 1990 planteamos la idea de una revisión integral de la Constitución del país, que se ha convertido en un almácigo de contradicciones y de ocurrencias presidenciales.”
Fundador del Partido de la Revolución Democrática (PRD) junto a Cuauhtémoc Cárdenas, al que ambos renunciaron en años distintos, considera que la tarea de reconstrucción nacional exige una nueva Constitución.
–¿Es la misma propuesta que hacen López Obrador y Cárdenas, cada uno por su lado? –se le inquiere.
–Efectivamente, Cuauhtémoc, en su organización Por México Hoy, ha estado trabajando en el mismo sentido. Y, efectivamente, López Obrador ha insistido continuamente en la necesidad de una cuarta República Mexicana. Es natural, porque fuimos los tres líderes originales de la izquierda contemporánea de México y nuestro programa de origen es coincidente.
–¿Cómo hacer la nueva Constitución?
–Hay varios métodos. Desde luego, en países que viven acontecimientos semejantes se busca la forma jurídica para convocar a un Constituyente originario, pero aquí se han opuesto diversas trabas jurídicas que podrían esgrimir nuevamente los partidos opuestos al cambio. La otra solución es convertir al próximo Congreso de la Unión en el depositario inicial de esa tarea que, una vez concluida, se envíe, mediante el procedimiento ordinario, a los Congresos de los estados. Ahí, el papel de los jóvenes es crucial.
–¿Y si los jóvenes no quieren participar?
–Hay muy diversas formas de participación y creo que muchos de ellos podrían interesarse en el proceso, siempre y cuando no sean cooptados por los actuales partidos políticos. Aquí afortunadamente no es una organización que pueda ser fracturada o cooptada como lo hicieron con el movimiento #YoSoy132. Ni es sólo un grupo que pueda ser desaparecido, como en Ayotzinapa.
Y sentencia: “O los jóvenes se suman a la refundación del país o tendremos dos mundos separados: el de la conciencia del cambio, y el de la vieja Constitución y todas las instituciones y costumbres perversas que han colapsado. El dilema es la vida o la muerte de la nación”.
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Revista Proceso, # 2135, 1 de octubre de 2017
Quitar dinero a partidos, propuesta “demagógica y tonta”/
JESUSA CERVANTES
Rebasados por la sociedad, los principales partidos políticos reaccionaron tarde ante la tragedia derivada del sismo del 19 de septiembre e hicieron una propuesta: que los 6 mil 800 pesos que recibirán para el proceso electoral del próximo año se destinen íntegros a la reconstrucción. Al margen de la imposibilidad de hacer eso sin violar la Constitución, José Woldenberg, exconsejero presidente del antiguo IFE, tacha la oferta de tontería y de ser un recurso demagógico.
El descontento de la ciudadanía hacia la clase política –que se manifestó con mayor fuerza tras el sismo del pasado 19 de septiembre– arrinconó a los dirigentes partidistas que, para encubrir su falta de respuesta inmediata ante el desastre, se vieron obligados a proponer la renuncia a los millonarios recursos que reciben.
No fue sino hasta una semana después de la tragedia cuando los dirigentes de las dos principales alianzas partidistas en el Congreso –PRI y Partido Verde (PVEM) por un lado; PAN, PRD y Movimiento Ciudadano (MC) por otro– rompieron el silencio y ofrecieron prescindir de los 6 mil 800 millones de pesos que por ley recibirán para las elecciones de 2018, a fin de que ese dinero vaya a las tareas de reconstrucción.
Pero su propuesta es “demagógica y tonta”, en opinión de José Woldenberg, exconsejero presidente del Instituto Federal Electoral (ahora Instituto Nacional Electoral) y a quien le tocó inaugurar la reforma electoral de 1996 que incluyó por primera vez el financiamiento público a los partidos.
Woldenberg explica que hubo razones para que en la reforma de 1996 se incluyera el financiamiento público a los partidos: una fue para “equilibrar” la competencia electoral, ya que el informe de los consejeros ciudadanos respecto a la elección presidencial de 1994 reveló que la competencia fue “asimétrica en favor del PRI”.
Aunque PAN, MC y PRD también proponen modificar el artículo 41 constitucional para acabar con el financiamiento público y que los 6 mil 800 millones de pesos se destinen a la reconstrucción, sí consideran el peligro de que el beneficiado sea el PRI, pues no confían en que evite la tentación de utilizar los recursos del gobierno para financiar sus campañas políticas.
