El presidente serbio, Boris Tadic, y el primer ministro, Vojislav Kostunica, han reafirmado, este lunes 11 de febrero, la política nacional común sobre Kosovo y han anunciado que Belgrado "anulará" la independencia unilateral de esa provincia de mayoría albanesa que se proponen declarar las autoridades albanokosovares.
El incierto futuro de Serbia tras las elecciones presidenciales/Slobodan S. Pajovic, Decano de la Facultad de Geoeconomía de la Universidad Megatrend, Belgrado
Publicado por El Real Instituto Elcano, ARI Nº 18/2008 - 11/02/2008;
Publicado por El Real Instituto Elcano, ARI Nº 18/2008 - 11/02/2008;
Tema: Las elecciones presidenciales en Serbia del 3 de febrero de 2008 han tenido una enorme importancia histórica para el futuro de un país en el que el grado de inestabilidad política depende en gran medida de la actuación de la Comunidad Internacional con respecto a la formación y proclamación de la independencia del segundo Estado albanés en los Balcanes y dentro del territorio de la provincia serbia de Kosovo. Estas elecciones también determinaron la dinámica y formas de desenvolvimiento del proceso negociador que mantiene Serbia con la UE.
Resumen: Las elecciones presidenciales se realizaron en un ambiente de grandes tensiones y divisiones políticas, económicas, e incluso culturales, demostrando que la sociedad serbia tiende a fragmentarse progresivamente en dos bloques, el llamado bloque democrático y proeuropeo (pro-occidental) y otro nacionalista, conservador y populista, cuyas características principales son: el euroescepticismo, el dogmatismo populista y un discurso político nacionalista al estilo de los años noventa del siglo pasado. La segunda vuelta de la contienda electoral se disputó entre Boris Tadic, actual presidente de la República y líder del Partido Democrático (DS), quien ganó con el 50,6% de los votos al nacionalista Tomislav Nikolic, vicepresidente del Partido Radical Serbio (SRS),[1] que obtuvo el 47,7% de los votos de los 6,5 millones de votantes. Es importante señalar que el 1,8% de votos fueron inválidos y que la tasa de participación se elevó al 66,8%, un récord desde la elección presidencial del año 2000 que dio paso a la caída del régimen autoritario del ex presidente yugoslavo Slobodan Milosevic. Según los analistas, a pesar de la victoria de las fuerzas políticas proeuropeas, el futuro político inmediato de Serbia seguirá siendo incierto debido a las fuertes fisuras que estas elecciones dejaron dentro de la coalición política gobernante.
Análisis
El contexto de las elecciones
Resumen: Las elecciones presidenciales se realizaron en un ambiente de grandes tensiones y divisiones políticas, económicas, e incluso culturales, demostrando que la sociedad serbia tiende a fragmentarse progresivamente en dos bloques, el llamado bloque democrático y proeuropeo (pro-occidental) y otro nacionalista, conservador y populista, cuyas características principales son: el euroescepticismo, el dogmatismo populista y un discurso político nacionalista al estilo de los años noventa del siglo pasado. La segunda vuelta de la contienda electoral se disputó entre Boris Tadic, actual presidente de la República y líder del Partido Democrático (DS), quien ganó con el 50,6% de los votos al nacionalista Tomislav Nikolic, vicepresidente del Partido Radical Serbio (SRS),[1] que obtuvo el 47,7% de los votos de los 6,5 millones de votantes. Es importante señalar que el 1,8% de votos fueron inválidos y que la tasa de participación se elevó al 66,8%, un récord desde la elección presidencial del año 2000 que dio paso a la caída del régimen autoritario del ex presidente yugoslavo Slobodan Milosevic. Según los analistas, a pesar de la victoria de las fuerzas políticas proeuropeas, el futuro político inmediato de Serbia seguirá siendo incierto debido a las fuertes fisuras que estas elecciones dejaron dentro de la coalición política gobernante.
Análisis
El contexto de las elecciones
La primera y, sobre todo, la segunda vuelta de las elecciones presidenciales, el cómputo de votos y la proclamación del vencedor transcurrieron sin mayores problemas e incidentes, demostrando el alto nivel de madurez política del pueblo serbio pero también de su democracia e instituciones. Por otro lado, la disputa política desarrollada entre los dos candidatos a la presidencia fue muy tensa y conflictiva a raíz del hecho de que los serbios tenían que elegir entre un futuro proeuropeo, marcadamente incierto, y otro aún más atemorizante ofrecido por los radicales, que suponía el retorno al aislamiento internacional y como recompensa una supuesta vinculación más estratégica con Rusia. El proceso electoral que, en definitiva, fue muy reñido, resultó adicionalmente difícil por la inminente decisión crucial que el nuevo presidente de la República deberá gestionar con respecto a la independencia de Kosovo y las acciones que al respecto tomaron tanto la UE como EE UU.
