¿Se puede parar el Tiempo?/JULIA LUZÁN
El País Semanal, 23/05/2010;
Harold Edgerton lo logró. Supo apresar el tiempo en milésimas de segundo en sus fotos. Inventor y científico, capturó detalles que el ojo humano es incapaz de percibir. Sus obras se exponen por primera vez en España.
Mitad científico, mitad fotógrafo, mitad inventor. Harold E. Edgerton (Nebraska, 1903; Boston, 1990), un ingeniero electrónico cuyos logros no hubieran traspasado los archivos de la biblioteca del Massachusetts Institute of Tecnology (MIT), donde estudió e impartió clases hasta su muerte, fue un hombre con la habilidad de avanzar un paso por delante de sus contemporáneos hasta capturar el tiempo. Lo logró con extraños artilugios de su cosecha, como el estroboscopio, un innovador sistema de iluminación que sustituyó al flash convencional, y con fotografías tan espectaculares como el momento en que la bota del jugador de rugby deforma el balón, o cuando una bala atraviesa el corazón de una manzana produciendo una explosión de su jugo. Un pionero de la ciencia-ficción aplicada.
Edgerton disfrutaba buscando la esencia de las cosas, investigaba las arquitecturas de lo invisible. Sus fotografías de laboratorio lograban captar "el instante decisivo" que buscaba en la calle Cartier-Bresson.
Con las instantáneas de atletas en movimiento, el científico revolucionó la prensa deportiva. Su nombre ya sonaba a talismán. Tanto que la Metro Goldwin Mayer lo convocó para rodar un instructivo documental, Quicker than a wink (Más rápido que un parpadeo), producido por Pete Smith y dirigido por George Sidney, en el que un Edgerton en mangas de camisa demostraba cómo la fotografía de alta velocidad permitía realizar películas, y de éxito. El corto logró un Oscar de la Academia de Hollywood en 1940, y él, un retrato junto a Judy Garland y Mickey Rooney en los estudios de la productora.
José Gómez Isla, profesor de fotografía en la Facultad de Bellas Artes de la Universidad de Salamanca, comisario junto con Sergio Mah de la primera exposición en España de Edgerton, organizada por la Fundación BBVA y PhotoEspaña, no tiene más que palabras de elogio para los trabajos del ingeniero estadounidense. "La cámara superlenta de su invención proporciona más fotogramas por segundo que los tradicionales en el cine; si lo normal son 24 fotogramas por segundo, él llegó a conseguir hasta mil. Con su estroboscopio lograba unas ráfagas de destello de una millonésima de segundo, lo que, trasladado a la velocidad de una película de cine, logra que parezca mucho más lento y que realmente se vea el detalle que el ojo no es capaz de percibir".
Estados Unidos requirió sus servicios en la Segunda Guerra Mundial para las fotografías aéreas previas al desembarco de Normandía. Viajó a Italia, Inglaterra y Francia como técnico del Ejército del aire estadounidense. Las cámaras estroboscópicas que permitían los reconocimientos aéreos nocturnos fueron vitales para los servicios de inteligencia. Posteriormente, Edgerton ideó una nueva máquina con un potente teleobjetivo que permitía fotografiar a kilómetros de distancia la deflagración de la bomba atómica en el momento del estallido del gas, antes de que se convirtiera en el hongo asesino de Hiroshima y Nagasaki. Aquellas dramáticas instantáneas ponen hoy los pelos de punta.Gigantescas masas esponjosas con cavidades que semejan tumores malignos. Finalizada la guerra, Edgerton fue condecorado con la Medalla de la Libertad.
En 1947, Edward Steichen seleccionó los trabajos de Edgerton para exhibirlos en el MOMA de Nueva York en lo que fue la primera exposición de fotografía colectiva, The exact instant, un título que le iba que ni pintado al inventor. En las paredes del museo, Edgerton colgó Coroned, la que es, posiblemente, su obra más reconocida. La salpicadura de una gota de leche fotografiada en el momento exacto en que se asemeja a una corona de diamantes es una obra más en la línea de los surrealistas que en las de los hombres de bata blanca.
Como buen inventor, Edgerton amaba el riesgo y la aventura. En 1953, la National Geographic Society llevó a cabo su primera investigación sobre el mundo submarino. Edgerton había publicado años atrás varias de sus fotografías en la revista National Geographic y un artículo sobre colibrís en acción que causó un extraordinario impacto. Por primera vez se podían contar con exactitud las veces que los pájaros agitaban sus alas, 70 aleteos por segundo. La sociedad geográfica pidió ayuda a Edgerton y él, entusiamado por una nuevo reto, diseñó una cámara con un tubo de flash capaz de funcionar en aguas profundas. Ideó también un modelo subacuático y sonares especiales para localizar objetos a grandes profundidades. Así comenzó una colaboración de más de veinte años con el oceanógrafo Jacques Cousteau a bordo del Calypso. Descubrieron nuevas formas de vida submarina, pecios y hasta el casco del Titanic. Años más tarde, espoleado por el éxito, Edgerton acompañó a una expedición a Escocia para investigar los fondos del lago Ness. "Ya sé que no vamos a encontrar al monstruo, pero me sirve para poner a prueba mis inventos", declaró con humor. Tal como esperaba, sólo vio grandes pulpos, peces y microorganismos vivos acuáticos.
"Busco la perfección geométrica en la gota de leche que todavía no he conseguido en más de 40 años de experimentos", decía Edgerton, y en esa persecución de la geometría está, a juicio de Gómez Isla, la esencia de su creación. "Sus repeticiones fotográficas son como un cuaderno de notas de un pintor. Su laboratorio era un campo experimental para llegar al arte". Algo de esas influencias pictóricas, como las de los futuristas italianos, se aprecian en la fotografía de Edgerton de un perro moviendo la cola inspirada por Dinamismo di un cane al guinzaglio, de Giacomo Balla .
Como buen profesor, Edgerton aseguraba que el secreto de la educación consistía en "enseñar a la gente de tal manera que no se den cuenta de que están aprendiendo hasta que es demasiado tarde". Amaba la filosofía y la física, y eso lo empujó a traducir visualmente las ideas del espacio y el tiempo del filósofo griego Zenón. Pero no todas sus obras tendían a demostraciones empíricas. La mayoría de las veces buscaba cuerpos en acción, nadadores, tenistas o futbolistas, y algunas de aquellas imágenes de Edgerton -y las de Marye y Muybridge- Francis Bacon las utilizó como modelo en las figuras distorsionadas de sus pinturas.
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