- Revista
Proceso
No. 1996, 31 de enero de 2015
“Se
lastimaban solos”, dicen marinos/GLORIA
LETICIA DÍAZ
La
versión oficial sobre Ayotzinapa se basa en declaraciones autoinculpatorias.
Pero al menos una decena de detenidos mostraron huellas de tortura, de acuerdo
con los propios expedientes. De hecho, marinos y policías han tardado hasta 11
horas en poner a disposición del Ministerio Público a algunos capturados. Según
testimonios de los marinos, los capturados se golpearon solos. Amnistía
Internacional lo tiene claro: Los abusos “pueden derivar en que el caso se
caiga. Si se llegan a demostrar violaciones al debido proceso, la PGR estaría
resolviendo un caso icónico de violaciones a derechos humanos con más
violaciones a derechos humanos”.
Detrás
del rechazo a la versión oficial sobre el destino final de los 43 normalistas
de Ayotzinapa está la presunción de que la tortura fue uno de los métodos
utilizados para “esclarecer” el caso que ha marcado al gobierno de Enrique Peña
Nieto.
La
sospecha no se basa sólo en los hematomas y ojos hinchados que muestran los
acusados en videos y fotografías presentados por la Procuraduría General de la
República (PGR), sino en evidencias asentadas en el expediente de la
dependencia.
La
noche del 27 de enero, horas después de que el procurador Jesús Murillo Karam
encabezara una conferencia de prensa, padres de familia de los desaparecidos y
sus abogados cuestionaron que la “verdad histórica” se soporte en declaraciones
de delincuentes.
En
un documento titulado Diez razones para no cerrar Ayotzinapa, los padres y
abogados advierten que “la información dada a conocer por la procuraduría
depende en exceso de declaraciones rendidas ante Ministerio Público que
fácilmente pudieron ser coaccionadas, pues es de todos conocido que en México
la tortura es recurrente”.
El
28 de enero Amnistía Internacional (AI) dio a conocer una carta firmada por su
directora para las Américas, Erika Guevara Rosas, dirigida a Murillo Karam, en
la cual alertaba: la versión oficial de que en el basurero de Cocula se produjo
un incendio que destruyó los restos de los 43 jóvenes “se sostiene sólo por
declaraciones autoinculpatorias y con un mínimo de pruebas periciales”.
Al
recordar que AI ha documentado desde hace años decenas de casos de tortura en
México, Guevara Rosas anunció que su organización tiene “conocimiento” de que
algunos de los procesados por la desaparición de los normalistas “alegaron
haber sido torturados durante la detención”, por lo cual le pidió a Murillo
Karam investigaciones al respecto.
El
hombre que tropezó
En
el expediente de la PGR revisado por Proceso hay ejemplos claros que apoyan las
sospechas de familiares y organizaciones.
Uno
de ellos es el de Raúl Núñez Salgado, El Camperra, quien, según los marinos
David Ramírez Alcaraz y Carlos Gutiérrez Silva, fue detenido en Acapulco el 14
de octubre a las 21:30 horas y puesto a disposición del Ministerio Público a
las 8:50 horas del día siguiente.
De
acuerdo con el documento integrado en la averiguación previa
PGR/SEIDO/UEIDMS/816/20114, Núñez Salgado estaba dentro de una camioneta
estacionada en una de las calles del puerto cuando fue detenido por posesión de
enervantes durante un patrullaje.
Cuando
los marinos le pidieron que descendiera del vehículo, “intentó darse a la fuga
y en dicha acción tropezó al descender del vehículo, provocándose algunas
lesiones en distintas partes del cuerpo”.
Tras
confirmar que no portaba armas y llevaba 970 pesos y siete dólares, el detenido
–declararon los militares– les pidió sus números de cuenta para depositarles
dinero a cambio de dejarlo libre, no sin antes confesarles su pertenencia al
Cártel Guerreros Unidos, del que mencionó algunos presuntos integrantes. El
ofrecimiento, asentaron, fue rechazado.
“Es
de señalar que en el momento en que se le indicó que sería trasladado a la
Ciudad de México, (la) citada persona en forma rápida dándose la vuelta trató
de desarmar al marino Carlos Gutiérrez Silva, ante estos hechos de agresión nos
vimos obligados a realizar labores de sometimiento y evasión ante el peligro
inminente que corría nuestra integridad física y la de la misma persona
asegurada”, narraron los marinos.
En
la puesta a disposición, los aprehensores contaron que Núñez Salgado “se aventó
contra los tubos que se encuentran en la batea de la camioneta, golpeándose la
parte del oído, cara y diferentes partes del cuerpo; ante su agresividad se
determinó que sería trasladado en el interior de la cabina”.
