15 mar 2015

Méxicoleaks, una puerta para documentar la corrupción

 Méxicoleaks, una puerta para documentar la corrupción/MATHIEU TOURLIERE
Revista Proceso No. 2002, a 14 de marzo de 2015
La iniciativa que sirvió a los directivos de MVS Radio para iniciar un embate contra la periodista Carmen Aristegui fue anunciada el martes 10. Se trata de la plataforma Méxicoleaks. Su propósito: que los ciudadanos y los medios informativos del país que se sumaron al proyecto –entre los que se encuentra Proceso– trabajen de la mano para revelar las podredumbres de instituciones públicas y privadas mediante la provisión de datos y documentos que puedan ser filtrados de manera anónima y segura, con miras a “exigir cuentas a los poderosos y a los responsables de la violencia en el país”.

En México las personas vacilan a la hora de proporcionar información sobre los abusos del poder, y los periodistas tienen miedo de publicarla. Existen razones de peso para que esto ocurra: acechan la intimidación, las amenazas y las represalias. Con la intención de salvar estos obstáculos y agresiones nació Méxicoleaks, plataforma digital que permite enviar a periodistas de investigación documentos con información de interés público. Y hacerlo además de manera segura y anónima.
Albana Shala, coordinadora de programas de Free Press Unlimited (FPU), explica así por qué su organización eligió a México para establecer el sistema, que emula en su estructura y fines a Wikileaks, el sitio en internet que ha tenido entre sus principales cabezas al periodista y programador australiano Julian Assange, actualmente asilado en la embajada de Ecuador en Londres.

 Las cifras le dan la razón: según Reporteros Sin Fronteras (RSF), durante 2014 México fue el “país más mortífero del continente americano para los periodistas”, y en 2015 ocupa el lugar 148 de 180 países en términos de libertad de expresión.
 A mediados del año pasado Shala tocó las puertas de ocho organizaciones de la sociedad civil y medios mexicanos, entre ellos Proceso. Los invitó a formar parte de un proyecto nacido en Holanda, país en el que reside. Su propuesta era en apariencia simple: proveerlos de una novedosa herramienta tecnológica que permite la filtración de documentos.
 En entrevista, Shala –quien en noviembre pasado fue elegida por la UNESCO como miembro del Programa Internacional para el Desarrollo de la Comunicación– menciona el principal objetivo de esta iniciativa: “Que los periodistas puedan llevar a cabo su importante labor de exigir cuentas a los poderosos y a los responsables de la violencia en el país”.
 FPU es un grupo financiado por donantes privados, la Comisión Europea y el gobierno holandés. Ya estableció plataformas similares en Holanda (Publeaks), y más recientemente en África (Africaleaks).
 Shala precisa que “Méxicoleaks es un proyecto ético, que tiene por objetivo la transparencia, el derecho a saber y la rendición de cuentas en la sociedad mexicana”, tanto del poder público como del privado.
 En FPU “elegimos las organizaciones y los medios de comunicación con base en estrictos criterios relativos al periodismo de investigación y a la lucha en favor de la rendición de cuentas en México”, puntualiza. “Teníamos en mente la creación de un buen grupo de trabajo que pondría de lado la competencia para enfocarse en el interés público”.
 FPU integró a ocho medios y organizaciones de la sociedad civil en el proyecto: el semanario Proceso, el equipo de investigación de Aristegui Noticias, el diario digital Animal Político, la revista Emeequis, la red de Periodistas de a Pie, el medio en línea Más de 131, la organización PODER, dedicada a investigar la corrupción empresarial, y el grupo de abogados y activistas reunidos en la Red de Defensa de los Derechos Digitales (R3D).
 El martes 10, durante la presentación de Méxicoleaks, representantes de las organizaciones y medios dejaron en claro que esta plataforma no tiene una agenda política ni intereses partidistas. Insistieron en el propósito fundacional: facilitar la entrega de documentos sensibles que demuestren casos de corrupción, violaciones de derechos humanos y otros delitos.
 Una vez que reciban documentos, abundaron, los analizarán con rigor periodístico: primero determinarán si contienen información de interés público; después, verificarán la autenticidad del documento y la veracidad de sus datos, y a partir de ello iniciarán una investigación que puede desembocar en un reportaje.
 Méxicoleaks “no es un buzón de quejas”, advirtió el director de Proceso, Rafael Rodríguez Castañeda, en referencia a que la plataforma no busca recibir denuncias sobre asuntos personales.
 Ignacio Rodríguez Reyna, director de Emeequis, comentó que los periodistas “seguirán con sus fuentes” tradicionales y que “la plataforma es una herramienta más de acceso a los medios”.
 Anonimato
 Méxicoleaks funciona como un sitio de recepción de documentos a través de internet, pero con una gran diferencia respecto de otros correos electrónicos: garantiza que los envíos no sean interceptados y que nadie –ni siquiera los miembros de la plataforma– pueda detectar la fuente.
 El informante accede a la plataforma a través del navegador Tor, el cual modifica la identidad electrónica del usuario por medio de una red de nodos generada de manera aleatoria.
 Al acceder a la plataforma, el informante selecciona los medios de comunicación y las organizaciones de la sociedad civil a los que desea enviar los documentos. Puede elegir a uno solo, a varios o a todos. Méxicoleaks encripta los archivos y los manda a través de Tor hacia unos servidores ubicados en un país extranjero, cuyas leyes protegen el anonimato en línea.
 Dichos servidores almacenan los documentos durante un tiempo limitado y luego borran cualquier huella de su existencia. El informante recibe un código asociado con sus archivos, el cual le permite retornar a la plataforma para comunicarse con los equipos de investigación o añadir otros archivos, si así lo desea.
 FPU y los expertos de R3D aseguran que la tecnología empleada, así como las instrucciones de seguridad que aparecen en la página, maximizan el anonimato del informante.
 Méxicoleaks aconseja a quienes manden datos que no lo hagan desde una computadora de su propiedad ni de la empresa donde trabajen, para evitar ser detectados, así como mantener discreción en el entorno laboral, familiar y de amistades.
 Éxito
 Asha señala que si bien FPU lanzó el proyecto, éste ya quedó en manos de los ocho integrantes de Méxicoleaks. “FPU no decide quién está dentro o fuera de la plataforma”, y “el grupo creó sus propios protocolos y sus criterios de admisión”, afirma.
 Agrega: “Podemos decir que, en general, nuestra intuición en la selección de las organizaciones fue muy acertada, ya que el nivel de aceptación resultó muy grande”.
 En apenas cuatro días, más de 50 mil personas comenzaron a seguir la cuenta de Twitter de Méxicoleaks. Incluso aparecieron cuentas apócrifas que la imitan. Además, llegaron los primeros documentos filtrados.
 “Méxicoleaks, a través de los medios y las organizaciones, está pasando su primer examen”, señala Shala. “Existe un gran interés del público por entender y utilizar la plataforma”.
 Advierte que los sistemas “de filtración de documentos que hemos desarrollado en otros países han tenido resultados disruptivos: introducen una nueva manera de trabajar para los periodistas y exasperan a las estructuras de poder que, a veces, responden con pánico”, comenta en referencia al conflicto entre la empresa MVS y la periodista Carmen Aristegui, cuya unidad de investigación es parte de Méxicoleaks .
 Antes de arrancar el proyecto, los abogados de R3D, especializados en los derechos digitales y de la información, confirmaron que una plataforma de filtración en línea de documentos de interés público está dentro del marco legal en México.

