7 mar 2010

Don Lorenzo Alvarez, in Memoriam



Don Lorenzo Alvarez Gámez In Memoriam

(Nació en Baymena, Choix, Sinaloa, 16 de febrero de 1919- difunto en Los Mochis, Sinaloa el 7 de marzo de 2004).

Hijo de padres mayos (yoremes), habitó por esos lugares 85 años y por ello tuvo la posibilidad de disfrutarlos intensamente.

Vivió a su manera.

¡No fue fácil! de niño se dedicó en la sierra sinaloense a ser pastor de chivas; años después -de adolescente-, junto con sus padres dejó la montaña y bajó al vVlle del Fuerte; allí se convirtió en ejidatario; después fue obrero y en ese tiempo vivía intensamente cantando canciones: era un bardo (guitarrero dicen por allá).
De repente cuando bebía vino*, hablaba cahita -combinación del mayo, yaqui y tehueco- lengua que aprendió de sus tatas, y por eso cantaba sin problemas La Flor de Capomo**, entre otras canciones.
¡También contaba cuentos sin saber que era un género literario!
Recuerdo que en las noches y como fondo el sonido de los grillos, nos contaba historias increíbles de la revolución; además e muchos cuantos de fantasmas: de duendes y hasta de un jinete sin cabeza que se aparecía en las noches.
Por supuesto que esas fábulas eran maravillosas y obligaban a despertar la imaginación. Ayudaba a que no había luz eléctrica ni muchos menos televisión. Por supuesto que casí todo lo inventaba, o quizás algunas eran de una realidad concreta.
¡La verdad no se!, Pero Viéndolo en retrospectiva, me digo “¡Que imaginación del viejo!”
Lamento no haber escrito lo que entonces me contaba. Hoy los recuerdos son vagos; por eso y más lo quise justo en el momento preciso y lo recuerdo con cariño a seis años de su partida.
¡Híjole ya son seis!
Y es verdad que la sombra del Padre de uno siempre está presente siempre nos acompaña.
De repente antes de partir quizás nos quiso decir déjenme partir, como lo escribió magistralmente el poeta libanés Gibrán Khalil Gibrán (ALAS ROTAS)
“He roto los barrotes de esta jaula vieja;
déjame volar y no me detengas (...)
 El cielo está claro y el mar está en calma,
y mi velero está a punto de zarpar;
no demores su viaje.
Deja que mi cuerpo repose con los que
ya están gozando el reposo eterno;
deja que mi sueño termine, y que
mi alma despierte con la aurora...
Que no caigan gotas de tristeza
o amargura en mi cuerpo,
pues las flores y el césped
rechazarían su alimento.
No derrames lágrimas de dolor en mi mano,
pues crecerían espinas en mi tumba.
No ahondes arrugas de agonía
en mi frente, pues el viento,
al pasar, podría leer el dolor de mi frente,
y se negaría a llevar el polvo
de mis huesos a las verdes praderas.......
Y es que el objetivo de la vida e
s alcanzar lo que hay más allá de la vida, más allá de los horizontes estrechos en que nacimos..
De momento me vienen la mente estás líneas de otro poeta norteamericano
"Mi lengua y cada molécula
de mi sangre nacieron aquí,
de esta tierra y de estos vientos.
Me engendraron padres
que nacieron aquí,
de padres que engendraron otros padres
que nacieron aquí,
de padres hijos de esta tierra
y de estos vientos también....”Walt Whitman
¡Ah! y juntó con Hildeliza Palafox -mi madre- tuvo una gran descendencia; yo soy uno de ellos.
Y alguien que ha  dejado una obra nunca muere sino que vive a través de ellas. 
Posdata:
*Preciso que realmente no consumía la bebida obtenida de la fermentación alcohólica del zumo de uvas. No. Lo que bebía -al igual que todos de esa región en su generación-, pera aguardiente, ron, tequila o bacanora. Pero todos ellos denominaban vino a las bebidas "fuertes", quizás influenciados por el poeta José Alfredo Jiménez que en sus canciones habla de vino cuando realmente se refiere al ** Letra de La Flor de Capomo en cahita, de Francisco Aldaco
Triguenyita hermosa
tütulikë yötu
kápo sehuáta bénasi_jíbba huerama
ínapo ento ilítchi
énchi basilároa
énchi enamorároa
kánne_jíba hueráma.
/
Yoko máchu líchi
em jóapone yébsak
bánkota ínou yétcha sáihuateko
kátë emo tíutuamta
bénasi emo ántua
pakë em málla kaa maliciároanake.
/
Triguenyita hermosa
bínotane jëko
kiane babalórek
enchímakne ettejoane.
ínapo ento ilítchi
énchi basilároa
énchi enamorároa
kánne_jíba hueráma.
Debo decir que esa canción desde que se la escuche a mi padre es ¡mi canción preferida! 
Se la cantaba a mi hija Valerie cuando tenía era una niña
Los Siérreños de Sinaloa la grabaron en mayo y español combinado, al igual que Ramón Vega muy buenas versiones, pero incompleta. ¡Lástima! 
Mi hermano Jesús dice que hay una versión completa de Eduardo Fierro, "El Caporal". Habría que conseguirla.
La poeta sonorense María Antonieta Mendivil y otros amigos más, como Alejandro Coria, dicen que también es su canción preferida.
Dice Marían que la flor de Capomo crece en los ríos como el yaqui, el mayo y El Fuerte; pero hoy la flor es ya casi mítica porque los ríos están secos. "La raíz es muy extensa y con muchos tentáculos. Es como un estropajo estirable que se clava muy superficialmente en la tierra. El tallo de la flor es larguísimo y ésta sale por encima de la superficie del río, como un nenúfar de blanco con tonos azulados o violáceos. La maraña extendible de la raíz le permite a la flor estirarse por encima del agua cuando el río crece...."
Invito a escuchar la canción en recuerdo de mi padre para que siempreviva, como dice el poeta oaxaqueño Andrés Henestrosa:
"No me llores, no, no me llores, no,
porque si lloras yo peno,
En cambio si tú me cantas
Yo siempre vivo,
yo nunca muero"

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