15 sept 2011

¡Así que, demócratas del mundo, uníos", Felipe Calderón

Discurso del Presidente Calderón en la Celebración del Día Internacional de la Democracia
Residencia oficial de Los Pinos, 15 de septiembre del 2011;
Muy buenos días, amigas y amigos.
Muy estimada señora Helen Clark, Administradora General del Programa de Naciones Unidas para el Desarrollo.
Estimado Ministro Juan Silva Meza, Presidente de la Suprema Corte de Justicia de la Nación.
Estimado Diputado Emilio Chuayffet Chemor, Presidente de la Cámara de Diputados.
Señor Senador José González Morfín, Presidente del Senado de la República.
Doctor Leonardo Valdés Zurita, Consejero Presidente del Instituto Federal Electoral.
Licenciado José Alejandro Luna Ramos, Magistrado Presidente del Tribunal Electoral del Poder
Judicial de la Federación.
Señor Vidar Helgesen,  Secretario General del Instituto Internacional para la Democracia y la Asistencia Internacional, IDEA Internacional.
Señor Daniel Zovatto, Director General para el Programa IDEA en América Latina.
Embajador Heraldo Muñoz Valenzuela, Subsecretario General de Naciones Unidas y Director Regional del PNUD.
Señor Magdy Martínez-Solimán, Coordinador Residente del Programa de Naciones Unidas para el Desarrollo en México.
Doctor Luis Carlos Ugalde, exconsejero Presidente del Instituto Federal Electoral.
Señoras y señores Magistrados.
Consejeros Ciudadanos del Consejo General del Instituto Federal Electoral.
Señoras y señores Magistrados del Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación.
Señoras y señores exconsejeros y expresidentes.
Estimados líderes empresariales, académicos, intelectuales, representantes de la sociedad civil.
Distinguidos invitados especiales.
Señoras y señores:
Me es muy satisfactorio recibirlos aquí, en la Residencia Oficial de Los Pinos, casa de todos los mexicanos, y mostrarles mi satisfacción, mi alegría, porque hoy México es sede internacional de la Celebración del Día Internacional de la Democracia.
Y tenemos verdaderamente, personalidades de primer nivel a nivel mundial, como es la señora Helen Clark y su distinguida comitiva, así como los dirigentes de IDEA Internacional.
Muy bienvenidos.
Es para nosotros un gusto, además, que a tres años de que se celebra en todo el mundo el Día Internacional de la Democracia, se celebre, precisamente, el 15 de septiembre.
Tenemos que hacer que la democracia a nivel internacional se identifique también como algo muy mexicano. Un día lo vamos a lograr.
Y es una fecha muy significativa para todos, porque hoy, bueno, mañana, celebramos la Independencia Nacional, estamos en vísperas de la celebración de nuestra Independencia, y como bien dijo el Ministro Juan Silva Meza, en cierto sentido, independencia y democracia se identifican. Van de la mano.
Quiero dar nuevamente la bienvenida a la señora Helen Clark, a todo el equipo del Programa de Naciones Unidas para el Desarrollo, con quienes recientemente hemos comentado los avances de México en los Objetivos de Desarrollo del Milenio. Posteriormente, el día siguiente de nuestro evento, se publicó un avance a nivel internacional. México escaló, también, ya llegamos a una escala de 6.5 de una escala de 8, y eso me parece muy, muy importante.
Pero, hoy estamos aquí para celebrar, precisamente, la democracia y hablar de ella.
Agradezco la presencia, también, de Vidar Helgesen, Secretario General de IDEA, del Institute for Democracy and Electoral Assistence, con quien ya hemos tenido, además, la fortuna de contar con él aquí, en México.
Para nuestros distinguidos visitantes, para todos los invitados y participantes de esta importante celebración, para todos ustedes, amigas y amigos mexicanos, que siempre es importante recordar el camino que hemos recorrido, muchas veces se olvida, quisiera describirles un poco la evolución, o una muestra de la evolución del recorrido democrático de México, desde que fue, porque lo fue, un México autoritario, hasta lo que es hoy, un México democrático.
En algunas escenas, en algunas memorias que me vienen a la mente en este momento, ante estos temas, ante estos magníficos discursos que hemos escuchado, y ante distinguidas personalidades.