Otra razón para incluir en la reforma de 1996 la entrega de dinero público a partidos, recuerda Woldenberg, fue transparentar los recursos y evitar que esos institutos políticos fueran rehenes de grandes grupos económicos o de la delincuencia organizada.
Hay que recordar que en 1993 estalló el escándalo del llamado “pase de charola”, cuando el entonces presidente Carlos Salinas de Gortari pidió apoyo a grupos empresariales para financiar la campaña presidencial priista.
Dice Woldenberg que “se puede revisar a la baja, pero eliminar el financiamiento público me parece una tontería y un recurso demagógico”.
Pero el tema genera otras dudas.
Por ejemplo, hay quienes sostienen que eliminar ese financiamiento es improcedente en estos momentos, pues la Constitución prohíbe cambios a la ley del ramo durante el proceso electoral, que oficialmente arrancó el 7 de septiembre. El PRI sostiene lo contrario.
Ceñido a la Constitución, Woldenberg considera que la reforma no procede para aplicarse el próximo año, sino en todo caso para 2021.
Artificio político
A una semana del terremoto, los líderes de los principales partidos hicieron suya la demanda ciudadana de acabar con el financiamiento y entregar para la reconstrucción esos 6 mil 800 millones de pesos que, por ley, deben recibir a partir de enero de 2018.
Las dos alianzas políticas en San Lázaro alegaron que habían escuchado a la sociedad y demandaron acabar con el financiamiento público. Pero el PRI fue más allá: incluyó una iniciativa para suprimir a los legisladores de representación proporcional (escaños y curules que se les reparten a los partidos en proporción al número de votos obtenidos por cada uno).
Ello implicaría un ahorro adicional de 11 mil 600 millones de pesos.
Woldenberg califica de “triste y lamentable” la propuesta, pues el sistema mixto, con diputados electos de manera directa y de representación proporcional, es “la mejor manera de traducir los votos en escaños”, sostiene.
Agrega que el problema de tener sólo diputados uninominales es que “si usted elige un diputado en cada distrito, todos los votos perdedores no tienen representación y el efecto acumulado de eso lleva a una sobrerrepresentación de la mayoría y una subrepresentación de las minorías”.
Aún más: “Las plurinominales juegan un importantísimo papel, que es tratar de equilibrar que el porcentaje de votación sea similar al de escaños. Es más, hoy existe un premio de 8% en el caso de la Cámara de Diputados para el partido mayoritario (PRI) y si quisiéramos avanzar en ese sentido, habría que eliminar ese premio y tratar de que entre votos y escaños hubiera una relación idéntica”.
Woldenberg, quien fuera árbitro electoral siete años, asegura que ambas propuestas –la de acabar con el dinero público para los partidos políticos y la de eliminar a los legisladores de representación proporcional–, no se puede aplicar en este momento.
La Constitución, en el antepenúltimo párrafo de la fracción II del artículo 105, establece que “las leyes electorales federal y locales deberán promulgarse y publicarse por lo menos noventa días antes de que inicie el proceso electoral en que vayan a aplicarse, y durante el mismo no podrá haber modificaciones legales fundamentales”.
Woldenberg precisa: “La ley establece que cualquier reforma en materia electoral se puede hacer con tres meses de antelación al proceso y éste ya empezó. Quiero imaginar que quienes están pensando en hacer las modificaciones lo están pensando para después de 2018”, dice.
Se le recuerda que el coordinador del PRI en la Cámara de Diputados, César Camacho Quiroz, sostiene lo contrario. Y responde: “Yo sostengo que no.
“Si logran las dos terceras partes en la Cámara que el Senado lo apruebe y que 50% más uno de los congresos locales lo avale, a las carreras, sobre las rodillas, de manera intempestiva, como fruto de una ocurrencia, sería una situación realmente lamentable”, dice.
Se puede adelgazar el Congreso a 200 diputados uninominales y 200 plurinominales y también disminuir el financiamiento público, considera Woldenberg, pero no se haría para 2018.
La razón por la cual los partidos están haciendo estas propuestas, dice, es “que tienen mala conciencia; hay una ola social muy poderosa, muy crítica de los partidos y quizá, por esa razón, es muy fácil retomar ese malestar y decir: ‘¡Pues quítenle dinero a los partidos!’; en este caso el PRI está poniendo demagógicamente esto. Creo que sin darse cuenta cabalmente de lo que esto significaría para el futuro ya no de los partidos, sino para el de la incipiente democracia que vive México”.
