Después de la Reunión Nacional de Municipios, Seguridad Pública y Procuración de Justicia, que se realizó en Culiacán, Sinaloa, el pasado viernes 13 de Julio de 2007, el procurador General de la República, Eduardo Medina Mora Icaza, ofrecio -junto con el Secretario de Seguridad Pública Federal, Genaro García Luna- la siguiente conferencia de prensa:
Preguntas y respuestas:
Pregunta: Señor, preguntarle con relación al asunto, al tema de las instalaciones de PEMEX. Conocer si ¿ustedes recibieron información del Cisen, de la nueva situación en la que se estaba desenvolviendo este grupo, que al parecer fue el que encabezó esta serie de explosiones? ¿Se recibió la información oportuna? Y si la recibieron ¿por qué no se actuó en consecuencia? .
EDUARDO MEDINA MORA: ...Me refiero a la pregunta que se me formula: en primer lugar, señalar que la Procuraduría General de la República desde el primer evento, desarrollado en el estado de Guanajuato y, después, el desarrollado en el estado de Querétaro, abrió las indagatorias correspondientes a partir, primero, del conocimiento de los hechos, y de la denuncia que al respecto fue formulada por Petróleos Mexicanos. En este momento, la Procuraduría ha concentrado las indagatorias en la Subprocuraduría de Investigación Especializada en Delincuencia Organizada. Se trata de actos de sabotaje que afectan de una manera importante a la población en su abasto de gas, en la zona directamente afectada por la ruptura de los ductos y, ciertamente, a la industria. Y, por consecuencia también, a los trabajadores de esas industrias y, en ese sentido, a las familias mexicanas que están en esta cuestión. Se trata, sin duda, de un acto criminal y tiene que perseguirse desde la perspectiva de un acto criminal con base en la ley, en el Código Penal Federal y en su caso, en la Ley de Delincuencia Organizada.
El Gobierno Federal, durante muchísimos años, ha venido dando seguimiento puntual al desarrollo de los grupos armados que han hecho actos de propaganda de diversos tipos a lo largo de las últimas dos décadas. Sobre esta base, esa información es constante, se tiene un seguimiento cuidadoso respecto de estos grupos, pero obviamente no se puede prever en dónde y cuándo van a actuar, lo hacen recurrentemente.
Y en este caso, la indagatoria no ha determinado que las acciones hayan sido obra de algún grupo en particular. Es cierto que el Ejército Popular Revolucionario, a través de algunos comunicados se ha reivindicado el hecho, pero esto tiene que validarse desde el punto de vista de la indagatoria para hacerlo una verdad plenamente probada y poder proceder en consecuencia. Mientras tanto, la Procuraduría General de la República tiene líneas de investigación abiertas en diferentes sentidos, y ciertamente una de ellas se dirige hacia la actuación de este grupo.
Podemos decir que los artefactos explosivos que fueron colocados en los ramales del sistema de Petróleos Mexicanos y su distribución de gas, tanto LP como natural, tanto en el estado de Guanajuato, como en el estado de Querétaro, corresponden a una morfología de elementos explosivos, elementos inductores, y elementos explosivos que son los que realmente causan el daño con un mecanismo de reloj, para poderlos detonar en una circunstancia, en un tiempo específico.
En cuanto la Procuraduría General de la República pueda, en su indagatoria, determinar la autoría, en su caso, si esta reivindicación que hace este grupo validarse, pues evidentemente continuaremos sobre esta línea.
Pero en este momento continuamos con diversas líneas de investigación, lo que es un hecho es que se trata de hechos de sabotaje deliberado, que afectan de una manera muy relevante a la economía y al bienestar de las familias mexicanas en las zonas afectadas, es una zona muy extensa del Bajío y, ciertamente, del estado de Querétaro con derivaciones hasta el estado de San Luis y hasta el puerto de Lázaro Cárdenas.
El sistema de ductos de Petróleos Mexicanos tiene más de 60 mil kilómetros, de tal suerte que es imposible pretender que el seguimiento puntual que se tiene por parte del Gobierno Federal, ciertamente del Cisen, pero de todas las instancias que participamos en materias relacionadas con la seguridad pública y nacional, puede darnos la capacidad de determinar en qué momento van a tener una circunstancia de este tipo.
Estos grupos interinstitucionales de seguimiento a estas actividades se reúnen cotidianamente, y tenemos un mapeo cuidadoso y pormenorizado de los grupos, y ciertamente esto no puede derivarse en la pretensión de tener la capacidad de adivinar exactamente en dónde van a golpear. Ciertamente tenemos los elementos para poder continuar y consolidar las indagatorias, y si se confirma que, en efecto, se trata de este grupo, lo haremos del conocimiento de la opinión pública y nosotros continuaremos con la indagatoria, con toda determinación, para encontrar a los responsables y llevarlos ante la justicia. Insisto, se trata de un acto criminal y no de un acto de reivindicación de justicia social, al revés, tenemos una afectación muy significativa a las familias de estas comunidades, de esta zona y un daño importante al patrimonio de la federación y, por consecuencia, de todos los mexicanos. Quiero destacar que ha habido una respuesta rápida y efectiva, un restablecimiento de los servicios ya al cien por ciento en el estado de Querétaro y, en el curso de este día, en el resto de las zonas del Bajío tanto para el uso doméstico como para uso industrial, y que, ciertamente, despliega una protección de las instalaciones. Pero que el propósito fundamental es a partir de los elementos periciales, primero, y después de otros elementos de actuaciones ministeriales y de la información que nos pueda proporcionar la policía de investigación, poder determinar la responsabilidad directa de las personas concretas que realizaron esta actividad y llevarlos ante la justicia.
PREGUNTA: ...,Y, en base a esta consideración, le envío esta pregunta al Señor Procurador General de la República: hablan de acciones si inciden en los movimientos o en la disminución de la violencia o el crecimiento de ésta; saber si ha influido el supuesto pacto entre los cárteles de la droga que se ha señalado que se ha realizado en México, si ¿ustedes cuentan con evidencias de este pacto? ¿Quiénes participaron? Se habla incluso de funcionarios del Gobierno Federal que hayan estado presentes y tras esta situación, en general, se percibe una disminución de violencia en el país, saber si esto es consecuencia de… Y, además, saber si ustedes tienen alguna acción especifica en Sinaloa, en contra de los capos de la droga que generalmente son sinaloenses y que en el estado no hemos visto una acción concreta desde hace muchos años en contra de gente como “El Chapo” Guzmán, Zambada, desde que (inaudible) estuvo aquí se intentó capturarlo aquí en Sinaloa, no se ha visto una acción concreta. Sabemos que las acciones en general van encaminadas a disminuir la violencia, pero también (inaudible) acciones hay contra este tipo de delincuentes.
Medina Mora:: Gracias, me refiero a su pregunta. En efecto, hay una disminución de los niveles de violencia que se han venido registrando en nuestro país, a partir, primero, de la disputa entre grupos del crimen organizado y su interés por conquistar otros territorios y otras fuentes de ingreso que tradicionalmente es controlado por otros grupos en función de los cambios estructurales en el mercado internacional de las drogas. Ni la Procuraduría General de la República, ni en ninguna otra instancia federal, tenemos indicios o evidencias fehacientes de ningún pacto, de ninguna reunión, y menos aún de alguna en la que hubiera podido participar algún funcionario federal, esto es una especie absolutamente falsa.
Nosotros estimamos que la disminución de la violencia tiene esencialmente su raíz en el resultado de los operativos. Los operativos han tenido como propósito el disminuir el espacio físico de impunidad que estas organizaciones han tenido en diversas zonas del país, en las cuales se han desarrollado estas acciones de violencia inusitada tanto por la forma como por el número y en los puntos específicos que afectaron, por ello, para poder disminuir ese espacio de impunidad, de esta ocupación territorial por fuerzas federales con el apoyo ciertamente, de los estados de la federación, especialmente de la captura de muchos elementos que han liderado células muy importantes de zonas que habían venido generando esta violencia y también de quienes han sido relevantes en la estructura operacional y transaccional de estos grupos.
De tal suerte que la disminución de la violencia en esta perspectiva del Gobierno de la República se debe precisamente a este esfuerzo conjunto que el Estado Mexicano ha hecho por recuperar para los ciudadanos estos espacios, y también para nuestras familias el derecho a vivir en paz. Insisto: no tenemos ningún indicio, ninguna evidencia de un pacto en este sentido. Los operativos han tenido como propósito, como lo ha señalado el secretario, disminuir los espacios de impunidad y reducir la violencia.
La captura de líderes tiene un mecanismo de operación distinto, son operaciones de inteligencia y después quirúrgicas. Ha habido operaciones en el estado de Sinaloa, algunas exitosas, ciertamente tenemos muchos objetivos pendientes, algunos de ellos en este Estado, otros en muchos otras entidades de la república y el esfuerzo del gobierno federal en este sentido, de la Procuraduría General de la República, de la Secretaría de Seguridad Pública Federal, de la Policía Federal, del Ejército Mexicano y de la Armada de México, no va a disminuir ni cambiaremos ciertamente nuestra estrategia en este sentido, y continuaremos con este esfuerzo, esperando obviamente capturar a todos los dirigentes de estas organizaciones. Ciertamente que el énfasis en este momento está en quienes lideran las estructuras operacionales que son las que provocan la violencia que pretende arrebatarnos este derecho a vivir en paz.
PREGUNTA: Señor Procurador, saber si ¿dentro de las investigaciones que realizan por los atentados en Guanajuato y en Querétaro se ha determinado ya el tipo de explosivos utilizados, al parecer tienen fabricación europea, por la República Checa, –tengo entendido– saber si nos podría explicar si ya tienen algo en relación a eso? Y, para el Secretario de Seguridad Pública, señor, nada más para precisar ¿de dónde saca la cifra de dos mil 483.8 millones de pesos al mes que se dice que son de susceptibilidad de corrupción?
Medina Mora: En relación con la primera pregunta, la Procuraduría General de la República alrededor de los hechos ocurridos en Guanajuato y en Querétaro ha realizado dictámenes periciales en 11 especialidades diferentes, las más importantes: incendios y explosivos, ingeniería mecánica, criminalística de campo, fotografía forense y química forense, que nos ha permitido, a partir de la recolección de un muy numeroso grupo de muestras en cada uno de los sitios en los que se han desarrollado estos actos de sabotaje, que nos permiten determinar, los peritajes no han concluido y obviamente tienen una serie de secuencias, dictámenes que hay que hacer con todo rigor, nos permiten concluir que la morfología de los artefactos explosivos colocados es una morfología similar a la utilizada en otros eventos que se han registrado en nuestro país. Tienen un explosivo plástico que funciona como detonador, y un explosivo que es el que realiza –propiamente– el daño más significativo, junto con un elemento de reloj, para determinar la hora de la conflagración y un elemento eléctrico, una pila. Hay, en los dictámenes periciales, la certidumbre de que se utilizó un explosivo plástico, uno de los orígenes de este explosivo plástico es, en efecto, Europa, pero esto no es una circunstancia nueva en nuestro país con respecto a otros eventos que ya se han registrado en circunstancias si no idénticas, sí similares, y todo esto forma parte de una de las líneas de investigación. Insisto, los dictámenes periciales no han terminado, pero sí podemos determinar, sí podemos afirmar que los artefactos explosivos, si bien más potentes, y obviamente colocados en instalaciones que pueden tener un efecto mucho más significativo en términos de explosividad, en función además del propio consumo del gas que estaba almacenado en las tuberías. Se tiene una cierta similitud en términos morfológicos con otros eventos registrados con anterioridad, de manera que no hay una circunstancia nueva en ese sentido, aunque obviamente cada uno de los casos tiene particularidades específicas, pero se trata de la detección de explosivo plástico, probablemente de origen checo, pero no es un asunto que haya sido nuevo en nuestro país.
PREGUNTA: Bueno, básicamente, aquí tengo dos preguntas que serían dirigidas al Procurador General de la República, particularmente es el primero de ellos el por qué la Procuraduría General de la República no atrajo la masacre de una familia que ocurrió en el Municipio de Sinaloa en la que fallecieron cinco personas, entre ellas tres niños, por qué no atrajo esta investigación y, en este mismo sentido, si se tiene evidencia de acuerdo con la colaboración que ustedes tienen con el Ejército ---porque es el Ejército quien está llevando este proceso--- si tienen evidencias de que estas personas estaban drogadas o estaban alcoholizadas al momento de disparar. Y, la segunda pregunta, pues también para el Procurador, preguntarle ---para no dejar el caso que se haya quedado en el olvido--- qué ha pasado con la investigación del compañero desaparecido Alfredo Jiménez Mota, hay avances, no hay avances, se le ha dado carpetazo a este asunto, simplemente qué ha pasado con este caso que, también, lastimó mucho aquí al periodismo de Sinaloa porque fue una persona que se formó básicamente aquí en Culiacán. Gracias.
Medina Mora: En el primer caso, simplemente porque se trata de un asunto en términos de Ley de un asunto de la competencia del fuero Militar y corresponde a la Procuraduría General de Justicia Militar perseguir los delitos que en funciones realizan los elementos en activo del Ejército. Por consecuencia, corresponde a esta Procuraduría desarrollar la indagatoria y a los Tribunales Militares juzgar los eventos. Nosotros hemos tenido una actitud plena de colaboración y no, no tenemos ninguna evidencia en ningún sentido que pueda ratificar lo dicho por usted en relación con que hubiera podido haber una circunstancia de intoxicación ni de las víctimas ni de las personas que se detuvieron, que son presuntos responsables y que están sujetos a proceso.
PREGUNTA: Pero siguen la indagatoria?
Medina Mora: No es un, de la Procuraduría General de la República, insisto no es un tema en el cual nosotros tengamos evidencia o conocimiento de evidencia por parte de alguna otra Institución. PREGUNTA: Recordándole qué pasó con el caso del periodista desaparecido hace más de dos años, Alfredo Jiménez Mota.
Medina Mora : Esa es una investigación que desarrolla la Procuraduría General de la República a través de la Subprocuraduría de Investigación Especializada en Delincuencia Organizada, no ha habido una semana en dos años en la que no se hayan realizado diligencias ministeriales para resolver el asunto. Hemos, también, recuperado una colaboración más estrecha con la Procuraduría General de Justicia del Estado, precisamente para recuperar mayores evidencias y, buscar nuevas líneas de investigación. Ciertamente es una investigación de gran complejidad en función de que las líneas iniciales se han ido desahogado sin probar presunta responsabilidad en el modus operandi de esa desaparición pero, no ha cejado esa investigación y no dejaremos de actuar en ella.
PREGUNTA: Señor Procurador, el caso éste, del chino “incómodo” ¿hacia dónde apunta este asunto? Porque había un diario chino que manejaba una supuesta relación entre el dinero del chino y el Cártel de “El Chapo” Guzmán, el Cártel de Sinaloa ¿esto es cierto o es falso? Lo otro, si ¿ya se llamó a declarar, o se va a llamar a declarar a funcionarios del Gobierno Federal por las acusaciones que hace este señor? y también, pues ¿dónde está el dinero? Se mencionaba que el dinero había sido depositado en un banco de Estados Unidos y que había tenido un alto costo el solo conteo y traslado de este dinero ¿qué pasó con este dinero? Y, bueno, en otro caso, para el Secretario de Seguridad Pública, si ¿han detectado brotes del EPR en otros estados de la República que no sea Guerrero? Y ¿qué tan fuerte o qué tan bien está este ejército, o es nada más un ejército de utilería como ya lo hemos visto en otras ocasiones, que salen con uniformes nuevos, tenis Nike, tenis Converse, y aparecen y luego desaparecen? ¿Qué tan cierto es ese ejército, si es en realidad un ejército, una estructura?
Medina Mora: En primer lugar, con el caso del caso del señor Zhenli Ye Gon y sus 26 coacusados. Quiero señalar que la investigación por parte de la Procuraduría General de la República y de las otras instancias responsables en esta materia inició desde mediados, primera parte del año 2006, y que a partir de la detección de un cargamento que fue ministerialmente, pericialmente acreditado como pseudoefedrina, aunque tenía una clasificación diferente, y mezclado con otros elementos que pretendían esconder este fármaco, que es un precursor químico para la producción de las metanfetaminas, de uso regulado y restringido y, por consecuencia, se configura cuando no se hace con base en los lineamientos que establece la Ley General de Salud y la regulación que al efecto tiene Cofepris, una acción que constituye Delitos contra la Salud. A partir de la detección de este cargamento el 5 de diciembre del año pasado, el día 6 se emitió, por parte de INTERPOL una ficha simplemente informativa y, cuando este caso fue a principios de junio consignado ante el Juez Cuarto de Distrito en Materia de Procesos Penales Federales, y éste concedió las órdenes de aprehensión el día 15 de junio pasado, se emitió lo que se llama la “Ficha Roja” de localización de esta persona, obviamente ya a partir de una orden de aprehensión. Conforme a los procedimientos que establece el Tratado de Extradición entre México y los Estados Unidos, y dados los indicios de que esta persona pudiera encontrarse ahí, el aviso de INTERPOL que manda a los 185 países miembros de esta policía, de este esquema de colaboración internacional entre los policías, a partir de los indicios de que esta persona pudiera encontrarse en los Estados Unidos se formalizó el pedimento de detención provisional con fines de extradición exactamente en los tiempos y en los protocolos que determina el Tratado de Extradición entre México y Estados Unidos. Puedo confirmar a ustedes que esta solicitud ha sido ya formalmente presentada por la vía diplomática exactamente en los tiempos y conforme a los requisitos que marca el Tratado de Extradición entre nuestro país y los Estados Unidos. Las evidencias que obran en la indagatoria permitieron al Juez Cuarto de Distrito, emitir, a partir de un análisis cuidadoso de todas las pruebas periciales, documentales, testimoniales y confesionales que integran la indagatoria, las órdenes de aprehensión, que fueron ejecutadas con respecto a una parte de los coacusados, y fueron emitidos los autos de formal prisión en función de la valoración del juzgador, de que estos medios probatorios considerados en conjunto, relacionados entre sí, con pruebas. Nosotros tenemos, en ese sentido, un caso muy sólido en contra del señor Zhenli Ye Gon y sus coinculpados por los delitos de Delincuencia Organizada, Contra la salud en diversas modalidades, Posesión de Armas de fuego y Cartuchos reservados a las Fuerzas Armadas y Operaciones con Recursos de Procedencia Ilícita. En la indagatoria, y conforme a las investigaciones del Ministerio Público, queda acreditado que el origen probable de estos fondos es precisamente la operación de compra-venta de estos precursores químicos importados ilegalmente y vendidos a organizaciones criminales para la producción de metanfetaminas. Éste es precisamente el fondo del asunto y el hecho de que los abogados de esta persona hagan señalamientos de diverso orden, solamente cuando se relacionen con los que están acreditados en la averiguación previa es que se puede considerar con seriedad. En cualquier caso, la Procuraduría General de la República está obligada a investigar todos y cada uno de los indicios que surjan en la misma, y esto es precisamente lo que está haciendo. En este momento simplemente esperamos que el señor Zhenli Ye Gon sea detenido, y empezar entonces el proceso legal de extradición para que pueda enfrentar a la justicia. La Procuraduría General de la República en ese sentido tiene un caso muy sólido, así lo ha considerado ya el juzgador federal al conceder los autos de formal prisión de todos los otros coinculpados que en este momento están sujetos a proceso.