Primera escena. Hace 25 años, entré con un grupo de amigos, éramos, aunque no lo crean, éramos muy jóvenes, entonces. Con un grupo de amigos entramos sorpresivamente escondidos en algunos vehículos y nos apostamos justo enfrente de la puerta principal de Los Pinos y desplegamos una enorme pancarta, una manta que decía: Porque Chihuahua quiere ser libre, exigimos democracia.
Y nos plantamos ahí, y nos sentamos en el piso. Entre ellos iba la que ahora es mi esposa, entonces no era mi novia. No me hacía mucho caso entonces.
Y después de estar todo el día en protesta y jalones, y discusiones, finalmente ya nos echó el Estado Mayor, digo, afortunadamente nos echó, porque nos fue, hasta eso bien, en ese tema.
Y esa es la primera escena.
Entonces, lo que estábamos buscando. Había en Chihuahua un hombre, yo diría un prohombre de la democracia en México, don Luis Héctor Álvarez, que llevaba ya 36 días en huelga de hambre exigiendo respeto a la democracia en esa entidad. Por eso decíamos: Porque Chihuahua quiere ser libre, exigimos democracia.
Y nosotros veníamos aquí a exigir una cita de la esposa de don Luis, de Blanquita, con el Presidente de la República.
Segunda escena. Unos cuatro o cinco años después, precisamente, acompañando a don Luis, entré por esa puerta de Los Pinos, para hablar con el entonces Presidente de la República, el ex Presidente Salinas, a una reunión derivada de una decisión de mi partido, de que había que hablar con el Gobierno y había que negociar una transición democrática.
La crítica entonces fue despiadada: Negociaciones en lo oscurito, concertacesiones, entreguismo. Nos acusaron, además, de vender la causa democrática de nuestro partido.
Tercera escena. A consecuencia de eso, decidimos negociar un proceso de transición y logramos algunas cosas.
Veo aquí, también, a Jorge Alcocer, ahí, en el público, él entonces representante, no recuerdo si del Partido Comunista todavía o del Partido Mexicano Socialista, y por lo menos hacíamos un recuento de, bueno, qué habíamos logrado.
No logramos la Cédula de Identidad Ciudadana, la logramos en la Constitución desde entonces, desde fines de los 80. Era de hecho, el origen  de la discusión de la Cédula, fue un propósito electoral, y que hubiera una identificación ciudadana absolutamente confiable e indisputable; porque hasta entonces, la identificación ciudadana era una cartulina, que no tenía ni foto, no tenía nada que, verdaderamente, pudiera identificar que el ciudadano era el ciudadano.
Dijimos: Logramos la Cédula, pero para el futuro, pero por lo pronto tenemos la Credencial para votar con fotografía.
Ya andaba por esos lares, no sé si de Secretario de Gobernación o de Representante de Gobernación, precisamente, el Presidente de la Cámara, Emilio Chuayffet.
Cuarta escena. Estamos a las tres de la mañana, en la Oficina del Secretario de Gobernación, precisamente, el Diputado Emilio Chuayffet y un servidor, negociando acaloradamente, tensamente diría yo, los términos de una nueva reforma electoral para el país, en un escenario en el cual la crisis económica de México había fracturado totalmente el tejido social, y necesitábamos, todos, encontrar, precisamente, la concordia. Y la concordia estaba, también, en la política.
Había una gran tendencia en el país para romper, simple y sencillamente, aprovechar el agravio de la crisis económica entre la población para desestabilizar completamente al Gobierno.
Nosotros seguimos optando por la negociación. Yo era Presidente de mi partido, el Diputado era Secretario de Gobernación; y a las tres de la mañana alcanzamos un acuerdo, y al día siguiente suscribimos una Reforma Electoral que le dio autonomía plena al Instituto Federal Electoral. Fue cuando fue, por primera vez, independiente del Gobierno.
Le dio autonomía plena al Tribunal Electoral, fue cuando lo incorporó plenamente al Poder Judicial de la Federación, para no dependerlo de instancias administrativas. Creó un Consejo  Ciudadano; estabilizó, además, una serie de normas para regular las campañas de los partidos, y de reglas para integrar los Poderes.
