Un sistema de alerta
temprana para el mundo de las finanzas/Nouriel Roubini, a professor at NYU’s Stern School of Business and Chairman of Roubini Global Economics, was Senior Economist for International Affairs in the White House’s Council of Economic Advisers during the Clinton Administration. He has worked for the International Monetary Fund, the US Federal Reserve, and the World Bank.
Traducido del inglés por Rocío L. Barrientos.
Project Syndicate | 29 de agosto de 2015..
La reciente volatilidad de
los mercados – en las economías en desarrollo y emergentes por igual – está
mostrando, una vez más, cuánto pueden errar las agencias de calificación y los
inversores en su evaluación de las vulnerabilidades económicas y financieras de
los países. Las agencias de calificación esperan demasiado para detectar
riesgos y rebajar las calificaciones de los países, mientras que los inversores
se comportan como rebaños, ignorando con frecuencia la acumulación de riesgos
durante un período demasiado largo antes de realizar cambios de manera brusca y
provocar vaivenes exagerados en el mercado.
Dada la naturaleza de la
agitación del mercado, un sistema de alerta temprana para tsunamis financieros
puede ser difícil de crear; pero, el mundo lo necesita hoy más que nunca. Pocas
personas previeron la crisis subprime del año 2008, el riesgo de incumplimiento
crediticio en la eurozona, o la turbulencia actual en los mercados financieros
de todo el mundo. Los dedos acusadores señalan a políticos, bancos e
instituciones supranacionales. Pero, se exonera de culpa con demasiada
facilidad a los analistas y las agencias de calificación que calcularon mal la
capacidad de pago de los deudores – incluyéndose entre estos a los gobiernos.
Por principio, las
calificaciones crediticias se fundamentan en modelos estadísticos basados en
incumplimientos crediticios en el pasado; en la práctica, sin embargo, debido a
que en los hechos se han tenido pocos incumplimientos crediticios nacionales,
las calificaciones soberanas a menudo son un asunto subjetivo. Los analistas de
las agencias de calificación siguen los acontecimientos en el país del cual son
responsables y, en caso necesario, viajan a dicho país para examinar la
situación.
Este proceso significa que
con frecuencia las calificaciones miran hacia atrás, las rebajas ocurren
demasiado tarde, y típicamente se recalifica a los países sobre la base del
momento en el que se llevan a cabo las visitas de los analistas, y no sobre la
base del momento cuando cambiaron los aspectos fundamentales. Además, las
agencias de calificación carecen de las herramientas para realizar regularmente
un seguimiento de factores vitales, como por ejemplo de los cambios relativos a
la inclusión social, la capacidad del país para innovar, y el riesgo que
representa la hoja de balance del sector privado.
Y, aún así, se otorga una
importancia enorme a las calificaciones soberanas. Para muchos inversores, las
calificaciones crediticias dictan dónde y cuánto ellos pueden invertir. Las
calificaciones afectan la cantidad de dinero que los bancos están dispuestos a
prestar a los países en desarrollo, y las tasas que dichos países – y sus
ciudadanos – deben pagar para acceder a préstamos. Las calificaciones brindan
información que influye en las decisiones de las corporaciones respecto a con
quién ellas harán negocios, y bajo qué condiciones.
Dados los problemas con las
agencias de calificación, los inversores y reguladores reconocen la necesidad
de tener un abordaje diferente. Los inversionistas han tratado de identificar
buenas alternativas – y en gran medida han fracasado. Las evaluaciones de
riesgos – tales como las evaluaciones de los diferenciales soberanos de tasas
de interés y las permutas de incumplimientos crediticios – reaccionan (y, a
menudo sobre reaccionan) rápidamente; pero, debido a que reflejan sólo la
comprensión que tiene el mercado sobre el riesgo, no son un mecanismo
sistemático para descubrir riesgos ocultos y evitar crisis. De hecho, el
reciente aumento repentino de volatilidad en los mercados sugiere que ellos son
tan deficientes como las agencias de calificación en cuanto a la detección de
señales de alerta temprana que indiquen problemas.
Los reguladores, por su
parte, están empezando a exigir que los bancos desarrollen sus propios procesos
internos de calificación. El problema es que pocas instituciones cuentan con
las herramientas y la experiencia para hacer esto por sí solos.
Una evaluación integral de
los riesgos macro para la inversión que presenta un determinado país requiere
que se mire sistemáticamente a las acciones de renta variable y a los flujos de
la cuenta nacional para capturar todos los peligros, incluyéndose el riesgo en
el sistema financiero y la economía real, así como temas más amplios relativos
al riesgo. Como hemos visto en las crisis recientes, la asunción privada de
riesgos y deuda se socializa cuando se produce una crisis. Por lo tanto,
incluso cuando el déficit público y la deuda están en niveles bajos antes de
una crisis, pueden elevarse bruscamente después de una erupción. Los gobiernos
que parecían ser fiscalmente sólidos repentinamente se tornan en insolventes.
Mediante el uso de 200
variables y factores cuantitativos para calificar trimestralmente a 174 países,
hemos identificado una serie de países donde los inversores no visibilizan los
riesgos – y tampoco las oportunidades.
China es un ejemplo
perfecto. Los desarrolladores de vivienda, los gobiernos locales y las empresas
de propiedad estatal de este país se encuentran severamente sobre-endeudados.
China con la fortaleza su hoja de balance puede rescatarlos, pero en ese caso
las autoridades se enfrentarían a una disyuntiva: acogerse a la reforma o
confiar, una vez más, en el apalancamiento para estimular la economía. Incluso
si China continuaría en el camino de la segunda opción, no sería capaz de
alcanzar sus objetivos de crecimiento y se tornaría más frágil con el transcurso
del tiempo.
El año pasado se debería
haber rebajado la calificación de Brasil, llevándola por debajo del nivel de
calificación para inversión, ya que esta economía tuvo problemas con un déficit
fiscal creciente, una carga de deuda en aumento a lo largo de toda la economía,
y un entorno empresarial débil y en deterioro. El escándalo de corrupción
dentro del gigante energético Petrobras finalmente está causando que las
agencias de calificación reevalúen a Brasil, pero la decisión se produce
demasiado tarde, y las rebajas de calificación, probablemente, no serán
suficientes para reflejar el verdadero riesgo. Otros mercados emergentes
también se ven frágiles y están en riesgo de sufrir una rebaja de calificación
en el futuro.
En la eurozona, las
calificaciones en la sombra ya daban cuenta, a finales de la década del año
2000, de la existencia de señales de alerta en Grecia y otros países de la
periferia. Más recientemente, es posible que Irlanda y España merezcan que su
calificación sea elevada, tras la consolidación fiscal y las reformas. Grecia,
sin embargo, continúa siendo un caso perdido. Incluso con una reforma
sustancial para mejorar su potencial de crecimiento, Grecia nunca podrá pagar
su deuda soberana y necesita que se le brinde un alivio sustancial.
Una evaluación del riesgo
soberano que sea sistemática e impulsada por los datos podría ayudar a detectar
los riesgos implícitos en los vientos cambiantes a nivel mundial. En esa
medida, proporciona exactamente lo que el mundo necesita ahora: un enfoque que
elimina la necesidad de confiar en el abordaje ad hoc y lento de las agencias
de calificación y en las señales ruidosas y volátiles procedentes de los
mercados.
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