PREGUNTA: Señor Procurador, buenas tardes. Mi pregunta es breve y concisa, breve y concisa su respuesta, sé que tienen hambre y se quieren ir. No me quedó claro esa respuesta que le dio a mi compañero sobre la supuesta vinculación del chino con el cártel de “El Chapo Guzmán”, entonces esa es una. Y con el señor Secretario de Seguridad Pública, además del Cereso de Guasave, que es un elemento desde hace muchos años, hay otros en diversas partes de la República y, bueno, si usted dice que ya el gobernador puede hacer uso de los recursos ¿por qué no se han hecho, en todo caso?
Medina Mora: Breve y conciso como usted lo solicita. Lo que está acreditado en la indagatoria es que el propósito de la importación ilícita de estos precursores químicos de la pseudoefedrina era el de vender este producto a diferentes organizaciones que, en su momento, estuvieron particularmente activas en la producción de metanfetaminas tanto para nuestro mercado nacional, como para la introducción al mercado de los Estados Unidos. Y, en este sentido, se identifican indicios de vinculación con todas las organizaciones, con todos los cárteles que operan en nuestro país.
PREGUNTA: (Inaudible)
Medina Mora: Quiero decirles que el Servicio de Administración y Enajenación de Bienes de la Secretaría de Hacienda y Crédito Público ha emitido el día de hoy un comunicado, en el que señala que los recursos están depositados en el Banco de México, en una cuenta corriente que tiene la Tesorería de la Federación. Y es el Banco de México quien tiene esa custodia. Originalmente fue el Banco Nacional del Ejército y la Armada quien realizó la verificación y el conteo físico y, después, esos recursos pasaron a esta cuenta que el Banco de México tiene abierta a la Tesorería de la Federación.
PREGUNTA: ¿Nunca salieron del país?
Medina Mora: El Banco de México invierte todas las reservas y todos los recursos que tiene en su patrimonio y en las cuentas de orden como es este caso, es un depósito de un tercero que sería la Tesorería de la Federación en bancos nacionales y extranjeros, pero no distingue entre recursos que son de la reserva monetaria, de divisas o de cualquier otra consideración, estos deben de estar depositados en bancos nacionales y extranjeros, y estamos hablando de la suma acumulada de recursos que tiene el Banco de México de más de 85 mil millones de dólares.
Ego sum qui sum; analista político, un soñador enamorado de la vida y aficionado a la poesía.
15 jul 2007
Sobre las explosiones
Reportaje de José Gil Olmos en Proceso No. 1602, 15/07/2007;
Contrainsurgencia Ciega
Pese a que las explosiones en los ductos de Pemex en el Bajío –cuya autoría se atribuyó el grupo guerrillero EPR– provocaron grandes pérdidas económicas, el gobierno federal parece más ocupado en sacarle raja política al asunto que en solucionar las fallas de sus aparatos de inteligencia. Por su parte, defensores de derechos humanos y exguerrilleros denuncian que también se está criminalizando toda clase de activismo social, lo que en vez de detener esos brotes de violencia podría enconarlos.
En sus 13 años de existencia, el Ejército Popular Revolucionario (EPR) no había emprendido acciones de tanta magnitud como los sabotajes a los ductos de Petróleos Mexicanos (Pemex) en Guanajuato y Querétaro, entidades gobernadas por el PAN.A raíz de esos actos que los guerrilleros denominaron de “hostigamiento quirúrgico”, más de 100 empresas se declararon en paro técnico y padecieron pérdidas millonarias, según reportes de organizaciones empresariales del Bajío, zona donde no se conocía la presencia del grupo armado. Al mismo tiempo que se adjudicó los atentados, el EPR reclamó que fueran presentados con vida dos de sus compañeros detenidos el 25 de mayo pasado por la policía en Oaxaca.
Contrainsurgencia Ciega
Pese a que las explosiones en los ductos de Pemex en el Bajío –cuya autoría se atribuyó el grupo guerrillero EPR– provocaron grandes pérdidas económicas, el gobierno federal parece más ocupado en sacarle raja política al asunto que en solucionar las fallas de sus aparatos de inteligencia. Por su parte, defensores de derechos humanos y exguerrilleros denuncian que también se está criminalizando toda clase de activismo social, lo que en vez de detener esos brotes de violencia podría enconarlos.
En sus 13 años de existencia, el Ejército Popular Revolucionario (EPR) no había emprendido acciones de tanta magnitud como los sabotajes a los ductos de Petróleos Mexicanos (Pemex) en Guanajuato y Querétaro, entidades gobernadas por el PAN.A raíz de esos actos que los guerrilleros denominaron de “hostigamiento quirúrgico”, más de 100 empresas se declararon en paro técnico y padecieron pérdidas millonarias, según reportes de organizaciones empresariales del Bajío, zona donde no se conocía la presencia del grupo armado. Al mismo tiempo que se adjudicó los atentados, el EPR reclamó que fueran presentados con vida dos de sus compañeros detenidos el 25 de mayo pasado por la policía en Oaxaca.
El EPR visto por Carlos Montemayor
EPR/Carlos Montemayor
Publicado en La Jornada, 14 y 15 de julio de 2007;
Más grave que los grupos guerrilleros es la política económica que ha estado empobreciendo al país. La guerrilla no inicia esta violencia; es la fase armada y final de una violencia que desencadenan, de manera cruel, las políticas que imponen los grupos de poder, indica el investigador Carlos Montemayor.
La guerrilla es siempre un fenómeno social. Es una parte destacada y álgida de ciertos procesos regionales o supraregionales. Sin embargo, por su estructura clandestina, por su capacidad de fuego, por su configuración como fuerzas de autodefensa o ejércitos populares, la opinión pública, los discursos oficiales y los análisis de gobierno eliminan sistemáticamente la vinculación de la guerrilla con procesos sociales concretos y la convierten en delincuencia o criminalidad injustificable.
Al eliminar como uno de los rasgos esenciales su naturaleza social, se aleja la actitud oficial o gubernamental de la obligación de emprender un análisis social y político más a fondo y reduce su respuesta a medidas de represión selectiva o desbordada.
Publicado en La Jornada, 14 y 15 de julio de 2007;
Más grave que los grupos guerrilleros es la política económica que ha estado empobreciendo al país. La guerrilla no inicia esta violencia; es la fase armada y final de una violencia que desencadenan, de manera cruel, las políticas que imponen los grupos de poder, indica el investigador Carlos Montemayor.
La guerrilla es siempre un fenómeno social. Es una parte destacada y álgida de ciertos procesos regionales o supraregionales. Sin embargo, por su estructura clandestina, por su capacidad de fuego, por su configuración como fuerzas de autodefensa o ejércitos populares, la opinión pública, los discursos oficiales y los análisis de gobierno eliminan sistemáticamente la vinculación de la guerrilla con procesos sociales concretos y la convierten en delincuencia o criminalidad injustificable.
Al eliminar como uno de los rasgos esenciales su naturaleza social, se aleja la actitud oficial o gubernamental de la obligación de emprender un análisis social y político más a fondo y reduce su respuesta a medidas de represión selectiva o desbordada.
Perdón y pago por reparación de daños
El cardenal Roger Mahony, arzobispo de Los Ángeles, California, ha pedido "perdón" a los afectados por los supuestos abusos sexuales infantiles por parte de sacerdotes y ha afirmado que fue algo "que ni debió ni volverá a pasar".
La arquidiócesis de Los Ángeles llegó a un acuerdo con las víctimas de los supuestos abusos, a las que pagará la cifra récord de 660 millones de dólares, la más alta en estos casos en la historia de la Iglesia Católica en EE UU.
El acuerdo, anunciado el sábado por medios de comunicación estadounidenses, fue confirmado oficialmente por el portavoz de la archidiócesis, Tod Tamberg.
En una rueda de prensa, Mahony ha dicho que deseaba "devolver" a los afectados a su vida anterior a lo sucedido y que al igual que una "cinta de vídeo se rebobinara y luego se borrara". "Durante estos meses (transcurridos) para llegar a un acuerdo, he podido entender con muchas más profundidad este terrible pecado y crimen por el que han pasado las víctimas", ha dicho Mahoney. Sin embargo, ha reconocido que "no hay manera de retroceder y devolverles la inocencia que les fue sustraída. Algo que deseo darles, pero que no puedo".
Ha afirmado que para hacer frente al pago de las indemnizaciones la Iglesia Católica deberá vender una serie de edificios, utilizar algunos fondos de inversión que posee y pedir préstamos.
El acuerdo se produce dos días antes de que demandantes y demandados tuvieran que encararse en un juicio que tenía previsto comenzar este lunes.
Los cerca de 500 demandantes recibirán un promedio de 1.2 millones a 1.3 millones por persona. El acuerdo incluye la revelación de expedientes confidenciales de clérigos luego de una revisión de un juez asignado para supervisar el litigio.
El principal abogado de los demandantes, Ray Boucher, dijo que quedan muchos temas pendientes.
De más de 5 mil sacerdotes que sirvieron en la arquidiócesis de Los Ángeles entre 1930 y 2003, 113 fueron acusados de abuso, según el Informe Oficial del Pueblo de Dios de la arquidiócesis de Los Ángeles, publicado en febrero de 2004.
Del total de sacerdotes acusados 43 ya murieron, 54 ya no son sacerdotes y 16 permanecían en el ministerio. Del último grupo, en 12 casos no se encontraron pruebas suficientes para declarar abuso y sólo cuatro han sido suspendidos y enfrentan juicios.
Católicos de Los Angeles que asistieron a misa este domingo en la catedral metropolitana expresaron su solidaridad con los afectados y decepción con su Iglesia.
Algunos incluso dijeron que el escándalo los ha hecho cuestionar algunos de los principios básicos del catolicismo.
Chris Parra, de 40 años, quien asiste todos los domingos a misa, dijo que no podía dejar de pensar en el acuerdo cuando tomó la mano del cardenal Roger Mahony a su salida de la catedral.
"Incluso cuando estaba yo allí, estrechando su mano, pensaba en que finalmente él va a dar a conocer los registros personales de los sacerdotes y me pregunté por qué no lo hizo antes", señaló Parra, quien cargaba a su bebé.
Mahony, quien ofició la misa, no habló directamente en el servicio religiosos sobre el acuerdo, pero la misa incluyó una oración por las víctimas de los abusos del clero.
Otros casos:
En 2004, la arquidiócesis de Orange, en California, pagó 100 millones de dólares para solucionar 90 demandas.
En 2003, la arquidiócesis de Boston pagó 84 millones de dólares por 552 casos, lo mismo que la diócesis de Covington, en Kentucky, en el 2006 por 360 demandas.
En junio de este año, la de Portland acordó pagar unos 52 millones de dólares a 175 víctimas, y destinó 20 millones adicionales para el pago de futuras demandas.
La diócesis de Spokane, en Washington, salió recientemente de la bancarrota y llegó a un acuerdo por 48 millones de dólares.
En México nunca se ha pagado un peso por abusos sexuales.
Fuente: agencias AP, EFE,
La arquidiócesis de Los Ángeles llegó a un acuerdo con las víctimas de los supuestos abusos, a las que pagará la cifra récord de 660 millones de dólares, la más alta en estos casos en la historia de la Iglesia Católica en EE UU.
El acuerdo, anunciado el sábado por medios de comunicación estadounidenses, fue confirmado oficialmente por el portavoz de la archidiócesis, Tod Tamberg.
En una rueda de prensa, Mahony ha dicho que deseaba "devolver" a los afectados a su vida anterior a lo sucedido y que al igual que una "cinta de vídeo se rebobinara y luego se borrara". "Durante estos meses (transcurridos) para llegar a un acuerdo, he podido entender con muchas más profundidad este terrible pecado y crimen por el que han pasado las víctimas", ha dicho Mahoney. Sin embargo, ha reconocido que "no hay manera de retroceder y devolverles la inocencia que les fue sustraída. Algo que deseo darles, pero que no puedo".
Ha afirmado que para hacer frente al pago de las indemnizaciones la Iglesia Católica deberá vender una serie de edificios, utilizar algunos fondos de inversión que posee y pedir préstamos.
El acuerdo se produce dos días antes de que demandantes y demandados tuvieran que encararse en un juicio que tenía previsto comenzar este lunes.
Los cerca de 500 demandantes recibirán un promedio de 1.2 millones a 1.3 millones por persona. El acuerdo incluye la revelación de expedientes confidenciales de clérigos luego de una revisión de un juez asignado para supervisar el litigio.
El principal abogado de los demandantes, Ray Boucher, dijo que quedan muchos temas pendientes.
De más de 5 mil sacerdotes que sirvieron en la arquidiócesis de Los Ángeles entre 1930 y 2003, 113 fueron acusados de abuso, según el Informe Oficial del Pueblo de Dios de la arquidiócesis de Los Ángeles, publicado en febrero de 2004.
Del total de sacerdotes acusados 43 ya murieron, 54 ya no son sacerdotes y 16 permanecían en el ministerio. Del último grupo, en 12 casos no se encontraron pruebas suficientes para declarar abuso y sólo cuatro han sido suspendidos y enfrentan juicios.
Católicos de Los Angeles que asistieron a misa este domingo en la catedral metropolitana expresaron su solidaridad con los afectados y decepción con su Iglesia.
Algunos incluso dijeron que el escándalo los ha hecho cuestionar algunos de los principios básicos del catolicismo.
Chris Parra, de 40 años, quien asiste todos los domingos a misa, dijo que no podía dejar de pensar en el acuerdo cuando tomó la mano del cardenal Roger Mahony a su salida de la catedral.
"Incluso cuando estaba yo allí, estrechando su mano, pensaba en que finalmente él va a dar a conocer los registros personales de los sacerdotes y me pregunté por qué no lo hizo antes", señaló Parra, quien cargaba a su bebé.
Mahony, quien ofició la misa, no habló directamente en el servicio religiosos sobre el acuerdo, pero la misa incluyó una oración por las víctimas de los abusos del clero.
Otros casos:
En 2004, la arquidiócesis de Orange, en California, pagó 100 millones de dólares para solucionar 90 demandas.
En 2003, la arquidiócesis de Boston pagó 84 millones de dólares por 552 casos, lo mismo que la diócesis de Covington, en Kentucky, en el 2006 por 360 demandas.
En junio de este año, la de Portland acordó pagar unos 52 millones de dólares a 175 víctimas, y destinó 20 millones adicionales para el pago de futuras demandas.
La diócesis de Spokane, en Washington, salió recientemente de la bancarrota y llegó a un acuerdo por 48 millones de dólares.
En México nunca se ha pagado un peso por abusos sexuales.
Fuente: agencias AP, EFE,
El niqab y las fronteras del liberalismo
Las fronteras del liberalismo/Alan Wolfe, profesor de Ciencias Políticas en el Boston College.
Publicado en español en La Vanguardia, 15/07/2007;
Traducción: David Meléndez Tormen
Cuando se trata de saber si hay que regular la economía y cómo debe hacerse, las sociedades occidentales encuentran siempre una historia de teoría liberal en la que basarse. Pero cuando se trata de inmigración, no hay mucha teoría a la que recurrir. Como resultado, tanto en Europa como en Estados Unidos gran parte del debate está dominado por voces no liberales, y la más insistente proviene de políticos que prometen proteger la integridad cultural de la patria contra la supuesta degeneración del extranjero.
La xenofobia es una respuesta no liberal por parte de la derecha hacia la inmigración, pero el multiculturalismo representa prácticamente lo mismo por parte de la izquierda. Muchos teóricos multiculturales, aunque comprometidos con la apertura hacia los inmigrantes, no lo están con la apertura de los inmigrantes hacia su nuevo hogar. Para ellos, los recién llegados, que viven en un clima hostil a su estilo de vida, necesitan conservar las prácticas culturales que traen consigo, incluso si algunas de ellas - por ejemplo, matrimonios arreglados, segregación por sexo, adoctrinamiento religioso- entran en conflicto con los principios liberales. La supervivencia del grupo cuenta más que los derechos individuales.
Una manera de salir de este esquema es reconocer que el cosmopolitismo es un camino de dos vías. Immanuel Kant nos enseña que las circunstancias en las que nos encontramos siempre se deben juzgar en relación con las circunstancias en las que, si no hubiera sido por la fuerza del azar, nos podríamos haber encontrado. Desde esta perspectiva, es injusto que alguien a quien le tocó nacer en EE UU probablemente viva más que alguien nacido en Kenia. Pero eso significa que un neoyorquino debe reconocer que las ventajas que pueda tener sobre un nacido en Nairobi se deben a la suerte más que a su mérito. Desde la perspectiva del cosmopolitismo kantiano, lo menos que puede hacer un estadounidense es abrirse a un cierto nivel de inmigración desde África.
Sin embargo, abrazar el cosmopolitismo también significa que, una vez que una sociedad admite nuevos miembros, éstos están obligados a abrirse a su nueva sociedad. Los multiculturalistas son reticentes a apoyar esta parte del trato cosmopolita, pero los liberales deben hacerlo. Uno puede entender por qué, viviendo en un país extranjero que perciben como hostil, los inmigrantes optan por cerrarse, y algunos países receptores - Francia, por ejemplo- pueden apresurarse demasiado en exigir a que acepten nuevos estilos de vida. Sin embargo, intentar vivir una vida cerrada en una sociedad abierta es una actitud condenada al fracaso y que no debería estimularse.
Un ejemplo aleccionador del trato del cosmopolitismo ocurrió en el 2006, cuando el ex ministro de Exteriores de Gran Bretaña, Jack Straw, planteó su inquietud acerca del niqab, el velo que oculta completamente la cabeza usado por algunas mujeres musulmanas. Straw defendió el derecho de las mujeres de usar prendas para la cabeza que sean menos invasivas; no obstante, también argumentó que algo anda verdaderamente mal cuando, al conversar con otra persona, uno no puede tener una interacción cara a cara.
