El comandante Fidel Castro concedió su primera entrevista en la televisión estatal cubana tras más de cien días sin imágenes públicas suyas, concretamente desde el 5 de junio.
El programa, Mesa Redonda Informativa, de este viernes 21 de septiembre el líder cubano conversó sobre asuntos internacionales, se refirió a los rumores que circulan en torno a su salud y evitó, de nuevo, hablar sobre el futuro de Cuba.
Ego sum qui sum; analista político, un soñador enamorado de la vida y aficionado a la poesía.
21 sept 2007
Marxismo y liberalismo
- Nostalgia del marxismo/Gabriel Tortella, catedrático de Historia económica en la Universidad de Alcalá
¿Recuerdan ustedes la guerra fría? Yo, sí, y pienso en ella con nostalgia. Otra vez contracorriente, pensarán los lectores. Es posible, y por ello, como el alcalde Pepe Isbert en Bienvenido, Mr. Marshall, os debo una explicación y os la voy a dar. La guerra fría enfrentaba a dos sistemas sociales que encarnaban dos ideologías, dos concepciones de la sociedad y de la historia: la marxista y la liberal. Esta confrontación causó grandes problemas y peligros, pero, con todo, competían dos intentos racionales de comprender al ser humano en sociedad. El que uno de los dos sistemas haya prevalecido y haya derrotado al otro, arrojándolo a la papelera de la Historia (cosa que el perdedor había anunciado repetidamente que haría con el ganador), no dice nada, necesariamente, acerca de la irracionalidad del perdedor. Puede indicar que estaba equivocado, pero no que fuera irracional.
Marxismo y liberalismo son sistemas de pensamiento racionales que incluso se basan en supuestos no tan diferentes: los dos parten de la economía de mercado y se inspiran en el pensamiento de Adam Smith y David Ricardo, los dos padres de la economía clásica. La diferencia estriba en que Marx era pesimista en cuanto a la capacidad del ser humano para adaptarse a las situaciones cambiantes. En especial, sus empresarios eran unos seres no ya sin entrañas, sino con la falta del raciocinio necesario para comprender que, compartiendo una parte de los beneficios con sus trabajadores, sus probabilidades de garantizar la duración del sistema eran mucho mayores. En realidad, los empresarios resultaron ser mucho más racionales de lo que Marx pensaba, fueron capaces de transigir, pactar y compartir, y el capitalismo, humanizado por el sistema de seguridad social que hemos dado en llamar Estado de bienestar, ha terminado por imponerse: sus detractores hablan desabridamente del “pensamiento único”.
Con todos los horrores del comunismo soviético, la guerra fría enfrentaba a dos sistemas que se pretendían racionales. Se hablaba entonces repetidamente del peligro de la guerra caliente entre las dos grandes potencias nucleares, de la posibilidad de la DTM (destrucción total mutua); pero eso nunca ocurrió, y creo que las probabilidades de que ocurriera eran mucho menores de lo que los interesados querían hacernos creer, porque en eso también eran racionales y se comportaban como dos luchadores encarados o como dos jugadores de póquer, lanzando faroles o bravatas para amedrentar al otro, para evitar esa espantosa confrontación que tanto se temía. Lo peor de la guerra fría, a mi modo de ver, eran las alianzas que traía consigo, las malas compañías que fomentaba, el apoyo a las dictaduras de uno y otro signos (por ejemplo, Franco, Trujillo, Pinochet, Chiang-kai-chek, de un lado; Ulbricht, Castro, Gaddafi, Mengistu, Kim-il Sung, Mao-tse-tung, de otro). Junto a esto, también dentro de las propias metrópolis la guerra fría tenía su coste: mucho mayor del lado comunista, porque peor que el estalinismo es difícil encontrar un sistema político; pero el maccarthismo y las red-scares (las histerias anticomunistas) tampoco fueron episodios amables en la historia de la gran potencia liberal. En este sentido, el fin de la guerra fría sí ha representado una clara mejora. Muchas dictaduras cayeron al perder el apoyo con que contaban por mor de la tensión internacional; en Rusia, si Putin es un personaje bastante siniestro y la democracia rusa tiene una legitimidad muy discutible, la comparación con Stalin lo salva casi todo. En Europa occidental, la desaparición de los partidos comunistas ha introducido una mayor flexibilidad en el juego político. En Estados Unidos, se me dirá, la situación, en cambio, ha empeorado: Guantánamo, Patriot Act, etcétera. A eso precisamente quiero yo ir.
Fracasado el ensayo comunista, desprestigiado el marxismo, el pensamiento “anti-sistema” se ha entregado con fruición al irracionalismo. Los que antes hablaban de “plusvalía”, de “acumulación”, de “internacionalismo” o de “centralismo democrático”, hoy hablan de “sensibilidades”, de “realidades nacionales”, de “hechos diferenciales” o de “derechos de los pueblos”; los que ayer se conmovían por la suerte del trabajador alienado y explotado, hoy vibran por el folklore y la tradición; los que eran agnósticos o ateos, ahora respetan tremendamente todas las religiones (menos la católica); los que soñaban con el progreso y proyectaban el futuro, hoy quieren volver al pasado preindustrial y, si es medieval, mejor; los que pensaban que la historia era la lucha de clases, hoy profesan que es la lucha de tribus. En otras palabras, lo que antes era pensamiento crítico se ha convertido en sentimiento crítico. Como la racionalidad está del lado del liberalismo, al diablo la racionalidad, viva el sentimiento, la identidad, el irracionalismo.
Esta nueva izquierda antirracional nació en Estados Unidos en los años sesenta del siglo pasado, defendiendo causas tan nobles como la igualdad racial y el fin de la guerra de Vietnam; eran los hippies, los flower people, muchos de los cuales se afiliaron a religiones asiáticas y místicas. Aquella Nueva Izquierda de los años sesenta desconfiaba de la razón, porque el sistema que odiaban era racional. Pero aquello no tenía gran porvenir ni como política ni como filosofía, y los hippies acabaron siendo sustituidos por los yuppies; Bill Gates reemplazó a Maharishi Yoghi como ídolo de la juventud. Sin embargo, en las décadas siguientes aparecieron en el mundo nuevas reservas de irracionalismo mucho más potentes. De un lado, en el Tercer Mundo, el deseo de alcanzar el nivel de vida occidental se ha trocado en desesperanza, rechazo y recurso a la religión en su versión más retrógrada y violenta. El enemigo es el mundo occidental y el refugio es el fanatismo religioso. En Europa y en América Latina, el tribalismo también ha sustituido al marxismo: en los Balcanes, en Bélgica, en España, en Bolivia, en Ecuador, en Chiapas. El terrorismo impredecible ha sustituido a la guerra fría. Y ante el terror omnipresente e indiscriminado, también Estados Unidos fue presa del pánico irracional que dio lugar a la absurda “guerra al terror” y a la inexplicable invasión de Irak. Hemos entrado en un círculo vicioso alarmante: el odio y el miedo fomentan la conducta irracional; ésta da lugar a violencia, a miedo y a odio, y a la reacción irracional. En este sentido, el mundo se ha vuelto infinitamente más peligroso que cuando competían dos intentos racionales de comprender la sociedad y la historia. Marx era un adversario mucho más noble que Putin, Ahmadineyad, Otegi o Bin Laden: de ahí la nostalgia
Six years after 11-S
Democracy, not terror, is the engine of political Islam/ William Dalrymple, the author of The Last Mughal: The Fall of a Dynasty, Delhi 1857
THE GUARDIAN, 21/09/2007;
Six years after 9/11, throughout the Muslim world political Islam is on the march; the surprise is that its rise is happening democratically - not through the bomb, but the ballot box. Democracy is not the antidote to the Islamists the neocons once fondly believed it would be. Since the US invaded Afghanistan and Iraq, there has been a consistent response from voters wherever Muslims have had the right to vote. In Lebanon, Iran, Iraq, Palestine, Pakistan, Egypt, Turkey and Algeria they have voted en masse for religious parties in a way they have never done before. Where governments have been most closely linked to the US, political Islam’s rise has been most marked.
Much western journalism in the six years since 9/11 has concentrated on terrorist groups, jihadis and suicide bombers. But while the threat of violence remains very real, those commentators who have compared what they ignorantly call “Islamofascism” to the Nazis are guilty of hysteria: the differences in relative power and military capability are too great for the comparison to be valid, and the analogies that the neocons draw with the second world war are demonstrably false. As long as the west interferes in the Muslim world, bombs will go off; and as long as Britain lines up behind George Bush’s illegal wars, British innocents will die in jihadi atrocities. But that does not mean we are about to be invaded, nor is Europe about to be demographically swamped, as North American commentators such as Mark Steyn claim: Muslims will make up no more than 10% of the European population by 2020.