En resumen, puede constatarse que el tema de Kosovo con todas sus complejidades y contradicciones ha estado en el corazón de estas elecciones presidenciales. Por ejemplo, los dos candidatos a la presidencia visitaron Kosovo. El candidato nacionalista, Tomislav Nikolic, que mantiene una mayoría entre los serbios de esa provincia, fue mucho más claro en sus promesas, subrayando manifiestamente en su discurso en Mitrovica –poblada por serbios– que si ganara, Kosovo permanecería dentro del territorio nacional de Serbia. Paralelamente, el candidato radical criticaba al actual jefe del Estado, Boris Tadic, por su estrategia política concerniente al futuro de Kosovo –indudablemente mucho más moderada y pragmática– señalando la disposición del bloque pro-occidental a ceder ese territorio a cambio de la integración de Serbia en la UE. Tomislav Nikolic, que es conocido por su marcado euroescepticismo, se pronunció tajantemente contra del envío de la misión de la UE a Kosovo y como alternativa sugirió un estrechamiento de los vínculos militares con Rusia, enfatizando que Moscú siempre ha respaldado a Belgrado con su firme oposición a la independencia unilateral de Kosovo apoyada por la UE, OTAN y EEUU.
Durante la segunda vuelta de la campaña electoral creció la tensión en Serbia y en Kosovo, pero también en la región de los Balcanes Occidentales y en la Comunidad Internacional ante la proximidad de la ya anunciada declaración unilateral de independencia que las autoridades albanokosovares de la provincia serbia seguían preparando con los representantes comunitarios en Bruselas. Paradójicamente, con los mismos interlocutores, Boris Tadic intentaba definir un marco fijo de cooperación que en un futuro próximo garantizaría la firma de Acuerdo de Asociación y Estabilización con la UE, primer paso para la adhesión, con lo cual ganaría las elecciones asegurando un futuro europeísta para Serbia. No obstante, el actual presidente serbio ha advertido en repetidas ocasiones del riesgo de desestabilización de los Balcanes y, por supuesto, de Serbia en el caso de que se produzca esa declaración unilateral y de que sea avalada por Bruselas y otros actores internacionales. La estrategia de Tadic en cuanto a la secesión de Kosovo está basada en el respeto del orden legal internacional y en una firme oposición a la proclamación unilateral de independencia de Kosovo, que es inaceptable para Belgrado porque a la comunidad albanesa en dicha región se le ha ofrecido unos derechos y competencias especiales a fin de lograr un desarrollo autónomo dentro de la República de Serbia. En otras palabras, Tadic contradijo a los radicales ultranacionalistas con que Serbia nunca reconocerá la independencia de Kosovo y preservará su integridad y soberanía mediante métodos democráticos, argumentos legales y diplomacia. Sin embargo, advirtió de la posibilidad de que Serbia pudiera intervenir en Kosovo con el propósito de proteger a la minoría serbia si la violencia llegara a estallar en esta parte de su territorio nacional. Adicionalmente, se aclaró que dicha intervención se produciría si las tropas de la OTAN en Kosovo no pudieran proteger a los serbios “de manera apropiada” y bajo “el acuerdo de instituciones internacionales competentes”.
Mientras tanto, el tema de las relaciones de Serbia con Rusia creció en importancia durante la campaña electoral. Ambos candidatos se empeñaron en demostrar que tienen apoyo político de Moscú debido a que Rusia fue la única potencia que advirtió que no habrá cabida en Naciones Unidas u otras organizaciones internacionales para un Kosovo independiente, puesto que Moscú impondría su veto. También es importante recalcar que justo en el transcurso de la campaña electoral se firmó en el Kremlin –en el marco de la primera cumbre serbio-rusa– un acuerdo energético, con un gran impacto sobre el proceso electoral. Los analistas serbios –y también los de diferentes países balcánicos– interpretaron este acontecimiento en el sentido de que Rusia había tomado la delantera a la UE, y no sólo en el ámbito energético y económico. En realidad, los acuerdos entre Rusia y Serbia tuvieron un eco mucho más amplio que la intención de enmarcarlos en la estrategia rusa de diversificación de la distribución de sus productos energéticos en los países centroeuropeos e Italia. De hecho, dicho acuerdo responde a los intereses de Serbia de fortalecer su vulnerable posición internacional, transformándose con el apoyo de Rusia en un punto estratégico para el suministro energético de distintos países de Europa Occidental.