Oportunismo
Alejandro González Murillo, coordinador en San Lázaro de la fracción del Partido Encuentro Social (PES) –instituto que no ganó ningún escaño federal pero obtuvo nueve de representación proporcional–, dice en entrevista que no está de acuerdo con la propuesta priista de eliminar este tipo de diputaciones pues ello “atenta contra la pluralidad y la democracia”.
Aclara que el PRI nunca consultó al PES ni al Panal o al PVEM. Recuerda que el Revolucionario Institucional tiene una sobrerrepresentación “que no debería existir”; y además que conforme a la votación, Encuentro Social debió tener 16 diputaciones pero sólo tuvo nueve, “porque la ley, como está ahora, afecta a la democracia, pero el PRI quiere afectarla aún más. Su propuesta atenta contra las minorías”.
El coordinador del PES dice estar de acuerdo en disminuir el número de legisladores, pero para que la Cámara de Diputados quedara con 200 uninominales y 200 de representación proporcional.
Respalda la eliminación del dinero público a los partidos y recuerda que desde septiembre de 2016 el PES presentó una iniciativa en este sentido. Sin embargo, dice, “ellos (el PRI) la mandaron a la congeladora”.
Califica las propuestas de “oportunismo” pues, asevera, fue el PRI el que impidió que se votara la reducción de 50% del dinero público cuando aún se estaba en tiempo de realizar la reforma, conforme a la Constitución.
“¿Por qué lo hacen ahora? Porque vienen las elecciones. No es por el sismo; es porque estamos a la vuelta de la esquina de las elecciones y de ahí se están agarrando para ganar adeptos. Siguen engañando a la gente”, sostiene.
El 26 de marzo, la Comisión de Puntos Constitucionales, que encabeza el perredista Guadalupe Acosta Naranjo, convocó a sesión para votar un dictamen que recogía la propuesta de reducir a la mitad el dinero público destinado a los partidos; se contaba con el respaldo de Morena, el PRD y MC. Sin embargo, dice González Murillo, el PRI y el PVEM “me enviaron un oficio diciéndome que no podía convocar a votación” (Proceso 2113).
En entrevista, el secretario de dicha comisión, el priista Braulio Guerra, asegura que las cosas no ocurrieron así, pero no aclara qué ocurrió para que decidieran no someter a votación esa propuesta de reducción de 50%.
–En 1996 pugnaron por dar financiamiento púbico a los partidos… ¿por qué no votaron la reforma en marzo de 2017 para proponer una eliminación total? –se le pregunta.
–Hay paradigmas, como el del año 1977 para incorporar a los plurinominales, la de 1988 para crear el Trife, la de 1996 para sacar al gobierno del IFE. Y éste es uno de esos paradigmas, un parteaguas, un momento para cambios de fondo. Ser distintos a lo que dice la gente que no está contenta.
“Y quien no lo ve y no lo escucha, está ciego. Se pensó, sí, en reducir 50%, pero después del ambiente social que existe, la reflexión del PRI es: ‘Cambiemos las cosas de fondo y no de manera parcial’. Las cosas sucedieron de otra manera con lo de la ley Kumamoto”, dice.
También defiende la posibilidad de hacer reformas. Aclara que su partido pretende reformar la Constitución (el artículo) 41 y no la Ley Electoral.
El PRI consultó a ministros de la Suprema Corte para analizar la procedencia de su propuesta. Incluso en su iniciativa presenta algunas jurisprudencias entre las que se encuentra la que establece que la Constitución no es una Ley Electoral, por lo que no se aplica en este caso el artículo 105, que dice que no se deben realizar cambios ya iniciado el proceso electoral.
Por lo pronto, el miércoles 4, la Comisión de Puntos Constitucionales sesionará y ahí se determinará si ambas alianzas partidistas se unen para acordar un dictamen que elimine la entrega de dinero público a los partidos.
Aunque para Woldenberg, con esas propuestas “dan la impresión de que compiten para ver quién dice la tontería más grande en materia de financiamiento y representación. Que la ciudadanía diga que se debe quitar el dinero a los partidos uno lo entiende, pero que lo digan dirigentes de partido de manera acrítica, es preocupante”.
Si quieren donar el dinero de 2018, señala, lo pueden hacer con la misma fórmula que usaron con los recursos de 2017, notificándole al INE y que la Secretaría de Hacienda lo redistribuya para la reconstrucción.