Yet in concentrating on the violent jihadi fringe, we may have missed the main story. For if the imminent Islamist takeover of western Europe is a myth, the same cannot be said for the Islamic world. Clumsy and brutal US policies in the Middle East have generated revolutionary changes, radicalising even the most moderate opinion, with the result that the status quo in place since the 1950s has been broken.
Egypt is typical: at the last election in 2005 members of the nominally banned Muslim Brotherhood, standing as independents, saw their representation rise from 17 seats to 88 in the 444-seat people’s assembly - a five-fold increase, despite reports of vote-rigging by President Mubarak’s ruling National Democratic Alliance. The Brothers, who have long abjured violence, are now the main opposition.
The figures in Pakistan are strikingly similar. Traditionally, the religious parties there have won only a fraction of the vote. That began to change after the US invasion of Afghanistan. In October 2002 a rightwing alliance of religious parties - the Muttahida Majlis Amal or MMA - won 11.6% of the vote, more than doubling its share, and sweeping the polls in the two provinces bordering Afghanistan - Baluchistan and the North West Frontier Province - where it formed ultra-conservative and pro-Islamist provincial governments. If the last election turned the MMA into a serious electoral force, there are now fears that it could yet be the principle beneficiary of the current standoff in Pakistan.
The Bush administration proclaimed in 2004 that the promotion of democracy in the Middle East would be a major foreign policy theme in its second term. It has been widely perceived, not least in Washington, that this policy has failed. Yet in many ways US foreign policy has succeeded in turning Muslim opinion against the corrupt monarchies and decaying nationalist parties who have ruled the region for 50 years. The irony is that rather than turning to liberal secular parties, as the neocons assumed, Muslims have lined up behind parties most clearly seen to stand up against aggressive US intervention.
Religious parties, in other words, have come to power for reasons largely unconnected to religion. As clear and unambiguous opponents of US policy in the Middle East - in a way that, say, Musharraf, Mubarak and Mahmoud Abbas are not - religious parties have benefited from legitimate Muslim anger: anger at the thousands of lives lost in Afghanistan and Iraq; at the blind eye the US turns to Israel’s nuclear arsenal and colonisation of the West Bank; at the horrors of Abu Ghraib and the incarceration of thousands of Muslims without trial in the licensed network of torture centres that the US operates across the globe; and at the Islamophobic rhetoric that still flows from Bush and his circle in Washington.
Moreover, the religious parties tend to be seen by the poor, rightly or wrongly, as representing justice, integrity and equitable distribution of resources. Hence the strong showing, for example, of Hamas against the blatantly corrupt Fatah in the 2006 elections in Palestine. Equally, the dramatic rise of Hizbullah in Lebanon has not been because of a sudden fondness for sharia law, but because of the status of Hassan Nasrallah, Hizbullah’s leader, as the man who gave the Israelis a bloody nose, and who provides medical and social services for the people of South Lebanon, just as Hamas does in Gaza.
The usual US response has been to retreat from its push for democracy when the “wrong” parties win. This was the case not just with the electoral victory of Hamas, but also in Egypt: since the Brothers’ strong showing in the elections, the US has stopped pressing Mubarak to make democratic reforms, and many of the Brothers’ leading activists and business backers, as well as Mubarak’s opponent in the presidential election, are in prison, all without a word of censure from Washington.
Yet on a recent visit to Egypt I found everywhere a strong feeling that political Islam was there to stay, and that this was something everyone was going to have to learn to live with; the US response had become almost irrelevant. Even the Copts were making overtures to the Brothers. As Youssef Sidhom, who edits the leading Coptic newspaper, put it: “They are not going away. We need to enter into dialogue, to clarify their policies, and end mutual mistrust.”
The reality is that, like the Copts, we are going to have to find some modus vivendi with political Islam. Pretending that the Islamists do not exist, and that we will not talk to them, is no answer. Only by opening dialogue are we likely to find those with whom we can work, and to begin to repair the damage that self-defeating Anglo-American policies have done to the region, and to western influence there, since 9/11
THE GUARDIAN, 21/09/2007;
Six years after 9/11, throughout the Muslim world political Islam is on the march; the surprise is that its rise is happening democratically - not through the bomb, but the ballot box. Democracy is not the antidote to the Islamists the neocons once fondly believed it would be. Since the US invaded Afghanistan and Iraq, there has been a consistent response from voters wherever Muslims have had the right to vote. In Lebanon, Iran, Iraq, Palestine, Pakistan, Egypt, Turkey and Algeria they have voted en masse for religious parties in a way they have never done before. Where governments have been most closely linked to the US, political Islam’s rise has been most marked.
Much western journalism in the six years since 9/11 has concentrated on terrorist groups, jihadis and suicide bombers. But while the threat of violence remains very real, those commentators who have compared what they ignorantly call “Islamofascism” to the Nazis are guilty of hysteria: the differences in relative power and military capability are too great for the comparison to be valid, and the analogies that the neocons draw with the second world war are demonstrably false. As long as the west interferes in the Muslim world, bombs will go off; and as long as Britain lines up behind George Bush’s illegal wars, British innocents will die in jihadi atrocities. But that does not mean we are about to be invaded, nor is Europe about to be demographically swamped, as North American commentators such as Mark Steyn claim: Muslims will make up no more than 10% of the European population by 2020.
Yet in concentrating on the violent jihadi fringe, we may have missed the main story. For if the imminent Islamist takeover of western Europe is a myth, the same cannot be said for the Islamic world. Clumsy and brutal US policies in the Middle East have generated revolutionary changes, radicalising even the most moderate opinion, with the result that the status quo in place since the 1950s has been broken.
Egypt is typical: at the last election in 2005 members of the nominally banned Muslim Brotherhood, standing as independents, saw their representation rise from 17 seats to 88 in the 444-seat people’s assembly - a five-fold increase, despite reports of vote-rigging by President Mubarak’s ruling National Democratic Alliance. The Brothers, who have long abjured violence, are now the main opposition.
The figures in Pakistan are strikingly similar. Traditionally, the religious parties there have won only a fraction of the vote. That began to change after the US invasion of Afghanistan. In October 2002 a rightwing alliance of religious parties - the Muttahida Majlis Amal or MMA - won 11.6% of the vote, more than doubling its share, and sweeping the polls in the two provinces bordering Afghanistan - Baluchistan and the North West Frontier Province - where it formed ultra-conservative and pro-Islamist provincial governments. If the last election turned the MMA into a serious electoral force, there are now fears that it could yet be the principle beneficiary of the current standoff in Pakistan.
The Bush administration proclaimed in 2004 that the promotion of democracy in the Middle East would be a major foreign policy theme in its second term. It has been widely perceived, not least in Washington, that this policy has failed. Yet in many ways US foreign policy has succeeded in turning Muslim opinion against the corrupt monarchies and decaying nationalist parties who have ruled the region for 50 years. The irony is that rather than turning to liberal secular parties, as the neocons assumed, Muslims have lined up behind parties most clearly seen to stand up against aggressive US intervention.
Religious parties, in other words, have come to power for reasons largely unconnected to religion. As clear and unambiguous opponents of US policy in the Middle East - in a way that, say, Musharraf, Mubarak and Mahmoud Abbas are not - religious parties have benefited from legitimate Muslim anger: anger at the thousands of lives lost in Afghanistan and Iraq; at the blind eye the US turns to Israel’s nuclear arsenal and colonisation of the West Bank; at the horrors of Abu Ghraib and the incarceration of thousands of Muslims without trial in the licensed network of torture centres that the US operates across the globe; and at the Islamophobic rhetoric that still flows from Bush and his circle in Washington.
Moreover, the religious parties tend to be seen by the poor, rightly or wrongly, as representing justice, integrity and equitable distribution of resources. Hence the strong showing, for example, of Hamas against the blatantly corrupt Fatah in the 2006 elections in Palestine. Equally, the dramatic rise of Hizbullah in Lebanon has not been because of a sudden fondness for sharia law, but because of the status of Hassan Nasrallah, Hizbullah’s leader, as the man who gave the Israelis a bloody nose, and who provides medical and social services for the people of South Lebanon, just as Hamas does in Gaza.
The usual US response has been to retreat from its push for democracy when the “wrong” parties win. This was the case not just with the electoral victory of Hamas, but also in Egypt: since the Brothers’ strong showing in the elections, the US has stopped pressing Mubarak to make democratic reforms, and many of the Brothers’ leading activists and business backers, as well as Mubarak’s opponent in the presidential election, are in prison, all without a word of censure from Washington.
Yet on a recent visit to Egypt I found everywhere a strong feeling that political Islam was there to stay, and that this was something everyone was going to have to learn to live with; the US response had become almost irrelevant. Even the Copts were making overtures to the Brothers. As Youssef Sidhom, who edits the leading Coptic newspaper, put it: “They are not going away. We need to enter into dialogue, to clarify their policies, and end mutual mistrust.”