Una última escena es la de hoy, en la mañana, que es todavía más impresionante. Le decía yo a la señora Helen Clark que no es que sea una tradición mexicana hacer muchos discursos, y muy largos, que lo es; sino que aquí, fundamentalmente, nuestra democracia tiene estos equilibrios. Es una democracia, como dijo el Ministro Silva Meza, de tres Poderes iguales, e igualmente subordinados a la Constitución.
Y de esos Poderes, además hay dos Cámaras, y además, hay dos instituciones autónomas de los Poderes y las Cámaras, que son, precisamente, el IFE y el Tribunal.
Eso es, amigas y amigos, un poco más o menos la trayectoria que seguimos todos; o más bien, muchos, no todos, pero muchos por construir nuestra vida democrática.
Y la logramos, hay que decirlo, logramos pasar de un régimen autoritario, autocrático, o como alguna vez llamó un Presidente, entonces, de partido casi único, a un régimen democrático.
Hoy, México tiene una vibrante democracia, con plena división de Poderes, con partidos políticos, con gobiernos sin mayoría, pero, sin embargo, que es funcional. Que los Poderes pueden hablar libremente, como hablamos hoy.
Que podemos discutir democracia, como discutimos hoy. Una democracia, además, donde se gana, se pierde, como debe ser. Muy, muy lejos del concepto que algunos tienen de México, equívocamente, por ejemplo, de Estado fallido.
Este Estado, que es un Estado que funciona democráticamente, que nos costó construirlo; es un Estado que lleva todos los días a clase a más de 35 millones de alumnos; es un Estado que tiene una economía que crece, el año pasado, más de 5 por ciento, y que genera más de 800 mil empleos al año.
Es un Estado que tiene ya casi cobertura universal de salud, donde toda mexicana o mexicano tiene médico, medicinas y tratamiento a su alcance. Es un Estado donde se gradúan cada año más de 100 mil ingenieros o técnicos, más que en Alemania, más que en Brasil, más que en Canadá.
Ese es nuestra democracia que, afortunadamente, tenemos.
Cuáles son los pendientes.
Coincido mucho en lo que dijo el Senador González Morfín. La segunda ola democrática de México, y creo que esa debe prestarnos, más bien, a ella debemos prestarle atención.
Necesitamos cerrar la enorme brecha que hay entre políticos y ciudadanos, como dijo el Consejero Presidente, hace falta ciudadanía. Como dijo el Diputado Chuayffet, falta virtud cívica, también como un elemento esencial, citando a Bobbio, de nuestros pendientes democráticos.
Cómo podemos cerrar esta brecha entre ciudadanos y políticos.
Yo explicaba en alguna ocasión, insistí esta semana, que si atendemos a la raíz etimológica de estas palabras, son exactamente lo mismo: ciudadana viene de civitas, en latín; y política viene de polis, en griego, y ambos significan ciudad.
Y como dijo Aristóteles: El hombres es un animal político, y quien no requiere de la polis para vivir, es una bestia o es un Dios.
Nosotros, amigas y amigos, en México requerimos de la polis y, por extensión, requerimos de la política y de la ciudadanía. Pero una política divorciada de la ciudadanía, será, necesariamente, un sistema en el cual no hay resultados para el ciudadano, aunque los métodos sean democráticos.
De ahí la imperiosa necesidad de acercar ciudadanía a política y viceversa. Y esto tiene que ser por la virtud cívica, que hace falta; tiene que ser por la acción del Estado y de sus órganos, que también hace falta.
Yo creo que más que pedirle a los ciudadanos que se acerquen a nosotros, lo cual es bueno, nosotros tenemos que acercarnos a los ciudadanos. Nosotros tenemos que explicar a los ciudadanos qué hacemos y por qué lo hacemos.
Nosotros tenemos que hacernos cargo de esa gran incomprensión que tiene el ciudadano de decisiones públicas, de acciones públicas y de resultados públicos.
Y, también, tenemos que cambiar los instrumentos que permitan, precisamente, la representatividad. Por eso la importancia de la propuesta, por ejemplo, ya aprobada por el Senado, de elección consecutiva de Legisladores y Alcaldes, lo que es la reelección en prácticamente todo el mundo, salvo Costa Rica, el mundo democrático.
Por qué razón.
