3 mar 2025

Las columnas políticas hoy, lunes 3 de marzo de 2025

 La declaración de nuestra Presidenta en la mañanera de hoy, a pocas horas de los aranceles de Trump..

"En esto hay que tener temple, serenidad y paciencia y tenemos plan A, plan B, plan C, plan D, entonces vamos a esperar el día de hoy", dijo...

-¿Todavía está en pie la posibilidad de que haya contacto con el Presidente Trump en el transcurso de este día?, se le preguntó.


"Sí, todo es posible, todo es posible, serenidad y paciencia, mi querido Solín, diría Kalimán", respondió entre risas, muy a su estilo..

El gobierno de Trump aseguró ayer que los aranceles van...ello a pesar de los esfuerzos "razonables" que México y Canadá han hecho para fortalecer sus fronteras con Estados Unidos, y a pesar de regalo entregado de Sheiunbaum el pasado jueves de 29 presuntos criminales…

Todo ello por encima de la ley, una acción sin precedente que le marca tiempo al tiempo y que con ello podría definir la presidencia de Sheinbaum Pardo; la salida "legal", tanto de Omar Garca Harfush de que había jueces que los iban a liberar -como sabemos la presidencia del CJF emitio un duro comunicado-, Y más el comentario  Gertz Manero de aplicar el artículo  quinto de la Ley de Seguridad Nacional es pueril, vergonzante para una fiscal que se precie.

Además, la entrega de 29 narcotraficantes no detuvo las amenazas militares contra México, al contrario…

En la nota del The Wall Street Journal de tres reporteros versados, José de Córdoba, Santiago Pérez y Vera Bergengruen,  no especifica si la amenaza del jefe del Pentágono ocurrió en su llamada con el titular de la el Secretario de la Defensa Nacional Ricardo Revilla o  el Secretario de Marina Raymundo Morales,..

El cartón de OBI en reforma.com, hoy

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Columna Estrictamente Personal

Están juntando la artillería/Raymundo Riva Palacio

EL Financiero,  marzo 03, 2025 |

Veintinueve figuras del narcotráfico de alto perfil desterradas a Estados Unidos el jueves pasado por encima de las leyes mexicanas fue una acción sin precedente que podría definir la presidencia de Claudia Sheinbaum. La expulsión de criminales que abarca tres generaciones de narcotraficantes a lo largo de casi 40 años estuvo sobre la mesa de la Presidenta desde hace varias semanas, pero fue hasta las vísperas del fin del ultimátum del presidente Donald Trump para que, a cambio de cancelar aranceles, dieran resultados hacia la eliminación de la “intolerable alianza del gobierno” con el crimen organizado y el combate al fentanilo, que se apresuró la acción.

En Washington no le agradecieron —salvo un reconocimiento tímido del secretario de Estado, Marco Rubio, un día después—, pero le mandaron posteriores recordatorios de lo que realmente quieren: que entregue a funcionarios ligados con los cárteles de las drogas. Aunque no lo han dicho con todas sus letras, las declaraciones sobre la vinculación del gobierno con los cárteles parecen estar centradas en la administración del expresidente Andrés Manuel López Obrador, porque nunca existió esa demanda antes y hoy la han fraseado en ese sexenio.

Hay una gran paradoja para López Obrador en lo que se está viviendo. Fue él quien le metió a Trump la idea de que en México había un “narcoestado”, cuando a cambio de hacer todo lo que quisiera en materia de migración, que era su prioridad, lograra que el exsecretario de Seguridad Pública, Genaro García Luna, detenido en Dallas a fines de 2019, imputara a decenas de políticos, empresarios, dueños de medios de comunicación y periodistas en el periodo del neoliberalismo, que le facilitaría la demolición del régimen vigente.

García Luna se negó a declarar contra los apuntados en la lista. En cambio, en septiembre del año pasado, escribió una carta desde la cárcel en Brooklyn poco antes de que lo condenaran tras ser encontrado culpable por un jurado de recibir dinero del Cártel de Sinaloa, donde aseguró que había registros —evidencias— de los gobiernos de ambos países sobre la vinculación de López Obrador con el crimen organizado. En ocho años, el “narcoestado” que buscó infructuosamente que Estados Unidos le desmantelara tuvo un giro radical, perfilando Trump una versión mexicana del Proceso 8000 que se vivió en Colombia.