The reality is that, like the Copts, we are going to have to find some modus vivendi with political Islam. Pretending that the Islamists do not exist, and that we will not talk to them, is no answer. Only by opening dialogue are we likely to find those with whom we can work, and to begin to repair the damage that self-defeating Anglo-American policies have done to the region, and to western influence there, since 9/11
Entrevista a Bravo Mena
Héctor Figueroa entrevista a Luis Felipe Bravo Mena
Excélsior, 21/09/2007
El embajador de México en el Vaticano, Luis Felipe Bravo Mena, sostuvo que la Santa Sede no ejerce hoy ninguna "presión diplomática" para que se amplíen los derechos políticos de los sacerdotes en nuestro país, aunque reconoce que la ampliación de garantías a los ministros de culto sí forman parte de la agenda de la Santa Sede.
A 15 años del restablecimiento de relaciones con el Estado Vaticano, el diplomático expuso que el diálogo con dicha entidad, que dirige el papa Benedicto XVI, ha alcanzado "plena madurez" y no existe entre ambas partes ningún tema que no se pueda tratar.
Respecto a las reformas al artículo 130 constitucional y a la promulgación de la Ley de Asociaciones Religiosas y Culto Público, que también cumplen tres lustros este año, Bravo Mena reconoce que éstas dejaron "temas pendientes" que son "evidentes".
—En esta relación ¿no pesa que el jefe de Estado del Vaticano sea además el líder religioso de los católicos de México? ¿Es realmente una relación diplomática de dos Estados?
—Bueno, la relación diplomática contempla fundamentalmente una relación entre dos entes de carácter jurídico internacional y en esos términos es que se lleva la relación diplomática. La relación Iglesia-Estado la lleva la Secretaría de Gobernación en los términos que marca la ley y la Constitución. Por supuesto, no podemos dejar de ver que la Santa Sede tiene una doble condición y los temas de asuntos religiosos son de política interna en los términos que establece la Constitución de la separación Iglesia-Estado.
—¿Qué evaluación hace de los cambios legales que se hicieron hace 15 años en momentos en que el nuevo nuncio apostólico en México, Christophe Pierre, ha pedido que se "profundicen" los derechos políticos de los sacerdotes católicos?
—Hay temas pendientes que, desde que se hizo la reforma, quedaron establecidos en el debate parlamentario, y que recientemente han sido puestos en evidencia y han sido recordados por los obispos de México y por la Santa Sede. Tienen que ver con la libertad religiosa en términos de medios de comunicación y otros rubros. Es una posición de la Santa Sede de la cual nosotros tomamos nota de ella y que seguramente son motivo de las pláticas que tienen en forma permanente los obispos de México con las autoridades del país.
—¿Usted considera que deben ampliarse los derechos de los ministros de culto?
—Como embajador yo tomo nota de las expresiones, de las posiciones que ellos expresan y como embajador no debo expresar ninguna posición personal, porque mi papel es ser un canal de comunicación de las posiciones de cada uno.
—¿Consideraría que la relación es mejor que hace 15 años?
—Hoy la relación es madura porque se tiene la forma de comunicarse, los canales abiertos, se habla con franqueza, se habla con realismo y no existe ningún tema que no se pueda tratar.
—¿Cree que el presidente Calderón tiene más clara la separación Iglesia-Estado que Fox, quien realizó acciones más como creyente que como jefe de Estado?
—Creo que todos los presidentes a partir de que se establecieron las relaciones diplomáticas han tenido relaciones muy correctas y se han conducido con seriedad y con cuidado; todos los presidentes han hecho visitas y ahora recién el presidente Calderón y no veo porque hay que hacer comparaciones, todas contribuyen a la buena marcha de la relación diplomática. Le diré que la visita de Calderón en su primer año de gobierno fue muy bien valorada aquí y fue importante que el nuevo Papa y la Curia Romana conocieran a nuestro nuevo Presidente, así como tener temas coincidentes a favor de la paz, de la migración, de la justicia internacional.
—¿Existen presiones por parte del Vaticano para que haya mayores derechos políticos para los ministros de culto católicos en México?
—Por la vía diplomática no, le puedo asegurar con toda certeza y con toda sinceridad que por la vía diplomática no conocemos de ninguna presión, en todo caso son posiciones que permanentemente se expresan: que la libertad religiosa se respete a plenitud y son expresiones que se establecen no sólo para México sino para todos los países donde está la Iglesia católica.
—¿Cuándo vendrá el Papa a México?
—En 2008 no, nunca se ha contemplado ese año. Lo que le puedo comentar es que en la Jornada Mundial de la Familia que se realizó recientemente en Valencia, España, y a la cual asistió el Papa, él decidió que la siguiente sede fuera la Ciudad de México en el año 2009; por tanto, se esperará que el Papa asista a México en esa fecha, pero oficialmente no hay ninguna confirmación en este sentido, porque el Vaticano no confirma los viajes del Papa con tanta anticipación. La confirmación de esto se podría tener hasta dentro de unos meses.
—Por último ¿cuál ha sido su papel como embajador? Usted está en el cargo desde finales del sexenio de Fox.
—Yo presenté cartas credenciales el 23 de septiembre de 2005, estoy cumpliendo justamente dos años al frente de la misión. Han sido muy intensos, me tocó la etapa inicial del nuevo pontificado de Benedicto XVI, los cambios que se han producido en la Curia Romana. Nos tocó avanzar en temas de estudio común como la migración. Estamos reflexionando con actos académicos sobre los 15 años de relaciones y en diciembre tendremos presencia en las actividades navideñas del Vaticano, porque el pueblo mexicano tendrá participación con artesanía y arte barroco en la Plaza de San Pedro, en el Nacimiento que se pone y en el aula de audiencias del Papa.
El embajador de México en el Vaticano, Luis Felipe Bravo Mena, sostuvo que la Santa Sede no ejerce hoy ninguna "presión diplomática" para que se amplíen los derechos políticos de los sacerdotes en nuestro país, aunque reconoce que la ampliación de garantías a los ministros de culto sí forman parte de la agenda de la Santa Sede.
A 15 años del restablecimiento de relaciones con el Estado Vaticano, el diplomático expuso que el diálogo con dicha entidad, que dirige el papa Benedicto XVI, ha alcanzado "plena madurez" y no existe entre ambas partes ningún tema que no se pueda tratar.
Respecto a las reformas al artículo 130 constitucional y a la promulgación de la Ley de Asociaciones Religiosas y Culto Público, que también cumplen tres lustros este año, Bravo Mena reconoce que éstas dejaron "temas pendientes" que son "evidentes".
—En esta relación ¿no pesa que el jefe de Estado del Vaticano sea además el líder religioso de los católicos de México? ¿Es realmente una relación diplomática de dos Estados?
—Bueno, la relación diplomática contempla fundamentalmente una relación entre dos entes de carácter jurídico internacional y en esos términos es que se lleva la relación diplomática. La relación Iglesia-Estado la lleva la Secretaría de Gobernación en los términos que marca la ley y la Constitución. Por supuesto, no podemos dejar de ver que la Santa Sede tiene una doble condición y los temas de asuntos religiosos son de política interna en los términos que establece la Constitución de la separación Iglesia-Estado.
—¿Qué evaluación hace de los cambios legales que se hicieron hace 15 años en momentos en que el nuevo nuncio apostólico en México, Christophe Pierre, ha pedido que se "profundicen" los derechos políticos de los sacerdotes católicos?
—Hay temas pendientes que, desde que se hizo la reforma, quedaron establecidos en el debate parlamentario, y que recientemente han sido puestos en evidencia y han sido recordados por los obispos de México y por la Santa Sede. Tienen que ver con la libertad religiosa en términos de medios de comunicación y otros rubros. Es una posición de la Santa Sede de la cual nosotros tomamos nota de ella y que seguramente son motivo de las pláticas que tienen en forma permanente los obispos de México con las autoridades del país.
—¿Usted considera que deben ampliarse los derechos de los ministros de culto?
—Como embajador yo tomo nota de las expresiones, de las posiciones que ellos expresan y como embajador no debo expresar ninguna posición personal, porque mi papel es ser un canal de comunicación de las posiciones de cada uno.
—¿Consideraría que la relación es mejor que hace 15 años?
—Hoy la relación es madura porque se tiene la forma de comunicarse, los canales abiertos, se habla con franqueza, se habla con realismo y no existe ningún tema que no se pueda tratar.
—¿Cree que el presidente Calderón tiene más clara la separación Iglesia-Estado que Fox, quien realizó acciones más como creyente que como jefe de Estado?
—Creo que todos los presidentes a partir de que se establecieron las relaciones diplomáticas han tenido relaciones muy correctas y se han conducido con seriedad y con cuidado; todos los presidentes han hecho visitas y ahora recién el presidente Calderón y no veo porque hay que hacer comparaciones, todas contribuyen a la buena marcha de la relación diplomática. Le diré que la visita de Calderón en su primer año de gobierno fue muy bien valorada aquí y fue importante que el nuevo Papa y la Curia Romana conocieran a nuestro nuevo Presidente, así como tener temas coincidentes a favor de la paz, de la migración, de la justicia internacional.
