Me voy….
"...Te dejo en el país
construido por el sueño.
Al irme siento que sonríes.
Los ángeles del otoño,
con un dedo en los labios,
le ordenan a la vida
que no te despierte." Hugo Gutiérrez Vega
#
Una
de las figuras culturales más significativas del país, fue también actor,
abogado y diplomático
Muere
el poeta Hugo Gutiérrez Vega
Intelectual
crítico y congruente, dirigió el suplemento cultural La Jornada Semanal
Tenía
81 años de edad.
Hugo
Gutiérrez Vega con Carlos Monsiváis, durante un homenaje al poeta, el 15 de
febrero de 2009 en Bellas Artes
Foto Marco Peláez
La Jornada
Sábado
26 de septiembre de 2015, p. 2
Nota de Ángel Vargas y Merry MacMasters
El
poeta no es ni mucho menos un místico o un ser especial, sino una persona que
canta lo que a todos pertenece, acostumbraba decir con sus implacables
precisión y calidez el poeta y periodista Hugo Gutiérrez Vega, quien falleció
este viernes a consecuencia de una prolongada enfermedad, a los 81 años de
edad.
Con
su deceso, acaecido en la ciudad de México, se extingue prácticamente una
estirpe de pensadores y humanistas críticos y comprometidos que se encargaron
de perfilar el rostro de la segunda mitad del siglo XX mexicano.
Los
restos del también actor, abogado y diplomático, quien en años recientes se
desempeñó de presidente del consejo de administración de La Jornada, diario
donde dirigió asimismo el suplemento cultural La Jornada Semanal, son velados
en la agencia Gayosso Félix Cuevas.
Existencia
prolífica
Nacido
en Guadalajara, Jalisco, el 11 de febrero de 1934, Hugo Gutiérrez Vega tuvo una
vida prolífica en experiencias y fecunda en el plano intelectual y literario,
lo mismo que en el periodístico y la promoción cultural.
La
poesía, sin embargo, fue la compañera de bienes y males a lo largo de
prácticamente toda su existencia.
El
interés por esta disciplina, según refirió el autor en varias ocasiones, se
remite a la época de su infancia, cuando contaba con alrededor de 10 años y
conoció en Lagos de Moreno, Jalisco, a Francisco González León, un viejo y
magnífico poeta, de gran sencillez y enorme refinamiento.
González
León, primero, y después la obra del padre Alfredo Plascencia, otro poeta de
Los Altos de Jalisco, de Jalostotitlán, así como la lectura de Ramón López
Velarde, llevaron a don Hugo –como se le decía de forma cariñosa– por los
senderos de la lírica.
Llegaron
entonces Federico García Lorca y la generación del 27, sobre todo Rafael
Alberti, Luis Cernuda y Manuel Altolaguirre.
Según
refirió en una entrevista con este diario, publicada el 23 de noviembre de
2013, fue a los 17 años cuando se atrevió a escribir sus propios poemas. Ganó
los juegos florales de Sahuayo, Michoacán, con El niño y el mar, “que después
me di cuenta que era un plagio inocente e inconsciente del libro de (Rafael)
Alberti, Marinero en tierra”.
Aunque
sostenía que eran varios los poetas que lo habían influido –Miguel de Cervantes
decía que los poetas son ladrones, los unos de los otros, citaba–, siempre
reconoció que la presencia de Alberti en él fue muy poderosa, al extremo de que
su primer libro, Buscando amor, publicado en 1965, cuenta con el prólogo de ese
vate español.
Gutiérrez
Vega no sólo se distinguió como uno de los más relevantes poetas del México
contemporáneo y una de las figuras culturales más importantes del país, sino
también se significó por ser un intelectual crítico y congruente.
De
ello rindió testimonio el Instituto Nacional de Bellas Artes, que en un
comunicado lo definió de opositor consciente de que la crítica es necesaria en
un país donde muchas veces a ésta se le considera una agresión, cuando en
realidad lo que más necesita este país es crítica para comprender muchas cosas.
Panorama
terrible
Este
entrañable intelectual era consciente de que vivimos tiempos trágicos, en un
país asfixiado por la mentira, la manipulación, la violencia patológicamente
cruel, la pobreza de las mayorías y el crecimiento propiciado por el modelo
neoliberal de la extrema miseria, ésa que tiene como panorama terrible, la
propia miseria.
Durante
su intervención en la ceremonia, el 17 de enero de 2014, por los 25 años del
Consejo Nacional para la Cultura y las Artes, encabezada por el presidente
Enrique Peña Nieto, el poeta consideró imprescindible que los intelectuales
establezcan un diálogo con el poder político ante la urgente necesidad de analizar
las modificaciones al modelo socioeconómico, ya que el neoliberalismo sólo ha
favorecido a los barones dueños del país.
Agregó
que conviene que hablemos de las reformas constitucionales y de su impacto en
la vida económica, en la sociedad civil y en la soberanía de la nación; de la
situación de los indígenas que viven como extranjeros en su propia tierra, y de
la violencia desatada en el sexenio sangriento que sigue destrozando el tejido
social del país.
El
currículo de don Hugo es vasto; en él se da muestra de su espíritu inquieto, su
naturaleza incansable y sus intereses variados.
Fue
doctor en derecho por la Universidad Autónoma de Querétaro, de la que fue
asimismo rector. Estudió letras inglesas en Michigan, italianas en la
Universidad de Roma y sociología de la comunicación en Londres.
Se
desempeñó también de profesor en la Universidad Nacional Autónoma de México
(UNAM), tanto en la Facultad de Filosofía y Letras como en la de Ciencias
Políticas y Sociales.