El Proceso 8000 se dio en los 90, cuando el Cártel de Cali, que contribuyó a la caída de Pablo Escobar y el Cártel de Medellín, incrementó su capacidad militar y económica y comenzó a penetrar estructuralmente al poder político. Las nuevas leyes electorales colombianas le facilitaron inyectar recursos a la campaña presidencial de Ernesto Samper —que fue absuelto en dos ocasiones por el Congreso—, y para las legislativas. La infiltración del narcotráfico en las estructuras políticas no ha desaparecido, y el presidente Gustavo Petro está luchando contra las acusaciones formuladas por su hijo de que su campaña recibió dinero del narcotráfico.

Las analogías entre México y Colombia llevan años. La entonces secretaria de Estado Hillary Clinton equiparó en 2010 a los cárteles mexicanos con los colombianos de los 90 por sus tácticas guerrilleras y el uso de autos-bomba. Trump, sin trazar paralelismos, ha vinculado estructuralmente a los cárteles mexicanos con el régimen que comenzó a construir López Obrador. Tener capos en sus cárceles no lo satisface. Lo que hizo Claudia Sheinbaum, López Obrador se había negado a hacer, señaló la procuradora general Pam Bondi, horas después de que les entregaran a los 29 criminales. Lo que busca Trump lo delineó el viernes en una entrevista con la revista británica The Spectator, al anticipar que pediría a Bondi una investigación a políticos mexicanos para establecer sus vínculos con los cárteles y el tráfico de fentanilo.

La entrega de 29 narcotraficantes no detuvo las amenazas militares contra México. Son amagos imposibles de saber si se cumplirán, porque la virulencia de Trump en las relaciones internacionales deja abierta cualquier posibilidad. Lo que existe actualmente son grandes similitudes con lo que se hizo hace casi tres décadas en Colombia. Uno es el Proceso 8000 y otro el Plan Colombia, donde el papel central para combatir a los cárteles y frenar el tráfico de drogas lo tuvieron la CIA, por encima de la DEA, y el Pentágono, que capacitó a las Fuerzas Armadas colombianas.

En México, desde el secuestro de Ismael El Mayo Zambada el año pasado, la DEA quedó relegada a un segundo lugar en el combate al narcotráfico en este país. La CIA está tomando ese papel, con la intensificación de las actividades de espionaje humano y tecnológico. Bajo la nueva dirección de la CIA, está en marcha la planificación de operaciones clandestinas para recolectar información —mediante drones— que permitan combatir y desmantelar a los cárteles. En esta fase no está claro si, como en Colombia, en coordinación con el gobierno sudamericano, la CIA planeó asesinar a los líderes de las FARC, que había pasado de ser una mera guerrilla a un cártel de drogas.

Se desconoce hasta dónde está colaborando realmente el gobierno de Sheinbaum en las acciones militares y de espionaje estadounidenses contra los cárteles mexicanos, porque luce descolocado ante las crecientes acciones ofensivas, y las contradicciones públicas en las que incurren no permiten determinar qué sabe y qué desconoce de lo que está haciendo la Administración Trump. Sin embargo, el calor de la narcopolítica continúa subiendo y presionando a Palacio Nacional.

Ante esto, Sheinbaum está dejando de actuar ortodoxamente. El destierro de 29 narcotraficantes cruzó una raya que la coloca distante de su predecesor y mentor López Obrador, que ignoró los pedidos de extradición de varios de los capos de las drogas que fueron entregados en Estados Unidos el jueves. Se sabe parcialmente que varios de ellos y algunos otros de los que capturó el actual gobierno tienen información que pudiera ser comprometedora para figuras del nuevo régimen, lo que lleva a la pregunta si Sheinbaum, para salvar su gobierno y darle viabilidad a la presidencia, está políticamente dispuesta a continuar el camino que empezó el jueves pasado y cortarse una pierna para que la gangrena no le contamine el resto del cuerpo.

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Coordenadas

Corre la cuenta regresiva para los aranceles/ Enrique Quintana

El Financiero, marzo 03, 2025 |

Si no ocurre un cambio de última hora, mañana será el primer día desde que entró en vigor el TLCAN, hace poco más de 31 años, en el que las exportaciones mexicanas a Estados Unidos pagarán arancel.

Hace un mes estuvimos a punto de llegar a esa condición, pero una conversación telefónica de la presidenta Sheinbaum y el presidente Trump permitió una pausa de un mes.