Straw estaba diciendo que la persona que usa el niqab decide cerrarse a todos quienes la rodean. No estaba planteando un argumento xenófobo de que los musulmanes no pertenecen a Gran Bretaña, o un argumento multiculturalista de que a los musulmanes se les debería permitir usar las prenda que crean que expresa mejor sus sensibilidades culturales y religiosas. Tampoco estaba pidiendo la completa asimilación de los inmigrantes a las costumbres británicas. En lugar de ello, con un ejemplo escogido cuidadosamente, Straw ilustró lo que significa estar abiertos a los demás esperando que ellos también se abran.
Algunos argumentaron que Straw estaba interfiriendo en la libertad religiosa. De hecho, los valores liberales a veces se contradicen entre sí. Por ejemplo, históricamente el islam ha permitido ciertas formas de poligamia, pero ninguna sociedad liberal está obligada a extender la libertad religiosa de modo que socaven su compromiso con la igualdad de sexos. Afortunadamente, el ejemplo de Straw no plantea un dilema así de difícil.
Como lo hizo notar, el uso del niqab no es un mandato del Corán y representa una opción cultural, no un deber religioso. En tanto haya a disposición de las mujeres musulmanas otras maneras de cubrir sus cabezas, aceptar no usar el niqab es una manera de señalar la propia pertenencia a una sociedad liberal, con un mínimo coste en términos de los compromisos religiosos personales.
Para los liberales, la pregunta nunca es si las fronteras deben estar completamente abiertas o cerradas; una sociedad abierta a todos no tendría valores que valiera la pena proteger, mientras que una sociedad cerrada a todos no tendría valores que mereciera la pena imitar. Si se busca un principio abstracto para seguir con respecto a la inmigración, el liberalismo no puede proporcionarlo. Sin embargo, una sociedad liberal permitirá entrar a las personas y hará excepciones acerca de las condiciones bajo las que se les impedirá la entrada, en lugar de mantener a las personas afuera y hacer excepciones sobre cuándo se les permite entrar. Además, una sociedad liberal verá el mundo como un lugar lleno de potencial que, no importa lo amenazante que pueda ser para los estilos de vida que se dan por sentados, obliga a las personas a adaptarse a nuevos retos en lugar de internar protegerse de lo extranjero y desconocido.
Finalmente, una sociedad liberal no se centra en lo que puede ofrecer a los inmigrantes, sino en lo que ellos pueden ofrecernos. La apertura como objetivo - implícita en la inmigración- es algo que vale la pena preservar, en especial, si se ponen en la práctica tanto sus exigencias como sus aspectos más promisorios.
La xenofobia es una respuesta no liberal por parte de la derecha hacia la inmigración, pero el multiculturalismo representa prácticamente lo mismo por parte de la izquierda. Muchos teóricos multiculturales, aunque comprometidos con la apertura hacia los inmigrantes, no lo están con la apertura de los inmigrantes hacia su nuevo hogar. Para ellos, los recién llegados, que viven en un clima hostil a su estilo de vida, necesitan conservar las prácticas culturales que traen consigo, incluso si algunas de ellas - por ejemplo, matrimonios arreglados, segregación por sexo, adoctrinamiento religioso- entran en conflicto con los principios liberales. La supervivencia del grupo cuenta más que los derechos individuales.
Una manera de salir de este esquema es reconocer que el cosmopolitismo es un camino de dos vías. Immanuel Kant nos enseña que las circunstancias en las que nos encontramos siempre se deben juzgar en relación con las circunstancias en las que, si no hubiera sido por la fuerza del azar, nos podríamos haber encontrado. Desde esta perspectiva, es injusto que alguien a quien le tocó nacer en EE UU probablemente viva más que alguien nacido en Kenia. Pero eso significa que un neoyorquino debe reconocer que las ventajas que pueda tener sobre un nacido en Nairobi se deben a la suerte más que a su mérito. Desde la perspectiva del cosmopolitismo kantiano, lo menos que puede hacer un estadounidense es abrirse a un cierto nivel de inmigración desde África.
Sin embargo, abrazar el cosmopolitismo también significa que, una vez que una sociedad admite nuevos miembros, éstos están obligados a abrirse a su nueva sociedad. Los multiculturalistas son reticentes a apoyar esta parte del trato cosmopolita, pero los liberales deben hacerlo. Uno puede entender por qué, viviendo en un país extranjero que perciben como hostil, los inmigrantes optan por cerrarse, y algunos países receptores - Francia, por ejemplo- pueden apresurarse demasiado en exigir a que acepten nuevos estilos de vida. Sin embargo, intentar vivir una vida cerrada en una sociedad abierta es una actitud condenada al fracaso y que no debería estimularse.
Un ejemplo aleccionador del trato del cosmopolitismo ocurrió en el 2006, cuando el ex ministro de Exteriores de Gran Bretaña, Jack Straw, planteó su inquietud acerca del niqab, el velo que oculta completamente la cabeza usado por algunas mujeres musulmanas. Straw defendió el derecho de las mujeres de usar prendas para la cabeza que sean menos invasivas; no obstante, también argumentó que algo anda verdaderamente mal cuando, al conversar con otra persona, uno no puede tener una interacción cara a cara.
Straw estaba diciendo que la persona que usa el niqab decide cerrarse a todos quienes la rodean. No estaba planteando un argumento xenófobo de que los musulmanes no pertenecen a Gran Bretaña, o un argumento multiculturalista de que a los musulmanes se les debería permitir usar las prenda que crean que expresa mejor sus sensibilidades culturales y religiosas. Tampoco estaba pidiendo la completa asimilación de los inmigrantes a las costumbres británicas. En lugar de ello, con un ejemplo escogido cuidadosamente, Straw ilustró lo que significa estar abiertos a los demás esperando que ellos también se abran.
Algunos argumentaron que Straw estaba interfiriendo en la libertad religiosa. De hecho, los valores liberales a veces se contradicen entre sí. Por ejemplo, históricamente el islam ha permitido ciertas formas de poligamia, pero ninguna sociedad liberal está obligada a extender la libertad religiosa de modo que socaven su compromiso con la igualdad de sexos. Afortunadamente, el ejemplo de Straw no plantea un dilema así de difícil.
Como lo hizo notar, el uso del niqab no es un mandato del Corán y representa una opción cultural, no un deber religioso. En tanto haya a disposición de las mujeres musulmanas otras maneras de cubrir sus cabezas, aceptar no usar el niqab es una manera de señalar la propia pertenencia a una sociedad liberal, con un mínimo coste en términos de los compromisos religiosos personales.
Para los liberales, la pregunta nunca es si las fronteras deben estar completamente abiertas o cerradas; una sociedad abierta a todos no tendría valores que valiera la pena proteger, mientras que una sociedad cerrada a todos no tendría valores que mereciera la pena imitar. Si se busca un principio abstracto para seguir con respecto a la inmigración, el liberalismo no puede proporcionarlo. Sin embargo, una sociedad liberal permitirá entrar a las personas y hará excepciones acerca de las condiciones bajo las que se les impedirá la entrada, en lugar de mantener a las personas afuera y hacer excepciones sobre cuándo se les permite entrar. Además, una sociedad liberal verá el mundo como un lugar lleno de potencial que, no importa lo amenazante que pueda ser para los estilos de vida que se dan por sentados, obliga a las personas a adaptarse a nuevos retos en lugar de internar protegerse de lo extranjero y desconocido.
Finalmente, una sociedad liberal no se centra en lo que puede ofrecer a los inmigrantes, sino en lo que ellos pueden ofrecernos. La apertura como objetivo - implícita en la inmigración- es algo que vale la pena preservar, en especial, si se ponen en la práctica tanto sus exigencias como sus aspectos más promisorios.
¿Quién teme al 'burqa' feroz?/Timothy Garton Ash
Publicado en El País, 15/10/2006;
Hace ya tiempo que quiero escribir una columna en defensa del hiyab, por los mismos motivos por los que la semana pasada defendía la libertad de expresión. En un país libre, la gente debe poder llevar lo que le parezca, del mismo modo que debe poder decir lo que le parezca, siempre que no ponga en peligro la vida o la libertad de otras personas. Lo único que me hacía dudar era que, desde mi situación de hombre no musulmán, es evidente que no estoy totalmente cualificado para juzgar lo que significa el hiyab para las mujeres musulmanas. Si una periodista musulmana escribiera, por ejemplo, sobre los problemas que representa para los delanteros de rugby llevar suspensores, podría hacer una objeción similar. Claro que, si sólo escribiéramos sobre las cosas de las que tenemos experiencia personal directa, no habría mucho periodismo ni mucha literatura.
¿Qué más nos da a nosotros que las mujeres lleven velo? A medida que nuestra sociedad sea cada vez más variada, tendremos que tolerar mejor la diversidad
Existen ciertos contextos concretos en los que es razonable que un Estado liberal civilizado insista en eliminar temporalmente el velo que oculta el rostro
El otro día me agradó que me recibiera en Heatrow una funcionaria de aduanas de su majestad tocada con un 'hiyab' negro que cubría todo menos el rostro
Sin embargo, la credibilidad de nuestros respectivos artículos aumentaría significativamente si la periodista musulmana hubiera hablado con un grupo variado de delanteros de rugby acostumbrados a llevar suspensores (o, por doloroso que resulte, a no llevarlos), y si yo hubiera hablado con diversas mujeres musulmanas con y sin hiyab, que es lo que deseaba hacer y no he podido hacer todavía. Pero, como estamos en medio de un debate iniciado por otro hombre no musulmán -el ex ministro británico de Exteriores Jack Straw-, que ocupa los medios británicos desde hace una semana, me siento obligado a intervenir, pese a no haber investigado como normalmente me gustaría haberlo hecho. Valga esta advertencia para los lectores.
Straw habló específicamente del velo que cubre todo el rostro salvo los ojos (niqab), o incluso también los ojos (burqa), no de las numerosas variantes del pañuelo que suelen ser la versión más habitual del hiyab en Gran Bretaña y otros países europeos. Sería absurdo pretender que no es ligeramente distinto. El pañuelo no impide la interacción humana, el "cara a cara". En mi opinión, Francia se equivoca al prohibir a las mujeres adultas llevar el pañuelo (llamado a veces en el debate francés "velo", para mayor confusión) en las oficinas públicas. El otro día, al volver de Estados Unidos y llegar a Heathrow, me agradó que me recibiera una funcionaria de aduanas de su majestad tocada con un hiyab negro que cubría todo menos el rostro. ¿Por qué no?
El niqab o burqa, desde luego, es un obstáculo mayor para la comunicación e incluso la identificación. Existen ciertos contextos concretos en los que es razonable que un Estado liberal civilizado insista en eliminar temporalmente el velo que oculta el rostro. Al hacer la fotografía para el pasaporte, por ejemplo, o en el control de pasaportes del aeropuerto (aunque, hoy en día, la identidad quizá se comprueba mejor con los escáneres de dedo y de ojo). Igual que sería mucho pedir que un profesor pueda identificar exclusivamente por la voz a filas y filas de niñas, todas tapadas con el niqab.
Además, el niqab no facilita precisamente la conversación personal. Como decía con razón Straw en su artículo, escrito con toda sensibilidad para un periódico local, cuando se habla cara a cara con alguien es posible casi literalmente "ver lo que quiere decir la otra persona". Fareena Alam, directora de la excelente revista musulmana británica Q-News, que lleva pañuelo, me dice que a ella también le resulta incómodo hablar con mujeres que llevan niqab, porque le falta ese contacto cara a cara. Está claro que aquí hay un problema; aunque el hecho de que Straw decidiera plantearlo en un artículo de periódico -con la consiguiente y previsible oleada de quejas y proclamaciones de que "si quieren vivir aquí, por qué no son como nosotros" por parte de The Sun, The Daily Mail y diversos xenófobos anónimos, sin ninguna distinción entre las mujeres que llevan niqab y los musulmanes en general- es otra cuestión.
En cualquier caso, no creo que Straw tuviera razón al sugerir a las mujeres que llevaban niqab en la consulta médica de su circunscripción de parlamentario que se descubrieran el rostro; ni aunque lo hiciera con toda educación. Al fin y al cabo, estaba en una posición de poder respecto a ellas. Seguramente habían acudido a él a que les resolviera algún problema, una situación en la que la diferencia entre una petición y una orden es muy vaga. Es más, en inglés, "quizá le gustaría a usted a hacer tal cosa" es una forma educada de dar una orden. Dado que esas mujeres estaban utilizando un recurso democrático -y con ello demostrando, de forma mucho más importante que la ropa que llevaran- su grado de integración en la sociedad británica, creo que quizá podía haberse esforzado un poco más en entenderlas.
¿Y era tan difícil? Hace poco participé en una ceremonia de graduación en la Universidad Hallam, en Sheffield. Fue un acto emocionante. Muchas de las que se graduaban eran mujeres británicas de origen asiático, en muchos casos -según me dijeron- las primeras que habían ido a la universidad en sus familias, y algunas subieron al escenario a recibir sus diplomas cubiertas con el hiyab. Hubo educados aplausos para cada alumno y otros más entusiastas para unos cuantos que eran más populares: uno de los más sonoros fue el dedicado a una chica vestida con niqab. Está claro que sus condiscípulos conocían a la mujer oculta tras el velo. Supongamos que hubiera podido investigar como quería para este artículo. Podría haber hablado con mujeres que llevan niqab por correo electrónico, por teléfono y en persona, en inglés o a través de un intérprete. Es verdad que habría perdido ese 10% o 20% extra que representa la comunicación no verbal. Y qué. Al fin y al cabo, no estamos hablando de una historia de amor ni de una relación que dure toda la vida. Estamos hablando de trabajar y salir adelante en una sociedad cada vez más diversificada.
El argumento más manido en todo este debate es que el niqab hace que el inglés blanco de clase media se sienta "incómodo" o "amenazado". Si es verdad, yo digo que son una pandilla de quejicas. Que uno se sienta amenazado por hinchas borrachos de fútbol o por posibles asaltantes lo puedo entender. ¿Pero amenazado por una mujer cubierta por un velo que se dedica tranquilamente a sus cosas? Y en cuanto a lo de sentirse incómodo, yo me siento incómodo ante cierto tipo de inglés de cara rosada que viste tirantes rojos, camisa de rayas con los puños blancos y pajarita. Su niqab deja predecir con facilidad las opiniones que van a salir de su boca. Pero yo no les pido que se quiten los tirantes.
Fareena Alam, que ha hablado con muchas mujeres musulmanas como ella, dice que la mayoría de las británicas con niqab que ha conocido llevan el velo por decisión personal. Las que lo hacen simplemente por continuar la tradición de sus países de origen son una minoría dentro de un grupo que a su vez es una minoría de musulmanas británicas, y las que lo hacen presionadas u obligadas por sus maridos o sus padres son una minoría dentro de esa minoría de una minoría. No he podido comprobar personalmente este dato, su valor estadístico, por así decir, y sólo con que haya un caso de coacción -y más aún de emplear el niqab para tapar las huellas de malos tratos físicos- ya es terrible. Pero basta una rápida búsqueda en Internet para descubrir varios casos fascinantes de jóvenes cultas y preparadas que toman la libre decisión de llevar velo. ¿Por qué no van a hacerlo? ¿Qué más nos da a nosotros? A medida que nuestra sociedad sea cada vez más variada, tendremos que tolerar mejor la diversidad. Debemos ser capaces de distinguir entre los principios fundamentales de una sociedad libre, sobre los que no podemos hacer concesiones, los asuntos que deben ser objeto de una negociación entre las distintas comunidades, y otros aspectos de tercer orden que vale más dejar que se arreglen con el tiempo y el discreto empuje de la adaptación social. La libertad de expresión pertenece a la primera categoría; el velo, a la última.
¿Qué más nos da a nosotros que las mujeres lleven velo? A medida que nuestra sociedad sea cada vez más variada, tendremos que tolerar mejor la diversidad
Existen ciertos contextos concretos en los que es razonable que un Estado liberal civilizado insista en eliminar temporalmente el velo que oculta el rostro
El otro día me agradó que me recibiera en Heatrow una funcionaria de aduanas de su majestad tocada con un 'hiyab' negro que cubría todo menos el rostro
Sin embargo, la credibilidad de nuestros respectivos artículos aumentaría significativamente si la periodista musulmana hubiera hablado con un grupo variado de delanteros de rugby acostumbrados a llevar suspensores (o, por doloroso que resulte, a no llevarlos), y si yo hubiera hablado con diversas mujeres musulmanas con y sin hiyab, que es lo que deseaba hacer y no he podido hacer todavía. Pero, como estamos en medio de un debate iniciado por otro hombre no musulmán -el ex ministro británico de Exteriores Jack Straw-, que ocupa los medios británicos desde hace una semana, me siento obligado a intervenir, pese a no haber investigado como normalmente me gustaría haberlo hecho. Valga esta advertencia para los lectores.
Straw habló específicamente del velo que cubre todo el rostro salvo los ojos (niqab), o incluso también los ojos (burqa), no de las numerosas variantes del pañuelo que suelen ser la versión más habitual del hiyab en Gran Bretaña y otros países europeos. Sería absurdo pretender que no es ligeramente distinto. El pañuelo no impide la interacción humana, el "cara a cara". En mi opinión, Francia se equivoca al prohibir a las mujeres adultas llevar el pañuelo (llamado a veces en el debate francés "velo", para mayor confusión) en las oficinas públicas. El otro día, al volver de Estados Unidos y llegar a Heathrow, me agradó que me recibiera una funcionaria de aduanas de su majestad tocada con un hiyab negro que cubría todo menos el rostro. ¿Por qué no?
El niqab o burqa, desde luego, es un obstáculo mayor para la comunicación e incluso la identificación. Existen ciertos contextos concretos en los que es razonable que un Estado liberal civilizado insista en eliminar temporalmente el velo que oculta el rostro. Al hacer la fotografía para el pasaporte, por ejemplo, o en el control de pasaportes del aeropuerto (aunque, hoy en día, la identidad quizá se comprueba mejor con los escáneres de dedo y de ojo). Igual que sería mucho pedir que un profesor pueda identificar exclusivamente por la voz a filas y filas de niñas, todas tapadas con el niqab.
