‘Anuncien
a Jesús en medio del “smog” de la ciudad
El
Papa Francisco celebró este viernes 25 de septiembre un servicio religioso con
unos 20 mil fieles en el Madison Square
Garden de Nueva York. donde lanzó un llamado urgente a proclamar a todos
que Cristo todavía camina en las calles de las grandes ciudades y que superar
todo “smog” espiritual que impide el encuentro con Él.
El
Pontífice dijo que en las grandes ciudades se congregan personas provenientes
de diversas culturas y costumbres.
“Vivir en una ciudad es algo bastante
complejo: contexto pluricultural con grandes desafíos no fáciles de resolver
(…). Las grandes ciudades se vuelven polos que parecen presentar la pluralidad
de maneras que los seres humanos hemos encontrado de responder al sentido de la
vida en las circunstancias donde nos encontrábamos”, señaló.
Pero
a la vez “las grandes ciudades esconden el rostro de tantos que parecen no
tener ciudadanía o ser ciudadanos de segunda categoría”, que quedan silenciados
“por no tener ‘derecho’ a ciudadanía, no tener derecho a ser parte de la ciudad
–los extranjeros, sus hijos (y no solo) que no logran la escolarización, los
privados de seguro médico, los sin techo, los ancianos solos–, quedando al
borde de nuestras calles, en nuestras veredas, en un anonimato ensordecedor. Y
se convierten en parte de un paisaje urbano que lentamente se va naturalizando
ante nuestros ojos y especialmente en nuestro corazón”.
Sin
embargo, afirmó que “Jesús sigue caminando en nuestras calles, mezclándose
vitalmente con su pueblo, implicándose e implicando a las personas en una única
historia de salvación” y esto “nos llena de esperanza, una esperanza que nos
libera de esa fuerza que nos empuja a aislarnos, a desentendernos de la vida de
los demás, de la vida de nuestra ciudad”.
Indicó
que el profeta Isaías –cuya lectura se hizo en español-, “habló de la luz que
es Jesús y ahora nos presenta a Jesús como ‘Consejero maravilloso, Dios fuerte,
Padre para siempre, Príncipe de la paz’”.
Antes
de culminar la Misa, el papa recibió la ovación y aplausos de los 20.000 fieles
por cerca de dos minutos. “En todas las Misas, todos los días, rezamos por y en
unión con ‘Francisco, nuestro Papa”, expresó en ese sentido el Arzobispo de
Nueva York, Cardenal Timothy Dolan en sus palabras de agradecimiento.
“Y ahora, ¡aquí está usted! ¡Le damos la
bienvenida! ¡Lo amamos! ¡Lo necesitamos! ¡Se lo agradecemos! Usted ha visto
nuestra catedral, nuestras escuelas católicas, nuestras caridades católicas…y
ahora usted nos dirige en el más importante y poderoso acto que podemos hacer:
¡El Santo Sacrificio de la Misa!”, expresó.
Con
esta Misa, en la que 200 diáconos ayudaron en la distribución de la comunión,
el papa culmina sus actividades en Nueva York y mañana partirá hacia Filadelfia
para participar en el Encuentro Mundial de las Familias.
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Vatican
Insider, 09/26/2015
Papa
Francisco: encontrar a Dios incluso entre el «smog» de las ciudades
Francisco en el estadio neoyorquino después
del baño de multitudes en el Central park: nuestras ciudades tienen riqueza
multicultural y en ellas se corre el riesgo de relegar a los débiles «al borde
de nuestras calles, en nuestras veredas, en un anonimato ensordecedor»
IACOPO
SCARAMUZZI
«¿Cómo
encontrar a Dios que vive con nosotros en medio del smog de nuestras ciudades?
¿Cómo encontrarnos con Jesús vivo y actuante en el hoy de nuestras ciudades
pluriculturales?». En el corazón de Nueva York, en el Madison Square Garden,
Papa Francisco por primera vez parte del profeta Isaías en los Estados Unidos
(«El pueblo que caminaba en tinieblas ha visto una gran luz»), parte de su
experiencia como pastor de Buenos Aires para interrogar a los fieles
estadounidenses, subrayando, en español, que las metrópolis recuerdan «la
riqueza que esconde nuestro mundo: la diversidad de culturas, tradiciones e
historias. La variedad de lenguas, de vestidos, de alimentos. Las grandes
ciudades se vuelven polos que parecen presentar la pluralidad de maneras que
los seres humanos hemos encontrado de responder al sentido de la vida en las
circunstancias donde nos encontrábamos. A su vez, las grandes ciudades esconden
el rostro de tantos que parecen no tener ciudadanía o ser ciudadanos de segunda
categoría. En las grandes ciudades, bajo el ruido del tránsito, bajo ‘el ritmo
del cambio’, quedan silenciados tantos rostros por no tener ‘derecho’ a
ciudadanía, no tener derecho a ser parte de la ciudad –los extranjeros, los
hijos de estos (y no solo) que no logran la escolarización, los privados de
seguro médico, los sin techo, los ancianos solos–, quedando al borde de
nuestras calles, en nuestras veredas, en un anonimato ensordecedor».
Jorge Mario Bergoglio llegó al estadio
neoyorquino, que tiene una capacidad para 20 mil personas, después de haber
atravesado el Central Park, en Manhattan, en donde saludó a decenas de miles de
personas a bordo del papamóvil. Un poco antes de lo programado, saludó a los
presentes en el Madison Square Garden, dando dos vueltas entre los fieles a
bordo de un auto eléctrico. Se detuvo a saludar en especial a algunos niños enfermos.