—¿Existen presiones por parte del Vaticano para que haya mayores derechos políticos para los ministros de culto católicos en México?
—Por la vía diplomática no, le puedo asegurar con toda certeza y con toda sinceridad que por la vía diplomática no conocemos de ninguna presión, en todo caso son posiciones que permanentemente se expresan: que la libertad religiosa se respete a plenitud y son expresiones que se establecen no sólo para México sino para todos los países donde está la Iglesia católica.
—¿Cuándo vendrá el Papa a México?
—En 2008 no, nunca se ha contemplado ese año. Lo que le puedo comentar es que en la Jornada Mundial de la Familia que se realizó recientemente en Valencia, España, y a la cual asistió el Papa, él decidió que la siguiente sede fuera la Ciudad de México en el año 2009; por tanto, se esperará que el Papa asista a México en esa fecha, pero oficialmente no hay ninguna confirmación en este sentido, porque el Vaticano no confirma los viajes del Papa con tanta anticipación. La confirmación de esto se podría tener hasta dentro de unos meses.
—Por último ¿cuál ha sido su papel como embajador? Usted está en el cargo desde finales del sexenio de Fox.
—Yo presenté cartas credenciales el 23 de septiembre de 2005, estoy cumpliendo justamente dos años al frente de la misión. Han sido muy intensos, me tocó la etapa inicial del nuevo pontificado de Benedicto XVI, los cambios que se han producido en la Curia Romana. Nos tocó avanzar en temas de estudio común como la migración. Estamos reflexionando con actos académicos sobre los 15 años de relaciones y en diciembre tendremos presencia en las actividades navideñas del Vaticano, porque el pueblo mexicano tendrá participación con artesanía y arte barroco en la Plaza de San Pedro, en el Nacimiento que se pone y en el aula de audiencias del Papa.
El embajador de México ante la Santa Sede
Héctor Figueroa entrevista a Luis Felipe Bravo Mena, embajador de México ante la Santa Sede.
Publicado en Excelsior, 21/09/2007;
—En esta relación ¿no pesa que el jefe de Estado del Vaticano sea además el líder religioso de los católicos de México? ¿Es realmente una relación diplomática de dos Estados?
—Bueno, la relación diplomática contempla fundamentalmente una relación entre dos entes de carácter jurídico internacional y en esos términos es que se lleva la relación diplomática. La relación Iglesia-Estado la lleva la Secretaría de Gobernación en los términos que marca la ley y la Constitución. Por supuesto, no podemos dejar de ver que la Santa Sede tiene una doble condición y los temas de asuntos religiosos son de política interna en los términos que establece la Constitución de la separación Iglesia-Estado.
—¿Qué evaluación hace de los cambios legales que se hicieron hace 15 años en momentos en que el nuevo nuncio apostólico en México, Christophe Pierre, ha pedido que se "profundicen" los derechos políticos de los sacerdotes católicos?
—Hay temas pendientes que, desde que se hizo la reforma, quedaron establecidos en el debate parlamentario, y que recientemente han sido puestos en evidencia y han sido recordados por los obispos de México y por la Santa Sede. Tienen que ver con la libertad religiosa en términos de medios de comunicación y otros rubros. Es una posición de la Santa Sede de la cual nosotros tomamos nota de ella y que seguramente son motivo de las pláticas que tienen en forma permanente los obispos de México con las autoridades del país.
—¿Usted considera que deben ampliarse los derechos de los ministros de culto?
—Como embajador yo tomo nota de las expresiones, de las posiciones que ellos expresan y como embajador no debo expresar ninguna posición personal, porque mi papel es ser un canal de comunicación de las posiciones de cada uno.
—¿Consideraría que la relación es mejor que hace 15 años?
—Hoy la relación es madura porque se tiene la forma de comunicarse, los canales abiertos, se habla con franqueza, se habla con realismo y no existe ningún tema que no se pueda tratar.
—¿Cree que el presidente Calderón tiene más clara la separación Iglesia-Estado que Fox, quien realizó acciones más como creyente que como jefe de Estado?
—Creo que todos los presidentes a partir de que se establecieron las relaciones diplomáticas han tenido relaciones muy correctas y se han conducido con seriedad y con cuidado; todos los presidentes han hecho visitas y ahora recién el presidente Calderón y no veo porque hay que hacer comparaciones, todas contribuyen a la buena marcha de la relación diplomática. Le diré que la visita de Calderón en su primer año de gobierno fue muy bien valorada aquí y fue importante que el nuevo Papa y la Curia Romana conocieran a nuestro nuevo Presidente, así como tener temas coincidentes a favor de la paz, de la migración, de la justicia internacional.
—¿Existen presiones por parte del Vaticano para que haya mayores derechos políticos para los ministros de culto católicos en México?
—Por la vía diplomática no, le puedo asegurar con toda certeza y con toda sinceridad que por la vía diplomática no conocemos de ninguna presión, en todo caso son posiciones que permanentemente se expresan: que la libertad religiosa se respete a plenitud y son expresiones que se establecen no sólo para México sino para todos los países donde está la Iglesia católica.
—¿Cuándo vendrá el Papa a México?
—En 2008 no, nunca se ha contemplado ese año. Lo que le puedo comentar es que en la Jornada Mundial de la Familia que se realizó recientemente en Valencia, España, y a la cual asistió el Papa, él decidió que la siguiente sede fuera la Ciudad de México en el año 2009; por tanto, se esperará que el Papa asista a México en esa fecha, pero oficialmente no hay ninguna confirmación en este sentido, porque el Vaticano no confirma los viajes del Papa con tanta anticipación. La confirmación de esto se podría tener hasta dentro de unos meses.
—Por último ¿cuál ha sido su papel como embajador? Usted está en el cargo desde finales del sexenio de Fox.
—Yo presenté cartas credenciales el 23 de septiembre de 2005, estoy cumpliendo justamente dos años al frente de la misión. Han sido muy intensos, me tocó la etapa inicial del nuevo pontificado de Benedicto XVI, los cambios que se han producido en la Curia Romana. Nos tocó avanzar en temas de estudio común como la migración. Estamos reflexionando con actos académicos sobre los 15 años de relaciones y en diciembre tendremos presencia en las actividades navideñas del Vaticano, porque el pueblo mexicano tendrá participación con artesanía y arte barroco en la Plaza de San Pedro, en el Nacimiento que se pone y en el aula de audiencias del Papa.
Publicado en Excelsior, 21/09/2007;
—En esta relación ¿no pesa que el jefe de Estado del Vaticano sea además el líder religioso de los católicos de México? ¿Es realmente una relación diplomática de dos Estados?
—Bueno, la relación diplomática contempla fundamentalmente una relación entre dos entes de carácter jurídico internacional y en esos términos es que se lleva la relación diplomática. La relación Iglesia-Estado la lleva la Secretaría de Gobernación en los términos que marca la ley y la Constitución. Por supuesto, no podemos dejar de ver que la Santa Sede tiene una doble condición y los temas de asuntos religiosos son de política interna en los términos que establece la Constitución de la separación Iglesia-Estado.
—¿Qué evaluación hace de los cambios legales que se hicieron hace 15 años en momentos en que el nuevo nuncio apostólico en México, Christophe Pierre, ha pedido que se "profundicen" los derechos políticos de los sacerdotes católicos?
—Hay temas pendientes que, desde que se hizo la reforma, quedaron establecidos en el debate parlamentario, y que recientemente han sido puestos en evidencia y han sido recordados por los obispos de México y por la Santa Sede. Tienen que ver con la libertad religiosa en términos de medios de comunicación y otros rubros. Es una posición de la Santa Sede de la cual nosotros tomamos nota de ella y que seguramente son motivo de las pláticas que tienen en forma permanente los obispos de México con las autoridades del país.
—¿Usted considera que deben ampliarse los derechos de los ministros de culto?
—Como embajador yo tomo nota de las expresiones, de las posiciones que ellos expresan y como embajador no debo expresar ninguna posición personal, porque mi papel es ser un canal de comunicación de las posiciones de cada uno.
—¿Consideraría que la relación es mejor que hace 15 años?
—Hoy la relación es madura porque se tiene la forma de comunicarse, los canales abiertos, se habla con franqueza, se habla con realismo y no existe ningún tema que no se pueda tratar.
—¿Cree que el presidente Calderón tiene más clara la separación Iglesia-Estado que Fox, quien realizó acciones más como creyente que como jefe de Estado?
—Creo que todos los presidentes a partir de que se establecieron las relaciones diplomáticas han tenido relaciones muy correctas y se han conducido con seriedad y con cuidado; todos los presidentes han hecho visitas y ahora recién el presidente Calderón y no veo porque hay que hacer comparaciones, todas contribuyen a la buena marcha de la relación diplomática. Le diré que la visita de Calderón en su primer año de gobierno fue muy bien valorada aquí y fue importante que el nuevo Papa y la Curia Romana conocieran a nuestro nuevo Presidente, así como tener temas coincidentes a favor de la paz, de la migración, de la justicia internacional.
