29 oct 2006

Joel Ortega el bueno

Textos sobre el libro de Joel Ortega presentado la tarde del viernes en el sur del DF; la primera es una colaboración de Rogelio Hernández López publicada este sábado 28 de octubre en Milenio Diario y la otra es un ensayo de Arturo Martínez Nateras - quien hace mucho se declaro marxista lenonista (por John Lennon), recibido por correo electrónico; ambos son amigos de Joel desde el Partido Comunista Mexicano.
Entre excomunistas te veas
El Otro Camino de Joel Ortega Juárez
La irreverencia como método libertario
Para Marcelino Perelló el texto “es un reportaje agudo, contradictorio, como su tiempo, y un testimonio valiente… El relato agrega abigarrado y lúcido será sin duda polémico.

Joel Ortega presentó ayer su libro autobiográfico
Sólo así, como libertario, se puede entender a un personaje de la izquierda que, a contracorriente, rechaza liturgias ideológicas, o hacer héroes, o capillas políticas o reverenciar a nadie, ni siquiera de palabra; el que como líder estudiantil encaró a Luis Echeverría para decirle masacrador, que como dirigente comunista calificó de dinosaurio a Arnoldo Martínez Verdugo y a Cuauhtémoc Cárdenas de príncipe indígena sin carisma. Es el mismo que, desde la izquierda, ayudó a ganar a Fox y ahora le espeta: “Vicente, te arrugaste. Sacaste al PRI de Los Pinos y lo regresaste por la ventana”.

Joel Ortega Juárez, líder del 68, militante desde joven del extinto PCM, fundador del sindicalismo universitario y del PMS y PSUM antecesores del PRD ya cumplió 60 años y como articulista en MILENIO sigue siendo ese irreverente natural, “libertario” de vocación, como lo relata en 367 páginas de su libro, autobiográfico, El Otro Camino. Cuarenta y cinco años de trinchera en trinchera.
Ese libro, para Jorge Castañeda Gutman, representa “un género poco explorado en México; ni los políticos, ni los empresarios, ni los intelectuales suelen compartir con nosotros sus memorias… esta es una historia fascinante, la de Joel y del país en el último medio siglo. La cuenta bien y bonito, explicando, revelando, analizando momentos y movimientos que han sido estudiados muchos de ellos, pero no narrados ni sentidos. Ya no habrá posiblemente vidas así”.
Para Marcelino Perelló el texto “es un reportaje agudo, contradictorio, como su tiempo, y un testimonio valiente… El relato agrega abigarrado y lúcido será sin duda polémico. En buena hora. No podía ser de otra manera viniendo de un hombre que cultiva con esmero, cual preciosa y frágil orquídea, el desacato”.
"Muchos se irritarán por los juicios de Joel” advierte, en el prólogo, José Woldenberg, también político de izquierda, ex presidente del IFE y ahora presidente del Instituto de Estudios de la Transición Democrática.
Ortega como le apoda el periodista Jorge Meléndez Preciado narra su juventud en los barrios populares y bravos de Santa Julia, allá por Popotla, muy cerca del Casco de Santo Tomás.
Y de sus vínculos con la política, Joel repasa cómo se inició y cómo transitó, velozmente, del enamoramiento por la revolución cubana, por el Che y por Fidel a la la irreverencia y después al desprecio por “Castro”. Relata el apoyo que él y Jorge Castañeda prestaron, en 2003, a los disidentes cubanos Vladimiro Roca, Elizardo Sánchez, Ruben Lau y al poeta Raúl Rivero.
La juventud comunista, la revuelta estudiantil de 1968, luego la era del terror, las masacres contra líderes y los grupos armados en los setenta, la desaparición del PCM y otras muchas páginas son narradas detallistamente por un protagonista central, como la formación del Grupo San Ángel hasta la promoción de Cuauhtémoc Cárdenas, al que le retiró la palabra porque “su gobierno en el DF fue un fracaso estrepitoso”.