Además, el niqab no facilita precisamente la conversación personal. Como decía con razón Straw en su artículo, escrito con toda sensibilidad para un periódico local, cuando se habla cara a cara con alguien es posible casi literalmente "ver lo que quiere decir la otra persona". Fareena Alam, directora de la excelente revista musulmana británica Q-News, que lleva pañuelo, me dice que a ella también le resulta incómodo hablar con mujeres que llevan niqab, porque le falta ese contacto cara a cara. Está claro que aquí hay un problema; aunque el hecho de que Straw decidiera plantearlo en un artículo de periódico -con la consiguiente y previsible oleada de quejas y proclamaciones de que "si quieren vivir aquí, por qué no son como nosotros" por parte de The Sun, The Daily Mail y diversos xenófobos anónimos, sin ninguna distinción entre las mujeres que llevan niqab y los musulmanes en general- es otra cuestión.
En cualquier caso, no creo que Straw tuviera razón al sugerir a las mujeres que llevaban niqab en la consulta médica de su circunscripción de parlamentario que se descubrieran el rostro; ni aunque lo hiciera con toda educación. Al fin y al cabo, estaba en una posición de poder respecto a ellas. Seguramente habían acudido a él a que les resolviera algún problema, una situación en la que la diferencia entre una petición y una orden es muy vaga. Es más, en inglés, "quizá le gustaría a usted a hacer tal cosa" es una forma educada de dar una orden. Dado que esas mujeres estaban utilizando un recurso democrático -y con ello demostrando, de forma mucho más importante que la ropa que llevaran- su grado de integración en la sociedad británica, creo que quizá podía haberse esforzado un poco más en entenderlas.
¿Y era tan difícil? Hace poco participé en una ceremonia de graduación en la Universidad Hallam, en Sheffield. Fue un acto emocionante. Muchas de las que se graduaban eran mujeres británicas de origen asiático, en muchos casos -según me dijeron- las primeras que habían ido a la universidad en sus familias, y algunas subieron al escenario a recibir sus diplomas cubiertas con el hiyab. Hubo educados aplausos para cada alumno y otros más entusiastas para unos cuantos que eran más populares: uno de los más sonoros fue el dedicado a una chica vestida con niqab. Está claro que sus condiscípulos conocían a la mujer oculta tras el velo. Supongamos que hubiera podido investigar como quería para este artículo. Podría haber hablado con mujeres que llevan niqab por correo electrónico, por teléfono y en persona, en inglés o a través de un intérprete. Es verdad que habría perdido ese 10% o 20% extra que representa la comunicación no verbal. Y qué. Al fin y al cabo, no estamos hablando de una historia de amor ni de una relación que dure toda la vida. Estamos hablando de trabajar y salir adelante en una sociedad cada vez más diversificada.
El argumento más manido en todo este debate es que el niqab hace que el inglés blanco de clase media se sienta "incómodo" o "amenazado". Si es verdad, yo digo que son una pandilla de quejicas. Que uno se sienta amenazado por hinchas borrachos de fútbol o por posibles asaltantes lo puedo entender. ¿Pero amenazado por una mujer cubierta por un velo que se dedica tranquilamente a sus cosas? Y en cuanto a lo de sentirse incómodo, yo me siento incómodo ante cierto tipo de inglés de cara rosada que viste tirantes rojos, camisa de rayas con los puños blancos y pajarita. Su niqab deja predecir con facilidad las opiniones que van a salir de su boca. Pero yo no les pido que se quiten los tirantes.
Fareena Alam, que ha hablado con muchas mujeres musulmanas como ella, dice que la mayoría de las británicas con niqab que ha conocido llevan el velo por decisión personal. Las que lo hacen simplemente por continuar la tradición de sus países de origen son una minoría dentro de un grupo que a su vez es una minoría de musulmanas británicas, y las que lo hacen presionadas u obligadas por sus maridos o sus padres son una minoría dentro de esa minoría de una minoría. No he podido comprobar personalmente este dato, su valor estadístico, por así decir, y sólo con que haya un caso de coacción -y más aún de emplear el niqab para tapar las huellas de malos tratos físicos- ya es terrible. Pero basta una rápida búsqueda en Internet para descubrir varios casos fascinantes de jóvenes cultas y preparadas que toman la libre decisión de llevar velo. ¿Por qué no van a hacerlo? ¿Qué más nos da a nosotros? A medida que nuestra sociedad sea cada vez más variada, tendremos que tolerar mejor la diversidad. Debemos ser capaces de distinguir entre los principios fundamentales de una sociedad libre, sobre los que no podemos hacer concesiones, los asuntos que deben ser objeto de una negociación entre las distintas comunidades, y otros aspectos de tercer orden que vale más dejar que se arreglen con el tiempo y el discreto empuje de la adaptación social. La libertad de expresión pertenece a la primera categoría; el velo, a la última.
Darfur
Darfur, una herida abierta/Josep Borrell, presidente de la Comisión de Desarrollo del Parlamento Europeo
Publicado en EL PERIÓDICO, 15/07/2007;
Darfur es una gran herida abierta en el corazón de África. En esa meseta desértica, tan grande como España, en la que convivían seis millones de habitantes de distintas tribus árabo-africanas, se está produciendo una de las mayores tragedias de nuestro tiempo. La guerra, iniciada a principios del 2003, ha afectado a 4,5 millones de personas, ha producido 3 millones de refugiados y entre 250,000 y 400.000 víctimas, sin que nadie pueda saber precisamente cuántas son.
Las Naciones Unidas están desplegando en Darfur la mayor operación de ayuda humanitaria de su historia. En los campos de refugiados situados a ambos lados de la frontera entre Sudán y el Chad, todos los días, con la colaboración de unos 12,000 trabajadores de las oenegés, se distribuyen alimentos para mantener vivas, en condiciones muy precarias, a casi 3 millones de personas.
EL GRAN depósito de alimentos del campo de refugiados de El Geneina distribuye 10,000 toneladas mensuales de alimentos básicos: lentejas, aceite, maíz y sorgo. Los Transalls del Ejército francés completan, a través del aeropuerto de Adeche, las reservas necesarias para la época de lluvias que ahora empieza. Pero si las condiciones de seguridad no mejoran será imposible distribuirlas en zonas en las que el acceso es ya muy difícil. En efecto, pese a los acuerdos de paz firmados en Abuja hace un año, las condiciones de seguridad han empeorado, las milicias árabes jenjawis no han sido desarmadas, los ataques a los civiles continúan, con 170,000 desplazados más en el 2007, y la capacidad de las organizaciones humanitarias para ayudar a la población afectada se sitúa en el nivel más bajo de los últimos tres años.
El centro de coordinación de la ONU en Al-Fashir estima que no pueden alcanzar a ayudar a una de cada cuatro personas afectadas por una guerra que es ya de todos contra todos, sin frentes ni líneas claras de división entre combatientes. Los grupos rebeldes que no firmaron los acuerdos de paz se han dividido en grupúsculos enfrentados, las milicias árabes siguen activas y menos controladas que nunca por el Gobierno sudanés, y el bandidismo puro y simple se instala en un país desértico descompuesto por la violencia y la pobreza, y se extiende a los países vecinos.En el campo de refugiados de Koloma, en el Chad, se han reagrupado 140,000 chadianos desplazados por los ataques a sus aldeas. Los jefes de las tribus atacadas no saben identificar a sus agresores, genéricamente milicianos árabes procedentes de Sudán, pese a los acuerdos de paz entre los dos países, rebeldes chadianos o simples bandidos sin ninguna referencia política. No volverán a sus tierras sin protección, y cuando se les pregunta sobre la capacidad de la policía o del Ejército para dársela, su risa suena macabra en el desierto.
Las fuerzas de la misión de la Unión Africana en Sudán (Amis), unos 7,000 hombres, poco pueden hacer para proteger a la población civil. El coronel nigeriano al mando de un destacamento expresa su frustración diciéndonos que más que un soldado es un predicador, porque a las bandas armadas solo puede amenazarlas con informar de su actitud. En efecto, muy pocos para un país tan grande, sin equipamiento suficiente, con un mandato que no les permite utilizar las armas para hacer respetar el alto el fuego y sufriendo numerosas bajas, bastante tienen con protegerse a sí mismos y no gozan de demasiada confianza de la población civil.
LA UNIÓN Europea financia la práctica totalidad del despliegue de Amis, unos 400 millones de euros, casi tanto como la ayuda humanitaria propiamente dicha. Pero, para colmo, los soldados y oficiales de Amis se quejaron de que hacía meses que no recibían su sueldo, pese a que el presupuesto comunitario ha pagado religiosamente sus compromisos…El gran riesgo es que la inseguridad aumente hasta hacer imposible la labor de las organizaciones humanitarias. Hoy la situación en los campos está relativamente estabilizada, aunque su seguridad no está garantizada por nadie, pero el sistema es frágil y vulnerable. Si se rompiese la cadena de ayuda se produciría una tragedia de enormes consecuencias, porque esa gente no tienen otro recurso ni perspectiva que la alimentación básica que recibe de la FAO (el programa alimentario mundial) y la relativa protección de los campos.
UNA MAYOR seguridad solo puede provenir de una fuerza exterior, más numerosa, dotada de más medios y con un mandato claro que le permita intervenir para proteger a la población civil. Hasta ahora, el Gobierno de Sudán se había opuesto al despliegue de una fuerza de la ONU de estas características, argumentando que la amplificación mediática del drama de Darfur no era sino una excusa de los occidentales para intervenir militarmente al viejo estilo colonial. Pero la novedad es que ahora no solo no se opone, sino que la pide, quizá porque la situación es tan compleja que ya no puede controlarla, o porque cree que a la hora de la verdad no seremos capaces de desplegarla efectivamente.Y quizá tenga razón y, después de tanto exigirla y tanto reprochar a China que impidiese acuerdos en el Consejo de Seguridad, el mundo demuestre su impotencia para resolver el drama de Darfur y dar contenido a esa “obligación de proteger” que tantas veces hemos proclamado. La pelota está ahora en nuestro tejado. En los próximos meses veremos qué hacemos con Darfur, pero nadie podrá decir,como en Ruanda, que no sabíamos lo que podía ocurrir.
Publicado en EL PERIÓDICO, 15/07/2007;
Darfur es una gran herida abierta en el corazón de África. En esa meseta desértica, tan grande como España, en la que convivían seis millones de habitantes de distintas tribus árabo-africanas, se está produciendo una de las mayores tragedias de nuestro tiempo. La guerra, iniciada a principios del 2003, ha afectado a 4,5 millones de personas, ha producido 3 millones de refugiados y entre 250,000 y 400.000 víctimas, sin que nadie pueda saber precisamente cuántas son.
Las Naciones Unidas están desplegando en Darfur la mayor operación de ayuda humanitaria de su historia. En los campos de refugiados situados a ambos lados de la frontera entre Sudán y el Chad, todos los días, con la colaboración de unos 12,000 trabajadores de las oenegés, se distribuyen alimentos para mantener vivas, en condiciones muy precarias, a casi 3 millones de personas.
EL GRAN depósito de alimentos del campo de refugiados de El Geneina distribuye 10,000 toneladas mensuales de alimentos básicos: lentejas, aceite, maíz y sorgo. Los Transalls del Ejército francés completan, a través del aeropuerto de Adeche, las reservas necesarias para la época de lluvias que ahora empieza. Pero si las condiciones de seguridad no mejoran será imposible distribuirlas en zonas en las que el acceso es ya muy difícil. En efecto, pese a los acuerdos de paz firmados en Abuja hace un año, las condiciones de seguridad han empeorado, las milicias árabes jenjawis no han sido desarmadas, los ataques a los civiles continúan, con 170,000 desplazados más en el 2007, y la capacidad de las organizaciones humanitarias para ayudar a la población afectada se sitúa en el nivel más bajo de los últimos tres años.
El centro de coordinación de la ONU en Al-Fashir estima que no pueden alcanzar a ayudar a una de cada cuatro personas afectadas por una guerra que es ya de todos contra todos, sin frentes ni líneas claras de división entre combatientes. Los grupos rebeldes que no firmaron los acuerdos de paz se han dividido en grupúsculos enfrentados, las milicias árabes siguen activas y menos controladas que nunca por el Gobierno sudanés, y el bandidismo puro y simple se instala en un país desértico descompuesto por la violencia y la pobreza, y se extiende a los países vecinos.En el campo de refugiados de Koloma, en el Chad, se han reagrupado 140,000 chadianos desplazados por los ataques a sus aldeas. Los jefes de las tribus atacadas no saben identificar a sus agresores, genéricamente milicianos árabes procedentes de Sudán, pese a los acuerdos de paz entre los dos países, rebeldes chadianos o simples bandidos sin ninguna referencia política. No volverán a sus tierras sin protección, y cuando se les pregunta sobre la capacidad de la policía o del Ejército para dársela, su risa suena macabra en el desierto.
Las fuerzas de la misión de la Unión Africana en Sudán (Amis), unos 7,000 hombres, poco pueden hacer para proteger a la población civil. El coronel nigeriano al mando de un destacamento expresa su frustración diciéndonos que más que un soldado es un predicador, porque a las bandas armadas solo puede amenazarlas con informar de su actitud. En efecto, muy pocos para un país tan grande, sin equipamiento suficiente, con un mandato que no les permite utilizar las armas para hacer respetar el alto el fuego y sufriendo numerosas bajas, bastante tienen con protegerse a sí mismos y no gozan de demasiada confianza de la población civil.
LA UNIÓN Europea financia la práctica totalidad del despliegue de Amis, unos 400 millones de euros, casi tanto como la ayuda humanitaria propiamente dicha. Pero, para colmo, los soldados y oficiales de Amis se quejaron de que hacía meses que no recibían su sueldo, pese a que el presupuesto comunitario ha pagado religiosamente sus compromisos…El gran riesgo es que la inseguridad aumente hasta hacer imposible la labor de las organizaciones humanitarias. Hoy la situación en los campos está relativamente estabilizada, aunque su seguridad no está garantizada por nadie, pero el sistema es frágil y vulnerable. Si se rompiese la cadena de ayuda se produciría una tragedia de enormes consecuencias, porque esa gente no tienen otro recurso ni perspectiva que la alimentación básica que recibe de la FAO (el programa alimentario mundial) y la relativa protección de los campos.
UNA MAYOR seguridad solo puede provenir de una fuerza exterior, más numerosa, dotada de más medios y con un mandato claro que le permita intervenir para proteger a la población civil. Hasta ahora, el Gobierno de Sudán se había opuesto al despliegue de una fuerza de la ONU de estas características, argumentando que la amplificación mediática del drama de Darfur no era sino una excusa de los occidentales para intervenir militarmente al viejo estilo colonial. Pero la novedad es que ahora no solo no se opone, sino que la pide, quizá porque la situación es tan compleja que ya no puede controlarla, o porque cree que a la hora de la verdad no seremos capaces de desplegarla efectivamente.Y quizá tenga razón y, después de tanto exigirla y tanto reprochar a China que impidiese acuerdos en el Consejo de Seguridad, el mundo demuestre su impotencia para resolver el drama de Darfur y dar contenido a esa “obligación de proteger” que tantas veces hemos proclamado. La pelota está ahora en nuestro tejado. En los próximos meses veremos qué hacemos con Darfur, pero nadie podrá decir,como en Ruanda, que no sabíamos lo que podía ocurrir.
Turquía
Laicismo y democracia en la crisis turca/Jerónimo Páez López, abogado y director de la Fundación El Legado Andalusí
Tomado del madrileño EL PAÍS, 14/07/07):
La incorporación de Turquía a la Unión Europea despierta todo tipo de opiniones en los ciudadanos y los gobiernos de los países occidentales, que oscilan desde el rechazo total hasta el apoyo casi sin condiciones. Numerosas son las ventajas e inconvenientes que se pueden esgrimir a favor o en contra.
Turquía es un país asiático y no puede considerarse europeo, ha repetido una y otra vez durante su campaña electoral, el recién elegido presidente de la República Francesa, Nicolas Sarkozy. El profesor Serafín Fanjul, en el virulento artículo Mas acá de Lepanto, nos recuerda el durísimo enfrentamiento durante centurias en el Mediterráneo, con España, Venecia y el Papado, los asaltos a Viena y la islamización forzada de albaneses, bosnios, búlgaros, y augura todas las plagas del infierno si se nos ocurre incorporarla.
Están, a su vez, quienes defienden la integración a todo trance, por considerar que parte del territorio turco se encuentra en Europa, que en Bruselas, hace años, se le dio carta de europeización a este país, sin olvidar que es un miembro estratégico de la OTAN, y, sobre todo, porque rechazar su incorporación puede contribuir a radicalizar el islamismo turco.
No resulta fácil posicionarse. Turquía es un país extenso, con unos 70 millones de habitantes, por lo que se convertiría casi en el más poblado de la Unión Europea y con la mayor parte de su territorio en Asia. En él se dan, además, enormes contrastes, desde la capital política, Ankara, y la zona Este mediterránea, rica y dinámica al igual que Estambul, impresionante, atractiva y libertina ciudad, hasta las pobres regiones de Anatolia, donde muchos de sus habitantes mantienen actitudes propias de la Edad Media, como la discriminación de las minorías étnicas o religiosas o las de las mujeres, e incluso los llamados honor killings, en los que algunas son asesinadas cuando consideran que han puesto en entredicho el honor familiar, por haber mantenido relaciones pre o extramatrimoniales.
Pero en el fondo, lo que realmente condiciona su incorporación es el hecho de que la gran mayoría de los turcos son musulmanes, y que hoy día gobierna Turquía un partido moderado pero islamista. Es éste el punto neurálgico del debate y no es cuestión baladí. Desafortunadamente, ante la pujanza del islamismo y la presión de la multiculturalidad no hemos sido capaces en Occidente de formular nuestra posición con el rigor debido, y son numerosas nuestras contradicciones.
Un sistema verdaderamente democrático y tolerante -de esto también se trata- exige que se respeten las libertades de todos los ciudadanos y no se imponga un modelo específico de sociedad. En definitiva, que se respete el laicismo, más allá de disquisiciones semánticas y de que haya quienes entiendan que los verdaderos fundamentalistas son los laicos, que no los islamistas (¡cosas veredes!). En Turquía se da la paradoja de que el Ejército es el guardián constitucional del laicismo y ha tenido que recordárselo al Gobierno islamista, ante una posible deriva que ponga en peligro el modelo existente.