—¿Existen presiones por parte del Vaticano para que haya mayores derechos políticos para los ministros de culto católicos en México?
—Por la vía diplomática no, le puedo asegurar con toda certeza y con toda sinceridad que por la vía diplomática no conocemos de ninguna presión, en todo caso son posiciones que permanentemente se expresan: que la libertad religiosa se respete a plenitud y son expresiones que se establecen no sólo para México sino para todos los países donde está la Iglesia católica.
—¿Cuándo vendrá el Papa a México?
—En 2008 no, nunca se ha contemplado ese año. Lo que le puedo comentar es que en la Jornada Mundial de la Familia que se realizó recientemente en Valencia, España, y a la cual asistió el Papa, él decidió que la siguiente sede fuera la Ciudad de México en el año 2009; por tanto, se esperará que el Papa asista a México en esa fecha, pero oficialmente no hay ninguna confirmación en este sentido, porque el Vaticano no confirma los viajes del Papa con tanta anticipación. La confirmación de esto se podría tener hasta dentro de unos meses.
—Por último ¿cuál ha sido su papel como embajador? Usted está en el cargo desde finales del sexenio de Fox.
—Yo presenté cartas credenciales el 23 de septiembre de 2005, estoy cumpliendo justamente dos años al frente de la misión. Han sido muy intensos, me tocó la etapa inicial del nuevo pontificado de Benedicto XVI, los cambios que se han producido en la Curia Romana. Nos tocó avanzar en temas de estudio común como la migración. Estamos reflexionando con actos académicos sobre los 15 años de relaciones y en diciembre tendremos presencia en las actividades navideñas del Vaticano, porque el pueblo mexicano tendrá participación con artesanía y arte barroco en la Plaza de San Pedro, en el Nacimiento que se pone y en el aula de audiencias del Papa.
No hay enemigo pequeño
Columnas en El Universal sobre el EPR
Estrictamente personal/Raymundo Riva Palacio
Publicado en El Universal, 21/09/2007;
Seis años de frustraciones en el combate al EPR son directamente atribuibles al desorden con el que el ex presidente Fox y su equipo manejaron la inteligencia civil en su sexenio
Recién arrancado su gobierno, la guerrilla recibió al entonces presidente Vicente Fox Quesada con un par de bombazos en instalaciones bancarias, reivindicados por las Fuerzas Armadas Revolucionarias del Pueblo (FARP).
Era el 8 de agosto de 2001 y Fox, bisoño y sin un gabinete experto, presionó al Cisen y a la Policía Federal Preventiva (PFP) para producir resultados. No había pistas que permitieran en ese momento entregar a los responsables, pero Fox estaba empeñado en que le entregaran cabezas en forma casi instantánea.
En el Cisen y la PFP tuvieron que ceder ante las peticiones presidenciales y “reventar” dos casas de seguridad de la guerrilla que venían vigilando de tiempo atrás con el propósito de acumular el mayor volumen de información posible y desmantelar, en definitiva, al EPR.
En una de ellas, en el estado de México, habían vivido el jefe de la guerrilla, Tiburcio Cruz Sánchez, y su esposa, Elodia Canseco Ruiz.
Las fuerzas federales entraron a esa casa, ubicada en el municipio mexiquense de Los Reyes La Paz, al oriente del valle metropolitano, que habitaba en ese momento un carpintero —que se encuentra en la cárcel—, donde encontraron ropas de tipo militar, armas y propaganda del EPR y de sus escisiones, Tendencia Democrática Revolucionaria y las FARP, además de documentos internos, como un manual llamado “Sistema de Información”, y una minuta sobre la ejecución de tres miembros, David, Antonio y Miriam, a quienes acusaban de robo y traición.
En otra de las casas de seguridad, en Xochimilco, al sur de la ciudad de México, donde incautaron armas, dispositivos electrónicos para explosivos, y equipos de cómputo y propaganda, encontraron la pista que los llevó al arresto un mes más tarde de los hermanos Antonio Héctor y Alejandro Cerezo Contreras, hijos de Francisco Cerezo Quiroz, el nombre que por más largo tiempo ha usado Tiburcio Cruz Sánchez.
Con esa operación, la vieja línea de investigación sobre la guerrilla del Cisen y la PFP había quedado desbaratada. La presión de Fox llevó también a un cambio de estrategia en la vigilancia de los movimientos armados sobre la prevaleciente, inspirada por el contralmirante Wilfrido Robledo, director de la PFP en el gobierno de Ernesto Zedillo, que se enfocaba en acumular información sin dar golpes que pusieran en riesgo el paciente proceso de inteligencia.
La dinámica impuesta por la presión de Fox resultó en algunos arrestos, pero dejó intacta la estructura orgánica y operativa de la guerrilla. Robledo fue derrotado por Fox por partida doble, al permitir también que su entonces secretario de Seguridad Pública, Alejandro Gertz Manero, hiciera a un lado todos los considerandos de seguridad nacional y lo persiguiera penalmente, terminando de romper los vínculos que concentraban la información sobre la guerrilla.
Al perder la línea continua de información sobre el EPR, el gobierno intentó recuperarla mediante una estratagema: dejó en libertad a Alejandro Cerezo Contreras en marzo de 2005 y le puso una “cola” permanente para seguirlo.
Esa vigilancia no les dio el resultado esperado. Presionados nuevamente por Fox, los cuerpos de seguridad tuvieron que “reventar” otra casa de seguridad que habían estado vigilando durante dos años. Esa casa se encontraba en San Juan Ixtayoapan, en Tláhuac, una delegación semirrural al sur del Distrito Federal, donde la PFP planeó un operativo para atacar ese objetivo donde, presumían, no sólo vivía la familia Cerezo Contreras y sus padres, sino estaba la comandancia general del EPR.
La PFP envió a tres agentes sin experiencia operacional en trabajo contrainsurgente, y el 23 de noviembre de 2005 fueron linchados. Dos de ellos murieron a golpes y por las quemaduras cuando les prendió fuego una turba manipulada por una célula eperrista, que los había descubierto dos semanas antes y les tendió una trampa. Los servicios de contrainteligencia del EPR habían detectado la presencia de los policías federales y estimularon un linchamiento.
La operación fue un rotundo fracaso. No detuvieron a nadie y el EPR movió su centro de operaciones a la Reserva Tepeyac, en el norte de la capital, donde tenía otra casa de seguridad. Todas las casas de seguridad del EPR en la zona metropolitana de la ciudad de México fueron abandonadas, y las autoridades no han podido restablecer hasta ahora la línea de investigación rota por el conflicto de Gertz Manero contra Robledo, y la insistencia de Fox por resultados inmediatos tras los bombazos. El Cisen, de donde habían salido los dos principales expertos en el EPR, Robledo, hoy fuera de actividad gubernamental, y Genaro García Luna, actual secretario de Seguridad Pública —sin responsabilidad directa en el tema—, también sufrió merma con la llegada de Eduardo Medina Mora, quien encabezó el servicio de inteligencia civil durante casi todo el sexenio foxista.
Medina Mora redujo el número de elementos y, de acuerdo con altos funcionarios federales calderonistas, inició el desmantelamiento humano y tecnológico de la agencia, que viene arrastrando hoy en día.
La información que tiene el Cisen sobre el EPR en la actualidad es obsoleta y deficiente. Por ejemplo, identifican a Edmundo Reyes Amaya, uno de los dos militantes eperristas desaparecidos a fines de mayo pasado, como Constantino Alejandro Cruz Sánchez, a quien también ubican como el número 2 del EPR, y al que afirman tener videograbado en marchas de la Asamblea Popular de los Pueblos de Oaxaca (APPO), durante la larga ocupación de la capital oaxaqueña.
Sin embargo, hay nuevas evidencias sólidas que Reyes Amaya no es quien supone el Centro de Investigación y Seguridad Nacional. Constantino Alejandro, de quien tampoco se tienen noticias cuando menos hace tres meses, recibió un balazo cerca del corazón que le dejó permanentemente la dolencia a fines de los 70, cuando era estudiante en la Universidad Autónoma Benito Juárez en Oaxaca, y el PROCUP, precursor del EPR, pasaba por momentos de fuertes contradicciones internas.
Las fallas del Cisen se han venido multiplicando bajo la conducción del nuevo director, Guillermo Valdés, quien ha venido siendo remplazado gradual pero enérgicamente en esas tareas por el coronel Héctor Tonatiuh Velasco Bernal, jefe de la Sección II del Estado Mayor Presidencial, a quien le están encomendando cada vez más el trabajo de inteligencia sobre la guerrilla que los civiles, en este caso encabezados por un amigo del presidente Felipe Calderón, no han podido hacer.