La crítica de Ortega Juárez es desalmada contra las izquierdas políticas de México: “… se diluyeron en la construcción de un partido sin programa, sin estructura, cohesionadas por un caudillo anticarismático y de poco brillo intelectual”, punza en sus conclusiones.
Las partes más novedosas, por lo poco público de los sucesos, son los movimientos que se hicieron desde la izquierda para apoyar a Vicente Fox en las elecciones de 2000. Joel, el “güero” Castañeda, Porfirio Muñoz, el hijo de Heberto Castillo y otros que querían impulsar la transición democrática, calcularon indispensable sacar al PRI de Los Pinos y entonces se les atravesó el “ranchero, simpático y dicharachero”.
“Fue el peor negocio político”, escribe en ese esfuerzo para enriquecer la mermada cultura política.
México/Rogelio Hernández López

El hereje pontifical/Arturo Martínez Nateras
2006-10-27

Joel Ortega Juárez escribió su testimonial editado por el FCE, 2000 ejemplares, 368 páginas, cinco apartados y un apéndice; con prólogo de José Woldemberg y notas de solapa de Marcelino Perelló y Jorge Castañeda.
El libro El otro camino. Cuarenta y cinco años de trinchera en trinchera se lee con gusto. Leer en Acapulco es uno de los placeres insospechados. Al terminar esta lectura me sentí muy bien, contento con un muy grato sabor de boca, divertido y ciertamente viajando por los túneles de la nostalgia y del tiempo. Espero que pronto otros compañeros se decidan a escribir y encuentren editores que les publiquen. Lo mejor de El otro camino es que terminó por convencerme de volver sobre las huellas de nuestras andanzas.

Los jóvenes comunistas, la mayoría éramos muchachos mas corrientes que comunes, llenos de idealismo y también de amor, de alegría. Los provincianos, éramos desmadrozos por excelencia estábamos muy lejos de las poses heroicas y grandilocuentes. Leo a los sexagenarios de mi generación tan solemnes y cariacontecidos que francamente me llenan de risa. Nadie cogía, nadie cachondeaba, nadie se emborrachaba y somos una generación de alcohólicos, nadie se las tronaba…. Los héroes como los ángeles no tienen sexo. Joel nos quedó a deber el relato de la travesía sobre el atlántico en el crucero de la pasión con Josefina y la de Pablo con Elvira… Joel por lo menos no es un renegado de los ideales de los jóvenes comunistas.

El testimonio de un actor o testigo de sucesos públicos es un género libre, que puede ser un excelente insumo para los historiadores. El testimonio es una expresión del individuo, de la subjetividad humana. Quien testimonia cuenta lo que quiere y se calla lo que desea. Joel no es la excepción. No obstante los anchos márgenes del género, el testimonio gana con la consulta y las ayudas documentales de memoria y cuando es riguroso multiplica su valor. No hay nada mas infiel que la memoria que tiende a ser cómplice de uno mismo.
Joel cuenta su vida desde la óptica del capitalino de barrio, recrea una buena parte de sus apreciaciones sobre movimientos sociales y políticos que conmovieron al país y sembraron el semen de la transformación democrática. Sin reserva recomiendo su lectura. Como los recuerda cuenta los hechos. Quien testimonia tiene una parte de la película, la de su óptica y su entorno, de sus anhelos, intereses y los afanes de trascendencia. El testimoniador suele creer ser o haber sido, el ombligo del universo y ni por asomo admite siquiera la menor posibilidad de error. Joel según Joel, siempre tuvo la razón en todo lo vivido y lo realizado. Joel es un hereje dogmático, un guardian celoso de los mandamientos de la sacrosanta inquisición disfrazada de heterodoxia.