La Unión Europea, a través de sus portavoces, ha pedido a los militares turcos “que se mantengan al margen de la política”. La posición de la Administración norteamericana es todavía más contundente. Europa debe decir yes a Turquía, afirmaba en portada la influyente revista The Economist siguiendo la línea oficial de Estados Unidos. La posibilidad de que la integración de Turquía pueda suponer compaginar islamismo y democracia, es la obsesión última del Gobierno de Bush ante el caos existente en el mundo musulmán, del que en gran medida él es responsable como consecuencia de la invasión de Irak y de su apoyo incondicional y sin reservas al Gobierno de Israel. El profesor Josep S. Nye decía en este mismo periódico “que los políticos turcos tendrán menos incentivos para realizar las reformas necesarias si se rechaza su incorporación”. Curiosa afirmación: puede que sean democráticos y tolerantes si consiguen integrarse, pero quizás dejen de serlo en caso contrario.
No parece que el Gobierno de Erdogan haya supuesto una grave amenaza a las libertades públicas y, sin duda, su Gobierno islamista ha aportado estabilidad y crecimiento económico al país. Pero no ha mantenido una actitud neutral ni tan moderna como algunos nos quieren hacer creer. Su partido, AKP, ha propuesto algunas reformas constitucionales preocupantes y ha intentado -aunque luego retirado- aprobar una ley que castiga el adulterio y, según la oposición, está introduciendo una serie de reformas educativas y hábitos cotidianos para reforzar la islamización de la sociedad.
La democracia es compatible con el islam, pero no está claro que lo sea con el islamismo político, que considera que el islam no es sólo espiritualidad individual, sino un proyecto global para la sociedad. La cuestión fundamental es saber si puede llegar a aceptar que religión y Estado son ámbitos distintos y entender que la legitimidad política y las leyes tienen su razón de ser en la voluntad del pueblo, y no en la divina, o por el contrario considera que religión y Estado son inseparables, en cuyo caso no hay solución.
No conocemos declaración alguna de los islamistas moderados en la que definan con claridad su posición ante las cuestiones fundamentales, más allá de vagas proclamas sobre diálogo de civilizaciones y religiones. En la mayoría de los países musulmanes no existen las libertades de expresión, religiosas o de costumbres que serían de desear, y ello se debe, en gran parte, a la presión de los partidos o grupos islamistas.
Europa y Estados Unidos deberían precisar, cuando reprenden al Ejército turco, de qué democracia estamos hablando. Si es una democracia puramente formal, puede que el islamismo tenga cabida; si es una democracia que pretende defender los derechos y la libertad de todos los ciudadanos, cualquiera que sean sus creencias, tendrían que exigir una clara posición al respecto. En relación con Turquía estamos apostando por apoyar la democracia a costa del laicismo, a diferencia de Palestina, donde hemos negado el pan y la sal al Gobierno islamista, democráticamente elegido. Sin duda, que este hecho ha tenido que ver con la radicalización de Hamás, que ha sumido a Gaza y Cisjordania en un abismo sin fondo. Puede que esa gran apuesta que lanzó el Gobierno de la Alianza de Civilizaciones esté haciendo aguas, precisamente porque si bien avanza en los países occidentales el respeto a otras culturas y credos, no sucede lo mismo en los países musulmanes, que se han adherido a esta propuesta. Sin ese espacio de convergencia, no hay posibilidad de que prospere.
En definitiva, la cuestión parece clara: los militares turcos deben abstenerse de intervenir en el sistema democrático, pero a su vez el partido islamista turco debe manifestar claramente que está dispuesto en todo momento a respetar las libertades públicas y a quienes no compartan sus creencias. Si ello es así, Turquía habrá dado un gran paso para incorporarse a la Unión Europea, y puede que entonces sea el momento de recordarle al señor Sarkozy que en pleno enfrentamiento entre el Imperio Otomano y la Cristiandad, el único rey que no dudó en aliarse con “el enemigo” -el poderoso sultán Solimán el Magnífico- fue Francisco I de Francia en su obsesión por debilitar al Imperio Español y a su odiado enemigo Carlos I de España y V de Alemania, que había derrotado y hecho prisionero al francés en la Batalla de Pavía el año 1525
Tomado del madrileño EL PAÍS, 14/07/07):
La incorporación de Turquía a la Unión Europea despierta todo tipo de opiniones en los ciudadanos y los gobiernos de los países occidentales, que oscilan desde el rechazo total hasta el apoyo casi sin condiciones. Numerosas son las ventajas e inconvenientes que se pueden esgrimir a favor o en contra.
Turquía es un país asiático y no puede considerarse europeo, ha repetido una y otra vez durante su campaña electoral, el recién elegido presidente de la República Francesa, Nicolas Sarkozy. El profesor Serafín Fanjul, en el virulento artículo Mas acá de Lepanto, nos recuerda el durísimo enfrentamiento durante centurias en el Mediterráneo, con España, Venecia y el Papado, los asaltos a Viena y la islamización forzada de albaneses, bosnios, búlgaros, y augura todas las plagas del infierno si se nos ocurre incorporarla.
Están, a su vez, quienes defienden la integración a todo trance, por considerar que parte del territorio turco se encuentra en Europa, que en Bruselas, hace años, se le dio carta de europeización a este país, sin olvidar que es un miembro estratégico de la OTAN, y, sobre todo, porque rechazar su incorporación puede contribuir a radicalizar el islamismo turco.
No resulta fácil posicionarse. Turquía es un país extenso, con unos 70 millones de habitantes, por lo que se convertiría casi en el más poblado de la Unión Europea y con la mayor parte de su territorio en Asia. En él se dan, además, enormes contrastes, desde la capital política, Ankara, y la zona Este mediterránea, rica y dinámica al igual que Estambul, impresionante, atractiva y libertina ciudad, hasta las pobres regiones de Anatolia, donde muchos de sus habitantes mantienen actitudes propias de la Edad Media, como la discriminación de las minorías étnicas o religiosas o las de las mujeres, e incluso los llamados honor killings, en los que algunas son asesinadas cuando consideran que han puesto en entredicho el honor familiar, por haber mantenido relaciones pre o extramatrimoniales.
Pero en el fondo, lo que realmente condiciona su incorporación es el hecho de que la gran mayoría de los turcos son musulmanes, y que hoy día gobierna Turquía un partido moderado pero islamista. Es éste el punto neurálgico del debate y no es cuestión baladí. Desafortunadamente, ante la pujanza del islamismo y la presión de la multiculturalidad no hemos sido capaces en Occidente de formular nuestra posición con el rigor debido, y son numerosas nuestras contradicciones.
Un sistema verdaderamente democrático y tolerante -de esto también se trata- exige que se respeten las libertades de todos los ciudadanos y no se imponga un modelo específico de sociedad. En definitiva, que se respete el laicismo, más allá de disquisiciones semánticas y de que haya quienes entiendan que los verdaderos fundamentalistas son los laicos, que no los islamistas (¡cosas veredes!). En Turquía se da la paradoja de que el Ejército es el guardián constitucional del laicismo y ha tenido que recordárselo al Gobierno islamista, ante una posible deriva que ponga en peligro el modelo existente.
La Unión Europea, a través de sus portavoces, ha pedido a los militares turcos “que se mantengan al margen de la política”. La posición de la Administración norteamericana es todavía más contundente. Europa debe decir yes a Turquía, afirmaba en portada la influyente revista The Economist siguiendo la línea oficial de Estados Unidos. La posibilidad de que la integración de Turquía pueda suponer compaginar islamismo y democracia, es la obsesión última del Gobierno de Bush ante el caos existente en el mundo musulmán, del que en gran medida él es responsable como consecuencia de la invasión de Irak y de su apoyo incondicional y sin reservas al Gobierno de Israel. El profesor Josep S. Nye decía en este mismo periódico “que los políticos turcos tendrán menos incentivos para realizar las reformas necesarias si se rechaza su incorporación”. Curiosa afirmación: puede que sean democráticos y tolerantes si consiguen integrarse, pero quizás dejen de serlo en caso contrario.
No parece que el Gobierno de Erdogan haya supuesto una grave amenaza a las libertades públicas y, sin duda, su Gobierno islamista ha aportado estabilidad y crecimiento económico al país. Pero no ha mantenido una actitud neutral ni tan moderna como algunos nos quieren hacer creer. Su partido, AKP, ha propuesto algunas reformas constitucionales preocupantes y ha intentado -aunque luego retirado- aprobar una ley que castiga el adulterio y, según la oposición, está introduciendo una serie de reformas educativas y hábitos cotidianos para reforzar la islamización de la sociedad.
La democracia es compatible con el islam, pero no está claro que lo sea con el islamismo político, que considera que el islam no es sólo espiritualidad individual, sino un proyecto global para la sociedad. La cuestión fundamental es saber si puede llegar a aceptar que religión y Estado son ámbitos distintos y entender que la legitimidad política y las leyes tienen su razón de ser en la voluntad del pueblo, y no en la divina, o por el contrario considera que religión y Estado son inseparables, en cuyo caso no hay solución.
No conocemos declaración alguna de los islamistas moderados en la que definan con claridad su posición ante las cuestiones fundamentales, más allá de vagas proclamas sobre diálogo de civilizaciones y religiones. En la mayoría de los países musulmanes no existen las libertades de expresión, religiosas o de costumbres que serían de desear, y ello se debe, en gran parte, a la presión de los partidos o grupos islamistas.
Europa y Estados Unidos deberían precisar, cuando reprenden al Ejército turco, de qué democracia estamos hablando. Si es una democracia puramente formal, puede que el islamismo tenga cabida; si es una democracia que pretende defender los derechos y la libertad de todos los ciudadanos, cualquiera que sean sus creencias, tendrían que exigir una clara posición al respecto. En relación con Turquía estamos apostando por apoyar la democracia a costa del laicismo, a diferencia de Palestina, donde hemos negado el pan y la sal al Gobierno islamista, democráticamente elegido. Sin duda, que este hecho ha tenido que ver con la radicalización de Hamás, que ha sumido a Gaza y Cisjordania en un abismo sin fondo. Puede que esa gran apuesta que lanzó el Gobierno de la Alianza de Civilizaciones esté haciendo aguas, precisamente porque si bien avanza en los países occidentales el respeto a otras culturas y credos, no sucede lo mismo en los países musulmanes, que se han adherido a esta propuesta. Sin ese espacio de convergencia, no hay posibilidad de que prospere.
En definitiva, la cuestión parece clara: los militares turcos deben abstenerse de intervenir en el sistema democrático, pero a su vez el partido islamista turco debe manifestar claramente que está dispuesto en todo momento a respetar las libertades públicas y a quienes no compartan sus creencias. Si ello es así, Turquía habrá dado un gran paso para incorporarse a la Unión Europea, y puede que entonces sea el momento de recordarle al señor Sarkozy que en pleno enfrentamiento entre el Imperio Otomano y la Cristiandad, el único rey que no dudó en aliarse con “el enemigo” -el poderoso sultán Solimán el Magnífico- fue Francisco I de Francia en su obsesión por debilitar al Imperio Español y a su odiado enemigo Carlos I de España y V de Alemania, que había derrotado y hecho prisionero al francés en la Batalla de Pavía el año 1525
La cátedra de Joseph S, Nye Jr,
¿Para qué sirve la ONU?/Joseph S. Nye, Jr., profesor en Harvard.
Tomado de El País, 14/07/2007;
Traducción de María Luisa Rodríguez Tapia
Con 192 miembros y un mandato que lo abarca todo, desde la seguridad hasta los refugiados, pasando por la salud pública, Naciones Unidas es la única organización global del mundo. Pero los sondeos realizados en Estados Unidos muestran que dos tercios de sus ciudadanos opinan que la ONU hace mal su trabajo. Otros muchos culpan a la ONU por no haber sabido resolver los innumerables problemas de Oriente Próximo.
Sin embargo, esas opiniones reflejan un desconocimiento de lo que es verdaderamente la ONU. Más que un actor independiente en la política mundial, la ONU es un instrumento de sus Estados miembros.
Es cierto que el secretario general, Ban Ki-Moon, tiene capacidad de pronunciar discursos, convocar reuniones y proponer acciones, pero su papel es más de secretario que de general. Equiparado en ocasiones a un Papa laico, el secretario general de la ONU puede emplear la persuasión, pero no tiene poder económico ni militar. La única fuerza con la que cuenta la ONU es la que le prestan los Estados miembros a base de mucho pedir y rogar. Y, cuando los Estados no pueden ponerse de acuerdo en una forma concreta de actuar, es difícil que la organización pueda hacer algo.
El coste total del sistema de la ONU es de aproximadamente 20,000 millones de dólares (poco más de 14,000 millones de euros), menos que las primas anuales que se pagan en un buen año en Wall Street. De esa suma, la secretaría en Nueva York absorbe sólo el 10%. Algunas universidades tienen presupuestos mayores.
Otros 7,000 millones de dólares se dedican a mantener las fuerzas de paz de la ONU en lugares como Congo, Líbano, Haití y los Balcanes. El resto -más de la mitad- lo utilizan los organismos especializados de la ONU repartidos por el mundo y que desempeñan un papel importante en la organización del comercio mundial, el desarrollo, la salud y la ayuda humanitaria.
Por ejemplo, el Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados contribuye a aliviar los problemas de las personas desplazadas, el Programa Mundial de Alimentos socorre a niños malnutridos y la Organización Mundial de la Salud sostiene los sistemas de información sobre salud pública que son cruciales para hacer frente a la amenaza de pandemias como la gripe asiática. La ONU no dispone de los recursos necesarios para resolver problemas en áreas nuevas como el sida o el cambio climático, pero sí puede empujar a los gobiernos para que actúen. Incluso en el campo de la seguridad, la ONU conserva un papel importante. El concepto original de seguridad colectiva ideado en 1945, según el cual los Estados estarían dispuestos a aliarse para disuadir y castigar a los agresores, fracasó por el enfrentamiento entre la Unión Soviética y Occidente durante la guerra fría.
Hubo un breve periodo, después de que en 1991 se formase una amplia coalición de países que obligó a Sadam Husein a salir de Kuwait, en el que pareció que ese viejo concepto original de la seguridad colectiva iba a convertirse en “el nuevo orden mundial”. Pero las esperanzas pronto se vieron frustradas. La ONU no logró alcanzar el consenso ni sobre Kosovo en 1999 ni a propósito de Irak en 2003.
Los escépticos llegaron a la conclusión de que la ONU se había vuelto irrelevante en materia de seguridad. Sin embargo, en 2006, cuando Israel y Hezbolá se enfrentaron en Líbano y la lucha acabó en punto muerto, los Estados miembros se mostraron más que dispuestos a establecer una fuerza de paz de la organización.
Lo irónico es que las labores de paz no figuraban de forma específica en la carta fundacional. Se las inventaron el segundo secretario general, Dag Hammarskjold, y el ministro de Exteriores canadiense, Lester Pearson, cuando Gran Bretaña y Francia invadieron Egipto en la crisis de Suez de 1956. Desde entonces, las fuerzas de paz de la ONU se han desplegado en más de 60 ocasiones. En la actualidad hay aproximadamente 100,000 soldados de diversos países que portan los cascos azules de la ONU en todo el mundo. El mantenimiento de la paz ha tenido sus altibajos. En los años noventa, Bosnia y Ruanda fueron sendos fracasos, y el entonces secretario general, Kofi Annan, propuso una serie de reformas para hacer frente al genocidio y los asesinatos de masas.
En septiembre de 2005, la Asamblea General de la ONU aceptó la existencia de una “responsabilidad de proteger” a las poblaciones vulnerables. En otras palabras, los gobiernos no podían seguir tratando a sus ciudadanos como les pareciera bien.
Asimismo se creó una nueva Comisión de Consolidación de la Paz, cuyo fin es coordinar acciones que puedan ayudar a evitar la repetición de actos de genocidio. La ONU resultó fundamental en Timor Oriental durante la transición a la independencia, y hoy está elaborando planes para Burundi y Sierra Leona. En el Congo, las fuerzas de paz no han podido acabar del todo con la violencia, pero sí han ayudado a salvar vidas. El caso actual más delicado es el de la región de Darfur, en Sudán, donde se llevan a cabo esfuerzos diplomáticos para establecer una fuerza conjunta de paz de la ONU y la Unión Africana. En la atmósfera política envenenada que asedia a la ONU desde la guerra de Irak, no es extraño que el desencanto esté extendido. Ban Ki-Moon tiene una tarea difícil por delante. Pero es probable que, en vez de dudar sobre la ONU, los Estados se den cuenta de que necesitan un instrumento mundial de ese tipo, con su poder inigualable de convocatoria y legitimación. Aunque el sistema de la ONU no es perfecto, ni mucho menos, el mundo sería un lugar más pobre y caótico sin la organización.
Tomado de El País, 14/07/2007;
Traducción de María Luisa Rodríguez Tapia
Con 192 miembros y un mandato que lo abarca todo, desde la seguridad hasta los refugiados, pasando por la salud pública, Naciones Unidas es la única organización global del mundo. Pero los sondeos realizados en Estados Unidos muestran que dos tercios de sus ciudadanos opinan que la ONU hace mal su trabajo. Otros muchos culpan a la ONU por no haber sabido resolver los innumerables problemas de Oriente Próximo.
Sin embargo, esas opiniones reflejan un desconocimiento de lo que es verdaderamente la ONU. Más que un actor independiente en la política mundial, la ONU es un instrumento de sus Estados miembros.
Es cierto que el secretario general, Ban Ki-Moon, tiene capacidad de pronunciar discursos, convocar reuniones y proponer acciones, pero su papel es más de secretario que de general. Equiparado en ocasiones a un Papa laico, el secretario general de la ONU puede emplear la persuasión, pero no tiene poder económico ni militar. La única fuerza con la que cuenta la ONU es la que le prestan los Estados miembros a base de mucho pedir y rogar. Y, cuando los Estados no pueden ponerse de acuerdo en una forma concreta de actuar, es difícil que la organización pueda hacer algo.
El coste total del sistema de la ONU es de aproximadamente 20,000 millones de dólares (poco más de 14,000 millones de euros), menos que las primas anuales que se pagan en un buen año en Wall Street. De esa suma, la secretaría en Nueva York absorbe sólo el 10%. Algunas universidades tienen presupuestos mayores.
Otros 7,000 millones de dólares se dedican a mantener las fuerzas de paz de la ONU en lugares como Congo, Líbano, Haití y los Balcanes. El resto -más de la mitad- lo utilizan los organismos especializados de la ONU repartidos por el mundo y que desempeñan un papel importante en la organización del comercio mundial, el desarrollo, la salud y la ayuda humanitaria.
