11 feb 2005

Las recomendaciones de Sartori

La reeleción de legisladores y la segunda vuelta.

Hace cuatro años el politólogo italiano Giovanni Sartori, reeditó para México una de sus obras más leídas: Ingeniería constitucional comparada, a la que por cierto, añadió un posfacio dedicado a analizar expresamente la transición en México.

La propuesta del turinés contenida en esa edición, parte de varias premisas, según se señala en una entrevista, que le hizo entonces, Ignacio Rodríguez Reyna para El Universal:

I) Luego de la caída del PRI en las elecciones del 2000, y casi de la noche a la mañana, el "hiperpresidente" que gozaba de poderes de facto por encima de la Constitución fue sustituido por un "hipopresidente", con una debilidad estructural frente al Congreso.

II) El sistema electoral mexicano está premiando la fragmentación al posibilitar que partidos minoritarios se constituyan como los que determinan hacia dónde se inclina la balanza. Aún más, les da un poder de chantaje inadmisible. Eso hace que el sistema no funcione adecuadamente y se distorsionen los valores democráticos.

III) Ningún Congreso puede funcionar con eficiencia si los diputados y senadores son personas que básicamente están buscando un trabajo temporal y tienen tres o seis años para encontrar otro ante la incapacidad para reelegirse.

Por ello propone cuatro grandes reformas;

1. Adoptar nuevamente la Constitución de 1917, para eliminar todas las inconsistencias y distorsiones;

2. Reformar el sistemas electoral, creando una segunda vuelta y cerrándole el paso a los partidos "bonsai"

3. Permitir la reelección de los diputados, y

4. limitar, pero también reforzar, los poderes de la Presidencia, dándole al Ejecutivo el poder de veto sobre el Congreso.

De los cuatro puntos hasta este momento, sólo ha sido reformado la segunda parte del punto número dos; cerrarle el paso a los partidos Bonsai, el cual por cierto, fue considerado por muchos como una forma de discriminar a las minorías. El argumento fue que había muchos partidos negocio, (no vale la pena mencionarlos); y la verdad era aparentemente un argumentó sólido pero discriminatorio.
Y es que ?acaso se puede cerrar una escuela por el hecho de que en ella haya drogadictos? Se requiere una medida inteligente para acabar con el problema, ¡no destruir la institución!
¿Creo que los legisladores se equivocaron!

Lo que es un hecho es que lo tres grandes – quizás oyendo el consejo de Sartori- cerraron el paso a la creación de nuevos partidos políticos. En un principio lo intentaron en diciembre del 2001 sin éxito (gracias a la movilización de varios grupos que acudieron al Senado – estuve presente en la reunión- se pudo parar el dictamen en segundo lectura); pero meses después se volvió a proponer y fue esta LIX Legislatura cuando se reformó la Ley electoral (el Cofipe) al hacer casi imposible la creación de nuevos institutos políticos. De 16 proyectos que metieron carta de intención el año pasado al IFE, sólo dos cumplieron los requisitos en la primera etapa; a saber; Alternativa Socialdemócrata y Campesina y Nueva Alianza.
En las próximas semanas saldrá el dictamen del IFE.
El sólo hecho de haber realizado más de 200 asambleas distritales les merece a esos grupos que se les otorgue el registro.

Y este jueves 10 de febrero del 2004 fue desechado en el Senado el punto número tres recomendado por sartori, con ello ¡se perdió una excelente oportunidad histórica la legislar! (ver el debate completo en http://fredalvarez.blogspot.com/

La pregunta obligada es que acaso ¿no era mejor hacer una propuesta completa? ¡Interpretando a Sartori, creo si! Pero nuestros legisladores se fueron por partes.

Sartori en una charla con Carlos Castillo Peraza (RIP)

Hace varios años, en una visita a México, patrocinada por TV Azteca, Carlos Castillo Peraza, lo entrevisto para El Universal, y le pudo obtener los siguientes comentarios:

1... México todavía funciona porque el Presidente tiene en sus manos el poder suficiente para mantener el sistema de acuerdo con las viejas reglas. Hay que edificar el poder presidencial, "de lo contrario, se paralizará el país".