Joel es su familia, sus padres y hermanos, sus esposas e hijos. Me une a Joel una relación afectiva. Además de vida política compartimos momentos muy gratos en las temporadas amistosas con Pablo y con él. Por ellos conocí el desaparecido Kukú de aquellos chamorros de cerdo con papas y cerveza alemana, que después sería el lugar preferido con María de la Luz; ella solidaria acompañó creo que en nutrición a doña Mary, la madre de Joel, durante los últimos días de aquel doloroso cáncer, su dulce madrecita me regaló un billete de la lotería cuando salí de la cárcel, creo que Joel me acompañó a Tuxpan en diciembre de 1971.
Joel fue un dirigente destacado en la UNAM, especialmente el 10 de junio de 1971 y el 14 de marzo de 1973. Militante de la juventud y del partido comunista, de la Central Nacional de Estudiantes Democráticos, sindicalista en la UNAM, foxista de convicción, zapatista de ocasión, libertario por autodefinición, escribano y escritor, articulista y editor.
Joel siempre Joel. El fugitivo del poder siempre detrás del poder, por más que pretenda vender la imagen del libertario heterodoxo, hierático se autodefine y también gozoso usufructuario de las mieles del comunismo internacional en no pocos viajes de placer y de estudios. Joel libo el amargo néctar de la exclusión en su fallido asalto a la corte foxiana. Joel siempre congruente con sus incongruencia e inconsistencias. Amigo de sus amigos y víctima del uso de sus incondicionalidades, desechado y mal pagado por las ingratitudes de aquellos a quienes prestó sus servicios y oficios políticos. Joel evade en el libro su relación sadomasoquista y las causas de su distanciamiento con Pablo Gómez Àlvarez, el gran amor de su vida. Mucho me hubiese gustado conocer algunos pormenores de cuando ellos introdujeron en el PCM las prácticas fraudulentas y alteraron los resultados de la elección del CC del XVIII Congreso del PCM para desacreditar a algunos de los directivos, entre ellos a mí, a quien redujeron algunas decenas de votos en la primera elección en urnas y mediante voto secreto.
Joel cuenta, cuenta bién y bonito una parte de los esfuerzos de miles de jóvenes de aquella generación; de los comunistas sesenteros y reconstruye las fobias que han sido medulares en su existencia ya sexagenaria. Me gustó mucho el prólogo de Pepe Woldemberg y como él dice el testimonio es superior al silencio que hoy envuelve nuestro pasado inmediato. JWR señala con tino “la forma superficial y pontificia de abordar algunos pasajes complejos”
En El otro camino, Ortega Juárez aborda asuntos que ameritan algunas precisiones o francamente debates por su alejamiento con los hechos reales. Obviamente que las concepciones soporte de la vida de Joel son las suyas propias y de ellas o sobre de ellas polemizamos oportunamente. Joel comete el error de eregir su estatua de héroe a costa de honras y descréditos. Joel calla tanto o mucho más de lo que dice —Marcelino dixit—. Allá él.
Algunas precisiones a vuelapluma. Palabra contra palabra.
