Manuel Buendía: el factor EU
Redacción/ El Independiente,
REDACCIÓN, MAYO 29, 2025
La investigación judicial sobre el asesinato del columnista Manuel Buendía en mayo de 1984 fue manipulada oficialmente por el gobierno del presidente Miguel de la Madrid y su secretario de Gobernación, Manuel Bartlett Díaz, por algunas pistas que referían cuando menos la necesidad de una investigación de crimen de Estado.
En el texto que publicamos de Miguel Ángel Sánchez de Armas, colaborador directo muchos años del columnista, se recuerda –y se aportan pruebas documentales– que Buendía había denunciado presiones de inestabilidad social y política de EU contra México para obligarlo a someterse a la nueva diplomacia conservadora del presidente Ronald Reagan, cuyo representante en México fue el embajador intervencionista John Gavin.
La investigación oficial del asesinato de Buendía cerró el expediente con la acusación contra José Antonio Zorrilla Pérez, entonces director de la federal de seguridad –la policía política del Estado– que dependía directamente del secretario Bartlett y éste del presidente de la República. Zorrilla aguantó años de prisión sin delatar al aparato público.
Cada año se recuerda el asesinato de Buendía como el primero del ciclo del narcotráfico criminal. Buendía alertó, días antes de su asesinato, que los cárteles de la marihuana de Miguel Félix Gallardo y Rafael Caro Quintero habían desplazado a los de la siembra de alimentos y los habían obligado a campesinos a producir droga y que solo era posible –lo dijo con mucha claridad– si los delincuentes tenían el apoyo del poder público. Afirmó que el tema de la droga era un asunto de seguridad nacional.
A 41 años de distancia podemos hablar de la maldición Buendía: todos los días el Gobierno de EU recuerda a México que los cárteles de la droga solo han podido existir por el apoyo del poder político.
Cada año, también, grupos de periodistas se reúnen para recordar la figura de Manuel Buendía y pedir la revisión de su expediente porque fue manipulado por los presidentes de la Madrid y Carlos Salinas de Gortari como una manera de cubrir la complicidad criminal del Estado y del Gobierno con las bandas del narcotráfico.
La pista que revive Sánchez de Armas podría ser la punta de la hebra que involucraría oficialmente al Gobierno de Estados Unidos y a su embajada en México en una actividad clandestina contra un periodista que solo ejercía su derecho a la defensa de los intereses nacionales al denunciar intervenciones extranjeras que violaban la soberanía.
Los datos están en documentos oficiales y solo es cuestión que alguna autoridad mexicana se decida a reabrir un expediente que nunca debió de haber sido cerrado: el crimen de Buendía fue un crimen del poder.
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