«Estamos
en el Madison Square Garden, lugar emblemático de esta ciudad, sede de
importantes encuentros deportivos, artísticos, musicales, que logra congregar a
personas provenientes de distintas partes, y no solo de esta ciudad, sino del
mundo entero», dijo el Papa, que comenzó la misa con una oración en inglés,
pero continuó con la homilía en su lengua materna. «En este lugar -continuó-
que representa las distintas facetas de la vida de los ciudadanos que se
congregan por intereses comunes, hemos escuchado: ‘El pueblo que caminaba en
tinieblas ha visto una gran luz’ (Is 9,1). El pueblo que caminaba, el pueblo en
medio de sus actividades, de sus rutinas; el pueblo que caminaba cargando sobre
sí sus aciertos y equivocaciones, sus miedos y oportunidades ha visto una gran
luz. El pueblo que caminaba con sus alegrías y esperanzas, con sus desilusiones
y amarguras ha visto una gran luz». Y ahora, en las grandes ciudades
contemporáneas, «con el profeta hoy podemos decir: el pueblo que camina,
respira, vive entre el smog, ha visto una gran luz, ha experimentado un aire de
vida», explicó Francisco entre los aplausos de los fieles.
«Vivir
en una gran ciudad -prosiguió Papa Bergoglio- es algo bastante complejo:
contexto pluricultural con grandes desafíos no fáciles de resolver. Las grandes
ciudades son recuerdo de la riqueza que esconde nuestro mundo: la diversidad de
culturas, tradiciones e historias. La variedad de lenguas, de vestidos, de
alimentos. Las grandes ciudades se vuelven polos que parecen presentar la
pluralidad de maneras que los seres humanos hemos encontrado de responder al
sentido de la vida en las circunstancias donde nos encontrábamos. A su vez, las
grandes ciudades esconden el rostro de tantos que parecen no tener ciudadanía o
ser ciudadanos de segunda categoría. En las grandes ciudades, bajo el ruido del
tránsito, bajo ‘el ritmo del cambio’, quedan silenciados tantos rostros por no
tener ‘derecho’ a ciudadanía, no tener derecho a ser parte de la ciudad –los
extranjeros, los hijos de estos (y no solo) que no logran la escolarización,
los privados de seguro médico, los sin techo, los ancianos solos–, quedando al
borde de nuestras calles, en nuestras veredas, en un anonimato ensordecedor. Se
convierten en parte de un paisaje urbano que lentamente se va naturalizando
ante nuestros ojos y especialmente en nuestro corazón. Saber que Jesús sigue
caminando en nuestras calles, mezclándose vitalmente con su pueblo,
implicándose e implicando a las personas en una única historia de salvación,
nos llena de esperanza, una esperanza que nos libera de esa fuerza que nos
empuja a aislarnos, a desentendernos de la vida de los demás, de la vida de
nuestra ciudad. Una esperanza que nos libra de ‘conexiones’ vacías, de los
análisis abstractos o de las rutinas sensacionalistas. Una esperanza que no
tiene miedo a involucrarse actuando como fermento en los rincones donde le
toque vivir y actuar. Una esperanza que nos invita a ver en medio del smog la
presencia de Dios que sigue caminando en nuestra ciudad. Porque Dios está en la
ciudad.¿Cómo es esta luz que transita nuestras calles? ¿Cómo encontrar a Dios
que vive con nosotros en medio del smog de nuestras ciudades? ¿Cómo
encontrarnos con Jesús vivo y actuante en el hoy de nuestras ciudades
pluriculturales?».
La
respuesta, según Papa Francisco, la ofrece el mismo profeta Isaías, cuando
define a Jesús «Consejero maravilloso, Dios fuerte, Padre siempre, Príncipe de
la paz». El Papa desmenuzó una a una estas imágenes. Consejero maravilloso:
Jesús impulsa a sus discípulos « a sus discípulos ir, salir. Los empuja a ir al
encuentro de los otros, donde realmente están y no donde nos gustarían que
estuviesen. Vayan, una y otra vez, vayan sin miedo, sin asco, vayan y anuncien
esta alegría que es para todo el pueblo». Dios fuerte, que «el
Dios-con-nosotros, el Dios que camina a nuestro lado, que se ha mezclado en
nuestras cosas, en nuestras casas, en nuestras «ollas», como le gustaba decir a
santa Teresa de Jesús». Padre siempre: «Vayan y anuncien, vayan y vivan que
Dios está en medio de ustedes como un Padre misericordioso que sale todas las
mañanas y todas las tardes para ver si su hijo vuelve a casa, y apenas lo ve
venir corre a abrazarlo. Y esto es lindo. Abrazo que busca asumir, purificar y
elevar la dignidad de sus hijos» (explicó el Pontífice entre los aplausos de
los fieles). Príncipe de la paz, el Dios que «camina a nuestro lado», « nos
libera del anonimato, de una vida sin rostros, vacía y nos introduce en la
escuela del encuentro. Nos libera de la guerra, de la competencia, de la
autorreferencialidad, para abrirnos al camino de la paz. Esa paz que nace del
reconocimiento del otro, esa paz que surge en el corazón al mirar especialmente
al más necesitado como a un hermano».
Dios,
concluyó Francisco: «vive en nuestras ciudades; la Iglesia vive en nuestras
ciudades y quiere ser fermento en la masa, quiere mezclarse con todos,
acompañando a todos». Y nosotros, dijo
entre aplausos, «somos sus testigos».
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