Por ejemplo, el Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados contribuye a aliviar los problemas de las personas desplazadas, el Programa Mundial de Alimentos socorre a niños malnutridos y la Organización Mundial de la Salud sostiene los sistemas de información sobre salud pública que son cruciales para hacer frente a la amenaza de pandemias como la gripe asiática. La ONU no dispone de los recursos necesarios para resolver problemas en áreas nuevas como el sida o el cambio climático, pero sí puede empujar a los gobiernos para que actúen. Incluso en el campo de la seguridad, la ONU conserva un papel importante. El concepto original de seguridad colectiva ideado en 1945, según el cual los Estados estarían dispuestos a aliarse para disuadir y castigar a los agresores, fracasó por el enfrentamiento entre la Unión Soviética y Occidente durante la guerra fría.
Hubo un breve periodo, después de que en 1991 se formase una amplia coalición de países que obligó a Sadam Husein a salir de Kuwait, en el que pareció que ese viejo concepto original de la seguridad colectiva iba a convertirse en “el nuevo orden mundial”. Pero las esperanzas pronto se vieron frustradas. La ONU no logró alcanzar el consenso ni sobre Kosovo en 1999 ni a propósito de Irak en 2003.
Los escépticos llegaron a la conclusión de que la ONU se había vuelto irrelevante en materia de seguridad. Sin embargo, en 2006, cuando Israel y Hezbolá se enfrentaron en Líbano y la lucha acabó en punto muerto, los Estados miembros se mostraron más que dispuestos a establecer una fuerza de paz de la organización.
Lo irónico es que las labores de paz no figuraban de forma específica en la carta fundacional. Se las inventaron el segundo secretario general, Dag Hammarskjold, y el ministro de Exteriores canadiense, Lester Pearson, cuando Gran Bretaña y Francia invadieron Egipto en la crisis de Suez de 1956. Desde entonces, las fuerzas de paz de la ONU se han desplegado en más de 60 ocasiones. En la actualidad hay aproximadamente 100,000 soldados de diversos países que portan los cascos azules de la ONU en todo el mundo. El mantenimiento de la paz ha tenido sus altibajos. En los años noventa, Bosnia y Ruanda fueron sendos fracasos, y el entonces secretario general, Kofi Annan, propuso una serie de reformas para hacer frente al genocidio y los asesinatos de masas.
En septiembre de 2005, la Asamblea General de la ONU aceptó la existencia de una “responsabilidad de proteger” a las poblaciones vulnerables. En otras palabras, los gobiernos no podían seguir tratando a sus ciudadanos como les pareciera bien.
Asimismo se creó una nueva Comisión de Consolidación de la Paz, cuyo fin es coordinar acciones que puedan ayudar a evitar la repetición de actos de genocidio. La ONU resultó fundamental en Timor Oriental durante la transición a la independencia, y hoy está elaborando planes para Burundi y Sierra Leona. En el Congo, las fuerzas de paz no han podido acabar del todo con la violencia, pero sí han ayudado a salvar vidas. El caso actual más delicado es el de la región de Darfur, en Sudán, donde se llevan a cabo esfuerzos diplomáticos para establecer una fuerza conjunta de paz de la ONU y la Unión Africana. En la atmósfera política envenenada que asedia a la ONU desde la guerra de Irak, no es extraño que el desencanto esté extendido. Ban Ki-Moon tiene una tarea difícil por delante. Pero es probable que, en vez de dudar sobre la ONU, los Estados se den cuenta de que necesitan un instrumento mundial de ese tipo, con su poder inigualable de convocatoria y legitimación. Aunque el sistema de la ONU no es perfecto, ni mucho menos, el mundo sería un lugar más pobre y caótico sin la organización.
Barak Obama
Obama y el sueño americano/Mario Vargas LLosa
Tomado de EL PAÍS, 15/07/2007;
El año pasado dicté un curso semestral en la Universidad de Georgetown, en Washington DC. La gran mayoría de mis estudiantes tenía un absoluto desinterés por la política, con excepción de tres de ellos -dos mujeres y un varón, los tres blancos- que iban a clases con insignias del senador Barak Obama, quien en ese entonces todavía no había anunciado que se presentaría a la pre selección por el Partido Demócrata de su candidato a la Presidencia. Los tres jóvenes se habían ofrecido ya como voluntarios si se confirmaba su candidatura y me los imagino ahora trabajando afanosamente entre los 9.500 voluntarios que, según leo en Time Magazine de esta semana, han realizado la proeza de conseguir para su candidato, a través del teléfono, las cartas y sobre todo el internet, donaciones de 32 millones y medio de dólares en el segundo trimestre de este año, es decir unos l0 millones de dólares más que las obtenidas por Hillary Clinton. Pero acaso esta ventaja no lo diga todo. Lo importante es que la suma alcanzada por Obama procede de pequeñas cantidades enviadas por unas 258 mil personas, la mayoría de medianos y pequeños ingresos, en tanto que la de la senadora neoyorquina se origina en donantes menos numerosos y de más altos ingresos.
Según las encuestas, hoy Hillary Clinton ganaría la nominación demócrata a Barak Obama por 37% a 23%, pero todavía queda mucho pan por rebanar. El factor decisivo puede ser el voto negativo, que es despiadado contra la senadora -la mitad de los electores votarían por cualquiera para impedir que ella ganara- en tanto que la hostilidad del electorado contra el senador es muy reducida y se concentra sobre todo en minorías racistas, en tanto que su radio de simpatía o no antipatía (no es lo mismo) abarca por igual amplios sectores de blancos, negros e hispanos. Todas las encuestas señalan, por ejemplo, que del 12% de votantes que respaldan a John Edwards la gran mayoría apoyaría a Obama si su candidato abandona la partida. Yo, personalmente, creo que sería muy bueno para el Partido Demócrata tener al senador como su candidato y todavía mejor para los Estados Unidos si éste ganara los comicios presidenciales.
La razón mayor que se esgrime en contra de su elección es su falta de experiencia ejecutiva en cuestiones de gobierno. La tenía todavía menos que él John Kennedy cuando fue elegido y en su breve gestión resultó un magnífico estadista que inyectó a la sociedad estadounidense un formidable dinamismo y un contagioso idealismo a toda la generación joven. Y eso es lo que necesita a gritos Estados Unidos después de este período de mediocridad, confrontación y desgarramiento: un líder nuevo, no contaminado con la politiquería menuda, que, trascendiendo la mera coyuntura, hable con un lenguaje genuino y persuasivo de los grandes problemas y sea capaz de transmitir un mensaje de esperanza, de confianza en el sistema y en el futuro, de solidaridad con los que sobrellevan la peor parte de la sociedad de la abundancia, y que toque por igual a los norteamericanos de todas las razas, culturas y estratos económicos. Creo que ningún otro candidato, ni demócrata ni republicano, es capaz de semejante empresa, con la sola excepción de Barak Obama.
Las credenciales de éste y de su esposa Michelle no pueden ser mejores. Hijo de un inmigrante negro africano y de una mujer blanca de Kansas, Obama se educó en Hawai y pasó una temporada larga en Indonesia, donde vivió la experiencia de un país subdesarrollado y musulmán. Gracias a sus méritos consiguió llegar a la universidad más prestigiosa del mundo, Harvard, donde fue un alumno estrella de la Law School cuya revista dirigió (por elección de toda la escuela, donde tanto los estudiantes blancos como los de color lo apoyaron). Michelle, por su parte, nacida en una familia modesta de Illinois, consiguió también gracias a sus sobresalientes estudios ser aceptada en Princeton y en Harvard, donde se graduó con honores. Ambos se conocieron haciendo trabajo social en las comunidades marginales de Chicago, de modo que, antes de que Barack Obama iniciara su carrera propiamente política, postulando a una representación local, ya llevaban ambos varios años de trabajo comunitario, inmersos en los sectores más violentos, pobres y desesperanzados de la sociedad estadounidense.
Desde que descubrí el entusiasmo de mis tres estudiantes de Georgetown por Obama, del que hasta entonces no sabía nada, he procurado seguirlo, escucharlo y leerlo. No es un político al uso, sino una personalidad singular, excepcionalmente franca y persuasiva, que evita los estereotipos y las banalidades y no vacila en ir contra la corriente en defensa de sus convicciones. Su discurso frente a la comunidad negra, sobre todo, es tan riesgoso como principista: nada de victimismos ni lloriqueos, con todas sus limitaciones el sistema es suficientemente flexible y abierto como para vencer el infortunio, progresar y alcanzar unos niveles de vida decentes. Los negros no deben perder el tiempo lamentándose por los horrores del pasado, sino remangarse las camisas y ponerse manos a la obra para erradicar los males del presente, al igual que los hispanos, los demás inmigrantes y las decenas de decenas de americanos blancos que padecen escasez, abusos o viven por debajo de sus anhelos. El “sueño americano” no es un eslogan, sino una realidad que puede sufrir recesos momentáneos, como el actual, pero puede volver a funcionar como un marco de justicia y libertad para todos si los ciudadanos invierten en ello mucho trabajo e ilusión y los gobernantes dictan leyes justas y saben hacerlas respetar. Los términos claves de su discurso son reconciliación, solidaridad, abrir más y más oportunidades para todos y emprender una lucha implacable contra la corrupción, los favoritismos, el privilegio y el abuso.
El senador Obama estuvo desde un principio contra la intervención armada en Irak, algo que es una credencial ante los votantes de izquierda, pero, sin embargo, sobre este delicado asunto se muestra ahora sumamente pragmático y prudente, pues, en vez de exigir un retiro inmediato e incondicional de las fuerzas militares estadounidenses, propone una salida gradual y correlativa a la cesión de responsabilidades a las autoridades y fuerzas militares iraquíes, a fin de evitar el caos y, sobre todo, el aniquilamiento por los fanáticos de distintos pelajes de ese amplio sector de la sociedad iraquí que apostó por la democratización y se ha visto destrozado a mansalva por los extremistas suníes, chiíes y las distintas sectas y grupúsculos terroristas.
La buena salud del sistema político norteamericano consiste en haber hecho realidad aquello que Karl Popper sostenía era el ideal de una democracia: una institucionalidad que impidiera a los gobiernos hacer mucho daño. Estados Unidos ha tenido algunos malos presidentes, cuyos desafueros dejaron dramáticas secuelas en los ámbitos económicos, sociales y morales. Pero estas consecuencias hubieran podido ser infinitamente peores si el sistema de contrapesos, balances y, sobre todo, la descentralización del poder, de sus instituciones, no hubiera servido de freno y corrección de aquellos errores. Por eso, pese a todo lo malo que se le pueda achacar -y vaya si hay un país sobre la tierra que es sometido a un escrutinio sesgado y feroz por la miríada de enemigos con que cuenta- cada vez ha conseguido rehacerse a sí mismo desde sus raíces. Por eso sigue siendo tan próspero, libre y poderoso.
Aunque no gane la nominación demócrata y por lo tanto quede fuera de la carrera presidencial, Barack Obama ha conseguido ya un logro impresionante: volatilizar aquel prejuicio según el cual pasarían muchas generaciones antes de que un negro pudiera ser elegido presidente de los Estados Unidos. El interesante informe que presenta esta semana la revista Newsweek al respecto es concluyente. Una encuesta nacional llevada a cabo por la Newsweek Poll, da estos sorprendentes resultados: un 92% de las personas consultadas declaran que ellas sí votarían por un negro para la Presidencia y un 59% creen que el conjunto de la sociedad sí está preparada para aceptar un mandatario de color. El mensaje interracial que ha sostenido el senador Obama desde el inicio de su campaña no puede haber dado mejores frutos: pese a haber un candidato de color, la raza no va a ser un factor decisivo a la hora de votar para los ciudadanos norteamericanos en esta elección.
A diferencia de lo que ocurre en otras partes, como América Latina, donde en cada consulta electoral es el sistema mismo el que se pone a prueba, en Estados Unidos, una sociedad con una capacidad autocrítica pugnaz e ilimitada, la confianza en el sistema está sin embargo profundamente arraigada en la inmensa mayoría de la colectividad y quienes lo cuestionan y quisieran erradicarlo han sido siempre minorías insignificantes, sin la menor gravitación electoral, de existencia efímera. Por eso, aunque ha padecido crisis profundas, como el crack del 29 o la era de McCarthy y la caza de brujas, Estados Unidos no ha tenido nunca dictadores y su democracia se ha autoregenerado cada vez, con ayuda de líderes sanos, idealistas e incorruptibles. Ya era hora de que una de estas figuras renovadoras de la democracia americana fuera un joven de piel oscura, salido de uno de esos bolsones sociales deprimidos y conflictivos de la sociedad, al que el sistema permitió, pese a sus taras, superar la adversidad, salir adelante y dedicar su vida a luchar para que otros millones de norteamericanos desfavorecidos pudieran seguir su ejemplo.
Tomado de EL PAÍS, 15/07/2007;
El año pasado dicté un curso semestral en la Universidad de Georgetown, en Washington DC. La gran mayoría de mis estudiantes tenía un absoluto desinterés por la política, con excepción de tres de ellos -dos mujeres y un varón, los tres blancos- que iban a clases con insignias del senador Barak Obama, quien en ese entonces todavía no había anunciado que se presentaría a la pre selección por el Partido Demócrata de su candidato a la Presidencia. Los tres jóvenes se habían ofrecido ya como voluntarios si se confirmaba su candidatura y me los imagino ahora trabajando afanosamente entre los 9.500 voluntarios que, según leo en Time Magazine de esta semana, han realizado la proeza de conseguir para su candidato, a través del teléfono, las cartas y sobre todo el internet, donaciones de 32 millones y medio de dólares en el segundo trimestre de este año, es decir unos l0 millones de dólares más que las obtenidas por Hillary Clinton. Pero acaso esta ventaja no lo diga todo. Lo importante es que la suma alcanzada por Obama procede de pequeñas cantidades enviadas por unas 258 mil personas, la mayoría de medianos y pequeños ingresos, en tanto que la de la senadora neoyorquina se origina en donantes menos numerosos y de más altos ingresos.
Según las encuestas, hoy Hillary Clinton ganaría la nominación demócrata a Barak Obama por 37% a 23%, pero todavía queda mucho pan por rebanar. El factor decisivo puede ser el voto negativo, que es despiadado contra la senadora -la mitad de los electores votarían por cualquiera para impedir que ella ganara- en tanto que la hostilidad del electorado contra el senador es muy reducida y se concentra sobre todo en minorías racistas, en tanto que su radio de simpatía o no antipatía (no es lo mismo) abarca por igual amplios sectores de blancos, negros e hispanos. Todas las encuestas señalan, por ejemplo, que del 12% de votantes que respaldan a John Edwards la gran mayoría apoyaría a Obama si su candidato abandona la partida. Yo, personalmente, creo que sería muy bueno para el Partido Demócrata tener al senador como su candidato y todavía mejor para los Estados Unidos si éste ganara los comicios presidenciales.
La razón mayor que se esgrime en contra de su elección es su falta de experiencia ejecutiva en cuestiones de gobierno. La tenía todavía menos que él John Kennedy cuando fue elegido y en su breve gestión resultó un magnífico estadista que inyectó a la sociedad estadounidense un formidable dinamismo y un contagioso idealismo a toda la generación joven. Y eso es lo que necesita a gritos Estados Unidos después de este período de mediocridad, confrontación y desgarramiento: un líder nuevo, no contaminado con la politiquería menuda, que, trascendiendo la mera coyuntura, hable con un lenguaje genuino y persuasivo de los grandes problemas y sea capaz de transmitir un mensaje de esperanza, de confianza en el sistema y en el futuro, de solidaridad con los que sobrellevan la peor parte de la sociedad de la abundancia, y que toque por igual a los norteamericanos de todas las razas, culturas y estratos económicos. Creo que ningún otro candidato, ni demócrata ni republicano, es capaz de semejante empresa, con la sola excepción de Barak Obama.
Las credenciales de éste y de su esposa Michelle no pueden ser mejores. Hijo de un inmigrante negro africano y de una mujer blanca de Kansas, Obama se educó en Hawai y pasó una temporada larga en Indonesia, donde vivió la experiencia de un país subdesarrollado y musulmán. Gracias a sus méritos consiguió llegar a la universidad más prestigiosa del mundo, Harvard, donde fue un alumno estrella de la Law School cuya revista dirigió (por elección de toda la escuela, donde tanto los estudiantes blancos como los de color lo apoyaron). Michelle, por su parte, nacida en una familia modesta de Illinois, consiguió también gracias a sus sobresalientes estudios ser aceptada en Princeton y en Harvard, donde se graduó con honores. Ambos se conocieron haciendo trabajo social en las comunidades marginales de Chicago, de modo que, antes de que Barack Obama iniciara su carrera propiamente política, postulando a una representación local, ya llevaban ambos varios años de trabajo comunitario, inmersos en los sectores más violentos, pobres y desesperanzados de la sociedad estadounidense.
Desde que descubrí el entusiasmo de mis tres estudiantes de Georgetown por Obama, del que hasta entonces no sabía nada, he procurado seguirlo, escucharlo y leerlo. No es un político al uso, sino una personalidad singular, excepcionalmente franca y persuasiva, que evita los estereotipos y las banalidades y no vacila en ir contra la corriente en defensa de sus convicciones. Su discurso frente a la comunidad negra, sobre todo, es tan riesgoso como principista: nada de victimismos ni lloriqueos, con todas sus limitaciones el sistema es suficientemente flexible y abierto como para vencer el infortunio, progresar y alcanzar unos niveles de vida decentes. Los negros no deben perder el tiempo lamentándose por los horrores del pasado, sino remangarse las camisas y ponerse manos a la obra para erradicar los males del presente, al igual que los hispanos, los demás inmigrantes y las decenas de decenas de americanos blancos que padecen escasez, abusos o viven por debajo de sus anhelos. El “sueño americano” no es un eslogan, sino una realidad que puede sufrir recesos momentáneos, como el actual, pero puede volver a funcionar como un marco de justicia y libertad para todos si los ciudadanos invierten en ello mucho trabajo e ilusión y los gobernantes dictan leyes justas y saben hacerlas respetar. Los términos claves de su discurso son reconciliación, solidaridad, abrir más y más oportunidades para todos y emprender una lucha implacable contra la corrupción, los favoritismos, el privilegio y el abuso.
El senador Obama estuvo desde un principio contra la intervención armada en Irak, algo que es una credencial ante los votantes de izquierda, pero, sin embargo, sobre este delicado asunto se muestra ahora sumamente pragmático y prudente, pues, en vez de exigir un retiro inmediato e incondicional de las fuerzas militares estadounidenses, propone una salida gradual y correlativa a la cesión de responsabilidades a las autoridades y fuerzas militares iraquíes, a fin de evitar el caos y, sobre todo, el aniquilamiento por los fanáticos de distintos pelajes de ese amplio sector de la sociedad iraquí que apostó por la democratización y se ha visto destrozado a mansalva por los extremistas suníes, chiíes y las distintas sectas y grupúsculos terroristas.
