Contra todo pronóstico Hillary Rodham Clinton ganó la elección primaria demócrata en New Hampshire derrotando sorpresivamente al senador Barack Obama. En el lado republicano fue elegido John McCain, quien regresa con fuerza a la carrera presidencial que tuvo que abandonar en el 2000.
La victoria de la senadora sorprendió incluso a los miembros de sus propias filas, dado que los sondeos previos afirmaban una contundente victoria del senador de Illinois Barack Obama, ganador de los caucus de Iowa. Hillary logró revertir esta tendencia de voto, ayudada por la imagen, mucho más humana y cálida, que dio en una pequeña reunión con amas de casa unas horas antes de la apertura de los colegios electorales.
La victoria de la senadora sorprendió incluso a los miembros de sus propias filas, dado que los sondeos previos afirmaban una contundente victoria del senador de Illinois Barack Obama, ganador de los caucus de Iowa. Hillary logró revertir esta tendencia de voto, ayudada por la imagen, mucho más humana y cálida, que dio en una pequeña reunión con amas de casa unas horas antes de la apertura de los colegios electorales.
Con los votos de 13 distritos contados, la ex primera dama tenía el 40% de los votos frente a 35% de Obama, que aspira a ser el primer presidente de raza negra; el ex senador John Edwards, obtuvo un 17 por ciento de los votos.
En el lado republicano, gano tal y como estaba previsto el veterano senador republicano John McCain; de esta manera, repitio a victoria que logró en el año 2000, cuando sacó una diferencia de casi 20 puntos sobre su oponente, George W. Bush, que finalmente se alzó con la candidatura de su partido. En su segundo intento, McCain -un ex prisionero de guerra que es partidario del mantenimiento de las tropas en Irak- se impuso con el 36 por ciento de los votos al ex gobernador de Massachussetts, Mitt Romney, que quedó en segundo lugar con el 31 por ciento. En tercer lugar se colocó, con el 11 por ciento de los votos, el ex gobernador de Arkansas, Mike Huckabee, quien no ha podido repetir el triunfo que logró en los 'caucus' de su partido en Iowa la semana pasada. El lunes 7 de enero, en uno de sus últimos actos electorales con un pequeño grupo de mujeres, Hillary habló, con lágrimas en los ojos, de sus sentimientos y su implicación en la lucha por su país. Estas imágenes, que dieron la vuelta a la nación, le valieron hoy la victoria, según coincidieron varios analistas políticos.
Hillary, incombustible, nota de la agencia EFE
09/01/2008
Washington. (EFE).- Hillary Clinton demostró hoy a los que escribieron su epitafio político tras su derrota en Iowa que sigue viva y coleando al desbancar, contra todo pronóstico, a sus rivales demócratas en las elecciones primarias de Nuevo Hampshire.
Esa capacidad para salir a flote en los momentos difíciles es uno de los rasgos de la personalidad de la senadora por Nueva York, acostumbrada a capear todo tipo de tormentas personales y políticas.
Nacida en 1947 en Chicago, Hillary se crió en un hogar estricto, en donde no estaba bien vista la debilidad de carácter. Los medios estadounidenses citan con frecuencia una anécdota de su padre, Hugh Rodham, quien después de que la pequeña Hillary llegase un día a casa con las máximas calificaciones escolares apostilló que estudiar en ese colegio debía de ser muy fácil. Su madre, Dorothy, tampoco se anduvo con contemplaciones en otra ocasión cuando la joven Hillary se quejó de que alguien se metía con ella en la escuela, a lo que su progenitora respondió que en la casa de los Rodham no había lugar para los cobardes.
Esa rígida educación hizo, según los analistas, que Hillary desarrollara una fachada de hierro, que le ha ayudado a encajar los golpes políticos que ella y su marido han tenido que afrontar pero que ha dificultado, también, su conexión personal con los votantes.
Su carácter racional, atípico, según algunos, de la personalidad femenina, se ha interpretado en más de una ocasión como una señal de falta de claridad y, peor todavía, como falsedad. Puede que esas críticas expliquen el momento emotivo que vivió el lunes en Nuevo Hampshire, cuando con los ojos llenos de lágrimas explicó que los motivos que la llevan a competir por la Casa Blanca son muy personales y tienen que ver con lo mucho que hay en juego en el país.
La ex primera dama se ha presentado como la candidata con más experiencia en los pasillos del poder, lista para asumir el timón de la primera potencia mundial desde el primer día. Asegura, además, ser la demócrata mejor preparada para hacer realidad un "cambio" necesario en un país dividido tras los dos mandatos de George W. Bush.
Esa mezcla de experiencia y cambio no logró calar en Iowa, donde los votantes vieron a Hillary como una representante del "estatus quo", una impresión reforzada por la constante presencia de su marido, el ex presidente Bill Clinton, en su campaña electoral. No falta quién apunte que Bill le está devolviendo los favores que le hizo ella al perdonarle sus sonadas infidelidades.
En la mente de muchos estadounidenses está grabada todavía la imagen de los Clinton cruzando los jardines de la Casa Blanca en 1998 después de que se destapase que Bill había mantenido un romance con Monica Lewinsky, una becaria de la residencia oficial. Los Clinton partían entonces de vacaciones con su hija Chelsea en medio agarrándoles la mano. Hillary tenía toda la pinta de estar furiosa, pero aun así permaneció al lado de su marido. Era la segunda vez que se mantenía firme ante los escándalos de faldas de su esposo.
En 1992, cuando Gennifer Flowers reveló que había tenido un romance con Clinton, protagonizó otro momento inolvidable, al aparecer con su marido en el conocido programa de televisión de la cadena CBS '60 Minutes', en el que afirmó: "Estoy sentada aquí porque le quiero".
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