- Revista Proceso No. 1996, 31 de enero de 2015
Ninguna
línea descartada/ RAFAEL CRODA
Bogotá.-
La abogada, criminóloga y exfiscal colombiana Ángela María Buitrago, quien
forma parte del grupo de cinco expertos de la Comisión Interamericana de
Derechos Humanos (CIDH) que verificará la investigación oficial sobre los 43
normalistas desaparecidos de Ayotzinapa, es calificada en su país como “la
fiscal de hierro”.
Está
habituada a participar en casos judiciales de fuerte impacto político. Como
fiscal, en Colombia encabezó las investigaciones contra altos oficiales del
Ejército que dirigieron en 1985 la operación para retomar el Palacio de
Justicia tras un asalto a ese recinto por parte de la guerrilla del M-19. En
esos hechos murieron 98 personas en los combates y 11 resultaron desaparecidas.
Por dichas desapariciones mandó a la cárcel al general Jesús Armando Arias
Cabrales y al coronel Alfonso Plazas Vega, quienes cumplen sentencias de 35 y
30 años de prisión, respectivamente.
En
su lista de imputados –por delitos de corrupción, homicidio y violaciones a los
derechos humanos– figuran gobernadores, congresistas y miembros prominentes del
gobierno de Álvaro Uribe Vélez (2002-2010), quien descalificó reiteradamente
sus actuaciones como fiscal.
En
entrevista con Proceso, Buitrago dice que tiene referencias de la desaparición
de los 43 normalistas de Ayotzinapa y de la investigación que se sigue por lo
leído en la prensa.
Sabe
que el pasado 27 de enero el procurador general de la República, Jesús Murillo
Karam, declaró legalmente muertos a los estudiantes, quienes hasta entonces
figuraban en la averiguación previa como desaparecidos.
De
acuerdo con la también profesora universitaria, esa decisión será analizada por
el grupo de expertos de la CIDH una vez que celebre su primera reunión. “Es un
tema que hay que tratarlo con el grupo”, indica, y anuncia un posible viaje de
los expertos a México este mes.
Aunque
advierte que es prematuro hablar sobre las labores que desarrollarán en México
los cinco expertos de la CIDH, expresa que no debe descartarse ninguna
hipótesis y “hay que investigarlo todo”.
Según
un comunicado conjunto de las secretarías de Gobernación y de Relaciones
Exteriores, así como de la Procuraduría General de la República, el equipo
interdisciplinario realizará “una verificación técnica de las acciones
iniciadas por el Estado mexicano tras la desaparición de los 43 estudiantes”,
ocurrida en septiembre pasado.
Los
especialistas convocados por la CIDH podrán elaborar planes de búsqueda en vida
de personas desaparecidas; analizar las líneas de investigación emprendidas por
las autoridades, “para determinar responsabilidades penales”, y evaluar el plan
de atención integral a las víctimas.
Buitrago,
doctora en derecho y en sociología por la Universidad Externado de Colombia,
además de maestra en criminología por la española Universidad de Salamanca y
especialista en derecho penal, indica que los expertos que viajarán a México
elaborarán un plan de trabajo de acuerdo con lineamientos establecidos por la
CIDH. Por ello, explica a este semanario, “no puedo referirme a cuál sería
nuestra actividad en específico ni puedo hablar de la situación de ese caso (la
desaparición de normalistas) en particular”.
Por
su experiencia como fiscal cree, sin embargo, que lo primero que debe
garantizar una investigación judicial es tener apertura hacia todas las
hipótesis.
Expone
que “la idea genérica –no en este caso (el de Ayotzinapa) en concreto, para
evitar suplantar al grupo y esperar a que nos reunamos– es que todos los
elementos que usted tenga a disposición deben ser investigados. Esa es mi
percepción. Es decir, usted no puede dejar de oír ni de recibir ninguna
información, porque todo puede ser relevante”.
–¿Incluso
información que apunte al involucramiento de las mismas autoridades mexicanas,
del mismo Ejército mexicano? ¿Todo eso tendrían que investigarlo? –le
preguntamos.
–Yo
pienso que todo es, como digo yo, un rayito de luz. Así que hay que mirarlo y
evaluarlo y se tomará la decisión con el grupo –responde.
Estima
que, por lo expuesto en el comunicado conjunto, hay disposición del gobierno
mexicano para tomar en cuenta las recomendaciones del grupo de expertos, “pero
esperaremos a ver cómo se dan las condiciones”.
–Como
usted sabe, el caso Ayotzinapa es complejo en términos forenses y periciales.
¿Cree que se puede resolver? –le inquirimos.
–Yo
pensaría, hablando sólo del tiempo, que sería factible si se encuentran y se
hacen los hallazgos debidos, para poder tratar de dar una solución al asunto de
manera general, con todas las personas que desaparecieron. Pero también la
misma complejidad de la forma en que se realizó el delito juega un papel
importante.
–¿Esto
pudiera dificultar su solución?
–¡Claro!
–exclama–. Pero hay que mirar el caso, conocerlo de primera mano. Como
investigadora soy muy reacia a manejar información externa. Me gusta ver qué
hay dentro de la investigación real, porque las especulaciones pueden debilitar
las hipótesis o pueden generar daños a las investigaciones.