La huelga de 1966 en la UNAM —marzo-mayo— es un acontecimiento histórico, una victoria clara del movimiento estudiantil y de la conducción de la Juventud Comunista, de la CNED y de sus aliados. Los compañeros de la Facultad de Derecho, del Partido Estudiantil Progresista y del Club de la JCM 26 de Julio tienen los méritos mayores Sin la renuncia del doctor Ignacio Chávez y la asunción del ingeniero Javier Barros Sierra, nadie podría entender al 68 mexicano. Todo empezó cuando ganaron la sociedad de alumnos postulando a José Enrique Rojas Bernal como presidente y desde allí frente al autoritarismo de Chávez y a las pretensiones de imponer al nuevo director siempre vinculados al rechazo al nefasto cuerpo de vigilancia que hacía de las suyas. Reducir la huelga de 1966 a una conspiración contra Ignacio Chávez desde la presidencia es por lo menos desatinado. El 66 en la UNAM es uno de los movimientos mas importantes y menos comprendidos. No es real como sostiene Joel que el dirigente principal haya sido Leopoldo Sánchez Duarte, hijo de don Leopoldo Sánchez Celis, exgobernador de Sinaloa, partidario del aspirante presidencial Emilio Martínez Manotuo. Las decisiones principales y las iniciativas de la lucha que daría pie al ensayo del Consejo estudiantil Universitario eran del Club 26 de Julio donde figuraban camaradas como José Barragán Gómez, Arturo Zama Escalante, Rubén Valdespino García, nuestra entrañable Cecilia Soto, la Nacha, la Tita, Ladislao Hernández, Sergio Mújica Montoya, El chito y tantos y tantos mas. El polito en el mejor de los casos era un activista colocado en el primer plano con su expulsión a quien su padre se llevó a Sinaloa para evitar tanta suspicacia. Fue Enrique Rojas Bernal quien le arrancó a Chávez la firma en un texto de renuncia cuyo original conserva en su despacho en la Notaría a su cargo. Los méritos de otros compañeros como los de Economía, de Ciencias, de Políticas, de las prepas, de medicina son insoslayables. En 1966 se consolidó la formación la nueva generación de dirigentes universitarios y estudiantiles a nivel nacional. Aquella victoria fue obra colectiva de las fuerzas universitarias democráticas, entre ellas de manera relevante de la JCM y de la CNED. Gracias a ello poco después Arturo Zama Escalante sería elegido Consejero técnico y consejero universitario, surgiría en derecho el Directorio estudiantil; Pablo Gómez ganaría la presidencia de la mesa directiva en Economía; en Ciencias destacaría Marcelino Perelló, Gilberto Guevara Niebla, Rosa Luz Alegría, en Filosofía Roberto Escudero, Luis González de Alba; Raúl Moreno Wonche en Medicina y tantos y miles más…Por desgracia no existen ni los testimonios detallados y la historia de esta gesta está pendiente. Rafael Aguilar Talamantes organizador de la CNED, inmerso en los preparativos del Congreso Constituyente mantuvo su liderazgo y consejo cotidiano con los compañeros de la UNAM y especialmente en Derecho
Pobre hasta el exceso es la flaca memoria sobre los movimientos en la UNAM. Joel debió atender las recomendaciones que dice le hizo Enrique Krause. El texto está plagado de imprecisiones y desatinos. Por principio de cuentas no es cierto que “lo cierto fue que el 26 de mayo se realizó un mitin gigantesco en la explanada, un grupo de derecho entró a la rectoría y el rector tuvo que renunciar…el grupo encabezado por Leopoldo Sánchez Duarte conminó al doctor Chávez a renunciar. Le puso la renuncia sobre el escritorio y le obligó a firmar…”y siguen las fantasías (pp 126 y 127)
Justo el mismo 26 de abril—no de mayo— horas después, José Enrique Rojas Bernal era elegido, a propuesta de Talamantes y aclamado presidente de la CNED al frente de un comité ejecutivo nacional amplio fiel reflejo de las alianzas y de una política incluyente que procurábamos llevar a la práctica los militantes comunistas en los centros de estudio. Este fue siempre uno de los temas mas ásperos en el debate con los agrupamientos y partidos que disputaban concepciones con la JCM y la CNED.
• Existen otros temas universitarios que ameritan precisión. Anoto el referido a la posición encontrada de Joel contra la mayoría de los comunistas sobre la huelga del STEUNAM a la que se sumaría con reticencias después de un rechazo inicial amparados en el tema de la clausula de exclusión y del purismo universitario. Campa y la inmensa mayoría apoyamos activamente la huelga, participamos en la conducción y con Evaristo Pérez Arreola ya militante del PCM logramos la firma del contrato colectivo y el reconocimiento pleno del sindicalismo en las universidades. Después confrontamos a Soberón en contra del denominado Apartado C del Artículo 123, logramos y redactamos del texto constitucional que incorpora la autonomía universitaria y los derechos sindicales a la Constitución. La unificación de los sindicatos y el nacimiento del STUNAM fue iniciativa de Evaristo Pérez Arreola. Permanentemente lo veníamos planteando pero la coyuntura se presentó a raíz de una huelga sin salida para lo cual Evaristo pactó con Eliazer Morales y el núcleo del SPAUNAM la fusión y a partir de su pacto se procesó la decisión en los respectivos órganos de dirección.
