La ejecución
arbitraria que el Ejército quiso ocultar en Guerrero
De
las seis personas que fueron ultimadas, dos eran menores de edad y cuatro
adultos, uno de los cuales carecía de movilidad en ambas piernas
PARIS
ALEJANDRO SALAZAR | ESPECIALES LSR | 2016-09-27 21:54:00
CIUDAD
DE MÉXICO (La Silla Rota).- El 1 septiembre de 2012 elementos del 19 Batallón
de Infantería de la Secretaría de la Defensa Nacional (Sedena) señalaron que
fueron víctimas de una agresión armada en el municipio de Tecpan de Galeana,
Guerrero, y que sostuvieron un enfrentamiento donde perdieron la vida seis
personas, sin embargo, las evidencias, peritajes, testimonios y declaraciones
revelaron que fueron sacados de una fiesta y ejecutados arbitrariamente por
personal militar.
De
las seis personas que fueron ultimadas, dos eran menores de edad y cuatro
adultos, uno de los cuales carecía de movilidad en ambas piernas -como
consecuencia de un accidente automovilístico- y a quien en ese entonces se le
practicó una colostomía.
El
personal militar adscrito a Petatlán informó a la entonces Procuraduría General
de Justicia de Guerrero sobre el ataque armado, por lo que se inició la
averiguación previa GALE/SC/04/431/2012.
Hasta
el 2 de septiembre de 2012 se hizo público el supuesto enfrentamiento entre
civiles y soldados con titulares como “Mueren seis sicarios en enfrentamiento
con militares en la sierra de Tecpan” y “Ejército abate a seis presuntos
delincuentes en Tecpan de Galeana, Guerrero”.
En
la versión oficial se estableció que fue un “enfrentamiento”, pero la Comisión
Nacional de los Derechos Humanos (CNDH) concluyó que se trató de una “ejecución
arbitraria de seis personas”.
Las
mentiras
Jorge
Granados Ávila cumplió 17 años el 1 de septiembre de 2012. Su familia le
organizó una fiesta de cumpleaños en San
Luis de la Loma, municipio de Tecpan de Galeana. Alrededor de las 14:00 horas
unos 20 soldados armados arribaron al domicilio del festejo.
Los
militares les preguntaron sus nombres a los asistentes y a los que tenían el
apellido “Granados”, se llevaron a los integrantes a cuatro de la familia -
Ever Daniel Granados García, Gulmaro Granados Sánchez, Jorge Granados Ávila y
Joaquín Granados Vargas-, incluyendo a dos amigos -Josué Olea López y José
Carlos Atrixco Isidra-, sacándolos a patadas y a empujones, los subieron a los
vehículos oficiales y se los llevaron en calidad de detenidos con rumbo al
poblado El Guayabo.
La
intromisión en el domicilio en el que se encontraban las víctimas no obedeció a
una orden de cateo ni existió una situación de flagrancia que legitimara o
justificara la irrupción en el inmueble. Los militares estaban facultados para
llevar a cabo la detención ni el cateo.
La
madrugada del 2 de septiembre de 2012, los familiares de las seis personas
encontraron a sus seres queridos sin vida en una plancha del Servicio Médico
Forense de Tecpan de Galeana. Los localizaron en el punto conocido como El
Rancho, cerca de la población La Palma.
En
el parte militar se narró que “aproximadamente a las 17:30 horas del día 01 de
septiembre de 2012, al efectuar reconocimientos a pie y patrullamientos
motorizados (…) en el operativo Guerrero Seguro a inmediaciones del poblado el
Tule y El Tirador, municipio Tecpan de Galeana, Guerrero, se observó dos
cuatrimotos abandonadas sobre una brecha entre los matorrales, motivo por el
cual se efectuó un reconocimiento a pie (…) con personal a mi mando, motivo por
el cual fuimos agredidos por personal civil armado, por lo cual se desplegó
personal repeliendo la agresión, eliminando la totalidad de los agresores y
posteriormente aplicando todas las medidas de seguridad se procedió a reconocer
y asegurar el área donde se suscitaron los mencionados hechos, asimismo se
aseguraron armas con las siguientes características (…) cargadores, cartuchos,
dos cuatrimotos…”.