Porque necesitamos poner en manos de los ciudadanos las carreras de los políticos, y que si un político funciona bien, si un Alcalde o un Legislador hace bien su trabajo, pueda ser reelecto. Y si hace mal su trabajo, no sólo pierda su trabajo, sino que se vaya a la calle y termine su carrera política.
La primera es cerrar esa brecha, y por eso necesitamos mecanismos como éste, polémico, sí, impopulares, quizá a la vista del concepto, pero necesarios. Son, además, modestos. Son, quizá, elementos de un gran componente, no son suficientes en sí mismos, pero ayudan, estoy seguro; con riesgo, por supuesto. Implica riesgos, porque en sí mismo una elección no puede producir todos los resultados que esperáramos de la democracia, pero sí puede producir lo que nos hace falta que es mayor cercanía con los ciudadanos.
Como ha dicho el señor Vidar Helgesen: Éste va a ser el siglo de la ciudadanía, y tenemos que hacer que la política en México esté cerca de la ciudadanía.
En segundo lugar. Tenemos que hacer que la democracia sea eficaz y, por eso, insisto, si en 1910, los mexicanos hicimos una Revolución bajo la bandera del sufragio efectivo, hoy el reto del Centenario después de ese evento, es la democracia efectiva, la que le rinda resultados a los ciudadanos. Y nuevamente necesitamos, precisamente, cercanía y, también, métodos que exijan responsabilidad a los gobernantes, que hagan que produzcan resultados.
Y nuevamente la elección consecutiva es un instrumento.
Cómo puede ser un Alcalde eficaz. Cómo puede una ciudad tener los satisfactores que la ciudadanía necesita, desde agua potable, hasta recolección de basura o policía, un problema tan grave en México, si un Alcalde dura tres años y no tiene ningún incentivo a hacer reformas de fondo. No tiene ningún incentivo hacer una vialidad que va a durar 30 años en la vida de esa ciudad, y no tiene incentivos hacer una reforma policiaca que le dé la seguridad a los ciudadanos, que no tienen ahora, y que debe de proporcionársela, porque se olvida aquí que la seguridad es corresponsabilidad de los tres niveles de Gobierno, no es un asunto sólo del Presidente de la República.
La Constitución establece claramente que es una corresponsabilidad, originalmente, incluso, que era una atribución exclusiva de los municipios, y la entidad más cercana al ciudadano, es el municipio.
Por qué debemos esperar que haya funcionalidad a nivel de las alcaldías, si no hay continuidad en el trabajo. Y la continuidad debe darse a partir de que haya un Alcalde o una alcaldesa que, si hace bien su trabajo, siga y pueda construir el largo plazo que no tienen los municipios de México.
En tercer lugar. Es avanzar hacia un  Estado de Derecho eficaz, también, donde se cumpla la ley y se haga cumplir, como dijo el Magistrado Luna Ramos.
Se nos olvida a todos los gobernantes, o casi a todos, que esa es la primera obligación con el pueblo, que protestamos a la hora de tomar un cargo.
Protesto guardar y hacer guardar la ley. Es el primer mandato constitucional, y pudiera ser el único, que si se cumpliera, creo que estaríamos, además, verdaderamente del otro lado.
Por eso, no deja de sorprenderme que haya, incluso, en la propia, se dice clase política o en algunos servidores públicos, hasta el cuestionamiento si el gobernante debe cumplir o no con su deber, y con lo que la ley le mandata, en materia de seguridad y en otras cosas.
Finalmente, amigas y amigos, yo creo que debemos hacernos cargo, no sólo de una segunda ola, que esperamos refresque a nuestra democracia, sino, también, no perder de vista la primera ola, que se compone de elementos muy simples, pero siguen siendo los imprescindibles.
La primera ola, que es eso que Enrique Krauze dijo: la democracia sin adjetivos. No la democracia social o la económica. Democracia sin adjetivos, que es simple y llanamente el sufragio efectivo, el voto libre y secreto, el voto libre y respetado.
Qué es el voto libre. Qué es esta democracia sin adjetivos.
Es muchas cosas, que se dicen repetidamente, pero es hora de que las reflexionemos nuevamente. Es que los votos cuenten, y se cuenten. Que los votos cuenten implica que cada ciudadano tiene el mismo derecho de otro y que, así sea un voto, la diferencia entre un candidato y otro, gana el que tiene la mayoría de los votos. Eso es que los votos cuenten.