La buena salud del sistema político norteamericano consiste en haber hecho realidad aquello que Karl Popper sostenía era el ideal de una democracia: una institucionalidad que impidiera a los gobiernos hacer mucho daño. Estados Unidos ha tenido algunos malos presidentes, cuyos desafueros dejaron dramáticas secuelas en los ámbitos económicos, sociales y morales. Pero estas consecuencias hubieran podido ser infinitamente peores si el sistema de contrapesos, balances y, sobre todo, la descentralización del poder, de sus instituciones, no hubiera servido de freno y corrección de aquellos errores. Por eso, pese a todo lo malo que se le pueda achacar -y vaya si hay un país sobre la tierra que es sometido a un escrutinio sesgado y feroz por la miríada de enemigos con que cuenta- cada vez ha conseguido rehacerse a sí mismo desde sus raíces. Por eso sigue siendo tan próspero, libre y poderoso.
Aunque no gane la nominación demócrata y por lo tanto quede fuera de la carrera presidencial, Barack Obama ha conseguido ya un logro impresionante: volatilizar aquel prejuicio según el cual pasarían muchas generaciones antes de que un negro pudiera ser elegido presidente de los Estados Unidos. El interesante informe que presenta esta semana la revista Newsweek al respecto es concluyente. Una encuesta nacional llevada a cabo por la Newsweek Poll, da estos sorprendentes resultados: un 92% de las personas consultadas declaran que ellas sí votarían por un negro para la Presidencia y un 59% creen que el conjunto de la sociedad sí está preparada para aceptar un mandatario de color. El mensaje interracial que ha sostenido el senador Obama desde el inicio de su campaña no puede haber dado mejores frutos: pese a haber un candidato de color, la raza no va a ser un factor decisivo a la hora de votar para los ciudadanos norteamericanos en esta elección.
A diferencia de lo que ocurre en otras partes, como América Latina, donde en cada consulta electoral es el sistema mismo el que se pone a prueba, en Estados Unidos, una sociedad con una capacidad autocrítica pugnaz e ilimitada, la confianza en el sistema está sin embargo profundamente arraigada en la inmensa mayoría de la colectividad y quienes lo cuestionan y quisieran erradicarlo han sido siempre minorías insignificantes, sin la menor gravitación electoral, de existencia efímera. Por eso, aunque ha padecido crisis profundas, como el crack del 29 o la era de McCarthy y la caza de brujas, Estados Unidos no ha tenido nunca dictadores y su democracia se ha autoregenerado cada vez, con ayuda de líderes sanos, idealistas e incorruptibles. Ya era hora de que una de estas figuras renovadoras de la democracia americana fuera un joven de piel oscura, salido de uno de esos bolsones sociales deprimidos y conflictivos de la sociedad, al que el sistema permitió, pese a sus taras, superar la adversidad, salir adelante y dedicar su vida a luchar para que otros millones de norteamericanos desfavorecidos pudieran seguir su ejemplo.
Los libros
El Feng Shui y el salmón/Rosa Pereda, escritora y periodista
Tomado del periódico EL PAÍS, 15/07/2007;
Cuando yo era pequeña, el siglo pasado, los libros nos servían para todo. Lo que uno y otra estaban leyendo en aquel momento era el tema con el que empezábamos el tanteo previo al ligue, y encontrarse con gustos parecidos -aunque nunca consiguiéramos desplazar la sospecha de que el otro maquillaba sus aficiones con fines tan obvios; y nosotras mismas guardáramos secretitos lectores no diré que inconfesables, pero de menos tono cuando una era una intelectual en ciernes- encontrarse con los mismos gustos, digo, era un placer escandaloso. Una promesa de coincidencia personal para ya veremos qué.
Y si una era tímida, aunque supiera que, a partir de los treinta, serlo sería su responsabilidad y no la de su carácter, el libro te acompañaba, y además, decía quién eras. Elegir el libro que sacabas a pasear tenía sus bemoles. Inconscientes muchas veces, casi siempre, pero hay libros impresentables, aunque muchas veces sean imprescindibles. El libro de compañía hablaba de tu nivel a muchos niveles. Y, pienso ahora, contábamos con que a buen entendedor. Conocimiento y reconocimiento. Era una especie de libro-estatus, cuando el estatus no era sólo cuestión de dinero, y más, cuando lo del dinero era una horterada. Las cosas -y los libros- han cambiado mucho desde entonces. Yo, yo creo que también.
Por ejemplo, el valor añadido. Todos los libros lo tienen: desde el sello editorial al género de que tratan, los temas, los autores, en fin, ese contagio definidor de los públicos cautivos, y todos los públicos lectores estamos cautivos de algo, de alguien. De nuestro gusto y su historia. El ejemplo de la poesía es superválido pero no único. Los lectores de teatro son tan minoritarios como sus espectadores y sus profesionales y artistas. Los de terror y sf son una secta, aunque tengan canales -de pago- exclusivamente dedicados, y festivales de cine, cómic, literatura del y sobre el tema. Una secta activa y proselitista. Y los de policiales y misterio, una iglesia, porque me da la impresión de que somos más.
Pero hay un valor añadido muy funcional, muy eficaz, y yo diría que muy nuevo. Estoy pensando en dos libros recientes, pero en muchos más: en El maestro de Feng Shui, del escritor de Sri Lanka, Nury Vittachi, y en La pesca del salmón en Yemen, del británico Paul Torday. Es el ingrediente científico o, si se prefiere, el de un conocimiento sistematizado extraliterario, si es que hay algo que sea extraliterario. Una ciencia, aunque sea tan misteriosa y especializada como el Feng Shui o la piscicultura.
En El maestro de Feng Shui, Mister Wong, profesional de la readaptación de viviendas, negocios y fincas con mal fario, aplica sus conocimientos en la vieja ciencia china y se encuentra con nueve casos de muertes violentas que resuelve por esa misma vía. El Feng Shui está absolutamente de moda en Occidente desde los ochenta, porque es el complemento “espiritual” del minimalismo en decoración de interiores. Aunque su origen está ligado al invento de la brújula, vale decir, de los campos magnéticos, su ritual es barroco, mítico y místico, y su exigencia relaciona directamente la estética y la ética. Porque es una propuesta de equilibrio y ascesis, con esa cosa práctica de las morales orientales. Vamos, que llena la sed de espiritualidad tan fashion del fin de siglo, al tiempo que promete serenidad y abundancia, y las hace compatibles.
La piscicultura, en cambio, es una ciencia dura y un paso más en la cría de alimentos. Con el mismo sentido que nuestros ancestros del neolítico, de nuestras culturas madres y padres del pastoreo y la agricultura, a la caza y la recolección abrasivas sucede la cautividad previsora, la reproducción protegida, el cultivo en fin. En esas nuevas granjas marinas, además, se conjuran los males del mar moderno, contaminado y en vías de esterilización, reproduciendo, gracias a tecnologías muy sofisticadas, las condiciones de crecimiento de los peces. Que están más estresados, pero lo mismo le pasa a las gallinas, ¿no?, y a mucha gente. Alfred Jones, el protagonista de La pesca del salmón en Yemen, nos cuenta todo lo que tenemos que saber sobre piscifactorías, migraciones de peces, grados de salinidad, etcétera. Como nos lo cuenta el doctor Wong sobre orientaciones, tablas numéricas, diagramas y trigramas, en fin.
Es obvio que ninguno de los dos libros son manuales, que hay algo más, mucho más. La trama policial o la construcción de la utopía, la aventura del encuentro entre personas y, en los dos, entre culturas. La evolución de los personajes, que es la clave de la novela moderna, y de la vida. Pero la comparecencia de la ciencia, por muy iniciática y secreta que sea, funciona como un elemento estructural fundamental, y no sólo porque en ambos es la base del argumento. Es que, en la posmodernidad, las ciencias -igual de eficaces en eso las ocultas y las empíricas- son, paradójicamente, lo único verdadero. Así que la verosimilitud del libro está asegurada. Sobre todo, si contrasta con una aventura con tanto vuelo imaginario como la de la futura implantación de los salmones en las calientes montañas del Yemen.
Tomado del periódico EL PAÍS, 15/07/2007;
Cuando yo era pequeña, el siglo pasado, los libros nos servían para todo. Lo que uno y otra estaban leyendo en aquel momento era el tema con el que empezábamos el tanteo previo al ligue, y encontrarse con gustos parecidos -aunque nunca consiguiéramos desplazar la sospecha de que el otro maquillaba sus aficiones con fines tan obvios; y nosotras mismas guardáramos secretitos lectores no diré que inconfesables, pero de menos tono cuando una era una intelectual en ciernes- encontrarse con los mismos gustos, digo, era un placer escandaloso. Una promesa de coincidencia personal para ya veremos qué.
Y si una era tímida, aunque supiera que, a partir de los treinta, serlo sería su responsabilidad y no la de su carácter, el libro te acompañaba, y además, decía quién eras. Elegir el libro que sacabas a pasear tenía sus bemoles. Inconscientes muchas veces, casi siempre, pero hay libros impresentables, aunque muchas veces sean imprescindibles. El libro de compañía hablaba de tu nivel a muchos niveles. Y, pienso ahora, contábamos con que a buen entendedor. Conocimiento y reconocimiento. Era una especie de libro-estatus, cuando el estatus no era sólo cuestión de dinero, y más, cuando lo del dinero era una horterada. Las cosas -y los libros- han cambiado mucho desde entonces. Yo, yo creo que también.
Por ejemplo, el valor añadido. Todos los libros lo tienen: desde el sello editorial al género de que tratan, los temas, los autores, en fin, ese contagio definidor de los públicos cautivos, y todos los públicos lectores estamos cautivos de algo, de alguien. De nuestro gusto y su historia. El ejemplo de la poesía es superválido pero no único. Los lectores de teatro son tan minoritarios como sus espectadores y sus profesionales y artistas. Los de terror y sf son una secta, aunque tengan canales -de pago- exclusivamente dedicados, y festivales de cine, cómic, literatura del y sobre el tema. Una secta activa y proselitista. Y los de policiales y misterio, una iglesia, porque me da la impresión de que somos más.
Pero hay un valor añadido muy funcional, muy eficaz, y yo diría que muy nuevo. Estoy pensando en dos libros recientes, pero en muchos más: en El maestro de Feng Shui, del escritor de Sri Lanka, Nury Vittachi, y en La pesca del salmón en Yemen, del británico Paul Torday. Es el ingrediente científico o, si se prefiere, el de un conocimiento sistematizado extraliterario, si es que hay algo que sea extraliterario. Una ciencia, aunque sea tan misteriosa y especializada como el Feng Shui o la piscicultura.
En El maestro de Feng Shui, Mister Wong, profesional de la readaptación de viviendas, negocios y fincas con mal fario, aplica sus conocimientos en la vieja ciencia china y se encuentra con nueve casos de muertes violentas que resuelve por esa misma vía. El Feng Shui está absolutamente de moda en Occidente desde los ochenta, porque es el complemento “espiritual” del minimalismo en decoración de interiores. Aunque su origen está ligado al invento de la brújula, vale decir, de los campos magnéticos, su ritual es barroco, mítico y místico, y su exigencia relaciona directamente la estética y la ética. Porque es una propuesta de equilibrio y ascesis, con esa cosa práctica de las morales orientales. Vamos, que llena la sed de espiritualidad tan fashion del fin de siglo, al tiempo que promete serenidad y abundancia, y las hace compatibles.
La piscicultura, en cambio, es una ciencia dura y un paso más en la cría de alimentos. Con el mismo sentido que nuestros ancestros del neolítico, de nuestras culturas madres y padres del pastoreo y la agricultura, a la caza y la recolección abrasivas sucede la cautividad previsora, la reproducción protegida, el cultivo en fin. En esas nuevas granjas marinas, además, se conjuran los males del mar moderno, contaminado y en vías de esterilización, reproduciendo, gracias a tecnologías muy sofisticadas, las condiciones de crecimiento de los peces. Que están más estresados, pero lo mismo le pasa a las gallinas, ¿no?, y a mucha gente. Alfred Jones, el protagonista de La pesca del salmón en Yemen, nos cuenta todo lo que tenemos que saber sobre piscifactorías, migraciones de peces, grados de salinidad, etcétera. Como nos lo cuenta el doctor Wong sobre orientaciones, tablas numéricas, diagramas y trigramas, en fin.
Es obvio que ninguno de los dos libros son manuales, que hay algo más, mucho más. La trama policial o la construcción de la utopía, la aventura del encuentro entre personas y, en los dos, entre culturas. La evolución de los personajes, que es la clave de la novela moderna, y de la vida. Pero la comparecencia de la ciencia, por muy iniciática y secreta que sea, funciona como un elemento estructural fundamental, y no sólo porque en ambos es la base del argumento. Es que, en la posmodernidad, las ciencias -igual de eficaces en eso las ocultas y las empíricas- son, paradójicamente, lo único verdadero. Así que la verosimilitud del libro está asegurada. Sobre todo, si contrasta con una aventura con tanto vuelo imaginario como la de la futura implantación de los salmones en las calientes montañas del Yemen.
Almas puras
Almas puras /Enrique Krauze
Tomado de Reforma, 15/07/2007;
En las semanas recientes recibí dos críticas publicadas por dos conspicuos personajes de la izquierda: Andrés Manuel López Obrador y Arnaldo Córdova. Por economía de espacio y por la semejanza entre ambos textos, he creído conveniente responderles en un solo artículo.
En un lugar de su especioso libro, AMLO me llama "tenaz defensor de la derecha" y denuncia que a lo largo de la campaña estuve "dedicado por entero a atacarlo". Le agradezco su atención singularizada, pero temo que su acusación lo retrata, una vez más, de cuerpo entero: para AMLO no hay más ruta que la suya, los críticos son enemigos y los enemigos representan necesariamente el "pensamiento y los intereses de 'la derecha'".
AMLO no rebate la caracterización que hice de él como un Mesías tropical. "En realidad -apunta- no es que yo sea mesiánico, lo que pasa es que Krauze es simpatizante de la derecha y un intelectual orgánico del PAN". Lo curioso es que, para probar mi "organicidad" panista, señala que "promoví" la biografía de Luis Terrazas, empresario y latifundista chihuahuense que fue nada menos que tatarabuelo de... ¡Santiago Creel! Para AMLO, la genealogía certifica la pureza o impureza ideológica de las personas, pero con esos mismos criterios le tengo malas noticias: la esposa de Terrazas era nieta de don Carlos María de Bustamante, el gran cronista de la Independencia, colaborador cercano de Morelos. Creel resulta entonces descendiente directo de un prócer, lo cual -supongo- atenúa mi "culpa" como editor y arroja dudas sobre mi supuesta filiación panista.
El argumento es risible, el tema de la pureza no lo es. AMLO insiste en la necesidad de una "verdadera purificación" de la vida nacional. Su frase, lo mismo que la fórmula "rayo de esperanza", provienen de "La crisis de México", célebre ensayo de Daniel Cosío Villegas publicado en 1946. Aunque AMLO pretende cobijarse bajo la autoridad de aquel gran historiador, no lo logra. Cuando un intelectual liberal como Cosío Villegas usaba esas palabras, la implicación no era revolucionaria, ideológica o religiosa, sino reformista. Un demócrata asume de antemano la impureza de la vida y por eso cree en el imperio de las leyes. No es ése el sentido con que AMLO utiliza la palabra "pureza" y sus derivaciones: él es un líder para quien el mundo se divide entre "puros" e "impuros", con la particularidad específicamente mesiánica de que es él quien decreta la diferencia. Llevada al poder, esa idea de pureza encarnada es el germen natural del autoritarismo, el reverso de la tolerancia democrática.
Me habría gustado responder a Córdova en La Jornada, donde publicó su texto. Por desgracia es imposible. Desde hace años ese órgano omite por sistema -sin derecho de réplica- casi toda noticia o mención sobre mí que no sea denigratoria.
En respuesta a mi artículo "Octavio Paz y la izquierda" (Reforma, 6 de mayo de 2007), Córdova cree refutarme sosteniendo que -salvo una polémica con Carlos Monsiváis- fue Paz y no la izquierda quien se rehusó a debatir los grandes temas de la historia contemporánea. Me temo que Córdova no leyó a Paz. En su obra crítica abundan los textos explícitamente dirigidos a la izquierda, varios memorables como la "Carta a Adolfo Gilly", que dio pie a una discusión sustancial. A estas aperturas de Paz, los sectores más influyentes de la izquierda respondieron -con excepciones como la mencionada- quemando su efigie en el Paseo de la Reforma o ejerciendo contra él la descalificación, la calumnia y el ninguneo. "Cuando Paz -agrega Córdova- se convirtió en estrella de televisión con sus magníficos y muy ilustrativos programas jamás abrió las puertas a una polémica como él decía que quería con la izquierda". Aquí Córdova miente o sufre una extraña falla de la memoria. Al "Encuentro Vuelta", que organizamos en 1990 para debatir sobre la situación mundial después de la caída del Muro de Berlín, acudieron varios exponentes respetados de la izquierda mexicana, entre ellos Adolfo Sánchez Vázquez, Rolando Cordera, Carlos Monsiváis, y... ¡el propio Córdova! Sus intervenciones constan en los videos y libros del Encuentro.
Paz pedía a la izquierda -y yo lo he reiterado- una autocrítica honesta y clara con respecto a los regímenes antiguos y presentes del socialismo real. Córdova se deslinda cómodamente, en un párrafo de antología: "[Krauze] no tiene por qué seguir exigiéndonos a todos que nos arrepintamos de lo que hicieron los dictadores comunistas. Eso es estúpido. Yo qué carajos tengo que ver con el muro de Berlín o con los campos del Gulag". Es increíble que un intelectual -de cualquier filiación- escriba así, mucho menos si es de izquierda. No se trata de un problema de culpa sino de responsabilidad intelectual, porque la historia de esos regímenes que actuaban en nombre del socialismo provocó el sufrimiento y la muerte de decenas de millones de personas. ¿Dónde están los textos o las protestas de Córdova sobre esos regímenes? No es preciso haber pertenecido a la Stasi para admitir la necesidad de la autocrítica, y ahora menos que nunca, porque muchos de los esquemas ideológicos y actitudes autoritarias que sustentaron a esos regímenes siguen vivos en sectores de la izquierda latinoamericana y mexicana. La satanización del pensamiento liberal es uno de ellos, y el propio Córdova lo representa al decir que soy de "derecha" porque soy liberal.