Sheinbaum dijo lo siguiente en la conferencia mañanera del lunes 24 de febrero:

“Estamos teniendo estas conversaciones… esperamos que esta misma semana, porque es el lunes (la fecha límite), (por lo que) este viernes necesitaríamos estar llegando ya a acuerdos importantes. Estaría, si es necesario, buscando otra llamada por teléfono con el presidente Trump, lo que haga falta”.

Llegó el viernes y no se anunció ningún acuerdo. Y hasta ahora, tampoco se ha informado de la programación de alguna conversación telefónica de Sheinbaum con Trump.

No hubo ninguna comunicación de los funcionarios mexicanos que estuvieron en Washington que sugiriera un acuerdo próximo y en cambio, sí el señalamiento de Howard Lutnick, secretario de Comercio del gobierno de Estados Unidos, en una entrevista ayer en la cadena Fox News:

“Ellos (México y Canadá) han hecho bastante. Y en este momento (Trump) está pensando en cómo quiere jugar con México y Canadá. Y esa es una situación fluida. El martes habrá aranceles para México y Canadá y vamos a dejar que el presidente y su equipo negocien exactamente cuáles son éstos”.

“Tanto México como Canadá han hecho un trabajo razonable en la frontera. Ambos están trabajando duro en la frontera. Hemos tenido el menor número de cruces fronterizos más bajo de la historia, bajo el gobierno de Donald Trump, gracias a su capacidad para negociar con Canadá y México”.

Así que todo indica que habrá aranceles, pero también se ha abierto la puerta para que éstos no sean generalizados y quizás tampoco de 25 por ciento.

El impacto económico y financiero que puedan tener dependerá tanto de su alcance y magnitud, como de la perspectiva que se establezca.

Será muy diferente el golpe si afecta, digamos al 20 o 30 por ciento de las exportaciones totales y son del 10 por ciento, que si tiene un alcance para el 75 por ciento y la tasa es de 20 por ciento.

También será relevante si se define algún calendario para su revisión o si se aplican de manera indefinida.

Esos elementos serán determinantes igualmente para definir la respuesta que dará México.

Una posibilidad es que aplique de manera inmediata aranceles en represalia a un conjunto de productos que impacten políticamente en Estados Unidos, pero que pesen lo menos posible en la inflación doméstica.

Por ejemplo, sería impensable un arancel al maíz, que tendría fuerte impacto en los precios.

Otra opción sería continuar negociando y aplicar los aranceles en represalia solo si no hay señales de avance en las conversaciones que se establezcan.

Sea cual sea la determinación que tome el gobierno de Trump, no terminará la incertidumbre el día de hoy o mañana.

Seguramente seguiremos con más preguntas que respuestas respecto a lo que debemos esperar en materia comercial para este año, probablemente incluyendo una revisión anticipada del TMEC.

Por lo pronto, veremos si en las próximas horas o mañana temprano Trump hace oficial el tan esperado anuncio.

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La Feria

Estado fallido o narcoestado/Salvador Camarena

EL FINANCIERO, marzo 03, 2025 | 

Todo juicio cuenta una historia. A veces lo que discute, descubre o resuelve un tribunal confirma lo que la gente ya creía sobre el hecho bajo proceso. En otras, el final es contrario a lo que la mayoría pensaba. Llegado el caso, la sentencia quedará como versión oficial.

El obradorismo hizo del juicio en Estados Unidos en contra de Genaro García Luna un potente cincel con el cual esculpía al calderonismo como un sexenio donde el narcotráfico gobernó infiltrado en el mismísimo gabinete de Felipe Calderón.

Para construir esa narrativa, el régimen aprovechó plenamente el juicio en Nueva York en contra del exsecretario de Seguridad de Calderón. Todo lo que se escuchó en Brooklyn contra el policía del segundo sexenio panista fue tomado como si del Evangelio se tratara.

¿Vale la pena decir, sobre García Luna o sobre otros juicios a mexicanos en suelo estadounidense, que la justicia de ese país no es ni perfecta ni ajena a las humanas motivaciones de revancha, codicia o intereses (políticos, injerencistas, etc.) de agencias de Washington?

En un momento en que se precisa el más firme patriotismo, uno que no cayera en excesos en ningún sentido, el gobierno de Claudia Sheinbaum ha decidido entregar fast track a Estados Unidos a 29 personas que estaban bajo proceso en México por graves delitos.