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Revista Proceso, # 2135, 1 de octubre de 2017
El búmeran “Frida Sofía” se la cobra a Televisa/JENARO VILLAMIL
Los sismos del 7 y del 19 de septiembre no sólo revivieron el interés por la pantalla televisiva, sino la guerra por el rating entre las tres grandes cadenas nacionales: Televisa, TV Azteca e Imagen TV. El caso inventado de la niña Frida Sofía del colegio Enrique Rébsamen fue el momento más espectacular para Televisa, que rebasó el 20 de septiembre con mucho el número de espectadores y el porcentaje de aparatos encendidos que sintonizaron su transmisión -más de 70%- frente a su competencia, y luego provocó una disminución abrupta al día siguiente.
Datos de Nielsen IBOPE, la compañía que calcula el número de televidentes y de aparatos encendidos, revelan que desde el martes 19 de septiembre los noticiarios de Grupo Televisa fueron superando a los de TV Azteca a tal punto que su noticiario estelar En Punto, conducido por Denise Maerker, llegó a tener 2.4 millones de personas tan sólo en el Valle de México.
Ese día, los segmentos informativos de TV Azteca descendieron de 3.3 millones de personas que tenía a las 20 horas a 1.8 millones registrados a las 22:30 horas, mientras los noticiarios de Televisa aumentaron de 1.8 millones a 3.2 millones de televidentes de las 20 a las 21 horas, según Nielsen IBOPE.
Registros de la misma empresa que también mide el rating (cálculo de número de personas que observan un programa) indican que el 21 de septiembre, día de la transmisión continua del caso de la niña Frida Sofía, los noticiarios de Televisa rebasaron los 4 millones de televidentes tan sólo en el Valle de México y tuvieron de 70 a 75% del share (porcentaje de televisores encendidos) en los horarios estelares de las 19 a las 21 horas.
Sin embargo, el reporte de Nielsen IBOPE del jueves 21 de septiembre, día en que se asumió que todo fue un invento atribuido a la Secretaría de Marina, Televisa disminuyó de 74 a 62.2 el porcentaje de televisores sintonizando sus noticiarios (entre las ocho horas y las 22:30 horas), mientras que TV Azteca aumentó ligeramente de 23.3% a 25.22%, en los mismos horarios, e Imagen TV pasó de 7.22 al 12.49% del share, es decir, fue la cadena que se vio más después de conocerse el fraude.
Por ejemplo, de los tres noticiarios transmitidos entre las 22:30 y las 23 horas el 21 de septiembre, el conducido por Ciro Gómez Leyva en Imagen TV empezó con un share de 11.92 y terminó con 12.85, mientras que En Punto, de Denise Maerker en Las Estrellas, inició con un share de 46.40 y bajó a 45.30; igual pasó con Hechos de las Noche, conducido por Javier Alatorre, que inició con 18.87 y terminó con 17.81% de televisores encendidos. Todo esto en el Valle de México.
Desencanto por Frida Sofía
El episodio más rudo en la lucha por la audiencia se produjo la mañana de ese jueves 21. Mientras el noticiario Despierta con Loret (de las seis a las ocho horas) tuvo un share de casi 80% y un rating promedio de 9.78, con un pico de casi 15 puntos, la señal matutina de TV Azteca llegó a 23% de share y hasta casi 25%, después que su conductora Hannia Novell desmintiera la existencia de Frida Sofía.
La decepción por el invento le pegó a ambas televisoras, pero mucho más a Televisa hasta reflejar números muy bajos de rating y televisores encendidos el viernes 22 de septiembre.
Ese día, En Punto de Las Estrellas inició con 40% de share y terminó con 36.6%, mientras que su rating disminuyó de 14.5 a 12.58 puntos, según Nielsen IBOPE.
La emisión México está de pie, en Canal 13 de TV Azteca, aumentó de 15.91 a 21.91% de share, aunque su puntaje de rating se mantuvo prácticamente sin variaciones (de 5.8 a 5.08).
El noticiario de Imagen TV, conducido por Gómez Leyva, inició con 12.88 de share y terminó con 11.60 respecto de los televisores encendidos en el Valle de México y su rating promedio fue de 4.42 puntos.
Guerra en Twitter
A través de sus cuentas en redes sociales, especialmente en Twitter, y de usuarios que la defienden, Televisa acusó a TV Azteca de promover el viernes 22 el hashtag #ApagaTelevisa que fue trending topic ese día. El sábado 23, en venganza, la televisora de Chapultepec 18 promovió #ApagaTVAzteca. En el canal 7 se transmitió el episodio del rescate de Timmy O’Toole, donde Bart Simpson engaña a Springfield haciéndose pasar por un niño atrapado en un pozo.