De
igual manera, fue director de Casa del Lago, de la Revista de la Universidad y
de Difusión Cultural de la UNAM; en 2011 fue electo miembro de la Academia
Mexicana de la Lengua –puesto que asumió en septiembre de 2012– y miembro
correspondiente de la Academia Puertorriqueña de la Lengua Española.
Fue
viajero infatigable. En gran medida eso fue posible gracias a su faceta de
servidor de carrera del Servicio Exterior Mexicano, en el que se desempeñó de
consejero cultural en Roma, Londres, Madrid y Washington.
También
fue embajador en Grecia; concurrente en Líbano, Chipre, Rumania y Moldavia; y
cónsul general de México en Río de Janeiro, Brasil, y en San Juan, Puerto Rico.
A ello deben sumarse sus trabajos especiales para la Unesco en Irán y la Unión
Soviética.
Los
viajes y vivir en tan diversas naciones alimentaron de forma pródiga la pluma
de este autor, quien escribió por lo menos un libro de cada uno de los países
en los que residió, según contó en una entrevista con este diario en octubre de
2007.
Cada
ciudad en la que he vivido tiene su libro. Hay un libro escrito en Washington,
otro en Río de Janeiro, uno en Londres, otro en Puerto Rico. De Grecia, que es
donde más escribí, hay tres: del paisaje, de los seres que he ido conociendo,
que he ido amando, de los que he huido, porque las dos cosas son posibles en
relación con los seres humanos. Todo está presente en la poesía y de manera muy
especial, los viajes, eso de andar como caracol con la casa a cuestas.
El
teatro, otra de sus pasiones
Conferencista
y profesor invitado en diversas instituciones de educación superior nacionales
y el extranjero, el maestro se dio tiempo suficiente para ejercer asimismo su
pasión por el teatro.
En
ese terreno, se distinguió como fundador y director del grupo Cómicos de la Lengua;
director del Teatro Latinoamericano de Roma, del grupo de Teatro Español de la
Universidad de Londres y actor de la compañía de repertorio de la UNAM.
En
el ámbito del periodismo, fue colaborador de Cuadernos Hispanoamericanos,
Nexos, Revista Universidad de México, Siempre! y Vuelta, además de dirigir
hasta el momento de su fallecimiento La Jornada Semanal, suplemento cultural de
La Jornada.
Gutiérrez
Vega no entendía cómo la gente puede vivir sin poesía, expresión a la que
consideraba un artículo de primera necesidad, que ilumina y ayuda a vivir y
también a morir.
Son
muchas las funciones de la poesía, por ella se descubren cosas del propio ser y
del ser de los otros, sostuvo en la referida entrevista con Conaculta, en la
que además afirmó que a través de esa expresión literaria los pueblos restauran
su idioma, sobre todo frente a los embates de los medios de comunicación, de su
obscenidad y vulgaridad.
También
da a la gente como nosotros, a la gente común y corriente, a la gente sensible,
palabras para expresar lo fundamental de lo cotidiano que es el encuentro y el
desencuentro del amor, de la muerte, el deseo; es decir, las cosas pequeñas y
esenciales de la vida, dijo en otra ocasión.
Traductor
Además
de ensayista, el trabajo de Gutiérrez Vega de traductor de poesía griega ha
sido ampliamente reconocido. De igual forma, su obra poética ha sido traducida
a inglés, francés, italiano, portugués, ruso, rumano y griego.
Fueron
múltiples los reconocimentos y galardones obtenidos por el autor en el transcurso
de su existencia, como el Premio Nacional de Poesía Aguascalientes 1975, por
Cuando el placer termine; la Orden al Mérito 1966 en grado de Comendador, de
Italia; la Medalla Alfonso X, en 1981, de la Universidad de Salamanca, España;
y Comendador de la Orden Isabel la Católica, en 1983, también en el país
ibérico.
A
los anteriores se suman la Orden del Delfín 1994 (Gran Cruz), de Grecia; los
premios de Letras Jalisco en 1994; el Nacional de Periodismo de 1999, en el
área de difusión cultural; el Iberoamericano Ramón López Velarde en 2001; el
Premio Xavier Villaurrutia en 2002, por Peregrinaciones y Bazar de asombros II;
el Poetas del Mundo Latino Víctor Sandoval 2009.
Su
poemario Cuando el placer termine se incluye en la compilación Premio de Poesía
Aguascalientes 30 años, 1968-1977, Joaquín Mortiz/Gobierno del estado de
Aguascalientes/INBA, 1997. En 2013 fue reconocido con el Premio Nacional de
Ciencias y Artes en el área de Literatura.
Hugo
Gutiérrez Vega hubiera gustado ser mejor poeta, según reconoció en la
mencionada charla recogida en estas páginas en octubre de 2007: A mí no me toca
decirlo, pero creo que se salvan algunos de mis poemas, algunos de mis versos
se salvan, pero definitivamente no me siento satisfecho, debí haber trabajado
más. Ya no es tiempo de arrepentirse, pero sí me hubiera gustado ser mejor poeta
de lo que soy.
Dentro
de su vasta obra en ese género se encuentran: Buscando amor (1965), Samarcanda
y otros poemas (1972), Cuando el placer termine (1977), Poemas para el perro de
la carnicería (1979), El Tarot de Valverde de Vera (1981), Meridiano ocho-cero
(1982), Andar en Brasil (1987), Georgetown blues y otros poemas (1987), Los
soles griegos (1989), Cantos del despotado de Morea (1991), Una estación en
Amorgós (1996), Los pasos revividos (1997), Antología personal (1998),
Peregrinajes: poesía reunida 1965-1999 (2000), Poemas sobre poetas (2001),
Antología con dudas (2007) y Los pasos revividos (2013).
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