Joel se excede en las consideraciones personales sobre el debate en torno a la visita de Luis Echeverría a la UNAM. Este es su día memorable y en abono a ello valdría la pena reconstruir los hechos. La pugna no se dio entre los salvadores de la pureza socialista y revolucionaria y los comunistas ortodoxos o del aparato. El riesgo lo corrimos todos, cada uno desde la posición propia y la línea acordada en la dirección con la participación de todos incluso del prio Joel.
Imposible abordar todos los asuntos del libro pero mucho me gustaría que Joel platicase como le hizo para llegar en tren a Dolores Hidalgo si a la cuna de la independencia no llega el ferrocaril
• El 26 de julio de 1968. Joel andaba de viaje rumbo a Sofía Bulgaria pero este dato no puede servir como coartada para afirmar que esa tarde “La FNET…encabezó la denuncia de estos hechos represivos y se sumó a una manifestación organizada por la Juventud Comunista, el 26 de Julio en el Hemiciclo a Juárez. Ese día confluyeron las marchas, La de la FNET…y los comunistas con sus aliados, siempre peleados, divididos, pero en pie de lucha” (pp142) Parece increíble que casi 40 años después se escriba con tanta ligereza sobre lo sucedido el 26 de julio. La FNET nunca se sumó a nuestra manifestación a pesar de los esfuerzos que hicimos con los compañeros del IPN que formaban parte del CEN de la FNET. Los muchachos de la Vocacional cinco hicieron hasta lo imposible para convencerlos a hacer una sola marcha. Ellos nunca aceptaron, se deslindaron de nosotros según eso para evitar riesgos de provocación. La marcha de la FNET partió de la Ciudadela rumbo al Casco y nuestros camaradas mantuvieron las consignas de marchar al centro y lograron convencer a una buena cantidad de politécnicos quienes dejaron solos a los dirigentes oficialistas. Nosotros los encontramos. Después de la primera madriza nos concentramos en el Hemiciclo, ya organizados avanzamos y fuimos reprimidos, acosados, golpeados por los granaderos. Todavía logramos realizar un mitin, de nuevo en el Hemiciclo del cual doy cuenta en un relato especial. A partir de allí se desencadenó la ola represiva entre el 26 al 30 con cientos de detenidos en un operativo en contra nuestra, destinado a exterminar y aniquilar a los comunistas. El centro de la ciudad de México fue escenario de incontables batallas durante esos días.
Menos mal que Joel no reniega, aun cuando se equivoque en detalles importantes. Otra es la actitud por ejemplo de Gilberto Guevara Niebla.
• La otra táctica en el CNH. El tema de la vuelta a clases. Joel propone bien algunas reflexiones de fondo sobre la táctica del movimiento, las responsabilidades del CNH, de los representantes, y por supuesto que las nuestras de los jóvenes comunistas. Este es un magnífico ejercicio mental que debemos encarar desde ahora al 2008 con motivo del 40 aniversario del 68. Los comunistas discutimos el asunto de proponer el levantamiento de la huelga manteniendo la lucha y el movimiento. Lo hicimos primero entre algunos de nosotros, llevamos la discusión a una reunión de activo realizada el 14 de septiembre, al otro día de la manifestación del silencio.