Consecuencias en el ámbito regionalEl impacto regional balcánico de estas elecciones presidenciales en Serbia también ha demostrado que esta parte de Europa aún sigue con graves problemas de seguridad que podrían poner en peligro la situación actual. Dicha situación aparentemente tiende hacia un consenso político y cooperacional dentro de los marcos del plan europeo de transformar El Pacto de Estabilidad hacia una nueva estructura de cooperación con la creación de un Consejo de Cooperación Regional (CCR), con sede en la región y presidencia bajo uno de los países miembros. No obstante, las actitudes y reacciones de los gobiernos de estos países demostraron que aún persisten grandes dudas, temores, rivalidades y diferencias al tratarse la situación política en Serbia, que podrían obstaculizar, adicionalmente, la formación de un verdadero consenso regional. Es importante tener en consideración que durante el proceso electoral en Serbia se descubrió que el Departamento de Estado norteamericano presionó a los miembros de la UE –y a Eslovenia, específicamente– para reconocer lo antes posible la independencia de Kosovo. El diario belgradense Politika descubrió un documento del Ministerio de Exteriores de Eslovenia en cuyos extractos se podía ver que la representante del Departamento de Estado, Rosmary Di Carlo, aconsejaba a los líderes albaneses de Kosovo cómo y en qué momento proclamar la independencia. También, en la misma reunión, el consejero de la secretaria de Estado, Daniel Fried, insistió en que Eslovenia, en calidad de presidente en ejercicio de la UE, podría desempeñar el papel clave en los empeños de Washington de que al menos 15 de los 27 miembros de la Unión reconocieran la independencia unilateral de esta provincia serbia. Por su lado, el Gobierno croata expresaba en varias ocasiones que veía “con cierto nerviosismo” las elecciones presidenciales en Serbia. En sus comentarios no se ocultaban las críticas dirigidas a la comunidad internacional por permitir la participación de los partidos del ex presidente Slobodan Milosevic y el líder radical Dr Vojislav Seselj en este proceso. En realidad, el Gobierno croata estaba preocupado por la eventual victoria del candidato radical para la presidencia serbia. En cuanto al futuro estatus de Kosovo –a diferencia de Eslovenia, con la que tiene un diferendo fronterizo prolongado–, Croacia insiste en que la solución de este problema es muy importante para la paz regional y de forma más moderada opina que sólo los serbios y albaneses pueden llegar a un acuerdo con el apoyo de la comunidad internacional. Las reacciones de otros gobiernos regionales han sido también muy moderadas y, sobre todo, la del Gobierno de Macedonia, que es consciente de los peligros que proyectan los mecanismos a través de los cuales se independizará Kosovo sobre el futuro de este país balcánico donde los albaneses suman un 30% de la población. Paralelamente, Serbia recibió un firme apoyo del presidente de Rumanía, Traian Basescu,[2] quien expresó personalmente en Belgrado el apoyo de su país a la orientación de Serbia hacia la UE y reconfirmó que su país se opone a la independencia de Kosovo sin el visto bueno del Consejo de Seguridad de la ONU. Un poco antes, el presidente albanés, Bamir Topi, visitó Kosovo, demostrando la plena disposición de su gobierno de apoyar la proclamación unilateral de la independencia de ese territorio. La comitiva del presidente albanés incluyó un centenar de funcionarios, líderes de partidos políticos, académicos y artistas. Finalmente, no se puede omitir la importancia del hecho de que el primer ministro de la República Srpska (Bosnia y Herzegovina), Milorad Dodik, tuvo una participación directa y muy activa en la campaña electoral del presidente serbio Boris Tadic. En sus actuaciones en Serbia, Dodik declaró que la República Srpska está decididamente en contra del secesionismo de los albaneses de Kosovo, y que impedirá en las instituciones centrales de Bosnia y Herzegovina el reconocimiento de la independencia de Kosovo unilateralmente proclamada. Advirtió que el objeto principal de la política exterior de la República Srpska es salvaguardar la paz y la seguridad de la región, enfatizando que la eventual proclamación y el reconocimiento de la independencia de Kosovo pondrán estos objetivos bajo una interrogante. La participación del primer ministro de la República Srpska en este proceso electoral causó cierto nivel de preocupación en las instituciones gubernamentales en Sarajevo y, particularmente, de parte de los representantes bosníacos.
Crisis interna del Gobierno serbio
En medio de la celebración de la victoria electoral de los demócratas, estalló la crisis dentro de la coalición gobernante. El actor principal de esta crisis es el primer ministro, el Dr Vojislav Kostunica, líder del Partido Democrático de Serbia (DSS). En efecto, ya en vísperas de la preparación de las elecciones era evidente que en Serbia comenzó a ventilarse una crisis política muy profunda que podría terminar con la disolución de la actual coalición de gobierno. En el fondo de ella se encuentra el enfrentamiento político entre el sector nacionalista y el democrático proeuropeo. Los primeros, a quienes se sumó el actual primer ministro, tomaron la postura de que Serbia debería amenazar a Bruselas con el rechazo de la firma del Acuerdo de Cooperación Política a raíz de la aprobación jurídica y financiera de la UE –tan sólo un día después de las elecciones presidenciales– el envío de unos 1.800 agentes encargados de la administración policial y jurídica de la provincia serbia. El sector nacionalista insiste también en que la misión de la UE que sustituiría a la de la ONU, instalada en Kosovo a partir del fin de la Guerra de la OTAN contra Serbia (1999), representa una violación del derecho internacional, declarando que cualquier cambio en este contexto debería tener el visto bueno del Consejo de Seguridad de la ONU.