La participación de los militares, como en otras áreas de la seguridad pública, se va ampliando de manera sobresaliente, y el EPR es su siguiente objetivo, tras varios años de fracasos y frust raciones en su combate y control, porque a quienes responsabilizaron de la inteligencia civil no cumplieron su tarea. Pero no se esperan resultados prontos. Seis años prácticamente echados por la borda, frente a una guerrilla crecientemente sofisticada, son demasiado para empatar el juego. rriva@eluniversal.com.mx
Columna Itinerario Político/Ricardo Alemán
El Universal, 20/09/2007;
EPR: deslinde y justificación
Como pocos de los mensajes emitidos en su nueva etapa de lucha, el más reciente comunicado del Ejército Popular Revolucionario (EPR) deja ver con mayor claridad cuáles son sus objetivos estratégicos, dibuja con nitidez a sus aliados, establece las razones por las que pasó de un activismo regional a acciones de carácter nacional y, sobre todo, acusa lo que el grupo armado considera los errores del gobierno de Felipe Calderón.
En pocas palabras, el EPR deja ver que al calor de la polarización social producto de julio de 2006, encontró las condiciones para salir de su reducto regional para escalar a nivel nacional, que se ampara no en el PRD todo, sino en la corriente de Andrés Manuel López Obrador, que con sus acciones violentas buscaría una interlocución política al más alto nivel —para empujar los cambios democráticos que ellos consideran necesarios—, y que en lugar de una respuesta política, ha recibido del gobierno una reacción de fuerza.
En esa misma lógica pareciera que el reclamo de que la autoridad presente con vida a sus compañeros Gabriel Alberto Cruz Sánchez y Edmundo Reyes Amaya —desaparecidos el 25 de mayo en Oaxaca— es un reclamo estratégico para justificar ante la opinión pública y ante los poderes formales su incursión como fuerza real de poder —porque más allá de su identidad el EPR es un poder fáctico que emplea la violencia como método de lucha y que se adjudica la representación de los mexicanos pobres—, sin que esto quiera decir que no es real la desaparición de sus compañeros.
Para empezar, el nuevo comunicado eperrista —firmado el 18 de septiembre—, adquiere de manera franca el carácter de intercambio epistolar —como en su momento lo hizo el EZLN—, en el que además de cuestionar la respuesta del gobierno de Felipe Calderón a los actos de sabotaje contra pozos petroleros, se dirige a la presidenta de la mesa directiva de la Cámara de Diputados, Ruth Zavaleta, integrante del PRD y pieza destacada del llamado grupo de Los Chuchos.
Lo interesante de esa parte del comunicado es que al tiempo que el EPR se deslinda y hasta cuestiona a una parte del PRD —el grupo de los moderados, agrupados en la corriente Nueva Izquierda—, confirma su cercanía con lo más radical de ese partido, el ala que encabeza Andrés Manuel López Obrador.
Es decir, que ante el llamado que formuló el pasado sábado el presidente Calderón, cuando pidió a todos los sectores: “que se sepa quiénes apoyamos a la democracia y quiénes la cancelan por la vía de la violencia: que se sepa quiénes apoyamos o promovemos de palabra y obra las instituciones democráticas, y quiénes de palabra y obra apoyan la violencia”, el EPR reacciona no con un deslinde del PRD en su conjunto, sino sólo con el deslinde de los perredistas “que en los hechos convalidan” al gobierno de Calderón.
En el México de hoy, dice el EPR, “aún no existe la democracia…” Y enumera una larga lista de causales que, en su opinión, hacen nulo el carácter democrático no sólo del gobierno de Calderón, sino de la vida nacional. Nunca dicen desde cuando, en su opinión, no existe democracia en México. Pero si se revisan los anteriores comunicados, el EPR sí creía que existía democracia cuando Andrés Manuel López Obrador tenía posibilidades de ganar la contienda presidencial de julio de 2006. El problema y el detonante de su escalada a objetivos nacionales parece ser el gobierno de Calderón.
¿Pero qué es lo que pretende el EPR? además de que sean presentados con vida sus compañeros. Sin restarle un grado de legitimidad a la demanda, nadie puede creer que ese sea el objetivo en conjunto. ¿Cuál es el todo? De nueva cuenta el más reciente comunicado deja ver que el EPR se asume como una nueva etapa de los grupos guerrilleros que en México hicieron posibles los cambios rumbo a la “apertura democrática” desde los años 1970 hasta la fecha.
Pareciera que el EPR —igual que otras expresiones guerrilleras del pasado—, pretendiera una contribución al avance democrático, mediante la combinación de violencia y negociación, y que cree que el actual es el momento. Para ello requería —y en buena medida lo ha conseguido—, tener la presencia nacional que no había logrado en reductos como Oaxaca, Puebla y Guerrero. Pareciera que pretende un puente, una interlocución oficial. Pero en cambio, la respuesta del gobierno de Calderón —es la queja en el comunicado— es la fuerza.
Y en esa lógica, tienen razón. Y es que si bien los atentados a instalaciones petroleras colocan al EPR como un grupo terrorista, más que guerrillero —definición que ha provocado un creciente debate—, lo cierto es que el Estado mexicano y el gobierno de Calderón tienen la obligación de usar la fuerza para castigar a quienes provoquen daños al conjunto del Estado, pero el gobierno también está obligado a buscar los cauces de la negociación política. Y el problema es mayor, cuando no funcionan los sistemas de seguridad e inteligencia, pero tampoco los cauces de la política. Y ahora resulta que el “puente político” lo ha propuesto el Senado. Algo anda mal, y si todo sigue igual, es altamente probable que veamos nuevos estallidos en instalaciones estratégicas. Al tiempo.
Negociaciones de inexpertos/Ana María Salazar
Publicada en El Universal; 21 de septiembre de 2007
La reacción del gobierno de Calderón ante los atentados en julio y septiembre del Ejército Popular Revolucionario a los ductos de Pemex nos demuestra que este gobierno no sabe negociar con grupos armados, ya sea por ingenuidad o ineptitud. Entre mis actividades académicas tengo la oportunidad de dar cursos y talleres de negociación a estudiantes y profesionistas. Los errores en estrategia que ha cometido el gobierno federal con el EPR son errores de negociadores principiantes, tal vez por su nerviosismo ante el impacto de los atentados a la economía nacional e internacional.
Y es que, ¿cómo no va a haber nerviosismo? Si después de los atentados del pasado 5 y 10 de julio en Guanajuato en su “parte de guerra” el EPR amenazó con una campaña nacional de hostigamiento contra los intereses de la oligarquía y el “gobierno ilegítimo” de Calderón. Seis semanas después, 11 cargas explosivas fueron colocadas en ductos en Veracruz y en Tlaxcala y explotaron simultáneamente; sólo uno de los artefactos no fue activado.
No hay enemigo pequeño: entre los errores que más se observan en negociadores novatos o ingenuos está el de tratar de minimizar la capacidad de la contraparte. La semana pasada el procurador, Eduardo Medina Mora, señaló que el EPR no puede alcanzar las dimensiones de las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC), ya que es un grupo pequeño, pero violento. Pero reconoció que “distrae” la atención de las autoridades encargadas de combatir al crimen organizado y desvía las labores de inteligencia destinadas a combatir a los cárteles.
Al tratar de minimizar al EPR, el procurador hizo tres cosas incorrectas desde la perspectiva de negociadores experimentados: crear un incentivo más para volar ductos y llevar a cabo otros atentados, y con esto el EPR deja de ser un grupo “pequeño” ante los ojos del gobierno. Pero este comentario también fortalece la capacidad de negociar del EPR, ya que los atentados no tienen sólo un impacto económico, sino otro impacto importante: el gobierno no puede perseguir otros objetivos más relevantes. El EPR y otros grupos armados tienen incluso más incentivos ahora para volar más ductos. Con este comentario el procurador violó otra regla importante de todo negociador: no mostrar tus verdaderos intereses a la contraparte. Pero al hacer este comentario el procurador también cae en otro error de principiantes: no revelar sus debilidades.
También Carlos Ramírez Fuentes, vocero de Petróleos Mexicanos, violó este último principio de negociación cuando admitió que es prácticamente imposible mantener una vigilancia extrema de los 19 mil puntos clave en el abastecimiento de combustibles. Con este comentario el EPR y todo grupo armado o de crimen organizado conocen una forma fácil de forzar al gobierno a negociar: volar oleoductos porque es fácil y el impacto es grande.