2. "La transición política mexicana no aterriza. Ya dejó atrás el puerto de partida, pero todavía no sabe cuál es el de llegada. En este sentido es que digo que está en las nubes. Lo importante es que los partidos entiendan que la Constitución es obra del consenso y que, con base en ella, la política puede ser de disenso",

3. "La animosidad opositora con mirada solamente electoral detiene la construcción constitucional. Y tal vez los próximos dos años sean la última oportunidad de concretarla.

4. Entre las cosas que es preciso hacer están las premisas para que el Congreso sea un verdadero Congreso y, entre tales premisas, está la aprobación de la reelección".

.- ¿Reelección presidencial? (le pregunta CCP)-"No. Reelección de los legisladores, porque sin ésta el Congreso es un hotel en el que los diputados o senadores reciben un estipendio para buscar su siguiente empleo, y ni siquiera pagan el cuarto."

.- ¿Con una vuelta, con dos vueltas electorales?
"Dos vueltas, pero sólo en la elección presidencial, porque en un esquema como el que se ve en México, de tres partidos, cabría imaginar que en una vuelta la Presidencia cayera en manos de alguien que únicamente lograra 34% de los votos. Este tipo de triunfo es un riesgo que ningún país en transición debe correr, porque daría un presidente sin respaldo ni legitimidad suficientes para garantizar el gobierno del país".

El debate en el 1998 2001,
Varios analistas políticos coincidieron con Sartori –entre otros, José Antonio Crespo, Isidro Cisneros y Jesús Silva-Herzog. en la necesidad fundamental de reelegir a los legisladores como un primer paso y, después, modificar el régimen de partidos y evitar la creación múltiple de éstos.

Pero acerca del tema de la segunda vuelta en las elecciones presidenciales las opiniones fueron distintas. Por ejemplo, para Isidro Cisneros exalumno de Sartori, la segunda vuelta es un tema a explorar porque en América Latina se han experimentado diversas situaciones, una de las ventajas es que se recuperan los votos perdidos en partidos pequeños.

Sin embargo, vale la pena rescatar el planteamiento de 1998 del PAN, y concretamente Felipe Calderón, entonces presidente de ese instituto político que planteaba, y ante la eventualidad de que en las elecciones presidenciales del año 2000 se registrara un "empate técnico" entre el PRI, el PAN y el PRD --lo que a su juicio de algunos provocaría problemas de gobernabilidad--, surgieron diversas voces en favor de establecer la segunda vuelta electoral, para garantizar que quien llegue a la Presidencia cuente con el respaldo de una mayoría absoluta en la votación.

Y fue el PAN el partido que más promovió esa iniciativa, pues vio en ella su más fuerte posibilidad de triunfo.

Sin embargo, tres destacados analistas políticos advirtieron sobre los riesgos de este sistema e, inclusive, sostuvieron la inaplicabilidad en México.

Para José Antonio Crespo, la segunda vuelta "más bien complicaría enormemente el proceso electoral" del año 2000, y difícilmente serviría para "resolver el posible escenario de empate técnico que se avizora”, dio entonces.

Por su parte, Jaime González Graff (RIP), rechazó la versión del PAN en el sentido de que la segunda vuelta electoral daría legitimidad al ganador y otorgaría al nuevo presidente la mayoría absoluta para gobernar. "Se puede tener un presidente --comenta-- que tenga esa mayoría, pero al mismo tiempo tener un Congreso dividido en tres fuerzas, 30-30-30. Entonces ese presidente no va a poder gobernar."

En este escenario, agrega, la segunda vuelta "no resuelve absolutamente nada porque no solucionó algo fundamental que es la constitución del gobierno". Esta situación la ejemplifica de la siguiente manera:

"Supongamos que el nuevo presidente con mayoría absoluta en el 2000 empieza a gobernar, va al Congreso a hacer sus propuestas legislativas de gobierno, pero resulta que tanto la Cámara de Senadores como la de Diputados están divididas en tres partidos y no existe coalición entre el suyo --que lo llevó al poder-- y al menos otro partido. Pues no gobierna."

Por eso, advierte, "la segunda vuelta es absolutamente inútil, no sirve para nada. Lo que funciona es la coalición". (¿?)

A su vez, Pedro Aguirre (hoy en el partido Convergencia), desdeñó "el mito" de que la segunda vuelta electoral sirva para consolidar un sistema democrático. "El sistema político mexicano no está preparado para este esquema, porque no tenemos un sistema consolidado de partidos, en el cual éstos sean más responsables, vean más por el interés del país que por sus intereses particulares".