Joel es ese empeño para edificarse la estatua al héroe y al mártir escribe en relación a la idea del levantamiento de la huelga “ Cuando planteamos estas ideas en un Activo (reunión plenaria de la Juventud Comunista), el Búho, Marcelino y yo casi nos linchan” (p155) Según recuerdo y apoyado en textos como Los días y los años de Luis González de Alba nosotros sí aprobamos llevar estos planteamientos al CNH, perdimos la votación pero allí queda constancia de nuestra alta responsabilidad. Los comunistas intentábamos actuar como dirigentes no como simples representantes. Este era el meollo de nuestras divergencias con los generales de la derrota.
La reunión del Activo empezó con un par de intervenciones una de Leonel Posadas Segura y una mía exponiendo nuestra percepción y un paquete de propuestas para fortalecer la lucha y preservar la organización; para avanzar manteniendo una ofensiva política inteligente mucho más después del éxito rotundo de la manifestación del silencio.
¿Qué dicen otros autores? Tanto Raúl Álvarez Garín: La estela de Tlatelolco; como Luis González de Alba y Gilberto Guevara Niebla. La libertad nunca se olvida es diferentes libros y ensayos coinciden en acusarnos de introducir, desde septiembre el tema del levantamiento de la huelga. Cada uno a su manera y con estilo propio usan el tema para batir lanzas en contra de la juventud comunista y de sus delegados. ¿Quién tiene razón?
¡Sí! Nosotros propusimos sin éxito el levantamiento de la huelga cuando hacerlo implicaba obtener una gran victoria, mantener y desarrollar el movimiento y en momentos en los cuales los riesgos de represión brutal eran más que evidentes. Luis González de Alba en su libro Las mentiras de mis maestros, parece a punto de una dubitativa corrección autocrítica: quizá, probablemente el desenlace pudo ser distinto. Los resultados son los que fueron y el pretérito imperfecto del subjuntivo es la conjugación de los pendejos, pero como gimnasia mental es muy válido para situar la responsabilidad de cada quien.
Sigo pensando en la inmensa falta que hace el relato de Marcelino Perelló Valls. Mi amigo José Barragán murió y no dejó su testimonio como también creo imprescndibles los de Carpóforo Cortés y los compañeros de la Voca Siete, los de Benito Collantes y de la Prepa siete, de Ceferino Chávez y Martha Servín de Biológicas, de Herlinda Sánchez Laurel, por supuesto de César Enciso; de nuestras muchachas universitarias y normalistas que no eran pocas y si muy chulas. Tengo un encantador texto de José David Vega y así entre muchos podemos armar un precioso mosaico de los comunistas del 68 mexicano.
• Los del movimiento y los del aparato. Joel persiste en la desatinada división de la JCM, de la CNED y del PCM en dos polos. “Siempre formé parte del ala disidente del PCM, y de la JCM, es decir de quienes estábamos en el movimiento de masas, en este caso el movimiento estudiantil o el sindical, y eso fue importante porque nos daba una sensibilidad diferente, teníamos un horizonte distinto a los partido encerrado en los locales” (p129). “Es necesario distinguir la existencia de dos grandes grupos en el Partido Comunista y en el Juventud Comunista, de un lado la gente del aparato, de la dirección y, de otro, la gente con algún tipo de vínculo de masas que ahora puede traducirse como sociedad civil: estudiantes, profesores, obreros, campesinos…”(p 73) Inventa un grupo de seguridad en el II Congreso de la JCM que los abucheo y hostilizó.
De entrada admito la existencia de un aparato permanente. Sin embargo las verdaderas diferenciaciones ocurrían entre diferentes concepciones y percepciones de compañeros de lucha. Joel describe algunas de ellas y siempre son entre dirigentes sociales, políticos de masas. Es importante poner las cosas en su lugar.
El aparato organizaba los congresos, cargó a cuestas con las diferentes campañas a esos camaradas les corresponden los méritos de la realización práctica y el milagro del acopio de recursos para la construcción del Partido, para la sobre vivencia de sus cuadros directivos y profesionales. Sin ellos, todo hubiese sido mucho más difícil pues además hacían las cosas con mucha alegría, con cariño; resistiendo estoicos las majaderías de cuadros hambrientos, famélicos y desesperados.