Por su parte, el líder demócrata Boris Tadic insiste en que el acuerdo interino ofrecido por los Veintisiete e favorable para la mayoría de los ciudadanos de Serbia, porque permite agilizar el camino hacia el Acuerdo de Asociación y Estabilización con la UE. Tadic también reitera que la firma de este documento no requiere un visto bueno del parlamento, subrayando las ventajas de la institucionalización del diálogo político, el libre comercio, la supresión de visados y la colaboración en materia educativa con la UE. En breve, la estrategia del bloque proeuropeo se basa en la postura de que el proceso de acercamiento de Serbia a la UE está separado del proceso kosovar, que evidentemente tiende a su fase final bajo el auspicio de la UE. Esta ambigüedad representa el mayor obstáculo que tiene que superar este bloque político en un país como Serbia, que es el único país europeo cuya soberanía e integridad territorial no se respetan. Por ende, parece imposible que la UE logre un equilibrio entre unas buenas relaciones con Serbia y el apoyo a la secesión de parte de su territorio. A todo esto hay que añadir que Rusia se pronunció inmediatamente en contra de la decisión europea y el envío de su misión a Kosovo. Aleksander Botsan-Jarchenko, mediador ruso en las negociaciones sobre el estatuto de Kosovo, ha declarado que el envío por parte de la UE de una misión civil a la región serbia de Kosovo carece de base legal ya que esquiva al Consejo de Seguridad de la ONU. Según Moscú, la decisión de enviar tal misión se ha tomado al margen del Consejo de Seguridad de la ONU.
En el ámbito interno, la crisis de la coalición gobernante empezó a manifestarse claramente cuando el primer ministro rechazó apoyar la candidatura de Boris Tadic en la segunda vuelta de las presidenciales, declarando que no apoyaría a nadie y dejando el mensaje que cada cual debía decidir independientemente por quién votar. El motivo de esta fisura definitiva entre el DSS y el DS resultó ser la decisión de Tadic de no aceptar los condicionamientos relacionados con la firma del Acuerdo de Asociación y Estabilización con la UE. La sorprendente propuesta del líder del DSS exhortaba al rechazo de la oferta de la UE si enviaba su misión a Kosovo. Calificada por muchos observadores como absurda, la decisión de Kostunica puso en peligro tanto el futuro de la coalición gobernante como el mismo proceso negociador, tan complejo y complicado, que mantiene Serbia con la UE. En breve, la desfragmentación de la coalición política gobernante abre el espacio para el fortalecimiento del nacionalismo serbio y la radicalización del debate por la unidad nacional y la defensa de la soberanía e integridad de Serbia.
Los últimos sucesos postelectorales justificaron las divisiones definitivas en el escenario político de Serbia. Por un lado, aparece un bloque pro-occidental que será formado por el DS de Tadic, el reformista G-17 y el Partido Democrático Liberal (LDP) del joven líder liberal Cedomir Jovanovic, quien tampoco dio su apoyo a Tadic en la segunda vuelta de las presidenciales a causa de querellas personales entre ellos. A este bloque se sumarán los partidos políticos de las minorías nacionales: los húngaros, bosníacos, gitanos, etc. Entre los objetivos principales del nuevo bloque democrático se perfilan la definición y formación de un consenso programático más firme, así como el desafío de hacerse con los 27 escaños que necesitan para asegurar la mayoría absoluta en el parlamento serbio. Sólo bajo estas condiciones podrían institucionalizar un verdadero control sobre el ritmo de las reformas, oponiéndose efectivamente al partido de Kostunica (DSS) y sus giros nacionalistas.
El bloque nacionalista será reforzado indudablemente por el nuevo liderazgo en persona del actual primer ministro, Kostunica, quien abrirá el espacio para la legitimización de los partidos radical y socialista. La rivalidad entre las dos agrupaciones bipolarizará el escenario político del país, en un contexto económico en decadencia y otro internacional que es muy desfavorable para que Belgrado defienda la soberanía e integridad territorial serbia. También es importante señalar que se podría dar otro período de aislamiento internacional de Serbia, pero esta vez menos hermético por el firme apoyo de Rusia y otros países importantes –como China, la India otros regionales– que se oponen a la secesión de Kosovo.