Hay finalmente, en el texto de Córdova, un tono que entristece y desconcierta. ¿Por qué un profesor universitario de su rango pierde a ese grado la compostura, la más elemental civilidad? Esa intemperancia es uno de los legados más preocupantes que dejó el "estilo personal" de López Obrador. Proviene de una torcida noción de superioridad moral, de pureza, que es el rasgo más antidemocrático de un sector considerable de nuestra izquierda. Lo señalo, como diría López Obrador, "con el debido respeto".
Octavio Paz y la izquierda/Enrique Krauze
6 05/2007;
Sólo a Roger Bartra, esa ave rara en la izquierda mexicana, podía habérsele ocurrido convocar a un seminario para analizar el futuro de la izquierda y la democracia, visto no como un binomio armónico y natural sino como una relación difícil y, a menudo, contradictoria. El seminario tuvo lugar, a lo largo de varias semanas, en el Instituto de Investigaciones Sociales de la UNAM. No es la primera vez que Bartra -sociólogo, antropólogo y ensayista, antiguo miembro del Partido Comunista y alguna vez director de El Machete- adopta posturas de sana y desconcertante heterodoxia. Un caso memorable en ese sentido fue su invitación a Octavio Paz para debatir sus ideas liberales con Luis Villoro, Carlos Monsiváis y el propio Bartra, en un acto que tuvo lugar en 1980, en el propio instituto (dominado entonces por el dogma marxista). Casi tres décadas después, el pasado 30 de abril, Bartra me invitó a cerrar el ciclo. Mi tema fue el "Desencuentro entre el liberalismo y la izquierda".
Para abordarlo, en lugar de un acercamiento teórico preferí un enfoque biográfico e hice referencia al desencuentro entre Octavio Paz y la izquierda. Cuando lo conocí (en 1976) Paz llevaba años de querer entablar un debate respetuoso, serio y profundo con la izquierda, o con las izquierdas, sobre los grandes temas: la URSS, China, Cuba, la herencia del socialismo, el sentido de la libertad, el papel del Estado, la idea de Revolución, etc... La posibilidad de ese diálogo fue, estoy seguro, una de sus obsesiones, de allí que la invitación de Bartra lo entusiasmara tanto. Pero esa golondrina no hizo verano. Tras aquel encuentro volvió el ninguneo, el insulto, la descalificación. No obstante, Paz siguió porfiando. La raíz de su insistencia era clara: como si se hablara a sí mismo -al joven que había sido en los años treinta- quería persuadir a los militantes sobre las equivocaciones conceptuales, las vastas lagunas de información y las graves complicidades morales en que incurrían. Con ese propósito, en 1990 concibió (junto con sus colaboradores) el "Encuentro Vuelta: La experiencia de la libertad". El resultado fue alentador en términos de público y lamentable como puente de comunicación. Un sector importante de la izquierda declaró que los participantes formábamos parte de la "internacional fascista".
Recuerdo la indignación de esos autores (Cornelius Castoriadis, Ferenc Fehér, Agnes Heller, Ivan Klíma, Leszek Kolakowski, Norman Manea, Adam Michnik, Czeslaw Milosz, Tatyana Tolstaya, Hugh Trevor-Roper, Daniel Bell e Irving Howe, entre otros) al enterarse de los ataques. Vale la pena transcribir una parte de su respuesta pública: "En la jerga estalinista, heredada por varias sectas de izquierda, todo el que luchó contra la esclavitud, la tortura, la censura y la tiranía, es automáticamente fascista. O sea: un fascista es aquel que luchó contra esos horrores en todas partes, en lugar de distinguir entre tortura de derecha y tortura de izquierda o entre esclavitud progresista o esclavitud reaccionaria. En esta lógica, a personas que fueron víctimas tanto del nazismo como del comunismo -éste es, precisamente, el caso de muchos de los participantes en el Encuentro Vuelta- se les ha llamado una y otra vez fascistas. Para todos esos estalinistas, maoístas, castristas, que lamentan con histeria el derrumbe de las tiranías comunistas, fascistas equivale aproximadamente a liberal. Según ese criterio; Koestler, Silone y muchos otros defensores de las libertades cívicas y de los derechos humanos fueron fascistas. De todo esto se desprende que los participantes en el Encuentro Vuelta no estamos en mala compañía. Denunciamos ante la opinión pública mexicana ese mal disimulado residuo de la mentalidad y de la actitud estalinista, en gente que no ha aprendido nada...".Al final de su vida, a pesar de la caída del Muro de Berlín y la adopción casi universal de los valores democráticos que había predicado, Paz -me consta- se sentía desencantado. La izquierda nunca respondió a su llamado: algunos lo vejaron (recuérdese el episodio de la quema de su retrato frente a la embajada estadounidense, en 1984, cuando se atrevió a pedir elecciones abiertas en Nicaragua), otros lo admiraron de manera vergonzante (en secreto, de lejos), pero muy pocos quisieron en verdad dialogar con él. Lo cierto es que Paz ganó muchas batallas (la del público lector, y la más amplia de la libertad y la democracia), pero la batalla más importante para él en términos biográficos, esa batalla la perdió. Sus sordos y ciegos malquerientes la perdieron también.
A casi diez años de la muerte de Paz, el panorama no es halagador. El fugaz acercamiento de la izquierda (partidaria, académica, intelectual y periodística) a las posiciones liberales ocurrió durante la fase final de la lucha contra el autoritarismo del PRI. Después sobrevino el neozapatismo -nuevo despertar del desvarío revolucionario- y, apenas el año pasado, la idolatría del caudillo. Con todo, estoy convencido de que México necesita con urgencia una izquierda moderna y la razón es clara: sólo desde una legitimidad de izquierda el país puede reformar de fondo, y de manera definitiva, su estructura política y económica. Si la izquierda se reforma el país se reforma. Si la izquierda se moderniza el país se moderniza. ¿Es impensable un reencuentro de la izquierda con la tradición liberal?
Al abrir su exposición, Bartra mencionó que, semanas atrás, Paco Ignacio Taibo II se había referido a Octavio Paz como "un gángster" a quien "odiaba". Por lo visto, Taibo "no ha aprendido nada". Si ésas son las actitudes que prevalecen en la izquierda frente a los exponentes del pensamiento liberal, no hay esperanza. Pero en los rostros y las preguntas de los jóvenes que participaron en el Seminario entreví una actitud opuesta: atención, seriedad, civilidad, curiosidad, tolerancia, pluralidad, interés genuino por escuchar las opiniones ajenas y por buscar la verdad. Ellos sí han aprendido. En ellos está la esperanza.
Tomado de Reforma, 15/07/2007;
En las semanas recientes recibí dos críticas publicadas por dos conspicuos personajes de la izquierda: Andrés Manuel López Obrador y Arnaldo Córdova. Por economía de espacio y por la semejanza entre ambos textos, he creído conveniente responderles en un solo artículo.
En un lugar de su especioso libro, AMLO me llama "tenaz defensor de la derecha" y denuncia que a lo largo de la campaña estuve "dedicado por entero a atacarlo". Le agradezco su atención singularizada, pero temo que su acusación lo retrata, una vez más, de cuerpo entero: para AMLO no hay más ruta que la suya, los críticos son enemigos y los enemigos representan necesariamente el "pensamiento y los intereses de 'la derecha'".
AMLO no rebate la caracterización que hice de él como un Mesías tropical. "En realidad -apunta- no es que yo sea mesiánico, lo que pasa es que Krauze es simpatizante de la derecha y un intelectual orgánico del PAN". Lo curioso es que, para probar mi "organicidad" panista, señala que "promoví" la biografía de Luis Terrazas, empresario y latifundista chihuahuense que fue nada menos que tatarabuelo de... ¡Santiago Creel! Para AMLO, la genealogía certifica la pureza o impureza ideológica de las personas, pero con esos mismos criterios le tengo malas noticias: la esposa de Terrazas era nieta de don Carlos María de Bustamante, el gran cronista de la Independencia, colaborador cercano de Morelos. Creel resulta entonces descendiente directo de un prócer, lo cual -supongo- atenúa mi "culpa" como editor y arroja dudas sobre mi supuesta filiación panista.
El argumento es risible, el tema de la pureza no lo es. AMLO insiste en la necesidad de una "verdadera purificación" de la vida nacional. Su frase, lo mismo que la fórmula "rayo de esperanza", provienen de "La crisis de México", célebre ensayo de Daniel Cosío Villegas publicado en 1946. Aunque AMLO pretende cobijarse bajo la autoridad de aquel gran historiador, no lo logra. Cuando un intelectual liberal como Cosío Villegas usaba esas palabras, la implicación no era revolucionaria, ideológica o religiosa, sino reformista. Un demócrata asume de antemano la impureza de la vida y por eso cree en el imperio de las leyes. No es ése el sentido con que AMLO utiliza la palabra "pureza" y sus derivaciones: él es un líder para quien el mundo se divide entre "puros" e "impuros", con la particularidad específicamente mesiánica de que es él quien decreta la diferencia. Llevada al poder, esa idea de pureza encarnada es el germen natural del autoritarismo, el reverso de la tolerancia democrática.
Me habría gustado responder a Córdova en La Jornada, donde publicó su texto. Por desgracia es imposible. Desde hace años ese órgano omite por sistema -sin derecho de réplica- casi toda noticia o mención sobre mí que no sea denigratoria.
En respuesta a mi artículo "Octavio Paz y la izquierda" (Reforma, 6 de mayo de 2007), Córdova cree refutarme sosteniendo que -salvo una polémica con Carlos Monsiváis- fue Paz y no la izquierda quien se rehusó a debatir los grandes temas de la historia contemporánea. Me temo que Córdova no leyó a Paz. En su obra crítica abundan los textos explícitamente dirigidos a la izquierda, varios memorables como la "Carta a Adolfo Gilly", que dio pie a una discusión sustancial. A estas aperturas de Paz, los sectores más influyentes de la izquierda respondieron -con excepciones como la mencionada- quemando su efigie en el Paseo de la Reforma o ejerciendo contra él la descalificación, la calumnia y el ninguneo. "Cuando Paz -agrega Córdova- se convirtió en estrella de televisión con sus magníficos y muy ilustrativos programas jamás abrió las puertas a una polémica como él decía que quería con la izquierda". Aquí Córdova miente o sufre una extraña falla de la memoria. Al "Encuentro Vuelta", que organizamos en 1990 para debatir sobre la situación mundial después de la caída del Muro de Berlín, acudieron varios exponentes respetados de la izquierda mexicana, entre ellos Adolfo Sánchez Vázquez, Rolando Cordera, Carlos Monsiváis, y... ¡el propio Córdova! Sus intervenciones constan en los videos y libros del Encuentro.
Paz pedía a la izquierda -y yo lo he reiterado- una autocrítica honesta y clara con respecto a los regímenes antiguos y presentes del socialismo real. Córdova se deslinda cómodamente, en un párrafo de antología: "[Krauze] no tiene por qué seguir exigiéndonos a todos que nos arrepintamos de lo que hicieron los dictadores comunistas. Eso es estúpido. Yo qué carajos tengo que ver con el muro de Berlín o con los campos del Gulag". Es increíble que un intelectual -de cualquier filiación- escriba así, mucho menos si es de izquierda. No se trata de un problema de culpa sino de responsabilidad intelectual, porque la historia de esos regímenes que actuaban en nombre del socialismo provocó el sufrimiento y la muerte de decenas de millones de personas. ¿Dónde están los textos o las protestas de Córdova sobre esos regímenes? No es preciso haber pertenecido a la Stasi para admitir la necesidad de la autocrítica, y ahora menos que nunca, porque muchos de los esquemas ideológicos y actitudes autoritarias que sustentaron a esos regímenes siguen vivos en sectores de la izquierda latinoamericana y mexicana. La satanización del pensamiento liberal es uno de ellos, y el propio Córdova lo representa al decir que soy de "derecha" porque soy liberal.
Hay finalmente, en el texto de Córdova, un tono que entristece y desconcierta. ¿Por qué un profesor universitario de su rango pierde a ese grado la compostura, la más elemental civilidad? Esa intemperancia es uno de los legados más preocupantes que dejó el "estilo personal" de López Obrador. Proviene de una torcida noción de superioridad moral, de pureza, que es el rasgo más antidemocrático de un sector considerable de nuestra izquierda. Lo señalo, como diría López Obrador, "con el debido respeto".
Octavio Paz y la izquierda/Enrique Krauze
6 05/2007;
Sólo a Roger Bartra, esa ave rara en la izquierda mexicana, podía habérsele ocurrido convocar a un seminario para analizar el futuro de la izquierda y la democracia, visto no como un binomio armónico y natural sino como una relación difícil y, a menudo, contradictoria. El seminario tuvo lugar, a lo largo de varias semanas, en el Instituto de Investigaciones Sociales de la UNAM. No es la primera vez que Bartra -sociólogo, antropólogo y ensayista, antiguo miembro del Partido Comunista y alguna vez director de El Machete- adopta posturas de sana y desconcertante heterodoxia. Un caso memorable en ese sentido fue su invitación a Octavio Paz para debatir sus ideas liberales con Luis Villoro, Carlos Monsiváis y el propio Bartra, en un acto que tuvo lugar en 1980, en el propio instituto (dominado entonces por el dogma marxista). Casi tres décadas después, el pasado 30 de abril, Bartra me invitó a cerrar el ciclo. Mi tema fue el "Desencuentro entre el liberalismo y la izquierda".
Para abordarlo, en lugar de un acercamiento teórico preferí un enfoque biográfico e hice referencia al desencuentro entre Octavio Paz y la izquierda. Cuando lo conocí (en 1976) Paz llevaba años de querer entablar un debate respetuoso, serio y profundo con la izquierda, o con las izquierdas, sobre los grandes temas: la URSS, China, Cuba, la herencia del socialismo, el sentido de la libertad, el papel del Estado, la idea de Revolución, etc... La posibilidad de ese diálogo fue, estoy seguro, una de sus obsesiones, de allí que la invitación de Bartra lo entusiasmara tanto. Pero esa golondrina no hizo verano. Tras aquel encuentro volvió el ninguneo, el insulto, la descalificación. No obstante, Paz siguió porfiando. La raíz de su insistencia era clara: como si se hablara a sí mismo -al joven que había sido en los años treinta- quería persuadir a los militantes sobre las equivocaciones conceptuales, las vastas lagunas de información y las graves complicidades morales en que incurrían. Con ese propósito, en 1990 concibió (junto con sus colaboradores) el "Encuentro Vuelta: La experiencia de la libertad". El resultado fue alentador en términos de público y lamentable como puente de comunicación. Un sector importante de la izquierda declaró que los participantes formábamos parte de la "internacional fascista".
Recuerdo la indignación de esos autores (Cornelius Castoriadis, Ferenc Fehér, Agnes Heller, Ivan Klíma, Leszek Kolakowski, Norman Manea, Adam Michnik, Czeslaw Milosz, Tatyana Tolstaya, Hugh Trevor-Roper, Daniel Bell e Irving Howe, entre otros) al enterarse de los ataques. Vale la pena transcribir una parte de su respuesta pública: "En la jerga estalinista, heredada por varias sectas de izquierda, todo el que luchó contra la esclavitud, la tortura, la censura y la tiranía, es automáticamente fascista. O sea: un fascista es aquel que luchó contra esos horrores en todas partes, en lugar de distinguir entre tortura de derecha y tortura de izquierda o entre esclavitud progresista o esclavitud reaccionaria. En esta lógica, a personas que fueron víctimas tanto del nazismo como del comunismo -éste es, precisamente, el caso de muchos de los participantes en el Encuentro Vuelta- se les ha llamado una y otra vez fascistas. Para todos esos estalinistas, maoístas, castristas, que lamentan con histeria el derrumbe de las tiranías comunistas, fascistas equivale aproximadamente a liberal. Según ese criterio; Koestler, Silone y muchos otros defensores de las libertades cívicas y de los derechos humanos fueron fascistas. De todo esto se desprende que los participantes en el Encuentro Vuelta no estamos en mala compañía. Denunciamos ante la opinión pública mexicana ese mal disimulado residuo de la mentalidad y de la actitud estalinista, en gente que no ha aprendido nada...".Al final de su vida, a pesar de la caída del Muro de Berlín y la adopción casi universal de los valores democráticos que había predicado, Paz -me consta- se sentía desencantado. La izquierda nunca respondió a su llamado: algunos lo vejaron (recuérdese el episodio de la quema de su retrato frente a la embajada estadounidense, en 1984, cuando se atrevió a pedir elecciones abiertas en Nicaragua), otros lo admiraron de manera vergonzante (en secreto, de lejos), pero muy pocos quisieron en verdad dialogar con él. Lo cierto es que Paz ganó muchas batallas (la del público lector, y la más amplia de la libertad y la democracia), pero la batalla más importante para él en términos biográficos, esa batalla la perdió. Sus sordos y ciegos malquerientes la perdieron también.
A casi diez años de la muerte de Paz, el panorama no es halagador. El fugaz acercamiento de la izquierda (partidaria, académica, intelectual y periodística) a las posiciones liberales ocurrió durante la fase final de la lucha contra el autoritarismo del PRI. Después sobrevino el neozapatismo -nuevo despertar del desvarío revolucionario- y, apenas el año pasado, la idolatría del caudillo. Con todo, estoy convencido de que México necesita con urgencia una izquierda moderna y la razón es clara: sólo desde una legitimidad de izquierda el país puede reformar de fondo, y de manera definitiva, su estructura política y económica. Si la izquierda se reforma el país se reforma. Si la izquierda se moderniza el país se moderniza. ¿Es impensable un reencuentro de la izquierda con la tradición liberal?
Al abrir su exposición, Bartra mencionó que, semanas atrás, Paco Ignacio Taibo II se había referido a Octavio Paz como "un gángster" a quien "odiaba". Por lo visto, Taibo "no ha aprendido nada". Si ésas son las actitudes que prevalecen en la izquierda frente a los exponentes del pensamiento liberal, no hay esperanza. Pero en los rostros y las preguntas de los jóvenes que participaron en el Seminario entreví una actitud opuesta: atención, seriedad, civilidad, curiosidad, tolerancia, pluralidad, interés genuino por escuchar las opiniones ajenas y por buscar la verdad. Ellos sí han aprendido. En ellos está la esperanza.
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