Asegura que dadas las características políticas de México, la segunda vuelta electoral nada soluciona, pues "parte del supuesto equivocado de que el ganador tendrá mayor legitimidad si cuenta con un mayor número de votos". El equivoco radica, señala, en que en la práctica los partidos siempre imponen otras reglas y van en otra dinámica.

"Me parece ilusorio decir que un Presidente debe contar necesariamente con más del 50 por ciento de los votos para gobernar. L as democracias no se hacen con mayorías absolutas, siempre hay ganadores relativos.

En América Latina – decía Pedro en 1998- y en sistemas presidenciales, la segunda vuelta electoral no es una buena idea, se ha demostrado en la práctica."

El PAN principal impulsor

Pero el principal impulsor de la segunda vuelta electoral fue el PAN Su cálculo era simple: de mantenerse como la segunda fuerza política en la primera ronda, para la segunda aglutinaría el voto opositor en contra del PRI.

Felipe Calderón Hinojosa, entonces dirigente nacional panista, reconocía que un esquema de segunda vuelta era un asunto abiertamente de conveniencia: "Acción Nacional es un partido que saldría fortalecido en este esquema y tiene todo el derecho y deber de plantearlo.”

"El escenario probable en una segunda vuelta electoral sería con el PAN como contendiente; y en el remoto caso de que no fuera contendiente, tendría mucho más poder de decisión en un esquema de este tipo que en el de la ronda electoral única."

El argumento del PAN era tal y como se dio que para el año 2000 ningún partido alcanzaría más del 50 por ciento de la votación, y que inclusive ésta se dividiría en porcentajes similares alrededor de los 30 puntos. Esta situación, a juicio del PAN, derivaría en "una Presidencia sin el respaldo popular necesario para el cabal desempeño de sus funciones".

Debido a esto, el 17 de marzo de 1998, el diputado federal panista Rafael Castilla Peniche presentó ante el pleno de la Cámara de Diputados una iniciativa de ley, cuyo objetivo es reformar el artículo 81 constitucional a fin de que se permita la realización de una segunda vuelta electoral. La redacción propuesta por el panista es la siguiente:

Artículo 81. La elección del Presidente será directa, en los términos en que disponga la Ley Electoral, y se requerirá de la mayoría absoluta de los votantes. Para este efecto, de ser necesario, se celebrará una elección de segunda vuelta entre los candidatos que hayan obtenido el mayor número de sufragios.
Ponía como ejemplo el caso de San Luís Potosí, única entidad del país cuya legislación establece el mecanismo de la segunda vuelta: "Los resultados en ese estado son evidentes y positivos. Desde que se instauró este sistema se ha observado mayor estabilidad política y democrática, las tradicionales irregularidades electorales que por años motivaron la caída de gobernadores y un creciente encono entre los partidos políticos, con fuertes impactos y divisiones en la sociedad potosina, se diluyeron en la medida que la segunda vuelta electoral le daba una indiscutible legitimidad al candidato ganador, sin importar el partido del que se procediera."

Castilla Peniche señalaba: "habría que preguntarles a los ciudadanos de San Luis Potosí cuánto les costó vivir por años la inestabilidad política y social por la ausencia de reglas democráticas que conciliaran los intereses de los diversos grupos políticos de la sociedad".

Segunda vuelta en San Luís
Única entidad del país cuya legislación establece la fórmula de la segunda vuelta, San Luís Potosí estrenó este sistema en las elecciones municipales del 17 de agosto de 1997.

En aquella ocasión, se aplicó la segunda ronda de votaciones en 23 de los 58 ayuntamientos, luego de que los contendientes en la primera vuelta, realizada en forma simultánea a las federales del 6 de julio, no alcanzaron la mayoría absoluta que establece la ley estatal elaborada en 1996.

De los 23 municipios que se fueron a segunda vuelta casi un mes y medio después de la primera jornada, en 18 fue ratificado el ganador de la primera y en cinco ayuntamientos el segundo lugar se adjudicó el triunfo. De hecho, estadísticamente este mecanismo perjudicó al PRI, pues perdió cuatro municipios y el PAN perdió uno.

La aplicación de la segunda vuelta en la entidad, fue un proyecto personal del gobernador Horacio Sánchez Unzueta, por cierto casi ningún partido partido estaba de acuerdo, empezando por el PRI.