Conclusión: Las elecciones presidenciales han mostrado la alta motivación proeuropea del cuerpo electoral serbio, pero también las fisuras dentro de la coalición gobernante, que se agotó a raíz de las diferencias en cuanto a las relaciones con la UE y su apoyo a la secesión y participación activa en la preparación de la proclamación de la independencia de Kosovo. A pesar de la victoria del candidato democrático y de la opción proeuropea, el nuevo presidente de Serbia no podrá contar con suficiente credibilidad para dar un giro definitivo hacia la integración de Serbia en la UE, perdiendo terreno ante la creciente formación del nuevo bloque nacionalista que se opone tajantemente a la política de Bruselas hacia Serbia y su provincia de Kosovo. Por esto, se pueden esperar los siguientes escenarios políticos: (1) una sorprendente reconstrucción del actual gobierno; (2) otra reconstrucción del actual gobierno con el apoyo de partidos opositores; (3) la formación de un gobierno minoritario con el apoyo de los partidos radical y socialista; o (4) la disolución del parlamento y la convocatoria de elecciones parlamentarias anticipadas.
Estas elecciones también demostraron que la situación en Serbia y los Balcanes seguirá siendo muy incierta e inestable debido a las consecuencias que se producirán con la secesión de Kosovo bajo el auspicio de la UE y EEUU y los impactos colaterales que pueden resultar ser desestabilizadores a escala más amplia. También es importante detectar el retorno de Rusia y de sus intereses geopolíticos, económicos y energéticos en la agenda balcánica, con lo cual se anticipa otro foco de crisis en las relaciones entre la UE y Moscú.
Finalmente, la situación económica en Serbia empeorará, acrecentando las desigualdades económicas que afectan a gran parte de la población –que no ha notado ninguna notable mejoría social como resultado de la transición política y económica– y favoreciendo a los radicales, que sacarán el mayor provecho político. En resumen, el futuro político de Serbia se caracterizará por la inoperancia de los partidos políticos y su incapacidad para resolver los graves problemas del país y confrontar la realidad: la pérdida definitiva de Kosovo con todo su simbolismo e importancia histórica para Serbia y su identidad nacional.
[1] El líder del SRS, Doctor Vojislav Seselj se encuentra procesado por el Tribunal Penal Internacional para la antigua Yugoslavia (14 cargos de crímenes de guerra y crímenes contra la humanidad).
[2] El presidente de Rumanía, Traian Basescu, realizó una visita oficial a Serbia el 29 de enero de 2008.
En resumen, puede constatarse que el tema de Kosovo con todas sus complejidades y contradicciones ha estado en el corazón de estas elecciones presidenciales. Por ejemplo, los dos candidatos a la presidencia visitaron Kosovo. El candidato nacionalista, Tomislav Nikolic, que mantiene una mayoría entre los serbios de esa provincia, fue mucho más claro en sus promesas, subrayando manifiestamente en su discurso en Mitrovica –poblada por serbios– que si ganara, Kosovo permanecería dentro del territorio nacional de Serbia. Paralelamente, el candidato radical criticaba al actual jefe del Estado, Boris Tadic, por su estrategia política concerniente al futuro de Kosovo –indudablemente mucho más moderada y pragmática– señalando la disposición del bloque pro-occidental a ceder ese territorio a cambio de la integración de Serbia en la UE. Tomislav Nikolic, que es conocido por su marcado euroescepticismo, se pronunció tajantemente contra del envío de la misión de la UE a Kosovo y como alternativa sugirió un estrechamiento de los vínculos militares con Rusia, enfatizando que Moscú siempre ha respaldado a Belgrado con su firme oposición a la independencia unilateral de Kosovo apoyada por la UE, OTAN y EEUU.
Durante la segunda vuelta de la campaña electoral creció la tensión en Serbia y en Kosovo, pero también en la región de los Balcanes Occidentales y en la Comunidad Internacional ante la proximidad de la ya anunciada declaración unilateral de independencia que las autoridades albanokosovares de la provincia serbia seguían preparando con los representantes comunitarios en Bruselas. Paradójicamente, con los mismos interlocutores, Boris Tadic intentaba definir un marco fijo de cooperación que en un futuro próximo garantizaría la firma de Acuerdo de Asociación y Estabilización con la UE, primer paso para la adhesión, con lo cual ganaría las elecciones asegurando un futuro europeísta para Serbia. No obstante, el actual presidente serbio ha advertido en repetidas ocasiones del riesgo de desestabilización de los Balcanes y, por supuesto, de Serbia en el caso de que se produzca esa declaración unilateral y de que sea avalada por Bruselas y otros actores internacionales. La estrategia de Tadic en cuanto a la secesión de Kosovo está basada en el respeto del orden legal internacional y en una firme oposición a la proclamación unilateral de independencia de Kosovo, que es inaceptable para Belgrado porque a la comunidad albanesa en dicha región se le ha ofrecido unos derechos y competencias especiales a fin de lograr un desarrollo autónomo dentro de la República de Serbia. En otras palabras, Tadic contradijo a los radicales ultranacionalistas con que Serbia nunca reconocerá la independencia de Kosovo y preservará su integridad y soberanía mediante métodos democráticos, argumentos legales y diplomacia. Sin embargo, advirtió de la posibilidad de que Serbia pudiera intervenir en Kosovo con el propósito de proteger a la minoría serbia si la violencia llegara a estallar en esta parte de su territorio nacional. Adicionalmente, se aclaró que dicha intervención se produciría si las tropas de la OTAN en Kosovo no pudieran proteger a los serbios “de manera apropiada” y bajo “el acuerdo de instituciones internacionales competentes”.