Tanto la Constitución como varios convenios internacionales ratificados por México –entre ellos la Convención Interamericana sobre Derechos Humanos y el Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos– consagran el derecho a la libertad de expresión, el cual abarca el derecho a recibir, difundir y buscar información de interés público por cualquier medio.

Asimismo, las leyes mexicanas permiten y obligan a los periodistas a proteger el anonimato de sus fuentes de información.

Inédito en México, el sistema de filtraciones promovido en Méxicoleaks tiene antecedentes a escala internacional que demostraron el valor de las denuncias anónimas.

En España, por ejemplo, redes como Fíltrala y Buzón X permitieron destapar el escándalo de las “tarjetas Black” de la institución Bankia.

A raíz de la difusión de documentos internos de Bankia, la opinión pública española se enteró de que durante años varios directivos de este banco compraban artículos de lujo y pagaban servicios con tarjetas de crédito fantasma, mientras que las deudas hundían al banco –a la postre rescatado por el gobierno, que invirtió en ello 24 mil millones de euros.

Asimismo, el envío de papeles secretos al Consorcio Internacional de Periodistas de Investigación (ICIJ, por sus siglas en inglés) desenmascaró las operaciones realizadas por empresas multinacionales para evadir impuestos en el paraíso fiscal de Luxemburgo.

El pionero de estas plataformas, Wikileaks, publica con frecuencia nuevos paquetes de archivos que contienen datos reservados sobre casos de espionaje o acuerdos comerciales negociados en secreto, con repercusiones a escala internacional.

El pasado 12 de febrero se estrenó Fuente Segura, una plataforma similar a Méxicoleaks en la que participan el periódico francés Le Monde y los medios belgas Le Soir, La Libre Belgique y RTBF.


Los propios integrantes de la comisión especial de diputados de la Unión Europea encargada de investigar la evasión fiscal en Luxemburgo contemplan la posibilidad de abrir su propia plataforma de envío seguro y anónimo de documentos.

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