31 oct 2013

Día de muertos, días de guardar, días de ofrendar y de vivir


 Por Fred Alvarez.
Publicado en La Silla Rota, 31 de octubre de 2013

"y al que teme la muerte la llevará sobre sus hombros...." Federico García Lorca.
"Morir sólo es morir. Morir se acaba.
Morir es una hoguera fugitiva.
Es cruzar una puerta a la deriva
y encontrar lo que tanto se buscaba.
Acabar de llorar y hacer preguntas;
ver al Amor sin enigmas ni espejos;
descansar de vivir en la ternura;
tener la paz, la luz, la casa juntas
y hallar, dejando los dolores lejos,
la Noche-luz tras tanta noche oscura…”
Estas líneas fueron escritas -antes de fallecer.- por el sacerdote, periodista y poeta José Luis Martín Descalzo. (1930- 1991).
La muerte es la realidad más dolorosa, más misteriosa y a la vez, más inevitable de la condición humana, y como decía Martín Heidegger celebre filósofo alemán del siglo XIX, "el hombre es un ser para la muerte".
Estos días son de tradición por el día de muertos. Se trata de una popular fiesta cristiana que tiene un origen prehispánico que honra a los difuntos el día 2 de noviembre, aunque la celebración comienza día antes; concretamente hoy 31 de octubre. El primero y dos de noviembre son los  días señalados por la Iglesia católica para celebrar la memoria de Todos Santos -a saber: santos anónimos, santos desconocidos, los santos del pueblo, los santos de nuestras familias, ahí caben amigos, paisanos, conocidos, desconocidos  y un largo etcétera  y de Los Fieles difuntos (2 de noviembre).
Muy diferente por cierto al denominado Jalouín (Halloween) o Noche de Brujas que se celebra, de acuerdo a los mitos y tradiciones celtas el 31 de octubre. Esta noche es pues noche de Jalouín en los Estados Unidos, el norte de México, algunas provincias de Canadá, de Irlanda y el Reino Unido. Y también gracias a Hollywood en varias partes del mundo.
Pero para nosotros la fiesta es diferente; es un Patrimonio Cultural
La muerte es un personaje omnipresente en el arte mexicano.
Los orígenes de la celebración en nuestro país son anteriores a la llegada de los españoles. Por lo menos 3 mil años antes hay registro de celebraciones en las etnias mexica, maya, purépecha y totonaca. Por ello –y más- la Unesco declaró en 2003 la festividad mexicana como Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad, también llamado patrimonio viviente. Se trata de la raíz de nuestra diversidad cultural. En ceremonia llevada a cabo en
Paris, la UNESCO distinguió a la festividad indígena de Día de Muertos con esa distinción. Por considerar que esta festividad es: "...una de las representaciones más relevantes del patrimonio vivo de México y del mundo, y como una de las expresiones culturales más antiguas y de mayor fuerza entre los grupos indígenas del país."
Además en el documento de declaratoria se destaca:
"Ese encuentro anual entre las personas que la celebran y sus antepasados, desempeña una función social que recuerda el lugar del individuo en el seno del grupo y contribuye a la afirmación de la identidad..."
¡Maravilloso!
 Hay varios lugares de México donde es todo un rito prehispánico. El acto de morir era el comienzo de un viaje hacia el Mictlán, el reino de los muertos descarnados o inframundo, también llamado Xiomoayan, término que los españoles tradujeron como infierno. Este viaje duraba cuatro días. Al llegar a su destino, el viajero ofrecía obsequios a los señores del Mictlán: Mictlantecuhtli (señor de los muertos) y su compañeraMictecacíhuatl (Dama de la Muerte). Estos lo enviaban a una de nueve regiones, donde el muerto permanecía un periodo de prueba de cuatro años antes de continuar su vida en el Mictlán y llegar así al último piso, que era el lugar de su eterno reposo, denominado “obsidiana de los muertos”.
Hay lugares donde son por excelencia los lugares perfectos donde se celebra la fiesta de muertos, a saber; los poblados de la ribera del lago de Pátzcuaro y sus islotes (Quiroga, Janitzio, Ihuatzio y Tzintzuntzan); otros lugares son Mixquic en el Distrito Federal; y quie decir de Xantolo en  San Luis Potosí. Ahí, ahí la festividad religiosa comienza desde una semana antes, cuando los danzantes, también llamados huehues, asisten al panteón a pedir permiso a sus difuntos para poder rendirles culto.
Al terminar las fiestas regresan para agradecer a Dios. Es así como van preparándose y juntando los elementos necesarios para montar el altar de muertos, también llamado Arco. Ahí se concretan procesiones, alabanzas, música y danzas de diversos pueblos: chichimeca-jonaz y hñahñu, de Guanajuato; tepehuas, hñahñus y nahuas, de Hidalgo; tének, pames y nahuas, de San Luis Potosí, y popolucas y totonacos, de Veracruz.
 Ir al panteón es lo más común.
Y es que es en ese lugar–el panteón, cementerio  o camposanto- donde normalmente se depositan los restos mortales de los difuntos, y dependiendo de la cultura del lugar, los cuerpos pueden introducirse en ataúdes, féretros o simplemente envolverse en petates -como fueron enterrados nuestros ancestros- para poder ser enterrados bajo tierra.
Hoy las cosas han cambiado. Muchos prefieren cremar los restos y esparcir sus cenizas en lugar mágicos. Hay otras gentes que guardan los restos en su casa. Eso por cierto no es tan recomendado por algunos en la Iglesia católica.