Mientras tanto, el tema de las relaciones de Serbia con Rusia creció en importancia durante la campaña electoral. Ambos candidatos se empeñaron en demostrar que tienen apoyo político de Moscú debido a que Rusia fue la única potencia que advirtió que no habrá cabida en Naciones Unidas u otras organizaciones internacionales para un Kosovo independiente, puesto que Moscú impondría su veto. También es importante recalcar que justo en el transcurso de la campaña electoral se firmó en el Kremlin –en el marco de la primera cumbre serbio-rusa– un acuerdo energético, con un gran impacto sobre el proceso electoral. Los analistas serbios –y también los de diferentes países balcánicos– interpretaron este acontecimiento en el sentido de que Rusia había tomado la delantera a la UE, y no sólo en el ámbito energético y económico. En realidad, los acuerdos entre Rusia y Serbia tuvieron un eco mucho más amplio que la intención de enmarcarlos en la estrategia rusa de diversificación de la distribución de sus productos energéticos en los países centroeuropeos e Italia. De hecho, dicho acuerdo responde a los intereses de Serbia de fortalecer su vulnerable posición internacional, transformándose con el apoyo de Rusia en un punto estratégico para el suministro energético de distintos países de Europa Occidental.
Consecuencias en el ámbito regionalEl impacto regional balcánico de estas elecciones presidenciales en Serbia también ha demostrado que esta parte de Europa aún sigue con graves problemas de seguridad que podrían poner en peligro la situación actual. Dicha situación aparentemente tiende hacia un consenso político y cooperacional dentro de los marcos del plan europeo de transformar El Pacto de Estabilidad hacia una nueva estructura de cooperación con la creación de un Consejo de Cooperación Regional (CCR), con sede en la región y presidencia bajo uno de los países miembros. No obstante, las actitudes y reacciones de los gobiernos de estos países demostraron que aún persisten grandes dudas, temores, rivalidades y diferencias al tratarse la situación política en Serbia, que podrían obstaculizar, adicionalmente, la formación de un verdadero consenso regional. Es importante tener en consideración que durante el proceso electoral en Serbia se descubrió que el Departamento de Estado norteamericano presionó a los miembros de la UE –y a Eslovenia, específicamente– para reconocer lo antes posible la independencia de Kosovo. El diario belgradense Politika descubrió un documento del Ministerio de Exteriores de Eslovenia en cuyos extractos se podía ver que la representante del Departamento de Estado, Rosmary Di Carlo, aconsejaba a los líderes albaneses de Kosovo cómo y en qué momento proclamar la independencia. También, en la misma reunión, el consejero de la secretaria de Estado, Daniel Fried, insistió en que Eslovenia, en calidad de presidente en ejercicio de la UE, podría desempeñar el papel clave en los empeños de Washington de que al menos 15 de los 27 miembros de la Unión reconocieran la independencia unilateral de esta provincia serbia. Por su lado, el Gobierno croata expresaba en varias ocasiones que veía “con cierto nerviosismo” las elecciones presidenciales en Serbia. En sus comentarios no se ocultaban las críticas dirigidas a la comunidad internacional por permitir la participación de los partidos del ex presidente Slobodan Milosevic y el líder radical Dr Vojislav Seselj en este proceso. En realidad, el Gobierno croata estaba preocupado por la eventual victoria del candidato radical para la presidencia serbia. En cuanto al futuro estatus de Kosovo –a diferencia de Eslovenia, con la que tiene un diferendo fronterizo prolongado–, Croacia insiste en que la solución de este problema es muy importante para la paz regional y de forma más moderada opina que sólo los serbios y albaneses pueden llegar a un acuerdo con el apoyo de la comunidad internacional. Las reacciones de otros gobiernos regionales han sido también muy moderadas y, sobre todo, la del Gobierno de Macedonia, que es consciente de los peligros que proyectan los mecanismos a través de los cuales se independizará Kosovo sobre el futuro de este país balcánico donde los albaneses suman un 30% de la población. Paralelamente, Serbia recibió un firme apoyo del presidente de Rumanía, Traian Basescu,[2] quien expresó personalmente en Belgrado el apoyo de su país a la orientación de Serbia hacia la UE y reconfirmó