Las
armas -un fusil AR-15, tres fusiles AK-47, dos pistolas-, los cargadores de
diferentes calibres y las dos cuatrimotos fueron puestas a disposición del
agente del Ministerio Público de la Federación.
El
dictamen en química forense de la procuraduría de Guerrero de 8 de septiembre
de 2012 reveló que los civiles no dispararon ninguna de las armar, ya que
resultó negativo de la prueba de rodizonato de sodio practicado a los
cadáveres, determinándose que “en las zonas dorsal y palmar de ambas manos no
se les identificaron elementos de Plomo y Bario”.
En
el dictamen toxicológico a los civiles no se les encontraron “residuos
metabólicos de alcohol, cannabinoides, cocaína, anfetaminas ni opiáceos”.
“Las
armas que fueron localizadas en el lugar de los hechos fueron recogidas por los
elementos militares, no permitiendo que el órgano investigador las asegurara y
éstos las pusieron a disposición de la agencia del Ministerio Público de la
Federación de esta ciudad de Tecpan de Galeana, Guerrero”, se indicó en el
oficio 3259 de fecha 7 de noviembre de 2012 de la procuraduría de Guerrero.
Posteriormente
a las armas se les realizó la prueba de “Lunge”, se concluyó que “del análisis
de las seis muestras anteriormente descritas, a todas se le identificaron
residuos de productos nitrados, por lo que se establece que han sido
disparadas, sin ser posible determinar el tiempo transcurrido ni el número de
veces en que fueron accionadas”.
La
posición de los cuerpos de los civiles no indicaban situación de combate, lo
cual quedó soportado con el dictamen en criminalística de campo de 8 de octubre
de 2012, “de acuerdo a los antecedentes fácticos que obran en tal averiguación
a los indicios encontrados, a las lesiones que presentan los cadáveres y la
posición en que estos se encontraron y las condiciones del sitio, deduzco que
no hay elementos criminalísticos para pensar que se dio una confrontación armada
entre un grupo y otro…”.
A
las víctimas mortales les fueron sembradas las armas, así lo concluyó en el
dictamen en materia de criminalística y fotografía forense suscrito por
elementos militares de fecha 9 de diciembre de 2013: “5. Con base en la ubicación
que guardaba la pistola calibre 9 milímetros de la marca Pietro Beretta, sobre
el muslo derecho del cadáver número tres, concluimos que dicha posición del
arma es atípica, existiendo la posibilidad que esta fuese colocada
posteriormente al fallecimiento del cadáver…”.
Y
se descartaría en el citado documento, “7. Con base en los indicios balísticos
localizados en el lugar de los hechos, a las condiciones físicas del lugar, a
la cantidad y ubicación de las lesiones en cada uno de los cadáveres, concluimos
con alto grado de probabilidad que la mecánica de los hechos no fue de un
enfrentamiento entre el personal militar y los civiles que fallecieron”.
Los
disparos contra los civiles se realizaron a corta distancia. Del análisis de
todos los orificios en las prendas de vestir de las seis víctimas -prueba de
“Walker” del 3 de octubre de 2012- se concluyó que los disparos “fueron
producidos a una distancia entre (sic) 75 centímetros de distancia”.
Hubo
un patrón en la ejecución arbitraria que quiso disfrazarse de enfrentamiento,
pero los peritajes lo evidenciaron. El dictamen médico de 13 de mayo de 2013,
de peritos de la CNDH respecto de las exhumaciones de cuatro cuerpos efectuadas
el 17 de enero de 2013 por personal de la procuraduría de Guerrero concluyó que
“las lesiones encontradas fueron similares a las producidas por proyectil
disparado por arma de fuego, tal y como se describieron en el protocolo de
necropsia de 02 de septiembre de 2012…”.
