El
difícil camino hacia la paz en Colombia/ Eduardo Saldaña es graduado en Relaciones Internacionales por la Universidad Rey Juan Carlos y miembro de la dirección de la revista ‘El Orden Mundial en el siglo XXI’.
El Español, 26/Sep/2016
Colombia
afronta uno de los momentos decisivos de su historia: el intento por
restablecer la paz tras más de medio siglo de guerra interna que ha dejado
250.000 muertos, seis millones y medio de desplazados, y medio millón de
exiliados. Todo ese pasado sangriento puede tocar a su fin a partir de hoy con
la firma en Cartagena de Indias del denominado “Acuerdo Final para la
Terminación del Conflicto y la Construcción de una Paz Estable y Duradera”.
Los
opositores a la reintegración de las FARC como partido político ponen en duda
la capacidad de los ex guerrilleros para respetar las leyes. De la misma forma,
el recuerdo de anteriores intentos por reintegrar a sus miembros -como el de la
Unión Popular a mediados de los años 80 y principios de los 90- y las masacres
de que fueron víctimas a manos de fuerzas paramilitares, hacen que la
prevención de nuevos ataques sea vital. Por ello, el acuerdo establece
mecanismos de protección para quienes abandonan las armas.
La
opinión de las víctimas es fundamental para que el proceso concluya con éxito.
El “Sistema Integral de Verdad, Justicia, Reparación y No Repetición” que
contempla el acuerdo sellado entre el Gobierno y las FARC no termina de agradar
a todos. La falta de reconocimiento del daño causado por los secuestros, las
minas y los asesinatos divide a la opinión pública. Para algunos, el acuerdo es
demasiado benévolo con los culpables. Sin embargo, una mayoría defiende que la
obligación que estos tienen de decir toda la verdad para poder reducir sus
penas es un gran avance en el proceso de reconciliación. Conocer la verdad es,
según gran parte de las víctimas, la clave para poder aceptar y reintegrar a
los miembros de la guerrilla.
La
reincorporación de los ex guerrilleros a la vida civil prevé el acceso de
quienes así lo deseen a la vida política. Conscientes de que el uso de la
violencia ha deslegitimado sus posiciones, consideran que integrarse en un
partido puede permitirles participar e influir en la vida pública de un modo
pacífico.
Ese
regreso a la vida civil no será tarea fácil. Colombia es uno de los países más
desiguales de toda América Latina. Esa desigualdad ha sido un caldo de cultivo
para las FARC y, según sus líderes, una de las razones de su existencia.
Resulta por tanto fundamental el desarrollo de herramientas que permitan al
Estado colombiano y a la guerrilla cooperar para terminar con la injusticia
social.
Garantizar
la independencia económica de los ex guerrilleros y favorecer las actividades
económicas en zonas rurales -que son las que más sufren la pobreza y la
desatención- son imprescindibles para que cuaje la reconciliación. La realidad
es que, pese a que el Gobierno ha cedido cerca de tres millones de hectáreas de
terreno para iniciar programas de actividad económica en el campo, no hay
financiación suficiente y su desarrollo dependerá en gran medida de las ayudas
que lleguen de organizaciones internacionales. Y es que, el éxito de este
complejo proceso va a requerir de la implicación de la comunidad internacional.
La desatención que ésta mostró en otros conflictos precedentes como el angoleño
o el sierraleonés, donde se dio por sentado el final del problema tras la firma
de la paz, condujo a su posterior fracaso.
Hay
que tener en cuenta que la vuelta a la vida civil no tiene por qué suponer una
mejora en sus vidas para los guerrilleros. Un caso muy ilustrativo es el de las
mujeres. Para muchas de ellas el regreso a su vida anterior significa pérdida
de libertades. A sabiendas de este problema, durante las negociaciones de paz
en La Habana se ha creado una “Subcomisión de género” que contempla varias
medidas destinadas a atajarlo.
Con
todas sus dificultades, la firma de este acuerdo trae un nuevo amanecer al
futuro de Colombia. Y aun así, lo que se hace este lunes no es más que empezar
a andar lo que será un largo camino. En la búsqueda de la paz, tanto los
guerrilleros como el resto del pueblo colombiano han de intentar comprender a
quienes fueron sus enemigos. De ese modo no sólo serán los ex guerrilleros
quienes lleven a cabo la reincorporación a la vida civil, sino que todo el país
habrá de reincorporarse a algo tan ajeno para ellos durante 52 largos años como
la paz.
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