que su país se opone a la independencia de Kosovo sin el visto bueno del Consejo de Seguridad de la ONU. Un poco antes, el presidente albanés, Bamir Topi, visitó Kosovo, demostrando la plena disposición de su gobierno de apoyar la proclamación unilateral de la independencia de ese territorio. La comitiva del presidente albanés incluyó un centenar de funcionarios, líderes de partidos políticos, académicos y artistas. Finalmente, no se puede omitir la importancia del hecho de que el primer ministro de la República Srpska (Bosnia y Herzegovina), Milorad Dodik, tuvo una participación directa y muy activa en la campaña electoral del presidente serbio Boris Tadic. En sus actuaciones en Serbia, Dodik declaró que la República Srpska está decididamente en contra del secesionismo de los albaneses de Kosovo, y que impedirá en las instituciones centrales de Bosnia y Herzegovina el reconocimiento de la independencia de Kosovo unilateralmente proclamada. Advirtió que el objeto principal de la política exterior de la República Srpska es salvaguardar la paz y la seguridad de la región, enfatizando que la eventual proclamación y el reconocimiento de la independencia de Kosovo pondrán estos objetivos bajo una interrogante. La participación del primer ministro de la República Srpska en este proceso electoral causó cierto nivel de preocupación en las instituciones gubernamentales en Sarajevo y, particularmente, de parte de los representantes bosníacos.
Crisis interna del Gobierno serbio
En medio de la celebración de la victoria electoral de los demócratas, estalló la crisis dentro de la coalición gobernante. El actor principal de esta crisis es el primer ministro, el Dr Vojislav Kostunica, líder del Partido Democrático de Serbia (DSS). En efecto, ya en vísperas de la preparación de las elecciones era evidente que en Serbia comenzó a ventilarse una crisis política muy profunda que podría terminar con la disolución de la actual coalición de gobierno. En el fondo de ella se encuentra el enfrentamiento político entre el sector nacionalista y el democrático proeuropeo. Los primeros, a quienes se sumó el actual primer ministro, tomaron la postura de que Serbia debería amenazar a Bruselas con el rechazo de la firma del Acuerdo de Cooperación Política a raíz de la aprobación jurídica y financiera de la UE –tan sólo un día después de las elecciones presidenciales– el envío de unos 1.800 agentes encargados de la administración policial y jurídica de la provincia serbia. El sector nacionalista insiste también en que la misión de la UE que sustituiría a la de la ONU, instalada en Kosovo a partir del fin de la Guerra de la OTAN contra Serbia (1999), representa una violación del derecho internacional, declarando que cualquier cambio en este contexto debería tener el visto bueno del Consejo de Seguridad de la ONU.
Por su parte, el líder demócrata Boris Tadic insiste en que el acuerdo interino ofrecido por los Veintisiete e favorable para la mayoría de los ciudadanos de Serbia, porque permite agilizar el camino hacia el Acuerdo de Asociación y Estabilización con la UE. Tadic también reitera que la firma de este documento no requiere un visto bueno del parlamento, subrayando las ventajas de la institucionalización del diálogo político, el libre comercio, la supresión de visados y la colaboración en materia educativa con la UE. En breve, la estrategia del bloque proeuropeo se basa en la postura de que el proceso de acercamiento de Serbia a la UE está separado del proceso kosovar, que evidentemente tiende a su fase final bajo el auspicio de la UE. Esta ambigüedad representa el mayor obstáculo que tiene que superar este bloque político en un país como Serbia, que es el único país europeo cuya soberanía e integridad territorial no se respetan. Por ende, parece imposible que la UE logre un equilibrio entre unas buenas relaciones con Serbia y el apoyo a la secesión de parte de su territorio. A todo esto hay que añadir que Rusia se pronunció inmediatamente en contra de la decisión europea y el envío de su misión a Kosovo. Aleksander Botsan-Jarchenko, mediador ruso en las negociaciones sobre el estatuto de Kosovo, ha declarado que el envío por parte de la UE de una misión civil a la región serbia de Kosovo carece de base legal ya que esquiva al Consejo de Seguridad de la ONU. Según Moscú, la decisión de enviar tal misión se ha tomado al margen del Consejo de Seguridad de la ONU.