Otra
evidencia haría desvanecer la versión del “enfrentamiento”. El 7 febrero de
2013 en las instalaciones de la 27/a. Zona Militar, en el Ticuí, municipio de
Atoyac de Álvarez, se realizó la revisión de los dos vehículos militares en los
que el personal castrense se transportaba el día de los hechos, y se encontró
que “no presentan ningún daño y tampoco impactos de proyectil de arma de fuego,
situación que se puede corroborar con diversas placas fotográficas que se
tomaron al momento de la visita…”. No hubo tal agresión armada a los soldados
mientras patrullaban en sus vehículos.
En
la opinión técnica en materia de criminalística de la CNDH señaló que “se puede
considerar que su victimario se encontraba al frente y a su derecha al momento
de lesionar a su víctima… los mismos no accionaron armas de fuego momentos
previos a su muerte (…) los vehículos militares (…) al momento de nuestra
intervención no presentan daños visibles al exterior.”
En
la diligencia de levantamiento de los cadáveres practicado por el Ministerio
Público el 1 de septiembre de 2012, a unas cuantas horas del evento se
describió el sitio, “al tener a la vista en dicha área plana y junto a los
cerros, seis cuerpos del sexo masculino privados de la vida…”.
La
descripción corrobora que las víctimas fueron privadas de la vida en un área
plana, es decir que no estaban resguardados, “parapetados en una zanja” o
detrás de objeto alguno, como lo mencionaron los elementos castrenses, quienes
refirieron en sus declaraciones que no podían ver a las personas que los
atacaron, ya que éstos refirieron que las víctimas se encontraban ocultos entre
los matorrales al momento de la agresión.
A
pesar de que el personal militar informó que se trató de un enfrentamiento la
institución castrense intentó por su cuenta resarcir los daños, mediante el
oficio DH-V-16683, la Dirección General de Derechos Humanos de la SEDENA
informó que celebró un convenio con los familiares de las víctimas el cual
“cubre de manera solidaria y a título de reparación del daño moral y material
la cantidad de $189,099.20 (ciento ochenta y nueve mil noventa y nueve pesos
20/100 M.N.)…”, para el pago de gastos funerarios.
Además
instruyó a la Dirección General de Sanidad de la SEDENA proporcionar atención
psicológica a los familiares de las víctimas, designándose para tal efecto el
Hospital Militar Regional de Acapulco, Guerrero, mediante el oficio DH-V-17541.
El
Agente del Ministerio Público Militar adscrito a la 27/a. Zona Militar inició
el 13 de octubre de 2012 una averiguación por “el delito de violencia contra
las personas causando homicidio”.
En
el auto de formal prisión de 9 de diciembre de 2013 en contra de nueve
militares implicados en el caso se estableció “que las trayectorias que
siguieron los proyectiles que privaron de la vida a los seis occisos, no tiene
correspondencia con los lugares donde por versión del personal militar fueron
realizados, por lo que la mecánica de los hechos no fue de un enfrentamiento
entre personal militar y los civiles que fallecieron”.
Los
testimonios
Uno
de los familiares que presenció la detención arbitraria declaró a la autoridad
que “de forma violenta los sacaron del domicilio a los 6 agraviados y empujones
los subieron a las camionetas Hummer, encendieron sus unidades y arrancaron sus
vehículos con rumbo a la carretera que viene a San Luis de la Loma (…) como a
las 15:00 horas escuchó disparos de arma de fuego por el rumbo del rancho El
Guayabo, que los disparos no fueron en ráfaga sino disparos salteados,
desconociendo el porqué de los mismos…”.