A
pesar de la medida de seguridad, los marinos aseguraron que el detenido mantuvo
su actitud: “Cuando se estaba acomodando, nuevamente se portaba de forma
agresiva, diciendo que se lo íbamos a pagar, que no sabíamos con quién nos
estábamos metiendo, que a él se la pelan, provocándose lesiones en el interior
del vehículo, golpeándose la cara contra la camioneta diciendo que iba a decir
que nosotros lo habíamos golpeado; manifestando que nos iba a ir mal, que él
conocía sus derechos y que tenía conocidos en la Comisión Nacional de (los)
Derechos Humanos y que nos iba a acusar con ellos”.
Para
justificar el arribo de Núñez Salgado a las instalaciones de la Subprocuraduría
Especializada en Investigación de Delincuencia Organizada (SEIDO) 11 horas
después de la detención, los marinos alegaron que condujeron “en forma lenta
moderada”, pues su vehículo tenía “fallas mecánicas” y para colmo se les ponchó
“la llanta delantera izquierda”.
Al
ser entregado “se solicitó que un médico naval certificara la integridad del
asegurado, toda vez que en todo el camino venía agresivo, golpeándose él mismo
en contra de la camioneta, y en adición al tránsito vehicular de esta ciudad”
es que llegaron tarde.
En
el certificado médico firmado por el teniente de corbeta Héctor Rodrigo Cardoso
Enciso, se clasificaron como “hallazgos de importancia” un derrame y un moretón
en el ojo izquierdo, huellas de golpes en la espalda, pierna derecha, glúteo
izquierdo, cara y cuello.
En
el dictamen de integridad física de la PGR, firmado por Alejandrina Álvarez
Martínez, se identifican al menos 30 puntos en el cuerpo con lesiones en ojos,
cuello, cara, una oreja, cabeza, brazos, manos, pecho, espalda, hombros,
piernas, y de viva voz el detenido manifestó sentir un “intenso dolor en el ojo
izquierdo con lagrimeo y dolor en muslo izquierdo, con dificultad para realizar
la deambulación”.
La
perito de la PGR recomendó que Núñez Salgado fuera enviado “al hospital para
valoración por médicos especialistas en oftalmología y traumatología y
ortopedia”.
En
su declaración ministerial, rendida a las 6:40 horas del 16 de octubre, el
detenido expresó que fue detenido en el estacionamiento del casino Play City de
Acapulco, que no llevaba armas ni drogas y que su pasaporte le fue robado por
marinos que ingresaron “con anterioridad” a su casa.
Ante
las lesiones que presentaba, Núñez Salgado anunció que presentaría una denuncia
“contra los marinos” que lo detuvieron, y una queja ante la CNDH “por violación
a sus derechos humanos”.
De
la mano y en actitud sospechosa
Otro
caso ilustrativo se consigna en un documento firmado por los policías federales
ministeriales Jazmín Galicia Guzmán, Carlos Villaseñor Evaristo y Omar Evaristo
Vega Leyva, así como por los oficiales de Marina Jairo Antonio Flores
Hernández, Vidal Vázquez Mendoza y Rubén Edison Irraestro. En él se da cuenta
de la detención de tres personas en Cuernavaca, Morelos, el 8 de octubre a las
12:00 horas, que fueron puestas a disposición de la autoridad ministerial a las
23:30 horas de ese día.
En
una operación conjunta, ahí relatan cómo detuvieron en el centro de Cuernavaca
a Osvaldo Ríos Sánchez, El Gordo; a su hermano Miguel Ángel Ríos Sánchez, El
Pozole, y a Carlos Pascual Cervantes Jaimes, El Pollo, a quienes supuestamente
les aseguraron un arma larga calibre 7.62, una granada, mariguana y cocaína.
De
acuerdo con el documento, los detenidos “de forma voluntaria y espontánea”
aceptaron formar parte de Guerreros Unidos y estaban “arrepentidos de la muerte
de los estudiantes, que ellos, junto con los del cártel, habían matado a los
estudiantes” y que “los enterraron (…) en las inmediaciones de Pueblo Viejo,
Guerrero”.
Los
agentes y militares sostienen que en el traslado de Cuernavaca a la Ciudad de
México se les ponchó una llanta y uno de los vehículos “venía presentando
fallas en el motor, es decir venía calentándose”, de ahí que se vieran
obligados a conducir a “baja velocidad” y detener la marcha “cada 20 o 30
minutos”.
Y
para colmo, “ya entrando a esta ciudad por las marchas que estaban pasando en
la Ciudad de México, Distrito Federal”, fue que tardaron nueve horas y media en
llegar.
En
la revisión del expediente de la PGR, Proceso localizó tres detenciones en las
que participaron marinos que involucran a cinco personas, cuyos certificados
médicos fueron elaborados por el perito de la PGR Francisco Ramírez Reyes el 10
de octubre, quien da cuenta de lesiones en cuatro de los detenidos.
Ése
es el caso de David Cruz Hernández, bombero del municipio de Iguala, a quien la
dependencia identifica como “operador logístico” de Guerreros Unidos.