En el ámbito interno, la crisis de la coalición gobernante empezó a manifestarse claramente cuando el primer ministro rechazó apoyar la candidatura de Boris Tadic en la segunda vuelta de las presidenciales, declarando que no apoyaría a nadie y dejando el mensaje que cada cual debía decidir independientemente por quién votar. El motivo de esta fisura definitiva entre el DSS y el DS resultó ser la decisión de Tadic de no aceptar los condicionamientos relacionados con la firma del Acuerdo de Asociación y Estabilización con la UE. La sorprendente propuesta del líder del DSS exhortaba al rechazo de la oferta de la UE si enviaba su misión a Kosovo. Calificada por muchos observadores como absurda, la decisión de Kostunica puso en peligro tanto el futuro de la coalición gobernante como el mismo proceso negociador, tan complejo y complicado, que mantiene Serbia con la UE. En breve, la desfragmentación de la coalición política gobernante abre el espacio para el fortalecimiento del nacionalismo serbio y la radicalización del debate por la unidad nacional y la defensa de la soberanía e integridad de Serbia.
Los últimos sucesos postelectorales justificaron las divisiones definitivas en el escenario político de Serbia. Por un lado, aparece un bloque pro-occidental que será formado por el DS de Tadic, el reformista G-17 y el Partido Democrático Liberal (LDP) del joven líder liberal Cedomir Jovanovic, quien tampoco dio su apoyo a Tadic en la segunda vuelta de las presidenciales a causa de querellas personales entre ellos. A este bloque se sumarán los partidos políticos de las minorías nacionales: los húngaros, bosníacos, gitanos, etc. Entre los objetivos principales del nuevo bloque democrático se perfilan la definición y formación de un consenso programático más firme, así como el desafío de hacerse con los 27 escaños que necesitan para asegurar la mayoría absoluta en el parlamento serbio. Sólo bajo estas condiciones podrían institucionalizar un verdadero control sobre el ritmo de las reformas, oponiéndose efectivamente al partido de Kostunica (DSS) y sus giros nacionalistas.
El bloque nacionalista será reforzado indudablemente por el nuevo liderazgo en persona del actual primer ministro, Kostunica, quien abrirá el espacio para la legitimización de los partidos radical y socialista. La rivalidad entre las dos agrupaciones bipolarizará el escenario político del país, en un contexto económico en decadencia y otro internacional que es muy desfavorable para que Belgrado defienda la soberanía e integridad territorial serbia. También es importante señalar que se podría dar otro período de aislamiento internacional de Serbia, pero esta vez menos hermético por el firme apoyo de Rusia y otros países importantes –como China, la India otros regionales– que se oponen a la secesión de Kosovo.
Conclusión: Las elecciones presidenciales han mostrado la alta motivación proeuropea del cuerpo electoral serbio, pero también las fisuras dentro de la coalición gobernante, que se agotó a raíz de las diferencias en cuanto a las relaciones con la UE y su apoyo a la secesión y participación activa en la preparación de la proclamación de la independencia de Kosovo. A pesar de la victoria del candidato democrático y de la opción proeuropea, el nuevo presidente de Serbia no podrá contar con suficiente credibilidad para dar un giro definitivo hacia la integración de Serbia en la UE, perdiendo terreno ante la creciente formación del nuevo bloque nacionalista que se opone tajantemente a la política de Bruselas hacia Serbia y su provincia de Kosovo. Por esto, se pueden esperar los siguientes escenarios políticos: (1) una sorprendente reconstrucción del actual gobierno; (2) otra reconstrucción del actual gobierno con el apoyo de partidos opositores; (3) la formación de un gobierno minoritario con el apoyo de los partidos radical y socialista; o (4) la disolución del parlamento y la convocatoria de elecciones parlamentarias anticipadas.
Estas elecciones también demostraron que la situación en Serbia y los Balcanes seguirá siendo muy incierta e inestable debido a las consecuencias que se producirán con la secesión de Kosovo bajo el auspicio de la UE y EEUU y los impactos colaterales que pueden resultar ser desestabilizadores a escala más amplia. También es importante detectar el retorno de Rusia y de sus intereses geopolíticos, económicos y energéticos en la agenda balcánica, con lo cual se anticipa otro foco de crisis en las relaciones entre la UE y Moscú.
Finalmente, la situación económica en Serbia empeorará, acrecentando las desigualdades económicas que afectan a gran parte de la población –que no ha notado ninguna notable mejoría social como resultado de la transición política y económica– y favoreciendo a los radicales, que sacarán el mayor provecho político. En resumen, el futuro político de Serbia se caracterizará por la inoperancia de los partidos políticos y su incapacidad para resolver los graves problemas del país y confrontar la realidad: la pérdida definitiva de Kosovo con todo su simbolismo e importancia histórica para Serbia y su identidad nacional.
[1] El líder del SRS, Doctor Vojislav Seselj se encuentra procesado por el Tribunal Penal Internacional para la antigua Yugoslavia (14 cargos de crímenes de guerra y crímenes contra la humanidad).
[2] El presidente de Rumanía, Traian Basescu, realizó una visita oficial a Serbia el 29 de enero de 2008.
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