Un
vecino de Tecpan de Galeana rindió su testimonio ante el Juzgado de Distrito en
el Estado de Guerrero el 3 de noviembre de 2014, “escuché gritos y voces altas
de personas en una como ondanada (sic), me acerqué por la parte de arriba para
tratar de ver qué pasaba, como a cincuenta o sesenta metros debajo de mí vi un
grupo de soldados armados que enfrente tenían a unos hombres hincados, veía
como un soldado los golpeaba con un palo o rifle, no alcancé a ver bien, no me
quedé más tiempo y me fui alejando lentamente por miedo, cuando me iba
alejando, escuché disparos, lo que me dio más miedo y me subí a mi caballo y me
fui de ese lugar procurando no acercarme a ningún camino para no toparme a los
soldados, llegué hasta El Tule como a las seis de la tarde”.
Un
testigo narró a la CNDH lo que vio y escuchó el 1 de septiembre en Tecpan de
Galeana: “el 1 de septiembre de 2012, alrededor de las 15:00 o 16:00 horas se
encontraba buscando unas reses en el terreno del Guayabo, cuando escuchó gritos
a una distancia aproximada de 100 metros, por lo que se asomó y se percató de
un grupo de soldados (…) que eran alrededor de 12 soldados y como 6 civiles,
los cuales estaban parados, que se fijó que los estaban golpeando ya que se
estaban quejando, posteriormente escuchó de dos a tres disparos por lo que se
retiró, al retirarse volvió a escuchar más disparos sin recordar exactamente
cuántos hayan sido, al alejarse observó que habían dos vehículos militares (…)
que la distancia entre los militares y los civiles era de alrededor de un metro
cuando escuchó los disparos”.
Los
golpes que refirió el testigo son coincidente con las lesiones que presentaron
los cuerpos al momento de ser entregados a los familiares, uno de ellos indicó
que “su nariz fue reconstruida y su cara totalmente golpeada”, otro dijo que
“no tenía los dientes de frente y toda la cara morada y que del lado derecho de
su cara estaba reconstruida”; y uno más dijo que “el cuerpo de mi nieto lo
revisé y me percaté que había sido torturado, ya que presentaba piquetes en la
cara y golpes en todo el cuerpo”.
Las
contradicciones
Las
propias declaraciones de los soldados se contraponen entre ellas. Uno de ellos
dijo que “encontrando una cuatrimoto con dos personas quienes al ver al
personal militar efectuaron disparos con armas de fuego en su contra, en lo que
el personal militar trataba de protegerse, los agresores huyeron en la
cuatrimoto”; y otro afirmó que “seis personas armadas viajaban en dos
cuatrimotos, mismos que al percatarse de la presencia de personal militar,
accionaron sus armas en su contra, intentando darse a la fuga, y al repeler
dicha agresión estas resultaron privadas de la vida”.
Estos
dichos son contrarios a la propia puesta a disposición que realizaron respecto
al número de cuatrimotos y la forma como las encontraron: “a inmediaciones del
poblado El Tule y El Tirador, municipio de Tecpan de Galeana, Guerrero, se
observó dos cuatrimotos abandonadas sobre una brecha entre los matorrales,
motivo por el cual se efectuó un reconocimiento a pie…”
Otra
inconsistencia en la que incurrieron los soldados fue la duración de supuesto
enfrentamiento. Uno de ellos declaró que: “la agresión que duró aproximadamente
como quince o veinte minutos había un grupo al mando…”; y su compañero indicó
que “… se escuchaban disparos con arma de fuego por parte de los civiles y los
militares que duró aproximadamente como cinco minutos…”.
En
octubre de 2012 comparecieron los dueños de las cuatrimotos, uno señaló que
militares se llevaron la cuatrimoto negra, sin ningún motivo, cuando se
encontraba en una de sus “huertas”; y el segundo afirmó que elementos del
ejército mexicano se llevaron la cuatrimoto roja sin ninguna razón cuando la
misma se encontraba afuera de su negocio.
La
evidencias, peritajes, testimonios y declaraciones revelaron la “ejecución
arbitraria” que elementos del Ejército mexicano intentaron disfrazar de
“enfrentamiento” para evadir su responsabilidad ante la ley.
lrc
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