La polémica entrega, que deja al gobierno mexicano fuera de la causa judicial contra esos personajes al punto de que a algunos se les podría aplicar la pena de muerte, excepcional en nuestro país, abre de par en par la puerta para que el Tío Sam decida contar la historia de México como un Estado fallido o incluso un narcoestado.

Donald Trump es la peor versión de sí mismo y, que nadie se engañe, cada día se esforzará por ir más abajo. En apenas seis semanas ya ha declarado que no aceptará que Ucrania no entregue sus minerales en compensación, o que Gaza se resista a ser uno más de sus resorts.

A ese mandatario México le acaba de entregar 29 personajes del crimen organizado. Gente que, sin prejuzgar culpabilidad, pero también sin subestimar sus crímenes e historial, irá a tribunales en donde, a final de cuentas, en el banquillo estarán México y sus instituciones.

Washington dice que los que le entregaron son los culpables, en mayúscula, de las muertes por adicciones en Estados Unidos. Sin ser falso, es muy insuficiente. Para hacer justicia por esas víctimas, como en efecto México reclama, habría que ver también, por ejemplo, quién se beneficia en EU del tráfico de armas estadounidenses a los cárteles.

Tan pronto como esta semana iniciará la pasarela de los entregados. La TV de Estados Unidos contará la historia de que el sheriff Trump pudo hacer que México le enviara culpables de crímenes tan añejos como 1985 (Caro Quintero vs. Kiki Camarena) y años subsecuentes.

¿Cómo puede ser que estos señores hicieran lo que hicieron? Se preguntará el auditorio, ávido de más capítulos de la serie. Porque en México gobiernan los cárteles, repetirán los mismos que en campaña dijeron que EU debía actuar extraterritorialmente.

En México dirán que se trata de narcos del pasado. Suerte con ese argumento. Cuando con García Luna decidieron que la justicia del vecino del norte era un oráculo incuestionable, Morena instituyó a su propio juez, y a ese ahora le ofrendan delincuentes.

Quizá no había de otra. Ya nunca lo sabremos. Por lo pronto, lo único cierto es que el show que nos pintará como un Estado fallido o narcoestado está por iniciar. Bien dijo Trump: con México vamos muy bien.

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Caro Quintero, una bomba nuclear para Estados Unidos/Héctor De Mauleón

El Universal 03/03/2025 |

Apenas un año después del secuestro, tortura y asesinato del agente de la DEA Enrique “Kíki” Camarena, a manos de dos de los jefes del Cártel de Guadalajara, Rafael Caro Quintero y Ernesto Fonseca Carrillo, Don Neto, congresistas de Estados Unidos afirmaron en una sesión pública que no había la menor posibilidad de que el gobierno mexicano revelara la verdad del caso.

El agente de la DEA Héctor Berrellez había sido nombrado coordinador de la Operación Leyenda, la investigación encargada por la agencia antidrogas para averiguar qué había ocurrido en realidad con Camarena, secuestrado a las puertas del consulado de Estados Unidos en Guadalajara, y cuyo cuerpo apareció un mes después completamente destrozado: con todas las costillas rotas, con el cráneo fracturado a golpes y las huellas de un sufrimiento inenarrable que se prolongó por varias horas.

Berrellez había actuado durante varios años como agente infiltrado en México. Hablaba español desde la infancia. Formaba parte de uno de los grupos de agentes más duros de la DEA. En un antro de los bajos fondos de Guadalajara pudo averiguar que, como iba a ocurrir 40 años más tarde con El Mayo Zambada, en tiempos del gobernador de Sinaloa Rubén Rocha Moya, el equipo de seguridad de Don Neto estaba integrado por policías judiciales del estado.

Le dieron un nombre: Jorge Godoy. Le llamó por teléfono y le dijo: “Soy el jefe de la DEA desde aquí hasta la Patagonia. No tienes dónde esconderte. Pero si me cuentas la verdad, puedo ayudarte”.

Godoy había estado en la casa de la calle Lope de Vega donde Camarena fue torturado. Al final, Berrellez pudo llegar hasta otros dos judiciales de Jalisco que formaban parte del círculo de protección de Fonseca Carrillo: el agente René López y el jefe de seguridad del capo, el comandante Ramón Lira.