En
cumplimiento a una orden de localización de la SEIDO, los agentes Jesús Omar
Maciel Álvarez y Miguel Ángel Romero Hernández informaron en un oficio que, a
las 15:30 horas del 10 de octubre, ubicaron a Cruz Hernández en Iguala, quien
de manera voluntaria aceptó acompañarlos a las instalaciones de la dependencia.
En
el documento PGR/AIC/DGIPAM/PD/12464/2014 se asienta: “Es de suma importancia
hacerle mención que David Cruz Hernández, al momento de localizarlo, presentaba
a simple vista lesiones diversas en la cara, al ser cuestionado sobre el origen
de las mismas nos dijo que en la mañana había sostenido una riña con sujetos de
los que omitió mayores datos”.
En
el dictamen del perito legista, firmado a las 20:30 horas del mismo día de la
detención, se consignan huellas de golpes en la mandíbula, frente, pómulos, ojo
derecho, hombro derecho, pecho, espalda, cadera, lesiones que “refiere se las
causaron marinos el día de hoy por la mañana”.
En
otro documento fechado en Iguala el 9 de octubre, se informa que a las 23:00
horas de ese día efectivos de la Secretaría de Marina (Semar) detuvieron a Luis
Alberto y José Adán Estrada Montes de Oca y Raymundo Salvador Bernal.
En
la puesta a disposición firmada por los marinos Artemio Navarro Jiménez, Ramiro
Cruz de Jesús y Ricardo Alfredo Díaz Ambriz, ellos indicaron que en un
patrullaje advirtieron a tres hombres “que se encontraban en actitud sospechosa”
y corrieron. Según el documento, al darles alcance los marinos les aseguraron
dos fusiles AK-47 y una escuadra 9 mm.
El
examen físico, datado el 10 de octubre, certificó heridas en los tres detenidos
en diversas partes del cuerpo, y en el caso de Luis Alberto Estrada Montes de
Oca recomendó “valoración por servicio médico hospitalario para valorar lesión
ósea de huesos propios de la nariz”.
Efectivos
de la Semar también actuaron en el arresto de Ramiro Ocampo Pineda y Rosario
Manuel Borja, quienes fueron interceptados en Iguala el 9 de octubre, día en
que los pusieron a disposición de la delegación de la PGR en Iguala, pero a
quienes se les valoró físicamente un día después.
Según
la puesta a disposición firmada por los marinos Celso Mario Rendón Mejía y
Reynel Calvo Molina, “mediante labores de inteligencia y análisis de
información contenida en denuncias ciudadanas”, a las 16:30 horas detuvieron a
Ramiro y a Rosario, “los cuales venían caminando y agarrados de la mano (…) en
actitud sospechosa”.
De
acuerdo con el parte, a la pareja se le decomisó mariguana, una “granada de
guerra” y 2 mil pesos, y sin mediar palabra los detenidos confesaron formar
parte de Guerreros Unidos y que Ramiro participó en “la ejecución de los
estudiantes de Ayotzinapa”. Después de esas revelaciones y antes de llevarlos
al Ministerio Público, los marinos leyeron “la cartilla de derechos que les
asisten a las personas detenidas”.
En
el dictamen pericial, el médico Ramírez Reyes refirió que Rosario “no presenta
huellas de lesiones externas recientes”, no así su compañero, lastimado en
mejillas, mandíbula, cuello, un ojo, un pómulo, pecho, costado, un brazo,
muñeca y oídos, y sugiere que “sea valorado, de continuar con molestias de
mareo, por el servicio hospitalario y especialista en otorrinolaringología y se
descarte patología”.
Ante
la posibilidad de que algunas de las 99 detenciones de presuntos involucrados
en la desaparición de los 43 estudiantes de Ayotzinapa –y la muerte de seis
personas– estén vinculadas con la tortura, el director en México de AI, Perseo
Quiroz Rendón, advierte que la “verdad histórica” de Murillo Karam puede
derribarse.
“Siendo
una práctica generalizada, la tortura en México ha sido utilizada en la mayoría
de los casos de alto impacto”, comenta en entrevista. “Ahí están los
feminicidios y los bombazos en Ciudad Juárez, o la masacre de Villas de
Salvárcar, también en esa ciudad, en los que se recurrió a la tortura y las
violaciones al debido proceso para cerrar los casos y mostrar a la opinión
pública que se está haciendo algo”.
Quiroz
advierte que su organización se toma en serio los señalamientos de abusos en el
caso Ayotzinapa, que “pueden derivar en que el caso se caiga”.
Sostiene:
“Si se llegan a demostrar violaciones al debido proceso en el caso de los
normalistas, la PGR estaría resolviendo un caso icónico de violaciones a los
derechos humanos con más violaciones a derechos humanos, dejando a las víctimas
sin justicia”.
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