El director general corporativo de Comunicación Grupo Televisa, Rubén Acosta Montoya, negó que el caso de Frida Sofía fuera un reality (un género televisivo que hace presentar como verdad lo que es ficción) y se justificó señalando que “muchos medios, cuando menos una docena, no sólo Televisa, creímos en la versión oficial y de rescatistas en torno a la posibilidad de que hubiera una niña con vida en el colegio Enrique Rébsamen”.
En una carta de réplica enviada a El Universal, Acosta Montoya mostró su inconformidad por un artículo publicado el 24 de septiembre por la autora de teatro Sabina Berman, con el título El otro sismo. Berman cuestionó la cobertura excesiva de Televisa sobre el caso de la niña presuntamente viva.
“Le asignó a la historia un tiempo desmesurado en pantalla, en detrimento de información amplia y objetiva sobre lo que ocurría a cientos de miles de damnificados o atrapados en los escombros en los muchos lugares afectados por el sismo y con la clara intención de convertirla en la ‘historia emblemática’ del desastre. Uso la expresión de Carlos Loret de Mola que así la clasificó”, respondió Berman a la réplica de Acosta Montoya.
La primavera del rating para las televisoras se quedó ahí con el caso falso de Frida Sofía que generó una oleada de desconfianza y protestas entre los mexicanos. Apenas en la madrugada del 7 de septiembre, fecha del primer sismo fuerte de este mes (8.2 grados Richter), Nielsen IBOPE reportó que en 28 ciudades del país el promedio de televisores encendidos se incrementó 12 por ciento.
El primer sismo “mostró la relevancia que tiene la televisión como medio de información y comunicación más importante en situaciones de emergencia”, afirmó Nielsen IBOPE.
Sobre el caso de Frida Sofía, no ha difundido nada ni ha hecho la valoración pública de este episodio que sigue considerándose por los medios extranjeros como una “vergüenza” para el gobierno mexicano, en especial para la Secretaría de Marina y para el secretario de Educación Pública, Aurelio Nuño.
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Revista Proceso, # 2135, 1 de octubre de 2017
El poder del miedo/ROGELIO FLORES
Hay una emoción atávica y recurrente que está encarnándose en el México contemporáneo: el miedo. Miedo a que nos secuestren, miedo a que nos desaparezcan, miedo a que nos asesinen. Y ahora –en el contexto del terremoto del pasado 19 de septiembre– miedo a morir bajo los escombros de algún edificio colapsado.
Por un momento las masacres, los asesinatos, las desapariciones y los desollamientos pasaron a segundo plano en la escena pública nacional y fueron sustituidos por la fuerza implacable de la naturaleza, generando lo que Robert J. Ursano denomina la estructura subjetiva del caos humano; es decir, el conjunto desordenado de respuestas psicológicas que se presentan frente a la vivencia de un trauma.
Y es que, en efecto, el 19 de septiembre los capitalinos pudimos experimentar de forma colectiva lo que es el miedo y sus secuelas desestabilizadoras. Algunos ciudadanos se paralizaron ante la crudeza del terremoto, mientras que otros pudieron sobrellevarlo y hacerle frente con sus propios recursos personales. Pero todos –en mayor o menor medida– pudimos conocer algo de las entrañas de esta emoción milenaria.
Como consecuencia del miedo –una emoción primaria de sobrevivencia– también brotaron ataques de ansiedad y crisis nerviosas entre algunos capitalinos. A partir de entonces, las noches comenzaron a tornarse eternas y el insomnio se apoderó de nosotros. Sueños inquietos o pesadillas aparecieron insistentemente.
Los que vivimos de cerca la tragedia de los terremotos estamos hipersensibles ante cualquier estímulo, e inevitablemente nuestra psique relaciona todo lo que vemos y escuchamos con la tragedia misma: son los síntomas intrusivos y de activación, propios del estrés agudo. No obstante, si se siguen presentando por más de un mes, pueden transformarse en estrés postraumático (PTSD), una categoría diagnóstica más compleja.
Como se sabe, este trastorno se gesta a partir de la vivencia de un evento traumático que coloca al individuo en una situación en la que su vida se pone en riesgo. Se caracteriza por la presencia de distintos malestares y síntomas que fragmentan su vida y le impiden desenvolverse como lo hacía antes del evento. Surgen problemas de sueño, flashbacks, recuerdos incontrolables que no pueden borrarse de la mente, desinterés por la vida, problemas de concentración, desconfianza, estado de alerta exagerado, entre otros. En casos extremos pueden aparecer ideaciones o conductas suicidas si no se atienden estos síntomas adecuadamente.