Los del aparato también están entre los conquistadores del registro del PCM entregado como legado generoso al PSUM, al PMS y después al PRD.
Durante aquellos formar parte del aparato del PCM y de la JCM, de sus direcciones, en especial la de la JC, lejos de ser un privilegio significaba sacrificios al por mayor, privaciones, ser presa visible del blanco de la persecución e incluso menosprecio, por quienes fugaces, desordenados e irresponsables de manera absurda distanciaban a los comunistas del movimiento y a los del aparato. La inmensa mayoría de ellos provenían del movimiento de masas y nutrieron las filas de los organizadores permanentes.
Fueron conspiradores eficientes. Participaron en infinidad de acciones y actividades no legales o francamente ilegales. Se las gastaba como los meros buenos en la clandestinidad, en la falsificación de documentos, en el resguardo de compañeros, en la atención a las escuelas de cuadros del país y de fuera. Los del aparato son los comunistas a quienes siempre han tratado de marginar y de expulsar de la vida y quienes surgen y resurgen a pesar de todos los pesares. No mi querido Joel las cosas se desenvolvía de otra manera
El mismo relato de Joel, salvo las pugnas cupulares, describe conductas, contradicciones y tomas de posición de dirigentes y activistas del movimiento mismo. Los miembros de la dirección de la JCM, de los sesenta y los setenta en su inmensa mayoría eran dirigentes inmersos en el movimiento, y como él mismo dice acreditados y con alta capacidad de movilización. El debate en el III Congreso de la JCM se libró entre las posturas extremas de quienes planteaban la línea armada y quienes postulaban perseverar en la lucha de masas.
Joel llegó a ser tan hereje que fungió como huésped, confidente y dama de compañía de Arnoldo Martínez Verdugo, como su aliado leal.
Miscelanea. Sería imposible en un acercamiento como este hacer la crónica de todo el libro y mucho menos debatir las sentencias pontificales que lo ameritan. Joel empobrece el texto con sus expresiones despectivas relacionadas con líderes de la talla de Evaristo Pérez Arreola quien además fue especialmente solidario con Joel. Ortega en cambio no regatea mieles al Fiscal Ignacio Carrillo Prieto quien tiene méritos pero también cometió desatinos altamente costosos. Entre las imprecisiones destaco que en 1971 no hubo amnistía a los presos políticos, (p111) que quienes salieron del país admitieron un autoexilio solicitado, pactado y convenido en lo oscurito, nosotros la mayoría de los presos comunistas respetamos su decisión pero no la compartimos, quienes camaradas, se acogieron a la medida fueron objeto de solidaridad y de comprensión. ¿Votamos por seguir presos? Este es un planteamiento muy sesgado. Nosotros votamos en contra de un autoexilio admitido, mantuvimos la vertical y finalmente salimos los últimos el 21 de diciembre de 1971. A mi me detuvieron en noviembre de 1968 no en 1969…Me parece grave sentenciar y admitir que a Joel Arriaga y a Enrique Cabrera los haya ejecutado El Yunque. No está claro pero los indicios apuntan en contra de Echeverría y el aparato policiaco y militar nacional y estos crímenes son parte del exterminio y de los delitos de lesa humanidad cometidos por el gobierno mexicano…
Enhorabuena Joel. La lucha sigue, uno se coloca en cada momento en la trinchera propia. Me quedo con el grato sabor de la lectura y le obsequio a Joel Ortega un par de días plenos, tiempo suficiente para leer El otro camino y para escribir estas líneas. Sea por las hazañas compartidas, por los agridulces y por aquella generación nuestra. La lucha sigue y los 40 años del 68 serán un nuevo tiempo de reflexión. Total como dice Arturo Zama, dentro de 200 mil años ya no quedará nada de nosotros, nada, ni la nada…



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