Y que los votos se cuenten, también. Y por ello, creo que debemos reforzar, precisamente, la valiosísima aportación de esta larga marcha mexicana a la transición democrática, que descansa fundamentalmente en la manera en que contamos los votos.
El poder hacer participar, no sé, un millón, quizá el próximo año más, ciudadanos en casillas electorales, como presidentes de casillas, secretarios, escrutadores, representantes de partido, todo un ejército de ciudadanos contando votos, esa es la manera en que debemos fortalecer la democracia, que los votos se cuenten eficazmente.
Y si debemos preocuparnos por la integración de la más modesta y la más remota mesa de casilla en el país, en ésta y en cualquier elección, con mayor razón debemos preocuparnos del órgano supremo de organización electoral del país, que es el Consejo Electoral del Instituto Federal Electoral.
Por eso reitero mi preocupación, mi respetuoso llamado a las fuerzas políticas, a concordar a los Consejeros, Magistrados, que se encuentran vacantes. Y que se busque a través del consenso, que no es obligatorio; es decir, se puede elegir con la mayoría que establece la Constitución, pero sí es deseable, díganmelo a mí, que exista un consenso respecto de quienes deben ser electos.

Que exista, verdaderamente, como un instrumento que va a fortalecer a la democracia, e incluso, va a fortalecer a quien gane las elecciones.
Que el voto sea libre, es decir, un voto que sea libre de toda coacción. Que el voto no esté subordinado, precisamente, al peso ni del dinero, ni de los aparatos públicos, ni de los programas.
Y que el voto sea libre significa, también, que esté bien informado; es decir, provisto de información, y de una información libre, también, y de una información equitativa.
Que el voto sea libre; significa que esté bien informado. Significa, también, que partidos y candidatos puedan decir su verdad. Y por eso, mi respetuosa reflexión es que en el marco de la ley, que ha sido creada para resolver grandes y mutuas desconfianzas, y que ha puesto restricciones importantes, aún dentro de ese marco, lo que se busque en la acción de la autoridad es la libertad del ciudadano, y la libertad de los candidatos, y la libertad de los partidos, y no la restricción y el silencio de ciudadanos, partidos y candidatos.
Y yo le agregaría, también, servidores públicos, porque también creemos, tenemos ideas, hablamos, y somos demócratas.
El ciudadano es el que tiene derecho a informarse de lo que todos decimos para decidir en libertad. Un ciudadano que no tiene toda la información para tomar una decisión, no es un ciudadano que pueda emitir un voto plenamente libre. Esa es la verdad.
Y que sea libre y bien informado significa, también, la responsabilidad, pocas veces comentada, pero ineludible, de los medios de comunicación. Es, desde luego, un derecho, por lo menos así lo interpreto.
Pero es verdaderamente democrático el que un medio o un periódico no publique lo que dice un candidato porque no tiene un convenio económico con ese medio.
Puede ser la libertad del medio; entiendo, también, que debe ser un buen negocio.
Pero es esencialmente democrático.
El voto libre implica, precisamente, el ejercicio equilibrado, equitativo y responsable de la libertad.
Voto libre, también, amigas y amigos, implica que la contienda sea democrática y equitativa. Y esa equidad se da, precisamente, no en condición suficiente, pero sí necesaria, a través de la transparencia de campañas y candidatos.
Por qué razón.
Porque, precisamente, en la equidad, en el ejercicio de los gastos se dan, precisamente, contiendas equitativas. Y, además, aleja a las campañas y los candidatos, por una parte, de lo que ya se señalaba aquí, de factores reales de poder, incluso factores ilícitos y abiertamente ilegales, como crimen organizado, que ya lo comentaba con toda atingencia el Presidente de IDEA Internacional; para que, precisamente, no perseveren en su intento de dominar las instituciones democráticas, que ya vemos, precisamente, en algunas organizaciones.
Se requiere, por tanto, que demos un paso más a la transparencia, no sólo en los partidos, que están regulados en el IFE, sino, también, a otras fuentes de recursos.
Transparencia en los gobiernos, no sólo a nivel Federal, que creo que hemos avanzado razonable, suficientemente en materia de transparencia, sino a niveles estatales, para evitar que los recursos y las maquinarias gubernamentales sean las que indebidamente desequilibren la equidad, tan imprescindible en las campañas electorales.