Cuidado con negociadores inoportunos. El presidente de la Comisión de Seguridad Pública del Senado de la República, el panista Ulises Ramírez, informó que esa instancia legislativa acordó crear un grupo de enlace y diálogo con el EPR. El objetivo será escuchar sus denuncias sobre la presunta desaparición de dos de sus integrantes en Oaxaca el pasado 25 de mayo. Dialogar con esta comisión es otro logro para el EPR. Estos legisladores panistas le están dando un estatus especial al EPR, porque sería inimaginable que senadores se sentaran a dialogar con criminales o con representantes del crimen organizado. Tal vez por la ingenuidad de los senadores panistas es que no se dieron cuenta que violaron otros dos principios de negociación: primero, no dar nada gratis, todo tiene un costo; y segundo, dividir para conquistar. Los senadores están dispuestos a dialogar sin nada a cambio y corren un gran riesgo de contradecir públicamente al gobierno. Y aunque el senador panista Federico Döring aseguró que la condición para este diálogo es que la guerrilla deje de hacer atentados, obviamente el EPR no ha anunciado que dejará de volar ductos. Así que estos legisladores de buena fe asumen que por dialogar con el EPR éste cesará los atentados. Otro error de los senadores es establecer claramente los objetivos. La negociación del EPR gira alrededor de si habrá más atentados o no.
Todo ello es por demás ingenuo, porque la verdadera exigencia del gobierno y la sociedad civil debe ser perseguir y castigar a los autores de los atentados antes de que se negocie cualquier otra cosa.
salazaropina@aol.com www.anamariasalazar.blogspot.com
Estrictamente personal/Raymundo Riva Palacio
Publicado en El Universal, 21/09/2007;
Seis años de frustraciones en el combate al EPR son directamente atribuibles al desorden con el que el ex presidente Fox y su equipo manejaron la inteligencia civil en su sexenio
Recién arrancado su gobierno, la guerrilla recibió al entonces presidente Vicente Fox Quesada con un par de bombazos en instalaciones bancarias, reivindicados por las Fuerzas Armadas Revolucionarias del Pueblo (FARP).
Era el 8 de agosto de 2001 y Fox, bisoño y sin un gabinete experto, presionó al Cisen y a la Policía Federal Preventiva (PFP) para producir resultados. No había pistas que permitieran en ese momento entregar a los responsables, pero Fox estaba empeñado en que le entregaran cabezas en forma casi instantánea.
En el Cisen y la PFP tuvieron que ceder ante las peticiones presidenciales y “reventar” dos casas de seguridad de la guerrilla que venían vigilando de tiempo atrás con el propósito de acumular el mayor volumen de información posible y desmantelar, en definitiva, al EPR.
En una de ellas, en el estado de México, habían vivido el jefe de la guerrilla, Tiburcio Cruz Sánchez, y su esposa, Elodia Canseco Ruiz.
Las fuerzas federales entraron a esa casa, ubicada en el municipio mexiquense de Los Reyes La Paz, al oriente del valle metropolitano, que habitaba en ese momento un carpintero —que se encuentra en la cárcel—, donde encontraron ropas de tipo militar, armas y propaganda del EPR y de sus escisiones, Tendencia Democrática Revolucionaria y las FARP, además de documentos internos, como un manual llamado “Sistema de Información”, y una minuta sobre la ejecución de tres miembros, David, Antonio y Miriam, a quienes acusaban de robo y traición.
En otra de las casas de seguridad, en Xochimilco, al sur de la ciudad de México, donde incautaron armas, dispositivos electrónicos para explosivos, y equipos de cómputo y propaganda, encontraron la pista que los llevó al arresto un mes más tarde de los hermanos Antonio Héctor y Alejandro Cerezo Contreras, hijos de Francisco Cerezo Quiroz, el nombre que por más largo tiempo ha usado Tiburcio Cruz Sánchez.
Con esa operación, la vieja línea de investigación sobre la guerrilla del Cisen y la PFP había quedado desbaratada. La presión de Fox llevó también a un cambio de estrategia en la vigilancia de los movimientos armados sobre la prevaleciente, inspirada por el contralmirante Wilfrido Robledo, director de la PFP en el gobierno de Ernesto Zedillo, que se enfocaba en acumular información sin dar golpes que pusieran en riesgo el paciente proceso de inteligencia.
La dinámica impuesta por la presión de Fox resultó en algunos arrestos, pero dejó intacta la estructura orgánica y operativa de la guerrilla. Robledo fue derrotado por Fox por partida doble, al permitir también que su entonces secretario de Seguridad Pública, Alejandro Gertz Manero, hiciera a un lado todos los considerandos de seguridad nacional y lo persiguiera penalmente, terminando de romper los vínculos que concentraban la información sobre la guerrilla.
Al perder la línea continua de información sobre el EPR, el gobierno intentó recuperarla mediante una estratagema: dejó en libertad a Alejandro Cerezo Contreras en marzo de 2005 y le puso una “cola” permanente para seguirlo.
Esa vigilancia no les dio el resultado esperado. Presionados nuevamente por Fox, los cuerpos de seguridad tuvieron que “reventar” otra casa de seguridad que habían estado vigilando durante dos años. Esa casa se encontraba en San Juan Ixtayoapan, en Tláhuac, una delegación semirrural al sur del Distrito Federal, donde la PFP planeó un operativo para atacar ese objetivo donde, presumían, no sólo vivía la familia Cerezo Contreras y sus padres, sino estaba la comandancia general del EPR.
La PFP envió a tres agentes sin experiencia operacional en trabajo contrainsurgente, y el 23 de noviembre de 2005 fueron linchados. Dos de ellos murieron a golpes y por las quemaduras cuando les prendió fuego una turba manipulada por una célula eperrista, que los había descubierto dos semanas antes y les tendió una trampa. Los servicios de contrainteligencia del EPR habían detectado la presencia de los policías federales y estimularon un linchamiento.
La operación fue un rotundo fracaso. No detuvieron a nadie y el EPR movió su centro de operaciones a la Reserva Tepeyac, en el norte de la capital, donde tenía otra casa de seguridad. Todas las casas de seguridad del EPR en la zona metropolitana de la ciudad de México fueron abandonadas, y las autoridades no han podido restablecer hasta ahora la línea de investigación rota por el conflicto de Gertz Manero contra Robledo, y la insistencia de Fox por resultados inmediatos tras los bombazos. El Cisen, de donde habían salido los dos principales expertos en el EPR, Robledo, hoy fuera de actividad gubernamental, y Genaro García Luna, actual secretario de Seguridad Pública —sin responsabilidad directa en el tema—, también sufrió merma con la llegada de Eduardo Medina Mora, quien encabezó el servicio de inteligencia civil durante casi todo el sexenio foxista.
Medina Mora redujo el número de elementos y, de acuerdo con altos funcionarios federales calderonistas, inició el desmantelamiento humano y tecnológico de la agencia, que viene arrastrando hoy en día.
La información que tiene el Cisen sobre el EPR en la actualidad es obsoleta y deficiente. Por ejemplo, identifican a Edmundo Reyes Amaya, uno de los dos militantes eperristas desaparecidos a fines de mayo pasado, como Constantino Alejandro Cruz Sánchez, a quien también ubican como el número 2 del EPR, y al que afirman tener videograbado en marchas de la Asamblea Popular de los Pueblos de Oaxaca (APPO), durante la larga ocupación de la capital oaxaqueña.
Sin embargo, hay nuevas evidencias sólidas que Reyes Amaya no es quien supone el Centro de Investigación y Seguridad Nacional. Constantino Alejandro, de quien tampoco se tienen noticias cuando menos hace tres meses, recibió un balazo cerca del corazón que le dejó permanentemente la dolencia a fines de los 70, cuando era estudiante en la Universidad Autónoma Benito Juárez en Oaxaca, y el PROCUP, precursor del EPR, pasaba por momentos de fuertes contradicciones internas.
Las fallas del Cisen se han venido multiplicando bajo la conducción del nuevo director, Guillermo Valdés, quien ha venido siendo remplazado gradual pero enérgicamente en esas tareas por el coronel Héctor Tonatiuh Velasco Bernal, jefe de la Sección II del Estado Mayor Presidencial, a quien le están encomendando cada vez más el trabajo de inteligencia sobre la guerrilla que los civiles, en este caso encabezados por un amigo del presidente Felipe Calderón, no han podido hacer.
La participación de los militares, como en otras áreas de la seguridad pública, se va ampliando de manera sobresaliente, y el EPR es su siguiente objetivo, tras varios años de fracasos y frust raciones en su combate y control, porque a quienes responsabilizaron de la inteligencia civil no cumplieron su tarea. Pero no se esperan resultados prontos. Seis años prácticamente echados por la borda, frente a una guerrilla crecientemente sofisticada, son demasiado para empatar el juego. rriva@eluniversal.com.mx
Columna Itinerario Político/Ricardo Alemán
El Universal, 20/09/2007;
EPR: deslinde y justificación
Como pocos de los mensajes emitidos en su nueva etapa de lucha, el más reciente comunicado del Ejército Popular Revolucionario (EPR) deja ver con mayor claridad cuáles son sus objetivos estratégicos, dibuja con nitidez a sus aliados, establece las razones por las que pasó de un activismo regional a acciones de carácter nacional y, sobre todo, acusa lo que el grupo armado considera los errores del gobierno de Felipe Calderón.