Por cierto, la palabra cementerio viene del término griego koimetérion, que significa dormitorio porque según la creencia cristiana era ahí donde los cuerpos dormían hasta el Día de la Resurrección.
A los cementerios católicos se les llama también camposantos debido a que hace muchos años en Pisa- o sea la región italiana de la Toscana- cuando ateniéndose a medidas de higiene la autoridad ordenó cerrar el cementerio que había sido construido en el siglo XIII dentro de la ciudad. El terreno fue cubierto con una gran capa de tierra, que fue traído de los lugares santos de Jerusalén. De ahí el nombre Campo Santo.
 Colocar una ofrenda ¿cómo instalarla?
Además de ir al Camposanto lo ideal es colocar una ofrenda a los que se adelantaron en el camino, el asunto es ¿y cómo instalarla? 
Para los que saben es cosa de niños; pero para los que no sabemos se necesita un guía, un especialista, ello si queremos cumplir con lo que establece la tradición, y también depende del lugar del país.
Eso sí no se debe olvidar que ¡el lugar donde se pone la ofrenda se convierte en un lugar sagrado!
Por eso –y con todo respeto- recomiendo los pasos que nos enseña la maestra arqueóloga Alicia Luján Delgadillo de la universidad Veracruzana, a saber:
1. Sobre él altar se depositara la ofrenda, el arco engalanado será la entrada por donde las almas de los muertos pasarán a morar por breve tiempo y disfrutará de las viandas preparadas en su honor;
2 Sobre la mesa – dice la profesora- se confeccionarán dos a tres escalones a manera de pedestal, se cubrirá todo con un mantel blanco y encima se pondrá papel china picado;
3 En los escalones se colocará enseguida una lámpara de aceite, veladoras, un vaso con agua; se distribuyen en la mesa panes de ajonjolí y de huevo con manteca, tamales rancheros en hoja de plátano o de Papantla, tamalitos de pollo, de pipían con fríjol gordo y de dulce con pasitas en hojas de totomoxtle, atole de guayaba o de piña, champurrado, chocolate, y alguna bebida predilecta –cerveza o aguardiente-, cigarros y fósforos. Además mole con carne de gallina, arroz y tortillas de maíz calientitas. También se pueden incluir chichiliques, pemoles, cuitoncitos, cuhiches, tamales de zarabando, garnachas, bolim y zacahuil. Ah y también pan de azúcar –antecesores de nuestras calaveras– y el llamado “pan de muerto”.
Con carrizos se forman dos arcos, uno atrás y otro al frente con sus travesaños correspondientes, va recargado sobre la pared donde penderán en su mayoría las imágenes que son de devoción familiar;
5 Los arcos pueden ser en forma de media campana o rectangulares, se forran con rama tinaja, tepejilote y palmilla, se alterna alrededor flores amarillas (cempoalxoxhitl), manitas de plátanos “campechanitos”, berenjenas silvestres, nísperos, canastitas, banderitas, jaras y cortinas confeccionadas con papel china con rehiletes.
Nos recomienda también la Maestra Lujan, que justo a las doce del día y por la noche del día primero de noviembre – día de Todos Santos; hay rezos y el término de éstos las almas de los muertos se deleitan con lo ofrendado.
¡Ah! y no se debe olvidar que al día siguiente; el dos de noviembre, todos debemos visitar  cementerios, llevando agua bendita, flores naturales y coronas de flores de papel encerado.
Ahí pasaremos con nuestros muertos la mayor parte del día.
Esa tradición, con algunas variantes, se reproduce –afortunadamente- en gran parte del territorio nacional.
¡Viva nuestra tradición!
Al margen:
¿Cómo se celebra esta tradición en el Norte de Sinaloa?
En las comunidades rurales del norte de Sinaloa –de donde soy originario-, toda la familia acostumbra a ir al panteón el día primero de noviembre a limpiar bien las tumbas. Es condición llevar muchas velas o veladoras, y cachimbas para ya empezando a obscurecer iluminar el cementerio.
De hecho todo el cementerio se ilumina con ellas. Hay que ir properado para “velar” todo la noche del día primero para amancer el día dos de noviembre. Es necesario llevar alguna frazada y mucho de comer y más de de beber –ron, tequila, guisqui, aguardiente o cervezas-; tanto para la ofrenda del difunto, como para uno y los amigos y familiares que aparecerán por ahí.
Recordemos que la creencia es que los muertos necesitaban comida para llegar a su destino final, por lo que al morir se dejaba junto a ellos comida, agua, ofrendas y diversos objetos; y que en este día regresan con mucha "hambre".
Incluso es el día ideal para encontrarse con amigos y familiares que en todo el año no se les ve. Me ha pasado varias veces.
¡Ah! Y no debe uno preocuparse de llevar instrumentos musicales como guitarras o acordeones. Ahí al pie de la tumba, llegaran músicos ganapán dispuestos a cantarle toda la noche la canciones preferidas del difunto; y de los vivos, como aquella de  Te vas Angel mió al estilo Los Alegres de Terán:
Te vas Angel mio, Ya vas a partir….
Pero ay cuando vuelvas,
no me hallaras aquí,
Iras a mi tumba y allí rezaras por mi.
hallarás unas letras escritas allí,
con el nombre y la fecha,
Y el día que en fallecí…

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