Parapolítica
Durante
sus años como fiscal especial, entre 2005 y 2010, Buitrago no sólo investigó
violaciones a los derechos humanos cometidas por militares y agentes del
Estado, sino que tuvo a su cargo otros casos de relevancia nacional que aún
estos días sacuden a Colombia, como la alianza criminal entre dirigentes
políticos y grupos narcoparamilitares, la llamada “parapolítica”.
Las
organizaciones de derechos humanos valoran su trabajo, mientras que la derecha
política y sectores de las Fuerzas Armadas le reprochan haber enviado a prisión
a dos destacados oficiales que repelieron la toma guerrillera del Palacio de
Justicia, sede del Poder Judicial en Colombia.
En
los casos de “parapolítica”, Buitrago presentó cargos y logró condenas contra
los exgobernadores Edilberto Castro y Miguel Ángel Pérez, y otro tanto hizo con
los excongresistas William Montes, Ciro Ramírez y Heriberto Castro.
En
2010 el fiscal general encargado, Guillermo Mendoza Diago, le pidió su renuncia
cuando indagaba la actuación de otros militares de elevado rango implicados en
las desapariciones del Palacio de Justicia, así como al exdirector del
Departamento Administrativo de Seguridad (el hoy disuelto organismo nacional de
inteligencia) Jorge Noguera, cercano colaborador de Uribe Vélez, quien resultó
ser aliado de los paramilitares y autor intelectual del homicidio del profesor
universitario Alfredo Correa de Andréis.
Buitrago
debió dejar su cargo cuando también se disponía a presentar los alegatos
finales en un juicio por presuntos nexos con el narcotráfico contra el
exdirector de Fiscalías de Medellín, Guillermo León Valencia Cossio –hermano
del entonces ministro del Interior y Justicia, Fabio Valencia Cossio–, y a
imputar por calumnia al saliente vicepresidente Francisco Santos.
Es
difícil saber con precisión cuál asunto determinó su salida de la Fiscalía,
pero ella cree que fue, principalmente, la indagación en torno a la operación
militar en el Palacio de Justicia, que la penalista retomó dos décadas después
de haber ocurrido y la cual irritó al alto mando militar y al entonces
presidente Uribe.
“La
salida mía (de la Fiscalía) fue por el Palacio de Justicia y por una decisión
que tenía que ver con el vicepresidente de la República (Francisco Santos), a
quien iba a imputar por calumnia en el caso de unos sindicalistas a los que
vinculó (en una rueda de prensa en 2007) con la guerrilla y la lucha armada”,
precisa la jurista, quien se mantiene rodeada de guardaespaldas asignados por
el Estado.
–¿Cree
que puede haber similitudes entre los hechos del Palacio de Justicia y el caso
Ayotzinapa?
–Sí.
En ambos casos hay el delito de desaparición forzada, que forma parte de la
categoría de delitos de lesa humanidad y, por tanto, involucra el derecho
humanitario y el derecho internacional humanitario. Pero el caso de México
tiene una ventaja: es un caso reciente. El caso del Palacio de Justicia tenía
20 o 22 años de haber sucedido. Entonces ahí hay por lo menos una ventaja
temporal para términos de investigación –plantea la litigante.
–Por
su experiencia, usted sabe que este tipo de investigaciones son muy
controvertidas.
–Voy
a abstenerme de pronunciarme sobre temas de México, pero le voy a contar lo que
pasó en la investigación del Palacio de Justicia en Colombia: hay mucha
polarización en torno a estos temas y eso lleva a una serie de presiones y
comportamientos particulares. Esa realidad es ineludible en casos como estos.
–¿Ello
obliga a los investigadores a ser especialmente rigurosos?
–Digamos
que son investigaciones que tienen que hacerse con todo el rigor, con toda la
responsabilidad y además sin importar las consecuencias. Pienso que uno tiene
que realizar su labor a carta cabal y eso implica que uno muchas veces ni mida
ni quiera medir las consecuencias frente a esa polarización.
–¿Los
investigadores deben tomar en cuenta el contexto sociopolítico que rodea estos
casos?
–Uno
debe concentrarse en la búsqueda de la verdad, en la búsqueda de las personas
desaparecidas y en la atención de las víctimas, que están padeciendo una serie
de consecuencias nocivas frente al comportamiento criminal. Uno tiene que ir
como un caballo de coche (de carreta) al que le ponen tapaojos a los lados, y
hay que enfocarse sólo en lo que encuentra, en la prueba, y con base en eso
dictamina. La prueba debe ser contundente.
–¿Usted
sabe que el caso Ayotzinapa ha conmocionado a México y que ha suscitado una
gran movilización social en demanda de justicia?
–Creo,
y haciendo un símil, que aquí en Colombia no hemos sido ajenos a esas
circunstancias. En el caso del Palacio de Justicia también ha habido mucha
movilización y la sigue habiendo, con muchas aristas. Pero hay que asumir los
asuntos sin importar esa clase de reacciones. Uno debe decidir de acuerdo a lo
que encuentre, gústele a quien le guste y disgústele a quien le disguste…
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