Los tres habían presenciado la tortura de Camarena. Fueron interrogados por separado y sin que tuvieran oportunidad de interactuar entre ellos. Relataron que Caro Quintero y Fonseca Carrillo tenían credenciales de la Dirección Federal de Seguridad, expedidas en el tiempo en que Manuel Bartlett fue secretario de Gobernación, y contaron que en el interrogatorio y tortura de Camarena le preguntaron a este qué sabía de un rancho en Veracruz, propiedad de Caro Quintero, y qué sabía sobre la relación de los narcotraficantes con figuras de alto nivel del gobierno federal.

A Berrellez, los tres testigos, que se volvieron protegidos, le dijeron que un hombre con acento cubano había dirigido el interrogatorio de Camarena e incluso lo había registrado en una grabadora. En medio de la tortura, el personaje con acento cubano le preguntó insistentemente al agente de la DEA qué sabía del grupo contrarrevolucionario, que operaba en Nicaragua, conocido como Los Contras.

A Berrellez el hecho le brincó. ¿Un cubano preguntando sobre los Contras, el grupo guerrillero financiado de manera clandestina por la CIA para evitar que Cuba y la Unión Soviética pudieran instalar una cabeza de playa en Nicaragua, bajo el gobierno “comunista” de Daniel Ortega? En 1984, el Congreso de Estados Unidos le había negado a la CIA recursos para financiar dicha operación. Las fuentes de Berrellez le informaron que en el rancho de Caro Quintero en Veracruz el mismo personaje con acento cubano, quien se hacía llamar Max Gómez, había sido visto por los testigos entregando armas a Don Neto y Caro Quintero y llevándose en avionetas drogas y armas.

Concluyó que la CIA estaba colaborando con los narcos mexicanos, como una forma de financiar de manera oculta a los Contras.

Berrellez presentó a los informantes fotografías de varios agentes de la agencia central de inteligencia estadounidense. Todos ubicaron a Max Gómez como el hombre que dirigió el interrogatorio de Enrique Camarena. Solo que Max Gómez se llamaba Ismael Félix Rodríguez, y era un agente muy cercano al exdirector de la CIA y futuro presidente de Estados Unidos, George W. Bush.

Félix Rodríguez había sido reclutado durante la presidencia de Ronald Reagan por el comandante Oliver North, quien luego fue declarado culpable de haber operado el financiamiento ilegal en el escándalo conocido como Irán-Contras –años más tarde se desestimaron los cargos en su contra.

Los testigos de Berrellez, que hicieron públicas sus declaraciones en la serie “The Last Narc”, ubicaron a Max Gómez-Félix Rodríguez en la tortura de Camarena, en el rancho de Veracruz, y en la reunión en la que se planeó el secuestro del agente de la DEA, en la que según afirman estuvo presente Manuel Bartlett.

A Camarena le vendaron los ojos para interrogarlo. Héctor Berrellez cree que esta es la prueba de que no pensaban asesinarlo. “Pero se atravesó el temperamento desquiciado de Caro Quintero y todo se les salió de control”, cuenta Berrellez. Uno de los testigos relató que al ver moribundo a Camarena, Don Neto le reclamó a Caro: “¡Ya valimos madres!”.

Berrellez afirma que el gobierno de Estados Unidos nunca estuvo realmente interesado en extraditar a Caro, “porque él es una bomba nuclear: si en su juicio, y para evitar la pena de muerte, accede a decir lo que sabe, se va a revivir el tema de la CIA, del financiamiento a los Contras, de George W. Bush, de Félix Rodríguez, y de la relación de la CIA con los narcos mexicanos”.

Concluye Berrellez: “Según los testigos, Manuel Bartlett estuvo en la junta en la que se decidió el secuestro de Camarena. Los tres policías lo vieron. Cuando la CIA pidió ayuda al gobierno mexicano, fue él quien le propuso la ruta para que el financiamiento ilegal siguiera llegando a los Contras, a través de la alianza entre la CIA y el dinero producto de la droga aportado por el Cártel de Guadalajara”.

Cuando el cuerpo de Camarena apareció en un camino de Michoacán, relatan los testigos, Don Neto confesó: “Ya los políticos nos abandonaron”. Ninguno le contestaba el teléfono.

“Rafael Caro Quintero no solo es un problema para los políticos mexicanos. Si habla, inevitablemente, va a convertirse en una bomba nuclear de este lado de la frontera”, me dijo ayer Berrellez.

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