Los recuerdos intrusivos y las memorias de la experiencia traumática –que Bessel van der Kolk llama la tiranía del pasado– pueden interferir notablemente en la habilidad de poner atención a nuevas experiencias. Es entonces cuando sabemos que existe una fijación al trauma, porque no podemos separarnos de aquello que nos ha pasado: el evento se ha instalado en la psique en detrimento de nuestra capacidad de goce.
Después de múltiples experiencias con desastres naturales, ya resulta claro que los terremotos no sólo causan muerte, lesiones, enfermedades físicas, daño en la infraestructura o pérdidas económicas, sino que también generan efectos nocivos y a veces implacables en la salud mental de las personas, particularmente de los sobrevivientes.
Sobia Haqqi, del Departamento de Psiquiatría de la Universidad Aga Khan, publicó en la revista Medicine Today el testimonio de las secuelas psicológicas que dejó el terremoto de Kashmir de octubre de 2005 en Pakistán. Como todos sabemos, el sismo de 7.6 grados provocó la muerte de casi 100 mil personas. Haqqi relata el caso de una escuela primaria localizada en Badhiara, cerca de Muzafarabad, donde 49 niños quedaron sepultados bajo los escombros.
“Muchos de los niños que sobrevivieron quedaron profundamente traumatizados por la falta de apoyo y ayuda profesional –escribió el psiquiatra–. Con el paso del tiempo, en efecto, muchos continuaron aterrorizados, se negaban a asistir a clases y recordaban los gritos y llantos de sus compañeros muertos”.
La experiencia con los niños paquistaníes debe darnos una lección del papel relevante que puede juegar una pronta y eficaz intervención frente a los desastres. Recordar de manera automática lo que ocurrió en el Colegio Enrique Rébsamen resulta simplemente un acto reflejo.
En México, de acuerdo con cifras oficiales, ya son poco más de 250 mil damnificados que necesitarán atención urgente en todos los ámbitos, incluida la salud mental. ¿Cómo los están atendiendo? ¿Qué estrategias de contención están utilizando las autoridades responsables para garantizar su salud mental? ¿Cuántos y qué formación profesional tienen? No lo sabemos exactamente: la información oficial fluye a cuentagotas y ha resultado insuficiente frente a la tragedia.
Lo que sí sabemos, sin embargo, es que un grupo significativo de ciudadanos y especialistas de diferentes instituciones salieron a las calles con el fin de resolver lo que las autoridades realizan de manera ambigua y descoordinada. La UNAM, por ejemplo, está ofreciendo, a través de las facultades de Psicología y de Medicina, asistencia psicológica en 54 zonas de la Ciudad de México. El Centro Médico ABC también ofrece consultas telefónicas y asistencia personalizada. Y hasta Médicos sin Fronteras está participando en diferentes zonas dañadas, siendo ésta una organización altruista internacional que regularmente ofrece atención en países donde las acciones gubernamentales resultan insuficientes o nulas.
No obstante estas valiosas iniciativas, debe señalarse que la atención psicosocial y psiquiátrica ha resultado claramente insuficiente, dispersa y poco cohesionada. Frente a los esfuerzos ciudadanos, las autoridades han quedado completamente rebasadas. Sus protocolos de intervención psicológica han sido obsoletos y su aplicación ha revictimizado a muchos sobrevivientes.
Semejante indiferencia y desdén de las autoridades hacia la salud mental de los ciudadanos también puede evidenciarse en el magro presupuesto que año tras año le otorgan a este rubro.
En el Informe de la evaluación del sistema de salud mental en México se proporciona un dato escalofriante que muestra el desprecio de las autoridades hacia la salud mental de los ciudadanos: del gasto total asignado a la salud en nuestro país, sólo 2% se destina al rubro de la salud mental. De ese magro presupuesto, 80% se gasta en el mantenimiento de los hospitales. Es decir, el dinero destinado a la salud mental en México se está utilizando para pintar los edificios de los hospitales psiquiátricos y para cuidar sus maltrechos jardines.
Frente a este panorama, resulta comprensible que las instituciones independientes y los grupos de ciudadanos sean los que están tomando la iniciativa en esta noble tarea de aliviar el dolor y acompañar empáticamente a los que sufren. l
*Doctor en psicología y profesor de la Facultad de Psicología de la UNAM.
Ego sum qui sum; analista político, un soñador enamorado de la vida y aficionado a la poesía.
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