En pocas palabras, el EPR deja ver que al calor de la polarización social producto de julio de 2006, encontró las condiciones para salir de su reducto regional para escalar a nivel nacional, que se ampara no en el PRD todo, sino en la corriente de Andrés Manuel López Obrador, que con sus acciones violentas buscaría una interlocución política al más alto nivel —para empujar los cambios democráticos que ellos consideran necesarios—, y que en lugar de una respuesta política, ha recibido del gobierno una reacción de fuerza.
En esa misma lógica pareciera que el reclamo de que la autoridad presente con vida a sus compañeros Gabriel Alberto Cruz Sánchez y Edmundo Reyes Amaya —desaparecidos el 25 de mayo en Oaxaca— es un reclamo estratégico para justificar ante la opinión pública y ante los poderes formales su incursión como fuerza real de poder —porque más allá de su identidad el EPR es un poder fáctico que emplea la violencia como método de lucha y que se adjudica la representación de los mexicanos pobres—, sin que esto quiera decir que no es real la desaparición de sus compañeros.
Para empezar, el nuevo comunicado eperrista —firmado el 18 de septiembre—, adquiere de manera franca el carácter de intercambio epistolar —como en su momento lo hizo el EZLN—, en el que además de cuestionar la respuesta del gobierno de Felipe Calderón a los actos de sabotaje contra pozos petroleros, se dirige a la presidenta de la mesa directiva de la Cámara de Diputados, Ruth Zavaleta, integrante del PRD y pieza destacada del llamado grupo de Los Chuchos.
Lo interesante de esa parte del comunicado es que al tiempo que el EPR se deslinda y hasta cuestiona a una parte del PRD —el grupo de los moderados, agrupados en la corriente Nueva Izquierda—, confirma su cercanía con lo más radical de ese partido, el ala que encabeza Andrés Manuel López Obrador.
Es decir, que ante el llamado que formuló el pasado sábado el presidente Calderón, cuando pidió a todos los sectores: “que se sepa quiénes apoyamos a la democracia y quiénes la cancelan por la vía de la violencia: que se sepa quiénes apoyamos o promovemos de palabra y obra las instituciones democráticas, y quiénes de palabra y obra apoyan la violencia”, el EPR reacciona no con un deslinde del PRD en su conjunto, sino sólo con el deslinde de los perredistas “que en los hechos convalidan” al gobierno de Calderón.
En el México de hoy, dice el EPR, “aún no existe la democracia…” Y enumera una larga lista de causales que, en su opinión, hacen nulo el carácter democrático no sólo del gobierno de Calderón, sino de la vida nacional. Nunca dicen desde cuando, en su opinión, no existe democracia en México. Pero si se revisan los anteriores comunicados, el EPR sí creía que existía democracia cuando Andrés Manuel López Obrador tenía posibilidades de ganar la contienda presidencial de julio de 2006. El problema y el detonante de su escalada a objetivos nacionales parece ser el gobierno de Calderón.
¿Pero qué es lo que pretende el EPR? además de que sean presentados con vida sus compañeros. Sin restarle un grado de legitimidad a la demanda, nadie puede creer que ese sea el objetivo en conjunto. ¿Cuál es el todo? De nueva cuenta el más reciente comunicado deja ver que el EPR se asume como una nueva etapa de los grupos guerrilleros que en México hicieron posibles los cambios rumbo a la “apertura democrática” desde los años 1970 hasta la fecha.
Pareciera que el EPR —igual que otras expresiones guerrilleras del pasado—, pretendiera una contribución al avance democrático, mediante la combinación de violencia y negociación, y que cree que el actual es el momento. Para ello requería —y en buena medida lo ha conseguido—, tener la presencia nacional que no había logrado en reductos como Oaxaca, Puebla y Guerrero. Pareciera que pretende un puente, una interlocución oficial. Pero en cambio, la respuesta del gobierno de Calderón —es la queja en el comunicado— es la fuerza.
Y en esa lógica, tienen razón. Y es que si bien los atentados a instalaciones petroleras colocan al EPR como un grupo terrorista, más que guerrillero —definición que ha provocado un creciente debate—, lo cierto es que el Estado mexicano y el gobierno de Calderón tienen la obligación de usar la fuerza para castigar a quienes provoquen daños al conjunto del Estado, pero el gobierno también está obligado a buscar los cauces de la negociación política. Y el problema es mayor, cuando no funcionan los sistemas de seguridad e inteligencia, pero tampoco los cauces de la política. Y ahora resulta que el “puente político” lo ha propuesto el Senado. Algo anda mal, y si todo sigue igual, es altamente probable que veamos nuevos estallidos en instalaciones estratégicas. Al tiempo.
Negociaciones de inexpertos/Ana María Salazar
Publicada en El Universal; 21 de septiembre de 2007
La reacción del gobierno de Calderón ante los atentados en julio y septiembre del Ejército Popular Revolucionario a los ductos de Pemex nos demuestra que este gobierno no sabe negociar con grupos armados, ya sea por ingenuidad o ineptitud. Entre mis actividades académicas tengo la oportunidad de dar cursos y talleres de negociación a estudiantes y profesionistas. Los errores en estrategia que ha cometido el gobierno federal con el EPR son errores de negociadores principiantes, tal vez por su nerviosismo ante el impacto de los atentados a la economía nacional e internacional.
Y es que, ¿cómo no va a haber nerviosismo? Si después de los atentados del pasado 5 y 10 de julio en Guanajuato en su “parte de guerra” el EPR amenazó con una campaña nacional de hostigamiento contra los intereses de la oligarquía y el “gobierno ilegítimo” de Calderón. Seis semanas después, 11 cargas explosivas fueron colocadas en ductos en Veracruz y en Tlaxcala y explotaron simultáneamente; sólo uno de los artefactos no fue activado.
No hay enemigo pequeño: entre los errores que más se observan en negociadores novatos o ingenuos está el de tratar de minimizar la capacidad de la contraparte. La semana pasada el procurador, Eduardo Medina Mora, señaló que el EPR no puede alcanzar las dimensiones de las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC), ya que es un grupo pequeño, pero violento. Pero reconoció que “distrae” la atención de las autoridades encargadas de combatir al crimen organizado y desvía las labores de inteligencia destinadas a combatir a los cárteles.
Al tratar de minimizar al EPR, el procurador hizo tres cosas incorrectas desde la perspectiva de negociadores experimentados: crear un incentivo más para volar ductos y llevar a cabo otros atentados, y con esto el EPR deja de ser un grupo “pequeño” ante los ojos del gobierno. Pero este comentario también fortalece la capacidad de negociar del EPR, ya que los atentados no tienen sólo un impacto económico, sino otro impacto importante: el gobierno no puede perseguir otros objetivos más relevantes. El EPR y otros grupos armados tienen incluso más incentivos ahora para volar más ductos. Con este comentario el procurador violó otra regla importante de todo negociador: no mostrar tus verdaderos intereses a la contraparte. Pero al hacer este comentario el procurador también cae en otro error de principiantes: no revelar sus debilidades.
También Carlos Ramírez Fuentes, vocero de Petróleos Mexicanos, violó este último principio de negociación cuando admitió que es prácticamente imposible mantener una vigilancia extrema de los 19 mil puntos clave en el abastecimiento de combustibles. Con este comentario el EPR y todo grupo armado o de crimen organizado conocen una forma fácil de forzar al gobierno a negociar: volar oleoductos porque es fácil y el impacto es grande.
Cuidado con negociadores inoportunos. El presidente de la Comisión de Seguridad Pública del Senado de la República, el panista Ulises Ramírez, informó que esa instancia legislativa acordó crear un grupo de enlace y diálogo con el EPR. El objetivo será escuchar sus denuncias sobre la presunta desaparición de dos de sus integrantes en Oaxaca el pasado 25 de mayo. Dialogar con esta comisión es otro logro para el EPR. Estos legisladores panistas le están dando un estatus especial al EPR, porque sería inimaginable que senadores se sentaran a dialogar con criminales o con representantes del crimen organizado. Tal vez por la ingenuidad de los senadores panistas es que no se dieron cuenta que violaron otros dos principios de negociación: primero, no dar nada gratis, todo tiene un costo; y segundo, dividir para conquistar. Los senadores están dispuestos a dialogar sin nada a cambio y corren un gran riesgo de contradecir públicamente al gobierno. Y aunque el senador panista Federico Döring aseguró que la condición para este diálogo es que la guerrilla deje de hacer atentados, obviamente el EPR no ha anunciado que dejará de volar ductos. Así que estos legisladores de buena fe asumen que por dialogar con el EPR éste cesará los atentados. Otro error de los senadores es establecer claramente los objetivos. La negociación del EPR gira alrededor de si habrá más atentados o no.
Todo ello es por demás ingenuo, porque la verdadera exigencia del gobierno y la sociedad civil debe ser perseguir y castigar a los autores de los atentados antes de que se negocie cualquier otra cosa.
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