Pero para el gobernador Sánchez la segunda vuelta evitaría los conflictos postelectorales, lo que así sucedió debido a que la oposición se vio beneficiada conquistó mucho más posiciones de los que había esperado.

El esquema de segunda vuelta dio estabilidad al estado, por lo menos ya no hubo ningún conflicto postelectoral.

La experiencia en América Latina
Después de décadas de golpes de Estado y de regímenes militares, se produjo una ola democratizadora en la mayor parte del subcontinente.
De entre estos mecanismos, el sistema de segunda vuelta electoral fue acogido con la esperanza de que el triunfador tuviera la suficiente legitimidad para establecer su gobierno.

Por lo menos 17 de los países de América latina se caracterizan por tener un sistema presidencialista y un Ejecutivo electo de manera directa, en nueve de estas naciones está establecido el principio de elección de mayoría absoluta, que significa que para declararse vencedor, el candidato debe contar con más del 50 por ciento de la votación total. En esta situación se encuentran Bolivia, Brasil, Colombia, Chile, El Salvador, Guatemala, Paraguay, Perú y Uruguay.

En estos países, si ningún candidato a la Presidencia obtiene la mayoría absoluta en la votación, la ley dispone que se realice una segunda vuelta electoral o balotaje entre los dos candidatos más votados para obtener un ganador. La única excepción a esta regla es Bolivia, donde la segunda ronda ya no es a sufragio popular, sino que el Congreso tiene la facultad de elegir en mayoría absoluta entre las tres fórmulas más votadas.

Asimismo, en Argentina, Costa Rica, Ecuador y Nicaragua, la legislación establece la segunda vuelta cuando el candidato o fórmula más votada no satisfaga determinados requerimientos de desempeño electoral (un mínimo de votación) puntualmente previsto por la ley.

En Argentina es necesario que el candidato con más sufragios en su favor obtenga más del 45 por ciento de la votación, o bien, al menos el 40 por ciento, siempre y cuando supere en 10 puntos al segundo lugar. De no producirse este esquema se recurre a una segunda vuelta electoral.

En Costa Rica, la fórmula más votada debe superar el 40 por ciento de los votos válidos para ser declarada triunfadora y evitar la segunda vuelta. En Ecuador se requiere al menos el 40 por ciento de los votos válidos y una diferencia mayor de 10 puntos respecto del segundo lugar. Por último, en Nicaragua el candidato ganador necesita el 45 por ciento de la votación para evitar el balotaje.

Sólo en cuatro países de la región impera el principio de mayoría relativa para la elección presidencial: México, Honduras, Panamá y Venezuela.

La experiencia BrasileñaEl sistema electoral brasileño contempla que, si ningún candidato consigue más de la mitad de los votos válidos (no cuentan ni los nulos ni los blancos), los dos aspirantes con mayor respaldo deberán disputarse la presidencia del país en una segunda vuelta.
Obviamente partirían de cero Por ejemplo en Brasil el entonces candidato izquierdista Luiz Inácio Lula da Silva, con casi el 47% de los votos, tuvo motivos para temer el resultado de una hipotética segunda vuelta.
¿Por qué? Porque Lula antes de ganar en segundo vuelta se había presentado a las elecciones presidenciales en tres ocasiones; en 1989, 1994 y 1998; en los dos últimos perdió de forma rotunda en la primera vuelta, ante Fernando Henrique Cardoso. En la primera en 1989, salió derrotado en la segunda vuelta contra Fernando Collor de Mello por tan sólo cinco puntos de diferencia, tras vencer en la primera.

El caso brasileño conllevó a la experiencia de las alianzas. Es decir, Lula necesitó hacer alianzas para superar la barrera del 50% de los votos.
Lula concretó alianzas con los dos candidatos que se quedaron fuera de la segunda vuelta: Ciro Gomes (laborista) y Anthony Garotinho (socialista).
Garotinho, del Partido Socialista Brasileño, había logrado el 18% de los votos, mientras que Gomes, de la coalición Frente Laborista, obtuvo alrededor del 12%.

Por cierto, la candidata por el Partido Socialista Brasileño (PSB), Rosinha Garotinho y esposa del candidato presidencial Anthony Garotinho, resultó ser gobernadora del estado de Río de Janeiro.
El caso es interesante, y merece un análisis aparte, y es que el fenómeno fue estudiado por “algunas” esposas de los gobernantes en México para sustituir a sus maridos.

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