Evitar el riesgo de un indebido trasiego de recursos y de fuerzas y aparatos, precisamente, en las campañas, y particularmente sacar, de una vez por todas, de nuestra vida democrática el riesgo de intromisión de los criminales.
Finalmente, amigas y amigos:
En el marco de tan distinguida presencia del Programa de Naciones Unidas para el Desarrollo y en el Día Internacional de la Democracia, digo también que se requiere una reflexión profunda acerca de la defensa de los principios democráticos en el mundo.
Quién va a ser la democracia en el mundo, sino los demócratas.
Y muchas veces, y lo sé, incluso, por experiencia propia, porque es un dilema cotidiano, me parece, en nuestra vida política exterior, parece plantearse como un antagonismo, un dilema entre el principio de libre autodeterminación de los pueblos y el principio de la defensa de los valores democráticos en el mundo.
Si alguien no es democrático, si alguien pisotea los derechos de sus gobernados, si alguien margina el voto de las mujeres o las mutila, o les prohíbe, eso es verdaderamente malo, eso es aceptable para un demócrata.
Si alguien cancela medios de comunicación, reprime a organizaciones políticas, eso es verdaderamente democracia. Puede ser autodeterminación, me dicen; bueno, entonces se respeta la autodeterminación de los pueblos.
Pero hasta dónde hay ese dilema entre democracia, defensa de principios democráticos y autodeterminación de los pueblos. Yo me lo pregunto, y realmente me cuestiono, y concluyo que ese es un falso dilema.
Que una cosa es que cada pueblo tenga el derecho a determinarse, y otra cosa es que la democracia no sea un derecho universal, que sea compatible con los derechos humanos de todos los hombres, independientemente de su nacionalidad y que todo derecho humano, o la dignidad humana de cada ser humano, de cada habitante de este planeta, que compartimos, tiene que ser defendido.
Es más, llevado al extremo: Cómo puede un pueblo autodeterminarse libremente, si no tiene democracia.
Cómo podemos decir que un pueblo se autodeterminó a ser autoritario, si no tiene democracia. Cómo un pueblo se autodermina a cancelar los derechos de la mitad de su gente.
Yo pienso, señores, que el reto democrático internacional sigue plenamente vigente. Pienso, también, que hacia finales del Siglo XX, cuando vimos todos que la mayoría de los países arribábamos a la democracia. Creo que llegamos muchos, por lo menos, admito mi responsabilidad, a la conclusión de que la democracia era un sistema político irreversible, un camino sin retorno. Y eso, señores, desafortunadamente, no es cierto. La democracia, por desgracia, puede perderse.
Hemos visto, yo diría en nuestras narices, muchas sociedades que fueron  orgullosamente democráticas, y que ahora no lo son, o no lo son plenamente. Y por supuesto, que no abogo por la intervención, y menos por la injerencia, directa o indirecta, de ninguna Nación o ninguna organización internacional en cada país. Por supuesto que no.
Porque sí creo, también, no sólo en la democracia, sino en la autodeterminación de los pueblos. Pero también, creo que está llegando el momento de poder hablar, por lo menos, con cierta libertad; de poder decir lo que pensamos, y decir: Caramba, tú puedes ser muy fuerte, tú puedes ser muy grande, pero no eres demócrata. Tú puedes tener un crecimiento económico espectacular, pero tú no respetas el derecho de tus trabajadores a organizarse. Tú puedes encarnar todos los ideales que muchos jóvenes en nuestro tiempo tuvimos, de ser revolucionarios, y expresarlo en música, en imágenes, en uniformes, pero tienes mucha gente en tus cárceles por haber dicho lo que pensaba.
Creo que ha llegado la hora, amigas y amigos, en este siglo de la ciudadanía, que los demócratas del mundo pensemos, verdaderamente, en la fragilidad democrática, la enriquezcamos y acrecentemos en nuestros países y, unidos, la defendamos en el mundo, porque esa democracia está en peligro.
Y en democracia, amigas y amigos, para México y el mundo, ni un paso atrás. No podemos permitir que se pierda lo que a la humanidad tanto le ha costado.
Así que, demócratas del mundo, uníos, parafraseando a algún ilustre pensador.
Muchas gracias.
Bienvenidos a México.

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